Hasta ahora, mi historia sexual se reducía a 3 novias con las cuales hice todo, o casi todo lo que la mente pueda imaginar. Todas relaciones humanas muy sanas y relaciones sexuales grabadas con tinta en mi memoria.
Aprendí bastante de ellas, así como ellas aprendieron de mí. Las quise y aún las quiero. Son las mejores mujeres del mundo y agradezco haberlas conocido.
En mi afán de hacer cosas nuevas y mantenerme ocupado, decidí tomar clases de salsa. No era muy bueno en el baile, pero hacía empeño en lucirme en la pista, así que un cursito no veía mal. Mis compañeras, todas guapas, no podían hacerle el peso a la más guapa de todas, mi profesora. Tenía gracia para bailar, un abdomen envidiable y un contorno de brazos que cualquier mujer se lo querría.
La profesora hacía los pasos de baile junto al profesor y yo no despegaba la vista de ellos para aprender cada movimiento enseñado. Luego de varios intentos sin resultado exitoso, mi profesora se da por rendida y le pide al profesor que se haga cargo de mi.
En ese momento, sus brazos firmes toman mi torso y lo acercan a su cuerpo. Nunca había estado tan cerca de un hombre, sin contar los abrazos de año nuevo. Sus pectorales aumentaban y disminuían su volumen indicando el cansancio de la jornada de baile. Me mira a los ojos y notando mi incomodidad, me dice que no tenga miedo, que no come personas.
En resumidas palabras, me entrego a los brazos del profesor y el baile logra rendir frutos, pero algo en mi cabeza comienza a germinar. ¿Cómo será el profesor en la cama? ¿Cómo será dejarse llevar por esos brazos y ese abdomen?
De a poco los alumnos y alumnas comienzan a retirarse y vamos quedando solos. La profesora, el profesor y yo somos los últimos. Ambos se esfuerzan en que mis movimientos sean exactos.
En algún momento, la profesora se retira a la ducha para ya retirarnos y tanto el profesor como yo hacemos lo mismo. Entramos al camarín y como acto reflejo, nos desnudamos. Su trabajado cuerpo contrastaba con mi cuerpo de persona normal. Ingresamos a las duchas y el profesor comienza a hablarme.
- Lo tenías duro, eh. - Mientras miraba mi pico.
-No.. Jajaja. -Intente disimular, sin resultado.
-A mi no se me engaña.- dijo el profesor.
Se acerca y con su mano toma mi pene y lo masturba con ganas. Debo confesar que no me negué ni me corrí para evitar esa acción. Es más, me acomodé para evitar un accidente en las duchas. La lluvia de agua caía en mi glande y me estimulaba de sobremanera. El profesor toma un frasco de un líquido, el que pone en su trasero y se voltea.
En su ano dilatado, pone mi glande y comienza a hacer esfuerzos para que ingrese, lo cual no cuesta mucho. Yo, sin poder creer lo que estaba haciendo, lo rodeo con mis brazos para alcanzar su pene y masturbarlo. No era tan grande, pero tenía una curvatura muy exitante.
Luego de algunos minutos, retira su trasero de mis caderas, toma el frasco y pone parte del contenido en mi trasero. Sin chistar ofrecí mi culo y fui penetrado por primera vez. Estaba ultra caiente y cada vez que sus bolas choocaban con mi cuerpo, sentía explosiones de placer.
El profesor toma mi pene y lo mueve al mismo ritmo de sus embestidas.
El agua caía y los poros de la piel se abrían con el vapor. Por los poros, salía olor a calentura.
Nos despegamos un momento y nos pusimos frente a frente. nuestros penes se daban la espalda. Su mano los tomó simultáneamente y los movía de adelante hacia atrás. Una masturbación 2x1. Mi glande tocaba al suyo y la fricción s esentía exquisita. Nuestras bolas choocaban y decido tomarlas y estimularlas. Las masajeo mientras siento un leve estertor en mi profesor. Un tibio líquido emanó de su pene y se depositó sobre el mío. Sóloe so fué necesario para hacerme acabar. Mi semen saltó y parte del líquido fue a parar a mi pecho.
Acto seguido, mi profesor de salsa lame lentamente mi pecho para obtener hasta el más mínimo rastro de semen.
Terminamos de ducharnos y vestirnos.
- Adiós, hasta mañana - me dijo.
-Adiós, hasta mañana - contesté.
Nunca más fui a esas clases ni a ninguna otra clase de baile.
Aprendí bastante de ellas, así como ellas aprendieron de mí. Las quise y aún las quiero. Son las mejores mujeres del mundo y agradezco haberlas conocido.
En mi afán de hacer cosas nuevas y mantenerme ocupado, decidí tomar clases de salsa. No era muy bueno en el baile, pero hacía empeño en lucirme en la pista, así que un cursito no veía mal. Mis compañeras, todas guapas, no podían hacerle el peso a la más guapa de todas, mi profesora. Tenía gracia para bailar, un abdomen envidiable y un contorno de brazos que cualquier mujer se lo querría.
La profesora hacía los pasos de baile junto al profesor y yo no despegaba la vista de ellos para aprender cada movimiento enseñado. Luego de varios intentos sin resultado exitoso, mi profesora se da por rendida y le pide al profesor que se haga cargo de mi.
En ese momento, sus brazos firmes toman mi torso y lo acercan a su cuerpo. Nunca había estado tan cerca de un hombre, sin contar los abrazos de año nuevo. Sus pectorales aumentaban y disminuían su volumen indicando el cansancio de la jornada de baile. Me mira a los ojos y notando mi incomodidad, me dice que no tenga miedo, que no come personas.
En resumidas palabras, me entrego a los brazos del profesor y el baile logra rendir frutos, pero algo en mi cabeza comienza a germinar. ¿Cómo será el profesor en la cama? ¿Cómo será dejarse llevar por esos brazos y ese abdomen?
De a poco los alumnos y alumnas comienzan a retirarse y vamos quedando solos. La profesora, el profesor y yo somos los últimos. Ambos se esfuerzan en que mis movimientos sean exactos.
En algún momento, la profesora se retira a la ducha para ya retirarnos y tanto el profesor como yo hacemos lo mismo. Entramos al camarín y como acto reflejo, nos desnudamos. Su trabajado cuerpo contrastaba con mi cuerpo de persona normal. Ingresamos a las duchas y el profesor comienza a hablarme.
- Lo tenías duro, eh. - Mientras miraba mi pico.
-No.. Jajaja. -Intente disimular, sin resultado.
-A mi no se me engaña.- dijo el profesor.
Se acerca y con su mano toma mi pene y lo masturba con ganas. Debo confesar que no me negué ni me corrí para evitar esa acción. Es más, me acomodé para evitar un accidente en las duchas. La lluvia de agua caía en mi glande y me estimulaba de sobremanera. El profesor toma un frasco de un líquido, el que pone en su trasero y se voltea.
En su ano dilatado, pone mi glande y comienza a hacer esfuerzos para que ingrese, lo cual no cuesta mucho. Yo, sin poder creer lo que estaba haciendo, lo rodeo con mis brazos para alcanzar su pene y masturbarlo. No era tan grande, pero tenía una curvatura muy exitante.
Luego de algunos minutos, retira su trasero de mis caderas, toma el frasco y pone parte del contenido en mi trasero. Sin chistar ofrecí mi culo y fui penetrado por primera vez. Estaba ultra caiente y cada vez que sus bolas choocaban con mi cuerpo, sentía explosiones de placer.
El profesor toma mi pene y lo mueve al mismo ritmo de sus embestidas.
El agua caía y los poros de la piel se abrían con el vapor. Por los poros, salía olor a calentura.
Nos despegamos un momento y nos pusimos frente a frente. nuestros penes se daban la espalda. Su mano los tomó simultáneamente y los movía de adelante hacia atrás. Una masturbación 2x1. Mi glande tocaba al suyo y la fricción s esentía exquisita. Nuestras bolas choocaban y decido tomarlas y estimularlas. Las masajeo mientras siento un leve estertor en mi profesor. Un tibio líquido emanó de su pene y se depositó sobre el mío. Sóloe so fué necesario para hacerme acabar. Mi semen saltó y parte del líquido fue a parar a mi pecho.
Acto seguido, mi profesor de salsa lame lentamente mi pecho para obtener hasta el más mínimo rastro de semen.
Terminamos de ducharnos y vestirnos.
- Adiós, hasta mañana - me dijo.
-Adiós, hasta mañana - contesté.
Nunca más fui a esas clases ni a ninguna otra clase de baile.
1 comentarios - El alumno de baile