Hace ya unos años, que entré en el mundo del sexo, con el único sentimiento posible: autosuperación. Pero me he llevado desilusiones y un par de anteojos rotos también.
Cuando conocí a Richard, yo tenía 21, el 47, maduro galante, su esposa Miriam, 36, delgada, algo dejada, no le importaba a donde ella siempre llevaba en la cartera su par de pantuflas, para calzarse luego de la fiesta a la que íbamos. Con Richard nos habíamos encariñado mucho, salíamos a comer, al teatro y hasta íbamos a la Feria del Libro juntos. Miriam, no decía nada. Recuerdo, que me mandaba mensajes, con la ropa interior que a él le gustaba, sus gustos y cosas así.
Un día, me dijo Richard de ir a un boliche swinger a tomar algo, que Miriam se quedaba por que estaba indispuesta, y no quería arruinar el plan.
Como siempre, o casi siempre yo fui, como una diosa, era el centro de miradas de parejas, solos y también de las solas y alguna traviesa que andaba por ahí.
Estábamos tomando un vaso de whisky, cuando me empezó a acariciar la cara con la palma de su diestra, no se si era el calor del alcohol, o que el madurito estaba bueno, pero sentí vibrar todo mi cuerpo. Me sacó el vaso, con la mano izquierda y apoyándolo en la mesa ratona que teníamos enfrente nuestro, lo apoyó despacio. Y continuó acariciando mi cara, mis hombros desnudos, y me dijo al oído casi susurrando:-"te quiero comer a besos..."
Eso me excitó mucho y sin apartarlo de mi, le expresé que yo quería ser comida, por él.
Subimos a un reservado, y nos acariciábamos, nos explorábamos como la primera vez. Le desabroché la camisa, y lo besé por todos lados. Llegué a su cinturón y se lo abrí, su pija latía caliente y aprisionada, en el bóxer negro que usaba esa noche.
Lo toqué por arriba de la tela de la ropa interior. Mientras él, me desvestía. Cuando quedé en tanga, y medias y los anteojos puestos, suspiró. Se tiró encima de mi. Me abrió las piernas, y metiendo la nariz entre la tanga y la conchita, empezó a dar lengüetazos como si fuera una pequeña pija. Estaba como loca, Richard, ya sabía lo que me gustaba. Afuera, curiosos y parejas me veían gozar con el madurito entre mis piernas.
Tuve un squirt que le mojó toda la cara. Complacido, subió a mi cara y me besó. Llenándome de mi esencia. Frotaba mis tetas contra su pecho, y me deshacia en cada movimiento. Luego se puso el preservativo, y empezó a cogerme despacito. Arrancándome pequeños y agudos gemidos. Cuando estaba por acabar me avisó, y le dije "acábame en la carita, se lo mucho que te gusta." Eso lo encendió aún más. Me llenó de leche. Me relamí un poco, y limpiándome fui, para el baño. Así en tanga, y medias, con los anteojos llenos de semen.
Al entrar al baño, veo, que estaba ocupado, uno, y escucho llantos. Limpio mis anteojos. Los seco con un poco de papel higiénico, y toco a la puerta del sanitario ocupado. "¿Estas bien?" -quise saber. La mujer se sonó la nariz y con voz gangosa, me grito:-"¡POR SUPUESTO QUÉ NO!"
Abre la puerta, y sale. Era Miriam. Con una ropa muy diferente. Peinada, como de peluquería, maquillada, me agarró del pelo y me zamarrió. Hizo volar mis anteojos contra la pared, inmediatamente se hicieron añicos, los vidrios. La mujer estaba ciega de ira. Me iba a pegar una piña cuando, entró una mujer al baño y frenó todo.
Salí llorando. Juntando los cristales de mis anteojos. Richard me estaba esperando con mi ropa. Al ver mi estado, se preocupó, pero al ver a Miriam salir hecha una fiera se asustó.
Me vestí, ya me estaba yendo cuando, Richard sacó plata de su billetera. Me dijo:-"no es mucho, pero al menos, para los cristales, te puede alcanzar..."-me besó en la frente y me fuí. Caminé una cuadra, con frío, vergüenza y me tomé un colectivo. Llegué a casa. Dejé los anteojos sobre la mesa. Saqué el chip de mi celular, y me fui a dormir.
Por un tiempo no pisé un boliche, y ellos tampoco. Hace unos tres meses, Richard me agregó al Facebook y me dijo, que Miriam había tenido un brote psicótico por la mezcla de antidepresivos, y alcohol. Igualmente, le dije, que me había ido de la movida, por mi seguridad, pero en realidad era por que no quería volver a vivir eso. Igual, como buen boomerang, he vuelto.
Cuando conocí a Richard, yo tenía 21, el 47, maduro galante, su esposa Miriam, 36, delgada, algo dejada, no le importaba a donde ella siempre llevaba en la cartera su par de pantuflas, para calzarse luego de la fiesta a la que íbamos. Con Richard nos habíamos encariñado mucho, salíamos a comer, al teatro y hasta íbamos a la Feria del Libro juntos. Miriam, no decía nada. Recuerdo, que me mandaba mensajes, con la ropa interior que a él le gustaba, sus gustos y cosas así.
Un día, me dijo Richard de ir a un boliche swinger a tomar algo, que Miriam se quedaba por que estaba indispuesta, y no quería arruinar el plan.
Como siempre, o casi siempre yo fui, como una diosa, era el centro de miradas de parejas, solos y también de las solas y alguna traviesa que andaba por ahí.
Estábamos tomando un vaso de whisky, cuando me empezó a acariciar la cara con la palma de su diestra, no se si era el calor del alcohol, o que el madurito estaba bueno, pero sentí vibrar todo mi cuerpo. Me sacó el vaso, con la mano izquierda y apoyándolo en la mesa ratona que teníamos enfrente nuestro, lo apoyó despacio. Y continuó acariciando mi cara, mis hombros desnudos, y me dijo al oído casi susurrando:-"te quiero comer a besos..."
Eso me excitó mucho y sin apartarlo de mi, le expresé que yo quería ser comida, por él.
Subimos a un reservado, y nos acariciábamos, nos explorábamos como la primera vez. Le desabroché la camisa, y lo besé por todos lados. Llegué a su cinturón y se lo abrí, su pija latía caliente y aprisionada, en el bóxer negro que usaba esa noche.
Lo toqué por arriba de la tela de la ropa interior. Mientras él, me desvestía. Cuando quedé en tanga, y medias y los anteojos puestos, suspiró. Se tiró encima de mi. Me abrió las piernas, y metiendo la nariz entre la tanga y la conchita, empezó a dar lengüetazos como si fuera una pequeña pija. Estaba como loca, Richard, ya sabía lo que me gustaba. Afuera, curiosos y parejas me veían gozar con el madurito entre mis piernas.
Tuve un squirt que le mojó toda la cara. Complacido, subió a mi cara y me besó. Llenándome de mi esencia. Frotaba mis tetas contra su pecho, y me deshacia en cada movimiento. Luego se puso el preservativo, y empezó a cogerme despacito. Arrancándome pequeños y agudos gemidos. Cuando estaba por acabar me avisó, y le dije "acábame en la carita, se lo mucho que te gusta." Eso lo encendió aún más. Me llenó de leche. Me relamí un poco, y limpiándome fui, para el baño. Así en tanga, y medias, con los anteojos llenos de semen.
Al entrar al baño, veo, que estaba ocupado, uno, y escucho llantos. Limpio mis anteojos. Los seco con un poco de papel higiénico, y toco a la puerta del sanitario ocupado. "¿Estas bien?" -quise saber. La mujer se sonó la nariz y con voz gangosa, me grito:-"¡POR SUPUESTO QUÉ NO!"
Abre la puerta, y sale. Era Miriam. Con una ropa muy diferente. Peinada, como de peluquería, maquillada, me agarró del pelo y me zamarrió. Hizo volar mis anteojos contra la pared, inmediatamente se hicieron añicos, los vidrios. La mujer estaba ciega de ira. Me iba a pegar una piña cuando, entró una mujer al baño y frenó todo.
Salí llorando. Juntando los cristales de mis anteojos. Richard me estaba esperando con mi ropa. Al ver mi estado, se preocupó, pero al ver a Miriam salir hecha una fiera se asustó.
Me vestí, ya me estaba yendo cuando, Richard sacó plata de su billetera. Me dijo:-"no es mucho, pero al menos, para los cristales, te puede alcanzar..."-me besó en la frente y me fuí. Caminé una cuadra, con frío, vergüenza y me tomé un colectivo. Llegué a casa. Dejé los anteojos sobre la mesa. Saqué el chip de mi celular, y me fui a dormir.
Por un tiempo no pisé un boliche, y ellos tampoco. Hace unos tres meses, Richard me agregó al Facebook y me dijo, que Miriam había tenido un brote psicótico por la mezcla de antidepresivos, y alcohol. Igualmente, le dije, que me había ido de la movida, por mi seguridad, pero en realidad era por que no quería volver a vivir eso. Igual, como buen boomerang, he vuelto.
7 comentarios - La cornuda vengativa
la proxima te acompaño y despreocupate que a la cornuda la dejo atada en casa ! 😉
besos