Luego de pasados un par de días de lo sucedido en casa, entre mi hermana y yo, y de las consecuencias que aquello produjo (el desalojo de Felina del dormitorio en común que compartíamos y fundamentalmente la ida a la consulta ginecológica) de la cual nada sabía, pude acercarme a ella en la oscuridad de la noche, y de manera solapada, es decir, en forma cautelosa, con el mayor sigilo apersonarme en el sofá cama para conversar, sobre la experiencia médica.
A pesar de ser pasada la medianoche y estar todas las luces de la casa apagadas, el espacio donde ella reposaba mantenía una tenue iluminación, que dejaba vislumbrar y tener claros indicios de ella. La vi despierta y desnuda, tal vez por eso resplandecía, bah, seguramente era la claridad que proporcionaban las luces de mercurio de la calle, que atravesaban las cortinas y destellaban en ese corredor, pero me gustaba pensar que esa claridad en aquel lugar, era producto del áurea de esa venus.
¡Dale contame! Le exigí
¿Qué querés saber? Me preguntó ella
¡Absolutamente todo lo que aconteció allí! Aseguré
¡Bueno, te imaginás lo nerviosa que estaba! Aseguró ella
¿Por? ¡Si sos virgen! Exclamé
¿Y qué tiene que ver eso? Me preguntó ella
¡Lo que me ponía inquieta, era desnudarme delante de un desconocido y que encima me tocara las zonas íntimas! Afirmó Felina
Decía esto mientras estaba totalmente desnuda sin nigún pudor frente a mi.
Luego de decir esto, tal vez vio en mis ojos las dudas de aquella afirmación y sentenció ¡Diferente es cuando estoy en casa con mi familia, y nadie me mete los dedos o aparatos en mi vagina!
¿Eso te hicieron? Pregunté
¡Sí, el viejo ese era un bruto además! Aseguró mi hermana y comenzó a mentirme, luego, pasado los años me enteré realmente como fueron las cosas.
¿Era viejo el doctor? Interrogué casi feliz al saberlo
¡Un anciano casi ciego! Aseveró ella
¡Además me trataba como a una cualquiera, me preguntaba si tenía relaciones sexuales, que no era virgen, no se que le habrá dicho mamá! Aclaró mi hermana
La realidad, había sido lo que adelanté en el post anterior, el médico realizó las preguntas de rigor y ella se estaba "haciendo ver" se hacía la seductora, intentaba ejercer una atracción, era su forma de hipnotizar a la presa. Tanto fue así, que el facultativo se cansó de los devaneos de la joven.
El médico, sorprendido por la desfachatez de la manceba, y por no responder al protocolo, lo obvió, pero le hizo una aseveración ¡Lo descubriré por mi cuenta!
Ella se inclinó hacia él y redoblando la apuesta inquirió ¿Está seguro?
Felina continuó su relato ficticio ¡Me revisó toda, con distintos instrumentos, me indicó unas prácticas médicas y análisis, los cuales me hice ese mismo día, en ese mismo lugar, y apenas tuvieron los resultados dio su diagnóstico!
¿Cuál fue? Consulté
¡Que estaba intacta, 0km, pero que tenía una pequeña infección urinaria, para la cual, me recetó una pomada antibiótica! Advirtió ella
¡Ah joya! Respondí tranquilo y me dispuse a retirame por temor hacer visto por alguien en el medio del pasillo. Cuando ella se dio cuenta de eso, continuó, para no dejarme ir.
¡Pero lo humillante fue después! Exclamó
¿Qué cosa? Pregunté
¡El ginecólogo tenía unas muestras del ungüento y me enseñó a poner la crema, lo hizo él! Aseguró ella
¿Y qué es lo humillante? Cuestioné
¡Qué cuándo me metía los dedos pasándome la pomada, me frotaba la zona! Advirtió ella
¡Y si, que querías que hiciera! Exclamé por lo redundante del comentario
¡Bueno, pero al frotarme ese viejo sus dedor por mi vulva! Hizo un silencio en su alocusión
¿Si, qué pasaba? Curiosié
¡Me da vergüenza decírtelo! Mencionó eso y volvió hacer silencio
¡Dale, qué me tengo qué ir! Presioné para que sea sintética
¡Bueno, pero no te enojes! Me pidió y eso me hizo prestarle nuevamente atención
¡No, como me voy a enojar! Exclamé asegurando esa obviedad
¡Me calenté! Espetó ella, mi hermana
¡Cómo, no te entendí! ¿Qué te calentó? Repregunté yo de manera inocente
¡Si, algo me hacía excitar sexualmente! Dijo eso y a mi me empezó a pasar algo similar escuchándola, notaba que mi miembro viril se erguía dentro de mis calzoncillos.
¿Co.. cómo, qué, qué sentías? Balbucié no me salían las palabras
¡Eso me estimulaba, me provocaba o activaba algún sentimiento, una pasión en mi interior con el movimiento de sus dedos! Aseguró mi hermana ruborizada por lo que me decía
Yo, la escuchaba en la quietud de la noche, en las penumbras del pasillo corredor y me imaginaba la situación, no quería hablar porque balbuceaba, y ella continuó.
¡Vos sabés, que toda esa zona es una parte muy erógena en las mujeres y el médico comenzó, con los labios de la vulva, continuó con el clítoris, para terminar ingresando en la vagina y frotar con los dedos anular y mayor, por dentro todos los recovecos! Detalló Felina, mi hermana
A mi la verga, se me había inflado, parecía querer explotar, no sabía como resistir a sus palabras y la proximidad de una eyaculación.
Continuaba mi hermana su relato descriptivo del momento vivido.
¡Ya eso me conmocionó, pero el roce, los masajes, me calentaban, y el ginecólogo se daba cuenta! Aseguró ella.
Yo casi sin voz, con un hilo murmullante quebrado por la excitación alcancé a preguntar
¿Por qué se daba cuenta?
Ella me respondió:
¡Primero, porque se me paraban los pezones, se transformaban en dos timbres!
¡Segundo, porque comenzaba a temblar, a contorsionarme!
¡Y aunque intentaba controlarlo, intentaba resistirme, era imposible! Afirmó ella
¡Uuuufff! Eso fue todo lo que pude vocalizar
Su relato me estaba haciendo llegar al clímax, estaba próximo al orgasmo, sin tocarme, sólo escuchando su voz ronrroneante..
[size=18]¡El médico me untaba cuando tuve mi primer gemido! Atestiguó Felina
Convulsioné en una eyaculación silenciosa en mis calzoncillos.
Continuó la perversa calienta pijas de Felina
¡Tuve que sostenerle la mano al doctor! Explicó ella,
¡Detenerlo, porque algo en mi cuerpo parecía querer salir, explotar hacia afuera, no sabía bien que era, pero se sentía sensacional, aunque no se porque me reprimía, era como que sentía que no debía, que estaba mal! Declaró mi hermana
¡Mentirosa, yegua! Pienso ahora al rememorar el relato y como me hacía la cabeza a mi, qué ingenuo hermano fui!
Felina proseguía sin prisa en la información, pero sin pausa en la descripción de los hechos:
¡De todos modos, el me dejaba descansar, se tomaba un respiro, esperaba, mientras se secaba las gotas de transpiración que se le formaban en la frente, para luego continuar con más ahínco! Aclaraba Felina, con lujos de detalles.
Yo, volvï a experimentar otra erección escuchando a mi hermana
Continuó ella, ¡Y nuevamente, al poco tiempo debía detenerlo otra vez! Dijo mi hermana.
Intervine interrumpiendo el relato, ¡Y el médico! ¿No te decía nada? Pregunté, con la voz entre cortada, tartamudeando ante mi próximo polvo.
Respondió Felina ¡El chabón, sonreía de manera maliciosa y si me preguntó! ¿Qué te pasa?
¿Y vos que le respondiste? Preguntó yo
¡Le dije, que me dolía! ¿Qué le iba a decir? Me preguntó ella a mi
¡No, si, claro! Dije ¿Y, después? Ansioso repregunté
¡Eso sucedió un par de veces más, pero lo curioso (dijo mi hermana) que yo nunca había reparado en mi cachucha para nada, menos como un objeto de placer propio, individual, íntimo, personal! Proclamó falsamente Felina
¡A partir de ello, todas las noches me comencé a tocar, con o sin crema....!
¡Ouch! Reveló mi nuevo objeto de devoción, placer y culto, ella, Felina, mi carne, mi sangre, mi familia. Ah, y segundo polvo al hilo se me fue entre mi ropa interior.
Nuevamente se hizo un silencio. Felina dudó otra vez en continuar....
¿Si, y? Inquirí desesperado para que continúe su relato
¡Bueno, pero no quiero que te rías, ni que me juzgues, sino, no continúo! Sentenció ella
-Por favor, pensé, como me voy a reír, si me está enfermando la cabeza- Reflexioné, ¡Lo estoy re disfrutando llevo dos acabadas y viene la tercera!
¡No, quedate tranquila! Aseguré confiado.
¡Bueno, yo también tenía curiosidad de que era eso que me enloquecía, y que parecía querer estallar cuando le detenía la mano, los dedos del médico! Redobló la apuesta Felina
¡Anteanoche, cuando vos dormías profundamente, escuchaba tus ronquidos desde acá, me toqué, me froté y no frené cuando me llegaron esas sensaciones, esas convulsiones, y de pronto, me doblé con un estertor, que hizo que todo mi cuerpo se llenara de escalofríos y calambres pero sensuales y estallé, exploté, me salió un líquido de la vulva, pero no era orín, era otra cosa, que disfruté y que al secarse se endureció, como un adhesivo! Aseguró ella[/size]
Cuando dijo adhesivo, yo terminaba una tercera vez, con espasmos musculares, contracciones involuntarias de placer.
¡Hey, me escuchás! Me preguntó varias veces Felina, pero yo no podía hablar, mordía la almohada del sofá cama de Felina, para que mis jadeos no se escucharan amparado en la tenue luz.
¡Te dormiste! ¡Bueno, que suerte, a mi todavía no me agarró el sueño! Dijo ella
Allí respondí ¡No, estoy adormilado, pero te escucho!
¡No, si tenés sueño, mañana sigo contándote! Dijo ella.
¡No, dale, seguí! ¡Qué más pasó? ¡Algo no me estás contando, te conozco! Arriesgué, como un pálpito, un presagio
¡Hummmm, bueno, no estoy segura de contarte esto, prometeme que no vas a hacer quilombo y que no le vas a decir nada a nadie, menos a mamá y papá! Exclamó ella.
Yo dudë, pero la curiosidad mató al gato ¡Ok! Respondï
¡Llegando al último momento del tratamiento, el médico, me la chupó! Y yo perdí el conocimiento cuando mencionó aquello. mientras me desgraciaba por cuarta vez....
Fin de esta historia, les dejo el link de la primera y segunda parte, saludos
http://www.poringa.net/posts/relatos/2658939/Mi-madre-llevo-a-mi-hermana-a-su-1-visita-al-ginecologo.html#comment-107913
http://www.poringa.net/posts/relatos/2659513/Madre-llevo-a-mi-hermana-a-su-1-visita-al-ginecologo-2Pa.html
A pesar de ser pasada la medianoche y estar todas las luces de la casa apagadas, el espacio donde ella reposaba mantenía una tenue iluminación, que dejaba vislumbrar y tener claros indicios de ella. La vi despierta y desnuda, tal vez por eso resplandecía, bah, seguramente era la claridad que proporcionaban las luces de mercurio de la calle, que atravesaban las cortinas y destellaban en ese corredor, pero me gustaba pensar que esa claridad en aquel lugar, era producto del áurea de esa venus.
¡Dale contame! Le exigí
¿Qué querés saber? Me preguntó ella
¡Absolutamente todo lo que aconteció allí! Aseguré
¡Bueno, te imaginás lo nerviosa que estaba! Aseguró ella
¿Por? ¡Si sos virgen! Exclamé
¿Y qué tiene que ver eso? Me preguntó ella
¡Lo que me ponía inquieta, era desnudarme delante de un desconocido y que encima me tocara las zonas íntimas! Afirmó Felina
Decía esto mientras estaba totalmente desnuda sin nigún pudor frente a mi.
Luego de decir esto, tal vez vio en mis ojos las dudas de aquella afirmación y sentenció ¡Diferente es cuando estoy en casa con mi familia, y nadie me mete los dedos o aparatos en mi vagina!
¿Eso te hicieron? Pregunté
¡Sí, el viejo ese era un bruto además! Aseguró mi hermana y comenzó a mentirme, luego, pasado los años me enteré realmente como fueron las cosas.
¿Era viejo el doctor? Interrogué casi feliz al saberlo
¡Un anciano casi ciego! Aseveró ella
¡Además me trataba como a una cualquiera, me preguntaba si tenía relaciones sexuales, que no era virgen, no se que le habrá dicho mamá! Aclaró mi hermana
La realidad, había sido lo que adelanté en el post anterior, el médico realizó las preguntas de rigor y ella se estaba "haciendo ver" se hacía la seductora, intentaba ejercer una atracción, era su forma de hipnotizar a la presa. Tanto fue así, que el facultativo se cansó de los devaneos de la joven.
El médico, sorprendido por la desfachatez de la manceba, y por no responder al protocolo, lo obvió, pero le hizo una aseveración ¡Lo descubriré por mi cuenta!
Ella se inclinó hacia él y redoblando la apuesta inquirió ¿Está seguro?
Felina continuó su relato ficticio ¡Me revisó toda, con distintos instrumentos, me indicó unas prácticas médicas y análisis, los cuales me hice ese mismo día, en ese mismo lugar, y apenas tuvieron los resultados dio su diagnóstico!
¿Cuál fue? Consulté
¡Que estaba intacta, 0km, pero que tenía una pequeña infección urinaria, para la cual, me recetó una pomada antibiótica! Advirtió ella
¡Ah joya! Respondí tranquilo y me dispuse a retirame por temor hacer visto por alguien en el medio del pasillo. Cuando ella se dio cuenta de eso, continuó, para no dejarme ir.
¡Pero lo humillante fue después! Exclamó
¿Qué cosa? Pregunté
¡El ginecólogo tenía unas muestras del ungüento y me enseñó a poner la crema, lo hizo él! Aseguró ella
¿Y qué es lo humillante? Cuestioné
¡Qué cuándo me metía los dedos pasándome la pomada, me frotaba la zona! Advirtió ella
¡Y si, que querías que hiciera! Exclamé por lo redundante del comentario
¡Bueno, pero al frotarme ese viejo sus dedor por mi vulva! Hizo un silencio en su alocusión
¿Si, qué pasaba? Curiosié
¡Me da vergüenza decírtelo! Mencionó eso y volvió hacer silencio
¡Dale, qué me tengo qué ir! Presioné para que sea sintética
¡Bueno, pero no te enojes! Me pidió y eso me hizo prestarle nuevamente atención
¡No, como me voy a enojar! Exclamé asegurando esa obviedad
¡Me calenté! Espetó ella, mi hermana
¡Cómo, no te entendí! ¿Qué te calentó? Repregunté yo de manera inocente
¡Si, algo me hacía excitar sexualmente! Dijo eso y a mi me empezó a pasar algo similar escuchándola, notaba que mi miembro viril se erguía dentro de mis calzoncillos.
¿Co.. cómo, qué, qué sentías? Balbucié no me salían las palabras
¡Eso me estimulaba, me provocaba o activaba algún sentimiento, una pasión en mi interior con el movimiento de sus dedos! Aseguró mi hermana ruborizada por lo que me decía
Yo, la escuchaba en la quietud de la noche, en las penumbras del pasillo corredor y me imaginaba la situación, no quería hablar porque balbuceaba, y ella continuó.
¡Vos sabés, que toda esa zona es una parte muy erógena en las mujeres y el médico comenzó, con los labios de la vulva, continuó con el clítoris, para terminar ingresando en la vagina y frotar con los dedos anular y mayor, por dentro todos los recovecos! Detalló Felina, mi hermana
A mi la verga, se me había inflado, parecía querer explotar, no sabía como resistir a sus palabras y la proximidad de una eyaculación.
Continuaba mi hermana su relato descriptivo del momento vivido.
¡Ya eso me conmocionó, pero el roce, los masajes, me calentaban, y el ginecólogo se daba cuenta! Aseguró ella.
Yo casi sin voz, con un hilo murmullante quebrado por la excitación alcancé a preguntar
¿Por qué se daba cuenta?
Ella me respondió:
¡Primero, porque se me paraban los pezones, se transformaban en dos timbres!
¡Segundo, porque comenzaba a temblar, a contorsionarme!
¡Y aunque intentaba controlarlo, intentaba resistirme, era imposible! Afirmó ella
¡Uuuufff! Eso fue todo lo que pude vocalizar
Su relato me estaba haciendo llegar al clímax, estaba próximo al orgasmo, sin tocarme, sólo escuchando su voz ronrroneante..
[size=18]¡El médico me untaba cuando tuve mi primer gemido! Atestiguó Felina
Convulsioné en una eyaculación silenciosa en mis calzoncillos.
Continuó la perversa calienta pijas de Felina
¡Tuve que sostenerle la mano al doctor! Explicó ella,
¡Detenerlo, porque algo en mi cuerpo parecía querer salir, explotar hacia afuera, no sabía bien que era, pero se sentía sensacional, aunque no se porque me reprimía, era como que sentía que no debía, que estaba mal! Declaró mi hermana
¡Mentirosa, yegua! Pienso ahora al rememorar el relato y como me hacía la cabeza a mi, qué ingenuo hermano fui!
Felina proseguía sin prisa en la información, pero sin pausa en la descripción de los hechos:
¡De todos modos, el me dejaba descansar, se tomaba un respiro, esperaba, mientras se secaba las gotas de transpiración que se le formaban en la frente, para luego continuar con más ahínco! Aclaraba Felina, con lujos de detalles.
Yo, volvï a experimentar otra erección escuchando a mi hermana
Continuó ella, ¡Y nuevamente, al poco tiempo debía detenerlo otra vez! Dijo mi hermana.
Intervine interrumpiendo el relato, ¡Y el médico! ¿No te decía nada? Pregunté, con la voz entre cortada, tartamudeando ante mi próximo polvo.
Respondió Felina ¡El chabón, sonreía de manera maliciosa y si me preguntó! ¿Qué te pasa?
¿Y vos que le respondiste? Preguntó yo
¡Le dije, que me dolía! ¿Qué le iba a decir? Me preguntó ella a mi
¡No, si, claro! Dije ¿Y, después? Ansioso repregunté
¡Eso sucedió un par de veces más, pero lo curioso (dijo mi hermana) que yo nunca había reparado en mi cachucha para nada, menos como un objeto de placer propio, individual, íntimo, personal! Proclamó falsamente Felina
¡A partir de ello, todas las noches me comencé a tocar, con o sin crema....!
¡Ouch! Reveló mi nuevo objeto de devoción, placer y culto, ella, Felina, mi carne, mi sangre, mi familia. Ah, y segundo polvo al hilo se me fue entre mi ropa interior.
Nuevamente se hizo un silencio. Felina dudó otra vez en continuar....
¿Si, y? Inquirí desesperado para que continúe su relato
¡Bueno, pero no quiero que te rías, ni que me juzgues, sino, no continúo! Sentenció ella
-Por favor, pensé, como me voy a reír, si me está enfermando la cabeza- Reflexioné, ¡Lo estoy re disfrutando llevo dos acabadas y viene la tercera!
¡No, quedate tranquila! Aseguré confiado.
¡Bueno, yo también tenía curiosidad de que era eso que me enloquecía, y que parecía querer estallar cuando le detenía la mano, los dedos del médico! Redobló la apuesta Felina
¡Anteanoche, cuando vos dormías profundamente, escuchaba tus ronquidos desde acá, me toqué, me froté y no frené cuando me llegaron esas sensaciones, esas convulsiones, y de pronto, me doblé con un estertor, que hizo que todo mi cuerpo se llenara de escalofríos y calambres pero sensuales y estallé, exploté, me salió un líquido de la vulva, pero no era orín, era otra cosa, que disfruté y que al secarse se endureció, como un adhesivo! Aseguró ella[/size]
Cuando dijo adhesivo, yo terminaba una tercera vez, con espasmos musculares, contracciones involuntarias de placer.
¡Hey, me escuchás! Me preguntó varias veces Felina, pero yo no podía hablar, mordía la almohada del sofá cama de Felina, para que mis jadeos no se escucharan amparado en la tenue luz.
¡Te dormiste! ¡Bueno, que suerte, a mi todavía no me agarró el sueño! Dijo ella
Allí respondí ¡No, estoy adormilado, pero te escucho!
¡No, si tenés sueño, mañana sigo contándote! Dijo ella.
¡No, dale, seguí! ¡Qué más pasó? ¡Algo no me estás contando, te conozco! Arriesgué, como un pálpito, un presagio
¡Hummmm, bueno, no estoy segura de contarte esto, prometeme que no vas a hacer quilombo y que no le vas a decir nada a nadie, menos a mamá y papá! Exclamó ella.
Yo dudë, pero la curiosidad mató al gato ¡Ok! Respondï
¡Llegando al último momento del tratamiento, el médico, me la chupó! Y yo perdí el conocimiento cuando mencionó aquello. mientras me desgraciaba por cuarta vez....
Fin de esta historia, les dejo el link de la primera y segunda parte, saludos
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