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Una buena nota.

1

Julieta miraba por enésima vez su informe actual de notas. Estaba en problemas; y furiosa. Para su desgracia, era la segunda vez que trataba de rendir el último año porque había cometido el error de faltar durante un mes sin justificados y había quedado libre. Se sentía estúpida teniendo diecinueve años y estando en el aula de 6to año con adolescentes de diecisiete años.
Ahora el miedo la embargaba, podría ser que ocurra una tercera vez que deba rendir nuevamente el año y sólo por la mierda de materia de Filosofía. A ella qué le importaba si Sócrates había sido un racionalista, o que Kant había sido el padre del Criticismo. Pero claro, la escuela debía ser tan estricta… Ni siquiera te dejaban rendir en tu casa, sino que tenías que participar en las clases y dar el presente. Odiaba la escuela. Por esa misma razón fue, hecha un tifón, hasta la sala donde se encontraba el profesor Amaya. Vio por la ventana de la puerta si se encontraba allí y lo vio concentrado en, seguramente, algún libro de filosofía que leerá para tocarse.
Tocó la puerta y los ojos del profesor se fijaron en ella. Muchos se sentían intimidados por la mirada fuerte que desprendían sus ojos celestes, casi blancos. A ella le daba igual. Sólo quería aprobar; la verdad que desde que lo vio riéndose una noche en un bar y como le comía con la mirada el culo, le restó importancia. Típico de hombres.
-Pase-dijo con una voz fría y molesta, como si ella lo estuviera molestando. Entró y agradeció que el ventanal estuviera abierto. Hacía un calor de mil demonios y no quería estar aún más de mal humor por el calor. Y menos gritarle, porque tenía que jugarse el papel de mosquita muerta.
-Buen día profesor Amaya-él sólo hizo una especie de asentamiento con la cabeza-Venía a hablar con usted por esto-sacó de su mochila el informe-Le quería preguntar…-
-¿Está aquí para discutir sobre sus notas?-interrumpió enojado.
-Sí, no entiend…-el profesor se levantó de golpe, como si el asiento quemara y lo que Julieta vio la dejo muda. “Los hombres feos usualmente la tienen enorme” había dicho María, su mejor amiga, una vez borracha “Los tímidos son los peores” Era otra declaración de ella… El profesor tenía la bragueta que le estallaba, y eso no era lo peor. Lo único que tenía en su cabeza era “25 cm x 6cm”. Señor. El profesor se mostró muy incómodo.
-Mire señorita Julieta, la he visto alguna que otra vez copiando o preguntando, ni hablar las veces que le ha pasado cosas a sus compañeros-se rascó la barbilla- Y ni hablar las veces que la vi mientras algún compañero la manoseaba dentro del aula-Julieta empalideció- Por eso le bajé la nota. Sí, será una buena alumna e inteligente, no lo negaré, pero tiene que aprender un poco de disciplina-sentenció mientras se sentaba y la miraba- ¿Se puede ir ahora?-preguntó impaciente. La estaba echando. Julieta estaba furiosa, quería meterle el informe, los trabajos prácticos, los libros y toda cosa relacionada con filosofía en donde el sol no iluminaba. Pero a la vez, estaba excitada. Pensando y pensando llegó a la conclusión que la ha salvado muchas veces en apuros en la escuela. Con sus ojos marrones, fulminó los ojos celestes del profesor.
-¿No hay otra manera?-puso la voz más seductora posible- Yo tengo un problema con las notas y necesito su ayuda. Usted tiene un problema con su…-con sus manos, hizo una réplica del tamaño del miembro de su profesor a la par de que mordía su boca. Deseaba ese gran miembro-… podría ayudarlo si lo deseara así-concluyó.
Lo último que esperaba era que el señor Amaya se levantara y le diera tal bife en la mejilla izquierda que se le terminó por adormecer. Ni sus padres, ni siquiera sus hermanos le habían pegado de esa manera. Las lágrimas de odio y dolor comenzaron a mojar su cara.
-Mira pendeja, me tenes cansado creyéndote no se qué solamente por ir y mover un poco el culo a cualquier tipo-ella lo seguía fulminando con la mirada- Escuché bastantes historias de los demás profesores y dentro del barrio de tus “favorcitos”… ¡Y DEJÁ DE MIRARME DE ESA MANERA!- le agarró con la mano izquierda de su cuello y la puso de pie- Podes irte a tu casa.
-Pero las notas… Por favor… Me quiero recibir e irme- le dijo moqueando.
La agarró de las axilas y, nuevamente con una fuerza inexplicable, la alzó llevándola hacia el lado del escritorio donde él se encontraba. La puso sobre su regazo y la besó salvajemente. Julieta sentía como la lengua del profesor iba perezosa recorriendo su boca. La lengua de Julieta quiso entrar en la boca de él, pero la mordió haciendo que Julieta jadeara. Las manos masculinas la tocaban en todas partes. Sumando el calor y el uniforme, las manos las metía por la falda y la camisa abierta. La estaba sacando de quicio, mordisqueaba sus labios y él no la dejaba hacer nada. Ni tocarlo, ni besarlo, ni meterle la lengua hasta la campanilla ni nada.
En un momento de distracción el profesor abrió un cajón y sacó algo. Confiada de que eran los preservativos, se dejó dominar cuando le puso las manos en la espalda. Otra vez la sorprendía, el desgraciado la esposó.
-Pero qué mier…- El profesor le tapó la boca con la mano izquierda, mientras la derecha la desnudaba. Sacó su camisa y la boca de él comenzó a bajar por su cuello hasta llegar a sus pechos. Los miraba embobado.
-¿Son operadas?-ella negó con la cabeza. Las liberó del corpiño- ¡QUE PEDAZO DE GOMAS!- Dijo mientras caían un poco, pesadas por lo grandes que eran. Tenía talla 100- ¿Y esto qué es?-mordió y tironeó del aro que tenía en su pezón izquierdo. SEÑOR, eso la hacía estallar de placer- Puta que sos, pendeja-la levantó en sus brazos e hizo que rodeara con las piernas su cadera.
La llevó a uno de los pupitres. Apoyó su pecho y vientre contra el frío de la madera. El culo le quedo en pompa y sabía que se le veía mucho más de lo que pensaba. La falda le iba ajustada así que siempre tenía cuidado cuando hacía algún movimiento brusco. El profesor la acarició por arriba de la ropa y le subió la falda. Comenzó a reírse.
-“Soy tuya papi”-leyó. Las carcajadas no paraban-Qué justo para esta situación-bajó el culote y le dio una sonora pero indolora nalgada-Abrí las piernas-ordenó. No entendía por qué pero al instante le hizo caso. ¿Estaba mal de la cabeza?- Quedate quieta-le ordenó y se fue al escritorio.
Julieta cerró los ojos y asimiló todo lo ocurrido. “Es por aprobar” se decía una y otra vez. Sintió las manos de su profesor subiendo desde el talón hasta las rodillas. Bajó las medias y ella sintió que… que… ¿La estaba atando? Asustada se quiso mover y escapar.
-¡Ch!- le retó Amaya- Quieta te dije-continuó atando- Listo, falta la otra- Julieta sentía como desde el tobillo hasta la pantorrilla, casi rodilla, estaban anudadas por una cuerda gruesa. Le picaba un poco pero a la vez le empezó a gustar la sensación. Sintió como el profesor se alejó un poco. Lanzó un silbido.
-Vaya. Es una vista preciosa-dicho esto se arrodillo y le comió el culo. Julieta sentía como ingresaba la lengua y dibujaba círculos. Como pasaba los dientes por las nalgas y como le pegaba cada nalgada por cada gemido. No podía evitarlo, la estaba matando de gusto. Luego cuando bajó y comenzó a comerle el clítoris… Cayó en un pozo profundo de placer. No sabía si gritaba, si se movía y ni siquiera si respiraba. Sólo sentía, hasta que la visión se hizo oscura.
Cuando pudo pensar con claridad ya no estaba atada. Estaba a horcajadas de él y la estaba mimando. Sentía su mano entre su pelo. Todavía estaba desnuda y él vestido. Pero ahora… Se le caía la baba… Su pene estaba duro que le pesaba. Se moría por tocarlo o metérselo en la boca.
Cuando Amaya notó que estaba despierta le agarró el pelo y tiró hacia atrás para que lo mirase a los ojos.
-Hola de nuevo-dijo él mientras la acomodaba- ¿Te gusta no?-mientras que con una mano se agarraba ese miembro morcillón- Ahora va a estar calentito en un lugar profundo de vos-
Dicho esto, de una estocada, se la metió entera en la vagina. Julieta gritó fuerte. Acto seguido, su culote terminó en su boca, casi ahogándola en su sabor mientras luchaba por no gritar como loca. La estaba partiendo al medio. Encima no era como usualmente los chicos de su edad lo hacían. No, el señor de casi cuarenta años lo hacía mejor. Rápido y profundo, mientras que su boca mordía sus pezones y una mano le estimulaba el clítoris sin parar.
-Ni se te ocurra acabar porque te juro que con el cinto de cuero te hago sangrar-dijo mientras no paraba de penetrarla- ¿En tu culo ya pasó alguna?- Julieta negó con la cabeza. La sonrisa perversa del profesor le dio tanto miedo como excitación y curiosidad.
Amaya se levantó y comenzó a penetrarla en el aire. Julieta sentía como se enterraba cada vez más profundo ese inmenso pedazo. El profesor de vez en cuando le daba alguna que otra nalgada y a veces la besaba apasionadamente con el culote en su boca.
Bruscamente, tiró todas las cosas del escritorio y la acostó nuevamente dejando su culo en pompa y volvió a penetrarla de una estocada. Mientras seguía un ritmo salvaje, comenzó escupirle el agujerito virgen que tenía y sintió como el pulgar comenzó a invadirlo.
Se excitó aún más si podía, y no veía la hora de lanzarse al orgasmo. Amaya le había leído el pensamiento al parecer. Acerco la boca a su oreja.
-Podes acabar Juli- Ese “Juli” ronco y casi inaudible por los gemidos de él, hicieron que culmine. Sintió como se mojaba sus piernas y perdió toda la fuerza cayendo inconsciente sobre el escritorio.
2


Joaquín estaba frustrado. Con 40 años, y aproximadamente 20 años desperdiciados en un matrimonio monótono y frío, recién hace una semana su ex esposa decidía hacerle juicio y dejarlo en bancarrota. Hija de puta. Con todo lo que él le había brindado, amor, seguridad, dinero… y a la final se quedaba con nada.
Para colmo el día estaba apestosamente caluroso y húmedo. Le daba ganas de estar todo el día en calzoncillos, pero cierto, el protocolo institucional no lo dejaba ni siquiera ingresar con ojotas, bermudas y remeras mangas cortas. Tenía que soportar casi 40 grados con traje.
Sentado en su escritorio decidió ponerse a corregir cada una de las evaluaciones de Filosofía pero… Hace aproximadamente unos 15 minutos, había descubierto a uno de sus alumnos con una revista pornográfica… Y era lo más explicito que había visto. No se podía concentrar, así que se entregó y comenzó a leerla.
Apenas había agarrado la revista cuando un golpeteo lo sobresalto. Más enojado que antes vio un cabello castaño oscuro asomándose por la puerta del aula. La señorita Julieta… En ese momento se le vinieron a la cabeza las imágenes que otros profesores contaron. Su pene se endureció en menos de un microsegundo. Realmente no era su día.
-Pase-dijo con frialdad. Vio como Julieta ponía sus ojos marrones en modo perrito mojado. Detesto al ventanal. El hijo de puta del viento hacía que la falda corta y con volados de Julieta se levantara y diera la sensación que estaba desnuda. La maldita tenía las piernas más largas que haya imaginado alguna vez.
-Buen día profesor Amaya-dijo con su voz gruesa y grave. Sólo asintió-Venía a hablar con usted por esto- se dio vuelta sobre su silla y de la mochila sacó un papel. - Le quería preguntar…-
-¿Está aquí para discutir sobre las notas?-estaba furioso ¿Qué clase de alumno cuestionaba sus notas?
-Si-dijo la descarada- no entien…-ni siquiera la dejó terminar. Se levantó bruscamente de su asiento. Estaba completamente cabreado. Tan cabreado que se había olvidado de su erección. Genial. Simplemente genial. Un poco más y a Julieta se le salían los ojos de ver su erección.
-Mire señorita Julieta, la he visto alguna que otra vez copiando o preguntando, ni hablar las veces que le ha pasado cosas a sus compañeros- se rascó la barbilla de los nervios- Y ni hablar las veces que la vi mientras algún compañero la manoseaba dentro del aula-Julieta empalideció. Recordaba el pedazo de culo que tenía. Afortunado García- Por eso le bajé la nota. Sí, será una buena alumna e inteligente-“muy lúcida y rápida” pensó- no lo negaré, pero tiene que aprender un poco de disciplina-sentenció mientras se sentaba y la miraba- ¿Se puede ir ahora?-necesitaba tocarse un rato.
Notó como los ojos de Julieta se volvían brillantes. La cara la tenía roja. Luego vio como respiró profundamente y puso una cara de… Oh! no.
-¿No hay otra manera?-escuchó su voz más ronca de lo normal- Yo tengo un problema con las notas y necesito su ayuda. Usted tiene un problema con su…-quería reírse. Julieta estaba realmente desesperada por su miembro-… podría ayudarlo si lo deseara así-concluyó.
No pudo evitarlo. Recordaba como su esposa se había atrevido a decir lo mismo y sin medir las consecuencias, sintió como su mano daba de lleno y seco en la mejilla de Julieta. Se sintió más excitado cuando los ojos de ésta se humedecieron y la cara de vergüenza que la pobrecita tenía.
-Mira pendeja-le dijo en tono duro-Me tenes cansado creyéndote…- no sabía con exactitud qué características tomar-no sé qué solamente por ir y mover un poco el culo a cualquier tipo-la mirada de ella le mostraba lo furiosa que se encontraba- Escuché bastantes historias de los demás profesores y dentro del barrio de tus “favorcitos”… ¡Y DEJÁ DE MIRARME DE ESA MANERA!-le agarró con la mano izquierda de su cuello y la puso de pie- Podes irte a tu casa.
-Pero las notas… Por favor… Me quiero recibir e irme-le dijo moqueando. La agarró de las axilas, la alzó pasándola del lado del escritorio donde él se encontraba. La puso sobre su regazo y la besó salvajemente. Le metió la lengua hasta el fondo de la garganta sintiendo como ella respiraba y jadeaba suavemente. La lengua de Julieta quiso entrar en la boca de él, pero la mordió haciendo que Julieta jadeara más fuerte. No tardó en deslizar sus manos por todo el cuerpo moreno de Julieta. Además del que el calor y el uniforme estaban de su lado: metió las manos por debajo de la falda sintiendo su piel desnuda y sus partes íntimas cubiertas por un culote.
Cuando manoseó sus pechos, quería gritar. Solamente un corpiño de encaje y sentía sus pezones duros a través de éste. “Te adoro Marquéz” pensó mientras se acordaba de que hace un mes, le había sacado a uno de sus alumnos unas esposas. Sin duda decidió jugar como a él le gustaba con su alumna.
-Pero qué mier…-le tapó la boca con la mano izquierda, mientras que con la derecha la desnudaba. Sacó su camisa y la boca de Joaquín recorrió su cuello suave hasta llegar a los senos apretados por ese corpiño de encaje.
-¿Son operadas?-la verdad que le habrían hecho un buen trabajo. Ella negó con la cabeza. Se sorprendió. Las liberó del corpiño- ¡QUE PEDAZO DE GOMAS!-dijo mientras caían un poco, pesadas por lo grandes que eran. Las coronaban unos pezones rosados y largos que deseaba morder. Tenía talla 100- ¿Y esto qué es?-mordió y tironeó del aro que tenía en su pezón izquierdo. Era una barrita chica de color azul con las bolitas del mismo color. Vio como los ojos de ella se volvieron blancos y su mirada se llenaba de deseo por esa caricia- Puta que sos, pendeja-la agarró e hizo que rodeara con las piernas su cadera. Refregó su entrepierna con la de ella. Ya la sentía muy mojada.
La llevó a uno de los pupitres. Apoyó su pecho y vientre contra de la madera. El culo le quedo en pompa y, que Dios se apiadara de él, se le veía los dos cachetes perfectamente redondos, atravesados en la mitad por un culote negro. Se le asomaba en la parte de su vagina dos labios voluptuosos. Intrigado, le subió la falda para ver todo su trasero conectado con sus caderas. Al hacerlo vio algo que desató una risa que no era común en él dentro de la Universidad.
-“Soy tuya papi”-leyó. Las carcajadas no paraban de escapar de su boca-Qué justo para esta situación-bajó el culote y le dio una sonora pero indolora nalgada-Abrí las piernas- ordenó. Le invadió una gran satisfacción que lo haya hecho sin dudar-Estate quieta- le volvió a ordenar y se fue hacia su escritorio. Sacó las cuerdas que tenía guardadas en caso de experimentos para la explicación de la rebeldía del subconsciente, mientras observaba como ella se quedaba quieta y a la espera. Se acercó sigilosamente a ella y pasó sus manos desde el talón hasta las rodillas. Bajó las medias y comenzó a amarrarla a las patas del pupitre. Lo hacía de manera que toda esa zona quede llena de marcas cuando la sacara. Se moría de ganas de verla de esa manera… Entregada. Sintió como empezó a moverse.
-¡Ch!- la retó - Quieta te dije-siguió atando hasta terminar la primera pierna- Listo, falta la otra-repitió el proceso en la otra pierna. Notó que se acostumbró a la sensación.
Dio dos pasos hacia atrás y… lanzó un silbido.
-Vaya. Es una vista preciosa-dicho esto le arrancó el culote y apreció sus partes íntimas sin un pelo. No puedo evitarlo, se arrodillo y le comió el culo. Lo excitaba de sobre manera los gemidos que lanzaba y como se retorcía mientras ingresaba su lengua en el ano ¡Pero qué sabor! Le pasó los dientes por las nalgas y sin darse cuenta comenzó a aplicar nalgadas en su culo. Era duro y sonaban como si alguien aplaudiera. Sintió como se desvanecía de placer. Había lanzado un grito ahogado por su respiración. Sin tardar, la desato y admiró la imagen que tenía al frente. Una jovencita con 20 años o más joven que él, a su merced.
Le hizo upa y la llevo hasta escritorio. Se sentó con ella en su silla y empezó a acariciar su pelo ondulado suave y con olor a jazmín.
Joaquín sintió como la cara de Juli se inclinaba para ver más su entrepierna. La agarró del pelo y tironeo para que esos ojos marrones lo miraran. Tenía la vista nublada de la excitación.
-Hola de nuevo-dijo- ¿Te gusta, no?-mientras que con una mano se agarraba el miembro- Ahora va a estar calentito en un lugar profundo de vos-y dicho esto, de una estocada, se la metió entera en la vagina. Juli gritó fuerte ¡Cómo le gustaban sus gritos! Pero no quería que lo despidieran por estar en una relación sexual con su alumna así que agarró su culote y se lo metió en la boca, profundamente. Lo excitaba esa situación que empezó a darle más y más placer, mordiendo sus pezones y acariciando todo su cuerpo. Sentía las contracciones de su vagina en su pene.
-Ni se te ocurra acabar porque te juro que con el cinto de cuero te hago sangrar-dijo mientras no paraba de penetrarla- ¿En tu culo ya pasó alguna?- Juli negó con la cabeza. Esbozó una sonrisa imaginando cómo sería desvirgar ese pedazo de culo. Se levantó del asiento y comenzó a penetrarla en el aire. De vez en cuando le daba alguna que otra nalgada y a veces la besaba apasionadamente con el culote en su boca. Podía degustar su sabor.
Tiró todas las cosas del escritorio. La ubicó nuevamente dejando su culo en pompa y la volvió a penetrar de una estocada. Mientras seguía un ritmo salvaje, comenzó escupirle el agujerito virgen que tenía y comenzó a dilatarlo. Sintió como nuevamente los espasmos volvían y decidió apiadarse de ella.
-Podes acabar Juli-sus orgasmos se unieron y ambos cayeron rendidos en el escritorio. Nuevamente se sentó en el escritorio y Julieta en brazos y la acarició hasta que volviese a la realidad.

6 comentarios - Una buena nota.

Diegodi35 +1
Muy buen relato!!!!! jajaja te tomastes todo el tiempo eh!!!
ScarletKitty
Muchas gracias! Por qué mucho tiempo? Lo necesario para hacerlo... Bien digamos 😛
Diegodi35 +1
jajajaajajajajaja mas que bien diría yo jajaajajaj todavia no la puedo bajar jajaajaj, puedo ser tu profe?
ScarletKitty +1
Bueno gracias por el halago JAJAJA Ammm... Lo lamento, pero ya tengo a mi profesora particular 😉
Diegodi35 +1
jajajaajajajaja bien!!!!! estem................. profesora ?????
ScarletKitty
Sí, mi pareja es una mujer.
Diegodi35 +1
a bien!!!!! o sea que no necesitas de un profe? o de vez en cuando si ?
ScarletKitty
Lo lamento... no, pero hay muchas chicas acá 🙂
xxxdios
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