Tercera entrega de esta serie de historias sobre Cony.
Repaso: Conocí a Cony en un sitio de búsqueda de parejas (ya ni recuerdo cual). Ella tenía 24 años y yo 25. Chateamos una semana y pactamos un encuentro. Debo confesar que Cony no envió una foto muy actualizada (y lo dijo). Cuando la vi, unos metros antes de llegar al punto de encuentro, me decepcionó bastante lo que vi: era gorda, mucho, obesa casi mórbica, nunca supe cuánto pesaba, pero calculo que no menos de 150 kilos. Si bien esa primera impresión no fue muy motivamente, tuve con ella los mejores encuentros sexuales de mi vida.
Luego de esa primer noche en el hotel (ver 2do relato), buscábamos cada ocasión propicia para poder tener sexo.
Varios de los siguientes encuentros fueron en su departamento, el mismo en el que vivía con su madre y su hermana!!!!! Aprovechábamos las mañanas, ya que yo trabajaba por la tarde, ella no trabajaba en ese momento, la madre era docente y la hermana alumna en el secundario, es decir, ella estaba sola toda la mañana.
La primera vez que fui toqué a la puerta, ya en el piso de ella, abrió la puerta y estaba con una remera larga, bien de entrecasa. Mi sorpresa vino cuando la llevé contra la pared para besarla (yo estaba muy calentito y motivado después de los primeros encuentros) y oh! sorpresa! no tenía nada debajo de la remera, ni corpiño, ni bombachita, ni nada... metí mano como loco, le saqué la remera y le chupé todo su cuerpo, subía y bajaba por su carnes, parecía un quinceañero que recién descubría el sexo... De ahí pasamos a la habitación, y en su propia cama le hice de todo en las 2 horas que estuve. Al punto que en un momento la puse en 4, atravesada en la cama, literalmente incómoda, ya que su cabeza se contorsionaba para no chocar con la pared, y tuve una de las mejores acabadas de mi vida. Ella luego me confesó que estaba re-incómoda, le dolía el cuello por la posición, pero se estaba "sintiendo tan puta" con la situación, que no le importaba, quería ser mi puta, textuales palabras.
En ese departamento pasaron varios episodios que recuerdo muy vívidamente. En otra ocasión hicimos un trabajoso 69 en el sofá, y terminamos haciéndolo en el piso como 2 desesperados.
A los 2 meses de salir, y después de haber tenido un primer y fogozo acto sexual, estando acostados y abrazados, me cuenta entre lágrimas que había sido abusada cuando tenía 9 años por un desconocido, que entró en esa misma casa, haciéndose pasar por vendedor de no se qué. Aparentemente, a pesar de estar al cuidado de una niñera, habían golpeado la puerta, ella abrió, inocente a esa edad, y el tipo la violó en pleno comedor, con la niñera que nunca escuchó nada, porque estaba en las habitaciones ordenando ropa. Por lo menos esa es la historia tal como me la contó, aunque la historia no suena muy verosímil siempre la creí.
Luego de contarme eso me dijo que quería entregarme lo que le quedaba de virgen, porque ningún hombre la había hecho sentir tan mujer: su cola.
En la cama de su hermana (al lado de la suya) acomodó una toalla (por si sucedía algún "accidente") y luego de jugar un poco con mi lengua y mis dedos le metí la punta de mi pene (pocas veces recuerdo haber tenido erecciones tan intensas como ese día). Intenté penetrarla un poco más, pero a ella le dolía mucho. Por desgracia el pedido de ella me agarró de sorpresa, y no tenía lubricante o algo para ayudar en la labor, ni tampoco se me ocurrió mucho qué hacer en ese momento. Con mucha paciencia logré metérsela hasta la mitad, llegando sólo hasta ahí en esa ocasión. Cuando se la saqué un par de hilos de sangre comenzaron a salir, demostración de lo dificultoso de la incursión.
No obstante ese primer intento, un par de semanas más tarde, ya más preparado, le pedí intentarlo de nuevo, en esa ocasión en la casa de una amiga de ella que nos prestó el departamento para encontrarnos. Esa vez saqué a relucir un poco más de experiencia: la puse en posición perrito, con un par de almohadones, para que estuviera más cómoda, la penetré por la vagina durante un rato, para lograr lubricación, y de paso relajarla un poco, y se la metí despacio también, como la otra vez. Esta vez el juego previo hizo lo suyo, tenía mayor dilatación en su orificio, y además yo tenía el miembro chorreando con su propios jugos. Pude metérsela hasta el fondo, era delicioso, sobre todo recordando que yo era el único que había entrado por esa puerta...Luego de un rato de bombeo, muy educado le pregunté si podía acabar adentro.... "Siiiiiii..... me dijo: le llené la cola de leche, no sé qué cantidad se puede llegar a eyacular, pero para mi fue como batir un récord. La obsesión de ella era saber si le había podido meter toda mi verga en su interior (cosa que ocurrió, no le metí los huevos porque no hice el intento). No se si la excitó más el coito en sí, o el morbo de haber entregado su colita. Luego de hacerlo ella se fue al baño a higienizarse, pero me llamó para que la ayudara a limpiarse la cola "porque no podía"... se apoyó en la pileta del baño, enseñándome su cola abierta y chorreante. La vista fue impactante, comencé a limpiarla, pero fue tal la excitación que me generó que le dije: "Disculpame pero te voy a ensuciar de nuevo", en esa posición, de parados, volví a penetrarla analmente y tener otro polvo espectacular.
Otra ocasión en la que volvimos a tener sexo anal, fue en mi trabajo... Ella vino a visitarme, y estando en el pasillo que llevaba a las escaleras y los baños nos dimos unos besos. Como yo sabía que el piso de abajo estaba desocupado (era un edificio sólo de oficinas), me tiré el lance a ver si los baños estaban abiertos... y si, estaban abiertos. La metí adentro, la puse contra la pared, de espaldas a mi, le levanté la pollera y otra vez de parados, y con menos lubricación, le llené su cola con mi miembro otra vez... le dejé chorreando las piernas. En esa ocasión el morbo de que nos agarraran actuó como un potenciador, algo que nos sucedería varias veces más, cuando hicimos cosas en lugares públicos... pero eso es cosa del próximo relato.
Vuelvo a reiterar que son historias reales, y repito además que la chica distaba mucho de ser una muñeca tipo barbie, era muy gorda, pero el sex-appeal que tuve con ella era inigualable. Espero les gusten las historias.
Repaso: Conocí a Cony en un sitio de búsqueda de parejas (ya ni recuerdo cual). Ella tenía 24 años y yo 25. Chateamos una semana y pactamos un encuentro. Debo confesar que Cony no envió una foto muy actualizada (y lo dijo). Cuando la vi, unos metros antes de llegar al punto de encuentro, me decepcionó bastante lo que vi: era gorda, mucho, obesa casi mórbica, nunca supe cuánto pesaba, pero calculo que no menos de 150 kilos. Si bien esa primera impresión no fue muy motivamente, tuve con ella los mejores encuentros sexuales de mi vida.
Luego de esa primer noche en el hotel (ver 2do relato), buscábamos cada ocasión propicia para poder tener sexo.
Varios de los siguientes encuentros fueron en su departamento, el mismo en el que vivía con su madre y su hermana!!!!! Aprovechábamos las mañanas, ya que yo trabajaba por la tarde, ella no trabajaba en ese momento, la madre era docente y la hermana alumna en el secundario, es decir, ella estaba sola toda la mañana.
La primera vez que fui toqué a la puerta, ya en el piso de ella, abrió la puerta y estaba con una remera larga, bien de entrecasa. Mi sorpresa vino cuando la llevé contra la pared para besarla (yo estaba muy calentito y motivado después de los primeros encuentros) y oh! sorpresa! no tenía nada debajo de la remera, ni corpiño, ni bombachita, ni nada... metí mano como loco, le saqué la remera y le chupé todo su cuerpo, subía y bajaba por su carnes, parecía un quinceañero que recién descubría el sexo... De ahí pasamos a la habitación, y en su propia cama le hice de todo en las 2 horas que estuve. Al punto que en un momento la puse en 4, atravesada en la cama, literalmente incómoda, ya que su cabeza se contorsionaba para no chocar con la pared, y tuve una de las mejores acabadas de mi vida. Ella luego me confesó que estaba re-incómoda, le dolía el cuello por la posición, pero se estaba "sintiendo tan puta" con la situación, que no le importaba, quería ser mi puta, textuales palabras.
En ese departamento pasaron varios episodios que recuerdo muy vívidamente. En otra ocasión hicimos un trabajoso 69 en el sofá, y terminamos haciéndolo en el piso como 2 desesperados.
A los 2 meses de salir, y después de haber tenido un primer y fogozo acto sexual, estando acostados y abrazados, me cuenta entre lágrimas que había sido abusada cuando tenía 9 años por un desconocido, que entró en esa misma casa, haciéndose pasar por vendedor de no se qué. Aparentemente, a pesar de estar al cuidado de una niñera, habían golpeado la puerta, ella abrió, inocente a esa edad, y el tipo la violó en pleno comedor, con la niñera que nunca escuchó nada, porque estaba en las habitaciones ordenando ropa. Por lo menos esa es la historia tal como me la contó, aunque la historia no suena muy verosímil siempre la creí.
Luego de contarme eso me dijo que quería entregarme lo que le quedaba de virgen, porque ningún hombre la había hecho sentir tan mujer: su cola.
En la cama de su hermana (al lado de la suya) acomodó una toalla (por si sucedía algún "accidente") y luego de jugar un poco con mi lengua y mis dedos le metí la punta de mi pene (pocas veces recuerdo haber tenido erecciones tan intensas como ese día). Intenté penetrarla un poco más, pero a ella le dolía mucho. Por desgracia el pedido de ella me agarró de sorpresa, y no tenía lubricante o algo para ayudar en la labor, ni tampoco se me ocurrió mucho qué hacer en ese momento. Con mucha paciencia logré metérsela hasta la mitad, llegando sólo hasta ahí en esa ocasión. Cuando se la saqué un par de hilos de sangre comenzaron a salir, demostración de lo dificultoso de la incursión.
No obstante ese primer intento, un par de semanas más tarde, ya más preparado, le pedí intentarlo de nuevo, en esa ocasión en la casa de una amiga de ella que nos prestó el departamento para encontrarnos. Esa vez saqué a relucir un poco más de experiencia: la puse en posición perrito, con un par de almohadones, para que estuviera más cómoda, la penetré por la vagina durante un rato, para lograr lubricación, y de paso relajarla un poco, y se la metí despacio también, como la otra vez. Esta vez el juego previo hizo lo suyo, tenía mayor dilatación en su orificio, y además yo tenía el miembro chorreando con su propios jugos. Pude metérsela hasta el fondo, era delicioso, sobre todo recordando que yo era el único que había entrado por esa puerta...Luego de un rato de bombeo, muy educado le pregunté si podía acabar adentro.... "Siiiiiii..... me dijo: le llené la cola de leche, no sé qué cantidad se puede llegar a eyacular, pero para mi fue como batir un récord. La obsesión de ella era saber si le había podido meter toda mi verga en su interior (cosa que ocurrió, no le metí los huevos porque no hice el intento). No se si la excitó más el coito en sí, o el morbo de haber entregado su colita. Luego de hacerlo ella se fue al baño a higienizarse, pero me llamó para que la ayudara a limpiarse la cola "porque no podía"... se apoyó en la pileta del baño, enseñándome su cola abierta y chorreante. La vista fue impactante, comencé a limpiarla, pero fue tal la excitación que me generó que le dije: "Disculpame pero te voy a ensuciar de nuevo", en esa posición, de parados, volví a penetrarla analmente y tener otro polvo espectacular.
Otra ocasión en la que volvimos a tener sexo anal, fue en mi trabajo... Ella vino a visitarme, y estando en el pasillo que llevaba a las escaleras y los baños nos dimos unos besos. Como yo sabía que el piso de abajo estaba desocupado (era un edificio sólo de oficinas), me tiré el lance a ver si los baños estaban abiertos... y si, estaban abiertos. La metí adentro, la puse contra la pared, de espaldas a mi, le levanté la pollera y otra vez de parados, y con menos lubricación, le llené su cola con mi miembro otra vez... le dejé chorreando las piernas. En esa ocasión el morbo de que nos agarraran actuó como un potenciador, algo que nos sucedería varias veces más, cuando hicimos cosas en lugares públicos... pero eso es cosa del próximo relato.
Vuelvo a reiterar que son historias reales, y repito además que la chica distaba mucho de ser una muñeca tipo barbie, era muy gorda, pero el sex-appeal que tuve con ella era inigualable. Espero les gusten las historias.
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