Hola poringueros y poringueras. Una noche, entre lágrimas, le dije que no podía hacer más de lo que hago, que mi pija es lo que es y punto. Mi esposa está que explota, una vete que no acusa los cuarentitanto que tiene, merece ser feliz o mejor dicho que la hagan feliz. Ella me ama, lo se, pero no está satisfecha; y ante esta situación le plantee la posibilidad de encontrar alguien que haga lo que físicamente no puedo. Ella me lo rechazo casi ofendida, pero insistiendo e insistiendo fue cediendo a la idea. De a poco empezamos a hablar cuales son sus fantasías y la primera que se le cruzó fue la de cojer con un negro bien armado (con una buena pija de más de 25 cm). Como estábamos por irnos de vacaciones le propuse emepzar en esos días.
Nos fuimos a San Clemente, nos íbamos temprano a la playa para tomar sol. Ella lo hacía con una bikini blanca que lucía en suhermoso cuerpo, todo esto ante las miradas libidinosas de todos los hombres y la envidia de las mujeres, en especial las casadas. Por las noches exhibía a mi esposa con ropa bien provocativa en los paseos por la peatonal para buscar quien haga gozar a mi mujer.
Una noche, mientras averiguaba el precio de los alfajores, la llego a ver que se detuvo ante un puesto de bijouterie que atendía un oscuro hombre. Su nombre era Jules, senegalés, un hombre de piel oscurísima, atlético, de más de 1,80 de altura. Cuando salía del local de alfajores una idea me excitó demasiado. Me acerqué a mi esposa y al estar junto a ella me empezó a preguntarme como le quedarían algunos aros y gargantillas. Compró unas chucherías y cuando nos alejamos unos pasos la detuve a mi mujer abruptamente.
-Susi. Que te parece este negro? -le dije
Ella, sorprendida, en principio titubeó incómoda; pero casi de inmediato me contestó.
-Es grandote!!! Debe tener su buena máquina!!!
-Te parece de proponerle algún encuentro.
-Si no tenés problemas...
-Sólo pongo una condición, cada vez que te acostás con alguien tengo que verte. Me calienta la idea de verte gozando...
Una vez que dio el si nos dirigimos nuevamente al puesto que atendía Jules y le hicimos la propuesta.
El negro no daba lugar a su asombro, escuchar que un hombre le ofrezca su mujer para que la haga feliz; y para colmo una terrible hembra. Mi mujer vestía aquella noche un pantalón ajustadísimo blanco que marcaba su sexo, una musculosa top de seda con breteles finos color azul y unas sandalias con tacos. Estaba perrísima!!!! Y el negro se le iban sus blancos y gigantes ojos ante la figura de mi esposa.
Le propuse reunirnos al día siguiente en un pub y, si entre ellos arreglan, darle para adelante.
Esa noche mi mujer se preparó con todo, se puso vestido negro con espalda descubierta muy corto y adherido al cuerpo y zapatos negros con tacos aguja altísimos, bien perra.
Entramos al pub y allí nos esperaba Jules. Charlamos, bebimos, reíamos, hasta que finalmente enfilamos para el depto Riazor frente a la playa. Cuando entrábamos la cabeza me explotaba. Mi mujer a cada paso que daba se le subía su vestido y dejaba al descubierto su cola desnuda, sin ropa interior; y para colmo entró de la mano de Jules, aquel negro desconocido.
Mientras abría el departamento ellos se abrazaban y se besaban apasionadamente, las oscuras manos de Jules se deslizaban por debajo del ajustado vestido de mi mujer mientras ella respondía acriciando su marcado torso.
Cuando ellos entraron los esperaba sentado en un sillón individual del living mientras sacudía mi pequeño pene.
Jules quitó el vestido de mi esposa quedando unicamente con sus zapatos con tacos altos negros. Las tetas de ella lucían unos pezones erectos como nunca los vi y su pubis absolutamente depilada.
El se agachó para comerle la vagina mientras ella se entrega estremecida acariciando la cabeza rapado de su negro amante. No pude resistir mucho y ante ese cuadro acabé manchando la alfombra. Mientras ellos seguían me levanté para servirme un vaso de whisky.
Mi esposa apartó brevemente a su negro amante para desabrocharle su pantalón. Cuando terminó de hacerlo descubrió una enorme pija que de inmediato empezó a chupar casi en forma obsesiva.
-Dale puta de mierda!!!! Chupamela sin parar!!!! -le dijo Jules
Mi esposa parecía querer contestar pero no dejaba de mamar esa enorme cobra que lucía bien viril y erecta.
Al rato mi esposa se echó sobre el sillón abierta de piernas para recibir toda esa pija en su vagina. Jules bombeaba sin miramientos, brusca y ritmicamente, ante los gritos de placer de mi esposa, gritos que jamás me dedicó. Jules sacudía con fuerza a mi mujer, la movía para todos lados, hacía de ella lo que quería. Ella lucía diminuta ante el atlético cuerpo del negro, mostrando los contraste de los colores de piel de los amantes. Al cabo de un rato le largo abundante y espeso esperma, saturando su agujero. Ella, gozosa, retiraba los excesos con sus dedos y se los metía en su boquita hambrienta.
Ella estaba exhausta y feliz, en su cara mostraba una sonrisa perversa que evidenciaban goce.
No pasaron más que minutos para que Jules intentara penetrar la colita mi mujer, algo cerrada porque jamás lo hicimos de esa manera. Con sabia paciencia Jules acariciaba la puerta del ano de ella hasta enpezar a meterle uno de sus grandes dedos. Los metía y los sacaba en medio de gemidos. Ella explotaba ante los multiples orgasmos que aquel negro amante le sacaba. Cuando ese ano estaba bien preparado recibió casi de golpe la enorme pija de Jules. Quedaron un momento quietos, ella con la pija dentro de su ano, con la cara desfigurada de dolor y placer a la vez. Poco a poco Jules empezó a bombear la cola de Susi mientras los observaba y me pajeaba.
-Decile al cornudo de tu esposo de quien sos de ahora en más!!!! Dale puta!!! De quien sos????
-Soy tuya negro!!! Soy toda tuya!!! -le respondió mientras me miraba sin dejar de lucir cara de gozo y felicidad.
Casi de inmediato Jules le llenó el ano de semen hasta que parecía explotar. Cuando le quitó la pija de la cola expulsaba restos de semen como si fuera un volcan en erupción.
Descansaron un poco y se fueron a duchar, y en la ducha se escuchaban los gritos de mi esposa que recibía nuevamente una generosa dosis de carne negra.
Cuando salieron de la ducha Jules me dijo que esta noche quería dormir con mi esposa así que debía dormir en el sillón en el que acababan de cojer. Me sequé de tanto hacerme la paja escuchando a mi esposa gritar toda la noche...
Cuando volvimos a nuestra casa de Vicente López alquilamos un coqueto departamento para que Jules y mi mujer cojan cuando quieran, siempre y cuando me dejen presenciar sus actso sexuales. Con mi mujer volvimos a ser felices, nada nos va separar.
Nos fuimos a San Clemente, nos íbamos temprano a la playa para tomar sol. Ella lo hacía con una bikini blanca que lucía en suhermoso cuerpo, todo esto ante las miradas libidinosas de todos los hombres y la envidia de las mujeres, en especial las casadas. Por las noches exhibía a mi esposa con ropa bien provocativa en los paseos por la peatonal para buscar quien haga gozar a mi mujer.
Una noche, mientras averiguaba el precio de los alfajores, la llego a ver que se detuvo ante un puesto de bijouterie que atendía un oscuro hombre. Su nombre era Jules, senegalés, un hombre de piel oscurísima, atlético, de más de 1,80 de altura. Cuando salía del local de alfajores una idea me excitó demasiado. Me acerqué a mi esposa y al estar junto a ella me empezó a preguntarme como le quedarían algunos aros y gargantillas. Compró unas chucherías y cuando nos alejamos unos pasos la detuve a mi mujer abruptamente.
-Susi. Que te parece este negro? -le dije
Ella, sorprendida, en principio titubeó incómoda; pero casi de inmediato me contestó.
-Es grandote!!! Debe tener su buena máquina!!!
-Te parece de proponerle algún encuentro.
-Si no tenés problemas...
-Sólo pongo una condición, cada vez que te acostás con alguien tengo que verte. Me calienta la idea de verte gozando...
Una vez que dio el si nos dirigimos nuevamente al puesto que atendía Jules y le hicimos la propuesta.
El negro no daba lugar a su asombro, escuchar que un hombre le ofrezca su mujer para que la haga feliz; y para colmo una terrible hembra. Mi mujer vestía aquella noche un pantalón ajustadísimo blanco que marcaba su sexo, una musculosa top de seda con breteles finos color azul y unas sandalias con tacos. Estaba perrísima!!!! Y el negro se le iban sus blancos y gigantes ojos ante la figura de mi esposa.
Le propuse reunirnos al día siguiente en un pub y, si entre ellos arreglan, darle para adelante.
Esa noche mi mujer se preparó con todo, se puso vestido negro con espalda descubierta muy corto y adherido al cuerpo y zapatos negros con tacos aguja altísimos, bien perra.
Entramos al pub y allí nos esperaba Jules. Charlamos, bebimos, reíamos, hasta que finalmente enfilamos para el depto Riazor frente a la playa. Cuando entrábamos la cabeza me explotaba. Mi mujer a cada paso que daba se le subía su vestido y dejaba al descubierto su cola desnuda, sin ropa interior; y para colmo entró de la mano de Jules, aquel negro desconocido.
Mientras abría el departamento ellos se abrazaban y se besaban apasionadamente, las oscuras manos de Jules se deslizaban por debajo del ajustado vestido de mi mujer mientras ella respondía acriciando su marcado torso.
Cuando ellos entraron los esperaba sentado en un sillón individual del living mientras sacudía mi pequeño pene.
Jules quitó el vestido de mi esposa quedando unicamente con sus zapatos con tacos altos negros. Las tetas de ella lucían unos pezones erectos como nunca los vi y su pubis absolutamente depilada.
El se agachó para comerle la vagina mientras ella se entrega estremecida acariciando la cabeza rapado de su negro amante. No pude resistir mucho y ante ese cuadro acabé manchando la alfombra. Mientras ellos seguían me levanté para servirme un vaso de whisky.
Mi esposa apartó brevemente a su negro amante para desabrocharle su pantalón. Cuando terminó de hacerlo descubrió una enorme pija que de inmediato empezó a chupar casi en forma obsesiva.
-Dale puta de mierda!!!! Chupamela sin parar!!!! -le dijo Jules
Mi esposa parecía querer contestar pero no dejaba de mamar esa enorme cobra que lucía bien viril y erecta.
Al rato mi esposa se echó sobre el sillón abierta de piernas para recibir toda esa pija en su vagina. Jules bombeaba sin miramientos, brusca y ritmicamente, ante los gritos de placer de mi esposa, gritos que jamás me dedicó. Jules sacudía con fuerza a mi mujer, la movía para todos lados, hacía de ella lo que quería. Ella lucía diminuta ante el atlético cuerpo del negro, mostrando los contraste de los colores de piel de los amantes. Al cabo de un rato le largo abundante y espeso esperma, saturando su agujero. Ella, gozosa, retiraba los excesos con sus dedos y se los metía en su boquita hambrienta.
Ella estaba exhausta y feliz, en su cara mostraba una sonrisa perversa que evidenciaban goce.
No pasaron más que minutos para que Jules intentara penetrar la colita mi mujer, algo cerrada porque jamás lo hicimos de esa manera. Con sabia paciencia Jules acariciaba la puerta del ano de ella hasta enpezar a meterle uno de sus grandes dedos. Los metía y los sacaba en medio de gemidos. Ella explotaba ante los multiples orgasmos que aquel negro amante le sacaba. Cuando ese ano estaba bien preparado recibió casi de golpe la enorme pija de Jules. Quedaron un momento quietos, ella con la pija dentro de su ano, con la cara desfigurada de dolor y placer a la vez. Poco a poco Jules empezó a bombear la cola de Susi mientras los observaba y me pajeaba.
-Decile al cornudo de tu esposo de quien sos de ahora en más!!!! Dale puta!!! De quien sos????
-Soy tuya negro!!! Soy toda tuya!!! -le respondió mientras me miraba sin dejar de lucir cara de gozo y felicidad.
Casi de inmediato Jules le llenó el ano de semen hasta que parecía explotar. Cuando le quitó la pija de la cola expulsaba restos de semen como si fuera un volcan en erupción.
Descansaron un poco y se fueron a duchar, y en la ducha se escuchaban los gritos de mi esposa que recibía nuevamente una generosa dosis de carne negra.
Cuando salieron de la ducha Jules me dijo que esta noche quería dormir con mi esposa así que debía dormir en el sillón en el que acababan de cojer. Me sequé de tanto hacerme la paja escuchando a mi esposa gritar toda la noche...
Cuando volvimos a nuestra casa de Vicente López alquilamos un coqueto departamento para que Jules y mi mujer cojan cuando quieran, siempre y cuando me dejen presenciar sus actso sexuales. Con mi mujer volvimos a ser felices, nada nos va separar.
17 comentarios - No puedo con mi mujer.
dejo puntos + 3
saludos
j.m.b