Soy un tipo exitoso, tengo dos hijas hermosas de 18 y 20 años, una buena posición económica y una esposa devota con una belleza que el tiempo no puede opacar. La amo y me ama, es la compañera que me permitió llegar donde estoy. En la intimidad nos llevamos de maravillas, somos dos personas open mind, ella tuvo sus historias por ahí como yo las tuve, preferimos ejercer nuestra sexualidad libremente sin que, por ellos, afecte nuestra relación. Con nuestras hijas también fueron educadas en el mismo sentido, libres de su cuerpo y su sexualidad, sin culpas ni tabúes que encorseten su vida. Recuerdo aquella vez que descubrí a la mayor cogiendo en mi camioneta con mi amigo Lucas una noche de reunión de amigos.
Para nuestro aniversario de casados organizamos una fiesta de disfraces en una quinta en Pilar en la que vinieron amigos selectos. Yo me puse mi disfraz favorito, el traje de Gene Simmons el bajista de KISS, mi hija mayor tenía un sexy traje de odalisca que en el trasluz se les notaban sus pechos desnudos y su tanga bien escondida en el culo, la más chica excitaba con su disfraz de bucanera con botas altas hasta la rodilla y tacos finísimos, un pequeño short negro y una blusa anudada que dejaba a la vista su vientre y un generoso escote. Pero mi mujer fue la mejor al ponerse un sexy traje de la mujer maravilla con un mini short azul que resaltaba su hermoso culito y el corset rojo que exaltaba sus pechos. Lo que no aclaré es que no se trataba de cualquier fiesta, la idea era hacer una fiesta negra…
Con mi mujer recibimos a los invitados, entre otros vinieron mi cuñado Horacio disfrazado de guerrero romano y su esposa con un vestido largo tipo Morticia, con un escote que dejaban ver sus pechos inmensos; mi socio y su esposa que tienen el fetiche del cuero y el sado, Sarita disfrazada de prostituta callejera vino con sus hijas Lara de colegiala y Noelia de nenita. Recuerdo como me calenté cuando mi esposa les comió la boca a las hijas de Sarita en un beso lésbica de lengua que anticipaba el tenor de la fiesta.
Entre tragos y música ya había gente que se estaba adelantando al comienzo de la fiesta con besos apasionados y caricias sugerentes. A la una y media de la noche sonó una sirena y comenzó el descontrol. De inmediato vi como a mi hija más grande la agarraron entre tres hombres y una mujer que le quitaron el disfraz casi a tirones dejándola desnuda totalmente expuesta a esa marea de amantes. Mi esposa, aún con el traje de mujer maravilla le estaba chupando la pija a mi amigo Juan que vino disfrazado de pirata. El la sujetaba de la cabeza sin permitirle que se aparte ni un minuto de su pija. Al ver a mi hija más chica únicamente con las botas puesta, agachada chupándole la pija a uno de los mozos de la fiesta me acerqué y le empecé a comer su conchita que ella acariciaba y estimulaba. Mi lengua tomaba del néctar de mi preciosa nena. Con los dedos de mi mano estimulaba su ano acariciándolo con suavidad. Por momentos lamía su cola que sabía a un perfumado jabón importado. Me paré acariciando la raya de mi hija y veo a mi esposa como mi esposa recibía por detrás al pirata Juan. Su cara parecía estremecerse al recibir las sacudidas de mi amigo, sabido pijudo. Mi hija mayor atendía las pijas de un grupo de hombres con la ayuda de su amiga Dana que había venido disfrazada de mucamita. Al poco tiempo a ella la acomodaron para que se monte la pija de uno de los chicos mientras otro se preparaba para penetrarla por el ano y otro más. Por más que la música sonaba sin parar se la escuchaba como gritaba de dolor y placer toda llena por esas gruesas pijas que la atendían. Mientras todo esto sucedía recosté a mi hija menor en un sillón para que me espere con las piernas abiertas. Su conchita lubricada era toda una autopista de fácil acceso para mi impaciente pija deseosa de entrar en acción. Ella es una chica menudita, de pechos de tamaño moderados que insinúan mayor tamaño por sus brassier Wonderbras, pero me estaba bancando bien todas las sacudidas que la movían a mi antojo. Pese a sus tiernos 18 años se comportaba como una experta, gemía a gritos y con sus manos se agarraba fuertemente del sillón. En un momento me pide que pare para acomodarse y antes de acomodarse en su posición definitiva me susurra “Viste que putita es tu nenita?”. Y como no verla, es toda una putita es celo que se pone en cuatro y me pide que le haga la penetre por el culo. Con paciencia estimulo su ano hasta dilatarlo lo suficiente y con trabajo y esmero empiezo a penetrar su estrecho ano hasta recibir cada uno de los centímetros de mi poronga. En un momento pasa mi esposa toda desnuda, con resto de semen que le corre desde su concha por las piernas. “Tratala bien a mi bebita”, me susurra al pasar antes de saludarme con un pico. Mi hija mayor en tanto recibía una lluvia de leche de sus amantes, le corría esperma por todo el cuerpo y de sus agujeros chorreaban torrentes de semen. Así como estaba se tiró a la pileta perseguida por dos mujeres desnudas que estaban dispuesta a atenderla también.
Mi hija gritaba dolorida acusando recibo de mi viril miembro, sin embargo cuando me detenía sus súplicas me impactaban. “Rompeme la colita, papi” me decía casi entre lágrimas. Mi esposa se acercó a nuestra hija, seco el par de lágrimas que corrían por sus mejillas y le dio un acalorado beso de lengua. La mayor, en tanto, estaba entregada a los placeres lésbicos ahora fuera de la pileta. Le comía la conchita a su amiga Dana mientras otra le propinaba un exquisito beso negro. Se le nota su desparpajo a la hora de coger, igual que la putita hermosa de su madre.
Mi historia con la menor de mis hijas terminó cuando le saturé la capacidad del ano con abundante esperma espeso y caliente que, luego, brotaba del mismo como un volcán en erupción. Su madre premia mi tarea limpiando con su boca mi pija hasta dejarla brillando. Después madre e hijas hicimos nuestra orgía famiiar, tal como lo soñamos.
La fiesta siguió hasta que salió el sol…
Para nuestro aniversario de casados organizamos una fiesta de disfraces en una quinta en Pilar en la que vinieron amigos selectos. Yo me puse mi disfraz favorito, el traje de Gene Simmons el bajista de KISS, mi hija mayor tenía un sexy traje de odalisca que en el trasluz se les notaban sus pechos desnudos y su tanga bien escondida en el culo, la más chica excitaba con su disfraz de bucanera con botas altas hasta la rodilla y tacos finísimos, un pequeño short negro y una blusa anudada que dejaba a la vista su vientre y un generoso escote. Pero mi mujer fue la mejor al ponerse un sexy traje de la mujer maravilla con un mini short azul que resaltaba su hermoso culito y el corset rojo que exaltaba sus pechos. Lo que no aclaré es que no se trataba de cualquier fiesta, la idea era hacer una fiesta negra…
Con mi mujer recibimos a los invitados, entre otros vinieron mi cuñado Horacio disfrazado de guerrero romano y su esposa con un vestido largo tipo Morticia, con un escote que dejaban ver sus pechos inmensos; mi socio y su esposa que tienen el fetiche del cuero y el sado, Sarita disfrazada de prostituta callejera vino con sus hijas Lara de colegiala y Noelia de nenita. Recuerdo como me calenté cuando mi esposa les comió la boca a las hijas de Sarita en un beso lésbica de lengua que anticipaba el tenor de la fiesta.
Entre tragos y música ya había gente que se estaba adelantando al comienzo de la fiesta con besos apasionados y caricias sugerentes. A la una y media de la noche sonó una sirena y comenzó el descontrol. De inmediato vi como a mi hija más grande la agarraron entre tres hombres y una mujer que le quitaron el disfraz casi a tirones dejándola desnuda totalmente expuesta a esa marea de amantes. Mi esposa, aún con el traje de mujer maravilla le estaba chupando la pija a mi amigo Juan que vino disfrazado de pirata. El la sujetaba de la cabeza sin permitirle que se aparte ni un minuto de su pija. Al ver a mi hija más chica únicamente con las botas puesta, agachada chupándole la pija a uno de los mozos de la fiesta me acerqué y le empecé a comer su conchita que ella acariciaba y estimulaba. Mi lengua tomaba del néctar de mi preciosa nena. Con los dedos de mi mano estimulaba su ano acariciándolo con suavidad. Por momentos lamía su cola que sabía a un perfumado jabón importado. Me paré acariciando la raya de mi hija y veo a mi esposa como mi esposa recibía por detrás al pirata Juan. Su cara parecía estremecerse al recibir las sacudidas de mi amigo, sabido pijudo. Mi hija mayor atendía las pijas de un grupo de hombres con la ayuda de su amiga Dana que había venido disfrazada de mucamita. Al poco tiempo a ella la acomodaron para que se monte la pija de uno de los chicos mientras otro se preparaba para penetrarla por el ano y otro más. Por más que la música sonaba sin parar se la escuchaba como gritaba de dolor y placer toda llena por esas gruesas pijas que la atendían. Mientras todo esto sucedía recosté a mi hija menor en un sillón para que me espere con las piernas abiertas. Su conchita lubricada era toda una autopista de fácil acceso para mi impaciente pija deseosa de entrar en acción. Ella es una chica menudita, de pechos de tamaño moderados que insinúan mayor tamaño por sus brassier Wonderbras, pero me estaba bancando bien todas las sacudidas que la movían a mi antojo. Pese a sus tiernos 18 años se comportaba como una experta, gemía a gritos y con sus manos se agarraba fuertemente del sillón. En un momento me pide que pare para acomodarse y antes de acomodarse en su posición definitiva me susurra “Viste que putita es tu nenita?”. Y como no verla, es toda una putita es celo que se pone en cuatro y me pide que le haga la penetre por el culo. Con paciencia estimulo su ano hasta dilatarlo lo suficiente y con trabajo y esmero empiezo a penetrar su estrecho ano hasta recibir cada uno de los centímetros de mi poronga. En un momento pasa mi esposa toda desnuda, con resto de semen que le corre desde su concha por las piernas. “Tratala bien a mi bebita”, me susurra al pasar antes de saludarme con un pico. Mi hija mayor en tanto recibía una lluvia de leche de sus amantes, le corría esperma por todo el cuerpo y de sus agujeros chorreaban torrentes de semen. Así como estaba se tiró a la pileta perseguida por dos mujeres desnudas que estaban dispuesta a atenderla también.
Mi hija gritaba dolorida acusando recibo de mi viril miembro, sin embargo cuando me detenía sus súplicas me impactaban. “Rompeme la colita, papi” me decía casi entre lágrimas. Mi esposa se acercó a nuestra hija, seco el par de lágrimas que corrían por sus mejillas y le dio un acalorado beso de lengua. La mayor, en tanto, estaba entregada a los placeres lésbicos ahora fuera de la pileta. Le comía la conchita a su amiga Dana mientras otra le propinaba un exquisito beso negro. Se le nota su desparpajo a la hora de coger, igual que la putita hermosa de su madre.
Mi historia con la menor de mis hijas terminó cuando le saturé la capacidad del ano con abundante esperma espeso y caliente que, luego, brotaba del mismo como un volcán en erupción. Su madre premia mi tarea limpiando con su boca mi pija hasta dejarla brillando. Después madre e hijas hicimos nuestra orgía famiiar, tal como lo soñamos.
La fiesta siguió hasta que salió el sol…
Comentarios Destacados
28 comentarios - Una orgía sin culpas ni tabúes
Muy bueno el post!!!!
Por pensamientos como el tuyo es que los menores andan matando para robar y arruinando familias, total si son chicos, inimputables. Pobres víctimas.
Si decia que la hija tenia 10 años soy el primero en ir a apuñalar a ese degenerado. Pero a los 18 hace rato que son jóvenes adultos y no chicos.
😀 Me gustaron las ideas de los disfraces. Lo único que pido, es que metas un enter de vez en cuando, así no queda tan en bloque para leer 😉