Cuando entre suave por su culo bien envaselinado mire sus manos como estrujaban la sabana. La tenia de espaldas, sus pelos lacios caían dejando ver su cuello, la cintura se angostaba dejando relucir su hermoso par de nalgas y ahí la virola de su orto ofreciéndome para que mi pija entre en esa vorágine de placer y dolor que es la primera penetración.
Dudo muchas veces de entregarlo, pero en la dinámica de la pasión se nos había salido la cadena, después de una larga mineta y una acertada lamida de pezones bien duros y erectos cuando la fui a preparar para penetrarla en la posición de misionero, se dio vuelta y me dijo que le hiciera la cola.
Me puse a jugar en la virola de su culo y me babeaba, mi saliva caía por gravedad en ese agujero hermoso e intente abrir camino con un dedo. Su estremecimiento fue capital para que mi calentura, mi pija era un tronco, mi saliva espesa mesclada con sus flujos y moje bien el tronco de la chota y puertee. Cuando entro el glande se mantuvo tiesa, pero a los pocos instantes un meneo de sus nalgas invitaba mi poronga a delicadamente entrar más adentro. Sus manos apretaban arrugando las sabanas. Su cabeza, mientras le entraba, iba de izquierda a derecha, manteniendo los ojos cerrados, comprendiendo que su placer era intenso. Entre un poco más y su meneos ya eran cadencia. Y cuando estuvo a tope sentí que la cadencia era frenesí. Me entregue a sus encantos por un tiempo que no es posible medir con reloj hasta que sentí que la jauría de perros de mi leche salía espantada hacia su hueco.
Cuando el chorro de leche le entro bien adentro su movimiento de cadencioso se hizo espasmódico, sus gemidos prolongados y sus nalgas apretaban mi vientre como si pidieran a mi pija que entrar lo más profundo posible.
Cuando saque mi pija de su culo la leche manaba de su orto suavemente deslizándose hasta su concha y poco a poco fuimos logrando compostura.
Se acurruco a mi lado y al oído me susurro: “no haberte hecho caso antes”.
Hoy nuestro sexo mejora día a día y este episodio se repite con mayor intensidad, tanto que la penetración vaginal, podría decir, paso a segundo plano, sin dejar de ser tan o igual de excitante.
Dudo muchas veces de entregarlo, pero en la dinámica de la pasión se nos había salido la cadena, después de una larga mineta y una acertada lamida de pezones bien duros y erectos cuando la fui a preparar para penetrarla en la posición de misionero, se dio vuelta y me dijo que le hiciera la cola.
Me puse a jugar en la virola de su culo y me babeaba, mi saliva caía por gravedad en ese agujero hermoso e intente abrir camino con un dedo. Su estremecimiento fue capital para que mi calentura, mi pija era un tronco, mi saliva espesa mesclada con sus flujos y moje bien el tronco de la chota y puertee. Cuando entro el glande se mantuvo tiesa, pero a los pocos instantes un meneo de sus nalgas invitaba mi poronga a delicadamente entrar más adentro. Sus manos apretaban arrugando las sabanas. Su cabeza, mientras le entraba, iba de izquierda a derecha, manteniendo los ojos cerrados, comprendiendo que su placer era intenso. Entre un poco más y su meneos ya eran cadencia. Y cuando estuvo a tope sentí que la cadencia era frenesí. Me entregue a sus encantos por un tiempo que no es posible medir con reloj hasta que sentí que la jauría de perros de mi leche salía espantada hacia su hueco.
Cuando el chorro de leche le entro bien adentro su movimiento de cadencioso se hizo espasmódico, sus gemidos prolongados y sus nalgas apretaban mi vientre como si pidieran a mi pija que entrar lo más profundo posible.
Cuando saque mi pija de su culo la leche manaba de su orto suavemente deslizándose hasta su concha y poco a poco fuimos logrando compostura.
Se acurruco a mi lado y al oído me susurro: “no haberte hecho caso antes”.
Hoy nuestro sexo mejora día a día y este episodio se repite con mayor intensidad, tanto que la penetración vaginal, podría decir, paso a segundo plano, sin dejar de ser tan o igual de excitante.
6 comentarios - Por la puerta de atras