La anteúltima parte de esta historia. Espero les guste
Recordé la primera vez con un amigo de mi hija,que terminaron siendo dos y la manera en que estos jovencitos me habían pasado de un grupo a otro, divirtiéndose conmigo y yo con ellos, debo ser sincera.
Luego inicié mi relación con Patricio, y la desgracia quiso que nuestros encuentros no pasaran desapercibidos para los muchachos. Trataron de volver a acercarse, pero les aclaré que nunca más tendría nada que ver con jovencitos. Y esto era necesario porque mi esposo se ponía en alerta cuando veía alguno cerca mío. En cambio, con los de mi edad no tenía problemas. El pensaba que mi debilidad eran los mocosos, y en realidad mi debilidad era el sexo salvaje. Yo traté de explicárselo pero no quiso entenderlo. Se limitaba a impedir que los jóvenes se acercaran a mi, y nada más.
Esta situación hizo que ocurriera algo muy curioso y que se convirtió en el momento mas caliente de mi nueva vida.
Una mañana antes de salir mi esposo para el trabajo, suena el teléfono. Yo estaba en el baño así que no pude oir la conversación, pero al salir mi marido estaba molesto.
- ¿ Qué pasa mi amor?, dije sorprendida.
- Pues nada, que van a hacer una reunión de padres de los egresados y me llamaron para preguntarme si podían hacerla aquí ya que en la escuela no tienen lugar. Tuve que aceptar, pero el problema es que yo no voy a estar.
Me sentí molesta. Lo menos que quería era tener que atender a toda esa gente.
- Y como quedaste?
- Pues no tuve mas remedio que aceptar y esta tarde a eso de las 15 estarán por aquí. Me aseguraron que solo serán un par de horas pero si quieres inventamos algo para suspenderla, dijo mi marido esperando mi respuesta.
- La verdad que no tenía previsto salir esta tarde. Es una molestia, pero que le vamos a hacer. Los recibiré, dije resignada.
Mi marido se fue a trabajar, y yo hice algunas compras como para tener algo para ofrecerles. A la tarde, un rato antes de la hora prevista, me cambié y esperé que llegaran.
A las 3 en punto, el timbre sonó. Abrí y Raúl el padre de Gerardo uno de los cariñosos amigos de mi hija estaba allí. Lo hice pasar y se acomodó en el sillón. Al rato el timbre volvió a sonar, y llegó Germán, el padre de Lucas, y luego Alberto, el padre de Fede.
Todos estaban sentados y yo impaciente por liberarme rápido. Me sentía muy incómoda frente a los padres de mis tres amantes. El tiempo pasaba y nadie mas llegaba.
- ¿ Cuantos van a venir? Pregunté por fin impaciente.
- Creo que estamos todos, dijo el padre de Gerardo.
Los miré sorprendidos.
- Pensé que era una reunión de padres.
-Y eso somos.
- Pero no entiendo....
- Nuestros hijos nos contaron lo que has estado haciendo con ellos, dijo Alberto.
Me hice la ofendida.
- No se de que están hablando.
- Vamos Viviana, dijo Raúl, lo sabemos todo.
Los miré. Estaban aquí para acusarme de haber usado a sus hijos. Una suerte que mi marido no estuviera. Me quedé callada.
- Mira Viviana, nuestros hijos son grandes y saben lo que hacen. No venimos a hacerte ningún reclamo, quédate tranquila, dijo Germán, sonriendo.
Respiré aliviada.
Raúl se levantó de su sillón y se sentó en el apoyabrazos del mío.
- Debes comprender que las cosas que nuestros hijos nos contaron despertaron nuestra curiosidad y otras cosas, dijo tomando mi mano y colocándola sobre su sexo que estaba ya bastante duro.
Retiré mi mano y traté de levantarme pero Raúl me retuvo, y su boca se apoderó de la mía.
Traté de resistirme pero mientras trataba de separarlo, una mano se metió entre mis piernas y comenzó a acariciarme, mientras otras manos abrían mi blusa y se apoderaban de mis tetas. No podía defenderme de ese pulpo que conformaban entre todos y luego de un rato comencé a dejarlos hacer.
- Así está mejor Vivi. Nuestros hijos nos dijeron que ya no te dedicas a los jóvenes, y aquí estamos para que nos muestres a nosotros lo que sabes hacer. Volvió a tomar mi mano y a ponerla sobre su sexo y estaba vez comencé a acariciarlo suavemente.
- Mi esposo va a regresar, dije ya casi entregada.
- Para cuando vuelva te habremos regado bien de semen, no te preocupes, dijo Germán mientras sus dedos entraban en mi sexo. Instintivamente separé mis piernas.
De pronto todos se retiraron, quedando sobre mí únicamente Raúl. Abrí mis ojos y pude ver como los otros dos se desnudaban rápidamente. Estaban decididos a disfrutar de mí. Sus rostros se veía desencajados del deseo y la excitación. Cuando quedaron totalmente desnudos se volvieron a acercar. Pude ver claramente a quien había salido Lucas. La verga de su padre era impresionante. Raúl me hizo levantar y comenzó a desnudarme, hasta dejarme únicamente con mi tanga. El también se desnudó.
- Bueno Vivi, vamos al dormitorio
- Esperen, no pueden venir todos juntos, dije atemorizada antes las caras de lujuria que tenía ante mí.
- No te preocupes, será de a uno por vez, dijo tomándome de la mano y llevándome a mi habitación.
Cuando llegamos se sentó en la cama y me indicó que me arrodillara y lo chupara, cosa que hice. Sus manos tomaron mi cabeza para dirigir la penetración oral. Gozaba como un marrano.
- Como la chupas mamita, como la chupas, decía entre dientes.
- Estoy muy caliente, no creo durar mucho así que a lo que vinimos, dijo haciendo que me levantara y que me arrodillara sobre la cama. Se puso a mi grupa y me clavó sin miramientos. Me llenó por completo. Gemí de dolor pero no le importó. Comenzó a bombearme como loco y se vació en cuestión de minutos. Su leche caliente me inundó, mientras gruñía.
- Toma todo puta, todo para vos puta, reputa.
Quedó un instante sobre mí y se retiró. Apenas lo había hecho cuando otra verga ocupó su lugar y el bombeo continuó, pero esta vez era mas contenida. El macho quería disfrutarme un rato largo y ahora sí empezó a gustarme el tratamiento. Cuando se vació lo acompañé. Los dos caímos agotados sobre la cama. Se retiro mi amante y unas manos ávidas me dieron vuelta, separaron mis piernas y una cabeza gorda separó mis labios vaginales. Abrí los ojos y el padre de Lucas estaba sobre mí. Me miró, sonrió con lujuria y me ensartó. La penetración me sacó el aire. Era un animal. Cuando comenzó a sacudirme, cerró los ojos y su rostro se endureció. De su boca entreabierta comenzó a caer saliva, tal era el grado de descontrol que tenía. Verlo tan trastornado no pudo menos que excitarme. Yo estaba provocando que ese macho estuviera al borde de la muerte en su desesperación por poseerme. Por fin acabó y cayó en la cama como muerto. Debo reconocer que me asusté. Nunca vi a nadie acabar de esa manera.
Pasó un buen rato hasta que todos nos recuperamos, pero en media hora nuevamente los tuve a todos ellos martilleándome con sus taladros. Ahora, ya mas tranquilos se turnaban. Uno me daba para chupar su verga, otro me penetraba, el tercero me magreaba las tetas, hasta que por fin, ya agotados, el único que tuvo algo de resto fue Alberto. Y aprovechó ese resto para encularme totalmente, y regarme por completo.
Se fueron satisfechos y convinimos que nunca mas me buscarían. La verdad que como verdaderos caballeros cumplieron su palabra. Por supuesto ni mi marido ni Patricio se enteraron nunca de esta tarde de fiesta privada.
De mis recuerdos me sacó el sonido del timbre. ( continuará)
Recordé la primera vez con un amigo de mi hija,que terminaron siendo dos y la manera en que estos jovencitos me habían pasado de un grupo a otro, divirtiéndose conmigo y yo con ellos, debo ser sincera.
Luego inicié mi relación con Patricio, y la desgracia quiso que nuestros encuentros no pasaran desapercibidos para los muchachos. Trataron de volver a acercarse, pero les aclaré que nunca más tendría nada que ver con jovencitos. Y esto era necesario porque mi esposo se ponía en alerta cuando veía alguno cerca mío. En cambio, con los de mi edad no tenía problemas. El pensaba que mi debilidad eran los mocosos, y en realidad mi debilidad era el sexo salvaje. Yo traté de explicárselo pero no quiso entenderlo. Se limitaba a impedir que los jóvenes se acercaran a mi, y nada más.
Esta situación hizo que ocurriera algo muy curioso y que se convirtió en el momento mas caliente de mi nueva vida.
Una mañana antes de salir mi esposo para el trabajo, suena el teléfono. Yo estaba en el baño así que no pude oir la conversación, pero al salir mi marido estaba molesto.
- ¿ Qué pasa mi amor?, dije sorprendida.
- Pues nada, que van a hacer una reunión de padres de los egresados y me llamaron para preguntarme si podían hacerla aquí ya que en la escuela no tienen lugar. Tuve que aceptar, pero el problema es que yo no voy a estar.
Me sentí molesta. Lo menos que quería era tener que atender a toda esa gente.
- Y como quedaste?
- Pues no tuve mas remedio que aceptar y esta tarde a eso de las 15 estarán por aquí. Me aseguraron que solo serán un par de horas pero si quieres inventamos algo para suspenderla, dijo mi marido esperando mi respuesta.
- La verdad que no tenía previsto salir esta tarde. Es una molestia, pero que le vamos a hacer. Los recibiré, dije resignada.
Mi marido se fue a trabajar, y yo hice algunas compras como para tener algo para ofrecerles. A la tarde, un rato antes de la hora prevista, me cambié y esperé que llegaran.
A las 3 en punto, el timbre sonó. Abrí y Raúl el padre de Gerardo uno de los cariñosos amigos de mi hija estaba allí. Lo hice pasar y se acomodó en el sillón. Al rato el timbre volvió a sonar, y llegó Germán, el padre de Lucas, y luego Alberto, el padre de Fede.
Todos estaban sentados y yo impaciente por liberarme rápido. Me sentía muy incómoda frente a los padres de mis tres amantes. El tiempo pasaba y nadie mas llegaba.
- ¿ Cuantos van a venir? Pregunté por fin impaciente.
- Creo que estamos todos, dijo el padre de Gerardo.
Los miré sorprendidos.
- Pensé que era una reunión de padres.
-Y eso somos.
- Pero no entiendo....
- Nuestros hijos nos contaron lo que has estado haciendo con ellos, dijo Alberto.
Me hice la ofendida.
- No se de que están hablando.
- Vamos Viviana, dijo Raúl, lo sabemos todo.
Los miré. Estaban aquí para acusarme de haber usado a sus hijos. Una suerte que mi marido no estuviera. Me quedé callada.
- Mira Viviana, nuestros hijos son grandes y saben lo que hacen. No venimos a hacerte ningún reclamo, quédate tranquila, dijo Germán, sonriendo.
Respiré aliviada.
Raúl se levantó de su sillón y se sentó en el apoyabrazos del mío.
- Debes comprender que las cosas que nuestros hijos nos contaron despertaron nuestra curiosidad y otras cosas, dijo tomando mi mano y colocándola sobre su sexo que estaba ya bastante duro.
Retiré mi mano y traté de levantarme pero Raúl me retuvo, y su boca se apoderó de la mía.
Traté de resistirme pero mientras trataba de separarlo, una mano se metió entre mis piernas y comenzó a acariciarme, mientras otras manos abrían mi blusa y se apoderaban de mis tetas. No podía defenderme de ese pulpo que conformaban entre todos y luego de un rato comencé a dejarlos hacer.
- Así está mejor Vivi. Nuestros hijos nos dijeron que ya no te dedicas a los jóvenes, y aquí estamos para que nos muestres a nosotros lo que sabes hacer. Volvió a tomar mi mano y a ponerla sobre su sexo y estaba vez comencé a acariciarlo suavemente.
- Mi esposo va a regresar, dije ya casi entregada.
- Para cuando vuelva te habremos regado bien de semen, no te preocupes, dijo Germán mientras sus dedos entraban en mi sexo. Instintivamente separé mis piernas.
De pronto todos se retiraron, quedando sobre mí únicamente Raúl. Abrí mis ojos y pude ver como los otros dos se desnudaban rápidamente. Estaban decididos a disfrutar de mí. Sus rostros se veía desencajados del deseo y la excitación. Cuando quedaron totalmente desnudos se volvieron a acercar. Pude ver claramente a quien había salido Lucas. La verga de su padre era impresionante. Raúl me hizo levantar y comenzó a desnudarme, hasta dejarme únicamente con mi tanga. El también se desnudó.
- Bueno Vivi, vamos al dormitorio
- Esperen, no pueden venir todos juntos, dije atemorizada antes las caras de lujuria que tenía ante mí.
- No te preocupes, será de a uno por vez, dijo tomándome de la mano y llevándome a mi habitación.
Cuando llegamos se sentó en la cama y me indicó que me arrodillara y lo chupara, cosa que hice. Sus manos tomaron mi cabeza para dirigir la penetración oral. Gozaba como un marrano.
- Como la chupas mamita, como la chupas, decía entre dientes.
- Estoy muy caliente, no creo durar mucho así que a lo que vinimos, dijo haciendo que me levantara y que me arrodillara sobre la cama. Se puso a mi grupa y me clavó sin miramientos. Me llenó por completo. Gemí de dolor pero no le importó. Comenzó a bombearme como loco y se vació en cuestión de minutos. Su leche caliente me inundó, mientras gruñía.
- Toma todo puta, todo para vos puta, reputa.
Quedó un instante sobre mí y se retiró. Apenas lo había hecho cuando otra verga ocupó su lugar y el bombeo continuó, pero esta vez era mas contenida. El macho quería disfrutarme un rato largo y ahora sí empezó a gustarme el tratamiento. Cuando se vació lo acompañé. Los dos caímos agotados sobre la cama. Se retiro mi amante y unas manos ávidas me dieron vuelta, separaron mis piernas y una cabeza gorda separó mis labios vaginales. Abrí los ojos y el padre de Lucas estaba sobre mí. Me miró, sonrió con lujuria y me ensartó. La penetración me sacó el aire. Era un animal. Cuando comenzó a sacudirme, cerró los ojos y su rostro se endureció. De su boca entreabierta comenzó a caer saliva, tal era el grado de descontrol que tenía. Verlo tan trastornado no pudo menos que excitarme. Yo estaba provocando que ese macho estuviera al borde de la muerte en su desesperación por poseerme. Por fin acabó y cayó en la cama como muerto. Debo reconocer que me asusté. Nunca vi a nadie acabar de esa manera.
Pasó un buen rato hasta que todos nos recuperamos, pero en media hora nuevamente los tuve a todos ellos martilleándome con sus taladros. Ahora, ya mas tranquilos se turnaban. Uno me daba para chupar su verga, otro me penetraba, el tercero me magreaba las tetas, hasta que por fin, ya agotados, el único que tuvo algo de resto fue Alberto. Y aprovechó ese resto para encularme totalmente, y regarme por completo.
Se fueron satisfechos y convinimos que nunca mas me buscarían. La verdad que como verdaderos caballeros cumplieron su palabra. Por supuesto ni mi marido ni Patricio se enteraron nunca de esta tarde de fiesta privada.
De mis recuerdos me sacó el sonido del timbre. ( continuará)
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