Por aquellos años yo trabajaba en una linda y moderna oficina en Retiro.
Mi trabajo me llevó a varias reuniones con un conocido deportista, su padre y su secretaria (la del padre) por un negocio extra deportivo. Amanda era su nombre, tenía 27 años, era una morocha de ojos verdes, alta, voz seductora ....una mujer impresionante, de esas que emocionan con su belleza. Cuando nos presentaron tuve que hacer un esfuerzo para mantener la cara de poker y seguir enfocado en el negocio que nos ocupaba.
Cada vez que venía a nuestra oficina era un escándalo, cuando se iba mis colegas venían en banda a preguntar y a hacerme las bromas esperables.
Yo tenía 30 y el trabajo demandaba excelente presencia: Tag Heuer , trajes oscuros con camisas lisas y corbatas que compraba cuando viajaba a Nueva York, perfume importado y gimnasio tres veces por semana. Era un macho apetecible, me iba muy bien con las mujeres.
Hubieron reuniones en nuestra oficina y en la de ellos. Ella siempre participaba. Yo me sentía un tanto incómodo y ansioso: no tenía cómo acercarme y no podía dar un paso en falso arruinando el negocio, me atraía muchísimo pero me trataba con una distancia y frialdad notables así que con cierta impotencia fuí cumpliendo mi trabajo resignado. Jamás me dio la más mínima posibilidad.
Así llegó lo que sería la última reunión, firmar el contrato, delegar la operación a los equipos correspondientes y a otra cosa ....y ahí sucedió algo.
Fue un instante, mínimo, fugaz, en el que la descubrí mirándome con una expresión especial y, nerviosa, rápidamente desvió la mirada. Mantuve mi postura profesional pero por dentro tenía una sensación indescriptible: no se puede explicar si nunca te pasó. Es algo animal, instintivo, simple, esa cosa de macho-hembra que se atraen. Y ésta era algo definitivamente especial.
Todos nos despedimos con un poco menos de acartonamiento pero igual de formales.
Al día siguiente, cuando regresé del almuerzo, desde mi oficina marqué su número directo.
''Hola ? '' dijo.
''Hola'' dije.
Silencio.
''Sabés quién soy ?'' pregunté.
Silencio.
''Sí'' respondió.
Mi trabajo me llevó a varias reuniones con un conocido deportista, su padre y su secretaria (la del padre) por un negocio extra deportivo. Amanda era su nombre, tenía 27 años, era una morocha de ojos verdes, alta, voz seductora ....una mujer impresionante, de esas que emocionan con su belleza. Cuando nos presentaron tuve que hacer un esfuerzo para mantener la cara de poker y seguir enfocado en el negocio que nos ocupaba.
Cada vez que venía a nuestra oficina era un escándalo, cuando se iba mis colegas venían en banda a preguntar y a hacerme las bromas esperables.
Yo tenía 30 y el trabajo demandaba excelente presencia: Tag Heuer , trajes oscuros con camisas lisas y corbatas que compraba cuando viajaba a Nueva York, perfume importado y gimnasio tres veces por semana. Era un macho apetecible, me iba muy bien con las mujeres.
Hubieron reuniones en nuestra oficina y en la de ellos. Ella siempre participaba. Yo me sentía un tanto incómodo y ansioso: no tenía cómo acercarme y no podía dar un paso en falso arruinando el negocio, me atraía muchísimo pero me trataba con una distancia y frialdad notables así que con cierta impotencia fuí cumpliendo mi trabajo resignado. Jamás me dio la más mínima posibilidad.
Así llegó lo que sería la última reunión, firmar el contrato, delegar la operación a los equipos correspondientes y a otra cosa ....y ahí sucedió algo.
Fue un instante, mínimo, fugaz, en el que la descubrí mirándome con una expresión especial y, nerviosa, rápidamente desvió la mirada. Mantuve mi postura profesional pero por dentro tenía una sensación indescriptible: no se puede explicar si nunca te pasó. Es algo animal, instintivo, simple, esa cosa de macho-hembra que se atraen. Y ésta era algo definitivamente especial.
Todos nos despedimos con un poco menos de acartonamiento pero igual de formales.
Al día siguiente, cuando regresé del almuerzo, desde mi oficina marqué su número directo.
''Hola ? '' dijo.
''Hola'' dije.
Silencio.
''Sabés quién soy ?'' pregunté.
Silencio.
''Sí'' respondió.
5 comentarios - Historia real (Capítulo 1)