Escuchó el despertador, como todos los días, se levantó y simplemente dijo: "Buenos días cariño, ya es hora de levantarse".
Se duchó, vistió y fue a la cocina, empezó a preparar el desayuno, las tostadas, el café, todo encaminado.
Tenía puesta la blusa roja con broches de presión y una falda negra que insinuaba unas curvas, que todavía podían hacer suspirar a muchos.
Llevaba la cafetera hacia la mesa, cuando miró su nuca y todo él se volvió terriblemente deseable, no podía resistir el deseo de besarlo.
Dejó lo que tenía en las manos, se acercó por detrás, lo besó muy suave en el cuello, lo rozó con sus labios y su lengua, le dijo al oído: "sabés que ese perfume me vuelve loca, te deseo".
Él respondió con una sonrisa y mirada cómplices .
La atrapó de forma tal, que sus manos abrazaron su cintura comenzando a jalar la falda que quedó a sus pies, y, luego con sus dos manos apretándolas contra su cuerpo por debajo de la blusa, saltaron de a uno los broches de presión.
Ella jugaba en su boca de forma impensada, solo actuaba de acuerdo con lo que su imaginación le iba indicando, un beso que comenzó dulce y suave sobre los labios de él, se fue transformando poco a poco: con la punta de la lengua recorrió lentamente sus labios, mientras un escalofrío recorría toda su espalda; su cuerpo respondía sin control a lo que ella deseaba.
El, mantenía sus labios unidos, ella, luchó por separarlos y se zambulló salvajemente en su boca, explorando todas las posibilidades que tenía, lo succionaba y absorbía con placer y se excitaba más, siempre le pasaba lo mismo, se proponía besarlo lentamente, pero, terminaba siendo algo salvaje porque la excitaba su boca, su temperatura, su sabor.
Cada vez que lo besaba, sentía la necesidad de demostrarle que él era lo único importante en su vida, que lo deseaba a cada momento.
Sentía sus manos recorriendo sus senos, pellizcando sus pezones, acariciándolos con movimientos circulares y llegando a rodearla completamente, acariciando su espalda,- como le gustaban esas caricias-, le fascinaba sentir como se endurecían sus pezones cada vez que él los chupaba, sabía que comenzaba a humedecerse; era consciente que con un beso podían desatar un huracán de pasiones solo para complacerse.
El jugaba con sus dedos sobre la espalda, mientras intentaba liberarse de su boca, cosa que le era imposible y le gustaba; deslizó sus manos por debajo de la bombacha(braga, bikini, tanga) y comenzó a quitarla mientras acariciaba con fuerza y ganas sus nalgas, no pudo resistirse a darle una suave palmada. Fue un detonante inesperado, logró soltar su boca de la de ella y además notó una reacción de juego inesperado.
Andrea instintivamente trató de separarse y defenderse, y él forcejeó para retenerla y sonriendo volvió a darle otra palmada, lo divertía el sentir que la aprisionaba con sus brazos y de alguna forma se sintió dominante de la situación; fue un nuevo juego de fuerzas donde valía todo para vencer, hasta las cosquillas, que él sabía, eran un arma mortífera para ella, terminó volteándola de espaldas en el piso y ella, reconociendo una forma nueva de juego se rindió mansamente.
Disfrutaba de cada una de las caricias recibidas, y dejó que su cuerpo se relajara y gozara, a mas goce recibido respondió con una fogosidad que nunca antes había experimentado. Recorrió despacio y de forma ardiente el cuerpo de su hombre, sus manos lo dibujaban, mientras suaves mordiscos iban cubriendo apasionadamente su cuello, su pecho, sus tetillas, su vientre.
A medida que recorría su cuerpo más se calentaba, la suavidad de su piel, la estimulaba, el roce y sentir que la piel llegaba a erizarse, la incentivaba a mas, darse cuenta que él lo disfrutaba, la volvía loca y su mente deseaba más y mas.
Quitarle el slip, fue una nueva batalla, de roles invertidos, él se reía y simulaba no dejarla, el slip terminó roto y ella asumió que merecía un premio y se deleitó jugando con su pene, lamiéndolo, mordiéndolo, acariciándolo con sus manos y su lengua, junto con su boca. Se decidió a recorrerlo, besó su cabeza y luego rodeándolo con sus labios lo dibujaba con la lengua, le brindaba pequeños mordiscos y lo lamía como si fuese una paleta, mientras con sus manos acariciaba sus testículos.
Que lindos juguetes pasaron a ser sus rosados testículos, sin pensarlo los sorbió primero de a uno y luego decidió metérselos a los dos juntos en la boca, una extraña sensación la recorrió, era algo nuevo y le gustaba muchísimo.
Súbitamente comenzó a reptar, trepando sobre el cuerpo de él , hasta llegar nuevamente a su boca; se quedó quieta un segundo recostada sobre él y con la cabeza apoyada en su pecho, escuchó los latidos de su corazón; se incorporó lo suficiente como para acomodarse, deseaba sentir el placer que le producía el roce del pene en sus labios vaginales, comenzó entonces a moverse muy despacio y con cada movimiento se estremecía, se calentaba y cada vez deseaba mas sentirlo dentro.
Hubo un momento donde un acuerdo tácito la transformó en la mejor jinete y comenzó a cabalgar plácidamente sobre él, cada movimiento de él, era un deleite para ella, cada movimiento de ella provocaba mas deseos en él, y sin darse cuenta se encontró en medio de un orgasmo totalmente descontrolado que la llenó de placer y satisfacción.
Sólo llegó a recostarse nuevamente sobre él, cuando con un movimiento él la giró suave y delicadamente. Sentir su boca rozando apenas la nuca, besándole el cuello casi consiguió llevarla al borde de otro orgasmo, él continuaba acariciando su espalda y la recorría como si no conociera ese cuerpo.
Acarició sus senos desde atrás, sus manos eran el corpiño perfecto, el único que ella deseaba en ese momento, la tomó de la cintura y nuevamente sintió que estaba siendo penetrada, no podía contenerse y respondía cada movimiento de él, hasta que lograron llegar a un orgasmo único y total, la perfecta unión de los dos.
Quedaron ambos recostados sobre el piso de la cocina y, al mirar el reloj se dieron cuenta que el tiempo ahora si que no sobraba, debieron jugar carreras para llegar a tiempo.
Tomaron juntos una ducha, como para refrescar sus cuerpos y mientras se vestían mutuamente, las miradas de él, las sonrisas de ella, sólo anunciaban el deseo de que las horas hasta el anochecer se hiciesen breves.
Se prometieron encontrarse a la salida de la oficina y llegar ambos a la casa, para poder desvestirse mutuamente y continuar lo que había quedado inconcluso.
En ese momento, una lágrima rodó por su mejilla, y terminó dentro de la taza de café que estaba bebiendo.
El la miró fijamente y le preguntó si se sentía bien, ella, luego de un estremecimiento respondió: si, sólo tengo la vista irritada trabajé hasta tarde ayer con la novela.
Terminó de desayunar, fue hacia su pc y le envió un e-mail a su editora: "Ya tengo el título para la nueva novela, se llamará SUEÑOS CON OTROS".
Luego escribió una frase a través de un programa de mensajes instantáneos: "buenos días amor, sabes, ya eres dueño hasta de mis pensamientos, durante nuestro almuerzo te cuento"
Se duchó, vistió y fue a la cocina, empezó a preparar el desayuno, las tostadas, el café, todo encaminado.
Tenía puesta la blusa roja con broches de presión y una falda negra que insinuaba unas curvas, que todavía podían hacer suspirar a muchos.
Llevaba la cafetera hacia la mesa, cuando miró su nuca y todo él se volvió terriblemente deseable, no podía resistir el deseo de besarlo.
Dejó lo que tenía en las manos, se acercó por detrás, lo besó muy suave en el cuello, lo rozó con sus labios y su lengua, le dijo al oído: "sabés que ese perfume me vuelve loca, te deseo".
Él respondió con una sonrisa y mirada cómplices .
La atrapó de forma tal, que sus manos abrazaron su cintura comenzando a jalar la falda que quedó a sus pies, y, luego con sus dos manos apretándolas contra su cuerpo por debajo de la blusa, saltaron de a uno los broches de presión.
Ella jugaba en su boca de forma impensada, solo actuaba de acuerdo con lo que su imaginación le iba indicando, un beso que comenzó dulce y suave sobre los labios de él, se fue transformando poco a poco: con la punta de la lengua recorrió lentamente sus labios, mientras un escalofrío recorría toda su espalda; su cuerpo respondía sin control a lo que ella deseaba.
El, mantenía sus labios unidos, ella, luchó por separarlos y se zambulló salvajemente en su boca, explorando todas las posibilidades que tenía, lo succionaba y absorbía con placer y se excitaba más, siempre le pasaba lo mismo, se proponía besarlo lentamente, pero, terminaba siendo algo salvaje porque la excitaba su boca, su temperatura, su sabor.
Cada vez que lo besaba, sentía la necesidad de demostrarle que él era lo único importante en su vida, que lo deseaba a cada momento.
Sentía sus manos recorriendo sus senos, pellizcando sus pezones, acariciándolos con movimientos circulares y llegando a rodearla completamente, acariciando su espalda,- como le gustaban esas caricias-, le fascinaba sentir como se endurecían sus pezones cada vez que él los chupaba, sabía que comenzaba a humedecerse; era consciente que con un beso podían desatar un huracán de pasiones solo para complacerse.
El jugaba con sus dedos sobre la espalda, mientras intentaba liberarse de su boca, cosa que le era imposible y le gustaba; deslizó sus manos por debajo de la bombacha(braga, bikini, tanga) y comenzó a quitarla mientras acariciaba con fuerza y ganas sus nalgas, no pudo resistirse a darle una suave palmada. Fue un detonante inesperado, logró soltar su boca de la de ella y además notó una reacción de juego inesperado.
Andrea instintivamente trató de separarse y defenderse, y él forcejeó para retenerla y sonriendo volvió a darle otra palmada, lo divertía el sentir que la aprisionaba con sus brazos y de alguna forma se sintió dominante de la situación; fue un nuevo juego de fuerzas donde valía todo para vencer, hasta las cosquillas, que él sabía, eran un arma mortífera para ella, terminó volteándola de espaldas en el piso y ella, reconociendo una forma nueva de juego se rindió mansamente.
Disfrutaba de cada una de las caricias recibidas, y dejó que su cuerpo se relajara y gozara, a mas goce recibido respondió con una fogosidad que nunca antes había experimentado. Recorrió despacio y de forma ardiente el cuerpo de su hombre, sus manos lo dibujaban, mientras suaves mordiscos iban cubriendo apasionadamente su cuello, su pecho, sus tetillas, su vientre.
A medida que recorría su cuerpo más se calentaba, la suavidad de su piel, la estimulaba, el roce y sentir que la piel llegaba a erizarse, la incentivaba a mas, darse cuenta que él lo disfrutaba, la volvía loca y su mente deseaba más y mas.
Quitarle el slip, fue una nueva batalla, de roles invertidos, él se reía y simulaba no dejarla, el slip terminó roto y ella asumió que merecía un premio y se deleitó jugando con su pene, lamiéndolo, mordiéndolo, acariciándolo con sus manos y su lengua, junto con su boca. Se decidió a recorrerlo, besó su cabeza y luego rodeándolo con sus labios lo dibujaba con la lengua, le brindaba pequeños mordiscos y lo lamía como si fuese una paleta, mientras con sus manos acariciaba sus testículos.
Que lindos juguetes pasaron a ser sus rosados testículos, sin pensarlo los sorbió primero de a uno y luego decidió metérselos a los dos juntos en la boca, una extraña sensación la recorrió, era algo nuevo y le gustaba muchísimo.
Súbitamente comenzó a reptar, trepando sobre el cuerpo de él , hasta llegar nuevamente a su boca; se quedó quieta un segundo recostada sobre él y con la cabeza apoyada en su pecho, escuchó los latidos de su corazón; se incorporó lo suficiente como para acomodarse, deseaba sentir el placer que le producía el roce del pene en sus labios vaginales, comenzó entonces a moverse muy despacio y con cada movimiento se estremecía, se calentaba y cada vez deseaba mas sentirlo dentro.
Hubo un momento donde un acuerdo tácito la transformó en la mejor jinete y comenzó a cabalgar plácidamente sobre él, cada movimiento de él, era un deleite para ella, cada movimiento de ella provocaba mas deseos en él, y sin darse cuenta se encontró en medio de un orgasmo totalmente descontrolado que la llenó de placer y satisfacción.
Sólo llegó a recostarse nuevamente sobre él, cuando con un movimiento él la giró suave y delicadamente. Sentir su boca rozando apenas la nuca, besándole el cuello casi consiguió llevarla al borde de otro orgasmo, él continuaba acariciando su espalda y la recorría como si no conociera ese cuerpo.
Acarició sus senos desde atrás, sus manos eran el corpiño perfecto, el único que ella deseaba en ese momento, la tomó de la cintura y nuevamente sintió que estaba siendo penetrada, no podía contenerse y respondía cada movimiento de él, hasta que lograron llegar a un orgasmo único y total, la perfecta unión de los dos.
Quedaron ambos recostados sobre el piso de la cocina y, al mirar el reloj se dieron cuenta que el tiempo ahora si que no sobraba, debieron jugar carreras para llegar a tiempo.
Tomaron juntos una ducha, como para refrescar sus cuerpos y mientras se vestían mutuamente, las miradas de él, las sonrisas de ella, sólo anunciaban el deseo de que las horas hasta el anochecer se hiciesen breves.
Se prometieron encontrarse a la salida de la oficina y llegar ambos a la casa, para poder desvestirse mutuamente y continuar lo que había quedado inconcluso.
En ese momento, una lágrima rodó por su mejilla, y terminó dentro de la taza de café que estaba bebiendo.
El la miró fijamente y le preguntó si se sentía bien, ella, luego de un estremecimiento respondió: si, sólo tengo la vista irritada trabajé hasta tarde ayer con la novela.
Terminó de desayunar, fue hacia su pc y le envió un e-mail a su editora: "Ya tengo el título para la nueva novela, se llamará SUEÑOS CON OTROS".
Luego escribió una frase a través de un programa de mensajes instantáneos: "buenos días amor, sabes, ya eres dueño hasta de mis pensamientos, durante nuestro almuerzo te cuento"
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