You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Novia, hermano y alcohol (II): Año nuevo

Para año nuevo, entonces, volvimos a invitar gente a la casa, y por supuesto a mi hermano. Con mi novia pasamos los días previos imaginando situaciones perversas para darle un shock de morbo. No teníamos muy claro hasta donde íbamos a llegar, pero sí un par de cosas que íbamos a hacer. La fiesta empezó al mediodía, como la vez anterior. Lo recibimos de manera normal, no tocamos demasiado el tema de lo que había pasado para navidad (pero le preguntamos si había traído la otra mitad de la bolsita, eso fue una señal.). Mi novia lo saludó con un beso, lo más normal posible, charlaron de un par de trivialidades y nada más. Cerca de las 4 de la tarde, cuando ya andábamos todos borrachos, lo fui a buscar a mi hermano y le dije “vení, que con mi novia te queremos pedir un favor”. La casa era grande. Lo llevé a la habitación de mis viejos, en la planta alta. No le dije nada más, por el camino fuimos callados los dos, con la respiración un poco agitada, ya saboreando lo perverso de la situación. Los dos sabíamos que algo iba a pasar (aunque yo sabía un poco más que él). Cerré la puerta, le puse llave. Mi novia estaba sentada en la cama, con una pollerita que le quedaba bastante por encima de las rodillas. “Necesita cambiarse la bombacha, la podés ayudar”, le dije. “Dale”, dijo con la voz entrecortada. Mi novia se levantó, se apoyó contra la pared, dándole la espalda a mi hermano, sacando cola. “Acá está la que me tenés que poner”, dijo ella, y extendió el brazo con una tanguita rosa. El se arrodilló, metió los brazos por debajo de la minifalda, subió por los muslos hasta alcanzar el elástico, lo agarró muy suavemente y tiró para abajo. Cuando llegó a los tobillos, ella levantó delicadamente los pies para que se la pudiera sacar. Era una bombacha blanca, de algodón, con algunos dibujitos de colores un poco infantiles. Agarró la tanguita rosa, se la pasó por un pie, por el otro, y lentamente la fue subiendo desde los tobillos, hasta hacerla encajar perfectamente, la parte de atrás bien metida en la cola. “Los quiero ver oler la que me sacaron”, dijo mi novia. Mi hermano la olió, después me la pasó a mi. Tenía un olor a conchita muy suave, estaba apenas húmeda. “Dasela a tu hermano”, me dijo. “Quiero que la chupe un poquito, y que se la quede después. Es un regalito”. Mi hermano la lamió suavemente y se la guardó en el bolsillo. Ella bajó a la fiesta. Mi hermano y yo nos quedamos un minuto más y después bajamos. “Es tremenda”, me dijo.

La fiesta siguió con normalidad. A mi ya me dolía la panza de la excitación, pero no quería apurar las cosas. Dejé pasar como dos horas. Cerca de las 6 de la tarde lo fui a buscar de nuevo. “Te tengo que pedir otro favor”, le dije. Me miró, con cara de borracho y excitado. Caminamos de nuevo hasta la planta alta y entramos a la habitación. Puse llave. “Necesito que la lleves a hacer pis”, le dije, y le señalé el baño de la habitación. “Bueno”, dijo él, “la llevo”. La agarró de la mano y la condujo hasta ahí. Entraron. Mi novia cerró la puerta. Yo me quedé del lado de afuera, mirando por la cerradura y masturbándome. Desde ahí vi como la hizo sentar en el inodoro. “Dale, hacé”, le dijo. “Pero así me voy a hacer pis toda la bombacha”, le dijo ella. “Bueno, te la bajo”, dijo él. Otra vez, metió las manos bajo su minifalda y tiró de la bombacha, la tanguita rosa que le había colocado un rato antes, y se la dejo por los tobillos. Escuché como empezaba a orinar, el sonido del chorrito y una especie de gemidito de alivio. El la miraba, parado frente a ella. “Terminé”, le dijo con voz de borrachita. “Me secás?”Vi como mi hermano, temblando de la excitación, cortaba un pedazo de papel higiénico y lo doblaba. Se agachó, y pasó con delicadeza la mano entre las piernas de ella, que todavía estaba sentada en el inodoro. Apenas hizo contacto con la conchita, papel de por medio, ella largó otro chorrito de pis. “Ay, se me escapó”, le dijo. “¿Me perdonás?” Mi hermano estaba excitadísimo. Yo me aguantaba para no acabar. “Llamalo a tu hermano, decile que traiga el plato”, le dijo. Mi hermano abrió la puerta y me dijo. Yo preparé unas rayas. Ella seguía sentada en el inodoro con la bombachita por los tobillos. Cuando entré ella le dijo “sécame ahora, te prometo que no se me va a escapar más pis”. Mi hermano le secó la conchita con mucha delicadeza. Ella tenía cara de que la estaba pasando re bien, me miró y se mordió el labio inferior con cara de picardía. Yo estaba enloquecido, me gustaba muchísimo ver a mi hermano tocándole la conchita a mi novia, a través del papel. Mientras, le alcancé a ella el plato y un billete enrollado, y se tomó dos rayas. “Tomen ustedes”, nos dijo, “que les quiero pedir algo, a ver si se animan”. Tomamos dos rayas cada uno. El nerviosismo, la euforia y la excitación ya no cabían en ese pequeño baño. Me miró a mí, y me dijo “¿querés que le hagamos un regalo a tu hermano, los dos?”. “Obvio”, le dije. “Para mi hermano, lo que sea”. -“¿Querés que tu hermano me tire la leche en la cara y en las tetas?”. La amé cuando me dijo eso. No podía ser más putita y hermosa. “Sí”, le dije. Lo miró a mi hermano. “Vos querés acabarle la carita y las tetas a la novia de tu hermano?”. “Si, obvio que quiero, si él quiere”, le respondió. “Bueno”, dijo ella mirándome a mi. “No quiero que tu hermano me toque (todavía), ni tocarlo yo a él. Así que quiero que le hagas la paja vos, para que me acabe toda.”. Lo que me dijo, sumado a la borrachera y el subidón de merca, me dejó confundido, por un lado jadeando de nerviosismo y excitación, por otro lado incómodo, no sabía que pensar de tocarle la pija a mi hermano, hasta lo del pis estaba todo planeado por mi novia y por mí, pero esto era improvisación de ella. Una vez, en esas pajas de los 14, habíamos pactado hacernos mutuamente una paja cada uno. No tocándonos la pija directamente, sino agarrándola con un pañuelo. Era la última noche antes de que volvieran nuestros viejos, la despedida en grande de esas pajas que después no nos volvimos a hacer. Esa noche sentimos mucha excitación de hacer algo prohibido. Tiramos una moneda para ver a quien le tocaba primero, le tocó a mi hermano hacérmela a mí. Me la hizo un par de minutos adentro de la casa hasta que le dije que ya estaba listo. Salimos al patio, nos ubicamos en una parte oscura. Eran como las 3 am. Me la agarró, y me hizo acabar contra la pared de la medianera. Quedó el manchón de semen. Después le tocaba a él, pero yo ya había acabado, se me había pasado la calentura, y me empezó a dar timidez. Le dije que no me animaba, le pedí perdón mil veces (sentía como que lo había cagado). El me dijo que no me hiciera problema. Ahí nomás, delante mío, sacó la pija y acabó en el mismo lugar que había acabado yo. Y ahora, años después, se daba la chance de que yo pagara la deuda. Mi novia nos señaló un whisky y tres vasos que había al lado de la bañera. Nos dijo que nos tomáramos un vaso cada uno, fondo blanco, y después dos rayas, y que recién ahí decidiéramos si nos animábamos. Hicimos eso. El whisky me dejó mareado, inmediatamente más borracho. A mi novia también, se notó por como hablaba. Tomé las rayas, y me subió al espacio. Ahora estaba completamente desinhibido y listo para pagar mi deuda vieja. “Hermano, le damos el gusto a mi novia” le pregunté. “Obvio chabón!” me dijo riéndose. Mi novia nos empezó a dar las indicaciones. Ella seguía sentada en el inodoro, con la tanga por los tobillos. A mi hermano lo hizo pararse delante de ella. A mí, atrás de mi hermano. Me pidió que le desabroche el pantalón lentamente y que saque la pija del bóxer. Quedó justo apuntando a la cara de mi novia. No la tocaba, pero estoy seguro de que podía olerla. Ella se sacó la remerita y se quedó en tetas y pollera. Se mandó la manito por debajo de la minifalda, y mientras se tocaba me dijo “dale, pajealo”. Fue raro agarrar la pija de mi hermano, nunca había agarrado una que no fuera la mía. Estaba dura y caliente. Como que me daba un poco de impresión, pero le veía la cara a los dos, como estaban disfrutando toda esa perversión, y me encantaba. Ella empezó a gemir, y a decir “dale, dale, fuerte”. Mi hermano respiraba pesadamente. Mi novia le dijo “pedile a tu hermano que te haga acabar. Decile “quiero que me hagas acabar a la putita de tu novia”. Mi hermano me dijo eso. Le di más fuerte. Sentí como la pija de mi hermano temblaba un poquito en mi mano, y como comenzaba a salir el semen. Empezó a llover la leche. Sobre la cara, la boca entreabierta, las tetas. Algo quedó en mi mano. Mi hermano terminó de eyacular y se sentó en el piso. “No, vení, dame un beso”, le dijo mi novia. El se levantó y la besó en la boca. Un beso lento y con lengua. Acto seguido, mi novia me agarró de la cintura del pantalón, sacó mi pija, y me la empezó a chupar. De pronto me di cuenta que mientras lo hacía empezaba a hacer pis de nuevo. Se levantó el inodoro y me dijo “cógeme así, toda meada, delante de tu hermano”. Se apoyó con las manos sobre el lavatorio. Me la cogí, mientras sentía que por las piernas le corría un poco de pis. Acabamos los dos. Se terminó de sacar la tanga y la usó para limpiarse la cara y la conchita. “Vayan a la fiesta”, nos dijo. “Yo me baño, y cuando se vayan todos seguimos un rato más”. Bajamos de nuevo a la fiesta con las piernas temblando, ya queríamos que se fueran todos.

5 comentarios - Novia, hermano y alcohol (II): Año nuevo

luismiguelito78
POST a FAVORITOS...Novia, hermano y alcohol (II): Año nuevo

Mortal tu novia amigo @liquid5... esa cabecita es oro puro... las fotos de ese encuentro hubieran hecho explotar el post

Novia, hermano y alcohol (II): Año nuevo_PUNTOS para VOS