Ese día salí tarde del trabajo y estaba mentalmente extenuada, no quería ir hasta la estación y tener que hacer todo un viaje hasta mi casa, por lo que antes de dejar la oficina llamé un taxi para llegar lo más rápido posible a tomar un baño y relajarme.
El taxi llegó rápidamente, apenas y había bajado las escaleras. Cerré con llave la reja de abajo, y rápidamente me metí dentro del taxi dándole la dirección hacia donde me dirigía. El trayecto fue agradable, aunque silencioso, en ningún momento cruzamos palabras. La mayor parte del tiempo miré el paisaje por la ventana, no había casi tráfico, eso era un gran alivio o de lo contrario me hubiera estresado más. El aire era agradable y la temperatura perfecta.
Ya era oscuro, y las luces en las calles escasas, por lo que casi todo eran siluetas. Miré hacia mi izquierda, - pues me había sentado en el copiloto, nunca me gusta ir atrás – y detallé al taxista: era joven, cabello negro y rizos cerrados, cortos. La piel de un blanco perfecto, y su contextura aunque no era acuerpada tampoco tenía aspecto de gancho. Me quedé observándolo un instante y luego volteé la mirada hacia mi ventana hasta que mi vista se perdió a lo lejos.
Ya estábamos cerca de mi casa, apenas y faltaban unas calles. En eso, poco antes de llegar a un callejón con aspecto de llevar a más casas, pero que en realidad se trataba de una entrada algo larga hacia un hotel, el taxista bajó la velocidad a la vez que rompió el silencio -¿es por esta calle, señorita? Su voz causó una especie de vuelco en mi interior, y sin pensarlo le dije –No, esa es la entrada a un hotel, pero si gusta, podemos hacer una parada allí. El chico paró en seco en el taxi y se quedó inmóvil por unos segundos, no se podía ver mucho, pero juraría que se sonrojó hasta quedar tal cual tomate. Noté como me miró de reojo sin girar la cabeza, y tenía aspecto de no saber qué hacer. De repente, después de aparentemente meditarlo, giró bruscamente el mando del taxi y subió por el callejón hasta llegar al hotel.
Al estacionarse fue igual de brusco, se le notaba el nerviosismo y a la vez la excitación que por lo visto le causé. Se bajó hasta la recepción y yo no le quité los ojos de encima, me lo saboreé con los ojos a más no poder mientras se dibujaba en mi cara una sonrisa bien pícara, sentía mi corazón estallar de la satisfacción por lo que acababa de hacer. Me sentía victoriosa, como si acabara de conquistar una nueva tierra, de ponerle mi nombre, y eso me excitaba en demasía.
Salió de la recepción y medio apenado como no sabiendo que hacer me hizo seña de que lo siguiera. Salí del carro, y caminando rápidamente lo alcancé para seguirlo hasta la habitación que le habían asignado. Abrió la puerta, entramos, y apenas la cerró lo tomé entre mis brazos y lo empujé duró contra la misma cerrándola de un golpe quedando mi frente totalmente pegado al suyo, y para mi satisfacción, sentí su bulto bien duro entre mis piernas lo que inmediatamente me hizo mojar la tanga gris bajo mis pantalones.
Acto seguido lo comencé a besar frenéticamente, besos que el respondió de igual manera mientras encerraba mi espalda entre sus brazos. Sentirle el cuerpo así tan pegado al mío ya me tenía loca, pero no era suficiente. Tomé sus manos y le hice agarrar mis nalgas, las cuales empezó a masajear de una manera sin igual. El tenía una camisa blanca con rallas finas celestes, que comencé a sacar del pantalón de gabardina oscura que llevaba puesto. Metí mis manos por debajo de la misma y lo agarré de la cintura y lo lleve hasta la cama y lo tire quedando yo encima de el.
Me senté en su bulto con una pierna a cada lado, el no quitaba mis manos de mi cola, por lo visto le encantaba y no era para menos. Yo llevaba puesto un pantalón de lino que me quedaba ajustado y me permitía sentir sus manos casi como si no tuviera nada puesto. Comencé a desabrocharle la camisa, y al tiempo el dejó mi cola un rato para subir sus manos poco a poco. Me recorrió las caderas agarrándolas ya con propiedad, luego subió a mi cintura y siguió subiendo hasta llegar a mis pechos acariciándolos delicadamente pero con ganas.
Una vez le desabotoné la camisa se la quité, y me incliné para besarlo una vez, sus manos nuevamente bajaron a mi cola y luego dieron la vuelta y comenzaron a desabrocharme el pantalón. Yo mientras tanto le acariciaba el pecho, el abdomen, lo besaba,… bajé por el cuello, dándole pequeños mordiscos y sintiendo como su respiración se volvía más pesada. Llegué a las tetillas, y jugué con ellas mordiéndolas suavemente, y a la vez comencé a quitarle el pantalón. Me senté nuevamente, esta vez para poder despojarlo del mismo. En ese momento él se sentó, me agarró la blusa que tenía y me la quitó por la cabeza y acto seguido me acostó en la cama adoptando la misma posición que minutos antes, tenía yo sobre él.
Se quedó observándome detenidamente, detallándome, admirándome como una escultura… me fascinaba su gesto, como sus ojos se fijaban en cada detalle de mi cuerpo, en mis senos, mi piel, mi abdomen… me miraba pícaramente y eso me encantó. Puso la palma de su mano abierta sobre mi abdomen y me comenzó a acariciar, la subió poco a poco y me agarró una teta, para luego con la ayuda de la otra mano correr las tiras del brassier hacia abajo y quitármelo tirando del mismo hacia abajo. Lo volteó, lo desabrochó y listo… todo mi torso estaba desnudo para él.
Inmediatamente se inclinó hacia mis senos y comenzó a jugar con ellos, a acariciarlos, con una mano lo acariciaba, me pellizcaba el peso haciéndome temblar de placer y el otro seno lo tenía en la boca, jugaba con su lengua de una manera indescriptible. Fue bajando despacio, por mi abdomen, y al llegar a mi pantalón lo desabotonó y comenzó a quitármelo con desespero.
Después de quitarme totalmente el pantalón, se acercó a mí y me volteó boca abajo con sus manos, por lo visto para poder disfrutar la vista de mi culo, y agarrármelo más. Teniéndome boca abajo también me dio unas palmadas, y me comenzó a quitar la tanga que ya estaba prácticamente chorreando. Al quitármela un hilo de mis jugos salió junto con la tanga llenándome el muslo eventualmente. Me comenzó a amasar la cola como si estuviera amasando pan y me volvía más loca. Se acercó a mi cola y la besó, la mordió, la agarró la pellizcó y yo no aguanté más y me voltee bocarriba de modo que mi vulva quedó frente a frente con su cara, y sin dudarlo le agarré la cabeza haciéndolo sumergirse en mi entrepierna. Era increíble su destreza con la boca, primero me besó los labios, me pasó la lengua, me mordisqueó, poco a poco se fue acercando a mi clítoris, el cual saboreó como si se tratara de la más deliciosa fruta. Mientras me besaba y hacía toda clase de cosas con su lengua y mi clítoris no dejaba de agarrarme la cola y acariciarme, se sentía espectacular, acercó poco a poco uno de sus dedos a mi ano, que estaba ya mojado de los jugos que chorreaban de mi vagina, lo comenzó a acariciar suavemente en círculos, yo solo sentía corrientazos que pasaban por todo mi cuerpo, poco a poco me iba estimulando aún más el ano al tiempo que me devoraba la vagina y sentía como mi culito se iba abriendo para darle paso a su dedo. Al tiempo que penetraba mi ano con su dedo, también metía su lengua en mi vagina haciéndome gritar y gritar de placer.
Foto de mi culo: http://imageshack.com/a/img910/2921/7Y5ojb.jpg
En esas paró en seco, me agarró fuertemente de las caderas y me hizo voltear y poner boca abajo, después me levantó y me puso en cuatro y me ha metido su poronga en la vagina de un solo golpetazo haciéndome pegar un grito de placer que seguro escucharon a cuadras. Estaba tan mojada que sentí como se deslizó con suma facilidad hasta llegar al fondo de mi vagina, y sentí como salieron mis jugos a presión por la fuerza que ejerció. Empezó a darme como una verdadero animal, y sentía todo el impacto en mi culo que verdadero disfrute. Toda la cama sonaba, pero lo que más sonaba era su cuerpo golpeando contra mi culo. Parecía que me estuviera cayendo a cachetadas en ambas nalgas con toda su fuerza.
A ese ritmo, no tardé en venirme, comencé a venirme y estremecerme toda, el me agarró más duro de las caderas, sentía que me iba a partir los huesos en cualquier instante. Gemía, y el me daba más duro, y yo le pedía más y más, una vez no era suficiente. Miraba hacia atrás y me miraba el culo mientras me daba, y me daba… comencé a venirme otra vez, que delicia, ya no me daban las piernas comencé a “derretirme” pero el me agarraba con toda su fuerza y me mantenía ahí a su altura y me seguía dando fuertemente hasta que el, también comenzó a venirse, hasta el comenzó a gemir, a gritar y a temblar, sentí su leche caliente llenarme y salirse desbordada de mi vagina y caer en la cama.
Terminó por desplomarse encima de mí, sin soltarme las caderas aunque la fuerza con la que me las agarraba ya era mucho menor. Terminó por acariciarme un costado, por la cadera, la curva de mi cintura, y así…hasta que después se bajó de mí y quedó boca arriba a mi lado… me levanté satisfecha, eso era lo que necesitaba, una buena cogida, mucho mejor que el baño en el que estaba pensando al salir de la oficina. Fui al baño y noté como admiraba mi cuerpo, y yo lo disfruté una vez más, como me encanta que me coman con los ojos. Me da mas placer que cualquier otra cosa. Me lavé en el baño me sequé y regresé a la habitación para comenzarme a vestir, el ya estaba haciendo lo mismo pero no me quitaba los ojos de encima y yo me exhibí lo más que pude mientras me vestía, me movía de manera sensual y veía como su mirada siempre se fijaba en mi culo.
Me acerqué a la puerta y le dije que aún tenía que llevarme a casa, que para eso solicité su servicio. El afirmó con la cabeza y me siguió. Entramos a al carro y pocos minutos después estaba frente a mi casa. Le pagué la carrera, y antes de irse me dio su tarjeta diciéndome: – “Llámame si necesitas que te lleve a otra parte” la recibí y le dije –“seguro” al tiempo que le guiñé un ojo.
El taxi llegó rápidamente, apenas y había bajado las escaleras. Cerré con llave la reja de abajo, y rápidamente me metí dentro del taxi dándole la dirección hacia donde me dirigía. El trayecto fue agradable, aunque silencioso, en ningún momento cruzamos palabras. La mayor parte del tiempo miré el paisaje por la ventana, no había casi tráfico, eso era un gran alivio o de lo contrario me hubiera estresado más. El aire era agradable y la temperatura perfecta.
Ya era oscuro, y las luces en las calles escasas, por lo que casi todo eran siluetas. Miré hacia mi izquierda, - pues me había sentado en el copiloto, nunca me gusta ir atrás – y detallé al taxista: era joven, cabello negro y rizos cerrados, cortos. La piel de un blanco perfecto, y su contextura aunque no era acuerpada tampoco tenía aspecto de gancho. Me quedé observándolo un instante y luego volteé la mirada hacia mi ventana hasta que mi vista se perdió a lo lejos.
Ya estábamos cerca de mi casa, apenas y faltaban unas calles. En eso, poco antes de llegar a un callejón con aspecto de llevar a más casas, pero que en realidad se trataba de una entrada algo larga hacia un hotel, el taxista bajó la velocidad a la vez que rompió el silencio -¿es por esta calle, señorita? Su voz causó una especie de vuelco en mi interior, y sin pensarlo le dije –No, esa es la entrada a un hotel, pero si gusta, podemos hacer una parada allí. El chico paró en seco en el taxi y se quedó inmóvil por unos segundos, no se podía ver mucho, pero juraría que se sonrojó hasta quedar tal cual tomate. Noté como me miró de reojo sin girar la cabeza, y tenía aspecto de no saber qué hacer. De repente, después de aparentemente meditarlo, giró bruscamente el mando del taxi y subió por el callejón hasta llegar al hotel.
Al estacionarse fue igual de brusco, se le notaba el nerviosismo y a la vez la excitación que por lo visto le causé. Se bajó hasta la recepción y yo no le quité los ojos de encima, me lo saboreé con los ojos a más no poder mientras se dibujaba en mi cara una sonrisa bien pícara, sentía mi corazón estallar de la satisfacción por lo que acababa de hacer. Me sentía victoriosa, como si acabara de conquistar una nueva tierra, de ponerle mi nombre, y eso me excitaba en demasía.
Salió de la recepción y medio apenado como no sabiendo que hacer me hizo seña de que lo siguiera. Salí del carro, y caminando rápidamente lo alcancé para seguirlo hasta la habitación que le habían asignado. Abrió la puerta, entramos, y apenas la cerró lo tomé entre mis brazos y lo empujé duró contra la misma cerrándola de un golpe quedando mi frente totalmente pegado al suyo, y para mi satisfacción, sentí su bulto bien duro entre mis piernas lo que inmediatamente me hizo mojar la tanga gris bajo mis pantalones.
Acto seguido lo comencé a besar frenéticamente, besos que el respondió de igual manera mientras encerraba mi espalda entre sus brazos. Sentirle el cuerpo así tan pegado al mío ya me tenía loca, pero no era suficiente. Tomé sus manos y le hice agarrar mis nalgas, las cuales empezó a masajear de una manera sin igual. El tenía una camisa blanca con rallas finas celestes, que comencé a sacar del pantalón de gabardina oscura que llevaba puesto. Metí mis manos por debajo de la misma y lo agarré de la cintura y lo lleve hasta la cama y lo tire quedando yo encima de el.
Me senté en su bulto con una pierna a cada lado, el no quitaba mis manos de mi cola, por lo visto le encantaba y no era para menos. Yo llevaba puesto un pantalón de lino que me quedaba ajustado y me permitía sentir sus manos casi como si no tuviera nada puesto. Comencé a desabrocharle la camisa, y al tiempo el dejó mi cola un rato para subir sus manos poco a poco. Me recorrió las caderas agarrándolas ya con propiedad, luego subió a mi cintura y siguió subiendo hasta llegar a mis pechos acariciándolos delicadamente pero con ganas.
Una vez le desabotoné la camisa se la quité, y me incliné para besarlo una vez, sus manos nuevamente bajaron a mi cola y luego dieron la vuelta y comenzaron a desabrocharme el pantalón. Yo mientras tanto le acariciaba el pecho, el abdomen, lo besaba,… bajé por el cuello, dándole pequeños mordiscos y sintiendo como su respiración se volvía más pesada. Llegué a las tetillas, y jugué con ellas mordiéndolas suavemente, y a la vez comencé a quitarle el pantalón. Me senté nuevamente, esta vez para poder despojarlo del mismo. En ese momento él se sentó, me agarró la blusa que tenía y me la quitó por la cabeza y acto seguido me acostó en la cama adoptando la misma posición que minutos antes, tenía yo sobre él.
Se quedó observándome detenidamente, detallándome, admirándome como una escultura… me fascinaba su gesto, como sus ojos se fijaban en cada detalle de mi cuerpo, en mis senos, mi piel, mi abdomen… me miraba pícaramente y eso me encantó. Puso la palma de su mano abierta sobre mi abdomen y me comenzó a acariciar, la subió poco a poco y me agarró una teta, para luego con la ayuda de la otra mano correr las tiras del brassier hacia abajo y quitármelo tirando del mismo hacia abajo. Lo volteó, lo desabrochó y listo… todo mi torso estaba desnudo para él.
Inmediatamente se inclinó hacia mis senos y comenzó a jugar con ellos, a acariciarlos, con una mano lo acariciaba, me pellizcaba el peso haciéndome temblar de placer y el otro seno lo tenía en la boca, jugaba con su lengua de una manera indescriptible. Fue bajando despacio, por mi abdomen, y al llegar a mi pantalón lo desabotonó y comenzó a quitármelo con desespero.
Después de quitarme totalmente el pantalón, se acercó a mí y me volteó boca abajo con sus manos, por lo visto para poder disfrutar la vista de mi culo, y agarrármelo más. Teniéndome boca abajo también me dio unas palmadas, y me comenzó a quitar la tanga que ya estaba prácticamente chorreando. Al quitármela un hilo de mis jugos salió junto con la tanga llenándome el muslo eventualmente. Me comenzó a amasar la cola como si estuviera amasando pan y me volvía más loca. Se acercó a mi cola y la besó, la mordió, la agarró la pellizcó y yo no aguanté más y me voltee bocarriba de modo que mi vulva quedó frente a frente con su cara, y sin dudarlo le agarré la cabeza haciéndolo sumergirse en mi entrepierna. Era increíble su destreza con la boca, primero me besó los labios, me pasó la lengua, me mordisqueó, poco a poco se fue acercando a mi clítoris, el cual saboreó como si se tratara de la más deliciosa fruta. Mientras me besaba y hacía toda clase de cosas con su lengua y mi clítoris no dejaba de agarrarme la cola y acariciarme, se sentía espectacular, acercó poco a poco uno de sus dedos a mi ano, que estaba ya mojado de los jugos que chorreaban de mi vagina, lo comenzó a acariciar suavemente en círculos, yo solo sentía corrientazos que pasaban por todo mi cuerpo, poco a poco me iba estimulando aún más el ano al tiempo que me devoraba la vagina y sentía como mi culito se iba abriendo para darle paso a su dedo. Al tiempo que penetraba mi ano con su dedo, también metía su lengua en mi vagina haciéndome gritar y gritar de placer.
Foto de mi culo: http://imageshack.com/a/img910/2921/7Y5ojb.jpg
En esas paró en seco, me agarró fuertemente de las caderas y me hizo voltear y poner boca abajo, después me levantó y me puso en cuatro y me ha metido su poronga en la vagina de un solo golpetazo haciéndome pegar un grito de placer que seguro escucharon a cuadras. Estaba tan mojada que sentí como se deslizó con suma facilidad hasta llegar al fondo de mi vagina, y sentí como salieron mis jugos a presión por la fuerza que ejerció. Empezó a darme como una verdadero animal, y sentía todo el impacto en mi culo que verdadero disfrute. Toda la cama sonaba, pero lo que más sonaba era su cuerpo golpeando contra mi culo. Parecía que me estuviera cayendo a cachetadas en ambas nalgas con toda su fuerza.
A ese ritmo, no tardé en venirme, comencé a venirme y estremecerme toda, el me agarró más duro de las caderas, sentía que me iba a partir los huesos en cualquier instante. Gemía, y el me daba más duro, y yo le pedía más y más, una vez no era suficiente. Miraba hacia atrás y me miraba el culo mientras me daba, y me daba… comencé a venirme otra vez, que delicia, ya no me daban las piernas comencé a “derretirme” pero el me agarraba con toda su fuerza y me mantenía ahí a su altura y me seguía dando fuertemente hasta que el, también comenzó a venirse, hasta el comenzó a gemir, a gritar y a temblar, sentí su leche caliente llenarme y salirse desbordada de mi vagina y caer en la cama.
Terminó por desplomarse encima de mí, sin soltarme las caderas aunque la fuerza con la que me las agarraba ya era mucho menor. Terminó por acariciarme un costado, por la cadera, la curva de mi cintura, y así…hasta que después se bajó de mí y quedó boca arriba a mi lado… me levanté satisfecha, eso era lo que necesitaba, una buena cogida, mucho mejor que el baño en el que estaba pensando al salir de la oficina. Fui al baño y noté como admiraba mi cuerpo, y yo lo disfruté una vez más, como me encanta que me coman con los ojos. Me da mas placer que cualquier otra cosa. Me lavé en el baño me sequé y regresé a la habitación para comenzarme a vestir, el ya estaba haciendo lo mismo pero no me quitaba los ojos de encima y yo me exhibí lo más que pude mientras me vestía, me movía de manera sensual y veía como su mirada siempre se fijaba en mi culo.
Me acerqué a la puerta y le dije que aún tenía que llevarme a casa, que para eso solicité su servicio. El afirmó con la cabeza y me siguió. Entramos a al carro y pocos minutos después estaba frente a mi casa. Le pagué la carrera, y antes de irse me dio su tarjeta diciéndome: – “Llámame si necesitas que te lleve a otra parte” la recibí y le dije –“seguro” al tiempo que le guiñé un ojo.
7 comentarios - El taxista y yo + foto
Si en verdad esa cola es tuya, ummmm, es muy linda. :F