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El tren de las 23:32

Habiendo yo salido de la facultad, ese día un poco más tarde, por la reunión del Centro de estudiantes, no llegué a tomar el tren eléctrico. Una cagada, por que con el diésel, tengo que hacer combinación y realmente estaba cansada.
Arribé como siempre, en la estación cabecera. En el anden un tipo de unos 55, leía un libro de la primera guerra, yo iba vestida con mi remera negra de la suerte y un pantalón vaquero elastizado, marcando ligeramente mi gran culo. Recuerdo que lo miré un rato sorprendida, estaba muy bien, buen porte, elegante y vestido sobriamente con un traje gris oscuro.
Cuando vino el tren, la multitud, se agolpó para subir y acomodarse en los asientos. Como soy algo lenta, me quedé sin lugar para ir sentada, al parecer, él tampoco. Se apoyó en la puerta que no se abre y cuando arrancó volvió a su lectura. Yo le volví a mirar. Se dió cuenta y me hizo una sonrisita. Fue como si me encendiera.
Disimuladamente, nos empezamos a tirar miradas, palabras y quedamos de encontrarnos en medio del vagón.
Todo apretado como viajábamos, nos encontramos. Me saludó con un "hola bobota, que culo, tan grande.." Al oír eso, sentí que me hervía la concha. Me móvil un poco, para ubicarlo, estratégicamente detrás de mi. Su respiración, se tornó agitada, y sentí que se calentaba de tenerme así.
Me susurró las primeras dos estaciones. A la tercera, simplemente me empezó a tocar el culo abiertamente y sin disimulo. Me empezaba a mover, para frotar su pija en mi. Y lo sentía ponerse cada vez más duro. Sabíamos que no iba a durar para siempre. Así que, nos apuramos.
Fue directo. Me metió la mano adentro de su pantalón y me hizo pajearlo. Esa verga, era grande, incluso venosa y parecía jugosa. Sus jadeos en mi oído se intensificaban y lo único que es uba era:-"putita, que sos cachirrita sucia, mira como tengo la pija, por vos, sácame la lechita, dale putita." A mitad de recorrido, me acabó en la mano, su leche espesa y muy caliente se me escurría entre los dedos.
"Bien putita, lo hiciste muy bien."-me dijo con la voz ronca y quebrada al oído.
Faltaba una estación, debía bajarme. Me arrimé a la puerta. Y cuando estaba bajando, lo vi. Se bajó conmigo, y me acompañó una o dos cuadras hasta tomar el colectivo. Me dio su tarjeta y dándome un beso en los labios, expresó:-"gracias, espero tu llamado. Si volvés a tomar ese tren." La verdad es que nunca lo llamé, cuando vi su tarjeta, me limité a guardarla en mi pantalón vaquero, después me olvidé y mi vieja lo lavó, y con ese lavado, la tarjeta desapareció.

9 comentarios - El tren de las 23:32

soytuyo1234
mis puntos de hoy por hacerme imaginarlo
oli_wp
muy bueno 😉 afortunado el tipo jajaj
perchacubo
Interesante, ire leyendo de a poco, a la mañana no tengo mucho espacio para disfrutar. Gracias.