Terminaba de hacer un seguro nuevo y me preparaba una taza de café, cuando recibo una llamada desde un número desconocido. En general no soy de responder llamadas de números que no puedo identificar, pero esta vez (por suerte) lo hice.
-Hola, ¿quién habla?- pregunto.
Del otro lado se escucha una respiración agitada, como que tratan de hablar pero no se animan.
-¿Hola?- insisto.
-Eh... hola... te habla uno de los pintores, estuvimos juntos el otro día- dice finalmente.
-Ah sí, hola- asiento, reconociendo por la voz al más veterano de los ayudantes del pintor -¿Cómo estás?-
-Bien, antes que nada te pido disculpas, espero que no te moleste que te llame-
-Para nada, pero, ¿cómo conseguiste mi número?- le pregunto curiosa.
-Ehhh... bueno...- titubea -mientras ibas al baño me fije en tu cartera, te juro que el celular fue lo único que toqué-
-Jaja, está bien, te creo- me río.
-Es que quería agradecerte por lo del sábado, hace mucho tiempo que no la pasaba tan bien con una mujer, pero mucho, mucho tiempo, eh -
-Bueno, gracias, es un lindo piropo, sobre todo viniendo de alguien que... bueno, lo hace tan bien- le digo alejándome lo suficiente como para que no escuchen mis compañeras.
-Jaja, ahora la que me piropea sos vos-
-Es lo justo-
-¿En serio te parece que... lo hago bien?-
-¡Muy bien!- enfatizo -En una escala del 1 al 10, yo te daría... ¡Un once!-
-Vos te mereces mucho más que un once, no hay número que pueda calificarte- me dice.
-Estoy de acuerdo, no voy a ser modesta en eso, creo que para... (Bajando la voz)... haber estado con 3 al mismo tiempo estuve bastante bien, eso sí, no te imaginas lo dolorida que quede, jaja-
-Bueno, me imagino que no te habrás podido sentar bien por unos cuantos días-
-Jaja, estas en lo correcto, pero además tampoco podía masticar bien, me dolía la mandíbula de tanto... bueno, ya te imaginaras de tanto qué-
-¿De tanto chupar?-
-¡Correctoooo!- confirmo imitando la expresión de Susana Giménez.
-Bueno, te llamaba para eso, para darte las gracias por haber sido tan...-
"¿...tan puta...?", pienso que va a decirme.
-...generosa y amable continua -sos una mujer espectacular, increíble, cuidate mucho y...-
-¿Tan rápido me cortás?- lo interrumpo.
Mi queja lo agarra desprevenido.
-Es que no quiero caerte pesado...-
-¿Cómo va a caerme pesado alguien con quien la pase tan bien?- lo vuelvo a cortar.
Se escucha como que se atraganta y no sabe bien que decir, así que voy en su auxilio.
-Invitame un café- le sugiero -como agradecimiento-
-Sí, claro, te invito, nada me gustaría más que verte de nuevo- se entusiasma.
-A ver- digo consultando el reloj de pared de la oficina -Salgo en un par de horas, esperame a las seis en Salguero y Rivadavia, ahí hay una linda confitería en donde podemos charlar un rato-
-Dale, te espero- asiente con un claro matiz de júbilo en la voz.
-Ok, entonces nos vemos en un rato, chaucito- me despido con mi mejor voz de gata melosa.
Les aseguro que en esas dos horas siguientes las "fucking" agujas del reloj parecían haberse detenido, no avanzaban más. La inesperada llamada del ayudante de pintor me había puesto en un estado de calentura atroz. Literalmente me estaba muriendo de las ganas. Por supuesto sabía que no se trataba tan solo de una charla y un café, obvio que terminaríamos cogiendo, por lo menos esa era mi intención, los dos solos, sin terceros de por medio, como tanto había deseado durante la fiestecita del sábado.
Aproveche ese tiempo para adelantar mi trabajo y salir puntual, sin demoras. También llame a mi suegra para pedirle que lo pasara a buscar al Ro, que yo me iba a demorar en una reunión de trabajo. Por suerte no es curiosa ni desconfiada, así que no me preguntó nada de nada, es más, hasta se puso contenta de poder pasar un rato más con su nieto. Lo que se dice la mejor suegra del mundo.
A las seis en punto, parto rauda, con mi uniforme de la Compañía, sin cambiarme ni nada. En apenas unos minutos llego al lugar de la cita. El ayudante de pintor ya está esperándome, de punta en blanco, con un traje que le queda un poco holgado debido a lo desgarbado de su físico. Esta peinado hacia atrás con gel y trae un ramo de flores. Le falta la flor en el ojal y es todo un tanguero de los 40, jaja. Me acerco y lo saludo con un beso en la mejilla.
-No son tan lindas como vos, pero no creo que haya flor que lo sea- me dice entregándome las flores luego del saludo.
-Gracias- las recibo y me sonrío -¿Sabes?, es curioso, pero después de todo lo que hicimos ni siquiera sabemos nuestros nombres-
-Damián- se presenta extendiendo su mano derecha.
-Mariela- le correspondo estrechándosela.
Entramos a la confitería, nos sentamos a una mesa y pedimos dos cafés.
-Así que fuiste el más vivo de los tres- le digo risueña, dejando ramo y cartera en una de las sillas -Conseguiste mi número y todo-
-Jaja, si, aproveche un momento en que fuiste al baño y los otros dos estaban ocupados midiéndoselas y le eche una miradita a tu bolso-
-Perdón, ¿midiéndoselas?- me sorprendo.
-Sí, ya sabes, se la medían... (casi susurrando)...las pijas-
-¿Qué? ¿Para ver quien la tenía más larga?-
-Sí, para eso y para... (Bajando aún más la voz)... saber quién te había llegado más adentro-
-¡Jaja, no te puedo creer!- exclamo entre incrédula y sorprendida -Pero para eso me hubieran preguntado a mí, les hubiera dicho quién me llegó más adentro-
-¿Si? ¿Quién?- pregunta interesado el Ayudante.
-Vos- le contesto sin vueltas, mirándolo directo a los ojos.
Traga saliva y se revuelve incómodo en la silla. Se ve que no está acostumbrado a que lo elogie una mujer. Y menos a que ese elogio se refiera a sus habilidades sexuales.
-Y otra cosita- me acerco y le susurro al oído: -Me la chupaste como los Dioses-
Esta vez si consigo ponerlo colorado.
-Bueno, jaja- se ríe nervioso -el mérito es todo tuyo- ahora es él quien se acerca y me susurra: -tenés una concha riquísima, como para chupártela todo el día-
Los dos nos reímos. De repente se pone serio.
-La verdad es que no puedo creer estar acá tomando un café con vos- me dice con un dejo de sinceridad que me conmueve.
-Pará, lo decís como si fuera una estrella-
"Una estrella porno", pienso.
-Es que para mí lo sos- mira a su alrededor y agrega: -Mirá, ni los mozos pueden creer que este con una mina como vos-
Observo al mozo que permanece detrás del mostrador y al que nos sirvió los cafés y tiene razón, nos miran con cierta curiosidad. Evidentemente el ramo de flores sugiere algo más que una charla casual.
-A ver qué piensan después de esto- digo y lo beso en la boca.
Tarda en reaccionar, pero cuando lo hace nuestras lenguas colisionan envueltas en saliva y calentura. Es un beso corto pero efectivo. Al separarnos, me muerdo el labio inferior y mirándolo con una mezcla de morbo y lujuria, le digo:
-¿Me llevás a un telo?-
Por un momento me da la impresión de que va a agarrarme de un brazo, va a salir corriendo arrastrándome sin pagar lo consumido y no va a parar hasta tirarme en una cama. Pero no, por suerte se controla, me mira como tratando de asimilar lo que acabo de decirle, y finalmente asiente:
-Es lo que más deseo en el mundo-
-¿Entonces, que esperamos?- le digo, y levantándome de la silla, agarro mi cartera y el ramo, demostrándole con hechos el apuro que tengo en estar con él.
Paga lo consumido, y ante la mirada atónita de los mozos y de algún que otro cliente, salimos de la confitería tomados de las manos. Resulta más que evidente hacia dónde vamos. A la vuelta nomás hay un albergue transitorio al que he concurrido en más de una ocasión, así que no tardamos nada en estar en una habitación los dos solos, besándonos con frenesí.
-¿Me vas a coger como el otro día?- le pregunto solo para que me escuche pidiéndoselo.
-¡Si mamita... te voy a coger toda... te voy a dar de alma...!-
-Sí, pero yo no soy tu mamita... soy tu putita- le aclaro con voz de nena mimosa, restregándome contra su cuerpo.
-Si putita, mi putita, como me calentás-
-Mmmhhh... ¿Mucho te caliento?-
-Muchísimo- afirma sobándome con sus grandes manos el culo.
Vuelvo a besarlo, furiosa, rabiosamente, mientras ya comienzo a desabrocharle el pantalón.
-Quiero chupártela... ¿Puedo?- le pregunto como si hiciera falta.
-Toda tuya... putita- me dice.
Ese "putita" me estremece, y más pronunciado de esa manera, con tanta lascivia.
Le suelto el cinturón, desprendo los botones de la bragueta y meto una mano adentro, atrapando con todos mis dedos el rejunte de venas y testosterona que late en su interior.
-¡Ahhhhh...!- suspira al sentir el suave aunque incitante apretón.
Sin soltársela me agacho, poniéndome de rodillas frente a él, y se la amaso, mirándolo desde abajo, sonriéndole en forma incitante, mientras la siento crecer y alcanzar esa plenitud que tanto me había conmovido. Le bajo el pantalón, le bajo el calzoncillo y... ¡Mi Dios!...la pija sale disparada hacia adelante con una fuerza descomunal, rebosante de energía y vigor, con las venas hinchadas latiendo a lo largo y ancho de toda su superficie. Ya está mojada, toda empapada con ese líquido fragante y viscoso que fluye del orificio de la punta. Le doy una ávida lamida a todo lo largo, saboreando ese delicioso néctar que me sirve apenas de aperitivo. Un beso aquí, otro más allá, y me la voy comiendo de a poco, un pedazo más grande cada vez, provocando los plácidos estremecimientos del Ayudante.
-¡Mmmhhh... mmmhhh... mmmhhh...!- se la chupo, haciéndola fluir entre mis labios, cada vez más adentro, hasta rasparme la garganta con ese venerable trozo de virilidad.
Trato de comérmela toda, empujando hasta que me vienen arcadas, entonces aflojo un poco y lo vuelvo a intentar, masticando, engolosinándome con la delicia hecha carne que palpita en mi paladar. Se la agarro con las dos manos y chupeteo con ansia y delectación, y cuanto más se la chupo, más rica me resulta. Podría pasarme el día entero chupándole la pija, regocijándome con esa dureza exquisita que me colma los sentidos.
Sin sacarme todavía el saco azul de la Compañía, me abro la camisa, me suelto el corpiño y me pongo la pija entre las tetas, me las aprieto sobre la tubería del ayudante y le hago una turca de ensueño. La suelto y se la vuelvo a chupar, bajando ahora hasta los huevos, a los que les dedico unos cuantos besos y lamidas. Me levanto y me desnudo ante su torva y lasciva mirada. ¡Por Dios, como me calienta que me miren así!
Desnuda me echo de espalda en la cama y me abro de piernas, me acaricio la concha, que ya me chorrea de las ganas, y con el índice de la mano derecha le digo que venga. Se pone en bolas, se echa sobre mí, y me come la boca, mientras nos besamos, le agarro la pija con una mano y se la sacudo fuertemente. De mi boca pasa a mis pechos, mordiéndomelos, llenándose la boca con mis pezones duros e hinchados. Sigue bajando y me lame todo el ombligo, provocándome unas cosquillas deliciosas. Baja un poco más, y llega a mi concha, la cual parece abrirse toda para él. Con la lengua me recorre los labios de arriba abajo, lamiendo todo a su paso, mordiéndome aquí y allá, provocándome unos incitantes estremecimientos que me hacen temblar toda. Entonces saca toda la lengua, y como si fuera una pala, me la mete entre los gajos y me lambetea toda, haciendo succión con los labios. ¡Uffffffff...delicioso! Da gusto que te chupen así la concha, con el mismo empeño y dedicación con que una les chupa la pija. Y hablando de chupar... yo también quiero tener mi boca ocupada, así que me escabullo por debajo de su cuerpo, y ubicándome al revés, me enredo con él en un delicioso 69. Resulta por demás regocijante chupar mientras te la chupan, aunque de a ratos tengo que soltársela para dejar escapar los gemidos y jadeos que su trabajo bucal me provoca.
Me la chupa tan bien que en un momento hasta se me sacuden las piernas sin que pueda controlarlas, miro hacia abajo y veo como de mi concha salen disparados unos cuantos chorritos de flujo... el Ayudante suelta una exclamación de júbilo, mientras trata de absorber la mayor cantidad posible de aquel vivificante fluido. Por su reacción resulta evidente que nunca antes había visto a una mujer acabar de esa manera.
Vuelvo a concentrarme en su pija, me dan ganas de retribuirle el gesto y saborear también su esencia, me acuerdo de lo rápido que se repuso aquel sábado luego del primer polvo que nos echamos y entonces me decido. Acelero el refriegue y la mamada, sus jadeos también se aceleran, por ese instante deja de chuparme la concha y concentra todas sus energías en la chupada que yo le estoy haciendo, más fuerte y rápido cada vez, hasta que... en medio de plácidos estremecimientos, suyos y míos, la leche empieza a brotar como si hubiera estado retenida durante eones, esperando que alguien la liberase. Abro la boca lo más que puedo, recibiendo de lleno la violenta y efusiva descarga. Un mazacote cálido y espeso se acumula en mi paladar, me lo trago y le paso la lengua alrededor de todo el glande, del cual penden unas cuantas gotitas. Sin poder aguantar la tensión del momento, el Ayudante cae a mi lado, entre agónicos suspiros.
-¡Uffffff...! esto fue... ¡Increíble!- exclama alucinado -¿De verdad te la tragaste?- me pregunta levantando la cabeza y mirándome incrédulo.
-¡Toda!- asiento, abriendo la boca y mostrándole mi paladar vacío.
-Es la primera vez que... se tragan mi leche- comenta, sin poder creer aun toda esa situación.
-Tenés una leche riquísima- le digo y acariciándole las piernas, agrego: -Mirá que voy a querer más, ¿eh?-
-Toda la que quieras- asiente acariciándome también las piernas.
Con mi mano asciendo por su muslo flaco y peludo, hasta llegar al objeto de mi perdición, todo pegoteado de baba y leche. Se lo agarro y empiezo a pajearlo, suave y sostenidamente, la reacción no se hace esperar, en cuestión de segundos y pese a la reciente descarga, se le para de nuevo, imponente como siempre, las venas bien marcadas y el glande hinchado y enrojecido.
Me levanto, le pongo uno de los preservativos de gentileza que están sobre la mesa junto a la cama, y me le acomodo encima, a caballito. Todavía no me la meto, sino que me refriego contra ella y contra su vientre, poniéndolo en un estado desesperante. Entonces, cuando ya está a punto de enloquecer, me la voy acomodando adentro, pedazo a pedazo, deteniéndome solo cuando siento sus huevos chocar contra mis gajos. La tengo toda adentro, bien adentro, como le había dicho en la confitería, llenándome con su formidable volumen hasta el último rincón disponible.
-¡Ahhhhh... ahhhhhh... ahhhhhhhhh!- suspiro al moverme atrás y adelante, las manos apoyadas en su pecho, cogiéndolo yo misma con movimientos ávidos y entusiastas.
-¡Ahhhhh... no puedo... creer que... esto... de verdad... este pasando...!- reconoce entre exaltados suspiros.
-Disfrutalo porque es de verdad, y éstas también son de verdad- le digo, agarrando sus manos y poniéndolas sobre mis tetas, para que me las amase a gusto y antojo mientras yo me dedico a disfrutar de su verga.
Lo siento en los confines de mi concha, grande, duro, palpitante, colmándome de satisfacción. Me pongo de cuclillas y empiezo a saltar sobre él, subo y bajo, haciendo que se deslice por todo mi interior, llegando al final con un golpe que repercute hasta en mi espina dorsal. Me salgo y me pongo en cuatro, la cola bien levantada, me la abro con una mano, invitándolo a seguir dándome a diestra y siniestra. Se pone tras de mí, me palmea y amasa las nalgas, como queriendo comprobar que no se trata de un sueño, obvio que no lo es, entonces me la acomoda en su funda natural, y empieza a cogerme con todo, full mete y saca, haciéndome vibrar al ritmo de sus ensartes. Placer a la enésima potencia, más cuando sin dejar de clavarme, me mete el pulgar en el culo, preparando ya ese otro orificio para su triunfal entrada. Entonces me la saca de la concha, y así, en cuatro, me la ensarta por el orto, arrancándome unos gritos más que elocuentes. Me sujeta bien fuerte de la cintura y entra a culearme de lo lindo, metiéndomela toda, hasta los pelos, empujándome los intestinos más y más adentro con cada golpe. Siento que me cago (perdón pero no encuentro otra expresión acorde a lo que siento en ese momento), pero él sigue rajándome el culo a puro pijazo. Más duro cada vez. Según me contaría luego, jamás le había hecho antes el culo a una mujer, no se lo pregunté, pero a mí me lo hizo tan bien que me quedo la duda de si no se lo había hecho ya a un trava o a otro tipo. Igual, las merecidas gracias a quien le haya servido de entrenamiento, porque a mí me lo hizo de maravilla.
Esta vez llegamos los dos juntos, deshaciéndonos en un mar de suspiros y jadeos que llenan con su efusividad todo el cuarto del telo. Siento el forro llenándose de leche dentro de mí, nada me gustaría más que sentir su balsámica esencia discurriendo libremente por todo mi interior, pero ante el riesgo de un embarazo no buscado, lo mejor es cuidarse. Además con la potencia que tiene ese tipo, si me llena el bombo, seguro que me hace de mellizos para arriba... jaja.
Luego del polvo, nos quedamos recostados el uno al lado del otro, acariciándonos dulcemente. La cama es un amasijo de sabanas manchadas de semen, flujo y sudor, así que las hacemos a un lado.
-¿Puedo volver a llamarte en algún otro momento?- me pregunta con timidez, como con miedo de recibir una negativa.
-Si claro, me gustaría volver a verte- asiento, aclarándole luego: -Ya sabés que soy casada, así que solo atiendo en horario de oficina, jaja-
-Si, por supuesto, jamás te comprometería- se apura en aclarar.
-Ya sé que no, por eso me gusta estar con vos- le digo buscando su boca para besarlo.
Nada mejor que un beso de lengua para sellar las bases de una relación, sobre todo una como la nuestra, a toda vista clandestina y con el morbo de haber nacido en el medio de una orgía.
Besos, mas arrumacos y nos echamos el tercero, él sobre mí, estallando con una fuerza que desmentía las dos descargas anteriores. Luego una ducha juntos, con cuidado de no mojarme el pelo, ya que no hay nada que delate más la infidelidad que llegar a tu casa con el pelo mojado, si llueve te salvaste, pero si es un día espléndido como aquel, cuidado con mojarse aunque sea las puntitas.
Nos vestimos, salimos juntos del telo, y al despedirme, antes de subir al colectivo, le digo:
-Llamame eh, no te olvides- y le mando un beso volado.
Al escucharme pone cara como diciendo: "¡¿Cómo me voy a olvidar?!".
Así termina mi relato con el Ayudante. Pero antes de postearlo, hubo una contingencia que me obliga a agregar un par de líneas más. Ayer hablando con mi vieja, me comenta que tiene ganas de pintar la casa de San Justo. Ni bien me habló de pintar, pensé en Damián.
-Yo conozco a un pintor que no es muy caro y trabaja de diez- le digo de una, sin ponerme a evaluar las posibles implicancias de meter a uno de mis amantes en mi seno familiar, y encima uno con el que había estado en una orgía.
-Estuvo trabajando en la oficina hace algún tiempo, y nos dejó el teléfono, prometiéndonos un descuento si era un trabajo particular- me apuro a decirle para no quedar pegada.
-Pero, ¿querrá venir a San Justo?, estamos un poco lejos-
-No hay problema Má, yo lo llevo-
Y así, como quien no quiere la cosa, sería yo la que haría el siguiente llamado, pero eso ya es "polvo" para el próximo relato...
-Hola, ¿quién habla?- pregunto.
Del otro lado se escucha una respiración agitada, como que tratan de hablar pero no se animan.
-¿Hola?- insisto.
-Eh... hola... te habla uno de los pintores, estuvimos juntos el otro día- dice finalmente.
-Ah sí, hola- asiento, reconociendo por la voz al más veterano de los ayudantes del pintor -¿Cómo estás?-
-Bien, antes que nada te pido disculpas, espero que no te moleste que te llame-
-Para nada, pero, ¿cómo conseguiste mi número?- le pregunto curiosa.
-Ehhh... bueno...- titubea -mientras ibas al baño me fije en tu cartera, te juro que el celular fue lo único que toqué-
-Jaja, está bien, te creo- me río.
-Es que quería agradecerte por lo del sábado, hace mucho tiempo que no la pasaba tan bien con una mujer, pero mucho, mucho tiempo, eh -
-Bueno, gracias, es un lindo piropo, sobre todo viniendo de alguien que... bueno, lo hace tan bien- le digo alejándome lo suficiente como para que no escuchen mis compañeras.
-Jaja, ahora la que me piropea sos vos-
-Es lo justo-
-¿En serio te parece que... lo hago bien?-
-¡Muy bien!- enfatizo -En una escala del 1 al 10, yo te daría... ¡Un once!-
-Vos te mereces mucho más que un once, no hay número que pueda calificarte- me dice.
-Estoy de acuerdo, no voy a ser modesta en eso, creo que para... (Bajando la voz)... haber estado con 3 al mismo tiempo estuve bastante bien, eso sí, no te imaginas lo dolorida que quede, jaja-
-Bueno, me imagino que no te habrás podido sentar bien por unos cuantos días-
-Jaja, estas en lo correcto, pero además tampoco podía masticar bien, me dolía la mandíbula de tanto... bueno, ya te imaginaras de tanto qué-
-¿De tanto chupar?-
-¡Correctoooo!- confirmo imitando la expresión de Susana Giménez.
-Bueno, te llamaba para eso, para darte las gracias por haber sido tan...-
"¿...tan puta...?", pienso que va a decirme.
-...generosa y amable continua -sos una mujer espectacular, increíble, cuidate mucho y...-
-¿Tan rápido me cortás?- lo interrumpo.
Mi queja lo agarra desprevenido.
-Es que no quiero caerte pesado...-
-¿Cómo va a caerme pesado alguien con quien la pase tan bien?- lo vuelvo a cortar.
Se escucha como que se atraganta y no sabe bien que decir, así que voy en su auxilio.
-Invitame un café- le sugiero -como agradecimiento-
-Sí, claro, te invito, nada me gustaría más que verte de nuevo- se entusiasma.
-A ver- digo consultando el reloj de pared de la oficina -Salgo en un par de horas, esperame a las seis en Salguero y Rivadavia, ahí hay una linda confitería en donde podemos charlar un rato-
-Dale, te espero- asiente con un claro matiz de júbilo en la voz.
-Ok, entonces nos vemos en un rato, chaucito- me despido con mi mejor voz de gata melosa.
Les aseguro que en esas dos horas siguientes las "fucking" agujas del reloj parecían haberse detenido, no avanzaban más. La inesperada llamada del ayudante de pintor me había puesto en un estado de calentura atroz. Literalmente me estaba muriendo de las ganas. Por supuesto sabía que no se trataba tan solo de una charla y un café, obvio que terminaríamos cogiendo, por lo menos esa era mi intención, los dos solos, sin terceros de por medio, como tanto había deseado durante la fiestecita del sábado.
Aproveche ese tiempo para adelantar mi trabajo y salir puntual, sin demoras. También llame a mi suegra para pedirle que lo pasara a buscar al Ro, que yo me iba a demorar en una reunión de trabajo. Por suerte no es curiosa ni desconfiada, así que no me preguntó nada de nada, es más, hasta se puso contenta de poder pasar un rato más con su nieto. Lo que se dice la mejor suegra del mundo.
A las seis en punto, parto rauda, con mi uniforme de la Compañía, sin cambiarme ni nada. En apenas unos minutos llego al lugar de la cita. El ayudante de pintor ya está esperándome, de punta en blanco, con un traje que le queda un poco holgado debido a lo desgarbado de su físico. Esta peinado hacia atrás con gel y trae un ramo de flores. Le falta la flor en el ojal y es todo un tanguero de los 40, jaja. Me acerco y lo saludo con un beso en la mejilla.
-No son tan lindas como vos, pero no creo que haya flor que lo sea- me dice entregándome las flores luego del saludo.
-Gracias- las recibo y me sonrío -¿Sabes?, es curioso, pero después de todo lo que hicimos ni siquiera sabemos nuestros nombres-
-Damián- se presenta extendiendo su mano derecha.
-Mariela- le correspondo estrechándosela.
Entramos a la confitería, nos sentamos a una mesa y pedimos dos cafés.
-Así que fuiste el más vivo de los tres- le digo risueña, dejando ramo y cartera en una de las sillas -Conseguiste mi número y todo-
-Jaja, si, aproveche un momento en que fuiste al baño y los otros dos estaban ocupados midiéndoselas y le eche una miradita a tu bolso-
-Perdón, ¿midiéndoselas?- me sorprendo.
-Sí, ya sabes, se la medían... (casi susurrando)...las pijas-
-¿Qué? ¿Para ver quien la tenía más larga?-
-Sí, para eso y para... (Bajando aún más la voz)... saber quién te había llegado más adentro-
-¡Jaja, no te puedo creer!- exclamo entre incrédula y sorprendida -Pero para eso me hubieran preguntado a mí, les hubiera dicho quién me llegó más adentro-
-¿Si? ¿Quién?- pregunta interesado el Ayudante.
-Vos- le contesto sin vueltas, mirándolo directo a los ojos.
Traga saliva y se revuelve incómodo en la silla. Se ve que no está acostumbrado a que lo elogie una mujer. Y menos a que ese elogio se refiera a sus habilidades sexuales.
-Y otra cosita- me acerco y le susurro al oído: -Me la chupaste como los Dioses-
Esta vez si consigo ponerlo colorado.
-Bueno, jaja- se ríe nervioso -el mérito es todo tuyo- ahora es él quien se acerca y me susurra: -tenés una concha riquísima, como para chupártela todo el día-
Los dos nos reímos. De repente se pone serio.
-La verdad es que no puedo creer estar acá tomando un café con vos- me dice con un dejo de sinceridad que me conmueve.
-Pará, lo decís como si fuera una estrella-
"Una estrella porno", pienso.
-Es que para mí lo sos- mira a su alrededor y agrega: -Mirá, ni los mozos pueden creer que este con una mina como vos-
Observo al mozo que permanece detrás del mostrador y al que nos sirvió los cafés y tiene razón, nos miran con cierta curiosidad. Evidentemente el ramo de flores sugiere algo más que una charla casual.
-A ver qué piensan después de esto- digo y lo beso en la boca.
Tarda en reaccionar, pero cuando lo hace nuestras lenguas colisionan envueltas en saliva y calentura. Es un beso corto pero efectivo. Al separarnos, me muerdo el labio inferior y mirándolo con una mezcla de morbo y lujuria, le digo:
-¿Me llevás a un telo?-
Por un momento me da la impresión de que va a agarrarme de un brazo, va a salir corriendo arrastrándome sin pagar lo consumido y no va a parar hasta tirarme en una cama. Pero no, por suerte se controla, me mira como tratando de asimilar lo que acabo de decirle, y finalmente asiente:
-Es lo que más deseo en el mundo-
-¿Entonces, que esperamos?- le digo, y levantándome de la silla, agarro mi cartera y el ramo, demostrándole con hechos el apuro que tengo en estar con él.
Paga lo consumido, y ante la mirada atónita de los mozos y de algún que otro cliente, salimos de la confitería tomados de las manos. Resulta más que evidente hacia dónde vamos. A la vuelta nomás hay un albergue transitorio al que he concurrido en más de una ocasión, así que no tardamos nada en estar en una habitación los dos solos, besándonos con frenesí.
-¿Me vas a coger como el otro día?- le pregunto solo para que me escuche pidiéndoselo.
-¡Si mamita... te voy a coger toda... te voy a dar de alma...!-
-Sí, pero yo no soy tu mamita... soy tu putita- le aclaro con voz de nena mimosa, restregándome contra su cuerpo.
-Si putita, mi putita, como me calentás-
-Mmmhhh... ¿Mucho te caliento?-
-Muchísimo- afirma sobándome con sus grandes manos el culo.
Vuelvo a besarlo, furiosa, rabiosamente, mientras ya comienzo a desabrocharle el pantalón.
-Quiero chupártela... ¿Puedo?- le pregunto como si hiciera falta.
-Toda tuya... putita- me dice.
Ese "putita" me estremece, y más pronunciado de esa manera, con tanta lascivia.
Le suelto el cinturón, desprendo los botones de la bragueta y meto una mano adentro, atrapando con todos mis dedos el rejunte de venas y testosterona que late en su interior.
-¡Ahhhhh...!- suspira al sentir el suave aunque incitante apretón.
Sin soltársela me agacho, poniéndome de rodillas frente a él, y se la amaso, mirándolo desde abajo, sonriéndole en forma incitante, mientras la siento crecer y alcanzar esa plenitud que tanto me había conmovido. Le bajo el pantalón, le bajo el calzoncillo y... ¡Mi Dios!...la pija sale disparada hacia adelante con una fuerza descomunal, rebosante de energía y vigor, con las venas hinchadas latiendo a lo largo y ancho de toda su superficie. Ya está mojada, toda empapada con ese líquido fragante y viscoso que fluye del orificio de la punta. Le doy una ávida lamida a todo lo largo, saboreando ese delicioso néctar que me sirve apenas de aperitivo. Un beso aquí, otro más allá, y me la voy comiendo de a poco, un pedazo más grande cada vez, provocando los plácidos estremecimientos del Ayudante.
-¡Mmmhhh... mmmhhh... mmmhhh...!- se la chupo, haciéndola fluir entre mis labios, cada vez más adentro, hasta rasparme la garganta con ese venerable trozo de virilidad.
Trato de comérmela toda, empujando hasta que me vienen arcadas, entonces aflojo un poco y lo vuelvo a intentar, masticando, engolosinándome con la delicia hecha carne que palpita en mi paladar. Se la agarro con las dos manos y chupeteo con ansia y delectación, y cuanto más se la chupo, más rica me resulta. Podría pasarme el día entero chupándole la pija, regocijándome con esa dureza exquisita que me colma los sentidos.
Sin sacarme todavía el saco azul de la Compañía, me abro la camisa, me suelto el corpiño y me pongo la pija entre las tetas, me las aprieto sobre la tubería del ayudante y le hago una turca de ensueño. La suelto y se la vuelvo a chupar, bajando ahora hasta los huevos, a los que les dedico unos cuantos besos y lamidas. Me levanto y me desnudo ante su torva y lasciva mirada. ¡Por Dios, como me calienta que me miren así!
Desnuda me echo de espalda en la cama y me abro de piernas, me acaricio la concha, que ya me chorrea de las ganas, y con el índice de la mano derecha le digo que venga. Se pone en bolas, se echa sobre mí, y me come la boca, mientras nos besamos, le agarro la pija con una mano y se la sacudo fuertemente. De mi boca pasa a mis pechos, mordiéndomelos, llenándose la boca con mis pezones duros e hinchados. Sigue bajando y me lame todo el ombligo, provocándome unas cosquillas deliciosas. Baja un poco más, y llega a mi concha, la cual parece abrirse toda para él. Con la lengua me recorre los labios de arriba abajo, lamiendo todo a su paso, mordiéndome aquí y allá, provocándome unos incitantes estremecimientos que me hacen temblar toda. Entonces saca toda la lengua, y como si fuera una pala, me la mete entre los gajos y me lambetea toda, haciendo succión con los labios. ¡Uffffffff...delicioso! Da gusto que te chupen así la concha, con el mismo empeño y dedicación con que una les chupa la pija. Y hablando de chupar... yo también quiero tener mi boca ocupada, así que me escabullo por debajo de su cuerpo, y ubicándome al revés, me enredo con él en un delicioso 69. Resulta por demás regocijante chupar mientras te la chupan, aunque de a ratos tengo que soltársela para dejar escapar los gemidos y jadeos que su trabajo bucal me provoca.
Me la chupa tan bien que en un momento hasta se me sacuden las piernas sin que pueda controlarlas, miro hacia abajo y veo como de mi concha salen disparados unos cuantos chorritos de flujo... el Ayudante suelta una exclamación de júbilo, mientras trata de absorber la mayor cantidad posible de aquel vivificante fluido. Por su reacción resulta evidente que nunca antes había visto a una mujer acabar de esa manera.
Vuelvo a concentrarme en su pija, me dan ganas de retribuirle el gesto y saborear también su esencia, me acuerdo de lo rápido que se repuso aquel sábado luego del primer polvo que nos echamos y entonces me decido. Acelero el refriegue y la mamada, sus jadeos también se aceleran, por ese instante deja de chuparme la concha y concentra todas sus energías en la chupada que yo le estoy haciendo, más fuerte y rápido cada vez, hasta que... en medio de plácidos estremecimientos, suyos y míos, la leche empieza a brotar como si hubiera estado retenida durante eones, esperando que alguien la liberase. Abro la boca lo más que puedo, recibiendo de lleno la violenta y efusiva descarga. Un mazacote cálido y espeso se acumula en mi paladar, me lo trago y le paso la lengua alrededor de todo el glande, del cual penden unas cuantas gotitas. Sin poder aguantar la tensión del momento, el Ayudante cae a mi lado, entre agónicos suspiros.
-¡Uffffff...! esto fue... ¡Increíble!- exclama alucinado -¿De verdad te la tragaste?- me pregunta levantando la cabeza y mirándome incrédulo.
-¡Toda!- asiento, abriendo la boca y mostrándole mi paladar vacío.
-Es la primera vez que... se tragan mi leche- comenta, sin poder creer aun toda esa situación.
-Tenés una leche riquísima- le digo y acariciándole las piernas, agrego: -Mirá que voy a querer más, ¿eh?-
-Toda la que quieras- asiente acariciándome también las piernas.
Con mi mano asciendo por su muslo flaco y peludo, hasta llegar al objeto de mi perdición, todo pegoteado de baba y leche. Se lo agarro y empiezo a pajearlo, suave y sostenidamente, la reacción no se hace esperar, en cuestión de segundos y pese a la reciente descarga, se le para de nuevo, imponente como siempre, las venas bien marcadas y el glande hinchado y enrojecido.
Me levanto, le pongo uno de los preservativos de gentileza que están sobre la mesa junto a la cama, y me le acomodo encima, a caballito. Todavía no me la meto, sino que me refriego contra ella y contra su vientre, poniéndolo en un estado desesperante. Entonces, cuando ya está a punto de enloquecer, me la voy acomodando adentro, pedazo a pedazo, deteniéndome solo cuando siento sus huevos chocar contra mis gajos. La tengo toda adentro, bien adentro, como le había dicho en la confitería, llenándome con su formidable volumen hasta el último rincón disponible.
-¡Ahhhhh... ahhhhhh... ahhhhhhhhh!- suspiro al moverme atrás y adelante, las manos apoyadas en su pecho, cogiéndolo yo misma con movimientos ávidos y entusiastas.
-¡Ahhhhh... no puedo... creer que... esto... de verdad... este pasando...!- reconoce entre exaltados suspiros.
-Disfrutalo porque es de verdad, y éstas también son de verdad- le digo, agarrando sus manos y poniéndolas sobre mis tetas, para que me las amase a gusto y antojo mientras yo me dedico a disfrutar de su verga.
Lo siento en los confines de mi concha, grande, duro, palpitante, colmándome de satisfacción. Me pongo de cuclillas y empiezo a saltar sobre él, subo y bajo, haciendo que se deslice por todo mi interior, llegando al final con un golpe que repercute hasta en mi espina dorsal. Me salgo y me pongo en cuatro, la cola bien levantada, me la abro con una mano, invitándolo a seguir dándome a diestra y siniestra. Se pone tras de mí, me palmea y amasa las nalgas, como queriendo comprobar que no se trata de un sueño, obvio que no lo es, entonces me la acomoda en su funda natural, y empieza a cogerme con todo, full mete y saca, haciéndome vibrar al ritmo de sus ensartes. Placer a la enésima potencia, más cuando sin dejar de clavarme, me mete el pulgar en el culo, preparando ya ese otro orificio para su triunfal entrada. Entonces me la saca de la concha, y así, en cuatro, me la ensarta por el orto, arrancándome unos gritos más que elocuentes. Me sujeta bien fuerte de la cintura y entra a culearme de lo lindo, metiéndomela toda, hasta los pelos, empujándome los intestinos más y más adentro con cada golpe. Siento que me cago (perdón pero no encuentro otra expresión acorde a lo que siento en ese momento), pero él sigue rajándome el culo a puro pijazo. Más duro cada vez. Según me contaría luego, jamás le había hecho antes el culo a una mujer, no se lo pregunté, pero a mí me lo hizo tan bien que me quedo la duda de si no se lo había hecho ya a un trava o a otro tipo. Igual, las merecidas gracias a quien le haya servido de entrenamiento, porque a mí me lo hizo de maravilla.
Esta vez llegamos los dos juntos, deshaciéndonos en un mar de suspiros y jadeos que llenan con su efusividad todo el cuarto del telo. Siento el forro llenándose de leche dentro de mí, nada me gustaría más que sentir su balsámica esencia discurriendo libremente por todo mi interior, pero ante el riesgo de un embarazo no buscado, lo mejor es cuidarse. Además con la potencia que tiene ese tipo, si me llena el bombo, seguro que me hace de mellizos para arriba... jaja.
Luego del polvo, nos quedamos recostados el uno al lado del otro, acariciándonos dulcemente. La cama es un amasijo de sabanas manchadas de semen, flujo y sudor, así que las hacemos a un lado.
-¿Puedo volver a llamarte en algún otro momento?- me pregunta con timidez, como con miedo de recibir una negativa.
-Si claro, me gustaría volver a verte- asiento, aclarándole luego: -Ya sabés que soy casada, así que solo atiendo en horario de oficina, jaja-
-Si, por supuesto, jamás te comprometería- se apura en aclarar.
-Ya sé que no, por eso me gusta estar con vos- le digo buscando su boca para besarlo.
Nada mejor que un beso de lengua para sellar las bases de una relación, sobre todo una como la nuestra, a toda vista clandestina y con el morbo de haber nacido en el medio de una orgía.
Besos, mas arrumacos y nos echamos el tercero, él sobre mí, estallando con una fuerza que desmentía las dos descargas anteriores. Luego una ducha juntos, con cuidado de no mojarme el pelo, ya que no hay nada que delate más la infidelidad que llegar a tu casa con el pelo mojado, si llueve te salvaste, pero si es un día espléndido como aquel, cuidado con mojarse aunque sea las puntitas.
Nos vestimos, salimos juntos del telo, y al despedirme, antes de subir al colectivo, le digo:
-Llamame eh, no te olvides- y le mando un beso volado.
Al escucharme pone cara como diciendo: "¡¿Cómo me voy a olvidar?!".
Así termina mi relato con el Ayudante. Pero antes de postearlo, hubo una contingencia que me obliga a agregar un par de líneas más. Ayer hablando con mi vieja, me comenta que tiene ganas de pintar la casa de San Justo. Ni bien me habló de pintar, pensé en Damián.
-Yo conozco a un pintor que no es muy caro y trabaja de diez- le digo de una, sin ponerme a evaluar las posibles implicancias de meter a uno de mis amantes en mi seno familiar, y encima uno con el que había estado en una orgía.
-Estuvo trabajando en la oficina hace algún tiempo, y nos dejó el teléfono, prometiéndonos un descuento si era un trabajo particular- me apuro a decirle para no quedar pegada.
-Pero, ¿querrá venir a San Justo?, estamos un poco lejos-
-No hay problema Má, yo lo llevo-
Y así, como quien no quiere la cosa, sería yo la que haría el siguiente llamado, pero eso ya es "polvo" para el próximo relato...
34 comentarios - La llamada...
q liindo q es el sexo casual... y el no tan casual 🙂
Como me ponen tus historias!!
Gracias por compartir
"...ese venerable trozo de virilidad..."
"...la delicia hecha carne que palpita en mi paladar..."
"Placer a la enesima potencia..."[/i]
A estos detalles, es a lo que me refiero querida, y es lo que te hace diferente a ti del resto en tus relatos, y son los que a mi me encantan, y es por eso me he hecho adicto a tus posts linda!!
Demás está decirte que el post está BUENISIMO...FELICITACIONES como siempre querida!!
Ah, un pequeño detalle...a mi me encanta lamérle el ombligo a las féminas...jajaja!!
Aprovecho para volver a desearte un MUY FELIZ CUMPLEAÑOS linda...Besos!!💋 +10