Ramel lo sospechaba. Aunque no se lo decían directamente, alguna vez le pareció escuchar que su esposo se arrodillaba y se ponía en cuatro ante los hombres. Será posible? Será por eso que en los últimos meses muy poco, pero muy poco de aquello, y casi sin terminar? Cierto deseo picó su curiosidad, quería comprobar si era cierto, se imaginó a su marido desnudo debajo de un hombre… no quiso pensar más… y con quién? Era otra pregunta que se le repetía en la cabeza.
Dispuesta a cachar a su marido, muchos días regresó del trabajo sin avisar, a media mañana, a medio día, o a media tarde. Rara vez encontró a su marido en casa, él se sorprendía de verla, ella decía solo vine a dar vuelta, y en fin, el tiempo pasaba sin lograr su propósito.
No tardó tanto. Una vez que llegó a media mañana, algo le pareció raro, su casa parecía en silencio (a propósito, es que debía de estar en silencio), seguramente fue ese coche estacionado justo frente a la puerta lo que la alertó. Como lo había planeado, preparó su cámara de fotos, se sacó los zapatos y entró por la ventana que había preparado para tal propósito. Silencio! Todo parecía en orden. Asomó despacio a la sala, luego se acercó sigilosa al comedor, nada! Subió de puntillas al segundo nivel, y fue entonces que a sus oídos llegaron esos sonidos que solo hacemos en determinada condición.
Tomó todas las precauciones, se aseguró de quitar el flash, prefirió encender la función de vídeo y se fue acercando. Pegada a la pared asomó a la habitación donde dormía con su esposo y… demonios, que espectáculo. Lo que se ofreció a sus ojos fueron dos colas pegadas y moviéndose montadas al borde de la cama donde dormía. Si, eso que se veía bajo las dos colas eran bolas, tanto del que estaba encima como del que estaba abajo. Y entonces lo vio mejor, una verga erecta entraba y salía del culo del otro. Pero, quiénes eran? La posición en que estaban no dejaba verlos bien. Se percató de que la cámara estaba apuntando al objetivo, de que el vídeo estaba corriendo, y… todo se estaba grabando. No pudo evitar excitarse. Sobre su pantalón tocó su concha y después vino a sobarse sus nalgas, mientras pasaba sus dedos en su raya.
Quiénes eran? No había duda de que uno de ellos era su esposo, sino porque estaban en su casa? Debía verlo, y para eso debía concentrarse. Solo esperó unos minutos. Sí, él de abajo era su esposo. Uf, qué marica! Cómo se le había pasado por alto. Hizo un acercamiento con la cámara, y justo ahí estaba. Ahora no podría negarlo, y mientras veía lo que la cámara captaba se dio cuenta que el tipo que se cogía a su marido era René, el hombre que tanto le gustaba y con quienes ya algunas veces había fantaseado. No supo que sentir en ese momento. El hombre con quien se había casado, se lo estaban cogiendo; y quien se lo estaba cogiendo era el hombre que en estos días provocaba sus deseos.
No quiso pensar, siguió grabando otros minutos. Cuando tuvo la impresión de que el de arriba iba a terminar, apagó la cámara y se dispuso a salir. Mientras bajaba y se retiraba imaginó la leche del tipo que le gustaba llenando el culo de su esposo, y se preguntó cómo se sentiría. Casi involuntariamente volvió a pasar sus dedos por la cola. Ay, no! Pensó que loca soy. Y desde ese momento empezó a maquinar cómo usaría lo que llevaba en la cámara.
Lo fue planeando de a poco, y como parte del plan, fue seleccionando las imágenes que dejaban ver claramente quiénes eran los hombres y que se estaban cogiendo. Se tomó el tiempo de buscar cómo imprimir algunas imágenes. Fue muy discreta, cuido mucho de que nadie más que ella lo supiera, hasta que tuvo tres imágenes impresas, si tres serían suficientes. Por supuesto, las tres a color y ampliadas. El objetivo de su plan fue aprovechar esa información de su esposo para darle rienda a sus fantasías y deseos más carnales, sin que su matrimonio terminara. Dejó pasar unos meses. Hasta que decidió hacerlo un miércoles a la vuelta del trabajo.
Podes explicarme, le espetó en la cara a su esposo, que significa para vos esto? Cómo debo yo entender el futuro de nuestro matrimonio? Y por qué, si esas son tus preferencias, me lo has ocultado? O, más bien, no me lo tenías que decir, simplemente decirme que nuestra relación ya no tenía caso? Su esposo abrió el sobre, y literalmente se fue de espaldas, su color cambió de blanco a colorado, entre el miedo y la vergüenza. La ofuscación de su cabeza solo le permitió preguntar ¿Quién te dio esas fotos? ¿Cómo las conseguiste?
Importa eso? Preguntó Ramel, sintiéndose dominadora de la situación. Pero para que no pienses mal de tu amante, no fue él quién las tomó o me las dió. Pero eso no es lo que importa. Lo que te estoy preguntando es cómo piensas que podamos seguir con nuestro matrimonio? O piensas que solo lo debo soportar? Saber que a ti te cogen algunos hombres, y yo comportándome como si nada. Su esposo, con el pesar dibujado en el semblante respondió: pues creo que eso lo tienes que decidir tú. Digamos que yo fallé, aunque no puedo negar que eso me gusta y lo hago no de ahora, sino incluso desde antes que empecé nuestro noviazgo contigo, así que voy a aceptar lo que tú decidas. Pues para empezar dijo Ramel, te diré que no es mi intención acabar con nuestro matrimonio, pero tampoco es mi intención saber que tú gozas con quién te da la gana. Así que papaito, que te quede claro, a partir de ahora, los hombres que te cogen a ti, también me cogen a mí. Entendiste? Y si no lo entiendes, voy a tomar estas fotografías y las voy a publicar en el face para que todo el mundo se entere. Mientras lo decía, Ramel puso cara de un bravura insuperable, de estar decidida hasta las últimas consecuencias. Su esposo la vio, y realmente dio la impresión de que su rostro se alivió. Pues si eso quieres, así será. - Claro que eso quiero, enfatizó Ramel, yo también quiero gozar, así que dile a René que me venga a coger el sábado, voy a estar aquí en la mañana y quiero que te vayas desde temprano y regreses después de medio día. Todas las dudas que tengas de lo que haré con René, se lo podés preguntar a él otro día cuando te esté cogiendo. Bien, dijo el eposo, le diré entonces y hay te aviso.
Ramel pensó que sus planes estaban resultando. El viernes a medio día, su esposo la llamó para decirle que había hablado con René, y que René había aceptado, pero con una condición: de que el esposo también estuviera.
–Pues si te gustaría ver como se cogen a tu esposa, quédate, no tengo problemas, respondió.
- Es que René no solo quiere que me quede a ver, dijo que quería cogernos a los dos juntos.
- Ese tu novio sí que es un degenerado vos, pero si se da abasto para cogernos a los dos, puedes quedarte. Mientras lo decía, Ramel pensó en la situación: Ella cogiendo con René frente a su esposo, igual que ellos ese día que ella los encontró. Su esposo miraría como la verga de René entraba y salía de su concha y se metía en su culo, porque eso quería sentir, hace mucho rato fantaseaba con una verga llenándole el culo con lechita.
Dispuesta a cachar a su marido, muchos días regresó del trabajo sin avisar, a media mañana, a medio día, o a media tarde. Rara vez encontró a su marido en casa, él se sorprendía de verla, ella decía solo vine a dar vuelta, y en fin, el tiempo pasaba sin lograr su propósito.
No tardó tanto. Una vez que llegó a media mañana, algo le pareció raro, su casa parecía en silencio (a propósito, es que debía de estar en silencio), seguramente fue ese coche estacionado justo frente a la puerta lo que la alertó. Como lo había planeado, preparó su cámara de fotos, se sacó los zapatos y entró por la ventana que había preparado para tal propósito. Silencio! Todo parecía en orden. Asomó despacio a la sala, luego se acercó sigilosa al comedor, nada! Subió de puntillas al segundo nivel, y fue entonces que a sus oídos llegaron esos sonidos que solo hacemos en determinada condición.
Tomó todas las precauciones, se aseguró de quitar el flash, prefirió encender la función de vídeo y se fue acercando. Pegada a la pared asomó a la habitación donde dormía con su esposo y… demonios, que espectáculo. Lo que se ofreció a sus ojos fueron dos colas pegadas y moviéndose montadas al borde de la cama donde dormía. Si, eso que se veía bajo las dos colas eran bolas, tanto del que estaba encima como del que estaba abajo. Y entonces lo vio mejor, una verga erecta entraba y salía del culo del otro. Pero, quiénes eran? La posición en que estaban no dejaba verlos bien. Se percató de que la cámara estaba apuntando al objetivo, de que el vídeo estaba corriendo, y… todo se estaba grabando. No pudo evitar excitarse. Sobre su pantalón tocó su concha y después vino a sobarse sus nalgas, mientras pasaba sus dedos en su raya.
Quiénes eran? No había duda de que uno de ellos era su esposo, sino porque estaban en su casa? Debía verlo, y para eso debía concentrarse. Solo esperó unos minutos. Sí, él de abajo era su esposo. Uf, qué marica! Cómo se le había pasado por alto. Hizo un acercamiento con la cámara, y justo ahí estaba. Ahora no podría negarlo, y mientras veía lo que la cámara captaba se dio cuenta que el tipo que se cogía a su marido era René, el hombre que tanto le gustaba y con quienes ya algunas veces había fantaseado. No supo que sentir en ese momento. El hombre con quien se había casado, se lo estaban cogiendo; y quien se lo estaba cogiendo era el hombre que en estos días provocaba sus deseos.
No quiso pensar, siguió grabando otros minutos. Cuando tuvo la impresión de que el de arriba iba a terminar, apagó la cámara y se dispuso a salir. Mientras bajaba y se retiraba imaginó la leche del tipo que le gustaba llenando el culo de su esposo, y se preguntó cómo se sentiría. Casi involuntariamente volvió a pasar sus dedos por la cola. Ay, no! Pensó que loca soy. Y desde ese momento empezó a maquinar cómo usaría lo que llevaba en la cámara.
Lo fue planeando de a poco, y como parte del plan, fue seleccionando las imágenes que dejaban ver claramente quiénes eran los hombres y que se estaban cogiendo. Se tomó el tiempo de buscar cómo imprimir algunas imágenes. Fue muy discreta, cuido mucho de que nadie más que ella lo supiera, hasta que tuvo tres imágenes impresas, si tres serían suficientes. Por supuesto, las tres a color y ampliadas. El objetivo de su plan fue aprovechar esa información de su esposo para darle rienda a sus fantasías y deseos más carnales, sin que su matrimonio terminara. Dejó pasar unos meses. Hasta que decidió hacerlo un miércoles a la vuelta del trabajo.
Podes explicarme, le espetó en la cara a su esposo, que significa para vos esto? Cómo debo yo entender el futuro de nuestro matrimonio? Y por qué, si esas son tus preferencias, me lo has ocultado? O, más bien, no me lo tenías que decir, simplemente decirme que nuestra relación ya no tenía caso? Su esposo abrió el sobre, y literalmente se fue de espaldas, su color cambió de blanco a colorado, entre el miedo y la vergüenza. La ofuscación de su cabeza solo le permitió preguntar ¿Quién te dio esas fotos? ¿Cómo las conseguiste?
Importa eso? Preguntó Ramel, sintiéndose dominadora de la situación. Pero para que no pienses mal de tu amante, no fue él quién las tomó o me las dió. Pero eso no es lo que importa. Lo que te estoy preguntando es cómo piensas que podamos seguir con nuestro matrimonio? O piensas que solo lo debo soportar? Saber que a ti te cogen algunos hombres, y yo comportándome como si nada. Su esposo, con el pesar dibujado en el semblante respondió: pues creo que eso lo tienes que decidir tú. Digamos que yo fallé, aunque no puedo negar que eso me gusta y lo hago no de ahora, sino incluso desde antes que empecé nuestro noviazgo contigo, así que voy a aceptar lo que tú decidas. Pues para empezar dijo Ramel, te diré que no es mi intención acabar con nuestro matrimonio, pero tampoco es mi intención saber que tú gozas con quién te da la gana. Así que papaito, que te quede claro, a partir de ahora, los hombres que te cogen a ti, también me cogen a mí. Entendiste? Y si no lo entiendes, voy a tomar estas fotografías y las voy a publicar en el face para que todo el mundo se entere. Mientras lo decía, Ramel puso cara de un bravura insuperable, de estar decidida hasta las últimas consecuencias. Su esposo la vio, y realmente dio la impresión de que su rostro se alivió. Pues si eso quieres, así será. - Claro que eso quiero, enfatizó Ramel, yo también quiero gozar, así que dile a René que me venga a coger el sábado, voy a estar aquí en la mañana y quiero que te vayas desde temprano y regreses después de medio día. Todas las dudas que tengas de lo que haré con René, se lo podés preguntar a él otro día cuando te esté cogiendo. Bien, dijo el eposo, le diré entonces y hay te aviso.
Ramel pensó que sus planes estaban resultando. El viernes a medio día, su esposo la llamó para decirle que había hablado con René, y que René había aceptado, pero con una condición: de que el esposo también estuviera.
–Pues si te gustaría ver como se cogen a tu esposa, quédate, no tengo problemas, respondió.
- Es que René no solo quiere que me quede a ver, dijo que quería cogernos a los dos juntos.
- Ese tu novio sí que es un degenerado vos, pero si se da abasto para cogernos a los dos, puedes quedarte. Mientras lo decía, Ramel pensó en la situación: Ella cogiendo con René frente a su esposo, igual que ellos ese día que ella los encontró. Su esposo miraría como la verga de René entraba y salía de su concha y se metía en su culo, porque eso quería sentir, hace mucho rato fantaseaba con una verga llenándole el culo con lechita.
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