Soy una chica joven, rubia, con grandes pechos, soltera y que vivo con mis padres. Tenía muchas ganas de encontrar a alguien con quién tener mis relaciones sin nada serio por medio. Actualmente mi edificio está en obras y tenemos a los obreros por las zonas comunes recogiendo material, instalando… Un día propio de verano, decidí bajar a la piscina a tomar el sol y a darme un baño. Me puse mi bikini que me hace unos pechos increíbles y bajé. Estaba sola disfrutando de aquella tranquilidad hasta que uno de los obreros llegó a recoger material del cuartito del cual se accede pasando por la piscina. Me llamó mucho la atención.
Él también se me quedó mirando. Yo estaba en el borde de la piscina cuando me fijé que el chico no paraba de mirar mis grandes pechos. Decidí pasar pero no negaré que el chico me llamaba mucho la atención. Cerré los ojos y, cuando pensaba que el obrero ya estaba dentro del cuartito haciendo sus cosas, noté como unas manos me acariciaban suavemente la cara, bajaba por el cuello, llegando a los pechos… Abrí los ojos, vi su cara pegada a mí con unos ojos grisáceos que encandilaban a cualquiera. Él viendo que no hacía nada en su contra, me tomo en brazos y me llevó al famoso cuartito a oscuras.
Empezó a besarme muy apasionadamente. Noté como estiró las cuerdas que ataban con un lazo el bikini y se caía la parte de arriba. Me empezó a chupar mis pezones rosados que se erizaban del calentón que llevaba. Acto seguido le quité su camiseta de tirantes y sus pantalones, dejándole en bóxers. Me quité la parte inferior del bikini, mientras que él no dejaba de acariciar y de tocarme las tetas.
Estábamos muy cachondos los dos y sin preocuparnos de que nadie nos pillara en ese momento. Me cogió de nuevo en brazos y me puso sobre una tabla de madera que tenían como mesa. Me abrió las piernas y me empezó a acariciar el clítoris de una manera estupenda, aprovechó que ya me empezaba a estremecer de gusto para meter su lengua lo más al fondo que llegaba. Yo le cogía de su pelo medio largo y lo empujaba de cada vez más contra mi coño. Ya no podía más así que decidió apartarse y ayudarme a levantarme. Yo fui bajando poco a poco lamiendole todo el cuerpo hasta sacarle su miembro que ya no podía más.
Me la metí poco a poco en la boca, chupándole cada parte hasta metérmela entera mientras con la otra mano Me empujaba y me decía: “sigue así zorrita, lo haces muy bien”. Eso me puso aun más cachonda si se podía y empecé a pegarle de cada vez más embestidas mientras me tiraba del pelo. Cuando vio que ya no podía más me apartó y me apoyó en la madera de nuevo y me la metió hasta el fondo sin ningún miramiento. Yo disfrutaba, gritaba como una poseída, le pedía que no parara nunca.
Aprovechaba cada impulso para morderme mis pezones. Me cogía del culo y le apretaba más y más contra mi. Le pedí que parara y que me lo chupara para correrme en su lengua y así lo hice. Después me giró, y me puso a cuatro patas y me la metió por el culo para acabar. Nunca me habían hecho sexo anal pero disfruté como una condenada cuando me la metió y me agarraba de las tetas para impulsar más y más. Cuando veía que el llegaba a su fin, decidí que me volvería a cojer junto a él mientras me metía cuatro dedos y jugaba con mi clítoris. Acabé gimiendo de placer mientras él también sacaba un suspiro. Acabamos los dos muy contentos. Nos arreglamos y salimos como si nada. Al día siguiente se volvió a repetir y así con varios encuentros más.
Él también se me quedó mirando. Yo estaba en el borde de la piscina cuando me fijé que el chico no paraba de mirar mis grandes pechos. Decidí pasar pero no negaré que el chico me llamaba mucho la atención. Cerré los ojos y, cuando pensaba que el obrero ya estaba dentro del cuartito haciendo sus cosas, noté como unas manos me acariciaban suavemente la cara, bajaba por el cuello, llegando a los pechos… Abrí los ojos, vi su cara pegada a mí con unos ojos grisáceos que encandilaban a cualquiera. Él viendo que no hacía nada en su contra, me tomo en brazos y me llevó al famoso cuartito a oscuras.
Empezó a besarme muy apasionadamente. Noté como estiró las cuerdas que ataban con un lazo el bikini y se caía la parte de arriba. Me empezó a chupar mis pezones rosados que se erizaban del calentón que llevaba. Acto seguido le quité su camiseta de tirantes y sus pantalones, dejándole en bóxers. Me quité la parte inferior del bikini, mientras que él no dejaba de acariciar y de tocarme las tetas.
Estábamos muy cachondos los dos y sin preocuparnos de que nadie nos pillara en ese momento. Me cogió de nuevo en brazos y me puso sobre una tabla de madera que tenían como mesa. Me abrió las piernas y me empezó a acariciar el clítoris de una manera estupenda, aprovechó que ya me empezaba a estremecer de gusto para meter su lengua lo más al fondo que llegaba. Yo le cogía de su pelo medio largo y lo empujaba de cada vez más contra mi coño. Ya no podía más así que decidió apartarse y ayudarme a levantarme. Yo fui bajando poco a poco lamiendole todo el cuerpo hasta sacarle su miembro que ya no podía más.
Me la metí poco a poco en la boca, chupándole cada parte hasta metérmela entera mientras con la otra mano Me empujaba y me decía: “sigue así zorrita, lo haces muy bien”. Eso me puso aun más cachonda si se podía y empecé a pegarle de cada vez más embestidas mientras me tiraba del pelo. Cuando vio que ya no podía más me apartó y me apoyó en la madera de nuevo y me la metió hasta el fondo sin ningún miramiento. Yo disfrutaba, gritaba como una poseída, le pedía que no parara nunca.
Aprovechaba cada impulso para morderme mis pezones. Me cogía del culo y le apretaba más y más contra mi. Le pedí que parara y que me lo chupara para correrme en su lengua y así lo hice. Después me giró, y me puso a cuatro patas y me la metió por el culo para acabar. Nunca me habían hecho sexo anal pero disfruté como una condenada cuando me la metió y me agarraba de las tetas para impulsar más y más. Cuando veía que el llegaba a su fin, decidí que me volvería a cojer junto a él mientras me metía cuatro dedos y jugaba con mi clítoris. Acabé gimiendo de placer mientras él también sacaba un suspiro. Acabamos los dos muy contentos. Nos arreglamos y salimos como si nada. Al día siguiente se volvió a repetir y así con varios encuentros más.
14 comentarios - El obrero y la rubia fiestera
Muy caliente!
Gracias por compartir
Que lindo el sexo express.
Ojala haya sido un edificio de muchos pisos, digo, cosas de tener asegurado el "trabajito extra" del muchachito...
contanos más, queremos más!
Pero por lo demás el relato cortito pero bueno
Va punto