Un leve atisbo de conciencia me intentaba indicar que el despertador estaba sonando.
El reloj sonaba de manera insistente y yo desperté acelerado. Estaba atrasado para una reunión, la cual preparé durante largas horas la noche anterior. Tomé la primera ropa que encontré, me cepillé los dientes y salí acelerado. No había tiempo para duchas ni consideraciones menores. Corrí hasta el sunterráneo. Con estas acciones, logré reducir un poco mi atraso.
Mientras esperaba que llegara el tren, miro con total despreocupación a las personas del andén. Así me doy cuenta que está ella, la pasajera más linda. Usaba frecuentemente el servicio y la rutina me hacía coincidir con los mismos pasajeros a diario. Con ella viajaba hace 3 años y nunca cruzamos palabras, aunque más de una vez nuestras miradas se encontraron.
Esa mañana, cuando me vió, sonrió. En ese momento recordé que mi pelo lucía alborotado y mi ropa sólo combinada en la imaginación de un niño de 2 años. Sentí verguenza y el calor subió a mis mejillas.
Ya en el tren, evité mirarla para no aumentar mi incomodidad. El viaje siguió sin contratiempos y logré llegar mi reunión con puntualidad inglesa. El éxito de la reunión me dejó contento y cuando uno está feliz, lo quiere contar al mundo. Tomo mi teléfono celular y abro la aplicación de Twitter para publicarlo al mundo.
- Feliz por los buenos resultados. Nuestros clientes se retiran muy conformes y con nuevos negocios.
A los segundos y tras actualizar la aplicación, veo que había recibido un tweet hace 2 horas:
-@.Rodrigo Quedé un poco preocupada por tí esta mañana. Espero que estés muy bien de salud.
La foto del usuario no ayudaba a identificar al usuario y el nombre no me era conocido.
-@.Paulina Mi salud está perfecta, pero creo que mi memoria está fallando. ¿Nos conocemos?
Era curioso y tenía que salir de la duda, pero no tenía expectativas. Quizá se habái tratado de un error, como tantos otros que se pueden ver en internet.
- @.Rodrigo No sé si podemos decir que nos conocemos, pero podríamos hacer algo para que la respuesta sea un sí.
-@.Paulina Me tienes intrigado.
Era cierto. Estaba intrigado y sus respuestas parecían más una adivinanza que una respuesta concreta.
-@.Rodrigo ¿Aún no sabes quién soy? Una pista: Todos los días, misma estación, mismo carro, misma hora.
-@.Paulina Creo que sé quién eres, aunque me parece imposible.
Inmediatamente pensé en aquella chica, con la que compartíamos el subterráneo día a día, sin embargo era imposible. Yo no conocía su nombre ni ella el mío.
-@.Rodrigo No es imposible para quien escucha tu nombre y apellido mientras hablas por teléfono.
-@.Paulina Entonces, ¿eres ella?
-@.Rodrigo Sí.
-@.Paulina Un gusto Paulina. Siempre intentaba imaginar tu nombre, pero nunca se me ocurrió que te llamaras Paulina. Ahora que lo pienso, tienes cara de Paulina.
-@.Rodrigo Jajaja. Ahora que sabes quién soy, ¿qué te pasó esta mañana? Lucías muy mal.
-@.Paulina Nada. Sólo una mala noche, pero compensada con una excelente mañana.
-@.Rodrigo Siempre quise hablarte pero nunca pude. ¿Un café o un trago?
-@.Paulina Puede ser un vaso de agua si la compañía eres tu.
-@.Rodrigo ¿Eso significa que aceptas?
-@.Paulina Sí.
Es así como esa noche nos juntamos. Compartimos teléfonos y contamos historias. Nos reimos mucho y nos comportábamos como si nos conociéramos. Nos confesamos que teníamos la curiosidad por conocernos más allá de un vagón.
Tras varias salidas, la cita fue en su casa y pasó lo que queríamos que pasara.
El reloj sonaba de manera insistente y yo desperté acelerado. Estaba atrasado para una reunión, la cual preparé durante largas horas la noche anterior. Tomé la primera ropa que encontré, me cepillé los dientes y salí acelerado. No había tiempo para duchas ni consideraciones menores. Corrí hasta el sunterráneo. Con estas acciones, logré reducir un poco mi atraso.
Mientras esperaba que llegara el tren, miro con total despreocupación a las personas del andén. Así me doy cuenta que está ella, la pasajera más linda. Usaba frecuentemente el servicio y la rutina me hacía coincidir con los mismos pasajeros a diario. Con ella viajaba hace 3 años y nunca cruzamos palabras, aunque más de una vez nuestras miradas se encontraron.
Esa mañana, cuando me vió, sonrió. En ese momento recordé que mi pelo lucía alborotado y mi ropa sólo combinada en la imaginación de un niño de 2 años. Sentí verguenza y el calor subió a mis mejillas.
Ya en el tren, evité mirarla para no aumentar mi incomodidad. El viaje siguió sin contratiempos y logré llegar mi reunión con puntualidad inglesa. El éxito de la reunión me dejó contento y cuando uno está feliz, lo quiere contar al mundo. Tomo mi teléfono celular y abro la aplicación de Twitter para publicarlo al mundo.
- Feliz por los buenos resultados. Nuestros clientes se retiran muy conformes y con nuevos negocios.
A los segundos y tras actualizar la aplicación, veo que había recibido un tweet hace 2 horas:
-@.Rodrigo Quedé un poco preocupada por tí esta mañana. Espero que estés muy bien de salud.
La foto del usuario no ayudaba a identificar al usuario y el nombre no me era conocido.
-@.Paulina Mi salud está perfecta, pero creo que mi memoria está fallando. ¿Nos conocemos?
Era curioso y tenía que salir de la duda, pero no tenía expectativas. Quizá se habái tratado de un error, como tantos otros que se pueden ver en internet.
- @.Rodrigo No sé si podemos decir que nos conocemos, pero podríamos hacer algo para que la respuesta sea un sí.
-@.Paulina Me tienes intrigado.
Era cierto. Estaba intrigado y sus respuestas parecían más una adivinanza que una respuesta concreta.
-@.Rodrigo ¿Aún no sabes quién soy? Una pista: Todos los días, misma estación, mismo carro, misma hora.
-@.Paulina Creo que sé quién eres, aunque me parece imposible.
Inmediatamente pensé en aquella chica, con la que compartíamos el subterráneo día a día, sin embargo era imposible. Yo no conocía su nombre ni ella el mío.
-@.Rodrigo No es imposible para quien escucha tu nombre y apellido mientras hablas por teléfono.
-@.Paulina Entonces, ¿eres ella?
-@.Rodrigo Sí.
-@.Paulina Un gusto Paulina. Siempre intentaba imaginar tu nombre, pero nunca se me ocurrió que te llamaras Paulina. Ahora que lo pienso, tienes cara de Paulina.
-@.Rodrigo Jajaja. Ahora que sabes quién soy, ¿qué te pasó esta mañana? Lucías muy mal.
-@.Paulina Nada. Sólo una mala noche, pero compensada con una excelente mañana.
-@.Rodrigo Siempre quise hablarte pero nunca pude. ¿Un café o un trago?
-@.Paulina Puede ser un vaso de agua si la compañía eres tu.
-@.Rodrigo ¿Eso significa que aceptas?
-@.Paulina Sí.
Es así como esa noche nos juntamos. Compartimos teléfonos y contamos historias. Nos reimos mucho y nos comportábamos como si nos conociéramos. Nos confesamos que teníamos la curiosidad por conocernos más allá de un vagón.
Tras varias salidas, la cita fue en su casa y pasó lo que queríamos que pasara.
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