El vecino de al lado se mudó la semana pasada, noticia que para mí hubiera pasado por demás desapercibida de no ser porque están pintando el departamento y el pintor no me resulta para nada indiferente, como sí lo era quien vivía antes allí.
No es la primera vez que me pasa, ver a un tipo y mojarme como una adolescente, no porque sea lindo, que dicho sea de paso no lo es, pero algo me decía (llámenlo instinto de puta) que ese tipo debía ser todo un potro cogiendo.
Después de la desilusión que había tenido con Alfonso necesitaba a alguien así, y encima no tenía que salir a buscarlo por la calle o donde fuere, sino que lo tenía ahí nomás, al lado de mi casa. Sin embargo esa primera vez pasé como una exhalación frente al departamento sin dejar que llegase a verme. Lo mismo los días posteriores, yo lo veía a él pero él no me veía a mí, aun así me llenaba los ojos con su cuerpo, sus músculos, con su prestancia, alucinando con la virilidad que, intuía, debía tener.
Siempre lo veía pintando con un pantalón azul de esos de trabajo y una musculosa que dejaba al descubierto sus gruesos y fornidos brazos, me mojaba de solo imaginarlo agarrándome con ellos de la cintura para embestirme en una forma animal y despiadada.
Aquella tarde estaba subido a una escalera pintando con un rodillo el techo. La cola se le marcaba dura y bien formada por debajo del pantalón. Si hasta me daban ganas de acercarme y pellizcársela. Y me acerqué... pero no se la pellizque, tampoco soy tan lanzada... jaja.
Carraspee para que notara mi presencia, ya que estaba de espalda, y me disculpe por interrumpirlo. Le dije que estaba pensando en pintar mi departamento y me interesaría que me hiciera un presupuesto... aparte de muchas cosas más, claro. Me preguntó dónde vivía, le dije al lado, y quedó en pasar en un rato. Aproveché que el Ro estaba en la guardería y que todavía faltaba un rato para que mi suegra (divina ella) lo pasara a buscar y me produje para la inminente visita del pintor. Cuando le pedí el presupuesto, recién llegaba del trabajo, vestida todavía con el uniforme de la Compañía y el pelo atado en una cola, pero ahora, al abrirle la puerta, estaba con un shortcito de Jean desflecado, una camisa a cuadritos entreabierta por debajo de la cual asomaba un top a punto de reventar, y el pelo suelto, cayéndome en ondas sobre los hombros. Se me quedó mirando con los ojos desorbitados, como pensando si se había equivocado de departamento.
-Hola, que bueno que viniste, veni, pasa- le digo antes de que pueda decir nada.
Entró sin dejar de mirarme en esa forma que ya me estaba haciendo entrar en calor, aunque ya venía acalorada desde hace rato, debo admitir.
-Bueno, este es el departamento- comencé a decirle -La idea es pintar todo, la sala y las habitaciones-
-¿La cocina también?-
-Si claro, la cocina, el baño y el lavadero- añado.
Empezó a mirar las paredes, pasando la palma de la mano por sobre la pintura, evaluando el estado en que se encontraban. Miró los demás ambientes, y me pasó una cifra que en realidad era lo de menos, ya que lo que más me interesaba era su presencia allí, en mi casa, frente a mí, lo del presupuesto solo era una excusa.
-Me parece un poquito caro- le digo cruzándome los brazos por debajo del busto, para levantármelo, como diciéndole: "Mira lo que tengo para vos".
-Es lo que se maneja en el mercado- se defiende sin dejar de notar como mis pechos se inflaman y enaltecen.
-Podrías hacerme una rebaja, ¿no te parece?- le digo haciendo pucherito.
-¿Una rebaja...?- repite -¿Y a cuenta de qué?-
-No sé... vos dirás- le digo poniendo la decisión en sus manos.
-Mira que puedo a llegar a decir algo que no te guste, eh- me advierte.
-¿Y cómo sabes que no me va a gustar?- lo desafío.
Se queda mirándome un momento, como evaluándome.
-¿Siempre sos así de encaradora?- me pregunta finalmente con una sonrisa ya más distendida.
-¿Encaradora yo?- me río -Bueno... si... tal vez un poco encaradora soy-
-¿Un poco nada más?- se acerca y evalúa mi reacción acariciándome con la yema de sus dedos el antebrazo.
No digo nada, solo me sonrío, mirándolo en una forma que traducido a palabras significa: "Seguí, no te detengas".
-Se me ocurren varias cosas que pedirte a cambio de una rebaja, incluso te pintaría todo gratis- me dice insistiendo con sus caricias, aunque sin pasar más allá del codo, por lo menos hasta obtener mi plena conformidad al respecto.
-¿Pintarme todo gratis?- me sorprendo -No quiero imaginarme lo que me pedirías por eso-
Su mano asciende a lo largo de mi brazo y se apodera de uno de mis pechos, no me lo aprieta, solo le pone la mano encima.
-Bueno, la verdad si me imagino... jaja- me río.
Mi buena predisposición es lo que espera para apretarme la teta en forma suave pero con la suficiente firmeza como para hacerme sentir la rudeza de su tacto. Mientras me sigue tocando, nos besamos, un beso de lengua urgente y efusivo. Trata de sacarme la camisa, pero lo detengo.
-No, acá no- le digo entre suspiros excitados -Mi suegra va a llegar con mi hijo en cualquier momento-
-¿Entonces...?- me pregunta con los ojos enrojecidos por la calentura que le hice agarrar.
-Anda al lado y esperame, yo trato de zafar y en un rato voy- le digo.
-¿Segura?-
-Segura- asiento dándole otro chupón y despachándolo hacia la puerta.
Apenas se va me cambio de ropa y espero impaciente a que llegue mi suegra con el Ro. Ni bien entra le digo que tengo que salir un momento, si puede quedarse hasta que vuelva, por suerte no tiene problema (ya les dije que es divina, ¿no?).
Esta vez voy vestida más formal, no tan putona como hacia un rato, pantalón de Jean, la misma camisa abrochada hasta el cuello y zapatillas, me puse además una campera, hacía frío, y aunque no pensaba salir del edificio, no quería que mi suegra tuviera ni una mínima sospecha de mi verdadero destino. Incluso hasta tome el ascensor, pero llegue hasta el primer piso nomas, de ahí volví a subir por las escaleras, me asomé por el pasillo que recién había cruzado, y al asegurarme que no había moros en la costa, me metí en el departamento donde estaba el pintor. Como siempre la puerta estaba abierta, pero la cerré ni bien puse un pie adentro, sacándome en el acto la campera y dejándola caer al suelo. Al verme se me vino al humo, me tomó entre sus brazos y me atrajo hacia él, estrechándome contra su cuerpo, haciéndome sentir en mis pechos el poderío de sus músculos.
-Así que estás buscando una rebaja en el presupuesto- me dice.
-Lo que estoy buscando es esto- le digo agarrándole el paquete que ya se estremece por debajo de su bragueta.
Todavía no la tiene dura pero si medio morcillona, se la aprieto con ansiedad, corroborando ya por el simple tacto que mis esperanzas son más que fundadas. Este tipo es un burro, me digo a mi misma, deslizando mis dedos a lo largo de la ancha y alargada comba que se erige debajo de su pantalón.
Nos seguimos besando como si en el otro fuéramos a encontrar el aire que necesitamos para respirar, sobándonos, acariciándonos, dejándonos llevar por la calentura más intensa y agresiva. Ahora sí, dejo que me quite la camisa, me la desprende y me la saca por encima de los hombros, me levanta el top por encima del busto y me agarra una teta con cada mano, apretándomelas con esa rudeza exquisita que ya me había demostrado antes. Me estremezco al sentirlo, los pezones se me ponen mucho más duros todavía, se agacha y me los chuponea con avidez, me los mordisquea, me los retuerce entre sus dientes, me deshago en suspiros entre sus brazos, entregándome por completo a ese desconocido al cual me une una atracción irresistible. Hasta el momento siento que no me he equivocado, mi instinto parece haber acertado esta vez, sobre todo cuando le bajo el pantalón y descubro una pija de supremas proporciones, un pijazo hecho y derecho, potente, pesado, venoso, la cabeza jugosa e inflamada, desprendiendo ese aroma único e incomparable. Me gusta el olor a pija, a huevo, a macho, y la pija del pintor exuda ese olor que incita mis más aviesos anhelos.
Me derrumbo de rodillas en el piso, aferrada a ese mandoble de acero que promete resarcirme sobradamente de mi última decepción. Se la chupo con alma y vida, desplegando a lo largo y ancho de tan soberbio volumen todas mis artes y habilidades en materia oral, haciéndole una mamada de antología, acorde a la excitación que ambos acusamos. Ya saben que me gusta hacer garganta profunda, así que me la como entera, hasta quedarme sin aire, entonces la suelto, con los ojos vidriosos y las mejillas enrojecidas, recuperando el aire perdido y vuelvo a comérmela, una y otra vez, rebosándola de baba, dejándola toda pringosa y entumecida. Entonces me la saco de la boca, le escupo encima, una escupida cargada de saliva y liquido preseminal, se la levanto y con la lengua esparzo todo ese fluido por sus huevos, se los empapo en baba y leche y me los como, paladeando ávidamente la deliciosa efervescencia que en su interior comienza a gestarse.
Ya en estado de locura total, me agarra fuerte de los brazos y me levanta de un tirón. Me desabrocha el pantalón y mete una mano dentro de mi tanga para hurgarme la concha toda por dentro, alcanza a meterme dos, hasta tres dedos, los que luego saca, completamente humedecidos, y se los chupa con morbosa delectación.
En el departamento no hay muebles, solo una escalera y sus utensilios de trabajo, por lo que me hace recostar de espalda sobre unos cartones que están puestos para proteger el suelo de las manchas de pintura, me saca el pantalón, la tanguita y abriéndome de piernas empieza a chuparme con extrema avidez y fruición. La manera en que utiliza la lengua es todo un lujo, describiendo los mil y un firuletes sobre mi concha, sorbiendo la humedad que se expande por toda mi entrepierna, fluyendo como un dique sin contención. Lo agarro de los pelos desesperada y lo atraigo aún más hacia mí, me refriego contra su cara flexionando las piernas hacia arriba, deseando que me devore por completo, que me muerda, que me deje los dientes marcados con todo su rigor. Entonces se levanta, se relame morboso, y se me echa encima, trata de ponérmela así, a pelo, pero lo detengo, la protección es primero. Agarro mi pantalón, que quedó tirado a un costado, y de uno de sus bolsillos extraigo una tira de preservativos.
-Viniste preparada, eh- me dice con una sonrisa cómplice.
-No quería correr el riesgo de que no tuvieras forros encima- le digo dándoselos.
-Hiciste bien porque no tengo, nunca en la vida me encontré en algún laburo una mina tan puta como vos- confiesa mientras rasga el sobre, saca el preservativo y lo extiende sobre su verga.
Ahora si, después del elogio, ya armado y protegido, vuelve a colocarse en posición de ataque y arremete con todo, nada de sutilezas, de arranque me la mete entera de un solo envión, haciendo que me estremezca y gima como si hubiera recibido una puñalada. Cierro los ojos, arqueo la espalda y me entrego a su lujuria y morbosidad sin guardarme nada, completita, como siempre, haciendo de mi cuerpo un verdadero agasajo para sus sentidos.
-¿Te parezco muy puta?- le pregunto en un arrullo mientras se acomoda encima mío para empezar a bombearme.
-¡Muy, pero muy puta!- me asegura en una exclamación, iniciando ya un bombeo demoledor, impactante.
Cada empujón me repercute en el alma, arrancándome una incontenible sucesión de gemidos y jadeos que acompañan en forma locuaz y melodiosa cada una de sus acometidas.
-¡Ahhhhh... Ahhhhh... Ahhhhh...!-
Mis piernas se sacuden alrededor de su cuerpo, vibrando al ritmo de sus movimientos, cada vez más acelerados.
Mientras me coge saco la lengua y la muevo en forma incitante, me la muerde, me la chupa, a la vez le muerdo y le chupo la lengua yo a él, nos besamos, nos chuponeamos, nos babeamos el uno al otro sin dejar de cogernos fieramente, él desde arriba, metiendo y sacando su verga con toda la fuerza de su virilidad, y yo desde abajo, acoplándome a su efusivo despliegue, mordiéndole el cuello, los hombros, cualquier parte con tal de canalizar esa energía arrolladora que estalla desde mi más profundo interior.
Al rato me la saca, me da la vuelta y me hace poner en cuatro. Me palmea la cola de uno y otro lado, fuerte, violentamente, haciendo resonar la carne por sobre mis quejidos, acomoda la cabeza entre mis gajos y avanza con todo, sin consideración alguna, con toda la pija adentro me aprieta las nalgas en torno a su erección, y empuja más y más profundo, haciéndomela sentir en toda su inmensidad, grande, dura, caliente. Clavo los codos en el suelo, sobre el cartón impregnado con algunas manchitas de pintura, y empujo la cola hacia atrás, como queriendo absorberlo a él también.
-¡Puta, puta, sos muy puta!- exclama a la vez que me sujeta de la cintura y empieza a cogerme duro y parejo, entrando y saliendo en toda su ensoberbecida magnitud.
Desde atrás y sin dejar de embestirme, me agarra de las tetas, me las amasa, me las aprieta, me retuerce los pezones, me duele porque los tengo duros y entumecidos, pero se trata de un dolor delicioso, excitante, el justo acompañamiento para los cimbronazos con lo que me masacra por detrás.
-¡Puta... puta...!- me sigue diciendo, combazo tras combazo, sin darme ninguna tregua, feroz, imparable, rubricando cada ensarte con una fuerte y estrepitosa nalgada que me estremece hasta el alma.
No doy más, me derrumbo sobre el cartón entre ahogados jadeos, sintiendo como el volcán que tengo entre las piernas está a punto de entrar en erupción. Me mojo toda, el pintor me la saca dejando que mi acabada fluya por entre mis muslos, empapando todo a su paso, y mientras me deshago en exaltados gemidos y suspiros, me la vuelve a meter y me sigue garchando.
-¡Acabaste como una perra...!- me dice en tono burlón, prosiguiendo con la descarga, llevándome a lomos de su pija a una nueva acabada, más fuerte incluso que la primera.
Vuelvo a mojarme, el orgasmo se escurre por entre mis piernas mojando también el cartón sobre el cual estoy echada. Unas ultimas estocadas, firmes y certeras, se saca el forro y en medio de un eufórico rugido acaba con unos violentos y efusivos lechazos que me dejan marcada a fuego la piel. La leche, cálida y espesa, se derrama por mi espalda, por la raya de mi culo, por la tersura de mis nalgas.
-¡Turra... que polvo me sacaste!- exclama complacido mientras se la sacude y exprime, liberando hasta la última gota de semen.
No digo nada, estoy desarmada en el suelo, sin poder siquiera moverme. ¿Y ahora como vuelvo a casa?, me pregunto. Arrastrándome, me respondo a mí misma, y es que el pintor me había dejado literalmente noqueada. Estaba inerte, suspirando apenas, mientras lo escuchaba alabar lo puta y buena cogedora que soy. Eso ya lo sé, pensaba, recuperando de a poco el aliento. Me demore un rato en levantarme, teniendo que sostenerme de la pared para que no me fallen las piernas.
-No te esperabas una cogida así, ¿no?- me dice el pintor, vanagloriándose en su performance.
-La verdad que no- le digo -Me diste la cogida del año-
A los hombres les gusta escucharnos decirles que son los mejores, que nadie nos coge como nos cogen ustedes, pero en este caso no exageraba en lo absoluto. A punto estuvo de desnucarme de tanta pija que me dio.
Me vestí, me arregle lo mejor que pude y me despedí de él con un beso.
-Vas a volver, ¿no?- me pregunta antes de que salga.
-De eso podes estar seguro- le contesto.
-Hasta la próxima entonces- me dice dándome una palmada en la cola.
Ya no tengo ni fuerzas para fingir que vengo de la calle, voy directamente a mi departamento y entro saludando alegremente a mi suegra que está en la sala mirando a Tinelli.
-¿A quién eliminaron ahora?- le pregunto como para desviar la atención de mi persona.
-Todavía falta que bailen un par de parejas- me informa.
-Ah, voy a preparar algo para comer, ¿me va avisando?- le pido como si me interesara que pareja es eliminada esa noche.
-Te aviso, igual yo ya estoy votando por Anita y el Bicho- me dice refiriéndose a su pareja predilecta.
Mi marido llega al rato. Comemos los tres juntos y luego él la lleva hasta su casa que está a unas pocas cuadras. Mientras espero que vuelva, me siento a ver el final de "Showmatch", pero ni me entero de cual pareja fue eliminada. Mi cabeza esta en otro lado, en el departamento de al lado, para ser más precisa, alucinando todavía con la biava que supo darme aquel pintor. Recién me doy cuenta que ni siquiera se su nombre, tampoco me hace falta, no saber cómo se llama y que aun así me haya pegado reverenda cogida, le agrega mucho más morbo al asunto.
Cuando llega mi marido le pregunto qué le parece si pintamos el departamento. Me dice que no es mala idea, pero que me ocupe yo misma de consultar algunos presupuestos.
-No hay problema- le digo -Mañana mismo me pongo con eso-
No es la primera vez que me pasa, ver a un tipo y mojarme como una adolescente, no porque sea lindo, que dicho sea de paso no lo es, pero algo me decía (llámenlo instinto de puta) que ese tipo debía ser todo un potro cogiendo.
Después de la desilusión que había tenido con Alfonso necesitaba a alguien así, y encima no tenía que salir a buscarlo por la calle o donde fuere, sino que lo tenía ahí nomás, al lado de mi casa. Sin embargo esa primera vez pasé como una exhalación frente al departamento sin dejar que llegase a verme. Lo mismo los días posteriores, yo lo veía a él pero él no me veía a mí, aun así me llenaba los ojos con su cuerpo, sus músculos, con su prestancia, alucinando con la virilidad que, intuía, debía tener.
Siempre lo veía pintando con un pantalón azul de esos de trabajo y una musculosa que dejaba al descubierto sus gruesos y fornidos brazos, me mojaba de solo imaginarlo agarrándome con ellos de la cintura para embestirme en una forma animal y despiadada.
Aquella tarde estaba subido a una escalera pintando con un rodillo el techo. La cola se le marcaba dura y bien formada por debajo del pantalón. Si hasta me daban ganas de acercarme y pellizcársela. Y me acerqué... pero no se la pellizque, tampoco soy tan lanzada... jaja.
Carraspee para que notara mi presencia, ya que estaba de espalda, y me disculpe por interrumpirlo. Le dije que estaba pensando en pintar mi departamento y me interesaría que me hiciera un presupuesto... aparte de muchas cosas más, claro. Me preguntó dónde vivía, le dije al lado, y quedó en pasar en un rato. Aproveché que el Ro estaba en la guardería y que todavía faltaba un rato para que mi suegra (divina ella) lo pasara a buscar y me produje para la inminente visita del pintor. Cuando le pedí el presupuesto, recién llegaba del trabajo, vestida todavía con el uniforme de la Compañía y el pelo atado en una cola, pero ahora, al abrirle la puerta, estaba con un shortcito de Jean desflecado, una camisa a cuadritos entreabierta por debajo de la cual asomaba un top a punto de reventar, y el pelo suelto, cayéndome en ondas sobre los hombros. Se me quedó mirando con los ojos desorbitados, como pensando si se había equivocado de departamento.
-Hola, que bueno que viniste, veni, pasa- le digo antes de que pueda decir nada.
Entró sin dejar de mirarme en esa forma que ya me estaba haciendo entrar en calor, aunque ya venía acalorada desde hace rato, debo admitir.
-Bueno, este es el departamento- comencé a decirle -La idea es pintar todo, la sala y las habitaciones-
-¿La cocina también?-
-Si claro, la cocina, el baño y el lavadero- añado.
Empezó a mirar las paredes, pasando la palma de la mano por sobre la pintura, evaluando el estado en que se encontraban. Miró los demás ambientes, y me pasó una cifra que en realidad era lo de menos, ya que lo que más me interesaba era su presencia allí, en mi casa, frente a mí, lo del presupuesto solo era una excusa.
-Me parece un poquito caro- le digo cruzándome los brazos por debajo del busto, para levantármelo, como diciéndole: "Mira lo que tengo para vos".
-Es lo que se maneja en el mercado- se defiende sin dejar de notar como mis pechos se inflaman y enaltecen.
-Podrías hacerme una rebaja, ¿no te parece?- le digo haciendo pucherito.
-¿Una rebaja...?- repite -¿Y a cuenta de qué?-
-No sé... vos dirás- le digo poniendo la decisión en sus manos.
-Mira que puedo a llegar a decir algo que no te guste, eh- me advierte.
-¿Y cómo sabes que no me va a gustar?- lo desafío.
Se queda mirándome un momento, como evaluándome.
-¿Siempre sos así de encaradora?- me pregunta finalmente con una sonrisa ya más distendida.
-¿Encaradora yo?- me río -Bueno... si... tal vez un poco encaradora soy-
-¿Un poco nada más?- se acerca y evalúa mi reacción acariciándome con la yema de sus dedos el antebrazo.
No digo nada, solo me sonrío, mirándolo en una forma que traducido a palabras significa: "Seguí, no te detengas".
-Se me ocurren varias cosas que pedirte a cambio de una rebaja, incluso te pintaría todo gratis- me dice insistiendo con sus caricias, aunque sin pasar más allá del codo, por lo menos hasta obtener mi plena conformidad al respecto.
-¿Pintarme todo gratis?- me sorprendo -No quiero imaginarme lo que me pedirías por eso-
Su mano asciende a lo largo de mi brazo y se apodera de uno de mis pechos, no me lo aprieta, solo le pone la mano encima.
-Bueno, la verdad si me imagino... jaja- me río.
Mi buena predisposición es lo que espera para apretarme la teta en forma suave pero con la suficiente firmeza como para hacerme sentir la rudeza de su tacto. Mientras me sigue tocando, nos besamos, un beso de lengua urgente y efusivo. Trata de sacarme la camisa, pero lo detengo.
-No, acá no- le digo entre suspiros excitados -Mi suegra va a llegar con mi hijo en cualquier momento-
-¿Entonces...?- me pregunta con los ojos enrojecidos por la calentura que le hice agarrar.
-Anda al lado y esperame, yo trato de zafar y en un rato voy- le digo.
-¿Segura?-
-Segura- asiento dándole otro chupón y despachándolo hacia la puerta.
Apenas se va me cambio de ropa y espero impaciente a que llegue mi suegra con el Ro. Ni bien entra le digo que tengo que salir un momento, si puede quedarse hasta que vuelva, por suerte no tiene problema (ya les dije que es divina, ¿no?).
Esta vez voy vestida más formal, no tan putona como hacia un rato, pantalón de Jean, la misma camisa abrochada hasta el cuello y zapatillas, me puse además una campera, hacía frío, y aunque no pensaba salir del edificio, no quería que mi suegra tuviera ni una mínima sospecha de mi verdadero destino. Incluso hasta tome el ascensor, pero llegue hasta el primer piso nomas, de ahí volví a subir por las escaleras, me asomé por el pasillo que recién había cruzado, y al asegurarme que no había moros en la costa, me metí en el departamento donde estaba el pintor. Como siempre la puerta estaba abierta, pero la cerré ni bien puse un pie adentro, sacándome en el acto la campera y dejándola caer al suelo. Al verme se me vino al humo, me tomó entre sus brazos y me atrajo hacia él, estrechándome contra su cuerpo, haciéndome sentir en mis pechos el poderío de sus músculos.
-Así que estás buscando una rebaja en el presupuesto- me dice.
-Lo que estoy buscando es esto- le digo agarrándole el paquete que ya se estremece por debajo de su bragueta.
Todavía no la tiene dura pero si medio morcillona, se la aprieto con ansiedad, corroborando ya por el simple tacto que mis esperanzas son más que fundadas. Este tipo es un burro, me digo a mi misma, deslizando mis dedos a lo largo de la ancha y alargada comba que se erige debajo de su pantalón.
Nos seguimos besando como si en el otro fuéramos a encontrar el aire que necesitamos para respirar, sobándonos, acariciándonos, dejándonos llevar por la calentura más intensa y agresiva. Ahora sí, dejo que me quite la camisa, me la desprende y me la saca por encima de los hombros, me levanta el top por encima del busto y me agarra una teta con cada mano, apretándomelas con esa rudeza exquisita que ya me había demostrado antes. Me estremezco al sentirlo, los pezones se me ponen mucho más duros todavía, se agacha y me los chuponea con avidez, me los mordisquea, me los retuerce entre sus dientes, me deshago en suspiros entre sus brazos, entregándome por completo a ese desconocido al cual me une una atracción irresistible. Hasta el momento siento que no me he equivocado, mi instinto parece haber acertado esta vez, sobre todo cuando le bajo el pantalón y descubro una pija de supremas proporciones, un pijazo hecho y derecho, potente, pesado, venoso, la cabeza jugosa e inflamada, desprendiendo ese aroma único e incomparable. Me gusta el olor a pija, a huevo, a macho, y la pija del pintor exuda ese olor que incita mis más aviesos anhelos.
Me derrumbo de rodillas en el piso, aferrada a ese mandoble de acero que promete resarcirme sobradamente de mi última decepción. Se la chupo con alma y vida, desplegando a lo largo y ancho de tan soberbio volumen todas mis artes y habilidades en materia oral, haciéndole una mamada de antología, acorde a la excitación que ambos acusamos. Ya saben que me gusta hacer garganta profunda, así que me la como entera, hasta quedarme sin aire, entonces la suelto, con los ojos vidriosos y las mejillas enrojecidas, recuperando el aire perdido y vuelvo a comérmela, una y otra vez, rebosándola de baba, dejándola toda pringosa y entumecida. Entonces me la saco de la boca, le escupo encima, una escupida cargada de saliva y liquido preseminal, se la levanto y con la lengua esparzo todo ese fluido por sus huevos, se los empapo en baba y leche y me los como, paladeando ávidamente la deliciosa efervescencia que en su interior comienza a gestarse.
Ya en estado de locura total, me agarra fuerte de los brazos y me levanta de un tirón. Me desabrocha el pantalón y mete una mano dentro de mi tanga para hurgarme la concha toda por dentro, alcanza a meterme dos, hasta tres dedos, los que luego saca, completamente humedecidos, y se los chupa con morbosa delectación.
En el departamento no hay muebles, solo una escalera y sus utensilios de trabajo, por lo que me hace recostar de espalda sobre unos cartones que están puestos para proteger el suelo de las manchas de pintura, me saca el pantalón, la tanguita y abriéndome de piernas empieza a chuparme con extrema avidez y fruición. La manera en que utiliza la lengua es todo un lujo, describiendo los mil y un firuletes sobre mi concha, sorbiendo la humedad que se expande por toda mi entrepierna, fluyendo como un dique sin contención. Lo agarro de los pelos desesperada y lo atraigo aún más hacia mí, me refriego contra su cara flexionando las piernas hacia arriba, deseando que me devore por completo, que me muerda, que me deje los dientes marcados con todo su rigor. Entonces se levanta, se relame morboso, y se me echa encima, trata de ponérmela así, a pelo, pero lo detengo, la protección es primero. Agarro mi pantalón, que quedó tirado a un costado, y de uno de sus bolsillos extraigo una tira de preservativos.
-Viniste preparada, eh- me dice con una sonrisa cómplice.
-No quería correr el riesgo de que no tuvieras forros encima- le digo dándoselos.
-Hiciste bien porque no tengo, nunca en la vida me encontré en algún laburo una mina tan puta como vos- confiesa mientras rasga el sobre, saca el preservativo y lo extiende sobre su verga.
Ahora si, después del elogio, ya armado y protegido, vuelve a colocarse en posición de ataque y arremete con todo, nada de sutilezas, de arranque me la mete entera de un solo envión, haciendo que me estremezca y gima como si hubiera recibido una puñalada. Cierro los ojos, arqueo la espalda y me entrego a su lujuria y morbosidad sin guardarme nada, completita, como siempre, haciendo de mi cuerpo un verdadero agasajo para sus sentidos.
-¿Te parezco muy puta?- le pregunto en un arrullo mientras se acomoda encima mío para empezar a bombearme.
-¡Muy, pero muy puta!- me asegura en una exclamación, iniciando ya un bombeo demoledor, impactante.
Cada empujón me repercute en el alma, arrancándome una incontenible sucesión de gemidos y jadeos que acompañan en forma locuaz y melodiosa cada una de sus acometidas.
-¡Ahhhhh... Ahhhhh... Ahhhhh...!-
Mis piernas se sacuden alrededor de su cuerpo, vibrando al ritmo de sus movimientos, cada vez más acelerados.
Mientras me coge saco la lengua y la muevo en forma incitante, me la muerde, me la chupa, a la vez le muerdo y le chupo la lengua yo a él, nos besamos, nos chuponeamos, nos babeamos el uno al otro sin dejar de cogernos fieramente, él desde arriba, metiendo y sacando su verga con toda la fuerza de su virilidad, y yo desde abajo, acoplándome a su efusivo despliegue, mordiéndole el cuello, los hombros, cualquier parte con tal de canalizar esa energía arrolladora que estalla desde mi más profundo interior.
Al rato me la saca, me da la vuelta y me hace poner en cuatro. Me palmea la cola de uno y otro lado, fuerte, violentamente, haciendo resonar la carne por sobre mis quejidos, acomoda la cabeza entre mis gajos y avanza con todo, sin consideración alguna, con toda la pija adentro me aprieta las nalgas en torno a su erección, y empuja más y más profundo, haciéndomela sentir en toda su inmensidad, grande, dura, caliente. Clavo los codos en el suelo, sobre el cartón impregnado con algunas manchitas de pintura, y empujo la cola hacia atrás, como queriendo absorberlo a él también.
-¡Puta, puta, sos muy puta!- exclama a la vez que me sujeta de la cintura y empieza a cogerme duro y parejo, entrando y saliendo en toda su ensoberbecida magnitud.
Desde atrás y sin dejar de embestirme, me agarra de las tetas, me las amasa, me las aprieta, me retuerce los pezones, me duele porque los tengo duros y entumecidos, pero se trata de un dolor delicioso, excitante, el justo acompañamiento para los cimbronazos con lo que me masacra por detrás.
-¡Puta... puta...!- me sigue diciendo, combazo tras combazo, sin darme ninguna tregua, feroz, imparable, rubricando cada ensarte con una fuerte y estrepitosa nalgada que me estremece hasta el alma.
No doy más, me derrumbo sobre el cartón entre ahogados jadeos, sintiendo como el volcán que tengo entre las piernas está a punto de entrar en erupción. Me mojo toda, el pintor me la saca dejando que mi acabada fluya por entre mis muslos, empapando todo a su paso, y mientras me deshago en exaltados gemidos y suspiros, me la vuelve a meter y me sigue garchando.
-¡Acabaste como una perra...!- me dice en tono burlón, prosiguiendo con la descarga, llevándome a lomos de su pija a una nueva acabada, más fuerte incluso que la primera.
Vuelvo a mojarme, el orgasmo se escurre por entre mis piernas mojando también el cartón sobre el cual estoy echada. Unas ultimas estocadas, firmes y certeras, se saca el forro y en medio de un eufórico rugido acaba con unos violentos y efusivos lechazos que me dejan marcada a fuego la piel. La leche, cálida y espesa, se derrama por mi espalda, por la raya de mi culo, por la tersura de mis nalgas.
-¡Turra... que polvo me sacaste!- exclama complacido mientras se la sacude y exprime, liberando hasta la última gota de semen.
No digo nada, estoy desarmada en el suelo, sin poder siquiera moverme. ¿Y ahora como vuelvo a casa?, me pregunto. Arrastrándome, me respondo a mí misma, y es que el pintor me había dejado literalmente noqueada. Estaba inerte, suspirando apenas, mientras lo escuchaba alabar lo puta y buena cogedora que soy. Eso ya lo sé, pensaba, recuperando de a poco el aliento. Me demore un rato en levantarme, teniendo que sostenerme de la pared para que no me fallen las piernas.
-No te esperabas una cogida así, ¿no?- me dice el pintor, vanagloriándose en su performance.
-La verdad que no- le digo -Me diste la cogida del año-
A los hombres les gusta escucharnos decirles que son los mejores, que nadie nos coge como nos cogen ustedes, pero en este caso no exageraba en lo absoluto. A punto estuvo de desnucarme de tanta pija que me dio.
Me vestí, me arregle lo mejor que pude y me despedí de él con un beso.
-Vas a volver, ¿no?- me pregunta antes de que salga.
-De eso podes estar seguro- le contesto.
-Hasta la próxima entonces- me dice dándome una palmada en la cola.
Ya no tengo ni fuerzas para fingir que vengo de la calle, voy directamente a mi departamento y entro saludando alegremente a mi suegra que está en la sala mirando a Tinelli.
-¿A quién eliminaron ahora?- le pregunto como para desviar la atención de mi persona.
-Todavía falta que bailen un par de parejas- me informa.
-Ah, voy a preparar algo para comer, ¿me va avisando?- le pido como si me interesara que pareja es eliminada esa noche.
-Te aviso, igual yo ya estoy votando por Anita y el Bicho- me dice refiriéndose a su pareja predilecta.
Mi marido llega al rato. Comemos los tres juntos y luego él la lleva hasta su casa que está a unas pocas cuadras. Mientras espero que vuelva, me siento a ver el final de "Showmatch", pero ni me entero de cual pareja fue eliminada. Mi cabeza esta en otro lado, en el departamento de al lado, para ser más precisa, alucinando todavía con la biava que supo darme aquel pintor. Recién me doy cuenta que ni siquiera se su nombre, tampoco me hace falta, no saber cómo se llama y que aun así me haya pegado reverenda cogida, le agrega mucho más morbo al asunto.
Cuando llega mi marido le pregunto qué le parece si pintamos el departamento. Me dice que no es mala idea, pero que me ocupe yo misma de consultar algunos presupuestos.
-No hay problema- le digo -Mañana mismo me pongo con eso-
53 comentarios - El departamento de al lado...
Jajajaja hasta hago alarde de como te deje!!! :trollface:
hasta me dan ganas de ser tu vecino!!
jaja
ya compartimos el mismo rubro de laburo, te imaginas si encima tambien el edificio?
jajaaj
Pd: y al final avanzaste con el pebete del parque?
Felicitaciones!!!
sos genial marita!ojalá algun dia te encuentre.jaja
Como me pones!!
Muy caliente historia!
Gracias por compartir
Excelente relato
Me surtieron a bifes !!! Cómo me surtieron !!!
...el pintor, fue el pintor el que cago a trompadas...... 😒 😒
Besos!
¡Cinco es el numero favorito!