Nota: Este post pertenece a una historia interactiva, sugiero que para entenderla leas el primer post en el siguiente link:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2568665/Decisiones-Inicia-la-aventura.html
Rodrigo respiró profundamente después de leer el mensaje. No se creía que Lorena lo estuviera invitando a su casa. Se imaginó que querría que le ayudara con algo de la computadora o quién sabe, a mover algo o reparar algo.
Pero no le importó, Lorena era una de las mujeres de sus fantasías y no se lo pensaría dos veces si ella lo invitaba a algún lugar, aunque sea para trabajar, lo haría con gusto.
“Claro, en un momento voy para allá” Le contestó.
Rodrigo se puso unos bermudas blancos y una playera, pues andaba semi-desnudo por el calor que hacía aquel día. Salió de su casa y se dirigió a la de Lorena. Tocó el timbre y esperó. Casi al instante la chica abrió. Llevaba una blusa de tirantes, sin mangas, de color melón. Podía verle casi toda la raja que sus enormes tetas formaban al estar una junto a la otra. También portaba una falda corta de color blanco, y andaba descalza. Ambos se sonrieron.
–Pasa– dijo ella mientras se hacía a un lado. Rodrigo no paraba de verle el par de tetas que se balanceaban a cada movimiento de la rubia. Trataba de ser discreto, pero era imposible. Lorena lo guió a la planta alta de la casa.
–¿No está tu madre?– preguntó Rodrigo al notar que nadie más les recibía.
–No, usualmente se va de compras casi todo el día.
Rodrigo comenzó a imaginarse cosas. Lorena, él, solos. Era casi como estar en una porno. Pero sabía que eso era imposible.
Lorena lo guió a su habitación. Pudo ver a través de la ventana de Lorena y veía la ventana de su propio cuarto. Era extraño estar del otro lado.
–Bueno ¿En qué te voy a ayudar?
El chico volteó para ver a Lorena. Esta cerró la puerta detrás de sí y sonrío levemente.
–¿Quieres que te la chupe?
Rodrigo escuchó lo que ella dijo, pero no creía que realmente lo estuviera diciendo. No entendió exactamente lo que estaba pasando y solo pudo sonreír de forma nerviosa.
–¿Qué?
–¿Qué si quieres que te de una mamada?
Rodrigo parpadeó un par de veces y luego se agarró la cabeza <<¿Enserio está pasando esto?>> Se preguntó a sí mismo.
–Vamos, no seas tímido– dijo ella acercándosele –sé que me deseas, lo sé desde la primera vez que nos vimos.
Rodrigo se sintió incómodo. Aunque ya sabía que Lorena se daba cuenta de muchas cosas y sólo se quedaba callada, pero no se imaginaba que él había sido tan obvio desde el principio.
Titubeó, pero al final respondió –Está bien…
Lorena rió y entonces se arrodilló frente a él y lo haló un poco. Le tomó los bermudas y se los sacó de un tirón. Comenzó a acariciarle la entrepierna por encima de la tela y la verga de Rodrigo comenzó a ponérsele más y más tiesa. Lorena no le quitaba la mirada de encima, ladeando la cabeza y sonriéndole de cierta forma inocente. Rodrigo no creía lo que estaba pasando.
Lorena podía sentir todo el falo erecto. Le tomó del bóxer y lo bajó haciendo que la pija revotara al salir de la prenda. Sonrió ampliamente divertida. Inspeccionó la verga de Rodrigo y simplemente la veía dar pequeños saltitos por la excitación.
Se la tomó con una mano y le corrió la piel para descubrir el glande. Acercó su rostro y sacó la lengua. Con la punta y muy despacio, comenzó a tocar la cabeza del pene. Rodrigo cerró los ojos tras la sensación, ese cosquilleo peculiar que el glande sentía.
La chica comenzó a pajearle el tronco mientras dibujaba círculos con su lengua sobre la rojiza cabeza. Por ratos hacia que su lengua se deslizara por la parte de debajo de la pija y luego recorría todo el tronco hacia arriba con una sola lamida.
Rodrigo respiraba profundamente y luego soltaba bufidos cortos. Entonces, Lorena se metió la pija a la boca, apretándola con los labios y saboreándola. La metía entera para que llegara a lo más profundo de su garganta. Luego se la sacaba para poder respirar y quedaban guindando finos hilos de saliva que después terminaban manchando sus tetas.
Rodrigo no le quitaba la vista de encima, pero de vez en cuando se veía distraído por el escote. Tenía unas ganas infernales de tomarle las tetas y estrujárselas, pero no se animaba. No quería que Lorena se lo negara y detuviera todo aquello por su atrevimiento.
Lorena comenzó a pajearlo con más fuerza. Bajó un poco la cabeza y comenzó a lamerle los huevos. Rodrigo sentía como llegaba a su punto cúspide, en breve se tendría que venir. No quería que todo aquello terminara, pero tampoco quería detenerla, así que trató de pensar en otras cosas para tratar de bajar su excitación. Pero entonces Lorena comenzó a succionarle las bolas con la boca. Esto hizo que perdiera la concentración. Era una sensación extraña, pero le gustaba.
Entonces Lorena sonrió al ver como se ponía más tenso. Le tomó la pija mientras se erguía un poco y comenzó a golpearle la pija contra sus tetas. Estas se sentían tan suaves y esponjosas. A cada golpe de la pija las tetas se movían como globos de agua, creando ondas en la piel. Rodrigo no podía aguantarlo más.
–Me estoy viniendo– le susurró mientras apretaba los dientes tratando de aguantarse.
Lorena le pajeó con más fuerza mientras continuaba dándose golpecitos sobre el pecho con el glande.
–Córrete sobre mis tetas, sé que eso quieres.
Y apenas terminó de decirlo, Rodrigo dejó salir toda su esperma. Uno tras otro, chorros densos y blancos empezaban a emanar de su glande. Lorena hacía su cabeza hacia atrás, sonriendo con los ojos cerrados mientras la pija le manchaba las enormes tetas.
Le apretujó la pija hasta sacarle la última gota y luego le dio una última lamida para limpiarla. Se acarició las tatas embarrándose la leche, dejándolas brillosas. Luego se puso de pie.
Rodrigo por su parte se dejó caer sobre la cama sentándose, aún con la pija de fuera. Lorena se dirigió a un estante que estaba frente a ellos y tomó una cámara, apagándola.
–¿Lo estabas grabando?– preguntó Rodrigo algo incrédulo –¿Me vas a hacer famoso en Internet?
Lorena tiró una carcajada.
–No exactamente, ni siquiera grabé tu rostro. La importante soy yo.
Enseguida Lorena le explicó un poco de lo que hacía. Cada cierto tiempo Lorena se creaba un perfil en alguna página de sexcams y aproximadamente cada mes se iba de una a otra, para evitar que algún conocido la encontrase. De esta manera Lorena ganaba algo de dinero. Sin embargo había otras formas de ganar mucho más y esta era teniendo videos y vendiéndolos dentro de estas páginas como promociones. Obviamente los videos sexuales tienen un valor alto. Por ello había invitado y grabado a Rodrigo.
–Así que… ¿te gustaría seguir ayudándome?– le preguntó Lorena mientras se limpiaba el semen de las tetas con una toalla.
Rodrigo se quedó pensando un rato, pues tenía muchas dudas acerca de cómo funcionaba todo exactamente. Sin embargo había una pregunta que le daba más curiosidad.
–¿Por qué yo?
Lorena sonrió y luego le puso la mano sobre el hombro mirándolo directo a los ojos.
–Porque has demostrado que eres discreto.
No lo entendía y se notaba en su rostro, así que Lorena volvió a reírse burlándose de su inocencia.
–Muchas veces, en el pasado– dijo Lorena –había conocido a personas que presumían el simple hecho de conocerme. Otros chicos, con los que salí, me usaban como un trofeo que mostraban a sus amigos. Incluso ahora, hay gente que quiere acercarse a mí, pues dicen que quien consiga ser un amigo cercano mío es porque pode conseguir a quien quiera.
Rodrigo se sorprendió bastante por estas pequeñas revelaciones. La verdad era que él no conocía a muchos de los compañeros de Lorena, pero eso era porque se encontraban en áreas distintas. Pero era cierto que Lorena era “conocida” incluso en su clase, ya varias veces había escuchado a otros de sus compañeros hablar de una chica que estaba buena, que pertenecía a química, siempre se imaginó que era Lorena, pero nunca dijo nada de ella y nunca nadie los había visto juntos.
–Bueno– dijo Rodrigo por fin –Pero ¿Qué gano yo?
Lorena esbozó una sonrisa picara –Placer, obviamente.
Rodrigo se puso pensativo, era cierto ¿no era suficiente con el placer? Tenía la oportunidad de tener una relación meramente basada en el placer con una chica del calibre de Lorena, sin embargo la joven lo sacó de sus pensamientos.
–Solo bromeo, te daré un 30% de las ganancias en las que participes.
–¿A qué te refieres con “en las que participe”?
Lorena le tomó de las manos haciéndolo que se levantara de la cama. Le tomó el bóxer y los bermudas y se los subió.
–Ya lo descubrirás– dijo ella –ahora, vete antes de que tu hermana se levante.
Rodrigo le tomó la palabra y se marchó. Era cerca del mediodía y tenía que preparar comida.
Ya entrada un poco más la tarde, Rebeca se despertó y se encontró con Rodrigo en la sala.
–Tu comida está en el refrigerador– le dijo Rodrigo.
Rebeca no hizo ruido alguno y se dirigió a la cocina. Por un instante Rodrigo la miró, se le pasaron un montón de pensamientos por la cabeza. Hasta hace poco tenía un gusto extraño por su hermana y unas horas antes le habían hecho una mamada, además de haber aceptado una propuesta.
Por un momento se le pasó la idea de Rebeca mamándosela. Pero sabía que eso era imposible, Rebeca nunca se atrevería a hacer algo así y quien sabe cómo respondería si él se lo propusiera.
––
El día maldito de la semana había llegado, todos odian ese día. Rodrigo por su parte se sentía bastante bien al despertar con el monótono sonido del despertador. Su vida daba un giro inesperado y bastante alegre para él.
No vería a Lorena en la parada de buses, pero no le importaba, el podría verla cuando ella se lo pidiera y seguro que lo haría pronto. Ahora tenían un trato y era uno que cualquier hombre aceptaría sin pensarlo. Rodrigo era un suertudo y lo sabía. Fantaseó todo el día con las posibilidades de estar cerca de Lorena, de poder verla como nadie. Incluso podía tocarla… que va, podía tener una relación sexual con ella. Sonrió durante las clases más aburridas. Puso cara de bobalicón cuando caminaba por los pasillos. Incluso se tropezó con algunos alumnos mientras soñaba despierto.
Por pura suerte, y que le sobraba, llegó a casa ileso. Tenía tareas que hacer, así que se dedicó a ellas para sacarse un poco las fantasías de la cabeza. No quería tampoco tener deberes pendientes si Lorena lo llamaba.
Pasaron varias horas, pero para Rodrigo se le hicieron eones. Estaba muy ansioso y lo peor de todo es que ni siquiera estaba asegurado de que Lorena lo llamaría aquel día, ella siempre había sido irregular con sus shows. Decidió salir de su cuarto e ir a la sala a ver televisión, tal vez algo le distraería las ansias.
Pasaron otro par de horas y Rebeca llegó. Saludó a Rodrigo al entrar y se vio un poco sorprendida, casi nunca veía a Rodrigo fuera de su habitación. Al final se quedaron juntos viendo una película y comiendo bocadillos.
Era cerca de la media noche cuando decidieron irse a sus respectivos cuartos. Rodrigo al entrar a su habitación miró a ver en dirección a la ventana de Lorena, no había luces encendidas, así que supuso que no habría nada esa noche. Resignado cerró la cortina y se dispuso a recostarse. Enseguida su celular sonó.
“¿Estás listo para tu primer espectáculo?” decía el mensaje. Sus labios dibujaron una amplia sonrisa y un extraño hormigueo le empezó en el abdomen.
–¿Debería de ponerme algo especial? ¿Debería de bañarme otra vez? ¿Será que necesite llevar condones?– susurraba mientras la desesperación y la ansiedad de los nervios lo consumían. Cuando se dio cuenta de que sólo estaba dando pasitos en su cuarto, respiró profundamente. Exhaló y salió de su cuarto sin hacer mucho ruido.
Rebeca desde su cuarto, y ya con una ropa más ligera, escuchó la puerta de Rodrigo. Por un instante su concha sintió un cosquilleo y sus dedos se pusieron algo impacientes. El sonido de la puerta de Rodrigo era una invitación para sus sesiones de masturbación. Salió de su cuarto, pero vio que la luz de Rodrigo estaba apagada y el ya no estaba. Después escuchó la puerta principal cerrarse.
¿A dónde iba tan tarde? ¿No se suponía que iba a dormir? Rebeca regresó a su habitación y se metió entre las sabanas de su cama. Varias ideas pasaron por su cabeza en el momento. ¿Salió con alguien? ¿Una mujer? ¿Qué pasaría si Rodrigo se consigue una novia? Rebeca comenzó a sentir que el pecho le pesaba, pero algo en su mente lo detuvo. Una gota de moralidad hizo que ignorara esas dudas.
–Está bien si se consigue una novia, eso es lo que le falta…– No se dio cuenta de que al cerrar los ojos una pequeña lagrima calló sobre su almohada.
Por otra parte, Rodrigo se encontraba frente a la puerta de Lorena. Estaba a punto de tocar el timbre cuando se detuvo en seco. Pensó que tal vez la madre de Lorena ya se encontraba dormida y si tocaba el timbre la despertaría y tendría que responder preguntas incomodas. Decidió mandarle un mensaje a Lorena para decirle que ya estaba frente a su casa.
La chica le abrió la puerta. Vestía una blusa de tirantes a rayas verdes y blancas, junto a unos pantaloncillos cortos de color blanco. Su rubia melena le caía por un hombro y sus sonrisa hacía iluminar su rostro.
–Pasa– dijo en voz baja.
Rodrigo entró de puntillas mirando al interior de la casa, la cual estaba a oscuras.
–¿Está tu madre?–preguntó el chico.
–Sí, está dormida– señaló en dirección al fondo de la casa –aquella es su habitación.
Subieron a la segunda planta y entraron en la habitación de Lorena. La chica cerró la puerta y puso el seguro, por si acaso. Enseguida encendió la música en su ordenador.
Rápidamente Lorena se deslizó por el cuarto sacando unos cuantos consoladores que Rodrigo reconoció de inmediato. Del buró le lanzó un aceite de frutas, el cual Rodrigo atrapó con torpeza. Después le alcanzó un antifaz negro con bordados dorados.
–Póntelo, es mejor por el momento que mantengas el anonimato.
Rodrigo no dijo palabra y obedeció, después de todo ella era la experta.
–¿Y qué hay con tu madre? ¿Nunca escucha lo que haces aquí arriba?
Lorena negó con la cabeza mientras acomodaba la webcam. Era extraño verla concentrada y preparando todo aquello, nuevamente era una persona diferente.
La chica se sentó en su silla frente al monitor. Encendió la webcam e inició sesión para comenzar con el streaming.
Por extraño que pareciera, ya había bastante gente conectada en su sala de chat. Comenzó a dar unos cuantos saludos rápidos y unos cuantos chateos banales con algunos usuarios que conocía de sobra. Rodrigo se quedó parado, algo incomodo jugueteando con la botella de aceite. Enseguida Lorena comenzó a hablar.
–Muy bien chicos, comencemos de una vez. Hoy les tengo una sorpresa, algunos sentirán envidia y otros, tal vez, celos. Hoy voy a hacer algo diferente y para ello voy a presentarles al señor R.
Lorena estiró su brazo en dirección a Rodrigo y este simplemente se acercó hasta estar al alcance de la chica. Hizo que se encorvara un poco hasta que estuvo dentro del cuadro de la cámara. Sonrió nerviosamente y saludó con la mano sin decir nada.
Enseguida el chat se llenó de palabras. Algunos se mostraban asombrados, otros maldecían a Rodrigo por tener la oportunidad de, por lo menos, conocer a Lorena en persona. Otros cuantos lo felicitaban. Lorena se reía leyendo las reacciones, ella sí que lo disfrutaba. Rodrigo se moría de nervios. Ahora era el centro de atención de unos cuantos cientos de personas.
Una vez que la rubia se sació de las risas, se puso de pie. Tomó a Rodrigo y lo sentó en la silla empujándolo un poco hacia atrás. Lorena se colocó frente a la computadora dándole la espalda a Rodrigo. Se inclinó para que la cámara viera su rostro. Obviamente Rodrigo no perdió la oportunidad para verle el tremendo culo que se apretaba en los pantaloncillos blancos de Lorena. Era hermoso, redondo y regordete.
–Bueno chicos, la meta de hoy es llegar a los dos mil tokens. Hasta entonces verán lo que le tengo preparado al señor R. Mientras tanto le bailaré un poco.
Se dio la vuelta y con unos pequeños pasos ya estaba prácticamente encima de Rodrigo. Junto a la música comenzó a bailarle lentamente. Sin embargo, y antes de que Rodrigo hiciera movimiento, le tomó de las manos y le susurró al oído.
–Tengo una regla especial para ti, si es que quieres seguir participando. No puedes tocarme.
Rodrigo asintió, nervioso. Lorena se puso de pie y le dio la espalda. Entonces se sentó sobre él y postró su cabeza sobre el hombro del chico. Rodrigo podía ver todo el panorama desde ahí. Las enormes tetas cubiertas por la blusa de rayas verdes y blancas, las piernas cruzadas de la chica, robustas, pero tersas. Sus manos se pusieron inquietas. Quería tocarla toda, pero ya había aceptado la regla, no quería echarlo todo a perder. Apretó con fuerza la botella de aceite y con la otra mano libre se agarró de la silla.
Lorena se inclinó hacia adelante, sacando un poco el culo y haciendo más prominente las caderas. Era la forma de un durazno encima de la entrepierna del muchacho. La chica comenzó a mover su regazo, frotándole la raja de las nalgas sobre el bulto que se le había formado. Rodrigo tiró un bufido.
Comenzaron a parecer la primeras donaciones de los usuarios, en cuestión de segundos llegaron a los quinientos tokens. Lorena les agradeció y enseguida se puso de pie. Tomó la camiseta que traía puesta Rodrigo y se la quitó. Su torso estaba desnudo y a merced de Lorena. Esta lo veía con dulzura. Uno de los finos dedos de la chica se deslizó por el cuello de Rodrigo hasta tocar su pezón izquierdo. Dibujó círculos y el pezón se puso duro. Lorena soltó algunas risillas encantada. Se inclinó un poco y tocó la punta del pezón con la punta de su lengua, lamiéndolo ligeramente. Cuando ella retiraba su lengua, Rodrigo podía sentir como se le ponía frío el pezón, haciendo que se pusiera más duro hasta el punto que le dolía un poco.
Mientras hacía eso, los tokens llegaban a mil.
–Vaya, tal parece que realmente están interesados en lo que te voy a hacer, señor R.
Tomó el bermudas que vestía Rodrigo y lo desabrochó relamiéndose los labios. Rodrigo estaba como piedra. No sabía que ella lo desvestiría poco a poco y eso le incomodaba, pero no podía detenerla ¿Cómo hacerlo sin tocarla?
Le arrancó la prenda de a una y lo dejó en bóxer. Ahora era más que evidente la erección que tenía. Incluso había un poco de humedad en donde estaba el glande.
–Vamos chicos, mil quinientos y le quito el bóxer.
Lorena apenas le acarició el paquete para cuando sonó la donación de tokens. Alguien había dado de un solo tiro los quinientos. Lorena tiró una carcajada.
–Muchas gracias, tú si sabes lo que quiero– dijo hacia la cámara.
Tomó de los costados el bóxer y lo comenzó a bajar lentamente. Poco a poco se iba rebelando el tronco de la verga de Rodrigo. Le daba un poco de vergüenza que un montón de gente le fuera a ver la pija, pero al mismo tiempo se sentía emocionado .El también quería saber que iba a pasar ahora.
Al bajar el bóxer, el pene de Rodrigo rebotó en su abdomen. Tenía liquido preseminal escurriéndole de la cabeza. Lorena le acarició el glande embarrándose los dedos con la sustancia viscosa. Le acarició el tronco embadurnándosela.
Nuevamente se sentó sobre él, pero esta vez tuvo un poco mas de cuidado. Lentamente comenzó a mover el culo frotándole la verga. La sensación era exquisita. La cobertura de su glande se abría y cerraba al compás del vaivén de Lorena. De pronto esta se puso de pie y se dio la vuelta. Se sentó nuevamente sobre Rodrigo pero esta vez viéndole el rostro. Le tomó la verga y se la uso en una posición cómoda, para que se le frotara entre las nalgas. La cabeza de Rodrigo estaba a la altura de las tetas de Lorena y ella lo notó. Acercó lentamente su pecho hacia el rostro de Rodrigo y lo enterró entre ambas masas. Comenzó a moverse lentamente de arriba abajo. Rodrigo solo podía sentirle los enromes senos frotándose contra sus sienes y mejillas, eran enormes. Su pene estaba tan caliente que podía sentir como estaba por venirse, pero trataba de aguantar. Se ponía tenso y se aferraba a la silla y al bote de aceite.
La gente comenzó a donar, pero lo hacían de token en token. Lorena vio la pantalla y comenzó a reírse.
–Parece que quieren ver cuánto aguantas
Rodrigo no hizo caso, la verdad es que estaba tratando de pensar en cualquier cosa que no fuera relacionado al sexo. Por un momento pensó en la escuela y en su quehaceres, eso lo calmó un poco.
De pronto Lorena se puso de pie. Tomó la verga de Rodrigo con una mano y le destapó el glande por completo. Rodrigo sintió la calidez de la mano y lo regresó a la realidad, a la excitante realidad.
–Vamos chicos, acaben con el sufrimiento del pobre– dijo Lorena mientras miraba el rostro de Rodrigo. Apretaba los dientes y los ojos, fruncía en entrecejo e inflaba las mejillas.
De pronto alguien donó de golpe lo que faltaba para los dos mil. Lorena le soltó la pija y Rodrigo suspiró profundamente. Sentía el cosquilleó característico que te indica que al mínimo roce te corres. Se quedó paralizado mientras Lorena hablaba con su público.
–Muy bien, pues vamos a preparar entonces este gran final.
Rodrigo se levantó y salió del cuadro de la cámara. Se golpeó el pene un par de veces. Había leído por ahí que hacer eso bajaba la excitación y pues para él, le estaba funcionando. Mientras tanto, Lorena comenzaba a conectar otra cámara, una más profesional. Tocó unas cuantas teclas y listo. Ahora ya no se transmitía la imagen de la webcam, sino de la cámara profesional que tenía Lorena en las manos.
Se la entregó a Rodrigo y le quitó el bote de aceite. Lo empujó sutilmente hacia la cama que estaba un poco más atrás y le dijo que se recostara.
–Ahora tú serás el camarógrafo– le indicó.
Por comodidad Rodrigo puso la cámara sobre su propio pecho. Podía ver su verga erecta y parte de sus piernas en el borde de la cama, todo por la pantalla de la cámara. Enseguida Lorena se arrodilló y se le metió entre las piernas. Se las acarició suavemente y luego abrió el bote de aceite. Dejó salir un chorro que cayó en el glande de Rodrigo. El liquido se sentía tibio, pero la verdad su glande estaba ligeramente entumido. Lorena comenzó a embarrarle el aceite con cuidado, esta vez no le agarró la verga por completo, parecía más bien como si hiciera un artículo de cerámica.
Una vez terminado, dejó el bote de aceite en el piso y comenzó a doblar su blusa de manera que dejara descubierto su abdomen y la parte baja de su busto. Rodrigo trató de inclinarse hacia adelante para poder ver mejor, pues la cámara no dejaba apreciarla bien, pero se rindió. Se resignó a verla desde la pantalla de la cámara. Por un instante pensó que realmente se iba a quitar toda la blusa y por fin le vería las tetas completas, pero no fue así. La prenda aún le ocultaba los pezones, pero ella nunca mostraba más de lo debido en los shows públicos. Rodrigo pensó si tendría la oportunidad de estar en un show privado, tal vez ahí si pudiera verla toda desnuda.
Y mientras Rodrigo estaba distraído con sus pensamientos, Lorena se levantó un poco lo pechos y se los dejó caer introduciendo la verga entre ellos. La sensación fue gloriosa para Rodrigo, el cual lo sintió de improviso. Podía sentir la esponjosidad y suavidad de las tetas de Lorena. Eran tan grandes que prácticamente hacían desaparecer toda su verga. Lorena sonrió a la cámara.
–Veamos cuanto aguanta el señor R con esto.
Lorena apretaba las tetas con sus brazos y comenzaba a moverlas de arriba abajo. Gracias al aceite las tetas se deslizaban sin problema sobre la verga. Rodrigo se sentía extasiado, era una sensación gloriosa. ¿Cuántas veces se había pajeado viendo a Lorena hacerle eso a un consolador? Ahora él realmente lo estaba sintiendo. No iba a durar nada, ya podía sentir el cosquilleo del orgasmo. Se puso muy tenso y enseguida escuchó las risillas de Lorena. Rápidamente trató de pensar en miles de cosas. Cosas que no fueran excitantes. Pensó en comida, pero enseguida se le vinieron a la cabeza imágenes de plátanos entre melones y tuvo que cambiar de pensamiento. Nuevamente hacia caras apretadas. Estaba tenso y Lorena se divertía con ello. Incluso comenzó a acelerar el movimiento de sus tetas.
–Dios– susurró Rodrigo.
Ni el mismo se creía el que pudiera aguantar tanto con todo lo que ya había pasado. Lorena, divertida, bajó un poco la cabeza y comenzó a lamerle el glande, dibujándole círculos con la lengua. Rodrigo simplemente se dejó llevar, no podía con eso, era demasiado.
Así que un par de lamidas más y la verga comenzó a disparar chorros de leche. La gran mayoría cayeron sobre el abdomen de Rodrigo, las últimas gotas sobre la lengua de Lorena. No tuvo ningún problema en saborearlas y tragárselas. Se puso de pié sacándose la verga de entre las tetas y se reacomodó la blusa. Rodrigo se quedó respirado, agitado sobre la cama con la cámara sobre su pecho.
Enseguida Lorena regresó la webcam y sonrió mientras leía el chat. Había comentarios divertidos. Algunos envidiando a Rodrigo, otros maldiciéndolo por su suerte. Otros se reían de él diciendo que ellos podrían hacerlo mejor. Rodrigo ni se enteró y menos le podía importar. Después de que sus músculos le respondieran de nuevo, se vistió. Supuso que eso había sido todo y la verdad era que no daba para más y se le notaba en el rostro.
Lorena sonrió al verlo, le dio un pequeño abrazo y le dijo que descansara. Rodrigo se fue a casa, entró a su cuarto y se tiró sobre la cama exhausto. El no había hecho nada, pero estaba más agotado que nunca.
––
Para la noche siguiente ya estaba recuperado, pero realmente dudaba de ser capaz de aguantar otra sesión con Lorena tan pronto. Por suerte ese día no lo llamaría. Bajó las escaleras para hacerse algo ligero de cenar, probablemente se iría a dormir temprano para descansar un poco más. Mientras estaba en la cocina, Rebeca bajó las escaleras. Llevaba su ropa deportiva, unos pantaloncillos cortos de licra y un top, ambos de color gris claro. Rodrigo admiró el cuerpo de su hermana con cautela. Rebeca abrió el refrigerador buscando sus bebidas energéticas.
–¿Moviste mis botellas?– preguntó sin dejar de darle la espalda a Rodrigo.
El chico hizo un ruido de negación, pero Rebeca le respondió con un quejido culpándolo.
–Si las moviste, no las encuentro.
Rodrigo giró los ojos con fastidio. Se acercó al refrigerador tomando del hombro a Rebeca para hacerla a un lado y que le dejara echar un vistazo. Enseguida rebeca se inclinó completamente exclamando.
–¡Oh! Ya las vi.
En esa posición las nalgas de Rebeca se frotaban contra la entrepierna de Rodrigo, el cual dio un leve salto hacia atrás al notar esto. La pija se le puso durísima, pero luego se percató de que Rebeca ni cuenta de lo sucedido. Seguía inclinada mientras removía algunos artículos para sacar sus botellas. Si Rodrigo tenía una parte favorita de su hermana, ese era el culo, era redondo y ensanchado por sus caderas y piernas. Parecía como si le estuviera entregando el orto ahí para que se lo cogiera como una bestia. Pero sabía que eso era imposible. Sin embargo también sospechó de que Rebeca podría haber hecho aquello a propósito.
La chica se irguió y se encaminó fuera de la cocina. Rodrigo por un instante se perdió en sus pensamientos y Rebeca aprovechó para verle el paquete erecto. Sonrió y salió como si nada, sin que Rodrigo la notara.
Mientras cenaba, se pasó comiéndose la cabeza tratando de saber si había sido a propósito o no. No terminaba de creerse que su hermana hiciera algo tan arriesgado como eso. Terminó convenciéndose de que fue un accidente, se acercó en el momento justo. Además recordó que no era la primera vez que su hermana se inclinaba frente a él. Sin duda había sido un accidente.
No le dio más vueltas al asunto y se olvidó de todo aquello. Se fue a su cuarto y se acostó.
––
Temprano por la mañana, sonó el despertador. Rodrigo se levantó sin mucho problema, a veces dormirse temprano tenía sus ventajas. Se comenzó a vestir cuando llegó el mensaje matutino de Lorena.
“Te veo en la parada del bus ;P”
Rodrigo no pudo evitar sonreír, pero tampoco se le ocurrió una respuesta brillante.
“Ahí estaré ;D” fue su respuesta.
Se apresuró a bajar a desayunar y se encontró a Rebeca tomando su taza de café ya lista para irse a trabajar.
–Buenos días– le dijo sonriente.
Rodrigo le regresó la sonrisa. Entonces Rebeca recordó que la noche anterior, al regresar del gimnasio, lo encontró dormido.
–Qué raro que te hayas acostado tan temprano anoche.
Rodrigo tomó un tazón y lo rellenó de cereal.
–Sí, es que eh estado algo cansado últimamente y decidí recuperar el sueño perdido.
La verdad era que Rebeca había regresado del gimnasio esperando encontrar a Rodrigo masturbándose para ella también hacerlo mientras lo observaba. Supuso que su pequeño roce en la cocina sería suficiente como para excitarlo y obligarlo a masturbarse, pero parecía que no fue suficiente. Después recordó que lo había escuchado salir hace dos noches. Estuvo a punto de preguntarle sobre eso, pero prefirió no hacerlo. No quería presionarlo demasiado. Pero al mismo tiempo se entristeció un poco. Estaba perdiendo a su cómplice de placer, podía sentirlo.
Se tomó el resto del café y se despidió de Rodrigo con un hasta luego. El chico simplemente terminó de desayunar y se fue también.
Como era de esperarse, Lorena estaba ya en la parada del bus. Como siempre vestía de manera común, unos jeans azules y una blusa algo holgada que disimulaba sus enormes senos. Se sonrieron mutuamente. El transporte no tardó en llegar. Al subir se dirigieron hasta la parte trasera.
–¿Descansaste?–le preguntó Lorena sonriéndole coqueta.
Rodrigo asintió algo avergonzado. Estaba a punto de decir algo cuando sintió la mano de Lorena sobre su pantalón, justamente acariciándole la verga.
–¿El también?– dijo la chica ahora con mas picardía.
Rodrigo miró en todas direcciones algo asustado, pero no encontró la mirada de nadie más observándolos.
–Sí, él también descansó – dijo en susurro nervioso –. No me digas que quieres hacer algo ahora.
Lorena arqueó una ceja y le apretó la verga con algo de malicia. Rodrigo saltó en su asiento y trató de callarse el grito con las manos.
–No me digas que te da pena que nos vean haciendo esto – dijo Lorena algo retadora–. Esto no se compara a los cientos que nos vieron la otra noche.
Rodrigo sonrió mientras negaba con la cabeza.
–Pero nos veían por una cámara– Rodrigo trataba de mantener la compostura, pues su pija estaba sucumbiendo a las caricias y se comenzaba a levantar. Podía sentir el dolor de la presión que le hacia el pantalón. Aunque realmente quería sacarse la verga y que Lorena hiciera lo que quisiera con ella.
Enseguida la chica le acarició la barbilla. Delicadamente le obligó a voltear hacia ella y le miró directo a los ojos.
–¿No crees que es más divertido en público?
Rodrigo no supo que responder. Ni siquiera sabía si la pregunta era en serio o solo quería jugar con él. No importaba. Lorena se rió de su inocencia y simplemente cambió el tema. Rodrigo pasó todo el camino nervioso. Había descubierto que Lorena era impredecible y sumamente atrevida, y por alguna extraña razón eso le recordó el roce con su hermana.
––
A la noche siguiente, ya cerca de las once, le llegó un mensaje de Lorena pidiéndole que vaya a su casa. Rodrigo bajó encarrilado, pero se detuvo en seco al ver a su hermana sentada en la sala. Tenía la laptop sobre sus piernas, terminando algún documento de la oficina. Volteó a ver a Rodrigo y se quedaron callados por un momento.
–¿A dónde vas?– preguntó por fin Rebeca.
Rodrigo tartamudeó tratando de pensar en una mentira creíble.
–Voy a… pues a… voy a ayudarle a Lorena con un problema de su computadora.
Rebeca no le dio mucha importancia y regresó a su trabajo. Rodrigo dudó en salir, pero sabía que Lorena lo estaba esperando, así que salió. Rebeca recostó la cabeza en el respaldo del sillón y suspiró.
–Así que es con Lorena…– susurró para sí misma.
Rodrigo le mandó un mensaje a Lorena al estar frente a su puerta. La chica le abrió, pero iba vestida con un bikini de dos piezas. Rodrigo sonrió sorprendido, esperaba verla con algo más de ropa. Lorena le sonrió coqueta y lo jaló del brazo obligándolo a entrar. Lo guió escaleras arriba. Enseguida Rodrigo fijó la mirada en el culo de Lorena, tenía una buena vista mientras ella subía las escaleras.
La parte baja del bikini era como una tanga y sus voluptuosas nalgas se tragaban la parte trasera, de manera que parecía más un hilo. Cada escalón hacía que ese culo se balanceara y se meciera. Para cuando estaban en la segunda planta, Rodrigo ya tenía una carpa en sus pantalones.
Sin embargo aquella noche Lorena ya tenía todo preparado y llevaba un rato transmitiendo. Había llamado a Rodrigo precisamente porque estaba cerca la hora de dar el show público, así no lo haría sufrir tanto como la última vez.
Sobre la cama había una toalla, a su lado el aceite que normalmente usaba de lubricante. Incluso la cámara profesional ya estaba lista para ser usada, sólo que esta vez estaba sobre un tripié en un mueble cercano a la cama. Enseguida Lorena le alcanzó el antifaz. Mientras se lo colocaba, Lorena se recostó sobre la cama boca arriba.
–Desvístete– le ordenó a Rodrigo. El chico no rechistó y se sacó todo de a una. Lorena se relajó completamente e incluso cerró los ojos.
–Quiero que masajees mis nalgas. Ponte detrás de mi
Rodrigo nuevamente siguió las ordenes. Subió a la cama y se arrodillo detrás de ella, arriba de sus piernas para poder tener el culo de Lorena delante. Tomo el aceite y comenzó a derramarlo sobre las nalgas regordetas de Lorena. Era como tirar miel sobre panqueques. Con suma delicadeza posó sus manos sobre los enormes glúteos. Sus dedos se embadurnaban con la viscosa sustancia y a si mismo lo hacían las nalgas. La pija se le tensó a todo lo que daba, brincaba de arriba abajo. Surcó las caderas de la joven y luego amasó las nalgas abriéndolas ligeramente para tratar de ver lo que escondía la raja. Pudo ver la tela de la tanga. Metió los pulgares entre ambas nalgas y trató de meterle más la tanga. Lorena al sentir los dedos empujado curiosos en dirección hacia su ano, no pudo evitar una leve risilla. Rodrigo al notarlo, comenzó a abrirle más y más las nalgas, como si tratara de desenterrar algo. Sin embargo la tanga le estorbaba y no estaba tan seguro de tener el permiso para quitarla del medio.
Lorena miró por encima de su hombro. Fijó la mirada en la verga que danzaba detrás de ella. Se hizo un poco hacia atrás hasta que sus nalgas rozaban con aquella pija.
–Masajéame con esa vara– dijo ella en un tono juguetón.
Rodrigo sonrió también. Tomó el tronco de su pene y comenzó a embarrarlo en la suave superficie de las nalgas. Estas brillaban contra la luz gracias al aceite y su verga en poco tiempo brillaba también. Se destapó el glande y lo enterró entre las nalgas. Movía sus caderas hacía adelante y hacia atrás. Empujaba la cabeza rojiza hacia abajo para que se enterrara lo mas que pudiera entre las nalgas. En su vaivén, pudo sentir la tela de la tanga debajo de su verga. Le excitó la idea de saber que estaba apoyándole la pija cerca del ano, en esa estrecha entrada de ese tremendo culo.
Tomó cada nalga con una mano y la apretujó de manera que atraparan con más fuerza su pija. Aceleró el movimiento de sus caderas de manera que hiciera mayor fricción. El aceite era grandioso para facilitar la tarea. Rodrigo gemía ligeramente a causa de la agitación en su respiración. Lorena también comenzó a gemir. Le estaba calentando todo aquel roce con su cola. Ella también se imaginaba su culo siendo embestido por aquella pija.
Rodrigo dio un par de envestidas más y enseguida el orgasmo le venía en camino.
–¡Me vengo!– dijo en voz alta.
Lorena no le dijo nada, ella simplemente esperaba la leche. Deslizó la pija lo más adelante que pudo y dos chorros de semen salieron disparados hacia la espalda desnuda de Lorena. Un tercer chorro, mucho más corto que los dos anteriores, terminó en donde terminaba la espalda y empezaban las nalgas. Las últimas gotas se metieron hasta tocar la tanga en el medio de las nalgas. Lorena se giró un poco y con un par de dedos tomó el semen en su espalda. Se llevó los dedos embadurnados a la boca y lo relamió sin dejar de ver a los ojos de Rodrigo. Dios que sensual le pareció en ese momento.
Rodrigo se echó para atrás recuperando el aliento, el orgasmo se lo había arrebatado. Mientras tanto, Lorena sonreía a la cámara y comenzaba a agradecerle a los espectadores. Rodrigo se comenzó a poner la ropa. Notó que estaba sudando. Cuando terminó de vestirse Lorena se despidió de él con un pequeño abrazo y diciéndole que se despidiera a la cámara. Lo hizo y luego se fue satisfecho.
Para cuando abrió la puerta de su casa, notó que Rebeca seguía ahí, en la sala. Se miraron una vez más.
–¿Quedó bien la computadora?– preguntó Rebeca.
Rodrigo arqueó una ceja algo confundido
–¿Qué…?– se interrumpió a sí mismo al caer en la cuenta de lo que hablaba Rebeca. Ya no recordaba lo que le hacía dicho al salir –si…si, quedó bien.
Enseguida dio media vuelta y se fue a su habitación. <<Si que eres pendejo Rodrigo>> pensó para sí mismo. Aunque Rebeca también lo pensó. Pero lo peor era que Rebeca se había dado cuenta de que estaba sudado y agitado, pero ella decidió no pensar en eso. Regresó su mirada y su cabeza al trabajo.
––
Para la mañana siguiente, nuevamente le tocaba viajar con Lorena hacia la facultad. Como siempre el transporte iba tan repleto que tuvieron que ir de pie. Pero para sorpresa de Rodrigo Lorena se mantuvo bastante discente y discreta. Hablaron de banalidades como lo habían hecho desde el principio.
–Hoy voy a ir a tu casa– comentó Lorena –. Tengo que regresarle a Rebeca sus cosméticos. Si quieres puedes venir a mi casa cuando vaya a entregarlos.
Rodrigo estuvo de acuerdo, así que estaría al pendiente. Aproximadamente como a las diez de la noche tocaron el timbre. Rodrigo se estaba terminando de bañar cuando recordó que debía de ser Lorena.
Rebeca abrió la puerta y saludó a Lorena como si nada, invitándola a pasar. En sus adentros, Rebeca comenzaba a ver con algo de recelo a Lorena, pero lo disimulaba muy bien. Lorena le entregó sus productos y le agradeció. Enseguida bajó Rodrigo apresurado. Pero antes de que pudiera acercarse más, su hermana se le abrazó del brazo. Esto extrañó de sobremanera a Rodrigo, pero le extrañó mucho mas la forma en la que se movía Rebeca. Podía sentir como su brazo era apretado entre las tetas de su hermana y su antebrazo tocaba el abdomen de esta. Si hubiera movido su mano un poco hacia delante sería capaz de tocarle la concha, pero desistió de la idea.
–Oye hermanito, ¿quieres que veamos una película?– dijo Rebeca.
Sólo trataba de llamar la atención de Rodrigo, ya que sospechaba que sólo había bajado para ver a Lorena. Rodrigo sonrió algo avergonzado y miró a Lorena por un instante, como pidiendo su ayuda. Lorena se limitó a sonreír divertida por la escena.
–Lo siento, Rebeca– dijo aún con algo de pena en la voz –. Tengo que revisar la computadora de Lorena.
Rebeca entrecerró los ojos, no le creía. Se había dado cuenta de que su hermano era un pésimo mentiroso.
–¿De nuevo? Pero si ayer me dijiste que había quedado bien.
–Es que me tiene que reinstalar algunas cosas que faltaron ayer– interrumpió Lorena, siguiéndoles un poco el juego.
Rebeca la volteó a ver con una sonrisa muy bien fingida.
–Está bien entonces, te lo prestaré– dijo mientras le liberaba el brazo y se daba la vuelta. Pero no sin antes mirar de reojo a Lorena con algo de envidia. Lorena lo notó, pero ella también mantenía una sonrisa algo fingida para aparentar frente a Rodrigo. Lorena era muy observadora, sabía lo que estaba pasando, pero no sabía la historia detrás de todo aquello.
–Vamos– dijo extendiéndole la mano a Rodrigo, el cual no titubeó en tomársela y acompañarla.
Llegaron a casa de Lorena. Esta se apoyó sobre la puerta mirando y sonriéndole a Rodrigo, el cual se quedó viéndola confuso.
–¿Qué tienes con tu hermana?– le preguntó ella divertida.
Rodrigo se puso nervioso y nuevamente sin palabras. Comenzó a sudar frío.
–Na…Nada–titubeó.
–Venga, no hay secretos entre socios. Dime la verdad.
Rodrigo suspiró. Ella tenía razón, tenía que ser honesto. Se sentó en el sillón de la sala y Lorena frente a él. Le comenzó a relatar sus pequeños y sucios pensamientos con Rebeca. Lorena escuchaba atenta soltando pequeñas risillas de vez en vez. Luego le contó sobre los roces que llegó a tener y después sobre cómo se llegó a masturbar pensando en ella. Incluso que sabía que Rebeca se había masturbado pensando en él. Fue una historia larga, así que pasaron varias horas.
Lorena estaba fascinada con la historia. También debía de admitir que estaba algo excitada. Un amor prohibido y con un deseo carnal escondido. Estaba encantada con que Rodrigo le revelara todo aquello. Sonreía de oreja a oreja.
–Pero entonces– dijo Lorena curiosa –¿Tú quieres llegar a algo más serio con tu hermana?
Momento de decisión:
A)No
http://www.poringa.net/posts/relatos/2569619/Decisiones-Deseame.html
B)Si
http://www.poringa.net/posts/relatos/2569621/Decisiones-La-promesa.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/2568665/Decisiones-Inicia-la-aventura.html
Rodrigo respiró profundamente después de leer el mensaje. No se creía que Lorena lo estuviera invitando a su casa. Se imaginó que querría que le ayudara con algo de la computadora o quién sabe, a mover algo o reparar algo.
Pero no le importó, Lorena era una de las mujeres de sus fantasías y no se lo pensaría dos veces si ella lo invitaba a algún lugar, aunque sea para trabajar, lo haría con gusto.
“Claro, en un momento voy para allá” Le contestó.
Rodrigo se puso unos bermudas blancos y una playera, pues andaba semi-desnudo por el calor que hacía aquel día. Salió de su casa y se dirigió a la de Lorena. Tocó el timbre y esperó. Casi al instante la chica abrió. Llevaba una blusa de tirantes, sin mangas, de color melón. Podía verle casi toda la raja que sus enormes tetas formaban al estar una junto a la otra. También portaba una falda corta de color blanco, y andaba descalza. Ambos se sonrieron.
–Pasa– dijo ella mientras se hacía a un lado. Rodrigo no paraba de verle el par de tetas que se balanceaban a cada movimiento de la rubia. Trataba de ser discreto, pero era imposible. Lorena lo guió a la planta alta de la casa.
–¿No está tu madre?– preguntó Rodrigo al notar que nadie más les recibía.
–No, usualmente se va de compras casi todo el día.
Rodrigo comenzó a imaginarse cosas. Lorena, él, solos. Era casi como estar en una porno. Pero sabía que eso era imposible.
Lorena lo guió a su habitación. Pudo ver a través de la ventana de Lorena y veía la ventana de su propio cuarto. Era extraño estar del otro lado.
–Bueno ¿En qué te voy a ayudar?
El chico volteó para ver a Lorena. Esta cerró la puerta detrás de sí y sonrío levemente.
–¿Quieres que te la chupe?
Rodrigo escuchó lo que ella dijo, pero no creía que realmente lo estuviera diciendo. No entendió exactamente lo que estaba pasando y solo pudo sonreír de forma nerviosa.
–¿Qué?
–¿Qué si quieres que te de una mamada?
Rodrigo parpadeó un par de veces y luego se agarró la cabeza <<¿Enserio está pasando esto?>> Se preguntó a sí mismo.
–Vamos, no seas tímido– dijo ella acercándosele –sé que me deseas, lo sé desde la primera vez que nos vimos.
Rodrigo se sintió incómodo. Aunque ya sabía que Lorena se daba cuenta de muchas cosas y sólo se quedaba callada, pero no se imaginaba que él había sido tan obvio desde el principio.
Titubeó, pero al final respondió –Está bien…
Lorena rió y entonces se arrodilló frente a él y lo haló un poco. Le tomó los bermudas y se los sacó de un tirón. Comenzó a acariciarle la entrepierna por encima de la tela y la verga de Rodrigo comenzó a ponérsele más y más tiesa. Lorena no le quitaba la mirada de encima, ladeando la cabeza y sonriéndole de cierta forma inocente. Rodrigo no creía lo que estaba pasando.
Lorena podía sentir todo el falo erecto. Le tomó del bóxer y lo bajó haciendo que la pija revotara al salir de la prenda. Sonrió ampliamente divertida. Inspeccionó la verga de Rodrigo y simplemente la veía dar pequeños saltitos por la excitación.
Se la tomó con una mano y le corrió la piel para descubrir el glande. Acercó su rostro y sacó la lengua. Con la punta y muy despacio, comenzó a tocar la cabeza del pene. Rodrigo cerró los ojos tras la sensación, ese cosquilleo peculiar que el glande sentía.
La chica comenzó a pajearle el tronco mientras dibujaba círculos con su lengua sobre la rojiza cabeza. Por ratos hacia que su lengua se deslizara por la parte de debajo de la pija y luego recorría todo el tronco hacia arriba con una sola lamida.
Rodrigo respiraba profundamente y luego soltaba bufidos cortos. Entonces, Lorena se metió la pija a la boca, apretándola con los labios y saboreándola. La metía entera para que llegara a lo más profundo de su garganta. Luego se la sacaba para poder respirar y quedaban guindando finos hilos de saliva que después terminaban manchando sus tetas.
Rodrigo no le quitaba la vista de encima, pero de vez en cuando se veía distraído por el escote. Tenía unas ganas infernales de tomarle las tetas y estrujárselas, pero no se animaba. No quería que Lorena se lo negara y detuviera todo aquello por su atrevimiento.
Lorena comenzó a pajearlo con más fuerza. Bajó un poco la cabeza y comenzó a lamerle los huevos. Rodrigo sentía como llegaba a su punto cúspide, en breve se tendría que venir. No quería que todo aquello terminara, pero tampoco quería detenerla, así que trató de pensar en otras cosas para tratar de bajar su excitación. Pero entonces Lorena comenzó a succionarle las bolas con la boca. Esto hizo que perdiera la concentración. Era una sensación extraña, pero le gustaba.
Entonces Lorena sonrió al ver como se ponía más tenso. Le tomó la pija mientras se erguía un poco y comenzó a golpearle la pija contra sus tetas. Estas se sentían tan suaves y esponjosas. A cada golpe de la pija las tetas se movían como globos de agua, creando ondas en la piel. Rodrigo no podía aguantarlo más.
–Me estoy viniendo– le susurró mientras apretaba los dientes tratando de aguantarse.
Lorena le pajeó con más fuerza mientras continuaba dándose golpecitos sobre el pecho con el glande.
–Córrete sobre mis tetas, sé que eso quieres.
Y apenas terminó de decirlo, Rodrigo dejó salir toda su esperma. Uno tras otro, chorros densos y blancos empezaban a emanar de su glande. Lorena hacía su cabeza hacia atrás, sonriendo con los ojos cerrados mientras la pija le manchaba las enormes tetas.
Le apretujó la pija hasta sacarle la última gota y luego le dio una última lamida para limpiarla. Se acarició las tatas embarrándose la leche, dejándolas brillosas. Luego se puso de pie.
Rodrigo por su parte se dejó caer sobre la cama sentándose, aún con la pija de fuera. Lorena se dirigió a un estante que estaba frente a ellos y tomó una cámara, apagándola.
–¿Lo estabas grabando?– preguntó Rodrigo algo incrédulo –¿Me vas a hacer famoso en Internet?
Lorena tiró una carcajada.
–No exactamente, ni siquiera grabé tu rostro. La importante soy yo.
Enseguida Lorena le explicó un poco de lo que hacía. Cada cierto tiempo Lorena se creaba un perfil en alguna página de sexcams y aproximadamente cada mes se iba de una a otra, para evitar que algún conocido la encontrase. De esta manera Lorena ganaba algo de dinero. Sin embargo había otras formas de ganar mucho más y esta era teniendo videos y vendiéndolos dentro de estas páginas como promociones. Obviamente los videos sexuales tienen un valor alto. Por ello había invitado y grabado a Rodrigo.
–Así que… ¿te gustaría seguir ayudándome?– le preguntó Lorena mientras se limpiaba el semen de las tetas con una toalla.
Rodrigo se quedó pensando un rato, pues tenía muchas dudas acerca de cómo funcionaba todo exactamente. Sin embargo había una pregunta que le daba más curiosidad.
–¿Por qué yo?
Lorena sonrió y luego le puso la mano sobre el hombro mirándolo directo a los ojos.
–Porque has demostrado que eres discreto.
No lo entendía y se notaba en su rostro, así que Lorena volvió a reírse burlándose de su inocencia.
–Muchas veces, en el pasado– dijo Lorena –había conocido a personas que presumían el simple hecho de conocerme. Otros chicos, con los que salí, me usaban como un trofeo que mostraban a sus amigos. Incluso ahora, hay gente que quiere acercarse a mí, pues dicen que quien consiga ser un amigo cercano mío es porque pode conseguir a quien quiera.
Rodrigo se sorprendió bastante por estas pequeñas revelaciones. La verdad era que él no conocía a muchos de los compañeros de Lorena, pero eso era porque se encontraban en áreas distintas. Pero era cierto que Lorena era “conocida” incluso en su clase, ya varias veces había escuchado a otros de sus compañeros hablar de una chica que estaba buena, que pertenecía a química, siempre se imaginó que era Lorena, pero nunca dijo nada de ella y nunca nadie los había visto juntos.
–Bueno– dijo Rodrigo por fin –Pero ¿Qué gano yo?
Lorena esbozó una sonrisa picara –Placer, obviamente.
Rodrigo se puso pensativo, era cierto ¿no era suficiente con el placer? Tenía la oportunidad de tener una relación meramente basada en el placer con una chica del calibre de Lorena, sin embargo la joven lo sacó de sus pensamientos.
–Solo bromeo, te daré un 30% de las ganancias en las que participes.
–¿A qué te refieres con “en las que participe”?
Lorena le tomó de las manos haciéndolo que se levantara de la cama. Le tomó el bóxer y los bermudas y se los subió.
–Ya lo descubrirás– dijo ella –ahora, vete antes de que tu hermana se levante.
Rodrigo le tomó la palabra y se marchó. Era cerca del mediodía y tenía que preparar comida.
Ya entrada un poco más la tarde, Rebeca se despertó y se encontró con Rodrigo en la sala.
–Tu comida está en el refrigerador– le dijo Rodrigo.
Rebeca no hizo ruido alguno y se dirigió a la cocina. Por un instante Rodrigo la miró, se le pasaron un montón de pensamientos por la cabeza. Hasta hace poco tenía un gusto extraño por su hermana y unas horas antes le habían hecho una mamada, además de haber aceptado una propuesta.
Por un momento se le pasó la idea de Rebeca mamándosela. Pero sabía que eso era imposible, Rebeca nunca se atrevería a hacer algo así y quien sabe cómo respondería si él se lo propusiera.
––
El día maldito de la semana había llegado, todos odian ese día. Rodrigo por su parte se sentía bastante bien al despertar con el monótono sonido del despertador. Su vida daba un giro inesperado y bastante alegre para él.
No vería a Lorena en la parada de buses, pero no le importaba, el podría verla cuando ella se lo pidiera y seguro que lo haría pronto. Ahora tenían un trato y era uno que cualquier hombre aceptaría sin pensarlo. Rodrigo era un suertudo y lo sabía. Fantaseó todo el día con las posibilidades de estar cerca de Lorena, de poder verla como nadie. Incluso podía tocarla… que va, podía tener una relación sexual con ella. Sonrió durante las clases más aburridas. Puso cara de bobalicón cuando caminaba por los pasillos. Incluso se tropezó con algunos alumnos mientras soñaba despierto.
Por pura suerte, y que le sobraba, llegó a casa ileso. Tenía tareas que hacer, así que se dedicó a ellas para sacarse un poco las fantasías de la cabeza. No quería tampoco tener deberes pendientes si Lorena lo llamaba.
Pasaron varias horas, pero para Rodrigo se le hicieron eones. Estaba muy ansioso y lo peor de todo es que ni siquiera estaba asegurado de que Lorena lo llamaría aquel día, ella siempre había sido irregular con sus shows. Decidió salir de su cuarto e ir a la sala a ver televisión, tal vez algo le distraería las ansias.
Pasaron otro par de horas y Rebeca llegó. Saludó a Rodrigo al entrar y se vio un poco sorprendida, casi nunca veía a Rodrigo fuera de su habitación. Al final se quedaron juntos viendo una película y comiendo bocadillos.
Era cerca de la media noche cuando decidieron irse a sus respectivos cuartos. Rodrigo al entrar a su habitación miró a ver en dirección a la ventana de Lorena, no había luces encendidas, así que supuso que no habría nada esa noche. Resignado cerró la cortina y se dispuso a recostarse. Enseguida su celular sonó.
“¿Estás listo para tu primer espectáculo?” decía el mensaje. Sus labios dibujaron una amplia sonrisa y un extraño hormigueo le empezó en el abdomen.
–¿Debería de ponerme algo especial? ¿Debería de bañarme otra vez? ¿Será que necesite llevar condones?– susurraba mientras la desesperación y la ansiedad de los nervios lo consumían. Cuando se dio cuenta de que sólo estaba dando pasitos en su cuarto, respiró profundamente. Exhaló y salió de su cuarto sin hacer mucho ruido.
Rebeca desde su cuarto, y ya con una ropa más ligera, escuchó la puerta de Rodrigo. Por un instante su concha sintió un cosquilleo y sus dedos se pusieron algo impacientes. El sonido de la puerta de Rodrigo era una invitación para sus sesiones de masturbación. Salió de su cuarto, pero vio que la luz de Rodrigo estaba apagada y el ya no estaba. Después escuchó la puerta principal cerrarse.
¿A dónde iba tan tarde? ¿No se suponía que iba a dormir? Rebeca regresó a su habitación y se metió entre las sabanas de su cama. Varias ideas pasaron por su cabeza en el momento. ¿Salió con alguien? ¿Una mujer? ¿Qué pasaría si Rodrigo se consigue una novia? Rebeca comenzó a sentir que el pecho le pesaba, pero algo en su mente lo detuvo. Una gota de moralidad hizo que ignorara esas dudas.
–Está bien si se consigue una novia, eso es lo que le falta…– No se dio cuenta de que al cerrar los ojos una pequeña lagrima calló sobre su almohada.
Por otra parte, Rodrigo se encontraba frente a la puerta de Lorena. Estaba a punto de tocar el timbre cuando se detuvo en seco. Pensó que tal vez la madre de Lorena ya se encontraba dormida y si tocaba el timbre la despertaría y tendría que responder preguntas incomodas. Decidió mandarle un mensaje a Lorena para decirle que ya estaba frente a su casa.
La chica le abrió la puerta. Vestía una blusa de tirantes a rayas verdes y blancas, junto a unos pantaloncillos cortos de color blanco. Su rubia melena le caía por un hombro y sus sonrisa hacía iluminar su rostro.
–Pasa– dijo en voz baja.
Rodrigo entró de puntillas mirando al interior de la casa, la cual estaba a oscuras.
–¿Está tu madre?–preguntó el chico.
–Sí, está dormida– señaló en dirección al fondo de la casa –aquella es su habitación.
Subieron a la segunda planta y entraron en la habitación de Lorena. La chica cerró la puerta y puso el seguro, por si acaso. Enseguida encendió la música en su ordenador.
Rápidamente Lorena se deslizó por el cuarto sacando unos cuantos consoladores que Rodrigo reconoció de inmediato. Del buró le lanzó un aceite de frutas, el cual Rodrigo atrapó con torpeza. Después le alcanzó un antifaz negro con bordados dorados.
–Póntelo, es mejor por el momento que mantengas el anonimato.
Rodrigo no dijo palabra y obedeció, después de todo ella era la experta.
–¿Y qué hay con tu madre? ¿Nunca escucha lo que haces aquí arriba?
Lorena negó con la cabeza mientras acomodaba la webcam. Era extraño verla concentrada y preparando todo aquello, nuevamente era una persona diferente.
La chica se sentó en su silla frente al monitor. Encendió la webcam e inició sesión para comenzar con el streaming.
Por extraño que pareciera, ya había bastante gente conectada en su sala de chat. Comenzó a dar unos cuantos saludos rápidos y unos cuantos chateos banales con algunos usuarios que conocía de sobra. Rodrigo se quedó parado, algo incomodo jugueteando con la botella de aceite. Enseguida Lorena comenzó a hablar.
–Muy bien chicos, comencemos de una vez. Hoy les tengo una sorpresa, algunos sentirán envidia y otros, tal vez, celos. Hoy voy a hacer algo diferente y para ello voy a presentarles al señor R.
Lorena estiró su brazo en dirección a Rodrigo y este simplemente se acercó hasta estar al alcance de la chica. Hizo que se encorvara un poco hasta que estuvo dentro del cuadro de la cámara. Sonrió nerviosamente y saludó con la mano sin decir nada.
Enseguida el chat se llenó de palabras. Algunos se mostraban asombrados, otros maldecían a Rodrigo por tener la oportunidad de, por lo menos, conocer a Lorena en persona. Otros cuantos lo felicitaban. Lorena se reía leyendo las reacciones, ella sí que lo disfrutaba. Rodrigo se moría de nervios. Ahora era el centro de atención de unos cuantos cientos de personas.
Una vez que la rubia se sació de las risas, se puso de pie. Tomó a Rodrigo y lo sentó en la silla empujándolo un poco hacia atrás. Lorena se colocó frente a la computadora dándole la espalda a Rodrigo. Se inclinó para que la cámara viera su rostro. Obviamente Rodrigo no perdió la oportunidad para verle el tremendo culo que se apretaba en los pantaloncillos blancos de Lorena. Era hermoso, redondo y regordete.
–Bueno chicos, la meta de hoy es llegar a los dos mil tokens. Hasta entonces verán lo que le tengo preparado al señor R. Mientras tanto le bailaré un poco.
Se dio la vuelta y con unos pequeños pasos ya estaba prácticamente encima de Rodrigo. Junto a la música comenzó a bailarle lentamente. Sin embargo, y antes de que Rodrigo hiciera movimiento, le tomó de las manos y le susurró al oído.
–Tengo una regla especial para ti, si es que quieres seguir participando. No puedes tocarme.
Rodrigo asintió, nervioso. Lorena se puso de pie y le dio la espalda. Entonces se sentó sobre él y postró su cabeza sobre el hombro del chico. Rodrigo podía ver todo el panorama desde ahí. Las enormes tetas cubiertas por la blusa de rayas verdes y blancas, las piernas cruzadas de la chica, robustas, pero tersas. Sus manos se pusieron inquietas. Quería tocarla toda, pero ya había aceptado la regla, no quería echarlo todo a perder. Apretó con fuerza la botella de aceite y con la otra mano libre se agarró de la silla.
Lorena se inclinó hacia adelante, sacando un poco el culo y haciendo más prominente las caderas. Era la forma de un durazno encima de la entrepierna del muchacho. La chica comenzó a mover su regazo, frotándole la raja de las nalgas sobre el bulto que se le había formado. Rodrigo tiró un bufido.
Comenzaron a parecer la primeras donaciones de los usuarios, en cuestión de segundos llegaron a los quinientos tokens. Lorena les agradeció y enseguida se puso de pie. Tomó la camiseta que traía puesta Rodrigo y se la quitó. Su torso estaba desnudo y a merced de Lorena. Esta lo veía con dulzura. Uno de los finos dedos de la chica se deslizó por el cuello de Rodrigo hasta tocar su pezón izquierdo. Dibujó círculos y el pezón se puso duro. Lorena soltó algunas risillas encantada. Se inclinó un poco y tocó la punta del pezón con la punta de su lengua, lamiéndolo ligeramente. Cuando ella retiraba su lengua, Rodrigo podía sentir como se le ponía frío el pezón, haciendo que se pusiera más duro hasta el punto que le dolía un poco.
Mientras hacía eso, los tokens llegaban a mil.
–Vaya, tal parece que realmente están interesados en lo que te voy a hacer, señor R.
Tomó el bermudas que vestía Rodrigo y lo desabrochó relamiéndose los labios. Rodrigo estaba como piedra. No sabía que ella lo desvestiría poco a poco y eso le incomodaba, pero no podía detenerla ¿Cómo hacerlo sin tocarla?
Le arrancó la prenda de a una y lo dejó en bóxer. Ahora era más que evidente la erección que tenía. Incluso había un poco de humedad en donde estaba el glande.
–Vamos chicos, mil quinientos y le quito el bóxer.
Lorena apenas le acarició el paquete para cuando sonó la donación de tokens. Alguien había dado de un solo tiro los quinientos. Lorena tiró una carcajada.
–Muchas gracias, tú si sabes lo que quiero– dijo hacia la cámara.
Tomó de los costados el bóxer y lo comenzó a bajar lentamente. Poco a poco se iba rebelando el tronco de la verga de Rodrigo. Le daba un poco de vergüenza que un montón de gente le fuera a ver la pija, pero al mismo tiempo se sentía emocionado .El también quería saber que iba a pasar ahora.
Al bajar el bóxer, el pene de Rodrigo rebotó en su abdomen. Tenía liquido preseminal escurriéndole de la cabeza. Lorena le acarició el glande embarrándose los dedos con la sustancia viscosa. Le acarició el tronco embadurnándosela.
Nuevamente se sentó sobre él, pero esta vez tuvo un poco mas de cuidado. Lentamente comenzó a mover el culo frotándole la verga. La sensación era exquisita. La cobertura de su glande se abría y cerraba al compás del vaivén de Lorena. De pronto esta se puso de pie y se dio la vuelta. Se sentó nuevamente sobre Rodrigo pero esta vez viéndole el rostro. Le tomó la verga y se la uso en una posición cómoda, para que se le frotara entre las nalgas. La cabeza de Rodrigo estaba a la altura de las tetas de Lorena y ella lo notó. Acercó lentamente su pecho hacia el rostro de Rodrigo y lo enterró entre ambas masas. Comenzó a moverse lentamente de arriba abajo. Rodrigo solo podía sentirle los enromes senos frotándose contra sus sienes y mejillas, eran enormes. Su pene estaba tan caliente que podía sentir como estaba por venirse, pero trataba de aguantar. Se ponía tenso y se aferraba a la silla y al bote de aceite.
La gente comenzó a donar, pero lo hacían de token en token. Lorena vio la pantalla y comenzó a reírse.
–Parece que quieren ver cuánto aguantas
Rodrigo no hizo caso, la verdad es que estaba tratando de pensar en cualquier cosa que no fuera relacionado al sexo. Por un momento pensó en la escuela y en su quehaceres, eso lo calmó un poco.
De pronto Lorena se puso de pie. Tomó la verga de Rodrigo con una mano y le destapó el glande por completo. Rodrigo sintió la calidez de la mano y lo regresó a la realidad, a la excitante realidad.
–Vamos chicos, acaben con el sufrimiento del pobre– dijo Lorena mientras miraba el rostro de Rodrigo. Apretaba los dientes y los ojos, fruncía en entrecejo e inflaba las mejillas.
De pronto alguien donó de golpe lo que faltaba para los dos mil. Lorena le soltó la pija y Rodrigo suspiró profundamente. Sentía el cosquilleó característico que te indica que al mínimo roce te corres. Se quedó paralizado mientras Lorena hablaba con su público.
–Muy bien, pues vamos a preparar entonces este gran final.
Rodrigo se levantó y salió del cuadro de la cámara. Se golpeó el pene un par de veces. Había leído por ahí que hacer eso bajaba la excitación y pues para él, le estaba funcionando. Mientras tanto, Lorena comenzaba a conectar otra cámara, una más profesional. Tocó unas cuantas teclas y listo. Ahora ya no se transmitía la imagen de la webcam, sino de la cámara profesional que tenía Lorena en las manos.
Se la entregó a Rodrigo y le quitó el bote de aceite. Lo empujó sutilmente hacia la cama que estaba un poco más atrás y le dijo que se recostara.
–Ahora tú serás el camarógrafo– le indicó.
Por comodidad Rodrigo puso la cámara sobre su propio pecho. Podía ver su verga erecta y parte de sus piernas en el borde de la cama, todo por la pantalla de la cámara. Enseguida Lorena se arrodilló y se le metió entre las piernas. Se las acarició suavemente y luego abrió el bote de aceite. Dejó salir un chorro que cayó en el glande de Rodrigo. El liquido se sentía tibio, pero la verdad su glande estaba ligeramente entumido. Lorena comenzó a embarrarle el aceite con cuidado, esta vez no le agarró la verga por completo, parecía más bien como si hiciera un artículo de cerámica.
Una vez terminado, dejó el bote de aceite en el piso y comenzó a doblar su blusa de manera que dejara descubierto su abdomen y la parte baja de su busto. Rodrigo trató de inclinarse hacia adelante para poder ver mejor, pues la cámara no dejaba apreciarla bien, pero se rindió. Se resignó a verla desde la pantalla de la cámara. Por un instante pensó que realmente se iba a quitar toda la blusa y por fin le vería las tetas completas, pero no fue así. La prenda aún le ocultaba los pezones, pero ella nunca mostraba más de lo debido en los shows públicos. Rodrigo pensó si tendría la oportunidad de estar en un show privado, tal vez ahí si pudiera verla toda desnuda.
Y mientras Rodrigo estaba distraído con sus pensamientos, Lorena se levantó un poco lo pechos y se los dejó caer introduciendo la verga entre ellos. La sensación fue gloriosa para Rodrigo, el cual lo sintió de improviso. Podía sentir la esponjosidad y suavidad de las tetas de Lorena. Eran tan grandes que prácticamente hacían desaparecer toda su verga. Lorena sonrió a la cámara.
–Veamos cuanto aguanta el señor R con esto.
Lorena apretaba las tetas con sus brazos y comenzaba a moverlas de arriba abajo. Gracias al aceite las tetas se deslizaban sin problema sobre la verga. Rodrigo se sentía extasiado, era una sensación gloriosa. ¿Cuántas veces se había pajeado viendo a Lorena hacerle eso a un consolador? Ahora él realmente lo estaba sintiendo. No iba a durar nada, ya podía sentir el cosquilleo del orgasmo. Se puso muy tenso y enseguida escuchó las risillas de Lorena. Rápidamente trató de pensar en miles de cosas. Cosas que no fueran excitantes. Pensó en comida, pero enseguida se le vinieron a la cabeza imágenes de plátanos entre melones y tuvo que cambiar de pensamiento. Nuevamente hacia caras apretadas. Estaba tenso y Lorena se divertía con ello. Incluso comenzó a acelerar el movimiento de sus tetas.
–Dios– susurró Rodrigo.
Ni el mismo se creía el que pudiera aguantar tanto con todo lo que ya había pasado. Lorena, divertida, bajó un poco la cabeza y comenzó a lamerle el glande, dibujándole círculos con la lengua. Rodrigo simplemente se dejó llevar, no podía con eso, era demasiado.
Así que un par de lamidas más y la verga comenzó a disparar chorros de leche. La gran mayoría cayeron sobre el abdomen de Rodrigo, las últimas gotas sobre la lengua de Lorena. No tuvo ningún problema en saborearlas y tragárselas. Se puso de pié sacándose la verga de entre las tetas y se reacomodó la blusa. Rodrigo se quedó respirado, agitado sobre la cama con la cámara sobre su pecho.
Enseguida Lorena regresó la webcam y sonrió mientras leía el chat. Había comentarios divertidos. Algunos envidiando a Rodrigo, otros maldiciéndolo por su suerte. Otros se reían de él diciendo que ellos podrían hacerlo mejor. Rodrigo ni se enteró y menos le podía importar. Después de que sus músculos le respondieran de nuevo, se vistió. Supuso que eso había sido todo y la verdad era que no daba para más y se le notaba en el rostro.
Lorena sonrió al verlo, le dio un pequeño abrazo y le dijo que descansara. Rodrigo se fue a casa, entró a su cuarto y se tiró sobre la cama exhausto. El no había hecho nada, pero estaba más agotado que nunca.
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Para la noche siguiente ya estaba recuperado, pero realmente dudaba de ser capaz de aguantar otra sesión con Lorena tan pronto. Por suerte ese día no lo llamaría. Bajó las escaleras para hacerse algo ligero de cenar, probablemente se iría a dormir temprano para descansar un poco más. Mientras estaba en la cocina, Rebeca bajó las escaleras. Llevaba su ropa deportiva, unos pantaloncillos cortos de licra y un top, ambos de color gris claro. Rodrigo admiró el cuerpo de su hermana con cautela. Rebeca abrió el refrigerador buscando sus bebidas energéticas.
–¿Moviste mis botellas?– preguntó sin dejar de darle la espalda a Rodrigo.
El chico hizo un ruido de negación, pero Rebeca le respondió con un quejido culpándolo.
–Si las moviste, no las encuentro.
Rodrigo giró los ojos con fastidio. Se acercó al refrigerador tomando del hombro a Rebeca para hacerla a un lado y que le dejara echar un vistazo. Enseguida rebeca se inclinó completamente exclamando.
–¡Oh! Ya las vi.
En esa posición las nalgas de Rebeca se frotaban contra la entrepierna de Rodrigo, el cual dio un leve salto hacia atrás al notar esto. La pija se le puso durísima, pero luego se percató de que Rebeca ni cuenta de lo sucedido. Seguía inclinada mientras removía algunos artículos para sacar sus botellas. Si Rodrigo tenía una parte favorita de su hermana, ese era el culo, era redondo y ensanchado por sus caderas y piernas. Parecía como si le estuviera entregando el orto ahí para que se lo cogiera como una bestia. Pero sabía que eso era imposible. Sin embargo también sospechó de que Rebeca podría haber hecho aquello a propósito.
La chica se irguió y se encaminó fuera de la cocina. Rodrigo por un instante se perdió en sus pensamientos y Rebeca aprovechó para verle el paquete erecto. Sonrió y salió como si nada, sin que Rodrigo la notara.
Mientras cenaba, se pasó comiéndose la cabeza tratando de saber si había sido a propósito o no. No terminaba de creerse que su hermana hiciera algo tan arriesgado como eso. Terminó convenciéndose de que fue un accidente, se acercó en el momento justo. Además recordó que no era la primera vez que su hermana se inclinaba frente a él. Sin duda había sido un accidente.
No le dio más vueltas al asunto y se olvidó de todo aquello. Se fue a su cuarto y se acostó.
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Temprano por la mañana, sonó el despertador. Rodrigo se levantó sin mucho problema, a veces dormirse temprano tenía sus ventajas. Se comenzó a vestir cuando llegó el mensaje matutino de Lorena.
“Te veo en la parada del bus ;P”
Rodrigo no pudo evitar sonreír, pero tampoco se le ocurrió una respuesta brillante.
“Ahí estaré ;D” fue su respuesta.
Se apresuró a bajar a desayunar y se encontró a Rebeca tomando su taza de café ya lista para irse a trabajar.
–Buenos días– le dijo sonriente.
Rodrigo le regresó la sonrisa. Entonces Rebeca recordó que la noche anterior, al regresar del gimnasio, lo encontró dormido.
–Qué raro que te hayas acostado tan temprano anoche.
Rodrigo tomó un tazón y lo rellenó de cereal.
–Sí, es que eh estado algo cansado últimamente y decidí recuperar el sueño perdido.
La verdad era que Rebeca había regresado del gimnasio esperando encontrar a Rodrigo masturbándose para ella también hacerlo mientras lo observaba. Supuso que su pequeño roce en la cocina sería suficiente como para excitarlo y obligarlo a masturbarse, pero parecía que no fue suficiente. Después recordó que lo había escuchado salir hace dos noches. Estuvo a punto de preguntarle sobre eso, pero prefirió no hacerlo. No quería presionarlo demasiado. Pero al mismo tiempo se entristeció un poco. Estaba perdiendo a su cómplice de placer, podía sentirlo.
Se tomó el resto del café y se despidió de Rodrigo con un hasta luego. El chico simplemente terminó de desayunar y se fue también.
Como era de esperarse, Lorena estaba ya en la parada del bus. Como siempre vestía de manera común, unos jeans azules y una blusa algo holgada que disimulaba sus enormes senos. Se sonrieron mutuamente. El transporte no tardó en llegar. Al subir se dirigieron hasta la parte trasera.
–¿Descansaste?–le preguntó Lorena sonriéndole coqueta.
Rodrigo asintió algo avergonzado. Estaba a punto de decir algo cuando sintió la mano de Lorena sobre su pantalón, justamente acariciándole la verga.
–¿El también?– dijo la chica ahora con mas picardía.
Rodrigo miró en todas direcciones algo asustado, pero no encontró la mirada de nadie más observándolos.
–Sí, él también descansó – dijo en susurro nervioso –. No me digas que quieres hacer algo ahora.
Lorena arqueó una ceja y le apretó la verga con algo de malicia. Rodrigo saltó en su asiento y trató de callarse el grito con las manos.
–No me digas que te da pena que nos vean haciendo esto – dijo Lorena algo retadora–. Esto no se compara a los cientos que nos vieron la otra noche.
Rodrigo sonrió mientras negaba con la cabeza.
–Pero nos veían por una cámara– Rodrigo trataba de mantener la compostura, pues su pija estaba sucumbiendo a las caricias y se comenzaba a levantar. Podía sentir el dolor de la presión que le hacia el pantalón. Aunque realmente quería sacarse la verga y que Lorena hiciera lo que quisiera con ella.
Enseguida la chica le acarició la barbilla. Delicadamente le obligó a voltear hacia ella y le miró directo a los ojos.
–¿No crees que es más divertido en público?
Rodrigo no supo que responder. Ni siquiera sabía si la pregunta era en serio o solo quería jugar con él. No importaba. Lorena se rió de su inocencia y simplemente cambió el tema. Rodrigo pasó todo el camino nervioso. Había descubierto que Lorena era impredecible y sumamente atrevida, y por alguna extraña razón eso le recordó el roce con su hermana.
––
A la noche siguiente, ya cerca de las once, le llegó un mensaje de Lorena pidiéndole que vaya a su casa. Rodrigo bajó encarrilado, pero se detuvo en seco al ver a su hermana sentada en la sala. Tenía la laptop sobre sus piernas, terminando algún documento de la oficina. Volteó a ver a Rodrigo y se quedaron callados por un momento.
–¿A dónde vas?– preguntó por fin Rebeca.
Rodrigo tartamudeó tratando de pensar en una mentira creíble.
–Voy a… pues a… voy a ayudarle a Lorena con un problema de su computadora.
Rebeca no le dio mucha importancia y regresó a su trabajo. Rodrigo dudó en salir, pero sabía que Lorena lo estaba esperando, así que salió. Rebeca recostó la cabeza en el respaldo del sillón y suspiró.
–Así que es con Lorena…– susurró para sí misma.
Rodrigo le mandó un mensaje a Lorena al estar frente a su puerta. La chica le abrió, pero iba vestida con un bikini de dos piezas. Rodrigo sonrió sorprendido, esperaba verla con algo más de ropa. Lorena le sonrió coqueta y lo jaló del brazo obligándolo a entrar. Lo guió escaleras arriba. Enseguida Rodrigo fijó la mirada en el culo de Lorena, tenía una buena vista mientras ella subía las escaleras.
La parte baja del bikini era como una tanga y sus voluptuosas nalgas se tragaban la parte trasera, de manera que parecía más un hilo. Cada escalón hacía que ese culo se balanceara y se meciera. Para cuando estaban en la segunda planta, Rodrigo ya tenía una carpa en sus pantalones.
Sin embargo aquella noche Lorena ya tenía todo preparado y llevaba un rato transmitiendo. Había llamado a Rodrigo precisamente porque estaba cerca la hora de dar el show público, así no lo haría sufrir tanto como la última vez.
Sobre la cama había una toalla, a su lado el aceite que normalmente usaba de lubricante. Incluso la cámara profesional ya estaba lista para ser usada, sólo que esta vez estaba sobre un tripié en un mueble cercano a la cama. Enseguida Lorena le alcanzó el antifaz. Mientras se lo colocaba, Lorena se recostó sobre la cama boca arriba.
–Desvístete– le ordenó a Rodrigo. El chico no rechistó y se sacó todo de a una. Lorena se relajó completamente e incluso cerró los ojos.
–Quiero que masajees mis nalgas. Ponte detrás de mi
Rodrigo nuevamente siguió las ordenes. Subió a la cama y se arrodillo detrás de ella, arriba de sus piernas para poder tener el culo de Lorena delante. Tomo el aceite y comenzó a derramarlo sobre las nalgas regordetas de Lorena. Era como tirar miel sobre panqueques. Con suma delicadeza posó sus manos sobre los enormes glúteos. Sus dedos se embadurnaban con la viscosa sustancia y a si mismo lo hacían las nalgas. La pija se le tensó a todo lo que daba, brincaba de arriba abajo. Surcó las caderas de la joven y luego amasó las nalgas abriéndolas ligeramente para tratar de ver lo que escondía la raja. Pudo ver la tela de la tanga. Metió los pulgares entre ambas nalgas y trató de meterle más la tanga. Lorena al sentir los dedos empujado curiosos en dirección hacia su ano, no pudo evitar una leve risilla. Rodrigo al notarlo, comenzó a abrirle más y más las nalgas, como si tratara de desenterrar algo. Sin embargo la tanga le estorbaba y no estaba tan seguro de tener el permiso para quitarla del medio.
Lorena miró por encima de su hombro. Fijó la mirada en la verga que danzaba detrás de ella. Se hizo un poco hacia atrás hasta que sus nalgas rozaban con aquella pija.
–Masajéame con esa vara– dijo ella en un tono juguetón.
Rodrigo sonrió también. Tomó el tronco de su pene y comenzó a embarrarlo en la suave superficie de las nalgas. Estas brillaban contra la luz gracias al aceite y su verga en poco tiempo brillaba también. Se destapó el glande y lo enterró entre las nalgas. Movía sus caderas hacía adelante y hacia atrás. Empujaba la cabeza rojiza hacia abajo para que se enterrara lo mas que pudiera entre las nalgas. En su vaivén, pudo sentir la tela de la tanga debajo de su verga. Le excitó la idea de saber que estaba apoyándole la pija cerca del ano, en esa estrecha entrada de ese tremendo culo.
Tomó cada nalga con una mano y la apretujó de manera que atraparan con más fuerza su pija. Aceleró el movimiento de sus caderas de manera que hiciera mayor fricción. El aceite era grandioso para facilitar la tarea. Rodrigo gemía ligeramente a causa de la agitación en su respiración. Lorena también comenzó a gemir. Le estaba calentando todo aquel roce con su cola. Ella también se imaginaba su culo siendo embestido por aquella pija.
Rodrigo dio un par de envestidas más y enseguida el orgasmo le venía en camino.
–¡Me vengo!– dijo en voz alta.
Lorena no le dijo nada, ella simplemente esperaba la leche. Deslizó la pija lo más adelante que pudo y dos chorros de semen salieron disparados hacia la espalda desnuda de Lorena. Un tercer chorro, mucho más corto que los dos anteriores, terminó en donde terminaba la espalda y empezaban las nalgas. Las últimas gotas se metieron hasta tocar la tanga en el medio de las nalgas. Lorena se giró un poco y con un par de dedos tomó el semen en su espalda. Se llevó los dedos embadurnados a la boca y lo relamió sin dejar de ver a los ojos de Rodrigo. Dios que sensual le pareció en ese momento.
Rodrigo se echó para atrás recuperando el aliento, el orgasmo se lo había arrebatado. Mientras tanto, Lorena sonreía a la cámara y comenzaba a agradecerle a los espectadores. Rodrigo se comenzó a poner la ropa. Notó que estaba sudando. Cuando terminó de vestirse Lorena se despidió de él con un pequeño abrazo y diciéndole que se despidiera a la cámara. Lo hizo y luego se fue satisfecho.
Para cuando abrió la puerta de su casa, notó que Rebeca seguía ahí, en la sala. Se miraron una vez más.
–¿Quedó bien la computadora?– preguntó Rebeca.
Rodrigo arqueó una ceja algo confundido
–¿Qué…?– se interrumpió a sí mismo al caer en la cuenta de lo que hablaba Rebeca. Ya no recordaba lo que le hacía dicho al salir –si…si, quedó bien.
Enseguida dio media vuelta y se fue a su habitación. <<Si que eres pendejo Rodrigo>> pensó para sí mismo. Aunque Rebeca también lo pensó. Pero lo peor era que Rebeca se había dado cuenta de que estaba sudado y agitado, pero ella decidió no pensar en eso. Regresó su mirada y su cabeza al trabajo.
––
Para la mañana siguiente, nuevamente le tocaba viajar con Lorena hacia la facultad. Como siempre el transporte iba tan repleto que tuvieron que ir de pie. Pero para sorpresa de Rodrigo Lorena se mantuvo bastante discente y discreta. Hablaron de banalidades como lo habían hecho desde el principio.
–Hoy voy a ir a tu casa– comentó Lorena –. Tengo que regresarle a Rebeca sus cosméticos. Si quieres puedes venir a mi casa cuando vaya a entregarlos.
Rodrigo estuvo de acuerdo, así que estaría al pendiente. Aproximadamente como a las diez de la noche tocaron el timbre. Rodrigo se estaba terminando de bañar cuando recordó que debía de ser Lorena.
Rebeca abrió la puerta y saludó a Lorena como si nada, invitándola a pasar. En sus adentros, Rebeca comenzaba a ver con algo de recelo a Lorena, pero lo disimulaba muy bien. Lorena le entregó sus productos y le agradeció. Enseguida bajó Rodrigo apresurado. Pero antes de que pudiera acercarse más, su hermana se le abrazó del brazo. Esto extrañó de sobremanera a Rodrigo, pero le extrañó mucho mas la forma en la que se movía Rebeca. Podía sentir como su brazo era apretado entre las tetas de su hermana y su antebrazo tocaba el abdomen de esta. Si hubiera movido su mano un poco hacia delante sería capaz de tocarle la concha, pero desistió de la idea.
–Oye hermanito, ¿quieres que veamos una película?– dijo Rebeca.
Sólo trataba de llamar la atención de Rodrigo, ya que sospechaba que sólo había bajado para ver a Lorena. Rodrigo sonrió algo avergonzado y miró a Lorena por un instante, como pidiendo su ayuda. Lorena se limitó a sonreír divertida por la escena.
–Lo siento, Rebeca– dijo aún con algo de pena en la voz –. Tengo que revisar la computadora de Lorena.
Rebeca entrecerró los ojos, no le creía. Se había dado cuenta de que su hermano era un pésimo mentiroso.
–¿De nuevo? Pero si ayer me dijiste que había quedado bien.
–Es que me tiene que reinstalar algunas cosas que faltaron ayer– interrumpió Lorena, siguiéndoles un poco el juego.
Rebeca la volteó a ver con una sonrisa muy bien fingida.
–Está bien entonces, te lo prestaré– dijo mientras le liberaba el brazo y se daba la vuelta. Pero no sin antes mirar de reojo a Lorena con algo de envidia. Lorena lo notó, pero ella también mantenía una sonrisa algo fingida para aparentar frente a Rodrigo. Lorena era muy observadora, sabía lo que estaba pasando, pero no sabía la historia detrás de todo aquello.
–Vamos– dijo extendiéndole la mano a Rodrigo, el cual no titubeó en tomársela y acompañarla.
Llegaron a casa de Lorena. Esta se apoyó sobre la puerta mirando y sonriéndole a Rodrigo, el cual se quedó viéndola confuso.
–¿Qué tienes con tu hermana?– le preguntó ella divertida.
Rodrigo se puso nervioso y nuevamente sin palabras. Comenzó a sudar frío.
–Na…Nada–titubeó.
–Venga, no hay secretos entre socios. Dime la verdad.
Rodrigo suspiró. Ella tenía razón, tenía que ser honesto. Se sentó en el sillón de la sala y Lorena frente a él. Le comenzó a relatar sus pequeños y sucios pensamientos con Rebeca. Lorena escuchaba atenta soltando pequeñas risillas de vez en vez. Luego le contó sobre los roces que llegó a tener y después sobre cómo se llegó a masturbar pensando en ella. Incluso que sabía que Rebeca se había masturbado pensando en él. Fue una historia larga, así que pasaron varias horas.
Lorena estaba fascinada con la historia. También debía de admitir que estaba algo excitada. Un amor prohibido y con un deseo carnal escondido. Estaba encantada con que Rodrigo le revelara todo aquello. Sonreía de oreja a oreja.
–Pero entonces– dijo Lorena curiosa –¿Tú quieres llegar a algo más serio con tu hermana?
Momento de decisión:
A)No
http://www.poringa.net/posts/relatos/2569619/Decisiones-Deseame.html
B)Si
http://www.poringa.net/posts/relatos/2569621/Decisiones-La-promesa.html
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