Era año electoral y me tocó ser fiscal de mesa. Lejos de ir por la plata fuí, por vocación. El partido había hecho un agape, cerca de donde yo vivo, y me invitaron, allí estaba, el candidato a diputado, el que iba para senador, y un par de concejales.
Disimuladamente, uno de los concejales, se me acercó.
"Qué lindas tetas, que tenés mami. Me encantan, son grandotas."-dijo en voz baja, pero muy libidinoso se lo escuchaba. No dije nada y fuí por un vaso con gaseosa.
El hombre, se alejó un poco y continuó charlando con sus compañeros de partido.
Pasó un rato y el fiscal general de la cuadrilla, en la que yo estaba, dijo;- "Nos vamos a ir rotando hay dos camionetas, y somos muchos, así que los que vivan más cerca, vengan primero." Yo me acerqué, pero el concejal, me impidió avanzar.
Su sonrisa, lasciva, me perturbó.
Respiré profundo para no putearlo. Y me quise alejar, pero me agarró de la muñeca, y me llevó al office del lugar. Me sentó de golpe, en un sillón, y me dijo:-"Las nenas buenas obedecen" Curiosamente, mientras decía eso, se desabrochaba el cinturón y sacando su pene viejo, arrugado y flácido me tocaba con fuerza las tetas, me las exprimía, me dolía, pero de gritar me iría peor. Apreté los labios, y me los hice sangrar. Tres gotas cayeron sobre mi camiseta, me la hizo sacar mientras el se pajeaba. Al final, cuando creí que todo iba a terminar me puso su verga, a medio morir en la boca, me la hizo tragar, quería que le comiera la pija. Tenía un gusto horrible, como a vino tinto, a queso roquefort, no sé, pero me daban arcadas mientras más hinchada se ponía.
El hombre gozaba, me pasaba los dedos como garras por la espalda, mientras me embestía más fuerte, la punta del glande llegaba hasta mi campanilla, cuando rechacé su movimiento, él se dio cuenta, en silencio, y con violencia, que yo jamás había experimentado, me apartó.
Se pajeó con mis tetas, al modo turca o rusa, me dolía, creí que me las arrancaría de tan fuerte que tiraba, pero no, sólo se sacó la leche, llenando de esperma mi busto.
Me sentía asqueada, por que no me gustó, su olor, su rudeza, su pija, que hasta hinchada y erecta me parecía breve. Estaba dispuesta a armar un escándalo épico. Pero, nadie me creería.
Salí del lugar, me temblaban las piernas, tenía el maquillaje corrido, permanecí un buen rato como en estado de shock. Al llegar a casa, me bañé, puse un poco de música, y me fuí a dormir.
Pasaron los días y tuve que volver a reunirme con mis compañeros de partido. El Concejal abusador, se presentó ante nosotros, como "Juan Carlos, un hombre de familia, de principios morales intachables, con grandes valores, de respeto por cada ser vivo. Miembro del Opus Dei, y de un tribunal de ética." Al decir todo ese memorable discurso, yo no pude evitarlo, me reí como nunca. A tal punto que me dolían las costillas, lloraba a mares, con eso.
El fiscal general, me sacó del salón y me dijo que no volviera el domingo, que no me iban a necesitar,sonreí, y me vine a casa, donde presencié el derrumbe de aquel partido desde la comodidad de mi hogar...
Disimuladamente, uno de los concejales, se me acercó.
"Qué lindas tetas, que tenés mami. Me encantan, son grandotas."-dijo en voz baja, pero muy libidinoso se lo escuchaba. No dije nada y fuí por un vaso con gaseosa.
El hombre, se alejó un poco y continuó charlando con sus compañeros de partido.
Pasó un rato y el fiscal general de la cuadrilla, en la que yo estaba, dijo;- "Nos vamos a ir rotando hay dos camionetas, y somos muchos, así que los que vivan más cerca, vengan primero." Yo me acerqué, pero el concejal, me impidió avanzar.
Su sonrisa, lasciva, me perturbó.
Respiré profundo para no putearlo. Y me quise alejar, pero me agarró de la muñeca, y me llevó al office del lugar. Me sentó de golpe, en un sillón, y me dijo:-"Las nenas buenas obedecen" Curiosamente, mientras decía eso, se desabrochaba el cinturón y sacando su pene viejo, arrugado y flácido me tocaba con fuerza las tetas, me las exprimía, me dolía, pero de gritar me iría peor. Apreté los labios, y me los hice sangrar. Tres gotas cayeron sobre mi camiseta, me la hizo sacar mientras el se pajeaba. Al final, cuando creí que todo iba a terminar me puso su verga, a medio morir en la boca, me la hizo tragar, quería que le comiera la pija. Tenía un gusto horrible, como a vino tinto, a queso roquefort, no sé, pero me daban arcadas mientras más hinchada se ponía.
El hombre gozaba, me pasaba los dedos como garras por la espalda, mientras me embestía más fuerte, la punta del glande llegaba hasta mi campanilla, cuando rechacé su movimiento, él se dio cuenta, en silencio, y con violencia, que yo jamás había experimentado, me apartó.
Se pajeó con mis tetas, al modo turca o rusa, me dolía, creí que me las arrancaría de tan fuerte que tiraba, pero no, sólo se sacó la leche, llenando de esperma mi busto.
Me sentía asqueada, por que no me gustó, su olor, su rudeza, su pija, que hasta hinchada y erecta me parecía breve. Estaba dispuesta a armar un escándalo épico. Pero, nadie me creería.
Salí del lugar, me temblaban las piernas, tenía el maquillaje corrido, permanecí un buen rato como en estado de shock. Al llegar a casa, me bañé, puse un poco de música, y me fuí a dormir.
Pasaron los días y tuve que volver a reunirme con mis compañeros de partido. El Concejal abusador, se presentó ante nosotros, como "Juan Carlos, un hombre de familia, de principios morales intachables, con grandes valores, de respeto por cada ser vivo. Miembro del Opus Dei, y de un tribunal de ética." Al decir todo ese memorable discurso, yo no pude evitarlo, me reí como nunca. A tal punto que me dolían las costillas, lloraba a mares, con eso.
El fiscal general, me sacó del salón y me dijo que no volviera el domingo, que no me iban a necesitar,sonreí, y me vine a casa, donde presencié el derrumbe de aquel partido desde la comodidad de mi hogar...
6 comentarios - Juan Carlos, el Concejal
😀 Gracias por leerlo.