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Deseo de hijo, deseo de madre: El diario (Parte 1)

Eva descubre lo que Pedro siente por ella. Y Ya nada será como antes....





Eva terminó de limpiar el salón. Ahora le tocaba la leonera, como llamaba al cuarto de Pedro, su hijo. Ya había desistido de intentar que él lo mantuviera ordenado. Abrió la puerta y se encontró con calcetines sucios tirados por el suelo, la ropa del día anterior hecha un ovillo sobre la silla y en la mesa de estudio un yogur vacío con una cuchara dentro.

-Ay, este chico. ¿Cuándo madurará?

Empezó a recoger. Primero los calcetines. Dobló la ropa pero decidió que ya necesitaba lavadora. Hizo la cama, barrió el piso e intentó poner en orden el desaguisado que era la mesa, llena de apuntes, notas y fotocopias. Pedro le había dicho muchas veces que no le tocara los papeles, que los tenía ordenados.

-¿Ordenados? Pero Pedro... ¿Cómo puedes encontrar las cosas así?

-Mamá. Están todos ordenaditos. Sé donde está cada cosa. Si me los mueves, me trastocas el sistema.

Por eso, procuró no mezclarlos y sólo los apiló un poco mejor, para que pareciese que sobre la mesa acababa de pasar un vendaval.

Sobre la mesa había una repisa con videojuegos y libros. Era lo único del cuarto que estaba más o menos decente. Sólo había una libreta de anillas un poco descolocada, así que con un dedo la empujó y la puso bien entre dos libros.

Le llamó la atención. No se había fijado en esa libreta antes. Curiosa, la sacó y la hojeó.

Las primeras páginas estaban escritas a mano. El resto, en blanco. Reconoció la letra de Pedro.

-Vaya, a ver si mi Pedrito me va a salir escritor.

Sabía que no tenía derecho a leer aquello. Pero no pudo resistirse a abrir por una página cualquiera.



"Hoy estaba preciosa. Con un traje ajustado que resaltaba su precioso culito. No pude dejar de imaginarme recorriendo sus amplias nalgas con mis manos. No pude evitar que la polla se me pusiese dura mirándola"

-Coño - dijo Eva - Parece un diario. ¿Quién será esa chica? No me ha dicho nada de una novia.

Siguió leyendo.



"Sin que se diera cuenta me sobé la polla sobre el pantalón. Mientras lo hacía me imaginaba que me acercaba a ella, me pegaba a su espalda y le restregaba mi dura barra por el culo. Ella gemía, me miraba y me sonreía. Yo le besaba el cuello, que ella me ofrecía cerrando los ojos. Mis manos iban hacia sus tetas. Se las agarraba, se las acariciaba, notando sus ya duros pezones".

-Vaya con Pedrito



"Le levanté la falda. Ella se bajó las bragas y se echó hacia adelante. Me dijo...



-Fóllame mi amor. Estoy muy mojada por ti.



Me bajé la bragueta, me saqué la polla y se le clavé. Su coño estaba tan mojado que resbaló hasta el fondo. Los dos gemimos de placer y comencé a follarla.



Todo eso me lo imaginaba mientras ella seguía dándome la espalda y yo me tocaba la polla por encima del pantalón. Si se hubiese dado la vuelta me habría pillado, y yo me hubiese muerto de vergüenza. Por eso, me di la vuelta y me fui. "

Eva pasó unas cuantas páginas más y leyó otro párrafo.



"Esta mañana me he levantado muy caliente. Creo que soñé con ella. Tenía la polla muy dura. Llevé una mano hasta ella y me empecé a masturbar. Cerré los ojos y mi mente se llenó con su imagen. Su linda cara, sus sensuales labios. Sus generosas tetas. Ese culito redondo y tentador. Mi mano subía y bajaba a lo largo de mi polla mientras repasaba una y otra vez su cuerpo. El día anterior ella llevaba un gran escote y me pasé mucho tiempo mirándola."

Parecía que su hijo estaba enganchado a aquella chica. ¿Por qué no le decía nada? Eva sabía que Pedro era un poco tímido, pero tenía que luchar por lo que deseaba. Quizás si hablara con él... Pero no. Él se daría cuenta de que había leído su diario.



"Sí, mirándola, deseándola. Mi mente no dejaba de imaginar cosas. Imaginé que sentiría si ella me dejase meter mi polla entre sus preciosas tetas. Si me dejase follárselas hasta que no pudiese más y me corriese a borbotones entre ellas. Cuando me corro pensando en ella siempre lo hago con fuerza, con intensidad. Seguro que mi leche le golpearía en el cuello, en la cara. Ella me miraría sonriendo, y me diría:



-Mira como le has dejado la carita a mami"

La libreta se le cayó de las manos a Eva. ¿Hablaba de ella? ¿La chica de quien Pedro hablaba era ella? No podía ser. Tenía que ser un error. Con el corazón latiéndole como loco recogió la libreta y leyó la primera página.



"Sé que está mal lo que pienso. Sé que está mal lo que deseo. Pero no puedo evitarlo. No hay mujer en el mundo que me atraiga como ella. Es mi madre, y la quiero. Aún así, mis ojos la ven como a una mujer. Mi cuerpo la desea."

Las piernas de Eva flaquearon. Se sentó en la silla sin soltar la libreta. Le quedó claro que sí se refría a ella. Bajó la mirada y continuó leyendo.



"Fue ella la primera mujer en la que me fijé. Cuando empecé a ser hombre era ella la que estaba a mi lado. La primera a la que deseé. Y aún la sigo deseando. Eso me hace sentir mal. No está bien que tenga estos deseos hacia ella. Es mi madre. La amo como madre. Pero la deseo como mujer.



He intentado muchas veces no pensar en ella. Pero la veo todos los días. Su sonrisa. Su cuerpo. Mis ojos la siguen. Mi cuerpo reacciona. Llevo mucho tiempo así, deseándola en silencio. Sufriendo por ese deseo en silencio. Por eso he decidido escribir este diario. Porque me he dado cuenta de una cosa. De que a pesar de todo. A pesar de saber que está mal, también me gusta sentirlo. Cuando la miro y tengo fantasías con ella me siento bien. Aunque después me diga a mí mismo que soy un pervertido, en esos momentos soy feliz.



Quizás, si plasmo aquí todos mis deseos, todas mis fantasías, se queden aquí. Encerradas en estas páginas las mantendré a ralla."

¿Cómo era posible aquello? ¿Cómo podía Pedro desearla así? No sentía una mujer deseable. Y menos para un joven como su hijo. No sabía que pensar. Cómo sentirse. Pasó la primera hoja. En el encabezado ponía "Martes, 3 de julio de 2012". Eso fue hacía tres meses.



"Ya se acabaron las clases y los exámenes. Ahora estoy todo el día en casa. Todo el día viéndola. Hoy me levanté temprano. Ella aún no se había levantado. Fui a la cocina a prepararme algo de desayuno. A los pocos minutos, ella apareció en la cocina. Cuando la vi me quedé maravillado. Vestía su pijama rosa, ese tan ajustado. Se frotaba los ojos y tenía el cabello revuelto"

Eva se había dicho varias veces que tenía que tirar ya ese pijama. Había cogido un par de kilitos y le quedaba bastante ajustado, pero aún no lo había hecho.



"¿Cómo no voy a desearla? Era la viva imagen de la lujuria. El pelo revuelto sólo me hacía pensar en ella revolcándose en la cama. Llevaba sujetador, y pensé que no llevaba bragas. El pijama era tan ajustado que se le había metido por la rajita de su coño. La polla se me puso dura en el acto. Menos mal que estaba sentado. Con el pijama que yo llevaba ella me habría visto el bulto enseguida. Se acercó a mí y me dio un beso.



Aún estaba adormilada. Se dio la vuelta y su culo quedó a mi vista. Confirmé que no llevaba bragas. Al menos no le aprecié ninguna costura. Lo que sí aprecié es la belleza de su culito. Mi madre tiene sin duda uno de los culos más bonitos que he visto. Redondo, rotundo. Hubiese deseado alargar una mano y acariciarlo. Lo que hice fue acariciar mi polla por encima del pijama sin apartar mis ojos de aquella belleza".

El corazón de Eva no había dejado de latir con fuerza mientras leía las palabras de su hijo. Recordó que en julio habían empezado los calores. Y aunque casi siempre dormía con bragas y sujetador, a veces lo hacía sin bragas. Ese sábado que Pedro comentaba debió ser uno de esos días sin bragas.

Extrañamente, le gustó lo que Pedro había dicho sobre su culo. De novia con su marido muchas veces éste se lo dijo. Que tenía el culito más lindo del mundo. Los primeros años de casados también se lo decía. Le gustaba cuando se lo acariciaba con mimo. Cuando lo besaba. Cuando lo lamía. Incluso llegó a gustarle cuando se lo penetraba hasta que se lo llenaba de leche calentita.

Pero todo aquello ya había pasado. Ya no le decía nada. Ya casi ni la tocaba. Había engordado un poco. Ya no era una jovencita. El tiempo no pasa en vano. Aún así, a su hijo le parecía que su culo era hermoso. Aquellas palabras las sintió como un piropo. Uno de esos piropos que te hacen sonreír.



"La miré mientras se preparaba un café con leche.



-¿Qué vas a hacer hoy? - me preguntó.

-No lo sé. Descansar. Hacer el vago.

-Jajaja. Te lo has ganado.



Ummm, su risa me encanta. Se le ilumina la cara cuando se ríe. Se dio la vuelta y su risa hacía que sus tetas se movieran arriba y abajo. Lo que daría por poder vérselas. Deben de ser preciosas"

Eva se miró las tetas. Ya no eran lo que fueron: Estaban algo caídas. Pero a Pedro le gustaban.



"-Voy a darme un ducha y después iré de compras. ¿Me acompañas?

-Claro mami



Miré como salía de la cocina. Mis ojos clavados en el contoneo de sus caderas, en el suave temblor de sus nalgas. Fue primero a su cuarto a por ropa y después oí la puerta del baño. Mi padre no estaba. Siempre se iba a caminar los sábados por la mañana temprano, así que me acerqué a la puerta del baño.



Pegué la oreja a la puerta. Oí el agua correr. Ella estaría desnuda, con el agua cayendo sobre su cuerpo. Yo sabía que la puerta del baño no estaba cerrada.



¿Y si entraba? La vería desnuda, al fin. Todo su cuerpo. Las partes conocidas y las partes imaginadas.



Pero no lo hice. No me atreví. Sólo me atreví a sacarme la polla y hacerme una paja oyendo el agua. Cerré los ojos e... imaginé"

Eva recordó aquel sábado de Julio. Recordó como fue al súper por la mañana acompañada por Pedro. Recordó aquella ducha. ¿Era todo aquello cierto? ¿Mientras ella se duchaba Pedro estaba al otro lado de la puerta masturbándose?



"Imaginé que me atrevía. Que abría la puerta y entraba al baño. Ella no me oía. Me desnudaba con cuidado y entraba en la bañera. Ella me daba la espalda, enjabonándose.



Me acercaba. Hasta que mi cuerpo se pagaba al suyo. Hasta que mi polla se aplastaba contra su culo. Ella se quedaba quieta y yo me restregaba contra sus nalgas.



-Hola mami.

-Hola mi amor - me decía, moviendo su tentador culito contra mí.



Yo llevaba mis manos hasta sus tetas. Las cogía, las acariciaba. Notaba sus pezones duros y los pellizcaba entre mis dedos. Ella gemía.



-Ummmm que rico... ¿Te gustan las tetas de mami?

-Me gusta todo de ti



Besaba su cuello. Ella doblaba la cabeza, ofreciéndomelo. Después, se daba la vuelta y nos mirábamos a los ojos. Yo veía como ella bajaba la mirada y clavaba sus ojos en mi polla. Con una sonrisa pícara me la cogía con una mano y empezaba a hacerme una suave paja.



Mientras yo imaginaba todo eso, seguía oyendo el agua correr. Mi mano seguía subiendo y bajando a lo largo de mi polla. En mi mente era su mano, no la mía.



-Ummm, qué durita tiene mi niño la polla. ¿Es por mí? ¿Mami te pone la polla así?

-Sí, es por ti, mamá. Llevas años poniéndome la polla así de dura.



La besaba. Juntaba mis labios a los suyos y le comía la boca. Nuestras lenguas se entrelazaban, nuestras salivas se mezclaban. El agua caliente caía sobre nosotros.



-Mamá... te deseo tanto. Te quiero follar...ya...ahora...aquí mismo.

-Ummm, mi niño se quiere follar a su mami. Yo también quiero que mi bebé me folle. Quiero que mi niño me meta su linda polla en el coñito que lo trajo a este mundo...



La apoyaba contra la pared. Ella me rodeaba con sus muslos y mi polla entraba dentro de ella. Resbalaba hasta el fondo de su coño.



Mordiéndole el cuello empezaba a follarla.



El agua dejó de sonar. Mi madre ya había terminado de ducharse. Yo estaba a punto de correrme. Quise hacerlo allí, contra la puerta del baño, para que ella lo viera. Para que supiese como la deseaba.



No me atreví. Salí corriendo hacia mi cuarto, cerré la puerta, me acerqué a la mesa y estallé. Una catarata de leche salió de mi polla sobre la mesa de estudio. Fue un orgasmo intenso, que me hizo cerrar los ojos y apretar los dientes. Yo seguía imaginando. Me estaba corriendo dentro de ella. Y ella se corría conmigo mientras el agua caía sobre nosotros.



Me encantó pasarme la mañana con ella en el súper. Aunque las miradas que algunos hombres le echaban me ponían celoso."

Eva casi jadeaba. El corazón no había dejado de latirle con fuerza mientras leía. Y otra cosa. Algo que le chocó. Estaba excitada. Tenía los pezones duros, marcados en la tela. Y el coño lo notaba mojado.

¿Cómo era posible?

¿Era por lo que había leído? Sin duda eran palabras llenas de erotismo, de sexo, de morbo.

¿Quizás por saberse deseada? A todos nos gusta saber que los demás nos encuentras atractivos. Que despertamos el deseo en otros. Toda mujer se siente bien cuando sabe que los hombres la desean.

¿O era porque se trataba de Pedro? ¿Estaba tan excitada por saber que a Pedro le gustaba como mujer? ¿Por saber que tenía fantasías con ella?

Se dijo que era por todo. Por leer aquellas fantasías. Por sentirse deseada. Y por que fuera Pedro quien la deseara. Se dijo que aquello estaba mal. Qué él no debía tener aquellos pensamientos sobre ella. Que ella no debía sentirse bien por saberlo.

Estaría mal. Sería abominable. Sería el mayor de los pecados. Pero el coño le palpitaba. Juntó las piernas y sintió placer.

Hacía mucho, mucho tiempo que Eva no estaba tan excitada, tan caliente. Tan... cachonda.

¿Qué más diría Pedro sobre ella? ¿Qué más fantasías tendría? Pasó la hoja, dispuesta a averiguarlo. Pero cerró la libreta de golpe.

-No. No, no y no.

La dejó donde la había encontrado y salió del cuarto de su hijo.

-No leeré más su diario - se prometió a si misma.


Continuará...

3 comentarios - Deseo de hijo, deseo de madre: El diario (Parte 1)

JoseSebastianMij +1
wao tremenda historia me dejo todo excitado ya vere la segunda parte