Nota: Este post pertenece a una historia interactiva, sugiero que para entenderla leas el primer post en el siguiente link:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2568665/Decisiones-Inicia-la-aventura.html
Rodrigo negó con la cabeza.
–La verdad es que he fantaseado con eso, pero sé que no es algo saludable. Rebeca es alguien respetable y podría traerle muchos problemas. Prefiero estar contigo.
Eso ultimo hizo que el corazón de Lorena diera un vuelco en su pecho. Se ruborizó y sonrió con nerviosismo. Ella gustaba de Rodrigo, pero no de esa manera tan sentimental. Que él la considerara como algo más que solo una compañera sexual la hacía sentir especial, aún así se guardó cualquier comentario, Rodrigo tendría que trabajar duro para complacerla.
–Bueno, pues yo respeto tu opinión y agradezco que me hayas contado todo esto.
Lorena se puso de pié y se acercó a él. Le revolvió el cabello con la mano y le sonrió con algo de dulzura. Rodrigo sonrió y se puso de pié también. Notó que se había hecho bastante tarde y sentía el cansancio. Decidieron que no harían nada mas por aquella noche.
Salieron para despedirse, pero antes de que Rodrigo emprendiera camino a su casa Lorena le tomó una mejilla y le dio un muy ligero beso en los labios. Le sonrió coqueta y luego cerró la puerta.
Rodrigo se quedó solo. Parado frente a la casa de Lorena, llevándose un dedo a sus labios. Luego sonrió como un bobo y se fue a casa.
––
El día siguiente era sábado. Rodrigo se puso a lavar ropa y limpiar la casa, como era su costumbre. Luego preparó algo de comida para cuando llegara su hermana.
Rebeca se veía algo más seria ese día, pero en realidad se comportaba como lo haría normalmente. Ahora evitaba tocar a Rodrigo sin necesidad. Pasaron la tarde juntos, hablando de la escuela y cosas sin sentido. Rodrigo agradeció aquello, realmente quería dejar en el pasado sus pequeños percances. Trataba de ver a su hermana por lo que era, su hermana.
––
El fin de semana se le hizo corto y el lunes había llegado bastante rápido. A pesar de haberse ido solo por la mañana, se sintió muy tranquilo. Sentía como si se hubiese quitado un peso de encima. Incluso las clases se le hicieron ligeras y el día pasó como cuando uno trata de atrapar el agua con las manos.
Había terminado su última clase. Salió del aula acompañado de Alfonzo. Platicaban de algún videojuego nuevo, pero fueron interrumpidos.
–Rodrigo– dijo una voz.
El chico enseguida miró para atender al llamado. Sorpresivamente era Lorena quien lo llamaba. La chica se acercó más, hasta poder tomarle del brazo.
–¿Estas ocupado?– preguntó con un dulce tono.
Rodrigo volteó a ver en todas direcciones. Notó como muchas miradas se enfocaban en ellos y en particular Alfonzo, quien estaba a su lado con una cara de sorpresa.
–No– respondió.
Enseguida Lorena se lo llevó. Rodrigo solo miró atrás para ver a su amigo con la boca abierta. Nunca le había contado sobre Lorena, así que debía de estarse muriendo de la envidia.
–Creí que no querías que nos vieran juntos en la facultad– dijo Rodrigo mientras caminaban a un destino incierto.
–Ya no me preocupa eso– respondió segura de sí.
Lo llevó hasta los últimos salones de la facultad. Ahí donde prácticamente nadie iba. Se metieron en el primer salón que encontraron. Lorena empujó a Rodrigo hacia el pizarrón y le puso una mano sobre el hombro y la otra sobre la entrepierna.
–¿Quieres que te de una mamada?–preguntó Lorena mientras se mordía el labio inferior.
Rodrigo la miró fijamente. Nuevamente trataba de analizar si eso sólo era un juego o iba en serio. No se lo pensó mucho. Sonrió travieso y asintió con la cabeza. Si todo era un juego, algo bueno saldría y si era en serio, pues tendría una mamada. No tenía nada que perder.
Para su suerte, la cosa iba en serio. Lorena se hincó, le bajó el cierre del pantalón y metió la mano para masajearle el miembro. No tardó mucho en dejar a tope la maquinaria. La sacó por el agujero del pantalón y enseguida se lo metió a la boca. Dentro y jugueteándolo con su lengua logró descubrir el glande del chico. Rodrigo simplemente se retorcía ligeramente sobre la pizarra.
Lorena le masajeó el tronco con la mano mientras movía la cabeza de adelante hacia atrás. Cada vez se iba introduciendo la pija más y más. Llegó a un punto en donde sus labios tocaron los testículos de Rodrigo.
Se sacó la pija de la boca y comenzó a lamer el glande tal cual lo haría con una paleta. Rodrigo se puso a mil, jadeante y sudoroso. Pero entonces Lorena lo miró desde abajo aún jugueteándole el glande con la lengua. Sonrió. Miró su reloj y se paró de golpe. Le dio un pequeño beso en los labios, justo como el de la otra noche, y se fue.
–Lo siento, pero llego tarde a mi clase– fue lo último que escuchó antes de perderla de vista.
Así quedó Rodrigo. La pija de fuera, al borde de un tremendo orgasmo que se perdió en un instante. Se le pasó por la cabeza terminar de masturbarse, pero cayó en la cuenta que estaba en un aula. Se preocupó por que alguien lo viera, solo.
Resignado, se metió la pija al pantalón. Ya se le estaba poniendo blanda. Sus dedos se le embarraron con la saliva de Lorena. La maldijo, lo había dejado caliente y no podía ni siquiera satisfacerse él solo en ese lugar.
––
El miércoles por la tarde, Lorena nuevamente lo sorprendió. El timbre sonó. Rodrigo estaba solo así que atendió la llamada. Lorena traía una tarta que su madre había preparado para ellos.
–Pasa– Le dijo mientras le abría la reja de entrada – Podemos comer un poco si quieres.
Lorena aceptó y pasó. Fueron a la barra de la cocina y se sirvieron un poco de la tarta. Comieron mientras reían hablando de tonterías. Pero entre platica y platica, Rodrigo recordó como lo había dejado caliente el otro día.
–Oye ¿llegaste tarde a esa clase del Lunes?
Lorena sonrió mirando su último pedacito de tarta. Lo tomó con el tenedor y la levantó sonriendo. Lamió el pedazo de tarta de forma lasciva. Luego besó el pedazo y miró a ver de reojo a Rodrigo. El chico disfrutaba de aquello y de hecho se sintió excitado por ello. Lorena mordió el bocado de forma violenta.
–No, llegué justo a tiempo– fue su respuesta –¿dejamos algo pendiente verdad?
Entonces se puso de pie y nuevamente comenzó a frotarle la entrepierna. No tardó mucho en estar completamente erecto. Esta vez le dio algo más de espacio. Abrió por completo el pantalón y le bajó la ropa interior. Sin esperar nada comenzó a tragarse toda la verga, justamente como lo había hecho, antes de parar de golpe la última vez.
Cada vez que Lorena se tragaba toda la verga de Rodrigo, la sacaba completa dejando tildando algunos hilillos de saliva entre su boca y el falo. Una vez que la pija estuvo ensalivada por completo, Lorena se levantó un poco la blusa y metió la pija entre las tetas. Subía y bajaba lentamente y luego iba acelerando.
De pronto el celular de Lorena sonó y ella se detuvo. Tomó el celular de su bolsa trasera y lo vio por unos segundos. Rodrigo al ver esto siguió moviéndose con dificultad. Aún no estaba cerca de venirse, pero se temía que ella se fuera de nuevo. Trató de seguir el vaivén entre las tetas, pero Lorena se sacó la pija y se acomodó la blusa, mientras le sonreía algo avergonzada. Nuevamente le dio un pequeño beso en los labios y se fue después de un lo siento.
––
El viernes, como siempre, se fueron juntos en el bus. Apretados, uno casi encima del otro. De hecho, Lorena se había colocado delante de Rodrigo. Aquel día Lorena llevaba una falda con pliegues ligeramente arriba de la rodilla. Gran parte del camino Rodrigo se la pasó apoyado sobre ella, rozando su entrepierna contra el culo de Lorena. La chica podía sentir los empujones y los disimulaba muy bien. Después de todo, con tanta gente los empujones eran normales.
Pero a Lorena se le ocurrió algo mejor. Con mucho cuidado y con una sola mano, le bajó el cierre del pantalón, quitó el bóxer del camino y le agarró la pija. Sacó con cuidado el miembro del chico y se levantó un poco la falda. Enseguida atrapó la pija entre sus piernas y su concha. Obviamente traía ropa interior, así que no era un contacto directo, pero se podía sentir la humedad en la prenda.
La falda de Lorena era una buena cobertura por si algún curioso bajaba la mirada, pero con tanta gente, estaban seguros de que nadie se daría cuenta. Rodrigo comenzó a embestir cadera contra cadera. Con una de sus manos libres le agarraba la cintura a su compañera, con la otra se sostenía para no caerse y empujar a alguien. Sus embestidas eran cortas y sin mucha fuerza, pero que gozo estaba sintiendo su pija. Su glande rosaba con la tela húmeda que cubría la concha de Lorena. Esta en breve comenzó a dar pequeños suspiros, que en realidad eran gemidos ahogados.
La respiración de Rodrigo se aceleró y así mismo sus embestidas. Cada vez las daba con más velocidad y más fuerza. Estaba ya cerca de venirse cuando de repente el bus pasó por un tope. Hizo que prácticamente todos se sujetaran con fuerza mientras se mecían descontrolados. La chica de alado no pudo evitar empujar a Lorena, la cual se dejó llevar para no caer. La pija de Rodrigo quedó al aire libre. En la desesperación se soltó de su soporte y se guardó la pija antes de que alguien se diera cuenta. Parecía que la chica que había empujado a Lorena le había visto, pues en el resto del camino no dejó de verlo como si fuera un bicho raro.
Una vez más se quedó con las ganas, pues Lorena ya no podía regresar al lugar en el que estaba y ya estaban muy cerca de llegar a la parada. A Rodrigo le parecía que todo aquello era a propósito. Prácticamente toda la semana le había estado coqueteando y seduciendo, pero nunca le dejaba terminar. Además, en toda la semana no hicieron ni un solo show. Sospechaba que todo era un juego de Lorena. Uno muy maldito.
Por la tarde, y aprovechando que era viernes, le mandó un mensaje.
“Ya descubrí de que se trata tu jueguito”
No pasó mucho para que llegara la respuesta de Lorena.
“Y qué opinas ¿No te parece divertido? ;P”
Rodrigo trató de buscar una forma adecuada de responderle. No quería decirle que si y alentarla a que continuara torturarlo. Pero tampoco quería decirle que no, porque la verdad es que todo aquello le resultó interesante.
“Por el momento te estás divirtiendo porque está clamada la bestia, pero mientras más la tintes más incontrolable será cuando se altere”
Lorena por su parte se carcajeó con la respuesta. Era ingeniosa, así que ella no tardó tanto en responderle.
“¿En serio? Muy bien bestia. Esta noche voy a domarte”
Rodrigo dio un salto y agitó su brazo celebrando la victoria. Estaba seguro que ahora si le dejaría terminar y por la tonalidad de las palabras parecía que iba a ser mejor que lo que habían hecho hasta ahora.
Esperó ansioso durante varias horas. Casi a cada minuto veía por su ventana para ver si escuchaba algo en el cuarto de Lorena. En una ocasión escuchó la música, pero ella no lo llamaba. Le pareció extraño, pero se resistió las ganas de interrumpirla. Empezó a sospechar que tal vez todo había sido una nueva trampa. Creía que solo le había mentido y que ya no lo llamaría. Mientras se lamentaba en su cama, su celular sonó. Desesperado y al mismo tiempo ilusionado leyó el mensaje. Era Lorena pidiéndole que fuera.
De un salto salió de la cama y a todo lo que daba salió de la casa. En esta ocasión la puerta de la casa de Lorena no tenía seguro así que la pudo abrir sin problemas. Subió las escaleras y entró al cuarto de Lorena. La chica se encontraba hablando con sus espectadores frente a la computadora. Cuando vio entrar a Rodrigo le lanzó su antifaz y le dijo que se desvistiera.
Lorena llevaba una blusa con escote en v y la misma falda de la mañana. Se acercó a Rodrigo mientras este se desvestía.
–Mas te vale portarte bien y obedecerme– dijo la chica para después pellizcarle un pezón. Rodrigo se retorció y casi tropezaba, pues se estaba quitando los bóxers entorpeciendo sus piernas.
Lorena le tomó del brazo y lo guió hasta la silla. Rodrigo se dejó hacer. Por un momento perdió de vista a Lorena. Esta trajo un listón rojo.
–Pon tus manos detrás de tu espalda– le ordenó.
Rodrigo comenzó a ponerse algo nervioso, pero igual hizo caso. Colocó sus manos detrás de su espalda y Lorena se las tomó, enrollándolas con el listón y haciéndole un nudo. Luego amarró el resto del listón al soporte del respaldo de la silla. Rodrigo se acomodó en la silla y pudo notar que estaba muy limitado en movimientos. Si se resistía se sentía incomodo, así que se relajó en la silla.
Lorena subió el volumen de la música y después comenzó a bailar. Se postraba frente a Rodrigo. Sacaba un poco el culo y luego se iba levantando lentamente la falda. Poco a poco se descubrían sus piernas, sus muslos y luego la parte más baja de sus nalgas. Pero antes de que el chico pudiera ver nada, se sentó sobre él. Movió las caderas en círculos y sintió como la verga de Rodrigo comenzaba a levantar cabeza.
Se dio la vuelta. Tomó la cabeza del chico y la enterró entre sus tetas. Sin dejar de bailar comenzó a sacarse la blusa, la cual al salir hizo que rebotaran las tetas en ese sostén rojo que traía puesto. Comenzó a tocarse las tetas, amasándolas, levantándolas y soltándolas. Mientras Rodrigo se enfocaba en lo de arriba, su verga se levantaba y se mecía tocando la tanguita que escondía la concha de Lorena. El roce de su glande y la tela le estaba haciendo agitarse. Sin previo aviso, Lorena se paró y se alejó un poco. Nuevamente le daba la espalda. Se tomó los lados de la falda y comenzó a bajarla lentamente, moviendo las caderas en pequeños círculos a la par de la música. Sin doblar las rodillas bajó la falda hasta los talones. El culo le quedó parado mostrando todo su esplendor. Rodrigo deseó poder ir y tocárselo todo, pero los amarres no lo dejaban.
La chica nuevamente se le acercó y comenzó a bailarle. Ahora solamente estaba en ropa interior. Llevó sus manos a su espalda y desabrochó el sostén, pero antes de que esta cayera lo sostuvo de golpe. Se apretaba las tetas con fuerza. Se inclinó hacia Rodrigo y se destapó un pezón. Los tenía aún suaves, ni muy gordos, pero tampoco tan pequeños. Eran perfectos. Rodrigo sacó la lengua y trató de lamerlo, pero Lorena lo alejó con una sonrisa maléfica. Dejó caer el corpiño completo. Se amasó las tetas de nuevo y una vez más se las acercó a Rodrigo. Esta vez dudó.
Ella misma le acercó el pezón a la boca. Rodrigo sacó la lengua y comenzó a lamer el pequeño y suave botoncillo. Luego acercó más la cabeza y comenzó a besarlo, a succionarlo. Lorena le acariciaba la cabeza disfrutando de los mimos. Para cuando le quitó el pecho de la boca su pezón estaba durísimo. Traviesa se lo pellizcó un poco y lo lamió mientras lo veía.
Una vez más se sentó sobre él. Pero en esta ocasión le atrapó la verga entre la tanga y sus nalgas. Comenzó a sacudir sus caderas de arriba abajo. La fricción que le generaban a la pija hacía que Rodrigo se estremeciera y se moviera en la silla. En un par de ocasiones pudo sentir como su glande tocaba el ano. Trataba de moverse para intentar penetrarlo, pero este se resistía y su verga se deslizaba de nuevo fuera de aquella gloriosa entrada.
De pronto en una de esas violentas sacudidas, la verga se desacomodó por completo. Terminó debajo de la concha. Los labios suaves abrazaron el tronco de la pija. Lorena no se detuvo, siguió meciéndose sin problema, gimiendo de poco en poco. El glande abría la concha de la chica tratando de entrar, pero debido a los flujos se deslizaba afuera con facilidad. Rodrigo nuevamente trató de moverse para penetrarla, pero cada intento era fallido. Lorena tampoco le ayudaba y es que ella no quería que la penetrara, aún no.
En su desesperación Rodrigo se lamentaba no poder aguantar más, pues el orgasmo le venía en camino, podía sentirlo. De pronto Lorena se detuvo. La maldijo en sus adentros. Pero la perdonó de inmediato, pues la chica le agarró la verga y la apuntó hacia su cola. Con una mano se abría un poco las nalgas. Se fue sentando hasta que el glande tocó la entrada. Trató de empujar hacia abajo mientras sostenía firme la pija y Rodrigo trataba de empujar hacia arriba para enterrársela.
Apenas entró la mitad de la cabeza y con mucha dificultad por la presión y Rodrigo no pudo aguantar. Comenzó a soltar borbotones de leche caliente. La cola de Lorena estaba tan apretada que toda la leche se derramó sobre Rodrigo.
Lorena se levantó riéndose un poco. Se limpió las gotitas que le cayeron en el culo y desató a Rodrigo. El chico se puso de pié tratando de componerse. El orgasmo lo había dejado con una sensación graciosa en las piernas.
Mientras Rodrigo se encargaba de relajarse, Lorena se quitaba la tanga. Se arrodilló sobre la silla con las piernas algo abiertas y apoyando sus brazos y mentón en el respaldo. Arqueó un poco la espalda para sacar el culo. Rodrigo la miró y como si nada la verga se le paró.
–Pensé que la bestia iba a ser incontrolable– dijo Lorena en un tono burlón – O tal vez ¿ya se cansó?
Rodrigo sonrió aceptando el reto. Con la verga por delante, se acercó seguro hasta donde Lorena. Se agachó un poco para quedar a la altura. Estaba a punto de metérsela en la concha cuando ella se la tapó con la mano.
–Aún no te mereces tanto– le dijo mirándolo por encima de su hombro.
Rodrigo entendió y no se lo discutió. Se agarró la vara y la apuntó hacía aquella entrada rosada. Empujó el glande con fuerza. La abertura del culo de Lorena se resistía, pero ya estaba cediendo. Empujó y la chica hizo un quejido. Le agarró de la cintura para poder empujar con más fuerza y poco a poco empezó a entrar toda la cabeza. Aún estaba muy apretado y la cola parecía que se cerraba con más fuerza en la parte de adentro. Rodrigo se separó un poco, tomo el bote de aceite que habían usado ya varias veces y comenzó a embarrarse toda la pija.
Se colocó de nuevo detrás de Lorena. Esta vez le sujetaba la cintura con ambas manos. Metió la verga entre las dos grandes nalgas y empujó con fuerza. Entró la cabeza y siguió empujando. Le entró con muchas más facilidad. Le acarició una nalga y siguió empujando. Poco a poco el tronco llegó hasta la mitad. Rodrigo sacaba y empujaba la pija para que se fuera aflojando más y más. Lorena se dejaba hacer, por ratos daba pequeños gemidos y quejidos.
Después de unos empujones más, los testículos golpearon contra la concha. La pija estaba completamente adentro. Se la sacó toda y la embistió hasta al fondo. Lorena dio un grito ahogado de placer. La agarró fuerte de la cintura y comenzó a bombearle ese enorme culo que tenía. A cada golpe de la cadera del chico a las nalgas les hacia ondas. El culo se le cerraba alrededor de la pija y luego cuando la embestía se lo abría.
La tomó de los hombros y comenzó a embestirla con toda la fuerza que podía. La silla comenzó a rechinar por lo violento del movimiento. Lorena gemía descontrolada, mordiéndose los labios y haciendo girar su rubia cabellera. Estaba encantada. La hizo correrse y lo sabía pues la chica apenas y respiraba. Gemía entre jadeos cortos y desesperados mientras sus piernas le temblaban. Eso a Rodrigo no le importaba, él quería terminar también. Pero se aprovechó de que la chica estaba agitada, para sacar su verga del culo y metérselo por la vagina. Se la metió de a una. Su interior era tan suave y cálido. Estaba húmedo y todavía sentía unos ligeros espasmos por el orgasmo que había tenido recientemente.
Comenzó a mover las caderas y no tardó mucho en volver a agarrar el ritmo violento con el que había penetrado el culo. Lorena gemía mientras se alborotaba el cabello, se apretaba una teta y volvía a arquear la espalda. Rodrigo le dio una nalgada que la hizo gritar. Le agarró una teta con la mano entera. Se le rebosaba de los dedos. Le mordió el lóbulo de la oreja mientras le respiraba con agitación. Sus dedos jugaban con su pezón y lo pellizcaban. Lorena simplemente gemía excitada y se agarraba con fuerza del respaldo. Sentía que si se soltaba se iba a perder.
Le llegó una nueva calidez al vientre. Rodrigo bajó su mano y jugó con su clítoris. Nuevamente la chica tuvo dificultades para respirar. Sintió como todo su interior vibraba. Esta vez los espasmos fueron más fuertes. Las paredes de su concha se cerraban con fuerza sobre la verga de Rodrigo. Ahora si le calentó la idea de estar haciéndola correrse. Tanto así que él también se excitó a mil. Unos empujones mas y llegó al clímax. Cada que salía un chorro de leche le empujaba la pija más adentro. La zampaba, le venía otro chorro y se la volvía a zampar hasta el fondo.
Respiró agitado y se sacudió la verga en las nalgas de Lorena, ni una mísera gota le quedó. La chica se llevó las manos a la concha y el espeso semen comenzó a fluir embarrándole lo dedos. Una vez recolectado el esperma, se lo llevó a la boca y lo lamió y relamió como el manjar mas delicioso que había probado. Rodrigo la abrazó por la espalda jugándole las tetas y besándole el cuello. Estaban exhaustos y al final de la velada se olvidaron de todo y se tiraron en la cama. Se quedaron dormidos mirándose cara a cara.
––
Rodrigo y Lorena nunca hicieron de su relación algo serio. No eran novios. Pero tampoco eran solo socios de negocios. En el fondo se amaban. Sufrían de amor real. De ese en el que no importaba la presión social. Eran libres, ninguno estaba amarrado al otro por obligación.
Siguieron realizando shows por Internet, cada vez con más perversidades. Pero muchas veces también daban lugar a los encuentros románticos y privados en donde los espectadores sólo eran ellos dos.
[Good end]
Felicidades, obtuviste un buen final. Déjame un comentario ¿Que te ha parecido esta historia?
http://www.poringa.net/posts/relatos/2568665/Decisiones-Inicia-la-aventura.html
Rodrigo negó con la cabeza.
–La verdad es que he fantaseado con eso, pero sé que no es algo saludable. Rebeca es alguien respetable y podría traerle muchos problemas. Prefiero estar contigo.
Eso ultimo hizo que el corazón de Lorena diera un vuelco en su pecho. Se ruborizó y sonrió con nerviosismo. Ella gustaba de Rodrigo, pero no de esa manera tan sentimental. Que él la considerara como algo más que solo una compañera sexual la hacía sentir especial, aún así se guardó cualquier comentario, Rodrigo tendría que trabajar duro para complacerla.
–Bueno, pues yo respeto tu opinión y agradezco que me hayas contado todo esto.
Lorena se puso de pié y se acercó a él. Le revolvió el cabello con la mano y le sonrió con algo de dulzura. Rodrigo sonrió y se puso de pié también. Notó que se había hecho bastante tarde y sentía el cansancio. Decidieron que no harían nada mas por aquella noche.
Salieron para despedirse, pero antes de que Rodrigo emprendiera camino a su casa Lorena le tomó una mejilla y le dio un muy ligero beso en los labios. Le sonrió coqueta y luego cerró la puerta.
Rodrigo se quedó solo. Parado frente a la casa de Lorena, llevándose un dedo a sus labios. Luego sonrió como un bobo y se fue a casa.
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El día siguiente era sábado. Rodrigo se puso a lavar ropa y limpiar la casa, como era su costumbre. Luego preparó algo de comida para cuando llegara su hermana.
Rebeca se veía algo más seria ese día, pero en realidad se comportaba como lo haría normalmente. Ahora evitaba tocar a Rodrigo sin necesidad. Pasaron la tarde juntos, hablando de la escuela y cosas sin sentido. Rodrigo agradeció aquello, realmente quería dejar en el pasado sus pequeños percances. Trataba de ver a su hermana por lo que era, su hermana.
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El fin de semana se le hizo corto y el lunes había llegado bastante rápido. A pesar de haberse ido solo por la mañana, se sintió muy tranquilo. Sentía como si se hubiese quitado un peso de encima. Incluso las clases se le hicieron ligeras y el día pasó como cuando uno trata de atrapar el agua con las manos.
Había terminado su última clase. Salió del aula acompañado de Alfonzo. Platicaban de algún videojuego nuevo, pero fueron interrumpidos.
–Rodrigo– dijo una voz.
El chico enseguida miró para atender al llamado. Sorpresivamente era Lorena quien lo llamaba. La chica se acercó más, hasta poder tomarle del brazo.
–¿Estas ocupado?– preguntó con un dulce tono.
Rodrigo volteó a ver en todas direcciones. Notó como muchas miradas se enfocaban en ellos y en particular Alfonzo, quien estaba a su lado con una cara de sorpresa.
–No– respondió.
Enseguida Lorena se lo llevó. Rodrigo solo miró atrás para ver a su amigo con la boca abierta. Nunca le había contado sobre Lorena, así que debía de estarse muriendo de la envidia.
–Creí que no querías que nos vieran juntos en la facultad– dijo Rodrigo mientras caminaban a un destino incierto.
–Ya no me preocupa eso– respondió segura de sí.
Lo llevó hasta los últimos salones de la facultad. Ahí donde prácticamente nadie iba. Se metieron en el primer salón que encontraron. Lorena empujó a Rodrigo hacia el pizarrón y le puso una mano sobre el hombro y la otra sobre la entrepierna.
–¿Quieres que te de una mamada?–preguntó Lorena mientras se mordía el labio inferior.
Rodrigo la miró fijamente. Nuevamente trataba de analizar si eso sólo era un juego o iba en serio. No se lo pensó mucho. Sonrió travieso y asintió con la cabeza. Si todo era un juego, algo bueno saldría y si era en serio, pues tendría una mamada. No tenía nada que perder.
Para su suerte, la cosa iba en serio. Lorena se hincó, le bajó el cierre del pantalón y metió la mano para masajearle el miembro. No tardó mucho en dejar a tope la maquinaria. La sacó por el agujero del pantalón y enseguida se lo metió a la boca. Dentro y jugueteándolo con su lengua logró descubrir el glande del chico. Rodrigo simplemente se retorcía ligeramente sobre la pizarra.
Lorena le masajeó el tronco con la mano mientras movía la cabeza de adelante hacia atrás. Cada vez se iba introduciendo la pija más y más. Llegó a un punto en donde sus labios tocaron los testículos de Rodrigo.
Se sacó la pija de la boca y comenzó a lamer el glande tal cual lo haría con una paleta. Rodrigo se puso a mil, jadeante y sudoroso. Pero entonces Lorena lo miró desde abajo aún jugueteándole el glande con la lengua. Sonrió. Miró su reloj y se paró de golpe. Le dio un pequeño beso en los labios, justo como el de la otra noche, y se fue.
–Lo siento, pero llego tarde a mi clase– fue lo último que escuchó antes de perderla de vista.
Así quedó Rodrigo. La pija de fuera, al borde de un tremendo orgasmo que se perdió en un instante. Se le pasó por la cabeza terminar de masturbarse, pero cayó en la cuenta que estaba en un aula. Se preocupó por que alguien lo viera, solo.
Resignado, se metió la pija al pantalón. Ya se le estaba poniendo blanda. Sus dedos se le embarraron con la saliva de Lorena. La maldijo, lo había dejado caliente y no podía ni siquiera satisfacerse él solo en ese lugar.
––
El miércoles por la tarde, Lorena nuevamente lo sorprendió. El timbre sonó. Rodrigo estaba solo así que atendió la llamada. Lorena traía una tarta que su madre había preparado para ellos.
–Pasa– Le dijo mientras le abría la reja de entrada – Podemos comer un poco si quieres.
Lorena aceptó y pasó. Fueron a la barra de la cocina y se sirvieron un poco de la tarta. Comieron mientras reían hablando de tonterías. Pero entre platica y platica, Rodrigo recordó como lo había dejado caliente el otro día.
–Oye ¿llegaste tarde a esa clase del Lunes?
Lorena sonrió mirando su último pedacito de tarta. Lo tomó con el tenedor y la levantó sonriendo. Lamió el pedazo de tarta de forma lasciva. Luego besó el pedazo y miró a ver de reojo a Rodrigo. El chico disfrutaba de aquello y de hecho se sintió excitado por ello. Lorena mordió el bocado de forma violenta.
–No, llegué justo a tiempo– fue su respuesta –¿dejamos algo pendiente verdad?
Entonces se puso de pie y nuevamente comenzó a frotarle la entrepierna. No tardó mucho en estar completamente erecto. Esta vez le dio algo más de espacio. Abrió por completo el pantalón y le bajó la ropa interior. Sin esperar nada comenzó a tragarse toda la verga, justamente como lo había hecho, antes de parar de golpe la última vez.
Cada vez que Lorena se tragaba toda la verga de Rodrigo, la sacaba completa dejando tildando algunos hilillos de saliva entre su boca y el falo. Una vez que la pija estuvo ensalivada por completo, Lorena se levantó un poco la blusa y metió la pija entre las tetas. Subía y bajaba lentamente y luego iba acelerando.
De pronto el celular de Lorena sonó y ella se detuvo. Tomó el celular de su bolsa trasera y lo vio por unos segundos. Rodrigo al ver esto siguió moviéndose con dificultad. Aún no estaba cerca de venirse, pero se temía que ella se fuera de nuevo. Trató de seguir el vaivén entre las tetas, pero Lorena se sacó la pija y se acomodó la blusa, mientras le sonreía algo avergonzada. Nuevamente le dio un pequeño beso en los labios y se fue después de un lo siento.
––
El viernes, como siempre, se fueron juntos en el bus. Apretados, uno casi encima del otro. De hecho, Lorena se había colocado delante de Rodrigo. Aquel día Lorena llevaba una falda con pliegues ligeramente arriba de la rodilla. Gran parte del camino Rodrigo se la pasó apoyado sobre ella, rozando su entrepierna contra el culo de Lorena. La chica podía sentir los empujones y los disimulaba muy bien. Después de todo, con tanta gente los empujones eran normales.
Pero a Lorena se le ocurrió algo mejor. Con mucho cuidado y con una sola mano, le bajó el cierre del pantalón, quitó el bóxer del camino y le agarró la pija. Sacó con cuidado el miembro del chico y se levantó un poco la falda. Enseguida atrapó la pija entre sus piernas y su concha. Obviamente traía ropa interior, así que no era un contacto directo, pero se podía sentir la humedad en la prenda.
La falda de Lorena era una buena cobertura por si algún curioso bajaba la mirada, pero con tanta gente, estaban seguros de que nadie se daría cuenta. Rodrigo comenzó a embestir cadera contra cadera. Con una de sus manos libres le agarraba la cintura a su compañera, con la otra se sostenía para no caerse y empujar a alguien. Sus embestidas eran cortas y sin mucha fuerza, pero que gozo estaba sintiendo su pija. Su glande rosaba con la tela húmeda que cubría la concha de Lorena. Esta en breve comenzó a dar pequeños suspiros, que en realidad eran gemidos ahogados.
La respiración de Rodrigo se aceleró y así mismo sus embestidas. Cada vez las daba con más velocidad y más fuerza. Estaba ya cerca de venirse cuando de repente el bus pasó por un tope. Hizo que prácticamente todos se sujetaran con fuerza mientras se mecían descontrolados. La chica de alado no pudo evitar empujar a Lorena, la cual se dejó llevar para no caer. La pija de Rodrigo quedó al aire libre. En la desesperación se soltó de su soporte y se guardó la pija antes de que alguien se diera cuenta. Parecía que la chica que había empujado a Lorena le había visto, pues en el resto del camino no dejó de verlo como si fuera un bicho raro.
Una vez más se quedó con las ganas, pues Lorena ya no podía regresar al lugar en el que estaba y ya estaban muy cerca de llegar a la parada. A Rodrigo le parecía que todo aquello era a propósito. Prácticamente toda la semana le había estado coqueteando y seduciendo, pero nunca le dejaba terminar. Además, en toda la semana no hicieron ni un solo show. Sospechaba que todo era un juego de Lorena. Uno muy maldito.
Por la tarde, y aprovechando que era viernes, le mandó un mensaje.
“Ya descubrí de que se trata tu jueguito”
No pasó mucho para que llegara la respuesta de Lorena.
“Y qué opinas ¿No te parece divertido? ;P”
Rodrigo trató de buscar una forma adecuada de responderle. No quería decirle que si y alentarla a que continuara torturarlo. Pero tampoco quería decirle que no, porque la verdad es que todo aquello le resultó interesante.
“Por el momento te estás divirtiendo porque está clamada la bestia, pero mientras más la tintes más incontrolable será cuando se altere”
Lorena por su parte se carcajeó con la respuesta. Era ingeniosa, así que ella no tardó tanto en responderle.
“¿En serio? Muy bien bestia. Esta noche voy a domarte”
Rodrigo dio un salto y agitó su brazo celebrando la victoria. Estaba seguro que ahora si le dejaría terminar y por la tonalidad de las palabras parecía que iba a ser mejor que lo que habían hecho hasta ahora.
Esperó ansioso durante varias horas. Casi a cada minuto veía por su ventana para ver si escuchaba algo en el cuarto de Lorena. En una ocasión escuchó la música, pero ella no lo llamaba. Le pareció extraño, pero se resistió las ganas de interrumpirla. Empezó a sospechar que tal vez todo había sido una nueva trampa. Creía que solo le había mentido y que ya no lo llamaría. Mientras se lamentaba en su cama, su celular sonó. Desesperado y al mismo tiempo ilusionado leyó el mensaje. Era Lorena pidiéndole que fuera.
De un salto salió de la cama y a todo lo que daba salió de la casa. En esta ocasión la puerta de la casa de Lorena no tenía seguro así que la pudo abrir sin problemas. Subió las escaleras y entró al cuarto de Lorena. La chica se encontraba hablando con sus espectadores frente a la computadora. Cuando vio entrar a Rodrigo le lanzó su antifaz y le dijo que se desvistiera.
Lorena llevaba una blusa con escote en v y la misma falda de la mañana. Se acercó a Rodrigo mientras este se desvestía.
–Mas te vale portarte bien y obedecerme– dijo la chica para después pellizcarle un pezón. Rodrigo se retorció y casi tropezaba, pues se estaba quitando los bóxers entorpeciendo sus piernas.
Lorena le tomó del brazo y lo guió hasta la silla. Rodrigo se dejó hacer. Por un momento perdió de vista a Lorena. Esta trajo un listón rojo.
–Pon tus manos detrás de tu espalda– le ordenó.
Rodrigo comenzó a ponerse algo nervioso, pero igual hizo caso. Colocó sus manos detrás de su espalda y Lorena se las tomó, enrollándolas con el listón y haciéndole un nudo. Luego amarró el resto del listón al soporte del respaldo de la silla. Rodrigo se acomodó en la silla y pudo notar que estaba muy limitado en movimientos. Si se resistía se sentía incomodo, así que se relajó en la silla.
Lorena subió el volumen de la música y después comenzó a bailar. Se postraba frente a Rodrigo. Sacaba un poco el culo y luego se iba levantando lentamente la falda. Poco a poco se descubrían sus piernas, sus muslos y luego la parte más baja de sus nalgas. Pero antes de que el chico pudiera ver nada, se sentó sobre él. Movió las caderas en círculos y sintió como la verga de Rodrigo comenzaba a levantar cabeza.
Se dio la vuelta. Tomó la cabeza del chico y la enterró entre sus tetas. Sin dejar de bailar comenzó a sacarse la blusa, la cual al salir hizo que rebotaran las tetas en ese sostén rojo que traía puesto. Comenzó a tocarse las tetas, amasándolas, levantándolas y soltándolas. Mientras Rodrigo se enfocaba en lo de arriba, su verga se levantaba y se mecía tocando la tanguita que escondía la concha de Lorena. El roce de su glande y la tela le estaba haciendo agitarse. Sin previo aviso, Lorena se paró y se alejó un poco. Nuevamente le daba la espalda. Se tomó los lados de la falda y comenzó a bajarla lentamente, moviendo las caderas en pequeños círculos a la par de la música. Sin doblar las rodillas bajó la falda hasta los talones. El culo le quedó parado mostrando todo su esplendor. Rodrigo deseó poder ir y tocárselo todo, pero los amarres no lo dejaban.
La chica nuevamente se le acercó y comenzó a bailarle. Ahora solamente estaba en ropa interior. Llevó sus manos a su espalda y desabrochó el sostén, pero antes de que esta cayera lo sostuvo de golpe. Se apretaba las tetas con fuerza. Se inclinó hacia Rodrigo y se destapó un pezón. Los tenía aún suaves, ni muy gordos, pero tampoco tan pequeños. Eran perfectos. Rodrigo sacó la lengua y trató de lamerlo, pero Lorena lo alejó con una sonrisa maléfica. Dejó caer el corpiño completo. Se amasó las tetas de nuevo y una vez más se las acercó a Rodrigo. Esta vez dudó.
Ella misma le acercó el pezón a la boca. Rodrigo sacó la lengua y comenzó a lamer el pequeño y suave botoncillo. Luego acercó más la cabeza y comenzó a besarlo, a succionarlo. Lorena le acariciaba la cabeza disfrutando de los mimos. Para cuando le quitó el pecho de la boca su pezón estaba durísimo. Traviesa se lo pellizcó un poco y lo lamió mientras lo veía.
Una vez más se sentó sobre él. Pero en esta ocasión le atrapó la verga entre la tanga y sus nalgas. Comenzó a sacudir sus caderas de arriba abajo. La fricción que le generaban a la pija hacía que Rodrigo se estremeciera y se moviera en la silla. En un par de ocasiones pudo sentir como su glande tocaba el ano. Trataba de moverse para intentar penetrarlo, pero este se resistía y su verga se deslizaba de nuevo fuera de aquella gloriosa entrada.
De pronto en una de esas violentas sacudidas, la verga se desacomodó por completo. Terminó debajo de la concha. Los labios suaves abrazaron el tronco de la pija. Lorena no se detuvo, siguió meciéndose sin problema, gimiendo de poco en poco. El glande abría la concha de la chica tratando de entrar, pero debido a los flujos se deslizaba afuera con facilidad. Rodrigo nuevamente trató de moverse para penetrarla, pero cada intento era fallido. Lorena tampoco le ayudaba y es que ella no quería que la penetrara, aún no.
En su desesperación Rodrigo se lamentaba no poder aguantar más, pues el orgasmo le venía en camino, podía sentirlo. De pronto Lorena se detuvo. La maldijo en sus adentros. Pero la perdonó de inmediato, pues la chica le agarró la verga y la apuntó hacia su cola. Con una mano se abría un poco las nalgas. Se fue sentando hasta que el glande tocó la entrada. Trató de empujar hacia abajo mientras sostenía firme la pija y Rodrigo trataba de empujar hacia arriba para enterrársela.
Apenas entró la mitad de la cabeza y con mucha dificultad por la presión y Rodrigo no pudo aguantar. Comenzó a soltar borbotones de leche caliente. La cola de Lorena estaba tan apretada que toda la leche se derramó sobre Rodrigo.
Lorena se levantó riéndose un poco. Se limpió las gotitas que le cayeron en el culo y desató a Rodrigo. El chico se puso de pié tratando de componerse. El orgasmo lo había dejado con una sensación graciosa en las piernas.
Mientras Rodrigo se encargaba de relajarse, Lorena se quitaba la tanga. Se arrodilló sobre la silla con las piernas algo abiertas y apoyando sus brazos y mentón en el respaldo. Arqueó un poco la espalda para sacar el culo. Rodrigo la miró y como si nada la verga se le paró.
–Pensé que la bestia iba a ser incontrolable– dijo Lorena en un tono burlón – O tal vez ¿ya se cansó?
Rodrigo sonrió aceptando el reto. Con la verga por delante, se acercó seguro hasta donde Lorena. Se agachó un poco para quedar a la altura. Estaba a punto de metérsela en la concha cuando ella se la tapó con la mano.
–Aún no te mereces tanto– le dijo mirándolo por encima de su hombro.
Rodrigo entendió y no se lo discutió. Se agarró la vara y la apuntó hacía aquella entrada rosada. Empujó el glande con fuerza. La abertura del culo de Lorena se resistía, pero ya estaba cediendo. Empujó y la chica hizo un quejido. Le agarró de la cintura para poder empujar con más fuerza y poco a poco empezó a entrar toda la cabeza. Aún estaba muy apretado y la cola parecía que se cerraba con más fuerza en la parte de adentro. Rodrigo se separó un poco, tomo el bote de aceite que habían usado ya varias veces y comenzó a embarrarse toda la pija.
Se colocó de nuevo detrás de Lorena. Esta vez le sujetaba la cintura con ambas manos. Metió la verga entre las dos grandes nalgas y empujó con fuerza. Entró la cabeza y siguió empujando. Le entró con muchas más facilidad. Le acarició una nalga y siguió empujando. Poco a poco el tronco llegó hasta la mitad. Rodrigo sacaba y empujaba la pija para que se fuera aflojando más y más. Lorena se dejaba hacer, por ratos daba pequeños gemidos y quejidos.
Después de unos empujones más, los testículos golpearon contra la concha. La pija estaba completamente adentro. Se la sacó toda y la embistió hasta al fondo. Lorena dio un grito ahogado de placer. La agarró fuerte de la cintura y comenzó a bombearle ese enorme culo que tenía. A cada golpe de la cadera del chico a las nalgas les hacia ondas. El culo se le cerraba alrededor de la pija y luego cuando la embestía se lo abría.
La tomó de los hombros y comenzó a embestirla con toda la fuerza que podía. La silla comenzó a rechinar por lo violento del movimiento. Lorena gemía descontrolada, mordiéndose los labios y haciendo girar su rubia cabellera. Estaba encantada. La hizo correrse y lo sabía pues la chica apenas y respiraba. Gemía entre jadeos cortos y desesperados mientras sus piernas le temblaban. Eso a Rodrigo no le importaba, él quería terminar también. Pero se aprovechó de que la chica estaba agitada, para sacar su verga del culo y metérselo por la vagina. Se la metió de a una. Su interior era tan suave y cálido. Estaba húmedo y todavía sentía unos ligeros espasmos por el orgasmo que había tenido recientemente.
Comenzó a mover las caderas y no tardó mucho en volver a agarrar el ritmo violento con el que había penetrado el culo. Lorena gemía mientras se alborotaba el cabello, se apretaba una teta y volvía a arquear la espalda. Rodrigo le dio una nalgada que la hizo gritar. Le agarró una teta con la mano entera. Se le rebosaba de los dedos. Le mordió el lóbulo de la oreja mientras le respiraba con agitación. Sus dedos jugaban con su pezón y lo pellizcaban. Lorena simplemente gemía excitada y se agarraba con fuerza del respaldo. Sentía que si se soltaba se iba a perder.
Le llegó una nueva calidez al vientre. Rodrigo bajó su mano y jugó con su clítoris. Nuevamente la chica tuvo dificultades para respirar. Sintió como todo su interior vibraba. Esta vez los espasmos fueron más fuertes. Las paredes de su concha se cerraban con fuerza sobre la verga de Rodrigo. Ahora si le calentó la idea de estar haciéndola correrse. Tanto así que él también se excitó a mil. Unos empujones mas y llegó al clímax. Cada que salía un chorro de leche le empujaba la pija más adentro. La zampaba, le venía otro chorro y se la volvía a zampar hasta el fondo.
Respiró agitado y se sacudió la verga en las nalgas de Lorena, ni una mísera gota le quedó. La chica se llevó las manos a la concha y el espeso semen comenzó a fluir embarrándole lo dedos. Una vez recolectado el esperma, se lo llevó a la boca y lo lamió y relamió como el manjar mas delicioso que había probado. Rodrigo la abrazó por la espalda jugándole las tetas y besándole el cuello. Estaban exhaustos y al final de la velada se olvidaron de todo y se tiraron en la cama. Se quedaron dormidos mirándose cara a cara.
––
Rodrigo y Lorena nunca hicieron de su relación algo serio. No eran novios. Pero tampoco eran solo socios de negocios. En el fondo se amaban. Sufrían de amor real. De ese en el que no importaba la presión social. Eran libres, ninguno estaba amarrado al otro por obligación.
Siguieron realizando shows por Internet, cada vez con más perversidades. Pero muchas veces también daban lugar a los encuentros románticos y privados en donde los espectadores sólo eran ellos dos.
[Good end]
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