Envío un relato corto más, alentado por la buena recepción que tuvo el anterior, la que se agradece. Lamento no poder compartirles más pero tampoco tengo ni tanta experiencia ni tanto tiempo para escribir. Saludos
***
Hace un par de años mantuve una relación, en un principio muy relajada (por no considerarla aburrida) con una compañera de estudios, E.
Ambos vivíamos solos, a una prudencial distancia.
Una noche en su casa, nos pusimos a conversar sobre experiencias "medio raras" y me sorprendió bastante su concepción abierta de las relaciones. Digo me sorprendió porque yo me había construido un estereotipo conservador de ella.
Esa noche me comentó que había filtreado con una chica durante un tiempo, sin llegar a nada, pero teniendo cierta intimidad. Me contó que la exitaban las porno con relaciones gay, varones o mujeres.
El sábado siguiente a aquella conversación, uno de esos días de Enero en Buenos Aires que resulta insoportable y desierto, E. vino a mi casa y yo, que me había quedado pensando lo que me contó, traté todo el tiempo de sacarle algo más.
Después de comer algo, bañarnos por tercera vez y tomar unas (varias) cervezas frías, nos pusimos a buscar porno en la computadora. Los dos nos excitabamos viendo videitos cortos de lesbianas, ella me tocaba y yo le metía los dedos en la concha transpirada.
Al rato me dijo: "Por qué no buscamos algo en el chat"
Yo la miré, tratando de esconder mi asombro.
Tomó los mandos de la situación, para este caso: teclado y mouse.
Al poco tiempo, después de entrar con mi perfil, a una págia de chat, comenzó a dialogar con un chico. No pasó del cuarto mensaje, que le preguntó si "no le iba una paja por web".
El chico, acepto.
Cuando apareció su cuerpo en la pantalla, debo admitirlo, me asombré. No estaba mal, joven, torso marcado y, luego comprobaría, un bulto al menos destacable.
E. acercó una silla hasta donde yo pudiera verla y la cámara no la tomara.
Le avisé al muchacho que no estaba solo, pero él no se hizo mayor problema.
Me pidió que le muestre la verga, la que a esta altura estaba bien tiesa. Él enseñó el culo paradito.
Empecé a pajearme mirando de reojo a E.
Ella se comenzó a tocar sin quitarse la tanga. Se metía de a tres dedos en la concha bien lubricada. Su cabeza se inclinaba hacia atrás. Me miraba a mí y observaba la pantalla.
Por ratos el muchacho pedia ver quién era. Pero ambos seguíamos lustrando verga.
Ella gateó hasta mi lugar y desde abajo de la mesita del teclado comenzó a pajearme.
Me pidió que bajara un poco la cámara y me empezó a chupar la pija a la vista del otro muchacho.
La sensación de su mano pajeándome cada vez más rápido y del muchacho tocándose de todas formas, escupíendose la mano y gimiendo, era apabullante. No sabía hacia dónde mirar.
Creo que los tres acabamos a la vez. Yo le acabé en la cara a ella mientras el otro pibe se llenaba de leche la mano derecha y veia mi semen en la mejilla de mi chica.
Inmediatamente cortó la cámara.
Nosotros nos metimos en la ducha por cuarta vez.
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Hace un par de años mantuve una relación, en un principio muy relajada (por no considerarla aburrida) con una compañera de estudios, E.
Ambos vivíamos solos, a una prudencial distancia.
Una noche en su casa, nos pusimos a conversar sobre experiencias "medio raras" y me sorprendió bastante su concepción abierta de las relaciones. Digo me sorprendió porque yo me había construido un estereotipo conservador de ella.
Esa noche me comentó que había filtreado con una chica durante un tiempo, sin llegar a nada, pero teniendo cierta intimidad. Me contó que la exitaban las porno con relaciones gay, varones o mujeres.
El sábado siguiente a aquella conversación, uno de esos días de Enero en Buenos Aires que resulta insoportable y desierto, E. vino a mi casa y yo, que me había quedado pensando lo que me contó, traté todo el tiempo de sacarle algo más.
Después de comer algo, bañarnos por tercera vez y tomar unas (varias) cervezas frías, nos pusimos a buscar porno en la computadora. Los dos nos excitabamos viendo videitos cortos de lesbianas, ella me tocaba y yo le metía los dedos en la concha transpirada.
Al rato me dijo: "Por qué no buscamos algo en el chat"
Yo la miré, tratando de esconder mi asombro.
Tomó los mandos de la situación, para este caso: teclado y mouse.
Al poco tiempo, después de entrar con mi perfil, a una págia de chat, comenzó a dialogar con un chico. No pasó del cuarto mensaje, que le preguntó si "no le iba una paja por web".
El chico, acepto.
Cuando apareció su cuerpo en la pantalla, debo admitirlo, me asombré. No estaba mal, joven, torso marcado y, luego comprobaría, un bulto al menos destacable.
E. acercó una silla hasta donde yo pudiera verla y la cámara no la tomara.
Le avisé al muchacho que no estaba solo, pero él no se hizo mayor problema.
Me pidió que le muestre la verga, la que a esta altura estaba bien tiesa. Él enseñó el culo paradito.
Empecé a pajearme mirando de reojo a E.
Ella se comenzó a tocar sin quitarse la tanga. Se metía de a tres dedos en la concha bien lubricada. Su cabeza se inclinaba hacia atrás. Me miraba a mí y observaba la pantalla.
Por ratos el muchacho pedia ver quién era. Pero ambos seguíamos lustrando verga.
Ella gateó hasta mi lugar y desde abajo de la mesita del teclado comenzó a pajearme.
Me pidió que bajara un poco la cámara y me empezó a chupar la pija a la vista del otro muchacho.
La sensación de su mano pajeándome cada vez más rápido y del muchacho tocándose de todas formas, escupíendose la mano y gimiendo, era apabullante. No sabía hacia dónde mirar.
Creo que los tres acabamos a la vez. Yo le acabé en la cara a ella mientras el otro pibe se llenaba de leche la mano derecha y veia mi semen en la mejilla de mi chica.
Inmediatamente cortó la cámara.
Nosotros nos metimos en la ducha por cuarta vez.
1 comentarios - Noche de verano
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