Me alegra saber que a algunos les haya gustado mi relato anterior, agradezco mucho los puntos y los comentarios. Por lo mismo, seguiré relatando mis aventuras sexuales con mi amigo, para el deleite de los seguidores de Poringa!
Después de la primera vez en que lo hicimos, todos los viernes eran ocasión para desatar nuestras pasiones ocultas y luego salir de fiesta como si nada hubiese pasado. Mi amigo, siempre después del fútbol, llegaba a su casa donde yo lo esperaba, para recibir una fuerte dosis de su pene en mi ano, y sentir con placer su semen recorrer mi interior.
Un día de verano, él llegó del fútbol a eso de las 6 de la tarde, con mucho calor. Su pantalón húmedo hacía resaltar su paquete, mientras el resto de su cuerpo lucía una virilidad incomparable. Entramos a la casa, él me cogió del brazo y me estrechó contra su cuerpo. Yo sentí su pija rosando la mía y rápidamente comencé a tener una erección que era imposible de disimular. Lo abracé y puse mis manos en su cintura, para luego comenzar a retirar lentamente su camiseta. Cuando estuvo con el torso desnudo besé su boca, y raudamente comencé a acariciar su espalda mientras lamía sus tetillas. Paulatinamente fui bajando con mi lengua a través de su vientre, hasta llegar a su entrepierna. Con mis dientes bajé su pantalón y luego retiré con ambas manos su boxer. Y ahí estaba: su pija estaba completamente erecta, esperando ser succionada. Comencé a chupar su miembro y luego mordí con ternura el borde de su glande. Cuando lo hice, se estremeció de la excitación, y de un tirón me llevó al baño. Estando allí me desvistió con rapidez, y masajeó mi culo por unos segundo. Luego encendió la llave de la ducha y me hizo entrar con él. Yo continué practicándole sexo oral, mientras el agua tibia caía en mi espalda... La sensación fue única: sentir el rocío del agua, mientras su pija entraba y salía de mi boca fue una experiencia que mejoró sólo cuando retiró su pija de mi boca y eyaculó mi cara, mientras con mi lengua saboreé su leche lo más que pude. Cuando ello acabó, me hizo levantarme, enjuagó mi cara, y juntos nos duchamos. Comenzamos a jabonar nuestros cuerpos mutuamente. Cada uno masajeó el culo del otro y, luego, nos masturbamos el uno al otro... Mientras yo seguía haciéndole la paja, él comenzó a manosear mi ano, y a meter sus dedos en él... cuando cabían ya tres de sus dedos, me pidió que me volteara y pusiera mis manos en la pared, inclinado la cola un poco hacia atrás. Su pija estaba más erecta que nunca, y el chorro de agua tibia daba en mi cabeza para luego recorrer mi espalda y perderse en la curvatura de mi redondeado trasero. Él comenzó la penetración enseguida y, aparentemente, el estar bajo la ducha hacía que todo fuera más suave. Mientras me penetraba, acariciaba mi espalda, para luego dirigir su mano hacia mi pija y masturbarme con mucha delicadeza. Luego, casi instintivamente, yo comencé a menear mis caderas de un lado a otro mientras él me penetraba, lo cual provocó que su respiración y la mía se acelerasen hasta el punto que él eyaculó todo mi culo, mientras yo hacía lo propio en dirección al suelo... Después de esa acabada magistral, nos enjuagamos y salimos de la ducha, para vestirnos y salir de fiesta. Estábamos muy atrasados: ya eran las 8 de la noche.
***
Espero que este breve relato los deje con ganas de más. Como adelanto, les contaré que el próximo relato se tratará de la primera vez que tuve el rol activo y, si me sigue yendo bien, después les contaré la ocasión en que mi amigo y yo garchamos con su primo.
Después de la primera vez en que lo hicimos, todos los viernes eran ocasión para desatar nuestras pasiones ocultas y luego salir de fiesta como si nada hubiese pasado. Mi amigo, siempre después del fútbol, llegaba a su casa donde yo lo esperaba, para recibir una fuerte dosis de su pene en mi ano, y sentir con placer su semen recorrer mi interior.
Un día de verano, él llegó del fútbol a eso de las 6 de la tarde, con mucho calor. Su pantalón húmedo hacía resaltar su paquete, mientras el resto de su cuerpo lucía una virilidad incomparable. Entramos a la casa, él me cogió del brazo y me estrechó contra su cuerpo. Yo sentí su pija rosando la mía y rápidamente comencé a tener una erección que era imposible de disimular. Lo abracé y puse mis manos en su cintura, para luego comenzar a retirar lentamente su camiseta. Cuando estuvo con el torso desnudo besé su boca, y raudamente comencé a acariciar su espalda mientras lamía sus tetillas. Paulatinamente fui bajando con mi lengua a través de su vientre, hasta llegar a su entrepierna. Con mis dientes bajé su pantalón y luego retiré con ambas manos su boxer. Y ahí estaba: su pija estaba completamente erecta, esperando ser succionada. Comencé a chupar su miembro y luego mordí con ternura el borde de su glande. Cuando lo hice, se estremeció de la excitación, y de un tirón me llevó al baño. Estando allí me desvistió con rapidez, y masajeó mi culo por unos segundo. Luego encendió la llave de la ducha y me hizo entrar con él. Yo continué practicándole sexo oral, mientras el agua tibia caía en mi espalda... La sensación fue única: sentir el rocío del agua, mientras su pija entraba y salía de mi boca fue una experiencia que mejoró sólo cuando retiró su pija de mi boca y eyaculó mi cara, mientras con mi lengua saboreé su leche lo más que pude. Cuando ello acabó, me hizo levantarme, enjuagó mi cara, y juntos nos duchamos. Comenzamos a jabonar nuestros cuerpos mutuamente. Cada uno masajeó el culo del otro y, luego, nos masturbamos el uno al otro... Mientras yo seguía haciéndole la paja, él comenzó a manosear mi ano, y a meter sus dedos en él... cuando cabían ya tres de sus dedos, me pidió que me volteara y pusiera mis manos en la pared, inclinado la cola un poco hacia atrás. Su pija estaba más erecta que nunca, y el chorro de agua tibia daba en mi cabeza para luego recorrer mi espalda y perderse en la curvatura de mi redondeado trasero. Él comenzó la penetración enseguida y, aparentemente, el estar bajo la ducha hacía que todo fuera más suave. Mientras me penetraba, acariciaba mi espalda, para luego dirigir su mano hacia mi pija y masturbarme con mucha delicadeza. Luego, casi instintivamente, yo comencé a menear mis caderas de un lado a otro mientras él me penetraba, lo cual provocó que su respiración y la mía se acelerasen hasta el punto que él eyaculó todo mi culo, mientras yo hacía lo propio en dirección al suelo... Después de esa acabada magistral, nos enjuagamos y salimos de la ducha, para vestirnos y salir de fiesta. Estábamos muy atrasados: ya eran las 8 de la noche.
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Espero que este breve relato los deje con ganas de más. Como adelanto, les contaré que el próximo relato se tratará de la primera vez que tuve el rol activo y, si me sigue yendo bien, después les contaré la ocasión en que mi amigo y yo garchamos con su primo.
3 comentarios - Mi primera vez con un hombre (relato gay) Segunda Parte
van p