" La Broma "
[/size]Todo empezó como una broma que le gastó Pedro a su madre.
VivÃan solos desde que su padre los abandonó cuando él tenÃa 10 años. Ahora Pedro tiene 22 años y su madre 45. Morena, bajita, algo regordeta, pero muy simpática. Trabajaba para mantenerlos a los dos e insistió en que Pedro estudiara una carrera. Le dijo que querÃa que su hijo fuese más que ella.
Desde hacÃa unos meses, Julia, la madre, se habÃa aficionado a internet. Se pasaba el dÃa mandando y recibiendo emails a sus amigas.
Una noche, para la cena, Pedro vio con asombro como su madre tomaba solo una ensalada de col con coliflor. La cocina apestaba a coliflor cocida.
-¿Sólo cenas eso, mami?
-SÃ.
-¿Y eso?
-Matilde me mandó un correo en donde decÃan que la col y la coliflor son muy buenas para la piel
-¿Queeeeeeeee?
-SÃ, sÃ. Según un estudio de la universidad de Helsinki.
-Pero mamá. Que todo eso no son más que tonterÃas.
-SÃ, claro. Ahora resulta que tú vas a saber más que los cientÃficos que hicieron el estudio.
Pedro se calló. Total, no era más que col y coliflor. Daño no le iba a hacer. Como máximo, le darÃa una cuantas flatulencias, de esas calentitas, pensó, y se rio.
-¿De qué te rÃes, mozalbete?
-Jajaja. De nada mami. Pero mantente alejada de mà mañana.
-¿Por?
-Para que no me atufes.
Julia miró el trozo de coliflor que estaba a punto de meterse en la boca y comprendió.
-Tonto. Tú también deberÃas comer un poco. Es muy sano.
-Ya, pero paso.
+++++
Un par de semanas después, Pedro se quedó mirando como su madre se preparaba un batido con tunos indios.
-Me mandaron un correo en donde decÃan que el tuno indio tiene grandes propiedades antioxidantes y es bueno para el colesterol.
Pedro puso los ojos en blanco.
+++++
Durante las siguientes semanas, Pedro se sorprendió una y otra vez con las ocurrencias de su madre. Una tarde la encontró en el salón con la cara llena de pepino cortado en rodajas. La universidad de Colorado decÃa que limpiaba los poros.
Otro dÃa le fue a dar un beso al llegar de la facultad y el pestazo a ajo lo echó para atrás. Su madre le dijo que un estudio revelaba que el ajo era el anti cancerÃgeno más potente de la naturaleza.
Las cosas más peregrinas que le mandaban sus amigas se las creÃa a pies juntillas. Peelings de azúcar, mascarillas de té y miel. Probaba las cosas unos dÃas hasta que recibÃa un nuevo correo y pasaba al siguiente remedio milagroso.
-Pero mamá, por dios. ¿Cómo puedes creerte todas esas cosas?
-Pues me van muy bien.
-Seguro que la mayorÃa, si no todas, son mentiras. Ocurrencias de alguna mente calenturienta.
-Tú que sabrás
Pedro decidió no insistir. VigilarÃa que no hiciese ninguna locura. Su madre era tan crédula, que si un estudio de la Universidad de Chiquitistan decÃa que lavarse los dientes con un poco de lejÃa combatÃa las caries, la muy inocente lo harÃa.
+++++
Una tarde Pedro estaba en su habitación, mirando un poco de porno para relajarse de los estudios. En su pantalla, una linda morenita chupaba una inmensa polla, hasta que el tipo se corrÃa abundantemente en su risueña cara. Después, la chica, sin dejar de sonreÃr, se esparcÃa el semen por la cara.
En ese momento, Pedro recordó las boberÃas que se decÃan. Los bulos que circulaban por ahÃ. Recordó la credulidad de su madre y decidió gastarle una broma.
Buscó en internet el escudo de una prestigiosa universidad americana. Preparó un escrito, tratando de que le saliera lo mejor posible, y se lo mandó a su madre con un correo que ella no conocÃa.
-Jajajaja, mami. A ver piensas de este estudio.
Un rato más tarde, su madre llegó del trabajo. Pedro la saludó.
-Hola mami. ¿Qué tal el trabajo?
-Uf, vengo agotadita. Me voy a dar una buena ducha y preparo la cena. Después miraré mi correo y me iré a la camita.
-Vale. Si quieres, mientras te duchas, voy preparando algo de la cena.
-Eres un sol. Si quieres, vete pelando unas patatas.
-OÃdo cocina.
Mientras pelaba las patatas, Pedro no pudo evitar reÃrse imaginando la cara de su madre cuando leyese el correo.
Cenaron y después ella, como le habÃa dicho, le dio las buenas noches y se fue a su habitación. Pedro se fue al salón. AprovecharÃa que no estaba su madre para buscar una pelÃcula de marcianos. O de miedo.
Julia se sentó frente su ordenador. Lo encendió y se fue a leer su correo. Empezó por el primero. Un pps de una de sus amigas con chistes sobre suegras. Se rio, recordando a la bruja de su suegra. Una par de correos más de sus amigas, con fotos de lindos paisajes, algunas recetas.
Mucho spam. Ya los reconocÃa y los borraba sin abrir, sobre todo si no conocÃa a quien se los mandaba. Pulsó para borrar uno de alguien desconocido. El asunto decÃa.
"Nuevo estudio de la Universidad de Houston, Texas".
Le picó la curiosidad. Y lo abrió.
"Houston, Texas. 10 de julio de 2012.
CientÃficos de la Universidad de Houston han publicado en la prestigiosa revista médica New England Journal of Medicine un estudio sobre los beneficios para la salud del semen humano.
Según el estudio, el semen humano tiene muchas propiedades, que hasta ahora eran sólo hipótesis. Han demostrado, estudiando a más de 100 voluntarios, que posee ingredientes muy beneficiosos para la piel.
Para el estudio usaron varios grupos de control. A unos se les facilitaba un placebo y a otros semen real. Demostraron que aquellos que regularmente esparcÃan sobre su rostro semen humano conseguÃan a las pocas semanas una piel más fina, más uniforme y sin manchas. Asà mismo, disminuÃan las arrugas y aumentaba la tersura general de la piel.
El mismo estudio indica, asà mismo, que el semen ingerido también tiene beneficios para la salud. Se han contrastado mejoras generales del organismo, disminución del apetito y mejora en el estado del bienestar.
Parece ser que los beneficios de ingerir semen son más pronunciados en las mujeres que en los hombres. Se especula con posibles causas genéticas para esta discrepancia entre los sexos. El sexo femenino está más preparado para asimilar las proteÃnas del semen que el sexo masculino.
El estudio termina indicando que las propiedades beneficiosas del semen disminuyen rápidamente con el tiempo, siendo mucho mayores recién eyaculado. Diez minutos después de producirse la eyaculación, parece ser que los beneficios desaparecen"
-Joder- dijo Julia cuando terminó de leer el correo.
Cualquier otra persona se habrÃa dado cuenta de la sarta de tonterÃas que contaba, pero Julia lo volvió a leer.
-Joder - repitió.
Se lo habÃa creÃdo a pies juntillas.
+++++
Al dÃa siguiente, durante el desayuno, Pedro quiso saber si ella habÃa leÃdo el correo.
-¿Que tal mami? ¿Descansaste?
-Ummm, sÃ. He dormido como un lirón.
Pedro le iba a preguntar si habÃa recibido más correÃtos con remedios milagrosos, pero se dio cuenta de que si lo hacÃa a lo mejor ella sospecharÃa. Asà que no le dijo nada. Si lo habÃa leÃdo, la broma ya estaba hecha. Y si no, pues tampoco pasaba nada.
Ella no dijo nada. No insinuó nada. Quizás, se dijo Pedro, se habÃa pasado con el correo y ni siquiera la crédula de su madre se lo habÃa creÃdo.
Se olvidó del asunto.
Hasta que tres dÃas después, su madre le preguntó, a bocajarro, de sopetón, sin avisar.
-Oye...Pedro... ¿Tú te masturbas mucho?
-¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeee?
-Que si te masturbas mucho.
-Coño, mamá. ¿Qué pregunta es esa?
-Es... sólo por saberlo.
Pedro estaba asombrado. Aunque la relación con su madre siempre habÃa sido muy abierta, aquella pregunta lo dejó ojiplático.
-Pues...no sé. Lo normal, creo.
Notó que las mejillas de su madre se ponÃan rojas.
-Y... ¿Qué haces...después?
-¿Cómo que después?
-Me refiero...esto....uf.... a qué haces...ya sabes, con... el semen.
Pedro comprendió de repente. Su broma. Su madre la habÃa leÃdo. Y se la habÃa creÃdo. Pero no podÃa ser. Si no eran más que burradas.
-Mamá, joder...
-¿Lo tiras?
-Pues claro que lo tiro. ¿Qué quieres? ¿Qué lo saque de paseo? Lo limpio con papel y al baño.
Las mejilla se su madre se encendieron más. Julia se morÃa de vergüenza. Miró al suelo.
-¿Me lo darÃas?
-¿Pero qué dices? ¿Te has vuelto loca?
-No... Es...es...por un estudio...dice que...
-¿Qué estudio? - Preguntó, sabiendo la respuesta
-Uno que leÃ.
Pedro le iba a decir la verdad. Que el estudio era falso. Que todo habÃa sido una broma que él le hizo. Pero notó como la polla se le estaba poniendo dura. ¿Hasta dónde llegarÃa ella?
-¿Hablas en serio, mamá? ¿Quieres que te de mi semen?
-SÃ. Lo vas a tirar en el retrete, ¿No? ¿Qué más te da?
-Joder, es que lo que me pides es muy raro.
-Lo sé, lo sé. Llevo dÃas pensando en como pedÃrtelo. Eres el único al que puedo pedÃrselo. Sé que no le vas a contar a nadie esto. Debe quedar entre nosotros. Me morirÃa si alguien llegara a saberlo.
Desde que su padre los abandonó su madre no habÃa vuelto a salir con hombres. Asà que él era el más cercano.
-¿Lo harás, Pedro? Por favor...di que sÃ.
-Uf, mamá. Esto es muy raro, la verdad.
-Por favor.
La polla le dolÃa encerrada en los vaqueros.
-Está bien.
-Gracias, tesoro.
Julia levantó la vista. Estaba menos roja. Ya habÃa pasado el trago de pedirle a su hijo semejante cosa.
-¿Y...cómo...lo hacemos?
La mente de Pedro volaba. Se imaginaba toda serie de morbosidades. Pero su madre ya lo tenÃa todo planeado.
-Pues, he pensado que cuando te masturbes y vayas, ya sabes...a acabar, eches el semen en un vasito y después me lo das.
-¿Qué vas a hacer con él? ¿Alguna extraña receta?
-No...uf...pensarás que estoy loca.
-DÃmelo.
-Es para...la piel. El estudio decÃa que era muy beneficioso para la piel del rostro.
-¿Te lo vas a...?
-Sà - respondió, volviendo a ponerse roja.
-Joder.
La polla de Pedro tuvo un espasmo. Su madre estaba dispuesta a esparcirse su semen por la cara.
-¿Qué más decÃa el estudio? - preguntó, para comprobar si ella estaba dispuesta a todo.
-También decÃa que ingerido es muy beneficioso para la salud, especialmente de la mujer.
-Coño.
-SÃ, ya sé que es algo sorprendente, pero el estudio era de una prestigiosa universidad y ha sido publicado en una de las mejores revistas médicas.
¿Qué coño sabÃa su madre sobre universidades prestigiosas y revistas médicas? Pero no le importaba. La idea de hacer lo que ella le pedÃa lo tenÃa muy excitado.
-Bueno, está bien. Lo haré.
-Oh, gracias tesoro. Muchas gracias.
-Esta noche me corre...eyacularé en un vasito y mañana te lo doy.
-Uy, no. El estudio dice que las propiedades se van rápido. Tengo que...usarlo antes de diez minutos.
-Coño, como la vitamina C del zumo de naranja, ¿No?
-Si, jeje.
-De acuerdo entonces. Te lo llevo desde que... termine.
Julia sonrió. La cosa no habÃa sido tan terrible. Su hijo era un sol.
-¿Cuándo...ya sabes... lo harás?
-No sé. Puede que después, antes de dormir.
-Ah, vale.
Julia hubiese jurado que su hijo estaba excitado. Pero prefirió no decirle nada más. Ya era bastante extraño todo lo que habÃa pasado como para pedirle que se fuera a masturbar ahora.
Pedro estuvo excitado durante la cena. Y después de la cena. TenÃa ganas de irse a su cuarto a hacerse una buena paja. Pero su madre sabrÃa que iba a hacer eso. Y extrañamente, le daba un poco de reparo.
Asà que se quedó en el salón, viendo la tele. Miraba de reojo de vez en cuando a su madre.
"Coño, mami. Pero mira que eres crédula", se decÃa una y otra vez.
Cuando terminó la pelÃcula, Pedro se levantó.
-Bueno, me voy a... dormir.
-¿Dormir? ¿Y no...? ya sabes.
-SÃ. Está bien. También a lo otro.
-Gracias.
Pedro fue a la cocina y buscó un vaso pequeño. De ahà se fue a su cuarto. Julia se quedó en el salón. Estaba muy nerviosa. Su hijo se habÃa ido a su cuarto. Se iba a masturbar, a echar su semen en un vaso y luego se lo traerÃa a ella. Y ella, después...
Pedro cerró la puerta.
-Joder. Esto es una locura.
Pero se bajó la bragueta y se sacó la polla. La tenÃa muy dura. Como nunca. Se la agarró con la mano derecha y empezó una lenta paja.
-Joder, joder. Me voy a correr en el vasito y mi madre se echará mi leche por la cara. ¡JODER!
No aguantó mucho. Lo enormemente prohibido de lo que estaba haciendo era muy fuerte. Sintió la llegada de su orgasmo. Puso el vasito delante de su polla, y empezó a correrse.
El primer chorro fue tan fuerte que rebotó en el fondo y salió disparado hacia el suelo. Los siguientes los controló y cayeron todos dentro. Tuvo una buena corrida.
De su polla colgaba un hilillo de semen. Con el borde de vaso lo recogió. Después, levantó el vaso y lo miró. HabÃa una buena cantidad de semen.
¿Y ahora qué? ¿Se lo doy o le digo la verdad?
Optó por dárselo. CabÃa la posibilidad de que ella se echase para atrás. Se guardó la polla en el pantalón y fue al salón.
-¿Ya? - preguntó su madre.
-Sip.
-Has sido... rápido
-Bueno, a veces duro más y a veces menos.
No podÃa decirle que estaba tan caliente al imaginar como ella se esparcÃa su corrida por la cara que no habÃa aguantado nada. Se acercó y le dio el vaso.
-Bueno, mami, aquà tienes lo que querÃas.
Julia alargó la mano y cogió el vaso. Se quedaron unos segundos sin hablar, sin saber que hacer.
-Me voy a dormir. Hasta mañana.
-Hasta mañana, tesoro.
Cuando Pedro se fue, Julia salió corriendo para hacia su dormitorio. Si habÃa llegado hasta allà no querÃa que ahora las maravillosas propiedades de lo que contenÃa el vasito se evaporan.
Entró, se sentó frente al espejo de su tocador.
-Bueno, vamos allá.
Miró el vaso. Lo movió un poco. El semen de su hijo era espeso, y aún estaba caliente. ¿Cómo hacerlo?
Decidió echárselo en una mano. Vació el contenido sobre la palma de su mano izquierda. Dejó el vaso boca abajo para que la mayor parte cayera. Seguidamente, se llevó la mano a la cara.
Y lentamente, como si fuese la crema de noche que usaba, se empezó a untar el caliente y pegajoso semen por el rostro. Por sus mejillas, en su frente, en su barbilla. No habÃa una cantidad muy grande, asà que no pudo cubrirse bien del todo. Pero quedó satisfecha.
Se miró al espejo. Su cara brillaba un poco. Y el olor del semen llegó a su nariz. Fue consciente de lo que habÃa hecho. Se habÃa echado el semen de su hijo por la cara.
-Jajajaja, al final lo que no pudiste hacer tú lo ha hecho tu hijo.
Se referÃa a su marido. Muchas veces le habÃa pedido que dejase que se corriera en su cara, pero ella nunca lo dejó. Lo encontraba sucio, denigrante. Y ahora, ella misma, se acabada de poner semen en la cara.
-Pero lo dice la New Medicine esa.
Se quedó unos minutos allÃ, mirándose al espejo. A medida que el semen se iba secando, empezó a tirar de su piel. Julia lo notó.
-Coño, funciona. Lo noto. Funciona
El correo no decÃa nada de cuanto tiempo habÃa que llevar la extraña mascarilla. Decidió que con 10 minutos deberÃan bastar. Pasado el tiempo, fue al baño y se lavó la cara. Se acercó al espejo y se miró.
-Ummm, yo me veo como siempre. Pero es la primera vez. El estudio decÃa que a las pocas semanas se notaban los efectos.
Se fue a dormir, contenta.
+++++
Pedro se levantó empalmado, como siempre. SolÃa hacerse una paja matutina, para empezar el dÃa relajado. Y esa mañana estaba especialmente caliente, después de lo de la noche anterior
¿Lo habrÃa hecho su madre? ¿Se habrÃa puesto su leche a modo de mascarilla facial? ¿O se habrÃa arrepentido en el último momento?
Decidió esperar a ver que le decÃa ella, asà que se levantó, hizo pis y se fue a la cocina a desayunar. Su madre ya estaba levantada.
-Buenos dÃas, mami.
-Hola tesoro. ¿Cómo has dormido?
-Muy bien. ¿U tú?
-Bien también.
Esperó a que ella le dijera algo. Su madre seguÃa preparando el desayuno, sin decir nada. La curiosidad pudo con él.
-¿Y bien? ¿Qué...tal? - le preguntó.
-Pues...creo que bien. Ha sido sólo el primer... tratamiento. Pero noté que sà que funcionaba. La piel la noté como tirante.
La polla de Pedro se le puso dura al instante. Lo habÃa hecho. Su madre se habÃa echado su semen en la cara y se lo habÃa esparcido. Hubiese dado su brazo derecho por poder verlo. Y encima decÃa que sólo habÃa el primer tratamiento. ParecÃa decir que habrÃa más.
-Me... alegro que de funcione, mamá. Es verdad que te noto la cara como más... fresca. - mintió como un bellaco.
-¿De verdad? - preguntó ella con una inmensa sonrisa.
-SÃ.
-Oh, gracias, tesoro. Eres un sol.
-Esto...antes de irte a la facu... ¿TendrÃas tiempo para...?
-¿Más tratamiento?
-SÃ.
-Claro mami.
-Gracias.
Pedro se terminó el desayuno, cogió un vasito y se fue.
-Ahora vengo.
Julia se quedó en la cocina, esperando. No vio como Pedro, ya por el pasillo, se habÃa sacado la polla. No vio como entró en su cuarto, metió la punta de la polla en el vaso y se corrió intensamente. Ahora sabÃa que su madre se habÃa echado su corrida por la noche. Y sabÃa que se la iba a echar otra vez. Eso lo habÃa calentado tanto que se habÃa corrido enseguida.
Decidió esperar un par de minutos antes de regresar a la cocina. Ella lo esperaba, sentada.
-Aquà tienes.
-Umm, gracias, gracias.
-Bueno, me voy a la facu. Hasta luego.
-Estudia mucho.
En cuanto Pedro se fue, Julia se fue al baño. Frente al espejo, dejó caer el espeso semen de su hijo en ambas mejillas. Después, con las manos, se lo esparció por la cara. Esperó diez minutos a que se secara. Volvió a notar la tirantez.
-SÃ que funciona. SÃ que funciona. Algo hace.
Pasado el tiempo, se lavó, se vistió y se fue a trabajar. Iba muy contenta. Feliz.
Para ella, no era nada sexual. Era, simplemente, un tratamiento cosmético. Rarito, sÃ, pero sólo eso.
+++++
Durante la comida, hablaron de muchas cosas. Del trabajo, de los estudios de Pedro. De la familia. Hasta que ella sacó el tema.
-Pedro, tesoro. ¿Cómo cuantas veces al dÃa puedes... hacerlo?
-¿Hacer el qué? - preguntó, sabiendo de sobras a que se referÃa su madre.
-Pues... masturbarte.
-Generalmente lo suelo hacer tres veces al dÃa. Algunas menos, y otras, si estoy muy excitado, más.
-Vaya. Tres veces de media no está nada mal.
-Jajajaja. No.
-Esta segunda vez he notado que actuaba más.
-Asà que funciona.
-Desde luego. Quiero seguir con el tratamiento. ¿Me darás siempre tu... semen?
-Claro mamá. Para mà es un placer... ayudarte.
La miró a los ojos. Ella desvió la mirada
Pedro tenÃa la polla dura.
-Si quieres, después de comer me saco una ración.
-¿S� - dijo su madre, iluminándosele la cara.
-SÃ.
-Muchas gracias.
Esta vez la paja fue más lente. Pedro cerró los ojos y se empezó a imaginar cosas. VeÃa a su madre con su corrida en la cara. La veÃa esparciéndosela. La veÃa con la boca abierta, el vaso en la boca, bebiéndose su leche. Aquella situación estaba cargada de morbo.
Cuando se fue a correr, miró su polla. Contó los espesos chorros que lanzó dentro del vaso. El placer fui intenso.
-Ummm, mami... todo para ti. Mi leche para tu carita.
Ella cogió el vaso con el tratamiento con una amplia sonrisa y se fue al baño. Pedro se fue al salón a reposar. TenÃa que verlo. TenÃa que ver como su madre lo hacÃa.
Julia volvió a los 10 minutos.
-Ya está. Me noto la piel más suave - dijo, acariciándosela
-¿A ver?
Se sentó al lado de su hijo y éste acarició sus mejillas. La piel de su madre era fina, cálida. No necesitaba ningún tratamiento, pero no iba a ser él quien dijera nada.
-Pues sà - dijo, acariciándola con dulzura - La tienes muy suave.
-Gracias tesorito. Ahora me vuelvo a la oficina
-Vale. Hasta luego, mamá.
-Chao.
Durante esa tarde, en vez de estudiar, Pedro se dedicó a forjar un plan. Estaba muy cachondo, y estuvo horas con la polla en la mano, haciéndose una buena paja, pero parando justo antes de correrse. No podÃa desperdiciar su leche. La guardarÃa para su madre.
Y antes de irse a la cama, después de ver la tele con ella, se levantó.
-Voy a traerte tu tratamiento.
-Oh, vale mi vida.
Tras toda una tarde de continua excitación, sus huevos se habÃan llenado a tope de semen. Y su corrida fue muy abundante. Casi el doble que las otras veces. Su madre lo notó.
-Wow, esta vez has echado mucho - dijo, mirando el vasito.
-SÃ. Estaba más excitado que otras veces.
-¿Por qué?
-Ah, pues no sé - mintió.
A Julia no le interesaba mucho eso. Lo que le importaba era ir rápidamente al baño para ponerse su mascarilla antes de que perdiera sus propiedades.
Se levantó dispuesta.
-Oye mami. ¿Cómo lo haces? Me refiero a como usas el tratamiento.
-Pues...el estudio no era concreto en ese punto. Yo me lo pongo en la cara y luego me lo esparzo con las yemas de los dedos. Igual que la crema de noche que uso.
-Ah... ¿Te importa si te miro?
-¿Cómo?
-Es sólo por curiosidad.
-Esto...vale. Ven
La siguió al baño. La polla dura como una roca, apretada en sus pantalones. Su madre se puso frente al espejo. Él se puso a un lado.
-Primero me lo hecho en la cara - dijo Julia.
Pedro miró como su madre se ponÃa el vaso en una mejilla y dejaba caer un poco de semen. Repitió lo mismo con la otra mejilla. Resbalaba un poco, pero apenas. Era bien espesito.
-Vaya, pues sà que hoy echaste mucho. Queda para la frente.
Los dedos de Pedro temblaban cuando su madre se pasó el vaso a los largo de la frente, dejando tras de sà el resto de su corrida. La miró. Aquello era lo más caliente que habÃa visto. Su madre con su leche en la cara. Era mucho más excitante que los videos que le gustaba ver por internet. Era su leche. Era su madre.
-¿Ves? Y ahora, lo esparzo con cuidado.
Miró, embelesado, como ella, mirándose en el espejo, se esparcÃa su semen por toda la cara, como si de crema para la piel se tratase. La polla le dolÃa. Se podrÃa hacer otra paja y se correrÃa enseguida. A punto estuvo de pedirle el vaso, sacarse la polla y darle una segunda ración.
Pero se contuvo. TenÃa que seguir el plan.
-Y ahora lo dejo actuar 10 minutos.
-Ah, bien. Bueno, me voy a dormir. Hasta mañana.
Casi le da un beso con la cara llena de brillante semen.
-Hasta mañana, tesoro - respondió Julia, risueña.
En su cuarto, tumbado en su cama, Pedro se volvió a masturbar. Se corrió abundantemente sobre su pecho. En su mente, la cara de su madre cubierta con su leche.
+++++
A la mañana siguiente, antes de irse a la facu, le dio a su madre su ración de tratamiento. Y al medio dÃa, después de comer. La última, por la noche, antes de acostarse.
Y asà durante varios dÃas. De hacÃa tres pajas diarias para su madre. A veces la acompañaba para mirar como ella se ponÃa su leche en la cara y se la untaba, feliz y contenta.
Le decÃa lo guapa que se estaba poniendo. Que se notaba que su piel estaba como más joven. Y su madre se ponÃa muy contenta. Encantada. Se creÃa de verdad que aquello funcionaba.
Una mañana, Pedro decidió que era el momento de pasar a la segunda fase. Su madre ya se habÃa acostumbrado a sus tres raciones diarias. Las esperaba ansiosa.
Después del desayuno, Pedro cogió el vasito y le dijo a su madre que iba a sacarse la ración matutina. Ella, como siempre, le sonrió y le dio las gracias por ser tan buen hijo.
Pedro, en su cuarto, empezó con la paja. Pero no tenÃa intención de correrse. Cuando estaba a punto, paraba, pare seguir a los pocos segundos.
Diez minutos después, con el vaso vacÃo, volvió a la cocina.
-Lo siento mamá, pero no quiere salir - le dijo, enseñándole el vaso vacÃo.
La cara de desilusión de Julia era todo un poema.
-¿Y eso? ¿Estás enfermo?
-No no. A veces me cuesta un poco... terminar. Seguro que si siguiera al final lo conseguirÃa, pero se hace tarde. Tengo que ir a clase.
-Oh... ya veo
Julia se puso triste. Aquello significaba que esa mañana se quedarÃa sin su tratamiento.
-¿Es que no... se te levanta?
-SÃ, sà que me levanta. Pero por más que le doy, no me corro.
Pedro se dio cuenta de que los ojos de su madre se fijaban en su entrepierna. La polla, dura, se notaba claramente.
-Ya veo que estás excitado.
-SÃ, eso sÃ.
Pedro cogió los libros que tenÃa en la mesa. Se iba a marchar cuando se paró.
-Aunque...quizás...si...
-Dime, dime - dijo Julia, ansiosa por saber que se le habÃa ocurrido a su hijo.
-Pues si tú... pero no, déjalo. Es una locura. Seguro que al medio dÃa podré.
-Venga, no seas bobo. ¿En qué estabas pensando?
-Mamá...uf...pensé que si tú... me masturbas quizás llegue más fácilmente al orgasmo.
Julia lo miró con la boca abierta, asombrada.
-OlvÃdalo, mamá. No tenÃa que haberlo dicho. Al medio dÃa lo intento otra vez, ¿Vale?
Se dio la vuelta, dispuesto a marcharse. Quizás se habÃa pasado. Pero ya estaba hecho.
Julia lo vio caminar hacia la puerta. Se iba a ir. Ella se quedarÃa sin su tratamiento. Y lo necesitaba. Su piel lo necesitaba.
-Espera, Pedro.
Él se paró en seco. El corazón latiéndole a mil por hora. Se dio la vuelta.
-Dime.
-Lo haré. Necesito el tratamiento.
-¿Estás segura?
-SÃ.
La polla de Pedro dio un respingo. Su madre le iba a hacer una paja.
-Uf, mami. Estoy sà que raro. ¿Cómo lo hacemos?
-Sà que es raro sÃ. Pero quedará entre nosotros.
-Claro que sÃ.
Julia se sentó en una de las sillas. Le pidió a Pedro que se pusiese, de pie, delante de ella. Su bulto quedó delante de su cara.
-Bueno, Pedro...uf, que raro es esto. Sácatela.
Pedro se bajó la bragueta, metió la mano y se sacó la polla. Los ojos de su madre se quedaron clavados en ella. Sus labios ligeramente entreabiertos.
HacÃa muchos años que Julia no veÃa una polla, y menos como esa. De buen tamaño, gruesa. Daba saltitos sola, en el aire. Ninguno hablaba. Pedro la miraba a ella y ella a su polla.
-Mami, no tienes que hacerlo. Al medio dÃa ya verás como...
-No importa, de verdad.
Julia alargó su mano derecha y le cogió la polla a su hijo. Sintió un escalofrÃo que le recorrió el cuerpo. Y eso que la polla estaba caliente y era suave. Casi ni recordaba lo que se sentÃa con una polla dura en la mano.
Pedro casi se corre cuando sintió la mano de su madre agarrarle la polla, pero se contuvo. Sus miradas se cruzaron unos segundos. Los dos sonrieron bobaliconamente.
Ella no se decidÃa a empezar. Asà que Pedro le dio un empujoncito.
-Mami... me tengo que ir. Las clases...
-Oh, claro...espera un poquito solo
Y empezó a mover la mano. Arriba, abajo. Arriba, abajo. Pedro entrecerró los ojos y gimió.
-Ummm, mami. Qué rico.
-¿S� ¿Lo hago bien? Estoy desentrenada.
-Lo haces muy...bien. Muy bien
Julia se quedó mirando la polla. La sentÃa palpitar en su mano. Aceleró el ritmo.
-Aggggg mamá....que placer....No pares...sigue...sigue que te voy a dar una buena ración.
-¿S� Qué bien - dijo Julia, contenta.
Estar en la cocina, delante de su madre mientras ésta le hacÃa una paja fue demasiado para Pedro. Su cuerpo se empezó a tensar.
-Mamá...mamá... prepara el vasito...que ya....viene.
Rápidamente, Julio cogió el vaso y lo llevó hasta la punta de la polla de Pedro. Pero no llegó a tiempo. El primer chorro salió disparado y se estrelló contra su pijama, contra su brazo, su antebrazo. Los siguientes fueron recogidos con destreza.
-Uf, mi vida. Cuánto semen. Es la vez que más has echado.
-Es que...Lo haces muy bien.
-Gracias
Con asombro, Pedro vio como su madre recogÃa con el vaso el semen que le habÃa caÃdo en el brazo.
-No hay que desperdiciar nada de esta maravilla.
La polla de Pedro dio un brinco.
-Venga, ya te puedes ir, no vayas a llegar tarde.
-Uf, sÃ. Chao
-Chao
Se guardó la polla y salió corriendo. Julia se levantó y se fue al baño.
Miró el contenido del vaso. HabÃa una buena cantidad de semen. Semen de su hijo que ella habÃa extraÃdo. Fue consciente de lo que habÃa hecho. Le habÃa cascado una paja a su hijo. Se echó por encima el semen, lo esparció. Y se olió los dedos. Aspiró con fuerza.
-Le he hecho una paja a Pedro. Joder. Le he hecho una paja a mi hijo - le dijo al espejo.
También se dijo que era por el tratamiento. Que era algo entre él y ella. Que no habÃa diferencia en que fuese él el que se masturbara o fuese ella. ParecÃa que a él le habÃa gustado.
¿Qué mal habÃa en que él tuviese placer? Él le estaba haciendo un gran bien, y esa serÃa una buena forma de agradecérselo. Tan ensimismada estaba con sus pensamientos, tratando de convencerse a sà misma de que no hacÃan nada malo, que no fue consciente de una cosa. TenÃa los pezones duros. Y el coño, mojado.
Pasado los 10 minutos de rigor, se lavó, se vistió y se fue a trabajar
+++++
Mientras comÃan ese medio dÃa, Pedro esperaba nervioso la llegada del momento de la extracción de la ración vespertina. Terminado de comer y se fueron al salón.
Su madre siempre lograba sorprenderle. Cuando se sentaron, le dijo.
-Pedro, mi vida....La ración del medio dÃa... ¿La sacas tú o quieres que yo...?
-Mami, si lo haces tú seguro que sale más semen.
-Vale. Ven siéntate a mi lado.
Pedro se sentó, en el sofá, a su lado. Ella miró hacia su entrepierna.
-Ya estás excitado.
-SÃ. Mucho
-Sácatela.
-¿Me la sacas tú?
Se miraron unos segundos. Pedro vio como su madre acercaba sus manos hasta su polla La acarició sobre el pantalón, para, seguidamente, bajarle la cremallera, meter la mano y sacarle la polla. La agarró y empezó una lenta paja.
-Ummm mami.
-Disfruta, tesoro. Es mi manera de agradecerte todo lo que haces por mÃ.
-No tienes que agradecerme nada.
-Claro que sÃ. Mi piel está rejuvenecida, más suave. Y todo gracias a ti. A tu semen.
-Agggggg que rico...
Pedro, apoyado contra el respaldo del sofá, disfrutó de la maravillosa paja que su madre le estaba haciendo.
-AvÃsame cuando vayas a acabar.
-¿A correrme?
-SÃ, cuando vayas a... correrte.
A los tres minutos de placentera masturbación, el cuerpo de Pedro empezó a dar muestras de estar a punto de estallar.
-Estoy a punto de correrme, mamá. Será mejor que me ponga de pie.
-SÃ, mejor.
Se levantó. Su madre no le soltó la polla. Siguió con la paja. Cogió el vasito con la mano libre y lo acercó a la punta de la polla. No querÃa que esta vez se desperdiciara nada.
Al poco, Pedro empezó a temblar.
-Aggggg...Mami...me corro...me corro.....aggggggg
La mano de Julia notó el paso de todos y cada uno de los chorros de preciado semen que salÃan por la polla de su hijo contra el fondo del vaso. No dejó de mover su mano, y cuando la polla dejó de correrse, la exprimió desde la base hasta la punta para no dejar ni gota de semen.
-Bien, ya tengo mi ración. Gracias tesoro.
Uf, gracias ti, mamá.
Mientras ella iba al baño a ponerse el tratamiento, Pedro se sentó a reposar tras su intenso orgasmo. Sonrió. Todo se desarrollaba como tenÃa previsto.
Esa vez, tras la segunda paja que la habÃa hecho a Pedro, con su cara brillante del semen extraÃdo, Julia sà fue consciente de lo excitaba que estaba. Vio sus pezones marcarse tras la camisa. Sintió su coño húmedo.
-Joder, estoy cachonda.
¿Pero cómo no iba a estarlo? HacÃa muchos años que no tenÃa una polla en la mano. No recordaba la última paja que habÃa hecho. Antes, cuando era Pedro el que se masturbaba a solas y después le traÃa el semen, todo era más...aséptico. Aunque sabÃa lo que él hacÃa en su cuarto, no pensaba en ello. Sólo querÃa el resultado final. El semen. Su tratamiento.
Pero ahora, la habÃa visto salir de la polla. Era ella la que lo habÃa sacado. HabÃa hecho correr a su hijo haciéndole una paja
-Es por el tratamiento. Es por el tratamiento - se decÃa.
Pero estaba cachonda, caliente. Y eso no podÃa ser. Una madre no debe ponerse caliente por su hijo. Ni un hijo por su madre. Pero Pedro no se ponÃa caliente por ella, no. El ya se masturbaba solo. Lo harÃa de todas maneras, aunque no fuera para ella. ´
-Es un buen chico. Lo hace por mÃ, para que tenga mi tratamiento. Y yo voy y me pongo cachonda. Soy...joder. No sé ni lo que soy.
Pensó en dejarlo todo. En no seguir. Se lavó la cara y cuando se miró y la vio tan limpia, tan suave, tan fina, decidió seguir. Pero no le harÃa más pajas a su hijo. VolverÃan como antes.
+++++
Cuando terminó la pelÃcula, Pedro ya tenÃa la polla dura. Ahora, su madre se la sacarÃa y le harÃa una de sus estupendas pajas. DormirÃa como un bendito, bien relajado.
Esperó a que ella tomase la iniciativa. Pero su madre no dijo ni hizo nada.
-Mami... ¿No quieres la ración de la noche?
-Claro que sÃ, tesoro. Pero....
-¿Qué?
-Verás. No creo que esté bien que sea yo la que la saque. Será mejor que sigamos como antes, ¿Vale?
Decepcionado, Pedro asintió.
-Vale, quizás sea mejor asÃ. Voy a... mi cuarto.
-Gracias mi amor.
Se sentó en la silla del ordenador. La polla se la habÃa aflojado un poco. Deseaba tanto que su madre le hiciese una paja ya ahora tendrÃa que hacérsela él.
-Joder, no. Si quiere mi corrida, que la saque ella.
Se esperó 20 minutos antes del volver al salón. Su madre estaba tumbada. Se plantó delante de ella y le dio el vaso, vacÃo.
-Lo siento mamá, no me sale. Hazlo tú.
-Pero...no puede ser
-Por favor, mamá. Es por tu...tratamiento.
La estaba chantajeando, pero el deseo lo tenÃa cegado. Julia sintió un leve cosquilleo en el estómago. Si querÃa su ración de semen lo tendrÃa que sacar ella. Y tener la polla de su hijo en la mano la iba a poner cachonda. De hecho, se estaba empezando a mojar.
Pero el tratamiento era más importante. Si él no se daba cuenta, no pasarÃa nada.
-Está bien - dijo, incorporándose
Pedro se acercó a ella. La polla dura otra vez. Y más cuando su madre le bajó la cremallera y le sacó la polla. Cuando la cálida mano empezó a acariciar, gimió.
-Ummmm, asà mami. AsÃ.
Ella tenÃa la mirada fija en la dura polla que su mano masturbaba. Notó los pezones duros. El coño, empapado. Le hubiese gustado cerrar las piernas, juntar los muslos, frotarse. Eso era algo que le gustaba mucho hacer antes, de más joven.
Pero Pedro estaba de pie entre sus piernas y no podÃa cerrarlas.
La paja fue silenciosa. Sólo se oÃan los gemidos de placer de Pedro. Hasta que éste empezó a decir.
-Me corro mami. Me corro.
Todo el semen fue recogido expertamente dentro del vasito. Incluso pasó la punta por el borde del vaso mientras exprimÃa la polla.
-Bien, ya está. Gracias tesoro.
-De nada mamá. Ha sido un... placer.
Se sonrieron. Pedro se despidió y Julia fue a ponerse el tratamiento. Cerró la puerta del baño con llave. Y mirándose en el espejo con la cara cubierta de la mascarilla de semen de su hijo, se llevó una mano por debajo de la falda, se acarició el mojado coño y se corrió tan intensamente que tuvo que sentarse en la taza del wáter.
HacÃa más de 13 años desde su último orgasmo.
++++++
Pedro ya no tuvo que volver a pedÃrselo. Su madre le hacÃa tres pajas al dÃa. Una por la mañana, después del desayuno. Otra al medio dÃa, después de comer. Y la última por la noche, antes de dormir. Pedro estaba encantado.
Lo que no sabÃa es lo cachonda que se ponÃa su madre haciéndole las pajas. No sabÃa que ella, después de ponerse su tratamiento se hacÃa en el baño otra paja, hasta estallar en intensos orgasmos.
Un sábado por la mañana, mientras su madre sentada en una silla de la cocina le hacÃa la paja mañanera, Pedro decidió dar el siguiente paso de su plan.
-Oye mami.
-Dime tesoro - respondió ella levantando la vista de la dura polla.
-Siempre me haces pajas, echas el semen en un vaso y después vas al baño a ponértelo en la cara, ¿No?
-SÃ, sabes que sÃ.
-¿No decÃa el estudio que mientras más fresco mejor? ¿Que recién eyaculado las propiedades eran más potentes?
-SÃ. ¿Por?
-¿Y si pasamos del vasito? ¿Y si me corro directamente en tu cara? Más fresco, imposible.
-¿Tú crees?
-Claro que sÃ. Directamente de la botella. - dijo Pedro con la mejor de sus sonrisas.
-No sé...
-Venga, probemos.
El coño de Julia palpitaba. Pedro se querÃa correr en su cara. Su hijo querÃa correrse en su cara. Pero tenÃa razón. El semen serÃa más fresco. El tratamiento serÃa mejor.
-Vale, probemos.
Con las bragas empapadas, Julia siguió con la paja. La polla le quedaba a la altura de la barbilla, quizás un poco más abajo. Julia se dio cuenta de que asà podrÃan fallar los chorros del semen milagroso.
-Espera, tesoro. Asà no creo que vaya bien. Me pondré de rodillas.
Julia notó perfectamente como la polla de su hijo tenÃa un espasmo. Y no era para menos. ¿Qué hombre no ha deseado tener a una mujer arrodillada delante de él, haciéndole una paja hasta hacerlo correr en su cara?
Pues eso era precisamente lo que tenÃa Pedro delante. Solo que la mujer arrodillada era su madre. Eso no hacÃa más que multiplicar el morbo de la ya por sà caliente escena.
-Asà está mejor - Dijo Julia al comprobar que ahora la polla le quedaba por encima, a la altura de la frente. Levantando un poco la cara ofrecerÃa un blanco perfecto. Levantó la mirada y miró a su hijo a los ojos. Los tenÃa entornados.
-Parece que te gusta.
-Joder mami. Me encanta.
Menos de 10 movimientos de muñeca más llevaron a Pedro a un poderoso orgasmo.
-Aggggggg., Mamá...me corro...me corro...
La inexperiencia de Julia en esas lides hizo que mantuviera los ojos abiertos. Acercó la polla más hacia su cara y sintió. El primer disparo darle en la frente. El segundo le cruzó la cara desde la mejilla derecha hasta la ceja izquierda.
Y el tercero, le dio en un ojo. Cerró los dos, instintivamente, mientras la polla de Pedro seguÃa descargando sobre su cara. Y lo que descargó fue una de las mayores corridas hasta el momento.
Pedro se quedó contemplando, embelesado, la cara de su madre. Era muy distinto a verla echarse la leche de un vaso. Se habÃa corrido en su cara. Estaba preciosa.
Allà mismo, sin levantarse, con los ojos cerrados, Julia se empezó a esparcir el semen. Cuando terminó y abrió los ojos, sintió picor en el ojo en donde la habÃa caÃdo semen.
-Uy, pica.
-¿El qué?
-Tu semen. Me cayó un poco en un ojo.
-¿A ver?
Lo tenÃa irritado.
-Será mejor que te eches agua.
-SÃ, voy.
Cuando regresó del baño, el ojo seguÃa rojo.
-¿Te pica?
-Un poco, pero menos. La próxima vez cerraré los ojos cuando te corras.
-SÃ, será lo mejor.
La próxima vez fue después de comer. La siguiente, en el cuarto de su hijo, arrodillada junto a su cama. Y las tres veces tuvo que escabullirse al baño para hacerse una furiosa paja, mordiéndose los labios para no gritar.
Después de cada orgasmo se sentÃa culpable. Pensaba que Pedro pensarÃa que era una depravada. Él, que sólo lo hacÃa por ella, para que siguiera su tratamiento.
Pero no podÃa remediarlo. Tener esa linda polla en la mano... sentir como le llenaba la cara con su maravilloso contenido. Sólo esperaba que él nunca lo supiese.
Al dÃa siguiente, domingo, Julia fue al cuarto de su hijo a buscar su ración. Lo encontró ya despierto. Y con la polla dura.
-Vaya. ¿Te despiertas siempre as� A tu padre le pasaba.
-SÃ, siempre.
-Mejor. ¿Lo hacemos ahora?
-Vale.
Pedro se sentó al borde de la cama. Su madre, arrodillada entre sus piernas. La paja fue lenta, sensual. Hizo gozar a Pedro mucho. Julia le estaba haciendo la paja no sólo por extraerle el semen. Se la estaba haciendo porque le gustaba hacerlo.
-Cuando te vayas a correr, te levantas, ¿Vale?
-Agggg, si mami...
-Eres un sol.
-Y tú...maravillosa.
Minutos después, esparciéndose el cálido semen por el rostro, su madre le preguntó.
-¿Que harás hoy?
-Pues estudiar. Dentro poco son los exámenes.
-Bien, asà me gusta, que seas responsable.
Después del desayuno, Pedro se fue a su cuarto a estudiar, y su madre a vaguear por la casa. Se fue al salón a ver la tele
Tras tres horas de estudio, Pedro se cansó. Necesitaba relajarse un poco. No hizo más que recordar a su madre arrodillada frente a él y la polla se le puso como una roca.
Se levantó y la encontró en el salón, acostada en el sofá y mirando la tele.
-¿Ya terminaste, tesoro?
-Por un rato sÃ. Necesito despejarme.
Verla asÃ, tumbada en el sofá, le hizo tener una idea loca. Una extraña fantasÃa que tenÃa hace tiempo. Se acercó a ella.
-Oye mami. ¿Qué te parece hoy una ración extra?
-¿S� - respondió ella, con la cara iluminada de felicidad.
-Pues sÃ.
-Claro tesoro.
Julia se fue a levantar.
-No, tú quédate tumbada, boca arriba. Yo lo haré todo.
-Vale.
Julia re recostó en el sofá, con la cabeza sobre uno de lo apoyabrazos. Miró como Pedro se ponÃa al lado del sofá, sobre su cabeza. Se bajó el pantalón del pijama y sobre la cara de ella quedó la dura polla de Pedro.
La mano derecha de Pedro asió la polla y empezó una lenta paja. Miraba a su madre, que acostado boca arriba en el sofá esperaba su ración de semen.
-Ummmm, que rico mami....
Julia miraba la mano subir y bajar a lo largo de la polla. Le resultó extraño que no fuera su mano la que lo hacÃa. Se habÃa acostumbrado ya a obtener sus tres raciones diarias ella misma.
Pero esta era una ración extra.
-Mami... ¿Te puedo pasar la polla por la cara?
El cuerpo de Julia se estremeció. El coño, ya empapado, dejó escapar un chorrito de flujo
-Bueno...si quieres.
-SÃ quiero.
Pedro se agachó un poco, lo justo para que su polla llegase hasta la cara de su madre. A punto de correrse estuvo cuando sintió la cálida piel de ella. Le pasó la polla por toda la cara, suavemente. Ella se dejaba hacer.
Aquello era maravilloso.
Y, entonces, el momento que lo cambió todo. Justo hasta ese instante Pedro estaba convencido de que su madre hacÃa todo aquello por su tratamiento, por obtener su semen y usarlo como cosmético. Que él simplemente se aprovechaba de eso para recibir aquellas estupendas pajas y poder correrse sobre ella.
Pero mientras le pasaba la polla por la cara, vio como su madre cerraba lentamente las piernas. Como las frotaba entre sÃ.
¿SerÃa posible? ¿EstarÃa su madre cachonda? ¿Le gustarÃa también a ella todo aquello? Desde donde estaba hubiese jurado que sus pezones se marcaban bajo el pijama de ella.
Eso lo calentó más. Mucho más. Se cogió la polla y empezó a pajearse con fuerza.
-Ummm mami...esto es....aggggg. ¿Me harÃa un favor?
-¿Cuál mi vida?
-PÃdemelo.
-¿Que te pida qué?
-Que...me corra. Que me corra en tu cara.
-Oh, Pedro...no sé... - respondió, casi en un gemido, cerrando con fuerza las piernas y frotándose los muslos.
-Por favor...mami... por favor.
-Pedro....córrete...en mi cara...
-Ummmm mami...si sÃ...más...
-Córrete mi vida. Lléname la carita con te leche caliente. Córrete en la cara de mami.
La vista se le nubló un poco cuando el orgasmo estalló en todo su cuerpo. Apuntó con la polla y empezó a correrse sobre su madre, llenándole la cara con chorro tras chorro de leche espesa y caliente.
Su mano y su polla tapaban la boca de su madre. No vio como ella apretaba con fuerza los dientes. Tampoco vio como el cuerpo de su madre estaba tenso y tenÃa espasmo que trataba de disimular. Pedro no se dio cuenta de que su madre se estaba corriendo con él.
Cuando después de correrse Pedro usó su polla para esparcirle la corrida por la cara, Julia no dijo nada. Se dejó hacer. Luchaba por respirar con normalidad, porque Pedro no se diese cuenta del intenso orgasmo que habÃa tenido. Mantuvo las piernas cerradas para que él no viera la segura mancha de humedad de su entrepierna.
-Ummm, creo que ya está, mami.
-SÃ, gracias tesoro. Lo has hecho muy bien - dijo Julia, sonriendo.
+++++
Durante la extracción de la ración del medio dÃa, Pedro se fijó bien en su madre. Quizás lo que habÃa pasado antes fueron sólo imaginaciones suyas. Invenciones de su calenturienta mente.
Pero vio otra vez sus pezones marcados. Ella, arrodillada, juntaba las piernas, se frotaba. Y cuando la siguió después, sin que ella la viera y pegó la oreja a la puerta del baño, la oyó gemir.
Su madre se estaba haciendo una paja. Su madre se ponÃa cachonda con todo aquello. Y eso le habrÃa una nueva oportunidad. El tabú máximo. Se iba a follar a su madre.
Esa tarde, en vez de estudiar, estuvo planeando como conseguirlo. Lo intentarÃa esa misma noche.
Cenaron juntos en la cocina, como siempre. Después, como casi siempre, fueron al salón a ver la pelÃcula de la semana.
Cuando terminó, Pedro de pidió a su madre que esa noche hicieran la extracción en la cama de ella.
-¿En mi cama?
-SÃ. Es la más grande. Estaremos más cómodos.
-Vale. Si quieres.
Pedro se desnudó del todo. Era la primera vez que lo hacÃa. Se acostó en la cama de su madre, boca arriba, con la dura polla sobre su barriga.
-¿As� ¿Acostado?
-Sólo al principio, mami. Ven, túmbate a mi lado.
Julia se subió a la cama y se acostó al lado del desnudo cuerpo de hijo. Un cuerpo precioso. Pedro le cogió una mano y la llevó hasta su polla. Ella la cogió y empezó a mover la mano.
-Pégate a mÃ, mami. Apoya tu cabeza en mi hombro.
Pedro la rodeó con su brazo, la abrazó. Julia se estremeció. Se sentÃa tan a gusto asÃ.
-Hazlo despacito, mami. No hay prisa.
Ella movió la mano más lentamente, mirando la polla. Los muslo, juntos, frotándose.
-Ummmm, que bien lo haces, mami.
-¿De verdad?
-SÃ, de verdad. Me encantan tus pajas.
-Gracias, tesoro.
-Y... uf, me encanta correrme en tu cara. Te ves tan linda asÃ, cubierta con mi corrida.
-¿Te parezco linda?
-Claro que sÃ. Eres preciosa.
-Pero...estoy gorda.
-No me importa. Me pareces preciosa.
-Oh, gracias mi vida.
-Mami...
-Dime.
-MÃrame.
Julia levantó la cabeza y le miró. Entonces, Pedro acercó su boca a los labios de su madre y la besó. Un escalofrÃo recorrió el cuerpo de Julia. Estuvo unos segundos sin moverse, sintiendo, hasta que se separó.
-Pero...no...
-Mami... te deseo.
-Oh, Pedro...calla.
La mano de Julia habÃa dejado de moverse. Pero no soltó la polla.
-No. No me callaré. ¿Tú me deseas a m�
-Pero Pedro...eres...mi hijo.
-¿Me deseas? Sé que me deseas.
-No...
-SÃ. Me has hecho incontables pajas. Me he corrido muchas veces en tu cara...
-Pero...era por...el semen. Para el tratamiento.
-¿Y entonces por qué te encerraste esta tarde en el baño y te hiciste una paja después de que me corriera en tu cara?
Ella lo miró, asustada.
-Yo...no...
-Te oà mamá. Y me encanta que me desees.
-No puede ser.
-SÃ puede ser.
Le levantó la cabeza y la volvió a besar, con pasión. La obligó a abrir los labios y metió su lengua en a boca de su madre, buscando la suya.
Julia, estremecida, se dejó besar, con los ojos cerrados. Todo su cuerpo temblaba.
-Aggggg Pedro, Pedro...gimió cuando una de las manos de su hijo se metió por dentro de su pijama y le empezó a acariciar las tetas, encerradas en el sujetador.
En seguida Pedro notó los pezones duros.
-Ummm, mami. ¿Estás cachonda?
-No...Pedro...déjame - dijo, sin luchar.
La volvió a besar. La mano que acariciaba las tetas bajó. La pasó por su barriga, y siguió bajando. Venció la presión, primero, del elástico del pantalón del pijama. Y después, la de las bragas. Sus dedos se enredaron en el vello púbico.
-Aggggg Pedro... ¿Qué haces? No...agggg... no.
Julia mantenÃa cerradas las piernas, con fuerza. Pedro no pudo meter las manos entre ellas.
-Abre las piernas, mami. Quiero comprobar si estás o no estás cachonda.
-Por favor...mi vida...no...eso no.
-Abre las piernas - le dijo, mirándola a los ojos.
Julia, lentamente, las abrió. Y los dedos de Pedro se internaron entre las piernas de su madre. Encontraron la rajita de su coño. Aquello era un lago caliente. Su madre estaba empapada. Le pasó las yemas a lo largo del coño.
-Aggggggggggggg Pedro....dios mÃo.
-Estás empapada, mami. Estás...cachonda.
-Si...dios mÃo...sÃ. Estoy cachonda.
La besó otra vez con pasión mientras recorrÃa su coño con los dedos. Pero le m*****aba la presión de las bragas y el pantalón.
-Te voy a quitar el pantalón. Asà podré... acariciarte mejor.
Julia no dijo nada. Levantó un poco el culo para que el pantalón saliese. Junto a él, sus bragas. Pesaban de lo mojadas que estaban.
Incorporado como estaba, Pedro miró el coño de su madre. Negro, poblado, y abierto, brillante de jugos.
-Mami... tu coño es... precioso.
-¿De verdad lo piensas?
-Claro que sÃ. Mami...
-Dime mi vida.
-Te voy a follar.
-Pedro... no podemos... no podemos.
-SÃ podemos.
Julia no luchó. No se movió. Se quedó quieta, mirando como su hijo se ponÃa entre sus piernas. Como acercaba su polla a su coño.
Julia no se movió porque lo que más deseaba en ese momento es que Pedro se la follara bien follada.
Le pasó la polla a lo largo de la rajita de su coño y casi se corre.
-Mami...pÃdemelo.
-Aggggg, mi amor... ¿El qué?
-Lo sabes.
Julia lo sabÃa. Le miró a los ojos.
-Pedro...fóllame. Clávame tu preciosa polla y fóllame...por favor....fóllame
La dura polla de Pedro entró en el coño de su madre despacito. Tanto tiempo sin uso habÃan hecho que aquel coño se estrechase. El placer de penetrarlo era inmenso. No paró de empujar hasta que sus cuerpos chocaron.
Se quedó quieto.
-Aggggggggggggggg dios....mÃo...Me...corrooooooooo
Julia estalló en el que quizás fue el orgasmo más intenso de su vida. SentÃa la dura polla de su hijo clavada hasta el fondo de su coño. Y él la besaba. Con pasión, con fuerza.
-Fóllame...fóllate a mami mi amor.
-Ummm mami....si si te voy a follar.
Pedro empezó a moverse. Aún sentÃa en su polla las contracciones de la vagina de su madre. Besó su boca, su cuello, sus orejas. Sin dejar de follársela. Sin dejar de follar a su madre.
Julia se volvió a correr, arqueando la espalda sobre la cama, sintiendo la polla taladrarla una y otra vez. Rodeó a su hijo con las piernas para que se la follara aún más a fondo.
Y no dejó de pedirle que se la follara hasta estallar en su tercer orgasmo. Pedro no dejó de follarla.
Hasta que sintió la llegada de su orgasmo.
-Mami...me voy a correr...no puedo más....me voy a correr...
-Sà sà sÃ. Córrete. Córrete en mi cara. Dame tu leche...la necesito....dámela toda...
Pedro le sacó la polla del coño y la llevó a toda prisa hacia su cara. Ella lo esperó con los ojos cerrados una ligera sonrisa en la cara.
Él gozó como nunca cubriendo el risueño rostro con su leche. Cuando terminó, le dijo.
-Estás... preciosa.
-Gracias mi amor. Esparce tu leche con la polla.
Los diez minutos del tratamiento estuvo Pedro pasándole la polla por la cara a su madre. Ella no dejó ni un momento de sonreÃr
+++++
Durmieron juntos, abrazados como dos amantes.
Por la mañana Pedro se despertó al sentir que le acariciaban la polla. Abrió los ojos para ver como su madre le hacÃa una suave paja. La polla estaba dura, muy dura.
-Buenos dÃas, tesoro.
-Buenos dÃas.
-¿Quieres follarte a mami?
-¿Tú qué crees?
Se revolcaron sobre la cama, entre besos, risas y caricias. Al poco, la habitación se llenó de gemidos. Los gemidos de madre e hijo que gozaban el uno del otro.
Pedro, como siempre, se corrió placenteramente sobre la cara de su madre.
Se la folló en su cama. En el salón. En la cocina. En la ducha mientras el agua caÃa sobre ellos. Eran como dos chiquillos que habÃan descubierto el placer.
Una tarde, después de un magnÃfico polvo en el salón, Pedro le preguntó a su madre.
-Oye mami. ¿No decÃa el estudio ese que el semen ingerido era muy bueno?
-SÃ.
-Jeje, pues esta noche empezamos un nuevo tratamiento.
-Ummmmm, vale.
FIN
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VivÃan solos desde que su padre los abandonó cuando él tenÃa 10 años. Ahora Pedro tiene 22 años y su madre 45. Morena, bajita, algo regordeta, pero muy simpática. Trabajaba para mantenerlos a los dos e insistió en que Pedro estudiara una carrera. Le dijo que querÃa que su hijo fuese más que ella.
Desde hacÃa unos meses, Julia, la madre, se habÃa aficionado a internet. Se pasaba el dÃa mandando y recibiendo emails a sus amigas.
Una noche, para la cena, Pedro vio con asombro como su madre tomaba solo una ensalada de col con coliflor. La cocina apestaba a coliflor cocida.
-¿Sólo cenas eso, mami?
-SÃ.
-¿Y eso?
-Matilde me mandó un correo en donde decÃan que la col y la coliflor son muy buenas para la piel
-¿Queeeeeeeee?
-SÃ, sÃ. Según un estudio de la universidad de Helsinki.
-Pero mamá. Que todo eso no son más que tonterÃas.
-SÃ, claro. Ahora resulta que tú vas a saber más que los cientÃficos que hicieron el estudio.
Pedro se calló. Total, no era más que col y coliflor. Daño no le iba a hacer. Como máximo, le darÃa una cuantas flatulencias, de esas calentitas, pensó, y se rio.
-¿De qué te rÃes, mozalbete?
-Jajaja. De nada mami. Pero mantente alejada de mà mañana.
-¿Por?
-Para que no me atufes.
Julia miró el trozo de coliflor que estaba a punto de meterse en la boca y comprendió.
-Tonto. Tú también deberÃas comer un poco. Es muy sano.
-Ya, pero paso.
+++++
Un par de semanas después, Pedro se quedó mirando como su madre se preparaba un batido con tunos indios.
-Me mandaron un correo en donde decÃan que el tuno indio tiene grandes propiedades antioxidantes y es bueno para el colesterol.
Pedro puso los ojos en blanco.
+++++
Durante las siguientes semanas, Pedro se sorprendió una y otra vez con las ocurrencias de su madre. Una tarde la encontró en el salón con la cara llena de pepino cortado en rodajas. La universidad de Colorado decÃa que limpiaba los poros.
Otro dÃa le fue a dar un beso al llegar de la facultad y el pestazo a ajo lo echó para atrás. Su madre le dijo que un estudio revelaba que el ajo era el anti cancerÃgeno más potente de la naturaleza.
Las cosas más peregrinas que le mandaban sus amigas se las creÃa a pies juntillas. Peelings de azúcar, mascarillas de té y miel. Probaba las cosas unos dÃas hasta que recibÃa un nuevo correo y pasaba al siguiente remedio milagroso.
-Pero mamá, por dios. ¿Cómo puedes creerte todas esas cosas?
-Pues me van muy bien.
-Seguro que la mayorÃa, si no todas, son mentiras. Ocurrencias de alguna mente calenturienta.
-Tú que sabrás
Pedro decidió no insistir. VigilarÃa que no hiciese ninguna locura. Su madre era tan crédula, que si un estudio de la Universidad de Chiquitistan decÃa que lavarse los dientes con un poco de lejÃa combatÃa las caries, la muy inocente lo harÃa.
+++++
Una tarde Pedro estaba en su habitación, mirando un poco de porno para relajarse de los estudios. En su pantalla, una linda morenita chupaba una inmensa polla, hasta que el tipo se corrÃa abundantemente en su risueña cara. Después, la chica, sin dejar de sonreÃr, se esparcÃa el semen por la cara.
En ese momento, Pedro recordó las boberÃas que se decÃan. Los bulos que circulaban por ahÃ. Recordó la credulidad de su madre y decidió gastarle una broma.
Buscó en internet el escudo de una prestigiosa universidad americana. Preparó un escrito, tratando de que le saliera lo mejor posible, y se lo mandó a su madre con un correo que ella no conocÃa.
-Jajajaja, mami. A ver piensas de este estudio.
Un rato más tarde, su madre llegó del trabajo. Pedro la saludó.
-Hola mami. ¿Qué tal el trabajo?
-Uf, vengo agotadita. Me voy a dar una buena ducha y preparo la cena. Después miraré mi correo y me iré a la camita.
-Vale. Si quieres, mientras te duchas, voy preparando algo de la cena.
-Eres un sol. Si quieres, vete pelando unas patatas.
-OÃdo cocina.
Mientras pelaba las patatas, Pedro no pudo evitar reÃrse imaginando la cara de su madre cuando leyese el correo.
Cenaron y después ella, como le habÃa dicho, le dio las buenas noches y se fue a su habitación. Pedro se fue al salón. AprovecharÃa que no estaba su madre para buscar una pelÃcula de marcianos. O de miedo.
Julia se sentó frente su ordenador. Lo encendió y se fue a leer su correo. Empezó por el primero. Un pps de una de sus amigas con chistes sobre suegras. Se rio, recordando a la bruja de su suegra. Una par de correos más de sus amigas, con fotos de lindos paisajes, algunas recetas.
Mucho spam. Ya los reconocÃa y los borraba sin abrir, sobre todo si no conocÃa a quien se los mandaba. Pulsó para borrar uno de alguien desconocido. El asunto decÃa.
"Nuevo estudio de la Universidad de Houston, Texas".
Le picó la curiosidad. Y lo abrió.
"Houston, Texas. 10 de julio de 2012.
CientÃficos de la Universidad de Houston han publicado en la prestigiosa revista médica New England Journal of Medicine un estudio sobre los beneficios para la salud del semen humano.
Según el estudio, el semen humano tiene muchas propiedades, que hasta ahora eran sólo hipótesis. Han demostrado, estudiando a más de 100 voluntarios, que posee ingredientes muy beneficiosos para la piel.
Para el estudio usaron varios grupos de control. A unos se les facilitaba un placebo y a otros semen real. Demostraron que aquellos que regularmente esparcÃan sobre su rostro semen humano conseguÃan a las pocas semanas una piel más fina, más uniforme y sin manchas. Asà mismo, disminuÃan las arrugas y aumentaba la tersura general de la piel.
El mismo estudio indica, asà mismo, que el semen ingerido también tiene beneficios para la salud. Se han contrastado mejoras generales del organismo, disminución del apetito y mejora en el estado del bienestar.
Parece ser que los beneficios de ingerir semen son más pronunciados en las mujeres que en los hombres. Se especula con posibles causas genéticas para esta discrepancia entre los sexos. El sexo femenino está más preparado para asimilar las proteÃnas del semen que el sexo masculino.
El estudio termina indicando que las propiedades beneficiosas del semen disminuyen rápidamente con el tiempo, siendo mucho mayores recién eyaculado. Diez minutos después de producirse la eyaculación, parece ser que los beneficios desaparecen"
-Joder- dijo Julia cuando terminó de leer el correo.
Cualquier otra persona se habrÃa dado cuenta de la sarta de tonterÃas que contaba, pero Julia lo volvió a leer.
-Joder - repitió.
Se lo habÃa creÃdo a pies juntillas.
+++++
Al dÃa siguiente, durante el desayuno, Pedro quiso saber si ella habÃa leÃdo el correo.
-¿Que tal mami? ¿Descansaste?
-Ummm, sÃ. He dormido como un lirón.
Pedro le iba a preguntar si habÃa recibido más correÃtos con remedios milagrosos, pero se dio cuenta de que si lo hacÃa a lo mejor ella sospecharÃa. Asà que no le dijo nada. Si lo habÃa leÃdo, la broma ya estaba hecha. Y si no, pues tampoco pasaba nada.
Ella no dijo nada. No insinuó nada. Quizás, se dijo Pedro, se habÃa pasado con el correo y ni siquiera la crédula de su madre se lo habÃa creÃdo.
Se olvidó del asunto.
Hasta que tres dÃas después, su madre le preguntó, a bocajarro, de sopetón, sin avisar.
-Oye...Pedro... ¿Tú te masturbas mucho?
-¿Queeeeeeeeeeeeeeeeeee?
-Que si te masturbas mucho.
-Coño, mamá. ¿Qué pregunta es esa?
-Es... sólo por saberlo.
Pedro estaba asombrado. Aunque la relación con su madre siempre habÃa sido muy abierta, aquella pregunta lo dejó ojiplático.
-Pues...no sé. Lo normal, creo.
Notó que las mejillas de su madre se ponÃan rojas.
-Y... ¿Qué haces...después?
-¿Cómo que después?
-Me refiero...esto....uf.... a qué haces...ya sabes, con... el semen.
Pedro comprendió de repente. Su broma. Su madre la habÃa leÃdo. Y se la habÃa creÃdo. Pero no podÃa ser. Si no eran más que burradas.
-Mamá, joder...
-¿Lo tiras?
-Pues claro que lo tiro. ¿Qué quieres? ¿Qué lo saque de paseo? Lo limpio con papel y al baño.
Las mejilla se su madre se encendieron más. Julia se morÃa de vergüenza. Miró al suelo.
-¿Me lo darÃas?
-¿Pero qué dices? ¿Te has vuelto loca?
-No... Es...es...por un estudio...dice que...
-¿Qué estudio? - Preguntó, sabiendo la respuesta
-Uno que leÃ.
Pedro le iba a decir la verdad. Que el estudio era falso. Que todo habÃa sido una broma que él le hizo. Pero notó como la polla se le estaba poniendo dura. ¿Hasta dónde llegarÃa ella?
-¿Hablas en serio, mamá? ¿Quieres que te de mi semen?
-SÃ. Lo vas a tirar en el retrete, ¿No? ¿Qué más te da?
-Joder, es que lo que me pides es muy raro.
-Lo sé, lo sé. Llevo dÃas pensando en como pedÃrtelo. Eres el único al que puedo pedÃrselo. Sé que no le vas a contar a nadie esto. Debe quedar entre nosotros. Me morirÃa si alguien llegara a saberlo.
Desde que su padre los abandonó su madre no habÃa vuelto a salir con hombres. Asà que él era el más cercano.
-¿Lo harás, Pedro? Por favor...di que sÃ.
-Uf, mamá. Esto es muy raro, la verdad.
-Por favor.
La polla le dolÃa encerrada en los vaqueros.
-Está bien.
-Gracias, tesoro.
Julia levantó la vista. Estaba menos roja. Ya habÃa pasado el trago de pedirle a su hijo semejante cosa.
-¿Y...cómo...lo hacemos?
La mente de Pedro volaba. Se imaginaba toda serie de morbosidades. Pero su madre ya lo tenÃa todo planeado.
-Pues, he pensado que cuando te masturbes y vayas, ya sabes...a acabar, eches el semen en un vasito y después me lo das.
-¿Qué vas a hacer con él? ¿Alguna extraña receta?
-No...uf...pensarás que estoy loca.
-DÃmelo.
-Es para...la piel. El estudio decÃa que era muy beneficioso para la piel del rostro.
-¿Te lo vas a...?
-Sà - respondió, volviendo a ponerse roja.
-Joder.
La polla de Pedro tuvo un espasmo. Su madre estaba dispuesta a esparcirse su semen por la cara.
-¿Qué más decÃa el estudio? - preguntó, para comprobar si ella estaba dispuesta a todo.
-También decÃa que ingerido es muy beneficioso para la salud, especialmente de la mujer.
-Coño.
-SÃ, ya sé que es algo sorprendente, pero el estudio era de una prestigiosa universidad y ha sido publicado en una de las mejores revistas médicas.
¿Qué coño sabÃa su madre sobre universidades prestigiosas y revistas médicas? Pero no le importaba. La idea de hacer lo que ella le pedÃa lo tenÃa muy excitado.
-Bueno, está bien. Lo haré.
-Oh, gracias tesoro. Muchas gracias.
-Esta noche me corre...eyacularé en un vasito y mañana te lo doy.
-Uy, no. El estudio dice que las propiedades se van rápido. Tengo que...usarlo antes de diez minutos.
-Coño, como la vitamina C del zumo de naranja, ¿No?
-Si, jeje.
-De acuerdo entonces. Te lo llevo desde que... termine.
Julia sonrió. La cosa no habÃa sido tan terrible. Su hijo era un sol.
-¿Cuándo...ya sabes... lo harás?
-No sé. Puede que después, antes de dormir.
-Ah, vale.
Julia hubiese jurado que su hijo estaba excitado. Pero prefirió no decirle nada más. Ya era bastante extraño todo lo que habÃa pasado como para pedirle que se fuera a masturbar ahora.
Pedro estuvo excitado durante la cena. Y después de la cena. TenÃa ganas de irse a su cuarto a hacerse una buena paja. Pero su madre sabrÃa que iba a hacer eso. Y extrañamente, le daba un poco de reparo.
Asà que se quedó en el salón, viendo la tele. Miraba de reojo de vez en cuando a su madre.
"Coño, mami. Pero mira que eres crédula", se decÃa una y otra vez.
Cuando terminó la pelÃcula, Pedro se levantó.
-Bueno, me voy a... dormir.
-¿Dormir? ¿Y no...? ya sabes.
-SÃ. Está bien. También a lo otro.
-Gracias.
Pedro fue a la cocina y buscó un vaso pequeño. De ahà se fue a su cuarto. Julia se quedó en el salón. Estaba muy nerviosa. Su hijo se habÃa ido a su cuarto. Se iba a masturbar, a echar su semen en un vaso y luego se lo traerÃa a ella. Y ella, después...
Pedro cerró la puerta.
-Joder. Esto es una locura.
Pero se bajó la bragueta y se sacó la polla. La tenÃa muy dura. Como nunca. Se la agarró con la mano derecha y empezó una lenta paja.
-Joder, joder. Me voy a correr en el vasito y mi madre se echará mi leche por la cara. ¡JODER!
No aguantó mucho. Lo enormemente prohibido de lo que estaba haciendo era muy fuerte. Sintió la llegada de su orgasmo. Puso el vasito delante de su polla, y empezó a correrse.
El primer chorro fue tan fuerte que rebotó en el fondo y salió disparado hacia el suelo. Los siguientes los controló y cayeron todos dentro. Tuvo una buena corrida.
De su polla colgaba un hilillo de semen. Con el borde de vaso lo recogió. Después, levantó el vaso y lo miró. HabÃa una buena cantidad de semen.
¿Y ahora qué? ¿Se lo doy o le digo la verdad?
Optó por dárselo. CabÃa la posibilidad de que ella se echase para atrás. Se guardó la polla en el pantalón y fue al salón.
-¿Ya? - preguntó su madre.
-Sip.
-Has sido... rápido
-Bueno, a veces duro más y a veces menos.
No podÃa decirle que estaba tan caliente al imaginar como ella se esparcÃa su corrida por la cara que no habÃa aguantado nada. Se acercó y le dio el vaso.
-Bueno, mami, aquà tienes lo que querÃas.
Julia alargó la mano y cogió el vaso. Se quedaron unos segundos sin hablar, sin saber que hacer.
-Me voy a dormir. Hasta mañana.
-Hasta mañana, tesoro.
Cuando Pedro se fue, Julia salió corriendo para hacia su dormitorio. Si habÃa llegado hasta allà no querÃa que ahora las maravillosas propiedades de lo que contenÃa el vasito se evaporan.
Entró, se sentó frente al espejo de su tocador.
-Bueno, vamos allá.
Miró el vaso. Lo movió un poco. El semen de su hijo era espeso, y aún estaba caliente. ¿Cómo hacerlo?
Decidió echárselo en una mano. Vació el contenido sobre la palma de su mano izquierda. Dejó el vaso boca abajo para que la mayor parte cayera. Seguidamente, se llevó la mano a la cara.
Y lentamente, como si fuese la crema de noche que usaba, se empezó a untar el caliente y pegajoso semen por el rostro. Por sus mejillas, en su frente, en su barbilla. No habÃa una cantidad muy grande, asà que no pudo cubrirse bien del todo. Pero quedó satisfecha.
Se miró al espejo. Su cara brillaba un poco. Y el olor del semen llegó a su nariz. Fue consciente de lo que habÃa hecho. Se habÃa echado el semen de su hijo por la cara.
-Jajajaja, al final lo que no pudiste hacer tú lo ha hecho tu hijo.
Se referÃa a su marido. Muchas veces le habÃa pedido que dejase que se corriera en su cara, pero ella nunca lo dejó. Lo encontraba sucio, denigrante. Y ahora, ella misma, se acabada de poner semen en la cara.
-Pero lo dice la New Medicine esa.
Se quedó unos minutos allÃ, mirándose al espejo. A medida que el semen se iba secando, empezó a tirar de su piel. Julia lo notó.
-Coño, funciona. Lo noto. Funciona
El correo no decÃa nada de cuanto tiempo habÃa que llevar la extraña mascarilla. Decidió que con 10 minutos deberÃan bastar. Pasado el tiempo, fue al baño y se lavó la cara. Se acercó al espejo y se miró.
-Ummm, yo me veo como siempre. Pero es la primera vez. El estudio decÃa que a las pocas semanas se notaban los efectos.
Se fue a dormir, contenta.
+++++
Pedro se levantó empalmado, como siempre. SolÃa hacerse una paja matutina, para empezar el dÃa relajado. Y esa mañana estaba especialmente caliente, después de lo de la noche anterior
¿Lo habrÃa hecho su madre? ¿Se habrÃa puesto su leche a modo de mascarilla facial? ¿O se habrÃa arrepentido en el último momento?
Decidió esperar a ver que le decÃa ella, asà que se levantó, hizo pis y se fue a la cocina a desayunar. Su madre ya estaba levantada.
-Buenos dÃas, mami.
-Hola tesoro. ¿Cómo has dormido?
-Muy bien. ¿U tú?
-Bien también.
Esperó a que ella le dijera algo. Su madre seguÃa preparando el desayuno, sin decir nada. La curiosidad pudo con él.
-¿Y bien? ¿Qué...tal? - le preguntó.
-Pues...creo que bien. Ha sido sólo el primer... tratamiento. Pero noté que sà que funcionaba. La piel la noté como tirante.
La polla de Pedro se le puso dura al instante. Lo habÃa hecho. Su madre se habÃa echado su semen en la cara y se lo habÃa esparcido. Hubiese dado su brazo derecho por poder verlo. Y encima decÃa que sólo habÃa el primer tratamiento. ParecÃa decir que habrÃa más.
-Me... alegro que de funcione, mamá. Es verdad que te noto la cara como más... fresca. - mintió como un bellaco.
-¿De verdad? - preguntó ella con una inmensa sonrisa.
-SÃ.
-Oh, gracias, tesoro. Eres un sol.
-Esto...antes de irte a la facu... ¿TendrÃas tiempo para...?
-¿Más tratamiento?
-SÃ.
-Claro mami.
-Gracias.
Pedro se terminó el desayuno, cogió un vasito y se fue.
-Ahora vengo.
Julia se quedó en la cocina, esperando. No vio como Pedro, ya por el pasillo, se habÃa sacado la polla. No vio como entró en su cuarto, metió la punta de la polla en el vaso y se corrió intensamente. Ahora sabÃa que su madre se habÃa echado su corrida por la noche. Y sabÃa que se la iba a echar otra vez. Eso lo habÃa calentado tanto que se habÃa corrido enseguida.
Decidió esperar un par de minutos antes de regresar a la cocina. Ella lo esperaba, sentada.
-Aquà tienes.
-Umm, gracias, gracias.
-Bueno, me voy a la facu. Hasta luego.
-Estudia mucho.
En cuanto Pedro se fue, Julia se fue al baño. Frente al espejo, dejó caer el espeso semen de su hijo en ambas mejillas. Después, con las manos, se lo esparció por la cara. Esperó diez minutos a que se secara. Volvió a notar la tirantez.
-SÃ que funciona. SÃ que funciona. Algo hace.
Pasado el tiempo, se lavó, se vistió y se fue a trabajar. Iba muy contenta. Feliz.
Para ella, no era nada sexual. Era, simplemente, un tratamiento cosmético. Rarito, sÃ, pero sólo eso.
+++++
Durante la comida, hablaron de muchas cosas. Del trabajo, de los estudios de Pedro. De la familia. Hasta que ella sacó el tema.
-Pedro, tesoro. ¿Cómo cuantas veces al dÃa puedes... hacerlo?
-¿Hacer el qué? - preguntó, sabiendo de sobras a que se referÃa su madre.
-Pues... masturbarte.
-Generalmente lo suelo hacer tres veces al dÃa. Algunas menos, y otras, si estoy muy excitado, más.
-Vaya. Tres veces de media no está nada mal.
-Jajajaja. No.
-Esta segunda vez he notado que actuaba más.
-Asà que funciona.
-Desde luego. Quiero seguir con el tratamiento. ¿Me darás siempre tu... semen?
-Claro mamá. Para mà es un placer... ayudarte.
La miró a los ojos. Ella desvió la mirada
Pedro tenÃa la polla dura.
-Si quieres, después de comer me saco una ración.
-¿S� - dijo su madre, iluminándosele la cara.
-SÃ.
-Muchas gracias.
Esta vez la paja fue más lente. Pedro cerró los ojos y se empezó a imaginar cosas. VeÃa a su madre con su corrida en la cara. La veÃa esparciéndosela. La veÃa con la boca abierta, el vaso en la boca, bebiéndose su leche. Aquella situación estaba cargada de morbo.
Cuando se fue a correr, miró su polla. Contó los espesos chorros que lanzó dentro del vaso. El placer fui intenso.
-Ummm, mami... todo para ti. Mi leche para tu carita.
Ella cogió el vaso con el tratamiento con una amplia sonrisa y se fue al baño. Pedro se fue al salón a reposar. TenÃa que verlo. TenÃa que ver como su madre lo hacÃa.
Julia volvió a los 10 minutos.
-Ya está. Me noto la piel más suave - dijo, acariciándosela
-¿A ver?
Se sentó al lado de su hijo y éste acarició sus mejillas. La piel de su madre era fina, cálida. No necesitaba ningún tratamiento, pero no iba a ser él quien dijera nada.
-Pues sà - dijo, acariciándola con dulzura - La tienes muy suave.
-Gracias tesorito. Ahora me vuelvo a la oficina
-Vale. Hasta luego, mamá.
-Chao.
Durante esa tarde, en vez de estudiar, Pedro se dedicó a forjar un plan. Estaba muy cachondo, y estuvo horas con la polla en la mano, haciéndose una buena paja, pero parando justo antes de correrse. No podÃa desperdiciar su leche. La guardarÃa para su madre.
Y antes de irse a la cama, después de ver la tele con ella, se levantó.
-Voy a traerte tu tratamiento.
-Oh, vale mi vida.
Tras toda una tarde de continua excitación, sus huevos se habÃan llenado a tope de semen. Y su corrida fue muy abundante. Casi el doble que las otras veces. Su madre lo notó.
-Wow, esta vez has echado mucho - dijo, mirando el vasito.
-SÃ. Estaba más excitado que otras veces.
-¿Por qué?
-Ah, pues no sé - mintió.
A Julia no le interesaba mucho eso. Lo que le importaba era ir rápidamente al baño para ponerse su mascarilla antes de que perdiera sus propiedades.
Se levantó dispuesta.
-Oye mami. ¿Cómo lo haces? Me refiero a como usas el tratamiento.
-Pues...el estudio no era concreto en ese punto. Yo me lo pongo en la cara y luego me lo esparzo con las yemas de los dedos. Igual que la crema de noche que uso.
-Ah... ¿Te importa si te miro?
-¿Cómo?
-Es sólo por curiosidad.
-Esto...vale. Ven
La siguió al baño. La polla dura como una roca, apretada en sus pantalones. Su madre se puso frente al espejo. Él se puso a un lado.
-Primero me lo hecho en la cara - dijo Julia.
Pedro miró como su madre se ponÃa el vaso en una mejilla y dejaba caer un poco de semen. Repitió lo mismo con la otra mejilla. Resbalaba un poco, pero apenas. Era bien espesito.
-Vaya, pues sà que hoy echaste mucho. Queda para la frente.
Los dedos de Pedro temblaban cuando su madre se pasó el vaso a los largo de la frente, dejando tras de sà el resto de su corrida. La miró. Aquello era lo más caliente que habÃa visto. Su madre con su leche en la cara. Era mucho más excitante que los videos que le gustaba ver por internet. Era su leche. Era su madre.
-¿Ves? Y ahora, lo esparzo con cuidado.
Miró, embelesado, como ella, mirándose en el espejo, se esparcÃa su semen por toda la cara, como si de crema para la piel se tratase. La polla le dolÃa. Se podrÃa hacer otra paja y se correrÃa enseguida. A punto estuvo de pedirle el vaso, sacarse la polla y darle una segunda ración.
Pero se contuvo. TenÃa que seguir el plan.
-Y ahora lo dejo actuar 10 minutos.
-Ah, bien. Bueno, me voy a dormir. Hasta mañana.
Casi le da un beso con la cara llena de brillante semen.
-Hasta mañana, tesoro - respondió Julia, risueña.
En su cuarto, tumbado en su cama, Pedro se volvió a masturbar. Se corrió abundantemente sobre su pecho. En su mente, la cara de su madre cubierta con su leche.
+++++
A la mañana siguiente, antes de irse a la facu, le dio a su madre su ración de tratamiento. Y al medio dÃa, después de comer. La última, por la noche, antes de acostarse.
Y asà durante varios dÃas. De hacÃa tres pajas diarias para su madre. A veces la acompañaba para mirar como ella se ponÃa su leche en la cara y se la untaba, feliz y contenta.
Le decÃa lo guapa que se estaba poniendo. Que se notaba que su piel estaba como más joven. Y su madre se ponÃa muy contenta. Encantada. Se creÃa de verdad que aquello funcionaba.
Una mañana, Pedro decidió que era el momento de pasar a la segunda fase. Su madre ya se habÃa acostumbrado a sus tres raciones diarias. Las esperaba ansiosa.
Después del desayuno, Pedro cogió el vasito y le dijo a su madre que iba a sacarse la ración matutina. Ella, como siempre, le sonrió y le dio las gracias por ser tan buen hijo.
Pedro, en su cuarto, empezó con la paja. Pero no tenÃa intención de correrse. Cuando estaba a punto, paraba, pare seguir a los pocos segundos.
Diez minutos después, con el vaso vacÃo, volvió a la cocina.
-Lo siento mamá, pero no quiere salir - le dijo, enseñándole el vaso vacÃo.
La cara de desilusión de Julia era todo un poema.
-¿Y eso? ¿Estás enfermo?
-No no. A veces me cuesta un poco... terminar. Seguro que si siguiera al final lo conseguirÃa, pero se hace tarde. Tengo que ir a clase.
-Oh... ya veo
Julia se puso triste. Aquello significaba que esa mañana se quedarÃa sin su tratamiento.
-¿Es que no... se te levanta?
-SÃ, sà que me levanta. Pero por más que le doy, no me corro.
Pedro se dio cuenta de que los ojos de su madre se fijaban en su entrepierna. La polla, dura, se notaba claramente.
-Ya veo que estás excitado.
-SÃ, eso sÃ.
Pedro cogió los libros que tenÃa en la mesa. Se iba a marchar cuando se paró.
-Aunque...quizás...si...
-Dime, dime - dijo Julia, ansiosa por saber que se le habÃa ocurrido a su hijo.
-Pues si tú... pero no, déjalo. Es una locura. Seguro que al medio dÃa podré.
-Venga, no seas bobo. ¿En qué estabas pensando?
-Mamá...uf...pensé que si tú... me masturbas quizás llegue más fácilmente al orgasmo.
Julia lo miró con la boca abierta, asombrada.
-OlvÃdalo, mamá. No tenÃa que haberlo dicho. Al medio dÃa lo intento otra vez, ¿Vale?
Se dio la vuelta, dispuesto a marcharse. Quizás se habÃa pasado. Pero ya estaba hecho.
Julia lo vio caminar hacia la puerta. Se iba a ir. Ella se quedarÃa sin su tratamiento. Y lo necesitaba. Su piel lo necesitaba.
-Espera, Pedro.
Él se paró en seco. El corazón latiéndole a mil por hora. Se dio la vuelta.
-Dime.
-Lo haré. Necesito el tratamiento.
-¿Estás segura?
-SÃ.
La polla de Pedro dio un respingo. Su madre le iba a hacer una paja.
-Uf, mami. Estoy sà que raro. ¿Cómo lo hacemos?
-Sà que es raro sÃ. Pero quedará entre nosotros.
-Claro que sÃ.
Julia se sentó en una de las sillas. Le pidió a Pedro que se pusiese, de pie, delante de ella. Su bulto quedó delante de su cara.
-Bueno, Pedro...uf, que raro es esto. Sácatela.
Pedro se bajó la bragueta, metió la mano y se sacó la polla. Los ojos de su madre se quedaron clavados en ella. Sus labios ligeramente entreabiertos.
HacÃa muchos años que Julia no veÃa una polla, y menos como esa. De buen tamaño, gruesa. Daba saltitos sola, en el aire. Ninguno hablaba. Pedro la miraba a ella y ella a su polla.
-Mami, no tienes que hacerlo. Al medio dÃa ya verás como...
-No importa, de verdad.
Julia alargó su mano derecha y le cogió la polla a su hijo. Sintió un escalofrÃo que le recorrió el cuerpo. Y eso que la polla estaba caliente y era suave. Casi ni recordaba lo que se sentÃa con una polla dura en la mano.
Pedro casi se corre cuando sintió la mano de su madre agarrarle la polla, pero se contuvo. Sus miradas se cruzaron unos segundos. Los dos sonrieron bobaliconamente.
Ella no se decidÃa a empezar. Asà que Pedro le dio un empujoncito.
-Mami... me tengo que ir. Las clases...
-Oh, claro...espera un poquito solo
Y empezó a mover la mano. Arriba, abajo. Arriba, abajo. Pedro entrecerró los ojos y gimió.
-Ummm, mami. Qué rico.
-¿S� ¿Lo hago bien? Estoy desentrenada.
-Lo haces muy...bien. Muy bien
Julia se quedó mirando la polla. La sentÃa palpitar en su mano. Aceleró el ritmo.
-Aggggg mamá....que placer....No pares...sigue...sigue que te voy a dar una buena ración.
-¿S� Qué bien - dijo Julia, contenta.
Estar en la cocina, delante de su madre mientras ésta le hacÃa una paja fue demasiado para Pedro. Su cuerpo se empezó a tensar.
-Mamá...mamá... prepara el vasito...que ya....viene.
Rápidamente, Julio cogió el vaso y lo llevó hasta la punta de la polla de Pedro. Pero no llegó a tiempo. El primer chorro salió disparado y se estrelló contra su pijama, contra su brazo, su antebrazo. Los siguientes fueron recogidos con destreza.
-Uf, mi vida. Cuánto semen. Es la vez que más has echado.
-Es que...Lo haces muy bien.
-Gracias
Con asombro, Pedro vio como su madre recogÃa con el vaso el semen que le habÃa caÃdo en el brazo.
-No hay que desperdiciar nada de esta maravilla.
La polla de Pedro dio un brinco.
-Venga, ya te puedes ir, no vayas a llegar tarde.
-Uf, sÃ. Chao
-Chao
Se guardó la polla y salió corriendo. Julia se levantó y se fue al baño.
Miró el contenido del vaso. HabÃa una buena cantidad de semen. Semen de su hijo que ella habÃa extraÃdo. Fue consciente de lo que habÃa hecho. Le habÃa cascado una paja a su hijo. Se echó por encima el semen, lo esparció. Y se olió los dedos. Aspiró con fuerza.
-Le he hecho una paja a Pedro. Joder. Le he hecho una paja a mi hijo - le dijo al espejo.
También se dijo que era por el tratamiento. Que era algo entre él y ella. Que no habÃa diferencia en que fuese él el que se masturbara o fuese ella. ParecÃa que a él le habÃa gustado.
¿Qué mal habÃa en que él tuviese placer? Él le estaba haciendo un gran bien, y esa serÃa una buena forma de agradecérselo. Tan ensimismada estaba con sus pensamientos, tratando de convencerse a sà misma de que no hacÃan nada malo, que no fue consciente de una cosa. TenÃa los pezones duros. Y el coño, mojado.
Pasado los 10 minutos de rigor, se lavó, se vistió y se fue a trabajar
+++++
Mientras comÃan ese medio dÃa, Pedro esperaba nervioso la llegada del momento de la extracción de la ración vespertina. Terminado de comer y se fueron al salón.
Su madre siempre lograba sorprenderle. Cuando se sentaron, le dijo.
-Pedro, mi vida....La ración del medio dÃa... ¿La sacas tú o quieres que yo...?
-Mami, si lo haces tú seguro que sale más semen.
-Vale. Ven siéntate a mi lado.
Pedro se sentó, en el sofá, a su lado. Ella miró hacia su entrepierna.
-Ya estás excitado.
-SÃ. Mucho
-Sácatela.
-¿Me la sacas tú?
Se miraron unos segundos. Pedro vio como su madre acercaba sus manos hasta su polla La acarició sobre el pantalón, para, seguidamente, bajarle la cremallera, meter la mano y sacarle la polla. La agarró y empezó una lenta paja.
-Ummm mami.
-Disfruta, tesoro. Es mi manera de agradecerte todo lo que haces por mÃ.
-No tienes que agradecerme nada.
-Claro que sÃ. Mi piel está rejuvenecida, más suave. Y todo gracias a ti. A tu semen.
-Agggggg que rico...
Pedro, apoyado contra el respaldo del sofá, disfrutó de la maravillosa paja que su madre le estaba haciendo.
-AvÃsame cuando vayas a acabar.
-¿A correrme?
-SÃ, cuando vayas a... correrte.
A los tres minutos de placentera masturbación, el cuerpo de Pedro empezó a dar muestras de estar a punto de estallar.
-Estoy a punto de correrme, mamá. Será mejor que me ponga de pie.
-SÃ, mejor.
Se levantó. Su madre no le soltó la polla. Siguió con la paja. Cogió el vasito con la mano libre y lo acercó a la punta de la polla. No querÃa que esta vez se desperdiciara nada.
Al poco, Pedro empezó a temblar.
-Aggggg...Mami...me corro...me corro.....aggggggg
La mano de Julia notó el paso de todos y cada uno de los chorros de preciado semen que salÃan por la polla de su hijo contra el fondo del vaso. No dejó de mover su mano, y cuando la polla dejó de correrse, la exprimió desde la base hasta la punta para no dejar ni gota de semen.
-Bien, ya tengo mi ración. Gracias tesoro.
Uf, gracias ti, mamá.
Mientras ella iba al baño a ponerse el tratamiento, Pedro se sentó a reposar tras su intenso orgasmo. Sonrió. Todo se desarrollaba como tenÃa previsto.
Esa vez, tras la segunda paja que la habÃa hecho a Pedro, con su cara brillante del semen extraÃdo, Julia sà fue consciente de lo excitaba que estaba. Vio sus pezones marcarse tras la camisa. Sintió su coño húmedo.
-Joder, estoy cachonda.
¿Pero cómo no iba a estarlo? HacÃa muchos años que no tenÃa una polla en la mano. No recordaba la última paja que habÃa hecho. Antes, cuando era Pedro el que se masturbaba a solas y después le traÃa el semen, todo era más...aséptico. Aunque sabÃa lo que él hacÃa en su cuarto, no pensaba en ello. Sólo querÃa el resultado final. El semen. Su tratamiento.
Pero ahora, la habÃa visto salir de la polla. Era ella la que lo habÃa sacado. HabÃa hecho correr a su hijo haciéndole una paja
-Es por el tratamiento. Es por el tratamiento - se decÃa.
Pero estaba cachonda, caliente. Y eso no podÃa ser. Una madre no debe ponerse caliente por su hijo. Ni un hijo por su madre. Pero Pedro no se ponÃa caliente por ella, no. El ya se masturbaba solo. Lo harÃa de todas maneras, aunque no fuera para ella. ´
-Es un buen chico. Lo hace por mÃ, para que tenga mi tratamiento. Y yo voy y me pongo cachonda. Soy...joder. No sé ni lo que soy.
Pensó en dejarlo todo. En no seguir. Se lavó la cara y cuando se miró y la vio tan limpia, tan suave, tan fina, decidió seguir. Pero no le harÃa más pajas a su hijo. VolverÃan como antes.
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Cuando terminó la pelÃcula, Pedro ya tenÃa la polla dura. Ahora, su madre se la sacarÃa y le harÃa una de sus estupendas pajas. DormirÃa como un bendito, bien relajado.
Esperó a que ella tomase la iniciativa. Pero su madre no dijo ni hizo nada.
-Mami... ¿No quieres la ración de la noche?
-Claro que sÃ, tesoro. Pero....
-¿Qué?
-Verás. No creo que esté bien que sea yo la que la saque. Será mejor que sigamos como antes, ¿Vale?
Decepcionado, Pedro asintió.
-Vale, quizás sea mejor asÃ. Voy a... mi cuarto.
-Gracias mi amor.
Se sentó en la silla del ordenador. La polla se la habÃa aflojado un poco. Deseaba tanto que su madre le hiciese una paja ya ahora tendrÃa que hacérsela él.
-Joder, no. Si quiere mi corrida, que la saque ella.
Se esperó 20 minutos antes del volver al salón. Su madre estaba tumbada. Se plantó delante de ella y le dio el vaso, vacÃo.
-Lo siento mamá, no me sale. Hazlo tú.
-Pero...no puede ser
-Por favor, mamá. Es por tu...tratamiento.
La estaba chantajeando, pero el deseo lo tenÃa cegado. Julia sintió un leve cosquilleo en el estómago. Si querÃa su ración de semen lo tendrÃa que sacar ella. Y tener la polla de su hijo en la mano la iba a poner cachonda. De hecho, se estaba empezando a mojar.
Pero el tratamiento era más importante. Si él no se daba cuenta, no pasarÃa nada.
-Está bien - dijo, incorporándose
Pedro se acercó a ella. La polla dura otra vez. Y más cuando su madre le bajó la cremallera y le sacó la polla. Cuando la cálida mano empezó a acariciar, gimió.
-Ummmm, asà mami. AsÃ.
Ella tenÃa la mirada fija en la dura polla que su mano masturbaba. Notó los pezones duros. El coño, empapado. Le hubiese gustado cerrar las piernas, juntar los muslos, frotarse. Eso era algo que le gustaba mucho hacer antes, de más joven.
Pero Pedro estaba de pie entre sus piernas y no podÃa cerrarlas.
La paja fue silenciosa. Sólo se oÃan los gemidos de placer de Pedro. Hasta que éste empezó a decir.
-Me corro mami. Me corro.
Todo el semen fue recogido expertamente dentro del vasito. Incluso pasó la punta por el borde del vaso mientras exprimÃa la polla.
-Bien, ya está. Gracias tesoro.
-De nada mamá. Ha sido un... placer.
Se sonrieron. Pedro se despidió y Julia fue a ponerse el tratamiento. Cerró la puerta del baño con llave. Y mirándose en el espejo con la cara cubierta de la mascarilla de semen de su hijo, se llevó una mano por debajo de la falda, se acarició el mojado coño y se corrió tan intensamente que tuvo que sentarse en la taza del wáter.
HacÃa más de 13 años desde su último orgasmo.
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Pedro ya no tuvo que volver a pedÃrselo. Su madre le hacÃa tres pajas al dÃa. Una por la mañana, después del desayuno. Otra al medio dÃa, después de comer. Y la última por la noche, antes de dormir. Pedro estaba encantado.
Lo que no sabÃa es lo cachonda que se ponÃa su madre haciéndole las pajas. No sabÃa que ella, después de ponerse su tratamiento se hacÃa en el baño otra paja, hasta estallar en intensos orgasmos.
Un sábado por la mañana, mientras su madre sentada en una silla de la cocina le hacÃa la paja mañanera, Pedro decidió dar el siguiente paso de su plan.
-Oye mami.
-Dime tesoro - respondió ella levantando la vista de la dura polla.
-Siempre me haces pajas, echas el semen en un vaso y después vas al baño a ponértelo en la cara, ¿No?
-SÃ, sabes que sÃ.
-¿No decÃa el estudio que mientras más fresco mejor? ¿Que recién eyaculado las propiedades eran más potentes?
-SÃ. ¿Por?
-¿Y si pasamos del vasito? ¿Y si me corro directamente en tu cara? Más fresco, imposible.
-¿Tú crees?
-Claro que sÃ. Directamente de la botella. - dijo Pedro con la mejor de sus sonrisas.
-No sé...
-Venga, probemos.
El coño de Julia palpitaba. Pedro se querÃa correr en su cara. Su hijo querÃa correrse en su cara. Pero tenÃa razón. El semen serÃa más fresco. El tratamiento serÃa mejor.
-Vale, probemos.
Con las bragas empapadas, Julia siguió con la paja. La polla le quedaba a la altura de la barbilla, quizás un poco más abajo. Julia se dio cuenta de que asà podrÃan fallar los chorros del semen milagroso.
-Espera, tesoro. Asà no creo que vaya bien. Me pondré de rodillas.
Julia notó perfectamente como la polla de su hijo tenÃa un espasmo. Y no era para menos. ¿Qué hombre no ha deseado tener a una mujer arrodillada delante de él, haciéndole una paja hasta hacerlo correr en su cara?
Pues eso era precisamente lo que tenÃa Pedro delante. Solo que la mujer arrodillada era su madre. Eso no hacÃa más que multiplicar el morbo de la ya por sà caliente escena.
-Asà está mejor - Dijo Julia al comprobar que ahora la polla le quedaba por encima, a la altura de la frente. Levantando un poco la cara ofrecerÃa un blanco perfecto. Levantó la mirada y miró a su hijo a los ojos. Los tenÃa entornados.
-Parece que te gusta.
-Joder mami. Me encanta.
Menos de 10 movimientos de muñeca más llevaron a Pedro a un poderoso orgasmo.
-Aggggggg., Mamá...me corro...me corro...
La inexperiencia de Julia en esas lides hizo que mantuviera los ojos abiertos. Acercó la polla más hacia su cara y sintió. El primer disparo darle en la frente. El segundo le cruzó la cara desde la mejilla derecha hasta la ceja izquierda.
Y el tercero, le dio en un ojo. Cerró los dos, instintivamente, mientras la polla de Pedro seguÃa descargando sobre su cara. Y lo que descargó fue una de las mayores corridas hasta el momento.
Pedro se quedó contemplando, embelesado, la cara de su madre. Era muy distinto a verla echarse la leche de un vaso. Se habÃa corrido en su cara. Estaba preciosa.
Allà mismo, sin levantarse, con los ojos cerrados, Julia se empezó a esparcir el semen. Cuando terminó y abrió los ojos, sintió picor en el ojo en donde la habÃa caÃdo semen.
-Uy, pica.
-¿El qué?
-Tu semen. Me cayó un poco en un ojo.
-¿A ver?
Lo tenÃa irritado.
-Será mejor que te eches agua.
-SÃ, voy.
Cuando regresó del baño, el ojo seguÃa rojo.
-¿Te pica?
-Un poco, pero menos. La próxima vez cerraré los ojos cuando te corras.
-SÃ, será lo mejor.
La próxima vez fue después de comer. La siguiente, en el cuarto de su hijo, arrodillada junto a su cama. Y las tres veces tuvo que escabullirse al baño para hacerse una furiosa paja, mordiéndose los labios para no gritar.
Después de cada orgasmo se sentÃa culpable. Pensaba que Pedro pensarÃa que era una depravada. Él, que sólo lo hacÃa por ella, para que siguiera su tratamiento.
Pero no podÃa remediarlo. Tener esa linda polla en la mano... sentir como le llenaba la cara con su maravilloso contenido. Sólo esperaba que él nunca lo supiese.
Al dÃa siguiente, domingo, Julia fue al cuarto de su hijo a buscar su ración. Lo encontró ya despierto. Y con la polla dura.
-Vaya. ¿Te despiertas siempre as� A tu padre le pasaba.
-SÃ, siempre.
-Mejor. ¿Lo hacemos ahora?
-Vale.
Pedro se sentó al borde de la cama. Su madre, arrodillada entre sus piernas. La paja fue lenta, sensual. Hizo gozar a Pedro mucho. Julia le estaba haciendo la paja no sólo por extraerle el semen. Se la estaba haciendo porque le gustaba hacerlo.
-Cuando te vayas a correr, te levantas, ¿Vale?
-Agggg, si mami...
-Eres un sol.
-Y tú...maravillosa.
Minutos después, esparciéndose el cálido semen por el rostro, su madre le preguntó.
-¿Que harás hoy?
-Pues estudiar. Dentro poco son los exámenes.
-Bien, asà me gusta, que seas responsable.
Después del desayuno, Pedro se fue a su cuarto a estudiar, y su madre a vaguear por la casa. Se fue al salón a ver la tele
Tras tres horas de estudio, Pedro se cansó. Necesitaba relajarse un poco. No hizo más que recordar a su madre arrodillada frente a él y la polla se le puso como una roca.
Se levantó y la encontró en el salón, acostada en el sofá y mirando la tele.
-¿Ya terminaste, tesoro?
-Por un rato sÃ. Necesito despejarme.
Verla asÃ, tumbada en el sofá, le hizo tener una idea loca. Una extraña fantasÃa que tenÃa hace tiempo. Se acercó a ella.
-Oye mami. ¿Qué te parece hoy una ración extra?
-¿S� - respondió ella, con la cara iluminada de felicidad.
-Pues sÃ.
-Claro tesoro.
Julia se fue a levantar.
-No, tú quédate tumbada, boca arriba. Yo lo haré todo.
-Vale.
Julia re recostó en el sofá, con la cabeza sobre uno de lo apoyabrazos. Miró como Pedro se ponÃa al lado del sofá, sobre su cabeza. Se bajó el pantalón del pijama y sobre la cara de ella quedó la dura polla de Pedro.
La mano derecha de Pedro asió la polla y empezó una lenta paja. Miraba a su madre, que acostado boca arriba en el sofá esperaba su ración de semen.
-Ummmm, que rico mami....
Julia miraba la mano subir y bajar a lo largo de la polla. Le resultó extraño que no fuera su mano la que lo hacÃa. Se habÃa acostumbrado ya a obtener sus tres raciones diarias ella misma.
Pero esta era una ración extra.
-Mami... ¿Te puedo pasar la polla por la cara?
El cuerpo de Julia se estremeció. El coño, ya empapado, dejó escapar un chorrito de flujo
-Bueno...si quieres.
-SÃ quiero.
Pedro se agachó un poco, lo justo para que su polla llegase hasta la cara de su madre. A punto de correrse estuvo cuando sintió la cálida piel de ella. Le pasó la polla por toda la cara, suavemente. Ella se dejaba hacer.
Aquello era maravilloso.
Y, entonces, el momento que lo cambió todo. Justo hasta ese instante Pedro estaba convencido de que su madre hacÃa todo aquello por su tratamiento, por obtener su semen y usarlo como cosmético. Que él simplemente se aprovechaba de eso para recibir aquellas estupendas pajas y poder correrse sobre ella.
Pero mientras le pasaba la polla por la cara, vio como su madre cerraba lentamente las piernas. Como las frotaba entre sÃ.
¿SerÃa posible? ¿EstarÃa su madre cachonda? ¿Le gustarÃa también a ella todo aquello? Desde donde estaba hubiese jurado que sus pezones se marcaban bajo el pijama de ella.
Eso lo calentó más. Mucho más. Se cogió la polla y empezó a pajearse con fuerza.
-Ummm mami...esto es....aggggg. ¿Me harÃa un favor?
-¿Cuál mi vida?
-PÃdemelo.
-¿Que te pida qué?
-Que...me corra. Que me corra en tu cara.
-Oh, Pedro...no sé... - respondió, casi en un gemido, cerrando con fuerza las piernas y frotándose los muslos.
-Por favor...mami... por favor.
-Pedro....córrete...en mi cara...
-Ummmm mami...si sÃ...más...
-Córrete mi vida. Lléname la carita con te leche caliente. Córrete en la cara de mami.
La vista se le nubló un poco cuando el orgasmo estalló en todo su cuerpo. Apuntó con la polla y empezó a correrse sobre su madre, llenándole la cara con chorro tras chorro de leche espesa y caliente.
Su mano y su polla tapaban la boca de su madre. No vio como ella apretaba con fuerza los dientes. Tampoco vio como el cuerpo de su madre estaba tenso y tenÃa espasmo que trataba de disimular. Pedro no se dio cuenta de que su madre se estaba corriendo con él.
Cuando después de correrse Pedro usó su polla para esparcirle la corrida por la cara, Julia no dijo nada. Se dejó hacer. Luchaba por respirar con normalidad, porque Pedro no se diese cuenta del intenso orgasmo que habÃa tenido. Mantuvo las piernas cerradas para que él no viera la segura mancha de humedad de su entrepierna.
-Ummm, creo que ya está, mami.
-SÃ, gracias tesoro. Lo has hecho muy bien - dijo Julia, sonriendo.
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Durante la extracción de la ración del medio dÃa, Pedro se fijó bien en su madre. Quizás lo que habÃa pasado antes fueron sólo imaginaciones suyas. Invenciones de su calenturienta mente.
Pero vio otra vez sus pezones marcados. Ella, arrodillada, juntaba las piernas, se frotaba. Y cuando la siguió después, sin que ella la viera y pegó la oreja a la puerta del baño, la oyó gemir.
Su madre se estaba haciendo una paja. Su madre se ponÃa cachonda con todo aquello. Y eso le habrÃa una nueva oportunidad. El tabú máximo. Se iba a follar a su madre.
Esa tarde, en vez de estudiar, estuvo planeando como conseguirlo. Lo intentarÃa esa misma noche.
Cenaron juntos en la cocina, como siempre. Después, como casi siempre, fueron al salón a ver la pelÃcula de la semana.
Cuando terminó, Pedro de pidió a su madre que esa noche hicieran la extracción en la cama de ella.
-¿En mi cama?
-SÃ. Es la más grande. Estaremos más cómodos.
-Vale. Si quieres.
Pedro se desnudó del todo. Era la primera vez que lo hacÃa. Se acostó en la cama de su madre, boca arriba, con la dura polla sobre su barriga.
-¿As� ¿Acostado?
-Sólo al principio, mami. Ven, túmbate a mi lado.
Julia se subió a la cama y se acostó al lado del desnudo cuerpo de hijo. Un cuerpo precioso. Pedro le cogió una mano y la llevó hasta su polla. Ella la cogió y empezó a mover la mano.
-Pégate a mÃ, mami. Apoya tu cabeza en mi hombro.
Pedro la rodeó con su brazo, la abrazó. Julia se estremeció. Se sentÃa tan a gusto asÃ.
-Hazlo despacito, mami. No hay prisa.
Ella movió la mano más lentamente, mirando la polla. Los muslo, juntos, frotándose.
-Ummmm, que bien lo haces, mami.
-¿De verdad?
-SÃ, de verdad. Me encantan tus pajas.
-Gracias, tesoro.
-Y... uf, me encanta correrme en tu cara. Te ves tan linda asÃ, cubierta con mi corrida.
-¿Te parezco linda?
-Claro que sÃ. Eres preciosa.
-Pero...estoy gorda.
-No me importa. Me pareces preciosa.
-Oh, gracias mi vida.
-Mami...
-Dime.
-MÃrame.
Julia levantó la cabeza y le miró. Entonces, Pedro acercó su boca a los labios de su madre y la besó. Un escalofrÃo recorrió el cuerpo de Julia. Estuvo unos segundos sin moverse, sintiendo, hasta que se separó.
-Pero...no...
-Mami... te deseo.
-Oh, Pedro...calla.
La mano de Julia habÃa dejado de moverse. Pero no soltó la polla.
-No. No me callaré. ¿Tú me deseas a m�
-Pero Pedro...eres...mi hijo.
-¿Me deseas? Sé que me deseas.
-No...
-SÃ. Me has hecho incontables pajas. Me he corrido muchas veces en tu cara...
-Pero...era por...el semen. Para el tratamiento.
-¿Y entonces por qué te encerraste esta tarde en el baño y te hiciste una paja después de que me corriera en tu cara?
Ella lo miró, asustada.
-Yo...no...
-Te oà mamá. Y me encanta que me desees.
-No puede ser.
-SÃ puede ser.
Le levantó la cabeza y la volvió a besar, con pasión. La obligó a abrir los labios y metió su lengua en a boca de su madre, buscando la suya.
Julia, estremecida, se dejó besar, con los ojos cerrados. Todo su cuerpo temblaba.
-Aggggg Pedro, Pedro...gimió cuando una de las manos de su hijo se metió por dentro de su pijama y le empezó a acariciar las tetas, encerradas en el sujetador.
En seguida Pedro notó los pezones duros.
-Ummm, mami. ¿Estás cachonda?
-No...Pedro...déjame - dijo, sin luchar.
La volvió a besar. La mano que acariciaba las tetas bajó. La pasó por su barriga, y siguió bajando. Venció la presión, primero, del elástico del pantalón del pijama. Y después, la de las bragas. Sus dedos se enredaron en el vello púbico.
-Aggggg Pedro... ¿Qué haces? No...agggg... no.
Julia mantenÃa cerradas las piernas, con fuerza. Pedro no pudo meter las manos entre ellas.
-Abre las piernas, mami. Quiero comprobar si estás o no estás cachonda.
-Por favor...mi vida...no...eso no.
-Abre las piernas - le dijo, mirándola a los ojos.
Julia, lentamente, las abrió. Y los dedos de Pedro se internaron entre las piernas de su madre. Encontraron la rajita de su coño. Aquello era un lago caliente. Su madre estaba empapada. Le pasó las yemas a lo largo del coño.
-Aggggggggggggg Pedro....dios mÃo.
-Estás empapada, mami. Estás...cachonda.
-Si...dios mÃo...sÃ. Estoy cachonda.
La besó otra vez con pasión mientras recorrÃa su coño con los dedos. Pero le m*****aba la presión de las bragas y el pantalón.
-Te voy a quitar el pantalón. Asà podré... acariciarte mejor.
Julia no dijo nada. Levantó un poco el culo para que el pantalón saliese. Junto a él, sus bragas. Pesaban de lo mojadas que estaban.
Incorporado como estaba, Pedro miró el coño de su madre. Negro, poblado, y abierto, brillante de jugos.
-Mami... tu coño es... precioso.
-¿De verdad lo piensas?
-Claro que sÃ. Mami...
-Dime mi vida.
-Te voy a follar.
-Pedro... no podemos... no podemos.
-SÃ podemos.
Julia no luchó. No se movió. Se quedó quieta, mirando como su hijo se ponÃa entre sus piernas. Como acercaba su polla a su coño.
Julia no se movió porque lo que más deseaba en ese momento es que Pedro se la follara bien follada.
Le pasó la polla a lo largo de la rajita de su coño y casi se corre.
-Mami...pÃdemelo.
-Aggggg, mi amor... ¿El qué?
-Lo sabes.
Julia lo sabÃa. Le miró a los ojos.
-Pedro...fóllame. Clávame tu preciosa polla y fóllame...por favor....fóllame
La dura polla de Pedro entró en el coño de su madre despacito. Tanto tiempo sin uso habÃan hecho que aquel coño se estrechase. El placer de penetrarlo era inmenso. No paró de empujar hasta que sus cuerpos chocaron.
Se quedó quieto.
-Aggggggggggggggg dios....mÃo...Me...corrooooooooo
Julia estalló en el que quizás fue el orgasmo más intenso de su vida. SentÃa la dura polla de su hijo clavada hasta el fondo de su coño. Y él la besaba. Con pasión, con fuerza.
-Fóllame...fóllate a mami mi amor.
-Ummm mami....si si te voy a follar.
Pedro empezó a moverse. Aún sentÃa en su polla las contracciones de la vagina de su madre. Besó su boca, su cuello, sus orejas. Sin dejar de follársela. Sin dejar de follar a su madre.
Julia se volvió a correr, arqueando la espalda sobre la cama, sintiendo la polla taladrarla una y otra vez. Rodeó a su hijo con las piernas para que se la follara aún más a fondo.
Y no dejó de pedirle que se la follara hasta estallar en su tercer orgasmo. Pedro no dejó de follarla.
Hasta que sintió la llegada de su orgasmo.
-Mami...me voy a correr...no puedo más....me voy a correr...
-Sà sà sÃ. Córrete. Córrete en mi cara. Dame tu leche...la necesito....dámela toda...
Pedro le sacó la polla del coño y la llevó a toda prisa hacia su cara. Ella lo esperó con los ojos cerrados una ligera sonrisa en la cara.
Él gozó como nunca cubriendo el risueño rostro con su leche. Cuando terminó, le dijo.
-Estás... preciosa.
-Gracias mi amor. Esparce tu leche con la polla.
Los diez minutos del tratamiento estuvo Pedro pasándole la polla por la cara a su madre. Ella no dejó ni un momento de sonreÃr
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Durmieron juntos, abrazados como dos amantes.
Por la mañana Pedro se despertó al sentir que le acariciaban la polla. Abrió los ojos para ver como su madre le hacÃa una suave paja. La polla estaba dura, muy dura.
-Buenos dÃas, tesoro.
-Buenos dÃas.
-¿Quieres follarte a mami?
-¿Tú qué crees?
Se revolcaron sobre la cama, entre besos, risas y caricias. Al poco, la habitación se llenó de gemidos. Los gemidos de madre e hijo que gozaban el uno del otro.
Pedro, como siempre, se corrió placenteramente sobre la cara de su madre.
Se la folló en su cama. En el salón. En la cocina. En la ducha mientras el agua caÃa sobre ellos. Eran como dos chiquillos que habÃan descubierto el placer.
Una tarde, después de un magnÃfico polvo en el salón, Pedro le preguntó a su madre.
-Oye mami. ¿No decÃa el estudio ese que el semen ingerido era muy bueno?
-SÃ.
-Jeje, pues esta noche empezamos un nuevo tratamiento.
-Ummmmm, vale.
FIN
12 comentarios - Una Historia de Incesto
-Pedro....córrete...en mi cara...
-Ummmm mami...si sÃ...más...
-Córrete mi vida. Lléname la carita con te leche caliente. Córrete en la cara de mami.