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El cuarto oscuro

En mis ratos libres suelo escribir una novela, pero tras hacer un experimento en mi mismo cambie el eje y viré hacia otros rumbos. Llevo dos semanas y medias sin tocarme, sin hacer ninguno tipo de roce o contacto, y en mi mente, debido a ello, florecieron ratones de lo más extraños. No soy capaz de realizar los actos que voy a narrar, y quiero aclarar, que no los viví en carne propia. Los personajes son irreales, meras creaciones mías y de la abstinencia.

Si quieren intentar mi experimento los invito a ver cuanto aguantan. Contradictorio, que alguien que escribe cosas así invite a dejar el onanismo, pero es por un bien mayor. Uno nunca sabe que ideas puedan surgir de la abstinencia.

Tras consumir comics e historias eróticas, a la hora de crear una, me di cuenta que no me satisface las comunes, las del secretaria/jefe, ama de casa/hombre de oficio, enfermera/paciente colegiala/maestro etc. No las estoy desmereciendo, cada cual tiene sus gustos y no hay uno que no respete, pero yo quería hacer algo distinto, algo morboso y sucio.

Si lo disfrutan, me alegro, un lector solo quiere ser leído, y si tengo buenos comentario subiré la segunda parte.

Si no les gusta... bueno, deberían prestar atención a los tags.

Las imágenes, las encontré por ahí, es Maddy Rose, una actriz porno que se asemeja a la protagonista de este relato.


Que lo disfruten.




El cuarto oscuro

La playa se volvió propicia pasando las dos de la mañana. El calor de la fogata veraniega contrarrestaba el viento oceánico bajo las estrellas. Había sido una excusa débil la de ver las estrellas, pero Andrés había maquinado algo desde hace años, y quizás solo ese podía ser el escenario propicio.

Se encontraba con Damián, de veinticuatro, un par de años menos que él, y su hermana menor, Abigail de 18, en unas vacaciones realmente placenteras en la playa. Estaban en un departamento de vacaciones donde residían los padres de Andrés.

Los hermanos eran invitados y hacía meses que no se venían desde que había conseguid trabajo en su empresa. Había ahorrado bastante como para que ellos dos pudieran venir y como invitados de honor, no tengan que invertir ni un peso en comidas. Y por supuesto, se hospedaban en su casa, junto con sus padres. Era un departamento chico, pero compartían la habitación, después de todo, eran sus primos de toda la vida, y estaban en confianza.

- Que lástima que no quisieran venir los otros, es una noche hermosa. – Aunque el viento soplaba, su piel de gallina era por otro motivo.

- No sé, Andrés, hace un poco de frío. – Y tras decirlo la abrazó. No tenían las manos ocupadas con las hamburguesas, y entendía que era ahora o nunca. Él llevaba una remera como Damián, y ella una camisa grande sobre un bikini, un short de jean y el infaltable collar de una cruz de hierro, obsequio de algún pariente. Abigail se encontraba en esa maravillosa edad en la que no era una nena ni una mujer. Su cuerpo se había estirado a lo largo y se veía bellísima, pero le faltaba crecer a los lados y ganar curvas, aunque así le parecía bien.

- Que linda noche, no Aby…

- Si, un poco fría, pero no me aprietes…- Y se separó de él. No importaba, sería paciente. Damián no participaba mucho del momento. Se la pasaba enviándole mensajes a una extranjera que lo encontraba atractivo.

- ¿Cómo va eso? – Pregunto por enésima vez durante las vacaciones.

- No se anima. Le dije que me mandara una foto de ella en corpiño al menos y no se anima.- Era consciente de que su hermana estaba ahí, pero no le importaba hablar de esos asuntos frente ella desde hace tiempo. Y a Andrés tampoco.

- Es muy linda, igual deberías conformarte con su foto de perfil, se ve hermosa. Lástima la distancia, deberías buscarte una de acá, más cercana.

- No sé, no sé, no creo que encuentre a alguien cerca, las minas están todas locas…- Él era de pocas palabras, pero acertadas.

- No seas así, Aby esta acá y no es ninguna loca. ¿O sí?– Ella lo ignoró, también se hacia la interesada en el teléfono, cuando sabía que era el momento. Así que pisó el acelerador. Había planeado lo que ocurriría durante mucho tiempo, y sabía las palabras justas. Debía abrir las puertas a un mundo fascinante, desconocido para muchos y que solo los visionarios alcanzaban.

- A veces me acuerdo de los momentos que vivimos juntos. – Y acarició los cabellos de ella. Damián se percató de eso y dejó el celular. - Fueron como mis hermanos para mí.

- ¿Te pusiste sentimental? - Eso pocas veces había ocurrido.

- Me acuerdo de cuando éramos todos niños y jugábamos al cuarto oscuro. – Abigail se acordaba muy bien, Andrés siempre era el que metía mano de más en el cuarto oscuro, incluso desde chicos toqueteaba que daba gusto. Aunque ya la había reconocido la seguía palpando y ella, alimentándole el perverso juego, por razones desconocidas le seguía la corriente y nunca hizo nada. Quizás fue eso lo que acarreó todo lo demás. Su falta de penitencia. – Que bien la pasábamos, hasta que nos enviciamos con la computadora y casi no hicimos más anda juntos.

- Ahora están viciando con ese juego trucho…

- Decís eso porque no lo entendés, boluda.- Como siempre, Damián defendía a muerte sus videojuegos en red, que ahora compartía con Andrés.

- Siempre peleando ustedes, pero algunos días se llevan re bien, no sé por qué… a mí me gusta cuando se llevan bien…- Y miró a Abigail a los ojos. Tenía unos hermosos ojos azules que siempre le envidio.- Me hubiera gustado que fuésemos más unidos, siempre te dejamos de lado porque peleabas, tenías otros gustos, pero podríamos haber sido los tres como culo y calzón. – Como esperaba ella rió por el remate.

- ¿Te gustaría que volviéramos a jugar como antes?

- Si como antes de que nos pusiéramos pelotudos, cuando éramos cariñosos, como cuando jugábamos al cuarto oscuro.

En ese momento Damián entendió la seña, y se acercó a su hermana. Era difícil dilucidar cuando era el momento para lo prohibido, pero sentía en la piel que los planetas se habían alineado, que el viento soplaba cálido, y el mar acallaba su murmullo. Además ella estaba hermosa a la luz del fuego, y aunque se hacía la desentendía, él le empezó a hacer cosquillas como muchas veces, que la hicieron caer al suelo y reír a carcajadas, rompiendo el silencio de la noche. Mientras, Andrés se quitó la musculosa y tiró más leños a la fogata, observándolos jugar. Al voltear, ellos seguían jugando como antes. Ella se veía tan hermosa, tan inocente, pero sabía a la perfección lo que ocurriría. Era la principal mentora de todo.

Sin previo aviso él se les unió al juego por primera vez en su vida. Siempre, cuando habían tenido sus días, sin saber que hacer, los había observado estático… hasta ese día.

Sus manos se quedaron en su vientre, pero mientras Damían le hacía cosquillas en las axilas y los pechos, el comenzaba a toquetearle la entrepierna y las nalgas, con creciente intensidad…

- ¡Paren loco! ¿Qué hacen? – Se quejó con energía, aunque sus manos fueron detenidas no hacía ningún intento por salir. Aunque su boca lo negaba, su cuerpo asentía con firmeza. Se puso boca arriba y su hermano transformo las cosquillas en caricias en un segundo. También separó las piernas cruzadas, por lo que Andrés pudo acariciarle la entrepierna por fuera… se le hacía agua la boca y fuego la entrepierna de solo pensar en tocar su interior.

Siempre le había gustado lo prohibido. Sin llegar al punto de arruinar la vida de alguien, el creía que el ser humano debía de ser libre de darle amor a quien quisiera, aunque esa persona sea pariente de sangre. Abigail, en cuanto dejó de ser una niña, se volvió un objeto del deseo para él, y los mensajes subliminales le llovieron desde entonces… ya sea andar ligero de ropas cuando estaba ella, o hablar de cosas subidas de tono en su presencia, acariciar sus manos o las piernas por debajo de la mesa siempre que podía, ser gentil, atento, entre muchas otras bombas, le sirvieron para preparar el terreno. Ella nunca se negó a nada, aunque era áspera y cortante con su hermano, con él siempre fue un amor, como si estuvieran en una relación tácita secreta. Un simple no, hubiera rematado el asunto, pero desde ambas partes, estaban las cartas sobre la mesa: Les excitaba lo prohibido.

Ellos eran jóvenes normales, Damián un estudiante de ciencias naturales, y Andrés, recién ingresado en el mundo laboral, eran considerados comunes por el resto, pero toda familia era un mundo, y en el subsuelo de Andrés, había pequeños momentos que servían de desarrollo a lo que acontecía.

- Es tan lindo cuando se llevan bien…

- Esto no se hace…está mal, sos mi hermano y vos mi primo- Pero Damián la cayó con un beso. – Algo le decía que no era la primera vez que la besaba.

- ¿No hay un beso para tu primo? – Pidió meloso, cuando sintió envidia por el disfrute de Damián. Después de todo, él había comenzado el juego.

- Vení a buscarlo vos…- Le dijo ella, y le dio un beso que despejó toda duda. Se gustaban más de lo que aparentaba.

- Sos tan hermosa Abigail…- Y lo era, con su delgada y proporcionada figura, su cuerpo estaba floreciendo, pero su mente lo haría primero, enloquecida por lo que su hermano le hacía sin previo aviso. Siempre le había parecido muy agraciada, aunque ella, de poca autoestima, nunca lo había reconocido.

Desesperado, sin poder contenerse más, la descamisó y descubrió uno sus pezones. Lo contemplo embobado, como si fuera una pequeña joya rosada. Aunque los había visto ayer, cuando jugaron al tenis, ella, descuidada o no, se le había corrido el biquini que le quedaba grande durante el juego y se habían visto un poco. Él no disimuló para nada que los estaba viendo durante minutos, y ella se había percatado de eso también.

- Te ves preciosa Abigail, sos la más linda de la familia, pero las cosas se demuestran - Y le besó el pequeño pezón ruidosamente, e hizo succión repetidamente, como si estuviera sorbiendo delicioso néctar. Apenas sobresalían del pecho, como pequeñas gotas de roció cayendo de un pétalo, los lamió y beso como si su vida dependiera de ello.


cuento


- Esta mal… esto está mal… está mal.- Mientras trataba de esquivar los besos húmedos de su hermano, que sin disimulo trataba de volver a introducir su lengua en su boca.

- Pero te re dejas boluda… la viste venir siempre.- De seguro había un trasfondo secreto entre los hermanos, después de todo, Andrés no estaba con ellos todos los días, pero de seguro, aquella noche estallaba en algo más.

Posicionándose desde un nuevo ángulo, Andrés se colocó detrás de ella para acariciar ambos pezones a la vez, y inclinándola sobre su cadera, Damián pudo abrir sus piernas con mayor comodidad parar hundir en su el centro de sus jeans su nariz.

- Nos vamos a ir al infierno, somos familia, esto no se hace… - Dijo, mientras la cadenita católica se bamboleaba con sus contracciones.

- Tranquila mi amor… todas las familias tienen secretos…- Y comenzó a rozarla con su miembro erecto bajo su malla en la espalda, muy lentamente. Quería que sintiera su excitación, que supiera que lo excitaba como nada en la vida.- Algunos horribles, otros morbosos, y otros como este, divertidos…

- Andrés tiene razón…- Y le retiró el jean para verla en bombachita blanca.- Hay que vivir la vida, después te vas a sentir otra y te vas a acordar de esto y vas pajear como nunca.- Y su hermano, tras acariciarle por fuera, metió mano en su vagina para sentirla.

- Sentí esto, tocale la concha… es tan suave…- Y los dos metieron mano, rozándola, acariciándola, buscando y palpando cada parte mientras ella gemía. Su primo tocaba su clítoris con delicadeza mientras el hermano le hundía un dedo en su australidad. Ella, sin vuelta atrás, era puro gemidos suaves.

Sin poder aguantar mucho más, Damián le desató la pieza de ropa interior restante, y hundió su nariz para sentir el su olor, y luego, se la chupó ayudado por Andrés, que la abría los labios con los dedos. Tenía una vagina pequeña y suave que ya estaba húmeda.

- ¿Te gusta cómo te la chupa tu hermano? – Abigail no le respondió, y lo beso, mientras que ella, con una de sus manos, acariciaba su pene erecto.

Pasados unos minutos el mayor no podía aguantarse más… le pidió a ella que se parara, y le dijo a Damián que siguiera.

- Tenés que probársela, es riquísima, tiene un sabor…

- Va a haber tiempo de eso, hoy estamos calentando motores nada más…- Era consciente de que se encontraban en medio de una playa, con una fogata generosa que los revelaba ante el mundo. Pero si eran vistos o no, solo los excitaba más.- Vos por ser su hermano mayor tenés ese privilegio, así que seguí disfrutando su concha.

- ¿Y vos Andrés que vas a hacer?

_- Quiero que me regales otro privilegio…- Y acercó a su prima al fuego, como una muñeca de trapo llevada de aquí para allá, y su hermano, prendido a ella como un nene de pecho, se mantuvo conectado incluso cuando la movió. El objetivo era acercarla al fuego para verle bien el trasero. Era de los que más le gustaban, liso y delgado, pero suficiente como para llenarse las manos de nalga, y sucio de arena.

- ¿Qué vas a hacer Andrés? No me la metas ahí…

- Tranquila, este es el primer capítulo, hoy nadie te va a meter nada, la virginidad debe mantenerse hasta una situación realmente especial, pero lo único que te voy a pedir esta noche, es que me dejes hacer esto…- Y le abrió las nalgas para revelar su asterisco sagrado. El hermoso ano, apenas oculto por su flaqueza, contrastaba enormemente con la blancura de sus posaderas. Era de los que le gustaban, oscuritos pero con el centro rosado.

Ella le preguntaba que iba a hacer, ya que solo observaba y le abría y cerraba las nalgas una otra vez. El estaba tan erecto, que juraría que su falo creció tres centímetros desde que comenzó todo. Ella se dejaba exponer y acariciar la zona que más lo excitaba. No se imaginaba que era lo que más deseaba en el mundo, era hundirse en esa zona erógena hasta perder el conocimiento.

- Él tuvo el privilegio de probar tu concha, yo quisiera tener el de tu colita. – Ella no dijo nada, quizás no lo creía capaz, o no entendía del todo, era un grado de perversión más grande y creyó que solo quería verle, pero cuando le besó el ano sonoramente, lanzó el gemido más fuerte de la noche. No hubiera creído que un ser humano haría algo semejante, y menos, sabiendo que era la cola de su prima menor.

Sin ningún reparo por su seguridad, trataba de introducir su lengua en el centro astringente del resquicio, y aunque ella lo trataba de cerrar, era inútil, porque lograba atravesarlo hasta lograr que lo relaje, y en ese momento, no le importó más nada. Era un sueño hecho realidad.

Se refregó contra el anillo de carne con fuerza, hundió su nariz lo más que pudo repetidamente para sentir el olor de su interior, ya que el de afuera ya estaba mezclado con su saliva. Fue un descuido, debió olerla primero para sentir su esencia más pura, pero ya habría otra oportunidad.

Al ser verano, una época de sudores y descuidos, su higiene ahí dejaba que desear, pero eso lo excitaba más aún. Que estuviera un poco descuidada solo le agregó condimentos a la mezcla. Como un muerto de hambre con un delicioso pastel, siguió lamiendo, y refregándose contra el como si fuera una almohada. Luego, usando la lengua a modo de ariete, la penetraba como si fuera un pene en miniatura, estaba tan relajada, que podía meterla casi en su totalidad… estaba entregada en extremo. ya podía pasar a la siguiente etapa, y usar sus dedos.

Primero la toco levemente, metiendo hasta la uña y haciendo movimientos circulares, poco a poco fue introduciéndolo más, y al ver que seguía gimiendo rítmicamente, lo metió hasta el fondo. Aunque instintivamente agarró su muñeca para que deje el asunto, como todas sus defensas aquella noche, fueron simbólicas. Gentilmente, fue introduciendo otro dedo en su ano virgen y empapado de saliva.

- ¿Alguna vez te metiste algo por esta puertita? – Ella tardó en responderle, pero fue lo que imaginaba. Nunca. Ella jamás había experimentado una sensación anal, y al parecer, la primera le parecía fascinante.

Sentía a su ano relajarse y astringirse cada vez más rápido, mientras él acariciaba las paredes rectales.

- Llévate el dedo a la boca Andrés… - Le sorprendió, como una maga, había sacado una intensa guarrada de la galera.

- ¿Y me dijiste que nunca hiciste nada por aca? – Le dijo con sorna sorprendido, y ella rió y lo volvió a desafiar a hacerlo.

- ¿Pansas que no me animo? – Y se paró, al costado de ella para que lo vea bien, y metió sus dedos sucios en su boca y los lamió hasta dejarlos intactos. Luego ella lo besó como nunca en la noche para mezclarse todos los sabores y trató de llegar con su lengua hasta su faringe… Y así se quedaron… ellos besándose como posesos mientras que Damián le introducía los dedos en la vagina virgen, con delicadeza, para no desvirgarla por accidente. Incapaz de contenerse más, se bajó el short y comenzó a masturbarse, dejando que su hermana le viera el pene adulto y velludo al que siempre le tuvo curiosidad. Lleno de un flujo fresco y aceitoso, volvió a chupar sus labios enteros mientras rozaba su miembro con sus piernas. Era tan solo la primera jornada, no gastarían todos los cartuchos tan rápido.

De repente, el celular sonó. Era el padre de Andrés, el mensaje decía que querían que volviera porque ya habían encargado unas pizzas.

Aquel sonido los sacó de la irrealidad y los trajo de vuelta. Marcó el punto final en el primer round de lo que sería un match largo.

- ¿Y ahora qué? Como seguimos después de esto.

- Como hace todas las familias, bobita. Nadie dice nada, y hasta que surja el momento seguimos como siempre. - Las relaciones prohibidas no se forzaban. Podía ser que esa misma noche lo hicieran o nunca más, así lo creía él. El puntapié inicial si fue planeado, y fue un gol de arco a arco en el minuto uno.

- Por ahora volvemos y como si nada, a volver a ser nosotros.- Dijo Damián, que se volvía a poner la remera y se subía los pantalones.

- Perdón, pero es pecado desperdiciar tan buena erección…- Admitió Andrés, y a la vista de los dos, se bajó la malla para masturbarse frente al fuego. Era totalmente a propósito. Sabía que ella debía de desear sus miembros, tocarlos, experimentarlos, pero esa noche no. Eso quedaba reservado para momentos mejores. No tardó mucho en correrse como nunca en su vida, con ellos dos de espectadores, viendo su leche fluir y arder en el fuego. Sus manos quedaron sucias de semen hasta la muñeca, pero la limpió con su propia malla, antes de que Abigail se acercara a hacerle algo…

- Tranquila… ya vas a tener oportunidad, hoy no. Esto es el inicio, de algo muy bueno. – Y la besó por enésima vez.

Luego de apagar el fuego corrieron por la playa rumbo a la rambla, para volver al auto.

Al día siguiente ella estaba mucho más risueña y liberada. Sus luchas casi desaparecieron, y sus palabras eran mucho menos torpes y relajadas. De ahí en más, fue a la playa en tanga.

No volvieron a tocarse en todas las vacaciones, habían saciado su curiosidad y hambre de perversión quien sabe por cuánto tiempo… pero no tardó mucho en llegar, una nueva oportunidad.


Continuara...


rubia


Espero que les haya gustado!

1 comentarios - El cuarto oscuro

guidin1992 +1
Mandale gas! 😃
El_Cochinoco
Muchas gracias 😃 este ya tiene secuela, cuando quieras, pasate y disfrutala 😉