Quiero, antes de nada agradecerles a todos y todas los que leen mis relatos y recordarles que son anécdotas Reales
Fue hace dos años, que Darío, el entonces nuevo cadete de papá, entró a la oficina por primera vez.
Tenía en ese entonces casi 20, y yo 26. Era un día bastante caluroso por lo que me aventuré a usar musculosa, una discreta, lisa y sin demasiado estilo, sin embargo marcaba mis tetas, que en cualquier momento, iban a cantar el himno. "¡Libertad, libertad!" Sin embargo, se contuvieron.
Darío era más bien flaquito, más alto que yo, y en pleno verano manos frías y temblorosas.
Esa tarde yo debía ir al Centro, a firmar mi renuncia, y de paso saludar a mi viejo, por las Fiestas.
Llegué como a las 3:30 de la tarde, con todo el calor encima, Tere, la secretaria de la oficina de mi viejo, me convidó un poco de agua, me estaba refrescando, cuando hice contacto visual con Darío.
Mi viejo salió puteando, como siempre, me saludó seco y me dio un sobre: "es para tu madre, para tu hermana y para vos. Felices Fiestas."
Guardé el sobré en mi morral, saludé a Teresa, y enfilé para el ascensor. Noté que me seguían, pero como era horario comercial supuse que, eran clientes que iban y venían, pero no. Era Darío, Tere le había pedido, un mandado.
Estábamos en el piso 7, y el ascensor estaba llegando. En absoluto silencio nos mirábamos.
Al ingresar en el elevador, apreté el botón que lo frena entre el 6 y el 5. Lo acorralé contra una de las esquinas y lo besé salvaje. Le apoyaba las tetas, lo manoseaba. El duro de nervios y de excitación. Me miraba y le temblaban sus manos.
Me arrodillé. Y le bajé el cierre, su verga era gorda, venosa y muy cabezona, se la chupé por cuatro o cinco minutos, se la escupía en la punta del glande, como había visto en las pelis. El pibe seguía inmóvil, yo laburaba todo. Se escuchaban gritos, de afuera "¡ascensor!" Pero nada. Seguí, chupando, como pude le hice una turca. Le veía sus ojos en blanco, su cuerpo temblar, y su pija latía locamente.
Se la exprimí un poco más hasta que un chorro de caliente y espesa leche inundó mis labios y mi boca. Me tragué todo lo que pude. Lo otro lo repartí, entre mi rostro y mis tetas. Le subí el cierre me reincorporé, me limpié un poco y volví a poner en funcionamiento el ascensor. Llegamos a Planta Baja, salimos del edificio, y caminando, por Esmeralda, me dice. :-"el miedo me paralizó, aparte era mi primera vez, pero por sobretodo no quiero que tu papá, me raje. Es mi primer laburo."
Lo miré, acaricié su carita, aún un poco áspera por el fin del acné de la adolescencia y los primeros vellos faciales y con voz madura le dije:-"tranquilo, mi viejo, no se va a enterar.... En cuanto a lo demás, no pasa nada." Y doblé en Córdoba, para ir a la oficina donde debía firmar mi renuncia.
Ya pasaron dos años y cinco meses, Darío, es un poco más seguro de él mismo, aún le tiemblan las manos pero cuando me pajea, en el ascensor entre el 5 y 6to piso, acabo a mares...
Fue hace dos años, que Darío, el entonces nuevo cadete de papá, entró a la oficina por primera vez.
Tenía en ese entonces casi 20, y yo 26. Era un día bastante caluroso por lo que me aventuré a usar musculosa, una discreta, lisa y sin demasiado estilo, sin embargo marcaba mis tetas, que en cualquier momento, iban a cantar el himno. "¡Libertad, libertad!" Sin embargo, se contuvieron.
Darío era más bien flaquito, más alto que yo, y en pleno verano manos frías y temblorosas.
Esa tarde yo debía ir al Centro, a firmar mi renuncia, y de paso saludar a mi viejo, por las Fiestas.
Llegué como a las 3:30 de la tarde, con todo el calor encima, Tere, la secretaria de la oficina de mi viejo, me convidó un poco de agua, me estaba refrescando, cuando hice contacto visual con Darío.
Mi viejo salió puteando, como siempre, me saludó seco y me dio un sobre: "es para tu madre, para tu hermana y para vos. Felices Fiestas."
Guardé el sobré en mi morral, saludé a Teresa, y enfilé para el ascensor. Noté que me seguían, pero como era horario comercial supuse que, eran clientes que iban y venían, pero no. Era Darío, Tere le había pedido, un mandado.
Estábamos en el piso 7, y el ascensor estaba llegando. En absoluto silencio nos mirábamos.
Al ingresar en el elevador, apreté el botón que lo frena entre el 6 y el 5. Lo acorralé contra una de las esquinas y lo besé salvaje. Le apoyaba las tetas, lo manoseaba. El duro de nervios y de excitación. Me miraba y le temblaban sus manos.
Me arrodillé. Y le bajé el cierre, su verga era gorda, venosa y muy cabezona, se la chupé por cuatro o cinco minutos, se la escupía en la punta del glande, como había visto en las pelis. El pibe seguía inmóvil, yo laburaba todo. Se escuchaban gritos, de afuera "¡ascensor!" Pero nada. Seguí, chupando, como pude le hice una turca. Le veía sus ojos en blanco, su cuerpo temblar, y su pija latía locamente.
Se la exprimí un poco más hasta que un chorro de caliente y espesa leche inundó mis labios y mi boca. Me tragué todo lo que pude. Lo otro lo repartí, entre mi rostro y mis tetas. Le subí el cierre me reincorporé, me limpié un poco y volví a poner en funcionamiento el ascensor. Llegamos a Planta Baja, salimos del edificio, y caminando, por Esmeralda, me dice. :-"el miedo me paralizó, aparte era mi primera vez, pero por sobretodo no quiero que tu papá, me raje. Es mi primer laburo."
Lo miré, acaricié su carita, aún un poco áspera por el fin del acné de la adolescencia y los primeros vellos faciales y con voz madura le dije:-"tranquilo, mi viejo, no se va a enterar.... En cuanto a lo demás, no pasa nada." Y doblé en Córdoba, para ir a la oficina donde debía firmar mi renuncia.
Ya pasaron dos años y cinco meses, Darío, es un poco más seguro de él mismo, aún le tiemblan las manos pero cuando me pajea, en el ascensor entre el 5 y 6to piso, acabo a mares...
6 comentarios - El nuevo
blowjob in the elevator ...
besos