¿Por qué comienzo a escribir aquí? ¿Para qué y para quién escribo? Por muchas razones y con varios objetivos. Primero y principal, porque me gusta. Sin embargo, debo mencionar también que escribo para combatir el prejuicio que alguna gente tiene sobre la edad madura: María y yo somos cincuentones y nos gusta coger, simplemente dicho. Los jóvenes tienden a creen que lo inventaron todo y no está mal, porque cada generación pasa por eso. La cuestión es que no se detienen a considerar que los veteranos, en nuestras largas vidas, hemos cultivado nuestra sexualidad tal como ellos, por lo que tenemos para compartir experiencias interesantes, seguramente útiles para los que vienen atrás. En realidad, allí está la segunda razón que me lleva a escribir: que alguien disfrute la lectura, se caliente y siga así la cadena de placer. Escribo, finalmente, ¡para levantarme alguna minita de las muchas diosas que hay acá! Remota fantasía, claro, pero existe y así la cuento.
Hay que destacar que una diferencia grande con otros tiempos: ahora la gente se exhibe, se muestra y comparte su intimidad, porque la tecnología lo permite y muchos lo disfrutamos. Hasta hace no mucho eso no era así. Recuerdo que saqué una foto más bien artística de María y nuestra amiga Sandra, ambas en cueros frente a la estufa a leña. Cuando fui a retirar las copias reveladas en papel, yo estaba con bastante vergüenza soportando la mirada del empleado de la casa de fotografías que me pareció excesivamente pícara. O era mi imaginación, nunca lo sabré.
En esta serie voy a contar nuestras andanzas, muchas entre nosotros, algunas con otras personas. María las va a leer y corregir y quizá haga algún aporte pero la autoría será de Alberto, su seguro servidor. Si ella se inspira para escribir algo, quizá lo suba aquí o quizá le sugiera que tenga un usuario propio. ¡Y ojalá que me deje sacarle alguna foto para subirla! Ella sostiene que ya no está buena, aunque yo le demuestro lo contrario tan frecuentemente como puedo con el sólido argumento de mi dureza fálica, que los varones no podemos fingir…
Me fijo el límite de una sola página de mi procesador de texto, aunque no estoy seguro de que alguna vez no vaya a transgredirlo. Otro límite, éste de decoro, es que los nombres de las demás personas y otras circunstancias serán cambiados, aunque los involucrados, si llegan a leer estas narraciones, se reconocerán con claridad.
María y yo estamos juntos desde nuestra lejana adolescencia. Al principio era bastante mojigata pero evidentemente yo aprecié su potencial más allá de las apariencias. Cuánta razón me asistía, lo juzgarán quienes sigan leyendo. Nuestras aventuras empezaron cuando éramos muy jóvenes, algún tiempo después de comenzar nuestra relación. Ella se sentía mal, me confesó un día, por sentirse atraída por otro. Yo la consolé diciéndole que eso era normal y que lo importante era si quería que siguiésemos juntos. La respuesta fue que sí, claro, y, aunque el pobre Esteban nunca se enteró, una puerta se abrió irreversiblemente. Otras personas en los años siguientes sí supieron, tanto de su lado como del mío, que teníamos lo que ahora se llama una pareja liberal.
Termino esta liviana introducción con apenas un poquito de color a cuenta de más: allá por nuestros principios, María, aunque ya se revelaba como una gran mamadora, nunca se había animado a recibir mi descarga en la boca. Al volver de un breve viaje, admitió que José, un amigo brasilero, se la había querido coger. Sin condones a mano, se habían conformado con manoseos y chupadas, aunque en tal cantidad que ella aprovechó para provocarme:
– Siento como una molestia en la articulación de la mandíbula. ¡Tuve la boca abierta tanto rato!
Mi reacción habitual a sus infidelidades siempre es de libido disparada; le di bastante duro con lujuria y rabia de cornudo. Después de su orgasmo, ella se puso a chupármela. Cuando le avisé que me venía, a diferencia de otras veces, siguió como si tal cosa hasta hacerme acabar. Mientras eyaculaba, no me costó mucho tener la revelación de que ya se había estrenado:
– Así que José te bautizó la boca, grandísima puta…
– Tu leche es más rica – me dijo tranquilamente. Y se fue a dormir.
Hay que destacar que una diferencia grande con otros tiempos: ahora la gente se exhibe, se muestra y comparte su intimidad, porque la tecnología lo permite y muchos lo disfrutamos. Hasta hace no mucho eso no era así. Recuerdo que saqué una foto más bien artística de María y nuestra amiga Sandra, ambas en cueros frente a la estufa a leña. Cuando fui a retirar las copias reveladas en papel, yo estaba con bastante vergüenza soportando la mirada del empleado de la casa de fotografías que me pareció excesivamente pícara. O era mi imaginación, nunca lo sabré.
En esta serie voy a contar nuestras andanzas, muchas entre nosotros, algunas con otras personas. María las va a leer y corregir y quizá haga algún aporte pero la autoría será de Alberto, su seguro servidor. Si ella se inspira para escribir algo, quizá lo suba aquí o quizá le sugiera que tenga un usuario propio. ¡Y ojalá que me deje sacarle alguna foto para subirla! Ella sostiene que ya no está buena, aunque yo le demuestro lo contrario tan frecuentemente como puedo con el sólido argumento de mi dureza fálica, que los varones no podemos fingir…
Me fijo el límite de una sola página de mi procesador de texto, aunque no estoy seguro de que alguna vez no vaya a transgredirlo. Otro límite, éste de decoro, es que los nombres de las demás personas y otras circunstancias serán cambiados, aunque los involucrados, si llegan a leer estas narraciones, se reconocerán con claridad.
María y yo estamos juntos desde nuestra lejana adolescencia. Al principio era bastante mojigata pero evidentemente yo aprecié su potencial más allá de las apariencias. Cuánta razón me asistía, lo juzgarán quienes sigan leyendo. Nuestras aventuras empezaron cuando éramos muy jóvenes, algún tiempo después de comenzar nuestra relación. Ella se sentía mal, me confesó un día, por sentirse atraída por otro. Yo la consolé diciéndole que eso era normal y que lo importante era si quería que siguiésemos juntos. La respuesta fue que sí, claro, y, aunque el pobre Esteban nunca se enteró, una puerta se abrió irreversiblemente. Otras personas en los años siguientes sí supieron, tanto de su lado como del mío, que teníamos lo que ahora se llama una pareja liberal.
Termino esta liviana introducción con apenas un poquito de color a cuenta de más: allá por nuestros principios, María, aunque ya se revelaba como una gran mamadora, nunca se había animado a recibir mi descarga en la boca. Al volver de un breve viaje, admitió que José, un amigo brasilero, se la había querido coger. Sin condones a mano, se habían conformado con manoseos y chupadas, aunque en tal cantidad que ella aprovechó para provocarme:
– Siento como una molestia en la articulación de la mandíbula. ¡Tuve la boca abierta tanto rato!
Mi reacción habitual a sus infidelidades siempre es de libido disparada; le di bastante duro con lujuria y rabia de cornudo. Después de su orgasmo, ella se puso a chupármela. Cuando le avisé que me venía, a diferencia de otras veces, siguió como si tal cosa hasta hacerme acabar. Mientras eyaculaba, no me costó mucho tener la revelación de que ya se había estrenado:
– Así que José te bautizó la boca, grandísima puta…
– Tu leche es más rica – me dijo tranquilamente. Y se fue a dormir.
33 comentarios - Décadas de sexo (1): Introducción
(debo confesar que también escribo y aunque lo haga como una terapia ya que todo lo que narro es real tengo en lo más intimo de mi ego que su lectura sea motivadora de alguna pendeja deseosa de disfrutar a un maduro)
(¡Uf! Cansa esto de tratar a la nobleza...).
Y por calentarnos...
¡Felicitaciones!
Comparto mucho de sus dichos ya que soy cercano en edad y como usted dice los jóvenes no lo inventaron todo y obviamente que viví épocas de oscurantismo como usted dice en que no existían las libertades de hoy en día.
Anticipadamente me disculpo si no comento en todos sus post aunque he leído casi todos y lo hice con deleite.
La edad se nota en el buen gusto, en la experiencia y en la profundidad.
Gracias.
Despertó mi curiosidad... quiero leer más!
😏😏😏😏
Y vamos bien...
😏
http://www.poringa.net/posts/relatos/2691108/Decadas-de-sexo-9-Celos-Solo.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/2694289/Decadas-de-sexo-11-Juicio-sentencia-ejecucion.html
Gracias, gracias, gracias por compartir, y por hacerlo de ésta manera