Post anterior
Post siguiente
Compendio I
¡Lo tengo castigado! 😛
¡No lo dejaré tranquilo hasta que lo explique con sus palabras! ¡Quiero que aclare sus ideas y me explique cómo una semana con mi prima en faena se convirtió en un par de días de pasión y más que nada, cómo terminó durmiendo en la camioneta! >:8
Es que me cuesta entenderlo. A mí no me trae problemas que tenga otras (siempre que me lo diga, claro y me cuente lo que hace).
Pero para él, es algo que le asusta. Se siente culpable por gozar tanto. Tiene miedo de un castigo o algo por el estilo.
Pero yo le digo que no se asuste. Yo no voy a parar de quererlo y tampoco me interesa conocer otros chicos, si lo tengo a él.
Porque me divierte que a pesar de todo, quiera ser normal: que los domingos nos sentemos en el sofá, veamos la tele y pasemos la tarde.
O no sé, que vayamos al centro comercial, al parque y que actuemos como un matrimonio normal, pero simplemente no quiero.
Lo hemos conversado con Celeste, mi tía y mi prima:
En la cama, él es estupendo<3<3
Y por las tardes, nos pregunta si queremos salir al parque o al mall y todas decimos que no, porque lo queremos a él.
Es que vemos a Celeste al desayuno y se ve muy bonita: silba, canta y luce muy graciosa, sonriéndole especialmente a mi marido.
Entonces, después del almuerzo, le toca a mi tía, que gime mucho y nos calienta la sangre. A mi prima todavía le molesta un poco y aprovechamos de jugar con los videojuegos de mi esposo o por último, vamos al centro comercial.
Y llega la hora de la cena.
Simplemente, ya no los esperamos, porque nos da mucha hambre. Al parecer, mi tía tiene muchas cosas que olvidar de su ex marido y cuando salen del dormitorio, mi marido se da una corta ducha helada, traga la cena y mi prima, hecha una furia, se lo lleva al dormitorio.
Y lo que más me excita a mí (no sé si a las demás), es que se siente el chirrido de la cama y ese leve crujido en el segundo piso, cuando se las está metiendo a fondo. Me pone muy, muy caliente, porque después, sé que lo sentiré yo.
Entonces, como a eso de las 11 de la noche, aparece en mi puerta, cansadísimo, pero me ve y quiere hacerme feliz también.
Y así lo hemos pasado estas últimas 4 noches. La primera, lo compartimos mi prima y yo. La segunda, lo presté a Celeste. La tercera, lo presté a mi tía (a quien le quitó la virginidad de la cola y sus gemidos nos puso calientes a todas :D) y ahora, mi prima está disfrutando con él.
Pero no quiero contar de eso. Me gusta que lo haga él y prefiero contar cómo lo paso yo. 🙂
Mi marido es un poquito metódico: juguetea conmigo, para calentarme y ponerme de humor. Me agarra los pechitos, los pellizca o los chupetea, sacándome leche.
Y yo me derrito 😛
Si no, me come la rajita y es simplemente divino. Lo hace con ternura y le gustan mis juguitos, tanto como a mí me gustan los suyos.
Da unas lamidas largas y tan ricas, que te cubren entera. Se siente como si la besara y su lengua se mete tan adentro, que no puedo contenerme y acabo en su cara, lo que le pone más animoso.
Porque eso me gusta de mi marido: siempre se preocupa que yo goce primero. <3<3
Entonces, me presenta ese monumento que tiene en los pantalones.
Es durísima. Pocas veces la he visto agotada. Es candente, rosadita y tentadora.
Y me pide permiso, porque hasta en eso se preocupa. Soy su mujer y mi cuerpo es suyo, pero es un caballero y la mete.
Siento que me ensancha. Que es grande como la vida misma. Como mi amor por él y te va llenando de a poquito.
Entonces, se empieza a mover. Despacio y suavecito. Como cuando se pone los calcetines.
Y ataca todos tus sentidos: te besa bien rico, te toma de las manos, te toca la colita o te agarra los pechitos.
Suspira encima de mí y me encanta, porque me desea. Lo miro a los ojos y me hace feliz, porque aunque está gozando mucho, se contiene.
Es algo que una ve. Que no se está entregando completamente, porque le preocupa que la mujer goce también y si uno no llega a su ritmo, es paciente y se aguanta.
Entonces, me bombea con más y más fuerza y los gemidos se te arrancan, porque es tan rico. Entonces, él me besa deliciosamente, para que seamos más discretos. Pero yo lo amo y no me importa la discreción, si me hace sentir tan bien.
Empiezo a sentir cómo me inundas entre las piernas, junto con tus fuertes embestidas que me hacen sentir tan rico. En esos momentos, te abrazo y no te quiero soltar. <3<3<3
Y lo rico es que te falta, que aun no llegas. Me tienes así, en la gloria, como 20 minutos más. Y no te cansas y me la metes con más y más fuerza.
Finalmente, no das más y me inundas entera.
Tres. Cuatro.
A veces hasta 5 chorros. Espesos, pegajosos y ardientes <3<3.
Y siento que me llenas y estoy en la gloria. Entonces me besas y me dices que me quieres mucho.
¡Cómo si no pudieras ser más tierno!<3<3
Nos quedamos así, acurrucados, esperando a que te baje. Entonces la puedes sacar y la veo tan paradita, rosadita y deliciosa, que lo único que quiero es chuparla y estrujarla hasta que no puedas más.
Pero no. Me quieres dar por la cola. Y yo, muy contenta<3<3
La metes y duele un poquito. No un dolor fuerte. Como que me estiras un poquito más de la cuenta y no te lo he contado, porque serías capaz de dejarme de hacer la cola y simplemente, ya no puedo vivir sin ello.
Entonces, siento esa sensación extraña, como que me vas ensanchando con algo caliente y delicioso.
Y avanzas despacio. Lo que más me gusta es que avances despacio.<3<3
Me agarras los cachetes y los acaricias y me voy calmando y empiezas a meterlo más adentro.
Pienso que es como una canción que sabe mi cuerpo. Que siempre olvida la letra, pero está contenta cuando la recuerda.
Como si esperara con ansias la próxima nota. Sacudiéndome y mojándome, ansiando que más y más avances.
La metes tan adentro y me siento tan deliciosamente extraña, que no me importa. Arde con el calor de un incendio en mi interior y entra y sale y entra y sale tan rico<3<3.
Me agarras los pechos, que de no ser porque me los tocas, no me daría cuenta que están paraditos. Los amasas y aprietas, con tus manos tibias y tiernas.
Te encantan. Me siento tan feliz que te gusten mis pechos.
Y me empiezas a bombear y bombear más fuerte. Siento tus deditos, bajando por la cintura y ya sé qué viene después y no me importa.
Simplemente, te adoro.
Te encanta meter sus dedos por mi rajita y me vuelves loca cuando lo haces. Con el pulgar, juegas con mi botón. Con el dedo índice y el del corazón, me acaricias el canal un buen rato, hasta que me empiezo a correr porque quiero que los metas.
Entonces, siento tu boquita en mi espalda. Deseas comerme y quiero que me comas.
Eres mi marido. ¿Cómo sabes tanto las cosas que me gustan?
Y la metes hasta el fondo. Siento tus bolitas, rozando mi cola. Y me tienes otra vez ahí, en la gloria.
No quiero que pares. No quiero que pares y no paras. Te amo tanto porque no paras. 🙂
Entonces, siento como se estremece otra vez dentro de mí. Yo la espero ansiosa. Son tus ricos juguitos.
Y los tiras y me desarmas. Otros 4 chorros más y hago todos los esfuerzos posibles porque mi colita te estruje los jugos de la vida y quedamos pegados.
Yo quedo cansada. Mi cuerpo puede aguantar un poco de gozo. Pero la sacas y sigue parada.
Sigue deliciosamente parada y quiero probarla. Lo único que quiero es probarla.
Así nos pasa estos días. Él nos dice que salgamos, que conozcamos Adelaide o que vayamos al mall.
Pero le vemos la entrepierna. Deliciosa, gordita y paradita. A las 4 nos encanta chupársela, porque es tan viril, es nuestra y aunque nos da un poco de pena, porque lo notamos cansado, le decimos que no, aunque él, en verdad quiere pasar un buen rato entretenido con nosotras, fuera de la cama.
Pero no podemos. Le decimos que no, le tomamos de la mano y lo llevamos al dormitorio. Él sonríe, medio cansado y un poco triste, pero igual nos complace.
A cada una de nosotras.
Y simplemente, nos encanta y nos hace inmensamente feliz. 🙂
Post siguiente
0 comentarios - Siete por siete (56): Detrás de las puertas