Nota: Este post pertenece a una historia interactiva, sugiero que para entenderla leas el primer post en el siguiente link:
http://www.poringa.net/posts/relatos/2568665/Decisiones-Inicia-la-aventura.html
Rodrigo miró a ver a Alejandra
–¿Hablas en serio?– se notaba cierta emoción en su voz, pero rápidamente Alejandra le puso una mano en el hombro.
–Calma vaquero. Si, hablo enserio. Pero no te emociones, sólo te enseñaré cosas muy básicas… ¿está bien?
Rodrigo asintió con la cabeza y con una sonrisa. No es que estuviera ansioso, pero era la primera vez que una chica le proponía algo que le parecía no sólo interesante, si no excitante.
Quedaron en que irían al departamento de Alejandra cuando salieran del trabajo, así que la jornada laboras se hizo más larga que de costumbre. Le había mandado un mensaje a Sofía comentándole que estaría ocupado y que esa tarde no podría ir a visitarla.
Cuando llegó la hora, ambos se fueron a sus respectivos cambiadores para quitarse los uniformes y colocarse sus ropas de civiles. Alejandra no había cambiado mucho, unos jeans negros con unos zapatos de tacón del mismo color y una blusa negra con algunos adornos de encaje en cuello y mangas. De hecho era muy común verla en vestidos únicamente negros.
–Vamos– dijo la chica caminando ya por la calle.
–¿No iremos en transporte?
–No, mi departamento no está lejos
El complejo departamental en el que residía se encontraba a unas cuatro cuadras de la tienda. Eran seis pisos con cuatro departamentos por planta. El de ella se encontraba en el cuarto piso, así que tuvieron que subir las escaleras. Rodrigo se quejó, ni en su casa tenía que subir tantos escalones. Mientras subían, se fijó en el culo de Alejandra, tenía una forma atractiva, redondo, pero no exuberante. El jean se le veía ajustado, así que podía ver su volumen perfectamente.
Entraron. El departamento era angosto, pero largo. Todo estaba muy pulcro y en orden. Enseguida le dio un pequeño tour por la casa y le contó que vivía con otra chica, la cual estudiaba arquitectura, pero que casi siempre llegaba muy tarde pues la facultad estaba muy lejos y tenía clases en ambos turnos.
Después entraron al cuarto de Alejandra. Era completamente blanco, Rodrigo por un instante sonrió, pues la verdad pensaba que sería de color negro. Lo único destacable es que había muchos cuadros pintados al oleo, colgados en las paredes.
–¿Tu los hiciste?– preguntó Rodrigo examinándolos más de cerca.
–Sí.
–Wow… eres buena.
–Estudio Dibujo, así que tengo que serlo– entonces la chica se sentó en la cama –. Pero no vinimos a ver mis trabajos. ¿Qué quieres aprender primero?
Rodrigo la miró mientras esta cruzaba sus piernas.
–No sé, tú eras la experta ¿no?– le sonrió pícaramente.
Entonces Alejandra levantó una pierna.
–Quítame los zapatos– le contestó regresándole la misma sonrisa. Rodrigo se hincó sobre una rodilla y comenzó desabrochando la correa del zapato, entonces se lo quitó lentamente. Los pies de Ale tenían las uñas pintadas de un color rojo oscuro, muy similar al vino. Bajó el pie y cruzó el otro por encima para que le sacara el otro zapato. Lo hizo, pero esta vez no pudo evitar acariciarle el talón y el empeine del pie mientras le quitaba el zapato.
Enseguida la chica recostó la espalda sobre la cama y alzó ambas piernas, la figura que sus piernas y su cadera hacían había comenzado a excitar a Rodrigo, era una vista increíble. Ale enseguida se desabotonó el jean.
–Ayúdame a quitármelo
Sin rechistar el chico se levantó, le tomó las caderas del pantalón y comenzó a jalar hacia arriba. El pantalón se resistía, pues estaba bastante ajustado a la figura de la chica. Cada vez que jalaba, el culo de Alejandra se levantaba un poco y chocaba contra la entrepierna de Rodrigo. Él lo sentía y a propósito movía la cadera hacia adelante cada vez que jalaba el pantalón, así su pija se frotaba contra la cola de la Ale. La chica podía sentirlo, pero no lo veía con mala intención, pues también trataba de empujar el pantalón, realmente estaba ajustado.
Por fin lograron sacarlo de un solo jalón. Se lo quitó por completo y dejó ver las piernas blancas de Alejandra, y no solo eso, también veía esa tanguita roja con un moñito del mismo color en el elástico como decoración.
Enseguida la joven le colocó los pies en los hombros y acarició su rostro con los pulgares de ambos pies. La chica entonces, metió su mano por debajo de la tanga y comenzó a empujarla para quitársela. Lentamente la prenda llegó hasta las rodillas, su mano tapaba por completo la concha, Rodrigo trataba de ver algo, pero era imposible. Ale simplemente le miraba el rostro lanzándole una mirada seductora y mordiéndose los labios entre una sonrisa picara y juguetona.
Lo empujó levemente con los pies y luego bajó las piernas, sentandose para dejar caer la tanga al suelo.
–Arrodíllate frente a mi– le ordenó Ale. El chico obedeció sin dejarla de ver a los ojos, entonces la chica bajó la mirada y el chico hizo lo mismo. Alejandra lentamente fue moviendo su mano hacia arriba para destapar el tesoro deseado.
Su concha estaba rasurada casi por completo, en el pubis el vello formaba una cruz invertida. También tenía un pirsin en uno de sus labios internos. Esto llamó la atención de Rodrigo.
–¿No te dolió?– preguntó mirándola.
–Claro, pero el dolor me recuerda que estoy viva. ¿Te gusta?– preguntó mientras se masajeaba un poco abriéndose los labios.
Rodrigo asintió. Alejandra le puso una mano sobre la cabeza y lo guió hasta que su boca tocara su concha.
–Ahora quiero que comiences a lamerla, despacio.
El chico obedeció. Sacó la lengua y comenzó a dar pequeñas lamidas de arriba abajo, comenzaba desde la entrada de abajo hasta llegar a ese arete plateado. Mientras más lamia, podía sentir como la concha de la chica se ponía más y más suave, por ratos tomaba la iniciativa y no solo lamía, sino que mordía los labios externos con sus propios labios. Ale había comenzado a gemir mientras acariciaba el cabello del chico y lo apretaba contra su concha.
–Ahora quiero que lamas mi clítoris, pero hazlo con cuidado, nunca seas violento en esa zona o lo echarás todo a perder.
Rodrigo subió un poco y con la punta de su lengua tocó ligeramente el clítoris, pero no hubo ninguna reacción extraña por parte de la chica. Lentamente fue lamiendo el pequeño botoncito, siempre haciéndolo con delicadeza. Por ratos pasaba la lengua a los costados o de arriba abajo, dibujaba círculos cerca del clítoris y luego le plantaba una lamida entera a toda la concha.
Enseguida Alejandra apretó las piernas alrededor de la cabeza de Rodrigo
–¡No te detengas!– le advirtió mientras le movía la cabeza con la mano. El chico siguió embadurnando su lengua contra el sexo empapado de Alejandra. De un momento a otro la chica gimió con fuerza mientras arqueaba su espalda y parecía reír y jadear. Entonces relajó las piernas y liberó la cabeza del chico. Este también jadeó mientras se limpiaba la saliva y los flujos de la vagina de Alejandra. Se reincorporaron y enseguida Ale tomó una nueva braga de un cajón y se lo puso.
–Bien, eso es todo por hoy… aunque– sonrió –si no se te ocurre que hacer con tu lengua, siempre puedes escribir el abecedario con ella, sobre la conchita de Sofía…
–Lo intentaré– dijo Rodrigo riendo.
–Bueno, ahora apresúrate a largarte. Mi novio no debe tardar en llegar.
La cara de Rodrigo cambió de golpe. Hace tiempo había tenido la oportunidad de intercambiar unas cuantas palabras y un apretón de manos con el novio de Alejandra. Este había ido a verla un par de veces a la tienda y realmente tenía la pinta de ser un hombre peligroso.
Rodrigo salió corriendo, rezó por no topárselo en las escaleras.
––
Pasaron varios días, Rodrigo obviamente había puesto en práctica sus nuevas habilidades con Sofía. Aquella tarde en la tienda, se encontraba con Alejandra, contándole a detalle.
–Estoy orgullosa– le dijo Alejandra –pero ya sabía todo, Sofía me mandó mensajes como frenética toda la noche contándomelo todo. De hecho, es probable que ella te de una sorpresa hoy.
–¿Qué? ¿Cómo qué?
–Lo arruinaría si te digo… solo te aconsejo que la guíes un poco, ya te enterarás– dijo la chica mientras se reía. Rodrigo pasó insistiendo que le contara, pero Ale no se doblegó y no le contó nada.
Resignado y al terminar su jornada, se fue a casa de Sofía. La chica lo recibió con un abrazo y un beso, como era costumbre. Lo llevó hasta su cuarto y lo empujó para que se sentara en la cama. Rodrigo se sintió algo nervioso por el silencio que su novia guardaba.
La chica se le acercó y se inclinó besándolo, mientras su mano se deslizaba hacia la entrepierna de Rodrigo. Le desabrochó el pantalón y metió la mano tocándole la pija por encima del bóxer. Frotaba lentamente, notando como poco a poco el miembro se iba hinchando y comenzaba a hacer que la tela se alzara como una carpa.
La chica entonces se arrodilló en el suelo, justo entre las piernas del joven. Rodrigo se apoyó con los brazos sobre la cama y Sofía le bajó un poco los pantalones y el bóxer. La verga de Rodrigo rebotó al salir de la tela.
La chica, con el rostro enrojecido, acercó su mano lentamente hasta tomar el tronco erecto. Bajó la mano lentamente para liberar al glande del prepucio. Acercó su rostro mientras se acomodaba el cabello detrás de su oreja con la otra mano. Miró a ver a Rodrigo y entonces comenzó a lamer la punta de la pija. Rodrigo echó para atrás la cabeza, podía sentir el cosquilleó en su glande al contacto con la lengua de la chica.
–¿Te… te gusta?– preguntó Sofía con una voz temerosa.
–Sí, sigue.
La chica trató de enrollar su lengua alrededor de todo el glande, pero le era imposible. En breve se llevó la pija a la boca y había comenzado a succionar muy fuerte, y a mover la cabeza de arriba abajo demasiado rápido. Rodrigo entonces le tomó del hombro y de la cabeza para detenerla.
–Más despacio, tranquila, chúpala como lo harías con un helado.
La chica asintió y bajó la intensidad. Ahora la succión era más como una caricia de sus labios y el movimiento de la cabeza era acompasado, ayudada por la mano de Rodrigo.
–ah… ahh– gemía Rodrigo mientras le indicaba que acelerara la mamada –¡me voy a venir!
La chica entonces se metió toda la pija en la boca, hasta que la cabeza de esa verga tocara su garganta. Rodrigo no pudo ni reaccionar ante tal acción, pero el placer era indetenible. Chorro tras chorro terminaba en el fondo de la garganta de Sofía, la cual no tuvo problema en tragárselo todo.
Se sacó la pija y respiró profundamente para luego sonreír. Rodrigo le sonrió de vuelta y después se dejó caer sobre la cama. Se escuchó un auto llegar al garaje de Sofía. Eran sus padres. Rodrigo se puso de pie y se guardó la verga lo más rápido que pudo. ¡Qué suerte!, habían terminado justo a tiempo.
––
Al día siguiente no había podido hablar con Alejandra de la supuesta “sorpresa”, aunque se imaginaba que ella ya sabía los detalles. Ese día habían estado en secciones diferentes de la tienda y Alejandra había tenido que despechar a muchos clientes en su sección, así que no hubo oportunidad de hablar con ella en toda la jornada.
Alejandra terminaría su turno primero, así que tendría que irse a los vestidores para quitarse el uniforme, pero antes de eso iría a hablar con Rodrigo.
Lo encontró detrás de un mostrador en la sección de Libros y revistas, apoyado en una mano con una cara de aburrimiento inmensa.
–¿Qué tal estuvo mi estudiante?– Preguntó con una amplia sonrisa.
–Bastante bien.
–Na… no creo que haya sido tan buena.
Entonces la joven se acercó hasta él y le agarró el paquete por encima del pantalón, pero no fue delicada, si no que se lo apretó con ganas. Rodrigo dio un paso atrás y dobló un poco las Rodillas por la sorpresa.
–¿No te gustaría saber como lo haría una experta?– La voz seductiva y libidinosa hizo que Rodrigo se excitara de golpe. Asintió. Alejandra le tomó de la mano y lo llevó hasta la parte de atrás y entraron al vestidor de mujeres. Obviamente Rodrigo se vio preocupado, pero enseguida Ale lo calmó diciéndole que no había otra trabajadora que terminara su turno, así que ninguna entraría al vestidor.
Se quedó parado ahí en el medio de la habitación mientras Ale se arrodillaba. Le bajó los pantalones y lo miró a ver con picardía. Tenía la pija como un fierro debajo de sus bóxers. Ale los bajó y enseguida le agarró de la base del pene. Se lo acarició lentamente observándolo y enseguida metió la punta de su lengua dentro de la piel que cubría el glande, lo metió mas entre la piel y el glande. Se sentía extraño, pero Rodrigo no podía dudar que se sentía bien. La presión de la lengua hizo que se descubriera el glande por sí solo.
Ale comenzó a dibujar pequeños círculos con su lengua, primero en la punta del glande y luego iba avanzando lentamente, hasta que toda su lengua hacia círculos sobre el glande entero. La lengua entonces se detuvo en la parte de abajo de la cabeza rojiza, siguió lamiendo lentamente hacia el tronco.
–¡oh!– gemía Rodrigo.
Cuando llegó hasta la base del pene, no se detuvo, siguió bajando hasta sus huevos y entonces comenzó a lamerlos violentamente, haciéndolos rebotar de un lado a otro. Atrapó uno entre sus labios y lo succionó mientras le pajeaba la pija.
Enseguida y sin dejarle de pajear se despegó de él un poco, entonces se metió la cabeza a la boca, acariciándolo con sus labios. Adelante y atrás movía su cabeza, Rodrigo simplemente se dejaba dar mimos. Ale lentamente fue metiendo más y más la pija a su boca. Por ratos movía de lado la cabeza, de manera que el glande del pene tocaba la parte interna de sus mejilla, luego succionaba y sacaba la pija haciendo ese ruidillo “pop”, repetía esto una y otra vez.
–Qué bien se siente– decía el chico mientras veía como la pelirroja se comía su pija. Estaba cerca de venirse, cuando la chica se dio cuenta de que se ponía más tenso. Entonces se detuvo por completo y se sacó la pija de la boca.
–¿Qué haces?– le preguntó Rodrigo al verse interrumpido en su goce. La chica solo le sonrió mientras se ponía de pie. Lo tomó de los hombros y lo guió hasta un banquillo donde le obligó a sentarse.
Enseguida Alejandra se quitó un zapato, traía unas medias negras. Hizo que su planta rozara el glande y comenzó a acariciarlo así, lentamente.
–No quiero que me arruines el maquillaje, ni que manches mi uniforme, pero tampoco quiero darte el gusto de acabarme en la boca– Le sonrió con malicia.
Entonces la chica puso su pie por completo en la pija, haciendo que esta se levantara y chocara contra el vientre del chico, lo pisó con delicadeza y comenzó a mover su pie adelante y atrás. Su pulgar y el índice se acomodaban alrededor del pene haciendo algo de presión. Lo más esquicito era sentir la textura de la media, rozando la piel de su pene. Rodrigo no tenía un fetiche con los pies y la verdad es que nunca se había imaginado que alguna vez alguien lo masturbaría usando su pie. Pero no lo podía negar, se sentía bien y era muy excitante ver la pierna de Alejandra mientras esta le observaba desde arriba de forma dominante.
La chica aceleró el vaivén y Rodrigo no aguantó más. Su semen terminó sobre su camisa.
–¡Oh!... demonios, ahora tendré que ir al baño a limpiar esto– reclamó Rodrigo mientras Alejandra se carcajeaba.
–Ves… ese sería mi problema si no te hubiera controlado primero.
Rodrigo se puso de pi,e guardándose la verga y subiéndose los pantalones. Salió directo al baño mientras Alejandra se despedía de él.
–Que te diviertas limpiando tu uniforme.
Ya más tarde, de noche, Rodrigo se encontraba en su casa acostando y pensando en las cosas que habían pasado. Se sentía un poco culpable. Sentía que estaba siéndole infiel a Sofía y lo peor de todo, con Alejandra.
Al principio, cuando le hizo sexo oral, no lo vio como algo tan malo, después de todo lo hacía por ella. Pero en esta ocasión se había dejado llevar por la calentura y había aceptado una mamada, de la cual no tenía ninguna excusa. El sabía que debía de haberse negado, pero Alejandra había sido tan seductora, su voz, su mirada… tan solo recordar eso hizo que su pija se levantara. Se sentía atraído sexualmente por ella, pero no la quería como a Sofía, era diferente.
––
Para suerte de Rodrigo en los siguientes días no había tenido ningún otro roce con Alejandra, pues ambos estaban ocupados, fue una semana muy concurrida en la tienda así que no tuvieron muchas oportunidades de hablar. Y cuando las tenían lo hacían de forma normal, como compañeros.
Sin embargo, una noche llegó un mensaje a su celular y era de Alejandra. Rodrigo con un poco de temor lo leyó.
“¿Quieres aprender algo nuevo?”
Rodrigo se tomó de la cara con algo de preocupación. ¿Qué debía decir? No podía dejar pasar el mensaje, de todas formas tendría que verla al día siguiente y sería incomodo que le preguntara el por qué no contestó, pero ¿Qué pasaba si le decía que no?... además ¿Qué pasaba si le decía que si? Su curiosidad le ganó.
“¿Cómo que me enseñaras esta vez?” fue su respuesta.
Esperó ansioso, cada segundo miraba su teléfono para ver si llegaba un nuevo mensaje, pero este tardó.
Por fin sonó el tono de mensajes nuevos y el chico lo abrió para leerlo.
“Tienes que aprender algunas poses y a cómo moverte… Sofía me ah dicho que quiere complacerte y si tu quieres hacer lo mismo por ella, debes de saber algunas cosas importantes”
“¿Enserio te dijo eso?”
“Si, parece que está preparando algo divertido para su primera vez. No le digas que te dije. Pero entonces ¿quieres que te enseñe o no?”
“Si”
––
Al siguiente día, una vez más, se vieron consumidos por el trabajo, pero entre los mensajes de la noche anterior habían acordado irse al departamento de Ale, después de todo aquel día Sofía tenía clases hasta tarde y Rodrigo no acostumbraba a visitarla en ese día. Tendrían toda la tarde para dedicarse a sus “lecciones”.
Cuando la jornada terminó ambos fueron a sus respectivos vestidores y se vieron en la entrada de la tienda. De camino hacia el departamento, Rodrigo recordó lo que había pasado la última vez.
–Oye… y ¿esta vez deberemos de hacerlo rápido por tu novio?– preguntó el chico algo preocupado.
Alejandra sonrió –¿te da miedo?... no, el tenía cosas que hacer, no vendrá a verme hoy.
Rodrigo suspiró aliviado.
Llegaron al departamento. La chica enseguida se sacó los zapatos, se le veían unas medias. Tomó a Rodrigo de la mano y lo llevó hasta su habitación, aventándolo en la silla frente a su escritorio.
Lentamente, la chica comenzó a sacarse la blusa de tirantes que vestía. Traía un sostén negro con adornos de encaje del mismo color, ligeramente transparente en la zona de la copa, pero los adornos no dejaban ver ni los pezones ni las aureolas.
Enseguida se desabotonó el jean y con unos sensuales movimientos de cadera, comenzó a sacárselo muy lentamente. Rodrigo, como espectador, podía verle la tanga con unos ligueros que sostenían aquellas medias negras. La chica se dio media vuelta mientras se inclinaba para poder terminar de sacarse el jean. Rodrigo pudo ver en todo su esplendor esa hermosa forma que los culos hacen justamente cuando las mujeres se inclinan, esas nalgas redondas y esas caderas. Está de más decir que al chico, su miembro estaba escapándosele de la ropa interior.
Alejandra le sonrió nuevamente con picardía en la mirada. Caminó contoneando sus caderas y acentuando cada pisada hasta llegar al frente de Rodrigo. Subió una pierna y con la planta de su pie acarició la entrepierna del chico, asegurándose de que la tuviera ya dura.
Entonces bajó su pie, se inclinó hacia adelante y sin dejar de mirarlo comenzó a abrirle los pantalones. Tomó el bóxer y se lo bajó de golpe liberando el miembro erecto en todo su esplendor. Bajó la cabeza y se metió la pija en la boca. Comenzó a lamer el glande y a pajearlo con ambas manos mientras subía y bajaba la cabeza. El chico no tardó en retorcerse en la silla por lo delicioso que se sentía. Estaba sumamente excitado por todo el espectáculo y esa lencería que traía la chica.
Alejandra le tomó de las manos y se levantó. Había dejado la pija toda babeada. Enseguida levantó al muchacho y lo guió hasta la cama. Ella se recostó boca arriba y entonces tomó la tanguita y la hizo ligeramente a un lado para descubrir su conchita. Se veía ligeramente húmeda y con los labios hinchados.
–Pruébala– dijo ella en un susurro seductor. Rodrigo no se lo pensó dos veces, se hincó enterrando la boca y besando esos gordos labios. Su lengua jugó con el interior y el clítoris de forma lenta.
–Ponte de pié– ordenó la chica –ponme tu verga aquí– señalando su concha. Enseguida Rodrigo se acercó y colocó la cabeza de su pene en la entrada de la vagina, pero enseguida la chica se la tomó y se la empujó un poco más arriba –no me la metas, solo quiero que frotes tu verga contra mi concha.
Rodrigo entendió, así que solamente tenía que apoyarse en ella. Comenzó a mover la cadera mientras su verga se frotaba contra la panocha de Alejandra. Con la saliva de ella sobre la pija y su saliva de él sobre toda la concha, se deslizaba sin ningún problema. Bajaba toda la verga hasta que su glande se posicionaba en el medio de los labios vaginales. Luego empujaba ligeramente, podía sentir como su cabecita entraba ligeramente, pero luego se deslizaba hacia afuera y el tronco se embadurnaba de fluidos. Alejandra gemía despacio cada vez que el glande del chico pasaba por su clítoris. A Rodrigo le empezó a dar calor, así que se quitó la playera, sin dejar de mover las caderas. La chica levantó las piernas y atrapó la verga de Rodrigo entre los muslos, el chico dio un pequeño salto, pero no detuvo el vaivén. En breve Rodrigo se vino encima del vientre deAle.
–No duraste nada– se rió Alejandra mientras se limpiaba un poco del semen con la mano.
–No es mi culpa, es que esto es muy excitante– se justificó Rodrigo. Enseguida la chica lamió un poco del semen de sus dedos mientras le miraba de forma libidinosa.
–Bueno, tratemos de durar un poco mas ahora ¿quieres?
Entonces se puso de pié. Tomó a Rodrigo de los hombros y le dio un empujoncito tirándolo sobre la cama boca arriba. Le arrancó los pantalones y el bóxer de un tirón. Se sentó encima de él. Obviamente la pija del chico estaba poniéndose cada vez mas flácida, daba pequeños rebotes aún por el orgasmo anterior. Ale no dejaría que se le enfriara. Así que se sentó sobre la verga, asegurándose de no metérsela, y nuevamente comenzó a acariciarla con su concha a lo largo de todo el tronco. Rodrigo solo veía como su pene era embadurnado con los fluidos viscosos de la vagina de Alejandra. Su cabeza de vez en vez desaparecía entre los labios vaginales. Podía sentir como poco a poco la presión de su pene volvía y se esforzaba por levantarse en contra del peso de la joven.
Ale, le tomó una mano y se la colocó en sus caderas.
–No importa que yo esté arriba, puedes guiarme al paso que gustes.
Enseguida le tomó de la otra mano y se la puso sobre una de sus tetas. El joven se la acarició con la mano entera. Las tetas de Alejandra no eran exuberantemente grandes, pero se acoplaban muy bien al tamaño de su mano, tenían un tamaño agradable. Con una mano guiaba el ritmo con el que Alejandra se movía de adelante hacia atrás y con la otra le amasaba la teta por encima del corpiño.
Nuevamente la chica le tomó la mano con la que le acariciaba la teta, hizo que la levantara un poco mas hasta que llegara a su rostro y ahí le comenzó a chupar su dedo índice, todo esto sin dejar de mover las caderas.
Rodrigo se había prendido nuevamente, su pene estaba a tope, si no fuera porque se había corrido hace unos instantes, seguro que se hubiera corrido de nuevo. Movió ambas manos hacia las tetas de Ale, comenzó a acariciárselas y estrujárselas. Metió los dedos por debajo del corpiño y sintió los pezones duros de la chica. Lentamente, Ale se llevó las manos a la espalda donde desabrochó el corpiño y, sin perder esa sensualidad que la caracterizaba, se lo fue quitando lentamente sin dejar caer las copas. Entonces ambos se sonrieron traviesos. Quitó la prenda del medio y Rodrigo pudo apreciar esos hermosos pezones. Tenían una aureola mediana, pezones redonditos y gorditos, de un color rosado. No pudo evitar pellizcárselos enseguida, pero la chica hizo lo mismo con los de él.
Ale, entonces, se hizo hacia adelante casi sentándose sobre el estomago del chico. Se inclinó hacia adelante y Rodrigo podía mamarle los pechos, lo cual no dudó en hacer, esos rozados pezones se sentían tan deliciosos entre su lengua. Mientras tanto su verga había quedado completamente en vertical, rozando la concha de Alejandra. No pudo evitar tratar de mover sus caderas hacia arriba y hacia abajo buscando seguir con la fricción entre su verga y la vagina. Pero en ese posición era muy difícil, por ratos sentía los labios gordos repeliendo su glande para que no entrara y por ratos sentía que su verga terminaba entre las nalgas de la chica.
Ale notaba esta desesperación del chico, así que se levantó y dio media vuelta aún sobre la cama, se puso de a cuatro y luego bajo todo su torso dejando el culo arriba con las piernas juntas.
–Creo que así estarás más cómodo.
Enseguida Rodrigo se puso de rodillas sobre la cama, poniéndose detrás de ella. Toda la vista era más que erótica. La cintura, las caderas y el culo levantado, las medias, los ligeros y la tanguita hecha hacia un lado apretando esa conchita con esos labios gorditos chorreando de humedad. Esas nalgas redondas.
Rodrigo apenas y respiraba con tranquilidad. Se acercó más y simplemente apoyó la verga entre las nalgas de Alejandra, solo sentía como su pija era apretada entre ambos glúteos. La chica rió un poco al sentir esto. Rodrigo tomó la tanguita y la hizo más hacia un lado para destapar por completo la entrada del culo de Ale. Tomó su verga y colocó el glande en el ano, empujó ligeramente y pudo sentir como la puntita se le iba metiendo. No tardó nada en sacarlo y volver a intentar meterlo.
–Así que te gustan esa clase de cosas… jaja, que lastima que hoy no se pueda hacer nada de eso– dijo Ale mirándolo de reojo aún con la cabeza sobre la cama.
Enseguida metió su mano en ese apretado espacio que formaban sus dos piernas y su concha.
–Vamos, métela por aquí, te aseguro que se siente igual de bien.
Rodrigo obedeció, bajó un poco mas su verga y dejó que la chica la tocara, entonces empujó y pudo sentir la presión entre los muslos y la concha de la chica. Nuevamente comenzó a frotarse con fuerza contra ella. Esta vez había algo diferente, su pubis chocaba contra las nalgas y sus piernas contra las de ella. La tomó de la cintura y comenzó a embestirla con un poco mas de fuerza.
Rodrigo jadeaba y Alejandra gemía. Estaba hasta el punto de la excitación, sentía ese típico cosquilleo cuando el orgasmo está cerca. No quería venirse tan pronto, así que sacó la pija de ese mágico espacio y se lo sostuvo con la mano.
Vio como un pequeño hilo de fluido viscoso guindaba entre su pene y la concha de Ale. Acercó su pija a la concha y comenzó a embarrar el glande contra los labios vaginales de la chica. En ese momento se le cruzó la idea de meterle la pija ¿la chica lo notaría? ¿lo detendría si lo hacía? Estaba muy excitado como para pensar en eso.
Momento de decisión:
A)No metérsela.
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B)Metérsela.
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Se agarró bien la pija con una mano y con la otra le tomó de la cadera a la chica y de una sola embestida se la metió casi entera. Ale dio un salto despegando la cabeza de la cama, pero Rodrigo enseguida le puso las manos sobre los hombros y comenzó a embestirla con fuerza, solo podía sentir el húmedo y cálido interior de esa apretada vagina.
La chica estuvo a punto de replicar –hey!... eh… aah… uff– su grito fue ahogado y cambiado por gemidos. Las piernas y los brazos de Rodrigo estaban tensados a no más dar, movía la cadera frenéticamente chocando contra las nalgas de la chica, las cuales se sacudían con cada embestida.
Ale levantó un poco su torso y Rodrigo bajó un poco las manos para agarrarle las tetas, acariciaba la superficie siguiendo su figura y pellizcándole los pezones.
–Dame… dame más, dame más duro– pedía la chica mientras se mordía los labios y se acariciaba el rostro.
Rodrigo la empujó hacia adelante para que regresara el torso a la cama. Le agarró de la cintura y trató de ponerse de pie sobre la cama, pero solo llegó a estar de cuclillas, montándola como si fueran perros.
Bombeó con más fuerza y a una velocidad mayor. La chica gemía perdida en el placer, mientras el chico prácticamente le sacaba y le metía la pija a todo lo que daban los músculos de sus piernas. Sus testículos se sacudían con el violento vaivén y se agolpaban contra el clítoris de la chica al meterle toda la verga hasta lo más profundo que podía. En breve la chica dio aviso de que se corría, sus gemidos se entrecortaban y su respiración se veía descompasada. Rodrigo sintió una extraña vibración dentro de la vagina de la chica y junto con la fricción que el causaba se excitó tanto que podía sentir como estaba a punto de correrse.
Sacó la pija y la colocó entre las nalgas de la chica, apoyándosela con fuerza y moviendo la cadera terminó corriéndosele ente la raja de las nalgas y la espalda.
Una vez completamente seco, se dejó caer sentado sobre la cama, agotado y agitado. La chica también se dejó caer sonriendo y limpiándose un poco de sudor de la frente.
–Eres muy travieso, no se suponía que hicieras eso– le replicó la chica en tono de broma.
Rodrigo suspiró, por un lado comenzaba a darse cuenta de lo que había hecho, de lo malo que eso era.
–No pude contenerme…
Alejandra se levantó y buscó una toalla. Luego de limpiarse un poco se la lanzó a Rodrigo quien hizo lo mismo. Comenzaron a vestirse, pero Rodrigo tenía una cara de preocupación que llamó la atención de la chica.
–¿Qué tienes?– preguntó entonces.
–¿No estamos engañando a nuestras parejas al hacer esto?– preguntó Rodrigo consternado.
Ale tiró una de sus risotadas.
–¿Qué?... no, claro que no. Bueno, puedes verlo así, pero esto es mas como una aventura, un juego. No lo hicimos por amor, es solo sexo. Yo aún amo a mi novio ¿tu amas a Sofía?
–Si…–mintió.
–Bien, además, lo haces por ella ¿no?
A Rodrigo le sonaba algo ridículo. Claro que al principio lo hacía por ella, pero ahora no estaba tan seguro. Asintió sin decir nada mas, se sentía incomodo con la conversación y se arrepintió de sacar el tema. Se despidieron y el chico regresó a casa.
Ese mismo día, pero ya de noche, se encontraba acostado sobre su cama. Pasó parte de la tarde pensando en las cosas que habían sucedido y también pensaba en Sofía. Tomó una dura decisión.
Tomó su celular y le mandó un mensaje a Sofía.
“¿Podemos vernos mañana?”
La chica tardó un rato en contestar, pero por fin llegó el mensaje.
“Si ¿Qué pasa?”
“Nada, solo quiero verte”
Siguió mensajeandose un rato con ella, acordando la hora y el lugar donde se verían.
––
Al siguiente día, Rodrigo salió temprano de casa, era sábado así que su hermana no estaba. Se dirigió al centro, había quedado de verse con Sofía en aquel parque donde habían quedado en su primera cita.
Se sentó en uno de los bancos, ya había algunos puestos ambulantes colocados y tratando de llamar la atención de la gente. Unos minutos más y Sofía se apareció. De golpe le entraron los nervios a Rodrigo, respiró de manera agitada y luego trató de calmarse. Traía un rostro serio.
Se levantó y la vio llegar, la chica traía una cara de preocupación que se distinguía desde lejos.
–Y bien… ¿Qué pasa?– preguntó ella mirando a los ojos del chico.
–No quiero darle más vueltas al asunto– suspiró –Lo nuestro, ya no está funcionando para mí, pero… no quiero que te sientas mal contigo misma, tú no tienes la culpa de esto, el del problema soy yo, ya no siento lo mismo que antes, cuando nos conocimos ¿entiendes?– le costaba mucho mirarla a los ojos.
El rostro de la chica pasó de preocupación a tristeza y de repente a una seriedad terrible, casi sin expresión alguna.
–Está bien– dijo Sofía bajando la mirada. Rodrigo se sintió el peor sujeto en el mundo, se inclinó un poco y le agarró del hombro.
–Hey, tranquila…
La chica lo miró, le sonrió, probablemente era una risa falsa.
–Estoy bien, esto está bien, te entiendo… ya debo irme.
Entonces simplemente se dio la vuelta y se alejó. Sofía le había sonreído, pero sus ojos estaban al borde de las lagrimas. La chica lloró… lloró todo el camino a casa y quien sabe cuánto tiempo más.
––
El domingo fue un día muy tranquilo. Rodrigo recordó que si aún estuviera con Sofía, tendría que ir a visitarla o ella llegaría a su casa y pasarían todo el día juntos. Por un lado sentía que extrañaba su compañía, pero también sentía una preocupación menos. Incluso sentía que tenía demasiado tiempo libre. Pasó el día jugando en la PC.
La noche llegó y pasó algo que hasta cierto punto le causó nostalgia. Escuchó música saliendo de la ventana de Lorena. Rodrigo abrió la ventana y vio aquella cortina que no dejaba ver nada, escuchaba la música y la voz de la joven. Había perdido el interés de lo que hacía, pero la verdad es que ni siquiera había tenido tiempo de prestar atención a eso de nuevo.
Se fue a duchar, se dormiría temprano, tal vez el día siguiente sería muy incomodo.
––
Como era normal se fue en el bus solo. La primera clase de la mañana le tocaba con Sofía. Estaba nervioso, pero al llegar al aula notó que ella no estaba.
Pasó casi todo el día y Sofía no había asistido a ninguna de las clases. Rodrigo pensó que era algo normal, él también se había planteado faltar.
Salió pues hacia su trabajo. El nerviosismo aún no se le quitaba, ya que en la tienda tendría que ver a Alejandra. Suponía que para entonces Ale ya sabría toda la historia y era probable que lo abordara con preguntas, criticas, o quién sabe, tal vez algo peor.
Llegó y se metió al vestidor de hombres. Sacó su uniforme de su casillero y se lo puso. Al salir vio a Alejandra despachando algunos clientes, así que se fue a su sección para empezar a trabajar.
Era un día ocupado, los clientes iban y venían, por ratos estaban libres, pero antes de que pudieran dejar sus lugares un nuevo cliente los entretenía.
En una de esas, Rodrigo tuvo que ir a la parte de atrás de la tienda, a la bodega, tenía que buscar un artículo que ya no tenían en los estantes. Mientras estaba ahí, Ale entró también, justificándose con que también estaba buscando algo.
De pronto la chica se puso delante de él y se inclinó para revisar una caja. Obviamente le arrimó el culo hacia Rodrigo, empujándolo para hacer presión sobre su verga. El chico reaccionó como debía. Se le puso dura de inmediato y no pudo evitar tomarle de la cintura y apoyarle bien mientras movía la cadera un poco.
Ale se levantó y lo miró por encima del hombro.
–¿Encontraste lo que buscabas?– le preguntó ella con esa picara sonrisa que siempre traía al sentirse pervertida.
–No, tal vez debas ayudarme a buscarlo.
Alejandra se rió.
–Nop, mas tarde tal vez, ahora estoy ocupada.
Sin más, se alejó dejándolo caliente. Rodrigo simplemente la vio irse. Por lo menos aquello le demostraba que Alejandra seguía con la misma actitud de siempre. Tal vez no sabía nada acerca de la ruptura con Sofía o quizá no le importaba. Fuera como fuera, Rodrigo ya no se sentía tan incomodo, por lo menos ese día estaba saliendo todo bien.
Más tarde, cuando los clientes se redujeron drásticamente por la hora. Alejandra se acercó a Rodrigo, faltaban algunos minutos para que ambos salieran de sus turnos, no importaba si atendían o no a los clientes, los del siguiente turno se encargarían. Lo guió hasta el baño de damas. Se aseguraron de que nadie lo viera entrar. Se encerraron en uno de los inodoros. Ale enseguida se inclinó.
–Creo que tengo lo que estabas buscando más temprano.
Rodrigo le siguió el juego apoyándosele en el culo. Lentamente movía la cadera mientras sentía como aparecía su erección. Ambos se desabrocharon los pantalones de sus uniformes y se los bajaron hasta las rodillas. Rodrigo le acarició la zona de la concha por encima de la panti lila que traía la chica. Esta se movió haciendo ruiditos excitándose. Rodrigo le bajó la prenda para descubrirle esa conchita que tanto placer le había dado. Comenzó a darle algunas lamidas mientras Alejandra se mordía los labios tratando de callar los gemidos.
Rodrigo se sacó el bóxer sin dejar de lamer aquella dulce concha. Se enderezó y se untó algo de saliva sobre la pija, se la embarró a la concha y después le dio pequeños golpecillos sobre las nalgas con el glande.
Estaba muy excitado. Lentamente posicionó su pija en la entrada de la concha y de un empujón se la dejó ir completa, hasta que sus bolas tocaron el clítoris. Empezó a bombearla lentamente, le metía las manos por debajo de la blusa y le masajeaba las tetas por encima del sostén.
De pronto, empezó a sonar un celular, era el de Ale. Trató de alcanzarlo, estaba en la bolsa de su pantalón, hizo que Rodrigo se levantara un poco para poder buscar el aparato. Lo encontró y lo sacó. Rodrigo no dejaba de embestirla, pero ella tampoco le había pedido que se detuviera.
Leyó el nombre de su novio, la estaba llamando, tenía que contestar y eso hizo. Rodrigo supo de quien se trataba y de cierta forma eso lo prendió mucho mas.
–Hola amor… ¿Qué?... uff– gimió de repente. Le tiró una mirada entre juguetona y atrevida a Rodrigo, el cual le sonrió dándole más duro y metiéndole la pija lo más profundo que podía.
–No… ¡Uh!… es que estoy en el baño… ¡uh!… ¡¿Qué?!– de repente gritó y trató de detener a Rodrigo, pero por la posición en la que estaba no había mucho que pudiera hacer más que colocarle la mano libre sobre la cadera tratando de alejarlo.
–¡No!… no, ya casi termino, estoy por salir… espérame ahí, ¿está bien?
Rodrigo le tomó de las caderas y comenzó a darle con más fuerza, sentía que se acercaba al clímax y Alejandra se tapaba la boca, porque ella también estaba al borde a pesar de que hablaba por teléfono al mismo tiempo que le reventaban la concha. Colgó.
–¡Dame más, dame rápido!… ¡más rápido!– le pedía. Rodrigo simplemente dio un bufido al aire, le estaba dando lo más rápido que podía, pero enseguida sintió como le venía la corrida en camino.
–¡Me voy a venir!– estaba a punto de sacársela para venirse fuera, pero enseguida Alejandra se hizo hacia atrás para que se quedara adentro.
–Córrete adentro.
No tuvo que repetírselo dos veces. Dos empujones mas y le estalló la pija llenándole toda la concha de leche caliente. Las piernas le temblaron al chico. Salió de ella y antes de que pudiera hacer mas nada, esta se subió los pantalones y la ropa interior de un solo jalón.
–Mi novio está afuera, quédate aquí un rato hasta que nos vayamos.
Rodrigo se quedó pálido y petrificado. Cuando reaccionó, Ale ya no estaba en el baño. Se subió la ropa y esperó un buen rato dentro del baño de damas. Estaba hecho un mar de nervios. ¿Qué hubiera pasado si el novio de Ale se le ocurría ponerse atrevido y hubiera entrado al baño de mujeres mientras cogían? ¿Qué haría si alguien más entraba al baño?
Por suerte nada de eso pasó. Salió después de unos cinco minutos, Ale se había ido, así que estuvo más tranquilo.
––
La mañana siguiente fue una historia similar. Aún tenía algo de miedo por los encuentros incómodos que podría sufrir son Sofía, pero una vez más, la chica no asistió a ninguna clase. Al salir de la jornada escolar, le sorprendió ver a Alejandra parada en la puerta principal.
Ambos se miraron desde lejos, había algo diferente en ella. Se acercó a paso lento y a cada paso podía notar lo diferente que lucía. No había sonrisa picara, no había gestos sensuales, no había miradas de complicidad.
Cuando estuvo a escasos metros y ya fuera de la escuela. Alejandra se acercó con paso firme y antes de que él pudiera decir algo… le soltó una cachetada que llamó la atención de muchos. Algunos rieron, otros simplemente susurraron, pero la mayoría no le dio tanta importancia y los ignoraron.
–¡¿Pero qué carajo?!– exclamó el chico tratando de soportar el dolor mientras se sobaba la mejilla.
–¡¿Qué carajo crees que hiciste?! ¡Cortaste con Sofía y ahora la pobre está que se muere de la maldita depresión que le causaste!–.
Rodrigo se paró firme y con el entrecejo fruncido.
–¿Y que querías que hiciera? No iba a engañarla, no quería tener que verme como un maldito aprovechado, que sólo la quería por sexo o por quitarle su virginidad. Además tu también tienes la culpa en todo esto… no me pongas como el malo de la historia, después de que tu también hiciste esto por tu “aventurita”.
Alejandra se cruzó de brazos, aún mirándolo con enojo.
–Pero por lo menos pudiste haberla cortado de manera más suave, no sé, mostrarle tu desinterés por ella con el tiempo y dejar de visitarla tanto hasta que ella se dé cuenta y te corte. No cortarla sin ninguna razón y completamente de repente cuando la tenias alucinada como un cuento de hadas… mira, ya no importa. Lo nuestro también se acabó, me importa más mi amiga que un idiota como tú. En serio espero no tener que volver a verte.
Y sin más, Ale se fue. Rodrigo simplemente susurró –que perra tan sínica y para colmo hipócrita.
Aquel día, faltó al trabajo. No sabía si Ale estaría ahí, pero no quería tener que topársela después de esa escena. De hecho, la única vez que volvió a la tienda fue para presentar su renuncia. No quería tener que lidiar con Alejandra de nuevo y era probable que tal vez Sofía también asistiría a la tienda y era otra con la que le daba vergüenza toparse.
En la facultad, Sofía tardó una semana en regresar, se veía sombría y desalineada, pero nunca le dirigió la palabra ni la mirada a Rodrigo. Se sentaba lo más alejada que podía de él. Alfonzo preguntó varias veces sobre lo que había pasado entre ellos, pero Rodrigo nunca le contó nada.
Uno de esos meses Sofía dejó de asistir de nuevo. Cuentan los rumores que se trató de suicidar y que había terminado en el hospital, pero ¿Quién sabe?
En algún momento, Rodrigo le contó toda la historia a su hermana, para desahogarse un poco.
–Eres un idiota– fue la respuesta de Rebeca.
Pasó un tiempo para que Rodrigo se sintiera bien consigo mismo.
[Neutral end]
Bueno, obtuviste un final neutro, no es tan malo o ¿si?. Déjame un comentario ¿Que te ha parecido esta historia?
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Rodrigo miró a ver a Alejandra
–¿Hablas en serio?– se notaba cierta emoción en su voz, pero rápidamente Alejandra le puso una mano en el hombro.
–Calma vaquero. Si, hablo enserio. Pero no te emociones, sólo te enseñaré cosas muy básicas… ¿está bien?
Rodrigo asintió con la cabeza y con una sonrisa. No es que estuviera ansioso, pero era la primera vez que una chica le proponía algo que le parecía no sólo interesante, si no excitante.
Quedaron en que irían al departamento de Alejandra cuando salieran del trabajo, así que la jornada laboras se hizo más larga que de costumbre. Le había mandado un mensaje a Sofía comentándole que estaría ocupado y que esa tarde no podría ir a visitarla.
Cuando llegó la hora, ambos se fueron a sus respectivos cambiadores para quitarse los uniformes y colocarse sus ropas de civiles. Alejandra no había cambiado mucho, unos jeans negros con unos zapatos de tacón del mismo color y una blusa negra con algunos adornos de encaje en cuello y mangas. De hecho era muy común verla en vestidos únicamente negros.
–Vamos– dijo la chica caminando ya por la calle.
–¿No iremos en transporte?
–No, mi departamento no está lejos
El complejo departamental en el que residía se encontraba a unas cuatro cuadras de la tienda. Eran seis pisos con cuatro departamentos por planta. El de ella se encontraba en el cuarto piso, así que tuvieron que subir las escaleras. Rodrigo se quejó, ni en su casa tenía que subir tantos escalones. Mientras subían, se fijó en el culo de Alejandra, tenía una forma atractiva, redondo, pero no exuberante. El jean se le veía ajustado, así que podía ver su volumen perfectamente.
Entraron. El departamento era angosto, pero largo. Todo estaba muy pulcro y en orden. Enseguida le dio un pequeño tour por la casa y le contó que vivía con otra chica, la cual estudiaba arquitectura, pero que casi siempre llegaba muy tarde pues la facultad estaba muy lejos y tenía clases en ambos turnos.
Después entraron al cuarto de Alejandra. Era completamente blanco, Rodrigo por un instante sonrió, pues la verdad pensaba que sería de color negro. Lo único destacable es que había muchos cuadros pintados al oleo, colgados en las paredes.
–¿Tu los hiciste?– preguntó Rodrigo examinándolos más de cerca.
–Sí.
–Wow… eres buena.
–Estudio Dibujo, así que tengo que serlo– entonces la chica se sentó en la cama –. Pero no vinimos a ver mis trabajos. ¿Qué quieres aprender primero?
Rodrigo la miró mientras esta cruzaba sus piernas.
–No sé, tú eras la experta ¿no?– le sonrió pícaramente.
Entonces Alejandra levantó una pierna.
–Quítame los zapatos– le contestó regresándole la misma sonrisa. Rodrigo se hincó sobre una rodilla y comenzó desabrochando la correa del zapato, entonces se lo quitó lentamente. Los pies de Ale tenían las uñas pintadas de un color rojo oscuro, muy similar al vino. Bajó el pie y cruzó el otro por encima para que le sacara el otro zapato. Lo hizo, pero esta vez no pudo evitar acariciarle el talón y el empeine del pie mientras le quitaba el zapato.
Enseguida la chica recostó la espalda sobre la cama y alzó ambas piernas, la figura que sus piernas y su cadera hacían había comenzado a excitar a Rodrigo, era una vista increíble. Ale enseguida se desabotonó el jean.
–Ayúdame a quitármelo
Sin rechistar el chico se levantó, le tomó las caderas del pantalón y comenzó a jalar hacia arriba. El pantalón se resistía, pues estaba bastante ajustado a la figura de la chica. Cada vez que jalaba, el culo de Alejandra se levantaba un poco y chocaba contra la entrepierna de Rodrigo. Él lo sentía y a propósito movía la cadera hacia adelante cada vez que jalaba el pantalón, así su pija se frotaba contra la cola de la Ale. La chica podía sentirlo, pero no lo veía con mala intención, pues también trataba de empujar el pantalón, realmente estaba ajustado.
Por fin lograron sacarlo de un solo jalón. Se lo quitó por completo y dejó ver las piernas blancas de Alejandra, y no solo eso, también veía esa tanguita roja con un moñito del mismo color en el elástico como decoración.
Enseguida la joven le colocó los pies en los hombros y acarició su rostro con los pulgares de ambos pies. La chica entonces, metió su mano por debajo de la tanga y comenzó a empujarla para quitársela. Lentamente la prenda llegó hasta las rodillas, su mano tapaba por completo la concha, Rodrigo trataba de ver algo, pero era imposible. Ale simplemente le miraba el rostro lanzándole una mirada seductora y mordiéndose los labios entre una sonrisa picara y juguetona.
Lo empujó levemente con los pies y luego bajó las piernas, sentandose para dejar caer la tanga al suelo.
–Arrodíllate frente a mi– le ordenó Ale. El chico obedeció sin dejarla de ver a los ojos, entonces la chica bajó la mirada y el chico hizo lo mismo. Alejandra lentamente fue moviendo su mano hacia arriba para destapar el tesoro deseado.
Su concha estaba rasurada casi por completo, en el pubis el vello formaba una cruz invertida. También tenía un pirsin en uno de sus labios internos. Esto llamó la atención de Rodrigo.
–¿No te dolió?– preguntó mirándola.
–Claro, pero el dolor me recuerda que estoy viva. ¿Te gusta?– preguntó mientras se masajeaba un poco abriéndose los labios.
Rodrigo asintió. Alejandra le puso una mano sobre la cabeza y lo guió hasta que su boca tocara su concha.
–Ahora quiero que comiences a lamerla, despacio.
El chico obedeció. Sacó la lengua y comenzó a dar pequeñas lamidas de arriba abajo, comenzaba desde la entrada de abajo hasta llegar a ese arete plateado. Mientras más lamia, podía sentir como la concha de la chica se ponía más y más suave, por ratos tomaba la iniciativa y no solo lamía, sino que mordía los labios externos con sus propios labios. Ale había comenzado a gemir mientras acariciaba el cabello del chico y lo apretaba contra su concha.
–Ahora quiero que lamas mi clítoris, pero hazlo con cuidado, nunca seas violento en esa zona o lo echarás todo a perder.
Rodrigo subió un poco y con la punta de su lengua tocó ligeramente el clítoris, pero no hubo ninguna reacción extraña por parte de la chica. Lentamente fue lamiendo el pequeño botoncito, siempre haciéndolo con delicadeza. Por ratos pasaba la lengua a los costados o de arriba abajo, dibujaba círculos cerca del clítoris y luego le plantaba una lamida entera a toda la concha.
Enseguida Alejandra apretó las piernas alrededor de la cabeza de Rodrigo
–¡No te detengas!– le advirtió mientras le movía la cabeza con la mano. El chico siguió embadurnando su lengua contra el sexo empapado de Alejandra. De un momento a otro la chica gimió con fuerza mientras arqueaba su espalda y parecía reír y jadear. Entonces relajó las piernas y liberó la cabeza del chico. Este también jadeó mientras se limpiaba la saliva y los flujos de la vagina de Alejandra. Se reincorporaron y enseguida Ale tomó una nueva braga de un cajón y se lo puso.
–Bien, eso es todo por hoy… aunque– sonrió –si no se te ocurre que hacer con tu lengua, siempre puedes escribir el abecedario con ella, sobre la conchita de Sofía…
–Lo intentaré– dijo Rodrigo riendo.
–Bueno, ahora apresúrate a largarte. Mi novio no debe tardar en llegar.
La cara de Rodrigo cambió de golpe. Hace tiempo había tenido la oportunidad de intercambiar unas cuantas palabras y un apretón de manos con el novio de Alejandra. Este había ido a verla un par de veces a la tienda y realmente tenía la pinta de ser un hombre peligroso.
Rodrigo salió corriendo, rezó por no topárselo en las escaleras.
––
Pasaron varios días, Rodrigo obviamente había puesto en práctica sus nuevas habilidades con Sofía. Aquella tarde en la tienda, se encontraba con Alejandra, contándole a detalle.
–Estoy orgullosa– le dijo Alejandra –pero ya sabía todo, Sofía me mandó mensajes como frenética toda la noche contándomelo todo. De hecho, es probable que ella te de una sorpresa hoy.
–¿Qué? ¿Cómo qué?
–Lo arruinaría si te digo… solo te aconsejo que la guíes un poco, ya te enterarás– dijo la chica mientras se reía. Rodrigo pasó insistiendo que le contara, pero Ale no se doblegó y no le contó nada.
Resignado y al terminar su jornada, se fue a casa de Sofía. La chica lo recibió con un abrazo y un beso, como era costumbre. Lo llevó hasta su cuarto y lo empujó para que se sentara en la cama. Rodrigo se sintió algo nervioso por el silencio que su novia guardaba.
La chica se le acercó y se inclinó besándolo, mientras su mano se deslizaba hacia la entrepierna de Rodrigo. Le desabrochó el pantalón y metió la mano tocándole la pija por encima del bóxer. Frotaba lentamente, notando como poco a poco el miembro se iba hinchando y comenzaba a hacer que la tela se alzara como una carpa.
La chica entonces se arrodilló en el suelo, justo entre las piernas del joven. Rodrigo se apoyó con los brazos sobre la cama y Sofía le bajó un poco los pantalones y el bóxer. La verga de Rodrigo rebotó al salir de la tela.
La chica, con el rostro enrojecido, acercó su mano lentamente hasta tomar el tronco erecto. Bajó la mano lentamente para liberar al glande del prepucio. Acercó su rostro mientras se acomodaba el cabello detrás de su oreja con la otra mano. Miró a ver a Rodrigo y entonces comenzó a lamer la punta de la pija. Rodrigo echó para atrás la cabeza, podía sentir el cosquilleó en su glande al contacto con la lengua de la chica.
–¿Te… te gusta?– preguntó Sofía con una voz temerosa.
–Sí, sigue.
La chica trató de enrollar su lengua alrededor de todo el glande, pero le era imposible. En breve se llevó la pija a la boca y había comenzado a succionar muy fuerte, y a mover la cabeza de arriba abajo demasiado rápido. Rodrigo entonces le tomó del hombro y de la cabeza para detenerla.
–Más despacio, tranquila, chúpala como lo harías con un helado.
La chica asintió y bajó la intensidad. Ahora la succión era más como una caricia de sus labios y el movimiento de la cabeza era acompasado, ayudada por la mano de Rodrigo.
–ah… ahh– gemía Rodrigo mientras le indicaba que acelerara la mamada –¡me voy a venir!
La chica entonces se metió toda la pija en la boca, hasta que la cabeza de esa verga tocara su garganta. Rodrigo no pudo ni reaccionar ante tal acción, pero el placer era indetenible. Chorro tras chorro terminaba en el fondo de la garganta de Sofía, la cual no tuvo problema en tragárselo todo.
Se sacó la pija y respiró profundamente para luego sonreír. Rodrigo le sonrió de vuelta y después se dejó caer sobre la cama. Se escuchó un auto llegar al garaje de Sofía. Eran sus padres. Rodrigo se puso de pie y se guardó la verga lo más rápido que pudo. ¡Qué suerte!, habían terminado justo a tiempo.
––
Al día siguiente no había podido hablar con Alejandra de la supuesta “sorpresa”, aunque se imaginaba que ella ya sabía los detalles. Ese día habían estado en secciones diferentes de la tienda y Alejandra había tenido que despechar a muchos clientes en su sección, así que no hubo oportunidad de hablar con ella en toda la jornada.
Alejandra terminaría su turno primero, así que tendría que irse a los vestidores para quitarse el uniforme, pero antes de eso iría a hablar con Rodrigo.
Lo encontró detrás de un mostrador en la sección de Libros y revistas, apoyado en una mano con una cara de aburrimiento inmensa.
–¿Qué tal estuvo mi estudiante?– Preguntó con una amplia sonrisa.
–Bastante bien.
–Na… no creo que haya sido tan buena.
Entonces la joven se acercó hasta él y le agarró el paquete por encima del pantalón, pero no fue delicada, si no que se lo apretó con ganas. Rodrigo dio un paso atrás y dobló un poco las Rodillas por la sorpresa.
–¿No te gustaría saber como lo haría una experta?– La voz seductiva y libidinosa hizo que Rodrigo se excitara de golpe. Asintió. Alejandra le tomó de la mano y lo llevó hasta la parte de atrás y entraron al vestidor de mujeres. Obviamente Rodrigo se vio preocupado, pero enseguida Ale lo calmó diciéndole que no había otra trabajadora que terminara su turno, así que ninguna entraría al vestidor.
Se quedó parado ahí en el medio de la habitación mientras Ale se arrodillaba. Le bajó los pantalones y lo miró a ver con picardía. Tenía la pija como un fierro debajo de sus bóxers. Ale los bajó y enseguida le agarró de la base del pene. Se lo acarició lentamente observándolo y enseguida metió la punta de su lengua dentro de la piel que cubría el glande, lo metió mas entre la piel y el glande. Se sentía extraño, pero Rodrigo no podía dudar que se sentía bien. La presión de la lengua hizo que se descubriera el glande por sí solo.
Ale comenzó a dibujar pequeños círculos con su lengua, primero en la punta del glande y luego iba avanzando lentamente, hasta que toda su lengua hacia círculos sobre el glande entero. La lengua entonces se detuvo en la parte de abajo de la cabeza rojiza, siguió lamiendo lentamente hacia el tronco.
–¡oh!– gemía Rodrigo.
Cuando llegó hasta la base del pene, no se detuvo, siguió bajando hasta sus huevos y entonces comenzó a lamerlos violentamente, haciéndolos rebotar de un lado a otro. Atrapó uno entre sus labios y lo succionó mientras le pajeaba la pija.
Enseguida y sin dejarle de pajear se despegó de él un poco, entonces se metió la cabeza a la boca, acariciándolo con sus labios. Adelante y atrás movía su cabeza, Rodrigo simplemente se dejaba dar mimos. Ale lentamente fue metiendo más y más la pija a su boca. Por ratos movía de lado la cabeza, de manera que el glande del pene tocaba la parte interna de sus mejilla, luego succionaba y sacaba la pija haciendo ese ruidillo “pop”, repetía esto una y otra vez.
–Qué bien se siente– decía el chico mientras veía como la pelirroja se comía su pija. Estaba cerca de venirse, cuando la chica se dio cuenta de que se ponía más tenso. Entonces se detuvo por completo y se sacó la pija de la boca.
–¿Qué haces?– le preguntó Rodrigo al verse interrumpido en su goce. La chica solo le sonrió mientras se ponía de pie. Lo tomó de los hombros y lo guió hasta un banquillo donde le obligó a sentarse.
Enseguida Alejandra se quitó un zapato, traía unas medias negras. Hizo que su planta rozara el glande y comenzó a acariciarlo así, lentamente.
–No quiero que me arruines el maquillaje, ni que manches mi uniforme, pero tampoco quiero darte el gusto de acabarme en la boca– Le sonrió con malicia.
Entonces la chica puso su pie por completo en la pija, haciendo que esta se levantara y chocara contra el vientre del chico, lo pisó con delicadeza y comenzó a mover su pie adelante y atrás. Su pulgar y el índice se acomodaban alrededor del pene haciendo algo de presión. Lo más esquicito era sentir la textura de la media, rozando la piel de su pene. Rodrigo no tenía un fetiche con los pies y la verdad es que nunca se había imaginado que alguna vez alguien lo masturbaría usando su pie. Pero no lo podía negar, se sentía bien y era muy excitante ver la pierna de Alejandra mientras esta le observaba desde arriba de forma dominante.
La chica aceleró el vaivén y Rodrigo no aguantó más. Su semen terminó sobre su camisa.
–¡Oh!... demonios, ahora tendré que ir al baño a limpiar esto– reclamó Rodrigo mientras Alejandra se carcajeaba.
–Ves… ese sería mi problema si no te hubiera controlado primero.
Rodrigo se puso de pi,e guardándose la verga y subiéndose los pantalones. Salió directo al baño mientras Alejandra se despedía de él.
–Que te diviertas limpiando tu uniforme.
Ya más tarde, de noche, Rodrigo se encontraba en su casa acostando y pensando en las cosas que habían pasado. Se sentía un poco culpable. Sentía que estaba siéndole infiel a Sofía y lo peor de todo, con Alejandra.
Al principio, cuando le hizo sexo oral, no lo vio como algo tan malo, después de todo lo hacía por ella. Pero en esta ocasión se había dejado llevar por la calentura y había aceptado una mamada, de la cual no tenía ninguna excusa. El sabía que debía de haberse negado, pero Alejandra había sido tan seductora, su voz, su mirada… tan solo recordar eso hizo que su pija se levantara. Se sentía atraído sexualmente por ella, pero no la quería como a Sofía, era diferente.
––
Para suerte de Rodrigo en los siguientes días no había tenido ningún otro roce con Alejandra, pues ambos estaban ocupados, fue una semana muy concurrida en la tienda así que no tuvieron muchas oportunidades de hablar. Y cuando las tenían lo hacían de forma normal, como compañeros.
Sin embargo, una noche llegó un mensaje a su celular y era de Alejandra. Rodrigo con un poco de temor lo leyó.
“¿Quieres aprender algo nuevo?”
Rodrigo se tomó de la cara con algo de preocupación. ¿Qué debía decir? No podía dejar pasar el mensaje, de todas formas tendría que verla al día siguiente y sería incomodo que le preguntara el por qué no contestó, pero ¿Qué pasaba si le decía que no?... además ¿Qué pasaba si le decía que si? Su curiosidad le ganó.
“¿Cómo que me enseñaras esta vez?” fue su respuesta.
Esperó ansioso, cada segundo miraba su teléfono para ver si llegaba un nuevo mensaje, pero este tardó.
Por fin sonó el tono de mensajes nuevos y el chico lo abrió para leerlo.
“Tienes que aprender algunas poses y a cómo moverte… Sofía me ah dicho que quiere complacerte y si tu quieres hacer lo mismo por ella, debes de saber algunas cosas importantes”
“¿Enserio te dijo eso?”
“Si, parece que está preparando algo divertido para su primera vez. No le digas que te dije. Pero entonces ¿quieres que te enseñe o no?”
“Si”
––
Al siguiente día, una vez más, se vieron consumidos por el trabajo, pero entre los mensajes de la noche anterior habían acordado irse al departamento de Ale, después de todo aquel día Sofía tenía clases hasta tarde y Rodrigo no acostumbraba a visitarla en ese día. Tendrían toda la tarde para dedicarse a sus “lecciones”.
Cuando la jornada terminó ambos fueron a sus respectivos vestidores y se vieron en la entrada de la tienda. De camino hacia el departamento, Rodrigo recordó lo que había pasado la última vez.
–Oye… y ¿esta vez deberemos de hacerlo rápido por tu novio?– preguntó el chico algo preocupado.
Alejandra sonrió –¿te da miedo?... no, el tenía cosas que hacer, no vendrá a verme hoy.
Rodrigo suspiró aliviado.
Llegaron al departamento. La chica enseguida se sacó los zapatos, se le veían unas medias. Tomó a Rodrigo de la mano y lo llevó hasta su habitación, aventándolo en la silla frente a su escritorio.
Lentamente, la chica comenzó a sacarse la blusa de tirantes que vestía. Traía un sostén negro con adornos de encaje del mismo color, ligeramente transparente en la zona de la copa, pero los adornos no dejaban ver ni los pezones ni las aureolas.
Enseguida se desabotonó el jean y con unos sensuales movimientos de cadera, comenzó a sacárselo muy lentamente. Rodrigo, como espectador, podía verle la tanga con unos ligueros que sostenían aquellas medias negras. La chica se dio media vuelta mientras se inclinaba para poder terminar de sacarse el jean. Rodrigo pudo ver en todo su esplendor esa hermosa forma que los culos hacen justamente cuando las mujeres se inclinan, esas nalgas redondas y esas caderas. Está de más decir que al chico, su miembro estaba escapándosele de la ropa interior.
Alejandra le sonrió nuevamente con picardía en la mirada. Caminó contoneando sus caderas y acentuando cada pisada hasta llegar al frente de Rodrigo. Subió una pierna y con la planta de su pie acarició la entrepierna del chico, asegurándose de que la tuviera ya dura.
Entonces bajó su pie, se inclinó hacia adelante y sin dejar de mirarlo comenzó a abrirle los pantalones. Tomó el bóxer y se lo bajó de golpe liberando el miembro erecto en todo su esplendor. Bajó la cabeza y se metió la pija en la boca. Comenzó a lamer el glande y a pajearlo con ambas manos mientras subía y bajaba la cabeza. El chico no tardó en retorcerse en la silla por lo delicioso que se sentía. Estaba sumamente excitado por todo el espectáculo y esa lencería que traía la chica.
Alejandra le tomó de las manos y se levantó. Había dejado la pija toda babeada. Enseguida levantó al muchacho y lo guió hasta la cama. Ella se recostó boca arriba y entonces tomó la tanguita y la hizo ligeramente a un lado para descubrir su conchita. Se veía ligeramente húmeda y con los labios hinchados.
–Pruébala– dijo ella en un susurro seductor. Rodrigo no se lo pensó dos veces, se hincó enterrando la boca y besando esos gordos labios. Su lengua jugó con el interior y el clítoris de forma lenta.
–Ponte de pié– ordenó la chica –ponme tu verga aquí– señalando su concha. Enseguida Rodrigo se acercó y colocó la cabeza de su pene en la entrada de la vagina, pero enseguida la chica se la tomó y se la empujó un poco más arriba –no me la metas, solo quiero que frotes tu verga contra mi concha.
Rodrigo entendió, así que solamente tenía que apoyarse en ella. Comenzó a mover la cadera mientras su verga se frotaba contra la panocha de Alejandra. Con la saliva de ella sobre la pija y su saliva de él sobre toda la concha, se deslizaba sin ningún problema. Bajaba toda la verga hasta que su glande se posicionaba en el medio de los labios vaginales. Luego empujaba ligeramente, podía sentir como su cabecita entraba ligeramente, pero luego se deslizaba hacia afuera y el tronco se embadurnaba de fluidos. Alejandra gemía despacio cada vez que el glande del chico pasaba por su clítoris. A Rodrigo le empezó a dar calor, así que se quitó la playera, sin dejar de mover las caderas. La chica levantó las piernas y atrapó la verga de Rodrigo entre los muslos, el chico dio un pequeño salto, pero no detuvo el vaivén. En breve Rodrigo se vino encima del vientre deAle.
–No duraste nada– se rió Alejandra mientras se limpiaba un poco del semen con la mano.
–No es mi culpa, es que esto es muy excitante– se justificó Rodrigo. Enseguida la chica lamió un poco del semen de sus dedos mientras le miraba de forma libidinosa.
–Bueno, tratemos de durar un poco mas ahora ¿quieres?
Entonces se puso de pié. Tomó a Rodrigo de los hombros y le dio un empujoncito tirándolo sobre la cama boca arriba. Le arrancó los pantalones y el bóxer de un tirón. Se sentó encima de él. Obviamente la pija del chico estaba poniéndose cada vez mas flácida, daba pequeños rebotes aún por el orgasmo anterior. Ale no dejaría que se le enfriara. Así que se sentó sobre la verga, asegurándose de no metérsela, y nuevamente comenzó a acariciarla con su concha a lo largo de todo el tronco. Rodrigo solo veía como su pene era embadurnado con los fluidos viscosos de la vagina de Alejandra. Su cabeza de vez en vez desaparecía entre los labios vaginales. Podía sentir como poco a poco la presión de su pene volvía y se esforzaba por levantarse en contra del peso de la joven.
Ale, le tomó una mano y se la colocó en sus caderas.
–No importa que yo esté arriba, puedes guiarme al paso que gustes.
Enseguida le tomó de la otra mano y se la puso sobre una de sus tetas. El joven se la acarició con la mano entera. Las tetas de Alejandra no eran exuberantemente grandes, pero se acoplaban muy bien al tamaño de su mano, tenían un tamaño agradable. Con una mano guiaba el ritmo con el que Alejandra se movía de adelante hacia atrás y con la otra le amasaba la teta por encima del corpiño.
Nuevamente la chica le tomó la mano con la que le acariciaba la teta, hizo que la levantara un poco mas hasta que llegara a su rostro y ahí le comenzó a chupar su dedo índice, todo esto sin dejar de mover las caderas.
Rodrigo se había prendido nuevamente, su pene estaba a tope, si no fuera porque se había corrido hace unos instantes, seguro que se hubiera corrido de nuevo. Movió ambas manos hacia las tetas de Ale, comenzó a acariciárselas y estrujárselas. Metió los dedos por debajo del corpiño y sintió los pezones duros de la chica. Lentamente, Ale se llevó las manos a la espalda donde desabrochó el corpiño y, sin perder esa sensualidad que la caracterizaba, se lo fue quitando lentamente sin dejar caer las copas. Entonces ambos se sonrieron traviesos. Quitó la prenda del medio y Rodrigo pudo apreciar esos hermosos pezones. Tenían una aureola mediana, pezones redonditos y gorditos, de un color rosado. No pudo evitar pellizcárselos enseguida, pero la chica hizo lo mismo con los de él.
Ale, entonces, se hizo hacia adelante casi sentándose sobre el estomago del chico. Se inclinó hacia adelante y Rodrigo podía mamarle los pechos, lo cual no dudó en hacer, esos rozados pezones se sentían tan deliciosos entre su lengua. Mientras tanto su verga había quedado completamente en vertical, rozando la concha de Alejandra. No pudo evitar tratar de mover sus caderas hacia arriba y hacia abajo buscando seguir con la fricción entre su verga y la vagina. Pero en ese posición era muy difícil, por ratos sentía los labios gordos repeliendo su glande para que no entrara y por ratos sentía que su verga terminaba entre las nalgas de la chica.
Ale notaba esta desesperación del chico, así que se levantó y dio media vuelta aún sobre la cama, se puso de a cuatro y luego bajo todo su torso dejando el culo arriba con las piernas juntas.
–Creo que así estarás más cómodo.
Enseguida Rodrigo se puso de rodillas sobre la cama, poniéndose detrás de ella. Toda la vista era más que erótica. La cintura, las caderas y el culo levantado, las medias, los ligeros y la tanguita hecha hacia un lado apretando esa conchita con esos labios gorditos chorreando de humedad. Esas nalgas redondas.
Rodrigo apenas y respiraba con tranquilidad. Se acercó más y simplemente apoyó la verga entre las nalgas de Alejandra, solo sentía como su pija era apretada entre ambos glúteos. La chica rió un poco al sentir esto. Rodrigo tomó la tanguita y la hizo más hacia un lado para destapar por completo la entrada del culo de Ale. Tomó su verga y colocó el glande en el ano, empujó ligeramente y pudo sentir como la puntita se le iba metiendo. No tardó nada en sacarlo y volver a intentar meterlo.
–Así que te gustan esa clase de cosas… jaja, que lastima que hoy no se pueda hacer nada de eso– dijo Ale mirándolo de reojo aún con la cabeza sobre la cama.
Enseguida metió su mano en ese apretado espacio que formaban sus dos piernas y su concha.
–Vamos, métela por aquí, te aseguro que se siente igual de bien.
Rodrigo obedeció, bajó un poco mas su verga y dejó que la chica la tocara, entonces empujó y pudo sentir la presión entre los muslos y la concha de la chica. Nuevamente comenzó a frotarse con fuerza contra ella. Esta vez había algo diferente, su pubis chocaba contra las nalgas y sus piernas contra las de ella. La tomó de la cintura y comenzó a embestirla con un poco mas de fuerza.
Rodrigo jadeaba y Alejandra gemía. Estaba hasta el punto de la excitación, sentía ese típico cosquilleo cuando el orgasmo está cerca. No quería venirse tan pronto, así que sacó la pija de ese mágico espacio y se lo sostuvo con la mano.
Vio como un pequeño hilo de fluido viscoso guindaba entre su pene y la concha de Ale. Acercó su pija a la concha y comenzó a embarrar el glande contra los labios vaginales de la chica. En ese momento se le cruzó la idea de meterle la pija ¿la chica lo notaría? ¿lo detendría si lo hacía? Estaba muy excitado como para pensar en eso.
Momento de decisión:
A)No metérsela.
http://www.poringa.net/posts/relatos/2569054/Decisiones-Placeres-que-matan.html
B)Metérsela.
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Se agarró bien la pija con una mano y con la otra le tomó de la cadera a la chica y de una sola embestida se la metió casi entera. Ale dio un salto despegando la cabeza de la cama, pero Rodrigo enseguida le puso las manos sobre los hombros y comenzó a embestirla con fuerza, solo podía sentir el húmedo y cálido interior de esa apretada vagina.
La chica estuvo a punto de replicar –hey!... eh… aah… uff– su grito fue ahogado y cambiado por gemidos. Las piernas y los brazos de Rodrigo estaban tensados a no más dar, movía la cadera frenéticamente chocando contra las nalgas de la chica, las cuales se sacudían con cada embestida.
Ale levantó un poco su torso y Rodrigo bajó un poco las manos para agarrarle las tetas, acariciaba la superficie siguiendo su figura y pellizcándole los pezones.
–Dame… dame más, dame más duro– pedía la chica mientras se mordía los labios y se acariciaba el rostro.
Rodrigo la empujó hacia adelante para que regresara el torso a la cama. Le agarró de la cintura y trató de ponerse de pie sobre la cama, pero solo llegó a estar de cuclillas, montándola como si fueran perros.
Bombeó con más fuerza y a una velocidad mayor. La chica gemía perdida en el placer, mientras el chico prácticamente le sacaba y le metía la pija a todo lo que daban los músculos de sus piernas. Sus testículos se sacudían con el violento vaivén y se agolpaban contra el clítoris de la chica al meterle toda la verga hasta lo más profundo que podía. En breve la chica dio aviso de que se corría, sus gemidos se entrecortaban y su respiración se veía descompasada. Rodrigo sintió una extraña vibración dentro de la vagina de la chica y junto con la fricción que el causaba se excitó tanto que podía sentir como estaba a punto de correrse.
Sacó la pija y la colocó entre las nalgas de la chica, apoyándosela con fuerza y moviendo la cadera terminó corriéndosele ente la raja de las nalgas y la espalda.
Una vez completamente seco, se dejó caer sentado sobre la cama, agotado y agitado. La chica también se dejó caer sonriendo y limpiándose un poco de sudor de la frente.
–Eres muy travieso, no se suponía que hicieras eso– le replicó la chica en tono de broma.
Rodrigo suspiró, por un lado comenzaba a darse cuenta de lo que había hecho, de lo malo que eso era.
–No pude contenerme…
Alejandra se levantó y buscó una toalla. Luego de limpiarse un poco se la lanzó a Rodrigo quien hizo lo mismo. Comenzaron a vestirse, pero Rodrigo tenía una cara de preocupación que llamó la atención de la chica.
–¿Qué tienes?– preguntó entonces.
–¿No estamos engañando a nuestras parejas al hacer esto?– preguntó Rodrigo consternado.
Ale tiró una de sus risotadas.
–¿Qué?... no, claro que no. Bueno, puedes verlo así, pero esto es mas como una aventura, un juego. No lo hicimos por amor, es solo sexo. Yo aún amo a mi novio ¿tu amas a Sofía?
–Si…–mintió.
–Bien, además, lo haces por ella ¿no?
A Rodrigo le sonaba algo ridículo. Claro que al principio lo hacía por ella, pero ahora no estaba tan seguro. Asintió sin decir nada mas, se sentía incomodo con la conversación y se arrepintió de sacar el tema. Se despidieron y el chico regresó a casa.
Ese mismo día, pero ya de noche, se encontraba acostado sobre su cama. Pasó parte de la tarde pensando en las cosas que habían sucedido y también pensaba en Sofía. Tomó una dura decisión.
Tomó su celular y le mandó un mensaje a Sofía.
“¿Podemos vernos mañana?”
La chica tardó un rato en contestar, pero por fin llegó el mensaje.
“Si ¿Qué pasa?”
“Nada, solo quiero verte”
Siguió mensajeandose un rato con ella, acordando la hora y el lugar donde se verían.
––
Al siguiente día, Rodrigo salió temprano de casa, era sábado así que su hermana no estaba. Se dirigió al centro, había quedado de verse con Sofía en aquel parque donde habían quedado en su primera cita.
Se sentó en uno de los bancos, ya había algunos puestos ambulantes colocados y tratando de llamar la atención de la gente. Unos minutos más y Sofía se apareció. De golpe le entraron los nervios a Rodrigo, respiró de manera agitada y luego trató de calmarse. Traía un rostro serio.
Se levantó y la vio llegar, la chica traía una cara de preocupación que se distinguía desde lejos.
–Y bien… ¿Qué pasa?– preguntó ella mirando a los ojos del chico.
–No quiero darle más vueltas al asunto– suspiró –Lo nuestro, ya no está funcionando para mí, pero… no quiero que te sientas mal contigo misma, tú no tienes la culpa de esto, el del problema soy yo, ya no siento lo mismo que antes, cuando nos conocimos ¿entiendes?– le costaba mucho mirarla a los ojos.
El rostro de la chica pasó de preocupación a tristeza y de repente a una seriedad terrible, casi sin expresión alguna.
–Está bien– dijo Sofía bajando la mirada. Rodrigo se sintió el peor sujeto en el mundo, se inclinó un poco y le agarró del hombro.
–Hey, tranquila…
La chica lo miró, le sonrió, probablemente era una risa falsa.
–Estoy bien, esto está bien, te entiendo… ya debo irme.
Entonces simplemente se dio la vuelta y se alejó. Sofía le había sonreído, pero sus ojos estaban al borde de las lagrimas. La chica lloró… lloró todo el camino a casa y quien sabe cuánto tiempo más.
––
El domingo fue un día muy tranquilo. Rodrigo recordó que si aún estuviera con Sofía, tendría que ir a visitarla o ella llegaría a su casa y pasarían todo el día juntos. Por un lado sentía que extrañaba su compañía, pero también sentía una preocupación menos. Incluso sentía que tenía demasiado tiempo libre. Pasó el día jugando en la PC.
La noche llegó y pasó algo que hasta cierto punto le causó nostalgia. Escuchó música saliendo de la ventana de Lorena. Rodrigo abrió la ventana y vio aquella cortina que no dejaba ver nada, escuchaba la música y la voz de la joven. Había perdido el interés de lo que hacía, pero la verdad es que ni siquiera había tenido tiempo de prestar atención a eso de nuevo.
Se fue a duchar, se dormiría temprano, tal vez el día siguiente sería muy incomodo.
––
Como era normal se fue en el bus solo. La primera clase de la mañana le tocaba con Sofía. Estaba nervioso, pero al llegar al aula notó que ella no estaba.
Pasó casi todo el día y Sofía no había asistido a ninguna de las clases. Rodrigo pensó que era algo normal, él también se había planteado faltar.
Salió pues hacia su trabajo. El nerviosismo aún no se le quitaba, ya que en la tienda tendría que ver a Alejandra. Suponía que para entonces Ale ya sabría toda la historia y era probable que lo abordara con preguntas, criticas, o quién sabe, tal vez algo peor.
Llegó y se metió al vestidor de hombres. Sacó su uniforme de su casillero y se lo puso. Al salir vio a Alejandra despachando algunos clientes, así que se fue a su sección para empezar a trabajar.
Era un día ocupado, los clientes iban y venían, por ratos estaban libres, pero antes de que pudieran dejar sus lugares un nuevo cliente los entretenía.
En una de esas, Rodrigo tuvo que ir a la parte de atrás de la tienda, a la bodega, tenía que buscar un artículo que ya no tenían en los estantes. Mientras estaba ahí, Ale entró también, justificándose con que también estaba buscando algo.
De pronto la chica se puso delante de él y se inclinó para revisar una caja. Obviamente le arrimó el culo hacia Rodrigo, empujándolo para hacer presión sobre su verga. El chico reaccionó como debía. Se le puso dura de inmediato y no pudo evitar tomarle de la cintura y apoyarle bien mientras movía la cadera un poco.
Ale se levantó y lo miró por encima del hombro.
–¿Encontraste lo que buscabas?– le preguntó ella con esa picara sonrisa que siempre traía al sentirse pervertida.
–No, tal vez debas ayudarme a buscarlo.
Alejandra se rió.
–Nop, mas tarde tal vez, ahora estoy ocupada.
Sin más, se alejó dejándolo caliente. Rodrigo simplemente la vio irse. Por lo menos aquello le demostraba que Alejandra seguía con la misma actitud de siempre. Tal vez no sabía nada acerca de la ruptura con Sofía o quizá no le importaba. Fuera como fuera, Rodrigo ya no se sentía tan incomodo, por lo menos ese día estaba saliendo todo bien.
Más tarde, cuando los clientes se redujeron drásticamente por la hora. Alejandra se acercó a Rodrigo, faltaban algunos minutos para que ambos salieran de sus turnos, no importaba si atendían o no a los clientes, los del siguiente turno se encargarían. Lo guió hasta el baño de damas. Se aseguraron de que nadie lo viera entrar. Se encerraron en uno de los inodoros. Ale enseguida se inclinó.
–Creo que tengo lo que estabas buscando más temprano.
Rodrigo le siguió el juego apoyándosele en el culo. Lentamente movía la cadera mientras sentía como aparecía su erección. Ambos se desabrocharon los pantalones de sus uniformes y se los bajaron hasta las rodillas. Rodrigo le acarició la zona de la concha por encima de la panti lila que traía la chica. Esta se movió haciendo ruiditos excitándose. Rodrigo le bajó la prenda para descubrirle esa conchita que tanto placer le había dado. Comenzó a darle algunas lamidas mientras Alejandra se mordía los labios tratando de callar los gemidos.
Rodrigo se sacó el bóxer sin dejar de lamer aquella dulce concha. Se enderezó y se untó algo de saliva sobre la pija, se la embarró a la concha y después le dio pequeños golpecillos sobre las nalgas con el glande.
Estaba muy excitado. Lentamente posicionó su pija en la entrada de la concha y de un empujón se la dejó ir completa, hasta que sus bolas tocaron el clítoris. Empezó a bombearla lentamente, le metía las manos por debajo de la blusa y le masajeaba las tetas por encima del sostén.
De pronto, empezó a sonar un celular, era el de Ale. Trató de alcanzarlo, estaba en la bolsa de su pantalón, hizo que Rodrigo se levantara un poco para poder buscar el aparato. Lo encontró y lo sacó. Rodrigo no dejaba de embestirla, pero ella tampoco le había pedido que se detuviera.
Leyó el nombre de su novio, la estaba llamando, tenía que contestar y eso hizo. Rodrigo supo de quien se trataba y de cierta forma eso lo prendió mucho mas.
–Hola amor… ¿Qué?... uff– gimió de repente. Le tiró una mirada entre juguetona y atrevida a Rodrigo, el cual le sonrió dándole más duro y metiéndole la pija lo más profundo que podía.
–No… ¡Uh!… es que estoy en el baño… ¡uh!… ¡¿Qué?!– de repente gritó y trató de detener a Rodrigo, pero por la posición en la que estaba no había mucho que pudiera hacer más que colocarle la mano libre sobre la cadera tratando de alejarlo.
–¡No!… no, ya casi termino, estoy por salir… espérame ahí, ¿está bien?
Rodrigo le tomó de las caderas y comenzó a darle con más fuerza, sentía que se acercaba al clímax y Alejandra se tapaba la boca, porque ella también estaba al borde a pesar de que hablaba por teléfono al mismo tiempo que le reventaban la concha. Colgó.
–¡Dame más, dame rápido!… ¡más rápido!– le pedía. Rodrigo simplemente dio un bufido al aire, le estaba dando lo más rápido que podía, pero enseguida sintió como le venía la corrida en camino.
–¡Me voy a venir!– estaba a punto de sacársela para venirse fuera, pero enseguida Alejandra se hizo hacia atrás para que se quedara adentro.
–Córrete adentro.
No tuvo que repetírselo dos veces. Dos empujones mas y le estalló la pija llenándole toda la concha de leche caliente. Las piernas le temblaron al chico. Salió de ella y antes de que pudiera hacer mas nada, esta se subió los pantalones y la ropa interior de un solo jalón.
–Mi novio está afuera, quédate aquí un rato hasta que nos vayamos.
Rodrigo se quedó pálido y petrificado. Cuando reaccionó, Ale ya no estaba en el baño. Se subió la ropa y esperó un buen rato dentro del baño de damas. Estaba hecho un mar de nervios. ¿Qué hubiera pasado si el novio de Ale se le ocurría ponerse atrevido y hubiera entrado al baño de mujeres mientras cogían? ¿Qué haría si alguien más entraba al baño?
Por suerte nada de eso pasó. Salió después de unos cinco minutos, Ale se había ido, así que estuvo más tranquilo.
––
La mañana siguiente fue una historia similar. Aún tenía algo de miedo por los encuentros incómodos que podría sufrir son Sofía, pero una vez más, la chica no asistió a ninguna clase. Al salir de la jornada escolar, le sorprendió ver a Alejandra parada en la puerta principal.
Ambos se miraron desde lejos, había algo diferente en ella. Se acercó a paso lento y a cada paso podía notar lo diferente que lucía. No había sonrisa picara, no había gestos sensuales, no había miradas de complicidad.
Cuando estuvo a escasos metros y ya fuera de la escuela. Alejandra se acercó con paso firme y antes de que él pudiera decir algo… le soltó una cachetada que llamó la atención de muchos. Algunos rieron, otros simplemente susurraron, pero la mayoría no le dio tanta importancia y los ignoraron.
–¡¿Pero qué carajo?!– exclamó el chico tratando de soportar el dolor mientras se sobaba la mejilla.
–¡¿Qué carajo crees que hiciste?! ¡Cortaste con Sofía y ahora la pobre está que se muere de la maldita depresión que le causaste!–.
Rodrigo se paró firme y con el entrecejo fruncido.
–¿Y que querías que hiciera? No iba a engañarla, no quería tener que verme como un maldito aprovechado, que sólo la quería por sexo o por quitarle su virginidad. Además tu también tienes la culpa en todo esto… no me pongas como el malo de la historia, después de que tu también hiciste esto por tu “aventurita”.
Alejandra se cruzó de brazos, aún mirándolo con enojo.
–Pero por lo menos pudiste haberla cortado de manera más suave, no sé, mostrarle tu desinterés por ella con el tiempo y dejar de visitarla tanto hasta que ella se dé cuenta y te corte. No cortarla sin ninguna razón y completamente de repente cuando la tenias alucinada como un cuento de hadas… mira, ya no importa. Lo nuestro también se acabó, me importa más mi amiga que un idiota como tú. En serio espero no tener que volver a verte.
Y sin más, Ale se fue. Rodrigo simplemente susurró –que perra tan sínica y para colmo hipócrita.
Aquel día, faltó al trabajo. No sabía si Ale estaría ahí, pero no quería tener que topársela después de esa escena. De hecho, la única vez que volvió a la tienda fue para presentar su renuncia. No quería tener que lidiar con Alejandra de nuevo y era probable que tal vez Sofía también asistiría a la tienda y era otra con la que le daba vergüenza toparse.
En la facultad, Sofía tardó una semana en regresar, se veía sombría y desalineada, pero nunca le dirigió la palabra ni la mirada a Rodrigo. Se sentaba lo más alejada que podía de él. Alfonzo preguntó varias veces sobre lo que había pasado entre ellos, pero Rodrigo nunca le contó nada.
Uno de esos meses Sofía dejó de asistir de nuevo. Cuentan los rumores que se trató de suicidar y que había terminado en el hospital, pero ¿Quién sabe?
En algún momento, Rodrigo le contó toda la historia a su hermana, para desahogarse un poco.
–Eres un idiota– fue la respuesta de Rebeca.
Pasó un tiempo para que Rodrigo se sintiera bien consigo mismo.
[Neutral end]
Bueno, obtuviste un final neutro, no es tan malo o ¿si?. Déjame un comentario ¿Que te ha parecido esta historia?
0 comentarios - Decisiones: Una aventura peligrosa.