You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Despertar incestuoso de una madre joven (tercer parte)


En este relato les contaré cómo hice para por fin haber logrado comerme la verga de mi hijo Marcel.

Realmente fue un proceso algo largo pero siempre hecho de acuerdo a lo que mi cuerpo y mente me iban indicando. Todo empezó un día que mi compañera de trabajo, Mery, me llamó al apartamento para que la acompañara a una reunión de unos amigos para que nos distrajéramos un rato de las labores diarias de nuestro servicio bancario. Como yo no había llegado, en el momento de la llamada, Mary me dejó la razón con Marcel. Apenas llegué, como a las 7 y media de la noche Marcel me dio la razón de Mary, y realmente hice cara de desazón porque me encontraba algo cansada y deseaba únicamente llegar a dormir.

Sin embargo, en mi caminar hacia la habitación se me vino a la cabeza la idea irrefrenable de poner en marcha mi plan de seducir a mi Marcel. Me bañé, me depile mi rajita completamente, me perfumé algo el cuerpo y decidí vestirme para ir a la reunión con Mery; pero al abrir el armario lo primero que observé fue la ropita de putica que estaba esperando ser usada. Saqué el vestido negro más larguito que tenía (el de 80 cm.), las medias veladas color negro-invisible, el liguero negro y los zapatos color gris de tacón de 12 cm. Decidí no ponerme nada debajo, para ver que se sentía el estar fuera de casa sin esas prendas. Me puse primero las medias veladas y me observé en el espejo, realmente empezaba la transformación a puta desenfrenada; luego me sujeté el liguero y abroché las medias a este adminículo, seguía observándome en el espejo y era realmente excitante, lo cual me daba más ánimos de seguir adelante. Luego me calcé los zapatos y finalmente, por la parte de la cabeza, me puse el vestidito, que afortunadamente estiraba un poquito y me permitía tapar al menos la mitad de mis piernas morenas algo oscurecidas por las medias veladas. La forma final era realmente de una mujer sexy, atractiva, pero no la de las putas descaradas como las que quería lucirme algún día ante Marcel. Tomé un bolso de mano y una chaqueta que me tapaba hasta un poco más abajito de mi cintura, de tal forma que no sería muy evidente que no llevaba puesto nada debajo, una vez me la colocara, pero me la lleve en el brazo y salí hacia la sala donde estaba Marcel.

Me subí a propósito un poquito el vestidito como hasta tres cuartos de mis piernas y me le acerqué para decirle que de todas formas iría a la reunión con Mery, que era de las pocas veces que alguien me invitaba a esas reuniones y que si no iba luego jamás lo volverían a hacer. El verle la cara de sorpresa que mostró cuando me vio vestida así, fue algo muy excitante para mí, me incliné hacia el sillón donde estaba sentado, le di un beso en la mejilla de despedida y le dije que volvería tan pronto me aburriera en la reunión, que si era muy tarde que se fuera a dormir sin preocuparse por mí. De reojo seguí viendo como me observaba y en ese momento supe que algún día sería mío, o al menos su verguita rica que ya había probado sin que él lo supiera.

Ya dándole la espalda me coloqué la chaqueta introduciendo primero mi brazo izquierdo y luego me la pasé por detrás e introduje la mano derecha, la cual subí para que entrara todo el brazo, pero lo hice de tal forma que se me subiera lo más posible el vestidito para mostrarle disimuladamente mis nalgas a Marcelito, cuestión que supe que logré al mirar por encima de mi hombro la cara de mi hijo. Así salí hacia el ascensor, donde al entrar lo que hice fue desabotonarme la chaqueta y observar mi cuerpo en el espejo, realmente era una hembra en celo, pero sabía que la razón de mi excitación había quedado sólo en el Apartamento. Salí del edificio en el carro y al llegar al sitio de la cita con Mery lo dejé parqueado en un lugar visible desde donde nos reuniríamos, salí del carro, me abroché la chaqueta y rápidamente subí al sitio de la reunión. Apenas entré al salón dejé la chaqueta colgada en el perchero y estiré lo mas que pude el vestidito, ya todos se dieron cuenta del cambio en la mujer que normalmente conocían. Tomamos algunas copas, bailamos unas dos o tres horas y como ya estaba medio tomadita decidí retirarme de la reunión, mi mente solamente estaba dedicada a pensar en mi Marcel y que esta noche sería mío. Por el camino, nuevamente mi mente me pedía a gritos que actuara rápidamente con Marcel, ya no aguantaba tanta espera, y eso que apenas estaba empezando.

Antes de llegar al apartamento decidí que saldría a caminar por la calle solamente con el vestidito, sin la chaqueta encima y pasearme por un parque donde nadie me reconociera. Parqueé el carro, me bajé, me quité la chaqueta y la dejé en el asiento trasero. El caminar por la calle sin nada debajo, me daba un aire de frescura en mi entrepierna, pero a su vez empezaba mi vendito problema de que los demás me estaban observando vestida como una puta y que esa ropita era para exhibirme ante mi Marcel; sin embargo, empecé a sentir una excitación mayor al ser observada por los transeúntes sin ser reconocida. Entonces, lo que hice fue subirme aún más el vestidito hasta la unión de mis nalgas con las piernas y seguí caminando, como fuera necesitaba tener los ánimos para llegar entonada aún más a mi apartamento y poder cumplir mi obsesión de cogerme a mi hijo. En el parque había dos o tres parejas ocupadas en lo propio, únicamente me miraban de reojo y nada más. Después de unos 15 minutos de pasearme por el parque, respire profundo, me dirigí nuevamente al carro y me dirigí al apartamento, entré al edificio, dejé la chaqueta dentro del carro y subí al apartamento; antes de entrar me subí otra vez el vestidito y abrí la puerta, entre y saludé con algo de mareo, allí estaba mi Marcel acompañado de Andrea viendo TV. Todo se me fue al piso, pero como si nada me dirigí a mi habitación, habiendo notado que Marcela estaba asombrada de ver mi estado y desparpajo de mi ropa: el vestidito prácticamente recogido pero sin dejar ver mi chochita depilada. Así me acosté y me quedé dormida profundamente, hasta el día siguiente, cuando entró Marcel a mi habitación y me preguntó como me había terminado de ir en la fiesta. Me quejé de lo poca divertida que había sido, pero que talvez era debido a mi falta de experiencia en estos temas. Fue cuando se me iluminó la mente de puta y le dije que si podríamos ir juntos algún día a una discoteca para observar como era el ambiente y así mejorar mis relaciones sociales. Me dijo que cuando quisiera, que esa misma noche se podía por cuanto era festivo el día siguiente y no habría problemas de quedarnos hasta tarde divirtiéndonos.

Lo único que hice ese sábado durante el día fue pasearme por el apartamento con el mismo vestidito negro y sin nada debajo, aunque siempre me lo estiraba para que no se me fuera a ver que no tenía nada debajo y quedara al descubierto. Todo lo que fuera a ocurrir lo planearía para la discoteca. A las 10 de la noche, después de la cena le dije que cuando quisiera podríamos salir, que me iría a cambiar de ropa. Mientras me bañaba, y él hacía lo mismo, decidí que me podría el vestidito marrón pequeñito (el de 63 cm de largo con la cinta adicional de 7 cm, que al ser más estrecha que el vestidito apretaban muy bien ese vestidito contra mis piernas, sin que se recogiera fácilmente), las medias veladas color natural y los zapatos rojos de tacón de 15 centímetros, debía ir lo más provocativa posible. Sin embargo, no tuve la valentía de salir así y pensé que de pronto Marcel se podría sentir incómodo al verme así; entonces, me coloqué unos leggins de color blanco y así podría estar más tranquila y confiada. Cuando salí, noté que se admiró menos que la noche anterior cuando me vio con el vestido negro, pero me hizo el comentario de las zapatillas altas, a lo cual le dije que ya me había acostumbrado y así era realmente, que veía que muchas chicas usaban plataformas y que era normal. El llevaba una chaqueta de cuero marrón, una camiseta tipo polo de color blanco, unos pantalones de dril y los zapatos mocasines sin medias. Al subirnos al carro noté que me miraba disimuladamente y me dijo que si no iría a sentir frío con la ropa tan ligera, a lo cual le respondí mirando al asiento de atrás donde había dejado la chaqueta la noche anterior. Apenas llegamos al sitio de la discoteca, nos bajamos del carro y me coloqué la chaqueta y le sonreí para aliviar un poco la tensión del ambiente. Entramos y nos situamos en un cubículo pequeño, que contenía una silla de cuero rojo en forma de semiluna, una mesa redonda y un perchero. La pista de baile estaba rodeada por este tipo de cubículos, los que se podían "cerrar" por medio de una puerta deslizante de vidrio transparente, que realmente tapaba la parte superior del cubículo a partir de unos cuantos centímetros por encima del asiento, con una cinta plateada o pintura de ese color, dejando ver la totalidad de la parte inferior de la mesa.

Pedimos una botella de vino tinto y en el momento que el barman la destapó vi que se le regó un poquito sobre la mesa, la que limpió rápidamente disculpándose. Empezó a sonar la música y las parejas salieron a bailar, pero mi mente estaba maquinando cómo hacer para exhibirme ante mi hijo de una forma que pareciera natural o por lo menos no tan descarada. Fue cuando se me ocurrió que si el vino se le había regado al barman, a mí también me podría ocurrir algo parecido sin despertar sospecha alguna. Salimos a bailar y empecé a notar que la entrepierna de mi hijo crecía poco a poco y decidí retirármele un poquito, lo cual fue notado por él y creo que me lo agradeció. Seguíamos bailando pegando nuestras mejillas pero distanciados en nuestras partes íntimas, gozábamos y nos divertíamos sin ir más lejos y observábamos cómo los demás también se divertían sin ningún problema. Pero a medida que el tiempo transcurría el ambiente fue cambiando, ya los movimientos de los que bailaban eran mas sensuales y los nuestros no tanto. Nada mas fue observar a una pareja que empezó a besarse apasionadamente en la pista y a bailar apretadamente y nuevamente la putica dentro de mí salió a manejar el resto de la noche. El vestidito se me "subía" cada vez que nos sentábamos en la silla, pero no se me notaba nada por el leggín, entonces decidí actuar rápidamente o se perdería otra oportunidad como la de la noche anterior y ya no aguantaba más, estaba que me derramaba allí mismo. Le mostré a Marcelito como la pareja seguía besándose apasionadamente, pero sin tratar de insinuarme más, y al regresar mi mano a la posición de la mesa, toqué la copa de vino y el vaivén hizo que se derramará un poco de vino sobre mis piernas…..era lo que estaba esperando pero no lo había pensado de ninguna manera.

La mancha en el leggin era evidente y traté de secarla con una servilleta, pero lo único que logré fue extender aún más el manchón. Marcel únicamente me miraba y me dijo que fuera al baño y tratara de limpiarlo con agua del grifo. Fui al baño a tratar de arreglar la situación, al quitarme el legging y echarle agua se mojó prácticamente todo y la mancha seguía creciendo, desconsoladamente miré al espejo y vi que esa era precisamente la oportunidad que podía aprovechar: no volver a colocarme el legging y salir así del baño a la sala de baile, únicamente teniendo encima de mi cuerpo el vestidito, las medias veladas que subí lo mas que pude hasta tocar mi entrepierna y los zapatos de tacón de 15 cm. Así lo hice, me estiré ahora sí con todas las fuerzas posibles el minivestidito, logrando que me cubriera mis piernas y nalgas hasta unos 10 centímetros por debajo de mi chochita que estaba prácticamente hirviendo; solamente de mirarme nuevamente al espejo así de puta, me puse toda nerviosa, pero eran los mismos nervios que sentí en el teatro porno y en mi paseo por el parque la noche anterior. Vi enfrente del espejo a una mujer muy sexy, con una cabellera suelta, unos senos turgentes que parecían salirse por la parte superior del vestidito que parecía más una blusa que un vestido, el color de la piel trigueña hacía un perfecto encaje con el color del vestidito y las medias veladas, tal vez lo único que resaltaba era el color rojo de los zapatos de puta necesitada de verga, que al caminar me realzaba aún más mi colita de mujer sexy transformada en puta nocturna. Decidí salir a la sala de baile de una vez por todas, llevando en mis manos el legging y caminando de una forma que fuera un poquito evidente que estaba necesitando apagar las ganas inmensas de tener la verga de mi acompañante entre mis piernas, nadie sabía que era mi propio hijo.

Salí caminando despacio, pero por detrás de la pista de baile, vi como Marcel estaba distraído mirando a los demás divertirse y también pude observar que cada uno se fijaba en lo propio, sin poner demasiada atención a los demás. Cuando llegué a la mesa que ocupábamos, Marcel se quedó boquiabierto con lo que vio frente a sus ojos: la mujer que vi en el espejo del baño, solamente que era su Mamá, que había perdido el pudor. Le mostré el legging, le dije que no había podido quitarle la mancha y que se me había mojado todo, así que lo mejor era no volvérmelo a poner, que esperaba que le vestido no fuera visto como muy atrevido y que de todas formas estábamos en una discoteca y que ya cada pareja estaba pendiente de lo de ellos mismos y nada más. Claro que al pasar por enfrente de los cubículos noté que me miraban, lo cual me tenía cada vez más excitada. Coloqué el legging sobre la parte más alejada de la silla y me senté al lado de mi hijo, charlamos un rato sobre cosas intrascendentes y nos servimos otra copa de vino; luego, le alcancé la mano para que fuéramos a bailar, le dije que no se preocupara que nadie estaría poniéndonos mucha atención, que se fijara que cada pareja estaba concentrada en lo de ellos mismos. Claro que cuando salimos a la pista, por sobre el hombro de mi hijo notaba que yo era el centro de la atención de más de uno, máximo si habían notado mi destape de pareja normal a puta exhibicionista, lo único que me tranquilizaba era que mi Marcel sabía que todo se debía al accidente de la copa de vino. La entrepierna de Marcel empezó a reaccionar de una forma natural, pero esta vez no me le retiré, mi mente se la imaginaba poniéndose erecta debido al contacto de la piel de mis piernas largas, y de mi colita que se resaltaba aún más por el efecto de los tacones de 15 centímetros. Apreté un poco más a mi hijo contra mi cuerpo y en ese movimiento noté una corriente de aire fresco en mis nalgas, bajé mis manos y me estiré el vestidito, pero luego no las volví a subir a los hombros de mi hijo, las dejé sobre su cintura y así terminamos de bailar. Luego nos dirigimos a la mesa, el caminar como una puta de la mano de mi hijo y que nos estuvieran observando gente desconocida, me excitaba muchísimo. Al llegar a nuestro cubículo, hice que Marcel se sentara primero, cerré la puerta de vidrio transparente y me senté sujetándome el borde del vestidito para que no se me fuera a recoger, quería que mi hijo me observara con deleite pero sin que viera mi chochita hirviente, pero al sentarme era imposible que no se me viera mi entrepierna, junté lo mas apretadamente mis piernas y coloqué mi mano derecha sobre mis piernas para tapar de forma natural mi chochita.

Al ver la cara de asombro que tenía mi hijo, le tomé la barbilla con mi mano izquierda y se la sacudí diciéndole "qué le pasa a mi niño lindo?", a lo cual me respondió: "nada Mamita, es que nunca te había visto así y que notaba cómo los demás me miraban con lascivia"; le dije que eso era normal, que a lo mejor creerían que éramos novios o algo así, que como nadie nos conocía no le pusiera atención a esas cosas, que disfrutáramos nuestra primera salida juntos, y al decirle "sí?", dejé caer mi mano izquierda desde su barbilla y cayó sobre la entrepierna de él. Sentí una especie de corrientazo a lo largo y ancho de todo mi cuerpo, me quedé mirándolo fijamente y sin retirar mi mano izquierda del objetivo de mi obsesión, le puse mi mano derecha sobre el hombro y me le acerqué lo más que pude, le dije que se relajara, que pensara en cosas placenteras y le apreté por primera vez la verguita por encima del pantalón, observé que se puso un poco nervioso pero yo le seguí sobando la bragueta del pantalón y con mi mano derecha le atraje la cabeza hacia mi regazo, me abrí de piernas para que viera lo que tenía debajo de mi vestidito…nada, solamente mi chochita húmeda y totalmente depilada, debía estarme viendo mis piernas cubiertas por las medias veladas y la terminación de mi vestidito de putica en celo. Le dije "tranquilízate Marcelito, esta noche va a ser muy especial para mí, al ser la primera vez que salía a una discoteca contigo" a lo cual únicamente me respondió con un: "Mamiiiiitaaaaa….". Acariciándole el cabello y continuando con los movimientos de mi mano izquierda sobre el pantalón siguiendo la longitud de la verguita que estaba a punto de estallarle, le di un beso en la cabeza, subí mi pierna izquierda por encima de mi pierna derecha y la dejé reposar sobre las piernas de él. Pero la pena se le notaba a primera vista, me le retiré totalmente, serví otra copa de vino y me le volví a acercar un poquito más para que sintiera de nuevo el contacto de mi piel sobre sus pantalones.

Era ahora o nunca, así que recosté mi cabeza sobre su pecho y lentamente coloqué nuevamente mi pierna izquierda sobre las de él. Pero esta vez mi mano izquierda se dirigió directamente a la hebilla de la correa y se la desabroché, le desabotoné el pantalón y le bajé el cierre. Suspendí por un momento mis acciones y alcé la vista para mirar su reacción, estaba totalmente recostado sobre el espaldar de la silla con los ojos cerrados y con una expresión de felicidad, se pasaba la lengua por los labios y tenía las manos totalmente descolgadas sobre la silla. Volví nuevamente al ataque, bajándole los pantalones y los calzoncillos, lo que él facilitó elevando sus nalgas de la silla. Me agaché por debajo de la mesa para sacarle la ropa completamente de sus piernas y en ese momento miré hacia la pista de baile y vi que los que bailaban, en las vueltas que daban al pasar la vista por nuestro cubículo, estaban observando lo que allí pasaba, lo estaban mirando tanto los hombres como las mujeres. La excitación que me dio en ese momento fue la del típico corrientazo de pies a cabeza, decidí no sacar la ropa de las piernas de mi Marcelito. Subí lentamente y al alcanzar la altura de las rodillas de mi hijo, empecé a besarle las piernas, con mi mano derecha le subí la camiseta y le acariciaba el pecho y el estómago. Cuando estaba a unos 5 centímetros de llegar con mis caricias a los testículos, me senté completamente normal y le dije: "Marcelito de mi vida…cómo has crecido…que linda herramienta tienes…esta noche será únicamente para mí y te la voy a adorar por el resto de la vida. Desde ahora, además de tu Mamá, seré una mujer completamente nueva…seré y haré lo que tanto he deseado desde hace casi un año, cuando tu Papá me dejó, sacaré todo mi amor de mis entrañas y mis deseos de mujer para complacerte lo más que pueda y para alcanzar el clímax de mi sexualidad ante mi propio niño. Papito rico, te pido el favor que nunca olvides esta noche, lo que has visto, lo que vas a ver, lo que te voy a hacer sentir y sobretodo que tu Madre gozará de una forma inimaginable con el cuerpo tuyo, con cada una de tus partes y que tú también puedes gozar lo que quieras con cada una de las mías sin ningún problema; donde quieras y cuando quieras, me tendrás completamente rendida a tus deseos, con quien tú quieras, y yo también planearé cositas ricas para hacer contigo tanto en nuestro apartamento como en diferentes lugares públicos o privados, pero necesito desfogarme completamente, me vestiré como una putica únicamente para ti, así los demás nos estén observando y que gocen con los espectáculos que les estaré dando si quieren, nunca me arrepentiré de lo que he iniciado y de lo que voy a hacer, listo papito rico?. Únicamente me dijo: "lo que tú quieras Mamiiiiiitaaaaa riiiicaaaa….nunca dejarás de ser mi Madre y por eso siempre te haré caso en lo que me digas y aconsejes.

Esta vez al volver a observar a mi hijo, me acerqué a su boca y le di el primer beso de mujer en celo, cerré los ojos y le introduje toda mi lengua hasta donde más pude, le escudriñe cada rincón de esa boquita dispuesta a dejarse consentir. Escurriendo los jugos de nuestras bocas, pasé al cuello y como una gata dirigí mi lengua hacia su oreja derecha, le introduje lentamente toda mi lengüita de perra entre el oído y lo lamí hasta sentir sus jadeos entrecortados, luego comencé mi lento descenso hacia la entrepierna de mi hijo, con mi mano izquierda cogí y acaricié sus güevas suavemente mientras chupada y lamía los pezones de sus tetillas, lambía cada centímetro de la piel que iba encontrando, así hasta que llegué al ombligo y ahí me detuve por un momento, observé por primera vez en toda la magnitud la verga que sería mía a placer, con la mano izquierda icé el tallo de su verguita por la base y lo que vieron mis ojos me puso a mil: la cabecita estaba totalmente cubierta por un líquido transparente gelatinoso, dirigí mi lengua hacia la laguna que había quedado sobre su estómago donde descansaba antes esa linda cosita, la probé y no encontré ningún sabor salado como esperaba, era muy viscoso y cerrando los ojos abrí mi boca y chupe suavemente aquel néctar, lo paseé por toda mi boca y tragué por completo, luego seguí la estela que marcaba ese líquido pegajoso y cuando llegué a sentir la carne de la verguita de mi hijo cerré nuevamente los ojos, abrí lo más que pude mis labios, rodeé el glande totalmente lubricado por el mismo líquido viscoso y lo introduje un poquito dentro de mi boquita sin ejercer ninguna presión sobre esa ricura, la dejé entrar muy lentamente abriendo totalmente mi boca hasta que llegué a sentir el contacto de su cabeza contra mi paladar y de ahí hasta la campanilla, fue cuando sentí náuseas repentinamente pero apretando ahora mis labios sobre esa ricura inicié el lento alejamiento hasta que estuvo otra vez totalmente libre. Subí y le di otro beso profundo en la boca de mi hijo, pero rápidamente volví a bajar a chuparle la verguita como tan solo él se merecía y yo siempre había planeado: dejarla entrar muy lentamente en mi boca sin aprisionarla, ir hasta donde más pudiera y apretando mis labios volver a salir. Esto lo hice unas cuatro o cinco veces y sentí que mi niño quería derramarse, por los pálpitos que su herramienta estaba dándole a mi paladar. Decidí sacarla totalmente e iniciar con los ojos abiertos, mirándolo a la cara, el último enviste antes de montármele encima para tragarme ese mástil con mis labios vaginales y chochita hirviente. Esta vez saqué mi lengua lo más que pude para dejarle campo al objeto de mi adoración, la volví a dejar entrar en mi boca y a medida que la dejaba entrar aún más le observaba la cara a Marcel, era la misma que le había visto en la casa de campo la primera vez que los observé culiando de lo rico con Andrea. Cuando ya no pude tragar más esa verguita linda, humedecida y calientica, me quedé por unos minutos quieta, sin chupar, sin mover mi lengua con el fin de prolongar lo máximo ese momento, con mi mano izquierda volví a coger el tallo hermoso por la parte inferior y pude comprobar que podía empuñar bien esa parte de la verga de mi Marcel, lo cual quería decir que apenas había sido capaz de comerme unos 15 a 17 centímetros de los 23 disponibles, tendría que entrenar para lograr la penetración completa de esa belleza dentro de mi boca, así tuviera que entrenarme con pepinos, zanahorias y un consolador que ya tenía pensado adquirir para esos propósitos. En ese momento se me vino a la mente la idea de prolongar aún más ese momento en la discoteca, así que dejé salir la verguita de mi boquita de puta, me levanté de la silla, me estiré el vestidito y le dije a Marcelito que se sacara los calzoncillos y se pusiera de nuevo el pantalón para ir a bailar unas cuantas piezas musicales. Se puso un poco nervioso y me dijo que no sabía si podía salir así a la pista de baile, que estaba que se derramaba y que al bailar podría pasar eso por el meneo de esas zonas; le dije que no se preocupara y que me hiciera caso, que esa lechecita la necesitaba dentro de mi chochita o dentro de mi boca, que no la iba a dejar perder al aire.

Salimos a la pista de baile y ya prácticamente todos nos observaban, pero disimuladamente, era evidente que ya nos había visto por completo en nuestras acciones dentro de nuestro cubículo, no me importaba al fin y al cabo no nos conocían ni nos reconocerían después, eso me excitaba aún más como si ya no fuera suficiente. De todas formas salieron más parejas a la pista de baile y se desentendían de nosotros para dedicarse a lo de ellos. Mi vestidito se me subía prácticamente hasta la unión de mis nalgas con mis piernas, en los espejos de las paredes, podía comprobarlo y seguro que los que estaban sentados en sus respectivas mesas me verían toda mi chochita depilada y humedecida, sentía que se me escurrían los líquidos vaginales por entre las piernas y notaba algunos hilitos de los que chorreaba al piso, por lo que decidí apretar mis piernas en el baile y que ese líquido se quedar pegado a la parte interna de mis piernas..y otra vez se me iluminó la mente de zorra desesperada, bajé lentamente mi mano derecha hasta encontrar la bragueta del pantalón de mi Marcelito, le bajé el cierre, agaché mi cabeza como si tuviera mucho sueño y la apoyé sobre su pecho, saqué como pude esa salchichita erecta y ejerciendo presión hacia abajo decidí colocarla entre mis piernas. Mi hijito lo único que me alcanzó a decir fue que nos estaban observando unas parejas de la pista y casi todos los de los cubículos, le dije que se abandonara a los deseos de la Mamita, que no iba a permitir que pasara nada desagradable. Continuamos bailando y como observé que se alcanzaba a notar la punta de la verga de mi hijo por debajo de mi entrepierna, bajé mis manos y estiré nuevamente mi vestidito, acaricié mis piernas por encima de las medias veladas, cogí mis dos nalgas y las empujé hacia mi hijo, la sensación fue indescriptible, la tenía entre los labios vaginales por primera vez en la vida, estaba calientica y muy húmeda por lo que resbalaba fácilmente, subí mis brazos hasta el cuello de mi hijo y menié descaradamente mi culo, ya no me importaba nada ni nadie, solamente pensaba en gozarme ese momento que sería inolvidable por el resto de mi vida. Volvía y bajaba mi vestidito lo más que podía y de nuevo empujaba mis nalgas hacia el cuerpo de mi hijo, Dios santo que placer tan rico… y lo mejor era que Marcelito resistía por completo, me decía que no sentía las ganas de derramarse como cuando se la estuve chupando en la silla. La música paró y nosotros también, pero no nos separamos en nuestras partes íntimas, solamente le hice unos dos movimientos como cuando se está entrenado en una máquina de escalones: encogía un poco cada una de las piernas alternadamente, así acariciaba el rollo que tenía entre mis piernas. Así estuvimos tal vez por otras dos o tres canciones y le dije a Marcelito: "hijito rico, ha llegado el momento ya no aguantaré mucho más, vámonos para nuestro cubículo del amor donde me estaré entregando en cuerpo y alma a esta cosita rica y a todo tu cuerpo…te chuparé otro ratico esta verguita rica y verás como tu Madre se come el tallo de su hijo", le saqué la verguita de mi entrepierna, se la metí en el pantalón, le subí el cierre y nos fuimos al cubículo. Aunque ya no era necesario disimular más, de todas formas cerré la puerta de vidrio transparente, que los que quisieran ver el espectáculo que por lo menos salieran a bailar a la pista de baile.

Marcel se sentó normalmente, yo me acomodé por última vez mi vestidito y dejé que mirara por un momento el monumento de mujer que tenía enfrente: una mujer de 35 años, con unas piernas turgentes, trigueñas, cubiertas por unas medias veladas a las que en ese momento no se les notaba la parte de la silicona, corrí un poco más la mesa para que pudiera ver también mis zapatillas de tacón de 15 cm., me di la vuelta que dan las jóvenes que van a los programas de TV, mis téticas erectas, que necesitaban ser chupadas y cabellera completamente suelta. Me agaché cuando le di la espalda para que viera la cuevita que le iba a dar placer en unos momentos, continué con la vuelta, recogí mi pelo totalmente sobre mi hombro izquierdo, me arrodillé sobre el asiento de la silla, gatié hasta encontrar las piernas de mi Marcelito, realicé por última vez el ritual de bajarle el pantalón, dejé libre definitivamente mi tesoro adorado, pasé mi mano izquierda sobre las piernas de mi hijo dejando la derecha libre para lo que se necesitara y bajé mi cabeza al encuentro de la cabecita de ese mástil que volvía a palpitar, miré por debajo de la cinta plateada de la puerta de vidrio hacia la pista de baile para observar lo obvio: los espectadores que en suerte les tocó esa noche presenciar a una Mamá comiéndose a su propio hijo. Claro, ellos no lo sabían. Me pasé la lengua por mis labios mirándolos a la distancia y les piqué el ojo, comencé otra sesión de chupadas de la verga de mi Marcel, chupadas lentas y profundas, dejándola salir y entrar parsimoniosa y rítmicamente, hice todo lo que pude pero no fui capaz de tragármela entera, volví a besar la boca de mi hijo para mezclar todos nuestros jugos, pasé lentamente mi pierna izquierda al otro lado de las de mi hijo, levanté mi cola para que todos la pudieran observar, me quiete las tiritas del vestidito y liberé mis tetas para que mi niño me las chupara. Cuando sentí el contacto de su boca en mis pezones, nuevamente sentí el corrientazo que recorría todo mi cuerpo y bajé mi culo a la posición de penetración. Voltié a mirar sobre mi hombro, me chupaba los labios y con los ojos cerrados solamente pensaba en esa barra que me introduciría en mi chochita… pasé mi mano derecha por la parte de atrás de mi nalga y como pude localicé el tallito de la verguita, la puse vertical y bajé mi cola lentamente hasta que estuvo en contacto con ella, retiré la mano y dejé que la verga de mi hijo entrara en mi chochita una tercera parte de su longitud, entonces sentí un placer que jamás olvidaré, la necesidad de gozarme aquella posición, comencé a contornear mi culo en semicírculos ida y vuelta sin dejarla que penetrara aún más, pero no aguantaba más el deseo de tenerla adentro totalmente, paré un momento la dejé salir hasta que sentí que la cabeza de mi obsesión (aquella verga) estaba a punto de salir, solamente recuerdo que le dije a mi hijo: "llegó el momento papito rico, goza de tu puta Madre que está que se come sola, métame esa verga hasta lo más profundo de mis ser y derrámate dentro de mis entrañas….goza papito rico…goza…..que tu madre va a hacer su última montada muy rápidamente…soy una puta en celo papito rico…te amo….te adoro y te juro que te estaré deseando por el resto de mi vida sexual….papiiiiiiiiitttttooooo….que cosita rica te dio la vida para hacer gozar como una cerda a tu puta Madre…..", Lo oí decir: "Si Mamita, siéntate en la verga de tu propio hijo, métetela hasta donde tú misma puedas…muévete rápido y con todas las ganas que tengas dentrooooooo…….". Entonces dejé que el peso de mi cuerpo hiciera su trabajo y bajé lentamente hasta engullir totalmente la verguita deseada, increíble como gozaba….no quería que esto terminara…pero sentí los primeros pálpitos de la verga de mi hijo, le dije "tranquilo papito rico, deja que tu Mamita haga el resto del trabajo, relájate…." Y comencé la montada que esperaba también estuvieran gozando los de la pista de baile…eso me puso aún más arrecha y comencé a subir y a bajar, recorriendo totalmente la longitud de aquella verga, la sentía toda dentro de mí, sentía su roce en mi clítoris y como me llenaba internamente…Entonces paré un momento, dejé salir casi toda la verga de mi chochita hirviente y le dije a Marcelito: "hijo de mi alma, mi cuerpo va a hacerte algo que espero goces con todo tu ser…te haré los movimientos más rápidos que pueda…te haré con mi culito los movimientos del baile de Shakira..moveré mis nalgas y cinturita de tal forma que tu verguita sienta todo el fuego que llevo dentro, hasta que nos derramemos simultáneamente y las veces que nuestros cuerpos puedan…..no pude más solamente subía y bajaba a toda velocidad, dando giros rápidos y temblores que me salían de mi arrechera de puta que por fin estaba alcanzando los límites del placer……y en ese momento decidí voltearme lentamente girando mi cuerpo, pasando mi piernas estando sentada sobre la verguita de mi Marcelito adorado, apoyaba mis manos sobre las piernas y estómago de mi Marcelito, que parecía no iba a resistir ese movimiento circular de mi cuerpo, le dije: "resiste amorcito lindo, quiero que veas el culito de la putica que está sobre ti, tu propia Madre, la perra en celo que necesita prolongar al máximo este momento inolvidable, al ir girando notaba como las medias veladas rozaban la piel de las piernas del dueño de la verga que tenía dentro de mí, al terminar de voltearme me recogí el vestidito hasta la parte inferior de mis tetas, el vestidito ya hacía el papel de cinta enrollada en ese punto de mi cuerpo. Le dije a mi hijito del alma: "puedes ver mi culito?", a lo que me respondió con jadeos entrecortados: "si Mamita rica, tienes unas nalgas redonditas , un culito apretadito y una chochita que está muy mojada…que rica te ves, bajate el vestidito un poco….quiero volver a ver esa puta en que estás convertida sobre mi cuerpo vestida..como si estuviera vistiéndote en tu cuarto….", le obedecí instantáneamente, me volví a bajar el vestidito hasta la cintura, me puse otra vez las tiritas sobre mis hombros", me quedé quieta un ratico y luego coloqué mi cabeza sobre la mesa, alcé mi culito hasta que la verga quedó a punto de salir de mi ser y empecé un descenso lento, luego a subir hasta la posición inicial y volver a bajar lentamente, el movimiento que hacía era en semiarco, contorneando en forma de ola la longitud de mi cuerpo desde las tetas hasta la parte baja de mis piernas, sabía el espectáculo que estaría observando mi niño adorado, debería estar viendo cómo los labios vaginales de su propia Madre se engullían apretadamente ese tubo de carne, únicamente jadeaba como una cerda que estaba gozando de lo lindo, trataba de mirar por encima de mis hombros a la cara de mi adoración, pero no lo podía lograr, quería ver cómo gozaba de mi culo, me apoyé totalmente con mis manos en la mesa sin dejar de subir y bajar sobre la verguita rica que me estaba comiendo con mi chocha ardiente, me senté totalmente sobre ese mástil y con mi mano derecha que pasé acariciando mis nalgas, comprobé que efectivamente tenía toda esa verga dentro de mi ser, no había nada diferente de las güevas de mi Marcelito fuera de mi chocha, que delicia Dios mío…aaahhhhhhh, volví a colocar mis tetas sobre la mesa y dejar que mi culito hiciera el trabajo de entrar y salir de esa verga lisa y larga, miraba hacia atrás por el lado izquierdo de mi cuerpo, como cuando uno va al gimnasio a hacer ejercicios para desgastar los bananos laterales, relamía mis labios con la lengua humedecida, estiraba mi vestidito para que cubrirán parte de mis nalgas, pero rápidamente se volvía a recoger hasta la cintura, ooohhhh Dios…que placer….."que verga rica tienes hijo de mi vida….no quiero que esto se termine nuncaaaaaaa….quiero vivir con ella adentro de mi boca, de mi chochita y de mi culo, quiero estar siendo penetrada a toda hora por esta cosita rica que te di yo misma cuando estabas en mi vientre…cuando todavía no habías nacido para ser mi hijito adorado hasta llegar a ser mi hombre….pasé mi mano izquierda hacia atrás acariciando mi nalga hasta llegar a tocar el tallo húmedo de la verga de mi hijo, se sentía calientica…. que delicia, ayudaba a bajar lentamente mi cuerpo sobre el de mi hijo, empujaba con mi mano mi cintura hacia abajo, recogí mis piernas lo más que pude y apretaba el cuerpo de mi Marcel en ese movimiento sin dejar de estar en el cabalgamiento lento de ese trozo de carne calientica de 23 cm, me apoyé en las puntas de mis pies sobre la silla y levanté todo mi cuerpo, agaché mi cabeza sobre la mesa y pude observar lo que quería: la verga de mi Hijo y su carita de placer….ver cómo bajaba y era engullida por mi chochita depilada, veía mis labios vaginales alrededor de ese cilindro carnoso entrando y saliendo lentament…."oooohhhhh mi Amor…hijo de mi almaaaaa…..que delicia mi corazón….que no termine tan rápido…resisteeeeee…..que apenas sienta tus chorritos dentro de mi ser será la mujer más feliz de la Tierra….ohhhh siiiiiiii, siiiiiii…..mi vida………mi hombresito……", en ese momento Marcel me acarició mis nalgas con sus manos de varón que estaba gozándose esa puta que estaba engullendo su verga entre sus piernas….pasé mi mano izquierda por debajo de mi cuerpo hasta coger la raíz de la verga de mi hijo y subí mi cuerpo hasta la punta de esa cosita rica….le dije "Mi vida….alista todas tus energías y derrámalas en el interior de la chocha de tu Madre… de la GRAN PUTA DE TU MADREEEE, que te está gozando a más no poder……levanté la rodilla de mi pierna derecha de la silla y dejé únicamente apoyado mi pie….solté la verga de mi hijo y….. fue cuando sentí los primeros chorros de semen de mi hijo dentro de mi ser…..aceleré el sube y baja rápidamente….métemela todaaaaa…..todaaaaaaaa……sentía el ruido de los líquidos apretados por nuestros cuerpos, el chasquido de los flujos…continuaba viendo la cara de mi hijo…se mordía los labios…estaba en el clímax del placer…. y el orgasmo más intenso que hasta ese momento jamás había sentido, incrementé la aceleración del sube y baja, ya saltaba enloquecida de placer sobre la silla, pero sin dejar salir ese tesoro de mi cuerpo….que cosa tan divina…me estaba derramando también con la verga de mi hijo dentro de mí…papito ricooooo…….ahhhhhhhhh….que delicia…….", mi Marcelito gritaba "si Mamitaaaaa, trágate toda mi verguita….todo mi ser esta fluyendo hacia tu interiooooorrrr…..". Al cabo de unos pocos segundos, levanté totalmente mi culo y lo dejé izado al aire para poder permitir que el semen chorriara desde mi interior hacía la spiernas de mi Marcelito y viera lo que había hecho, luego con mi mano derecha alcancé la parte trasera de mi nalga y la abrí para que se viera toda mi chochita en su parte interior y cómo había quedado, salió un hilo de semen y no pude más….me levanté como pude de esa posición, me volví a acomodar de frente sobre el cuerpo de mi hijo, como si fuera a culeármelo otra vez… y finalmente me recosté totalmente en el cuerpo de él, encogí mis piernas, las apreté y dejé separar definitivamente la verguita de mi hijo de la cueva del placer, sin dejar de apretarla lo más que podía, volví a mi posición de perra sobre la silla y bajé a chuparle todos los jugos que salían y se deslizaban sobre el tallo de mi adoración: aquella verga inolvidable…al cabo de unos dos minutos la succioné definitivamente, le di un beso en la cabecita y le dije "hasta la próxima ocasión churrito mío….". Marcelito solamente atinó a decir: "cuando quieras Mamita linda y rica…me has hecho gozar como nunca…".

Nos tomamos otra copa de vino, me coloqué nuevamente los leggins, Marcel se arregló rápidamente, llamamos al barman pagamos la cuenta y salimos de aquel sitio que nunca olvidaré: la discoteca donde por primera vez me cogía mi hijo, donde gocé de lo lindo esa verguita y donde de paso di un espectáculo a los que allí se encontraban. A propósito, en un próximo relato les contaré donde queda y como se llama, para si se animan vayan con sus parejas…se puede hacer lo que se quiera sin ningún contratiempo.

Salimos en el carro, llegamos al apartamento y a dormir cada uno a su cama…empezaba la resaca del arrepentimiento, el dolor de haber hecho algo que para todo el mundo. Incluyéndonos nosotros, no debió pasar, pero que pasó y por eso se los relaté con el mayor detalle que he podido. No lo había escrito por esa misma razón, estaba totalmente arrepentida de lo sucedido…hasta que la putica que llevo adentro despertó otra vez al caminar por las calles y ver mujeres desinhibidas. Espero poder tener el valor de volver a excitar a mi hijo Marcel, para llevarlo al teatro porno, comérmelo allí y, sobretodo, para poder tener la fortaleza de poder escribirlo en un nuevo relato, eso si: iré escribiendo lo que vaya haciendo de preparativos para esa ocasión, que compraré, como lo excitaré otra vez… y en fin para que no me quede tan pesado volver a escribirlo como me sucedió con esta primera vez.

1 comentarios - Despertar incestuoso de una madre joven (tercer parte)

Frank_oo7 -1
Woaaauu... Es tan excitante el incesto, a excepción de nunca lo haría