Hola muy buenas. Este es mi primer relato erótico. Es todo mio, y es el primer capítulo de una serie que estoy escribiendo. Espero que os guste, y espero comentarios ^^
Su nombre es Ana, y es una chica normal de instituto. No es un bellezón con gran busto y cuerpo de infarto de los relatos porque no es así. No es una chica fea pero digamos que es normalita, del montón. Además, su guardarropa no es lo que se puede considerar llamativo. Y encima llevaba gafas de pasta. El pack completo.
No, no era un pivón de los relatos, pero lo que le pasó si que fue algo caliente.
La verdad es que pese a su aspecto de empollona, era más bien todo lo contrario. Le costaba mucho concentrarse en los estudios. Tanto es así que ese mes de septiembre era el principio del fin del mundo para ella: era una repetidora. Maldito el día que había elegido ciencias, porque todas ellas le cayeron de golpe a final de curso. Y allí estaba, entrando en una clase con compañeras nuevas que no conocía y con las que no tenía relación alguna, sin sus antiguas compañeras. Tampoco es te tuviera una gran cantidad de amigas, pero desde luego todas ellas habían pasado curso y ahora estaban en sus respectivas carreras. Error, si había alguna chica del año pasado, pero la que había no eran precisamente de su grupo cercano. La principal: Carolina.
Carolina sí que es lo que los tíos consideran un pivón: alta, con una melena pelirroja que le llegaba a la mitad de la espalda, ojos castaños. Tenía un cuerpo que parecía que lo habían esculpido en piedra por maestro artesano. Unos pechos grandes y firmes y un trasero prominente. Todo un putón, e iba maquillada como tal. Un Putón, de aspecto y de comportamiento
Era el tipo de persona que nunca se fijaría en Ana para nada más que para burlarse de ella, pensaba. Y lo peor que podía haber pasado ocurrió: Carolina puso la vista en ella. Pero para sorpresa de Ana, su mirada no fue de burla. De hecho, parecía haberla reconocido. Pero no, no podía ser.
- ¿La conoces? Bueno, que tontería seguro que sí - era la voz de Noelia, la compañera de mesa de Ana en ese curso. Si Carolina era el prototipo de mujer fatal, Noelia era todo lo contrario. Tenía un aspecto totalmente aniñado, casi de preescolar, sin embargo le quedaba apenas un año para la mayoría de edad. Pero sus ojos, su manera de maquillarse, su escasa cintura, sus pechos de niño pequeño... nada parecía indicar eso. Pero era un amor de niña, aunque demasiado curiosa para su bien.
- Sí, éramos compañeras el año pasado - le dijo sin ganas. No le apetecía mucho hablar sobre ella.
Pero Noelia no era de la misma opinión.
- ¡Que guay! Es una pasada de tía ¿La has visto? Todos los tíos han babeado sin parar. Es más... tengo que confesarte una cosa... la he oído en el baño
- ¿La has oído? ¿Qué quieres...
- Ya sabes - se sonrojo - haciendo... cosas.
- No puede ser, te lo estás imaginando.
- No en serio, entre a mear y de repente empiezo a oír unos gemidos muy fuertes en uno de los baños.
- No jodas
- Si tía, y me pudo la curiosidad. Me fui al de al lado y me subí al wc para ver mejor... y tía... ¡Se estaba follando al profesor de música!
Aquello le dejó en shock. No porque estuviera follando, sabía perfectamente que Carolina no era precisamente una monja, sino porque el profesor de música era nuevo en el instituto. Entró sustituyendo a la señora Monegro que se había jubilado, y era la comidilla de todo el instituto por las chicas, y el nuevo favorito, quitándole el puesto al profe de Filosofía.
- ¡No veas como gritaba! Parecía que la estaba atravesando... bueno... eso pasaba ¿no? - dijo con una risilla sonrojándose completamente - bueno, el caso es que cuando mejor estaba la cosa se me cayó un zapato, y me tuve que bajar corriendo y marchar de allí con el zapato en la mano.
- ¿Te vieron?
- Oh, creo que no, en cuanto oí el ruido me quité y me fui de allí sin mirar. No creo que las diera tiempo a mirar, estaban muy... liados para hacerlo
Ana no estaba muy convencida. Y menos aún cuando Carolina se acercó a ellas junto a otras dos tias que no conocía de nada
- Oye Ana ¿quién es esta chica? - preguntó con voz seria
- Es mi compañera... Noelia
- Bien, Noelia, tenemos que hablar - y sin que diera tiempo de decir nada más sus dos compañeras se la llevaron de los brazos. Carolina, antes de hacer lo mismo, miró fijamente a Ana de una manera muy misteriosa, y se fue. Ana, aprovechando el fin de las clases pilló sus libros y se fue a casa corriendo. Una vez en ella, en su habitación, empezó a pensar. ¿Por qué se había ido? Realmente no tenía nada contra ella, la voyeur había sido Noelia, su compañera, no ella. De ella no quería nada... como siempre. Ana quedó frustrada. Había pensado que Carolina la había reconocido en las clases y en realidad miraba a su compañera. Y se frustraba más según más lo pensaba. Se ofuscaba porque en el fondo si quería que la cosa fuera con ella. Quería ser más desinhibida, más atrevida. Salir de su vida monótona. Pero no. Era normal que nadie se fijara en ella, que nadie supiera de su existencia...
"Ana ¿Quién es esa chica?"
Entonces cayó en la cuenta. Si conocía su nombre. Y no por haberlo oído en clase. La manera en que lo dijo dejaba ver claramente que me conocía. Pero eso no podía ser, ¿qué podía tener de interés para ella?
Y sin darse cuenta Ana estaba tocando. Sí, tocando. Mientras pensaba en Carolina. No en en ella como mujer, como objeto de deseo, sino en su mundo, en el mundo que todo el mundo decía que tenía. Y se imaginaba en el lugar de Noelia, siendo ella la que estaba mirando en los baños, y se imaginaba viendo la situación, como el profesor la tenía agarrada por las piernas mientras la penetraba profundamente en su coño, como le comía el cuello mientras la follaba sin parar, metiéndole su aparato más y más profundamente. Y mientras, los pechos de Carolina bamboleando por dentro de su camisa mientras gemía y gritaba "más, más" sin parar. Y sin darse cuenta, la joven se había metido los dedos en el fondo de su coño. Primero, uno, luego dos, y hasta tres, se tocaba intensamente hasta que finalmente se corrió y expulsó chorros de flujo vaginal de su coño.
Y luego, vuelta a la rutina. Mañana sería todo igual para ella. Y seguramente también para Noelia, que de un rapapolvo y una amenaza no iba a pasar del tema. Después, todo sería igual para ellas dos. Una nueva monotonía.
Me equivocaba. No sabía cuánto.
Al día siguiente volvía a ser Ana. La niña timorata que no se atrevía a decir nada y que prefería estar en el anonimato. Pero al llegar a clase, algo pasaba. Por un lado su compañera de mesa no había aparecido en clase, lo cual al principio la preocupo, pero bueno, por otro lado, era posible que por el susto que le hubiera dado Carolina no se hubiera atrevido a pasar por clase. O simplemente estaba enferma... pero al mirar al otro lado de la clase, la vió. Los intensos ojos castaños de Carlolina la miraban a mi fijamente. Y su cara no era de enfado, turbación, o furia. No, solo la miraba intensamente. Tanto, que la jovén de gafas apartó la vista y la dejó fija en mi mesa durante toda la clase. Y al terminar, salió sin prisa, pero sin pausa, hasta la salida sin mirar a nadie.
¡Carlina la había mirado! ¡Fijamente! Y sus ojos reflejaban... ¿deseo? No lo sabía, ni quería saberlo (¡mentira!).
Ese día Ana se corrió ¡tres veces! en casa, pensando en lo sucedido ese día y el día anterior.
Al día siguiente fue a clase temerosa, pero con una turbación de ideas en la cabeza. Por un lado, no quería saber nada de Carolina, quería ser la chica normal que había sido siempre, sin tener relación con ella. Pero por otro lado... era la posibilidad de experimentar algo nuevo, algo de lo que siempre había tenido curiosidad pero sin embargo no se había atrevido nunca.
Al final gano su lado tímido, y simplemente se sentó en su sitio. Y hasta ese momento no se había fijado en que Noelia estaba allí. Callada, sin decir nada. Nada que ver con la niña dicharachera del otro día. Estaba en silencio. Y cuando miró a su compañera, se sonrojo levemente y le esquivó la mirada. Algo había pasado.
Lo normal es que Ana atreviera a preguntarle, que me mantuviera callada y que lo dejara pasar. A fin de cuentas, no me afectaba en nada. Pero por otro lado... No, esta vez sí se atrevió. Quizás por el hecho de que a Noelia si la veía como ella, una chica del montón, y se sentía con más confianza para preguntarle, así que al final de clase lo hizo.
- ¿Estas bien?
- Eh... s-si Ana, ¿por qué lo preguntas?
- Bueno, ayer no apareciste por clase y hoy estas tan callada... y después de lo que paso con Caro...
- ¡No digas nada! - chilló asustada Noelia - La gente nos miró un poco sorprendida pero pronto siguió su camino - Noelia mientras parecía que se tranquilizaba
- Noe, tienes que contármelo ¿qué paso? ¿te atacaron?
- ¿Qué? Oh no, no, nada de eso. Más bien... Bueno, de acuerdo, vámonos a mi casa, ahora no hay nadie y podemos hablar en privado.
Y así hicieron. La casa de Noelia era muy bonita. Los padres se notaba que vivían cómodamente porque era una casa grande, espaciosa y muy bien amueblada, con colores muy cálidos. La habitación de mi amiga se encontraba en el piso de arriba, y era tal como Ana me imaginaba de ella: rosa, llena de muñecos... la habitación de una niña, acorde con la edad que aparentaba. Noelia la hizo sentarse en la cama.
- Verás... al salir de clase como viste, Carolina me llevó con ella. Había dos coches esperándonos. En uno se montaron sus amigas, y en otro me montó con ella en el asiento de atrás. Delante iban dos chicos mayores, universitarios. Nada más dentro empezó a gritarme:
-¡Por qué me espiabas putita!
- N-no pretendía hacerlo Carolina. Solamente, oí unos gemidos...
- ¿Y eso te da derecho a espiarme? - Me grito - Yo estaba asustada, a punto de llorar, y de repente su cara cambió y se empezó a reír - No te asustes, estaba bromeando... un poquito. Lo que has visto no lo puedes decir a nadie, ¿me entiendes?
- S-sí, tranquila Carolina, no se lo diré a nadie
- Lo sé, pequeña... - me dijo con un tono meloso - Y dime... ¿te gustó?
- ¿Perdón?
- ¿Te gustó verme como me tiraba al profesor? ¿Te pusiste caliente¿?
- Yo... bueno... veras....
- No hace falta que lo niegues - me decía mientras se acercaba lentamente a mi - se te nota en la cara. Ese rojo en tu cara me parece encantador. Y verás, te voy a decir una cosa... - y lentamente se acercó a mi oído y me susurró - no ha sido ni de lejos el mejor polvo que he echado. Y luego acercó sus labios a los míos y... me besó
- ¿TE BESÓ? - gritó una Ana que no daba crédito a lo que estaba oyendo
- Si... bueno... no me besó solo...
- ¿Cómo?
- Si... verás, en ese momento empezó a acariciarme con una mano el pelo, y con la otra... fue bajando lentamente a mi brazo, a mi barriga... cuando me di cuenta estaba acariciándome el muslo y luego...
- ¿Y luego?
- Yo... veras... - Y sin que me lo esperara Noelia se acercó de golpe y me besó. Apasionadamente
Al principio, Ana no sabía cómo reaccionar. Nunca se había visto una situación así, y, además, le estaba gustando el beso. Aunque Noelia lo hacía muy torpemente, lo hacía con muchas ganas. le introducía con ansias la lengua y no paraba de morderle el labio, pero aun así esa intensidad le gustaba. Desde luego no era el peor beso que recibía (aunque no es que hubiera recibido muchos hasta entonces, a decir verdad). Pero pasado unos momentos reaccionó y la empujó de su lado
- Perdona - dijo Noelia con rostro culpable - No sé qué me ha pasado, solo que...
- No pasa nada - acertó a decirle Ana- se lo que te ha pasado. Te has calentado ¿verdad?
- Sí..., se que no debería pero... y eso que no sabes nada
- ¿Hubo más? ¿Te folló?
- ¿Estás loca? Nooo, que asco! - su voz decía una cosa pero su rostro decía otra diferente al respecto - no, ella no me follo... pero... mira, fuimos hasta un bar, que resultó que pertenecía a uno de los chicos del otro coche. Y nos llevaron a dentro. Carolina se fue con nuestro conductor a la habitación del almacén. Yo me quede con el otro chico, que me miraba fijamente. No te lo negaré, me daba mucho morbo. Y cuando me agarro de la mano... yo me derretía. Me preguntó que porqué estaba aquí, y yo le conté lo que había pasado en los baños del instituto. El me miro con una sonrisa y me dijo que no debía mirar esas cosas, y... me llevo de la mano a los baños del bar. Me metió en uno de ellos y me dijo - Esas cosas, pequeña... es mejor protagonizarlas
- No me digas que... - Ana no cabía de su asombro
- Me metió en uno de los baños. Me abrazó por detrás, me besaba el cuello... Ana, te juro que me derretía. Sentía una calentura que... ¡Ana, nunca me habían besado hasta ayer!
- ¿¿¿Nunca???
- Nunca, y yo tenía muchas ganas. Había visto videos, revistas, pero... mis padres son muy estrictos al respecto, y en casa, aunque no estén, nunca me atrevo a hacer nada, ni tocarme, por si algún día aparecen de improviso. Pero en ese baño... ese chico me estaba tocando por debajo de mi ropa. Me decía que le encantaban mis pechos, porque eran muy pequeñitos y que mis pezones se resaltaban. Me metió una mano en mi... en mi sexo. ¡Me encanto Ana! Y cuando me di cuenta tenía la falda y las bragas bajadas
- Y... te lo hizo? ¿Perdiste la virginidad?
- No, no, sigo virgen
- ¿Entonces? ¿Paso algo?
- Sí... sigo virgen de... eso. Pero me metió la cosita en otro sitio...
- ¿Por el culo?
- S-si.
- ¿¿¿En serio???¿Y te dolió? ¿Cómo fue? - Ana estaba excitando por momentos, y a la vez, le corroía la envidia.
- Me dolió horrores. Me la metió de golpe. Y vi las estrellas. Pero... tía, al poco rato sentí un cosquilleo... me agarro de la cintura y empezó a darme, sin parar. Yo me tapaba la boca como podía. NO quería que nadie me oyera. Pero cuando me gire a mirar en la puerta... ¡estaba Carolina! ¡Sonriéndome! Y... me volvió a besar. Y entonces, sentí un escalofrió en mi cuerpo y no pude evitar ponerme a gritar
- Te corriste
- S-si... me dijo - y empezaron a salirle lagrimas en los ojos. Yo la abracé como pude
- No puedes decir nada a nadie tía
- Tranquila, seré nuestro secreto... y el de Carolina - y las dos se pusieron a reír como locas. Abrazadas durante un buen rato. Y cuando se cansaron, Noelia la miró fijamente de nuevo. Y podría haber sido cosa de ella, porque aunque negara admitirlo ardía de deseos pero esta vez fui Ana quien, adelantándose a su deseo, la besó. Mitad por rabia, mitad por envidia, y mitad por deseo. Deseaba sentir eso que Noelia había sentido. Quería haber sido la protagonista de esa aventura. Pero al menos de esta manera era protagonista de otra. Y por eso, animada por la situación, empezó a acariciarle los muslos, y lentamente le fué metiendo sus manos por debajo de su camiseta
- Ana, no... - se quejó Noelia. Pero no hizo nada por pararla, más bien al revés. Cuando menos se dio cuenta estaba de nuevo mordiéndome la boca a Ana. Esta, cariñosamente le fue enseñándole lo poco que sabía de besos y poco a poco las dos fueron aumentando la intensidad. En un determinado momento Ana se animó y empezó a a quitarle la camiseta a la adolescente con cara de niña, y luego su pequeño sujetador. Ella se dejaba, sumisa, pero deseosa de que continuara. Después le desabrochó la faldita y miró fijamente sus braguitas de Hello Kitty que esta llevaba.
En ese momento Ana tuvo un momento de lucidez. ¿Qué estaba haciendo? ¿Montándoselo con una chica? No había tenido sexo con un chico y ahora se lanzaba como loca a por una chica. Pero, de nuevo, su lado salvaje hasta ese entonces desconocido, salió de nuevo a la luz.
Ana comenzó a pasar sus dedos por las braguitas de Noelia, acariciándole el clítoris de esa manera. Noelia se iba calentando cada vez más, sus braguitas se mojaban más a cada caricia que daba... y en ese momento Ana, comenzó a bajárselas hasta la altura de sus tobillos, sin quitárselas. Se quitó las gafas y la fue besando lentamente, comenzando desde el tobillo y subiendo poco a poco, sin dejar de besarla por sus piernas. Cuando llegó a la altura de los muslos, los mordió. No sabía por qué, pero era algo que le excitaba. Y lentamente acerqué la boca a su clítoris... y en ese momento sonó el teléfono.
Las dos jóvenes se levantaron asustadas y Ana se subió como pudo las braguitas y bajó rápidamente al salón a coger la llamada. Ana, mientras, se tranquilizó de golpe, dándose cuenta de lo que había estado a punto de hacer y se dispuso a bajar también. Cuando lo hizo se encontró con Noelia, aún desnuda, mirándola extrañada.
- Tengo que irme Noelia, de verdad, tengo que irme.
- Pero... si no era nada, era una amiga de mi madre preguntando por ella. Podemos seguir...
- No, no... no puedo, lo siento.
- Pero... yo... Entiendo - mintió. Se sentía turbada, pero a su vez deseosa de continuar. Pero Ana no era de la misma opinión. Y se fue. Turbada.
Cuando llegué a casa, aún no podía creer lo que había pasado. Un torbellino de cosas pasaban por su cabeza ¿Por qué había hecho eso? ¿Cómo se había calentado tanto? ¿Era lesbiana? No, no puede ser, si de algo estaba segura es de que le gustaban chicos... ¿bisexual? ¿Y cómo trataría con Noelia a partir de ahora?
Eran un torbellino de sensaciones. Pero, muy en el fondo, su lado salvaje sonreía. Había salido a la luz por fin. Y no sería la última.
Una chica del montón (Parte 1)
Su nombre es Ana, y es una chica normal de instituto. No es un bellezón con gran busto y cuerpo de infarto de los relatos porque no es así. No es una chica fea pero digamos que es normalita, del montón. Además, su guardarropa no es lo que se puede considerar llamativo. Y encima llevaba gafas de pasta. El pack completo.
No, no era un pivón de los relatos, pero lo que le pasó si que fue algo caliente.
La verdad es que pese a su aspecto de empollona, era más bien todo lo contrario. Le costaba mucho concentrarse en los estudios. Tanto es así que ese mes de septiembre era el principio del fin del mundo para ella: era una repetidora. Maldito el día que había elegido ciencias, porque todas ellas le cayeron de golpe a final de curso. Y allí estaba, entrando en una clase con compañeras nuevas que no conocía y con las que no tenía relación alguna, sin sus antiguas compañeras. Tampoco es te tuviera una gran cantidad de amigas, pero desde luego todas ellas habían pasado curso y ahora estaban en sus respectivas carreras. Error, si había alguna chica del año pasado, pero la que había no eran precisamente de su grupo cercano. La principal: Carolina.
Carolina sí que es lo que los tíos consideran un pivón: alta, con una melena pelirroja que le llegaba a la mitad de la espalda, ojos castaños. Tenía un cuerpo que parecía que lo habían esculpido en piedra por maestro artesano. Unos pechos grandes y firmes y un trasero prominente. Todo un putón, e iba maquillada como tal. Un Putón, de aspecto y de comportamiento
Era el tipo de persona que nunca se fijaría en Ana para nada más que para burlarse de ella, pensaba. Y lo peor que podía haber pasado ocurrió: Carolina puso la vista en ella. Pero para sorpresa de Ana, su mirada no fue de burla. De hecho, parecía haberla reconocido. Pero no, no podía ser.
- ¿La conoces? Bueno, que tontería seguro que sí - era la voz de Noelia, la compañera de mesa de Ana en ese curso. Si Carolina era el prototipo de mujer fatal, Noelia era todo lo contrario. Tenía un aspecto totalmente aniñado, casi de preescolar, sin embargo le quedaba apenas un año para la mayoría de edad. Pero sus ojos, su manera de maquillarse, su escasa cintura, sus pechos de niño pequeño... nada parecía indicar eso. Pero era un amor de niña, aunque demasiado curiosa para su bien.
- Sí, éramos compañeras el año pasado - le dijo sin ganas. No le apetecía mucho hablar sobre ella.
Pero Noelia no era de la misma opinión.
- ¡Que guay! Es una pasada de tía ¿La has visto? Todos los tíos han babeado sin parar. Es más... tengo que confesarte una cosa... la he oído en el baño
- ¿La has oído? ¿Qué quieres...
- Ya sabes - se sonrojo - haciendo... cosas.
- No puede ser, te lo estás imaginando.
- No en serio, entre a mear y de repente empiezo a oír unos gemidos muy fuertes en uno de los baños.
- No jodas
- Si tía, y me pudo la curiosidad. Me fui al de al lado y me subí al wc para ver mejor... y tía... ¡Se estaba follando al profesor de música!
Aquello le dejó en shock. No porque estuviera follando, sabía perfectamente que Carolina no era precisamente una monja, sino porque el profesor de música era nuevo en el instituto. Entró sustituyendo a la señora Monegro que se había jubilado, y era la comidilla de todo el instituto por las chicas, y el nuevo favorito, quitándole el puesto al profe de Filosofía.
- ¡No veas como gritaba! Parecía que la estaba atravesando... bueno... eso pasaba ¿no? - dijo con una risilla sonrojándose completamente - bueno, el caso es que cuando mejor estaba la cosa se me cayó un zapato, y me tuve que bajar corriendo y marchar de allí con el zapato en la mano.
- ¿Te vieron?
- Oh, creo que no, en cuanto oí el ruido me quité y me fui de allí sin mirar. No creo que las diera tiempo a mirar, estaban muy... liados para hacerlo
Ana no estaba muy convencida. Y menos aún cuando Carolina se acercó a ellas junto a otras dos tias que no conocía de nada
- Oye Ana ¿quién es esta chica? - preguntó con voz seria
- Es mi compañera... Noelia
- Bien, Noelia, tenemos que hablar - y sin que diera tiempo de decir nada más sus dos compañeras se la llevaron de los brazos. Carolina, antes de hacer lo mismo, miró fijamente a Ana de una manera muy misteriosa, y se fue. Ana, aprovechando el fin de las clases pilló sus libros y se fue a casa corriendo. Una vez en ella, en su habitación, empezó a pensar. ¿Por qué se había ido? Realmente no tenía nada contra ella, la voyeur había sido Noelia, su compañera, no ella. De ella no quería nada... como siempre. Ana quedó frustrada. Había pensado que Carolina la había reconocido en las clases y en realidad miraba a su compañera. Y se frustraba más según más lo pensaba. Se ofuscaba porque en el fondo si quería que la cosa fuera con ella. Quería ser más desinhibida, más atrevida. Salir de su vida monótona. Pero no. Era normal que nadie se fijara en ella, que nadie supiera de su existencia...
"Ana ¿Quién es esa chica?"
Entonces cayó en la cuenta. Si conocía su nombre. Y no por haberlo oído en clase. La manera en que lo dijo dejaba ver claramente que me conocía. Pero eso no podía ser, ¿qué podía tener de interés para ella?
Y sin darse cuenta Ana estaba tocando. Sí, tocando. Mientras pensaba en Carolina. No en en ella como mujer, como objeto de deseo, sino en su mundo, en el mundo que todo el mundo decía que tenía. Y se imaginaba en el lugar de Noelia, siendo ella la que estaba mirando en los baños, y se imaginaba viendo la situación, como el profesor la tenía agarrada por las piernas mientras la penetraba profundamente en su coño, como le comía el cuello mientras la follaba sin parar, metiéndole su aparato más y más profundamente. Y mientras, los pechos de Carolina bamboleando por dentro de su camisa mientras gemía y gritaba "más, más" sin parar. Y sin darse cuenta, la joven se había metido los dedos en el fondo de su coño. Primero, uno, luego dos, y hasta tres, se tocaba intensamente hasta que finalmente se corrió y expulsó chorros de flujo vaginal de su coño.
Y luego, vuelta a la rutina. Mañana sería todo igual para ella. Y seguramente también para Noelia, que de un rapapolvo y una amenaza no iba a pasar del tema. Después, todo sería igual para ellas dos. Una nueva monotonía.
Me equivocaba. No sabía cuánto.
Al día siguiente volvía a ser Ana. La niña timorata que no se atrevía a decir nada y que prefería estar en el anonimato. Pero al llegar a clase, algo pasaba. Por un lado su compañera de mesa no había aparecido en clase, lo cual al principio la preocupo, pero bueno, por otro lado, era posible que por el susto que le hubiera dado Carolina no se hubiera atrevido a pasar por clase. O simplemente estaba enferma... pero al mirar al otro lado de la clase, la vió. Los intensos ojos castaños de Carlolina la miraban a mi fijamente. Y su cara no era de enfado, turbación, o furia. No, solo la miraba intensamente. Tanto, que la jovén de gafas apartó la vista y la dejó fija en mi mesa durante toda la clase. Y al terminar, salió sin prisa, pero sin pausa, hasta la salida sin mirar a nadie.
¡Carlina la había mirado! ¡Fijamente! Y sus ojos reflejaban... ¿deseo? No lo sabía, ni quería saberlo (¡mentira!).
Ese día Ana se corrió ¡tres veces! en casa, pensando en lo sucedido ese día y el día anterior.
Al día siguiente fue a clase temerosa, pero con una turbación de ideas en la cabeza. Por un lado, no quería saber nada de Carolina, quería ser la chica normal que había sido siempre, sin tener relación con ella. Pero por otro lado... era la posibilidad de experimentar algo nuevo, algo de lo que siempre había tenido curiosidad pero sin embargo no se había atrevido nunca.
Al final gano su lado tímido, y simplemente se sentó en su sitio. Y hasta ese momento no se había fijado en que Noelia estaba allí. Callada, sin decir nada. Nada que ver con la niña dicharachera del otro día. Estaba en silencio. Y cuando miró a su compañera, se sonrojo levemente y le esquivó la mirada. Algo había pasado.
Lo normal es que Ana atreviera a preguntarle, que me mantuviera callada y que lo dejara pasar. A fin de cuentas, no me afectaba en nada. Pero por otro lado... No, esta vez sí se atrevió. Quizás por el hecho de que a Noelia si la veía como ella, una chica del montón, y se sentía con más confianza para preguntarle, así que al final de clase lo hizo.
- ¿Estas bien?
- Eh... s-si Ana, ¿por qué lo preguntas?
- Bueno, ayer no apareciste por clase y hoy estas tan callada... y después de lo que paso con Caro...
- ¡No digas nada! - chilló asustada Noelia - La gente nos miró un poco sorprendida pero pronto siguió su camino - Noelia mientras parecía que se tranquilizaba
- Noe, tienes que contármelo ¿qué paso? ¿te atacaron?
- ¿Qué? Oh no, no, nada de eso. Más bien... Bueno, de acuerdo, vámonos a mi casa, ahora no hay nadie y podemos hablar en privado.
Y así hicieron. La casa de Noelia era muy bonita. Los padres se notaba que vivían cómodamente porque era una casa grande, espaciosa y muy bien amueblada, con colores muy cálidos. La habitación de mi amiga se encontraba en el piso de arriba, y era tal como Ana me imaginaba de ella: rosa, llena de muñecos... la habitación de una niña, acorde con la edad que aparentaba. Noelia la hizo sentarse en la cama.
- Verás... al salir de clase como viste, Carolina me llevó con ella. Había dos coches esperándonos. En uno se montaron sus amigas, y en otro me montó con ella en el asiento de atrás. Delante iban dos chicos mayores, universitarios. Nada más dentro empezó a gritarme:
-¡Por qué me espiabas putita!
- N-no pretendía hacerlo Carolina. Solamente, oí unos gemidos...
- ¿Y eso te da derecho a espiarme? - Me grito - Yo estaba asustada, a punto de llorar, y de repente su cara cambió y se empezó a reír - No te asustes, estaba bromeando... un poquito. Lo que has visto no lo puedes decir a nadie, ¿me entiendes?
- S-sí, tranquila Carolina, no se lo diré a nadie
- Lo sé, pequeña... - me dijo con un tono meloso - Y dime... ¿te gustó?
- ¿Perdón?
- ¿Te gustó verme como me tiraba al profesor? ¿Te pusiste caliente¿?
- Yo... bueno... veras....
- No hace falta que lo niegues - me decía mientras se acercaba lentamente a mi - se te nota en la cara. Ese rojo en tu cara me parece encantador. Y verás, te voy a decir una cosa... - y lentamente se acercó a mi oído y me susurró - no ha sido ni de lejos el mejor polvo que he echado. Y luego acercó sus labios a los míos y... me besó
- ¿TE BESÓ? - gritó una Ana que no daba crédito a lo que estaba oyendo
- Si... bueno... no me besó solo...
- ¿Cómo?
- Si... verás, en ese momento empezó a acariciarme con una mano el pelo, y con la otra... fue bajando lentamente a mi brazo, a mi barriga... cuando me di cuenta estaba acariciándome el muslo y luego...
- ¿Y luego?
- Yo... veras... - Y sin que me lo esperara Noelia se acercó de golpe y me besó. Apasionadamente
Al principio, Ana no sabía cómo reaccionar. Nunca se había visto una situación así, y, además, le estaba gustando el beso. Aunque Noelia lo hacía muy torpemente, lo hacía con muchas ganas. le introducía con ansias la lengua y no paraba de morderle el labio, pero aun así esa intensidad le gustaba. Desde luego no era el peor beso que recibía (aunque no es que hubiera recibido muchos hasta entonces, a decir verdad). Pero pasado unos momentos reaccionó y la empujó de su lado
- Perdona - dijo Noelia con rostro culpable - No sé qué me ha pasado, solo que...
- No pasa nada - acertó a decirle Ana- se lo que te ha pasado. Te has calentado ¿verdad?
- Sí..., se que no debería pero... y eso que no sabes nada
- ¿Hubo más? ¿Te folló?
- ¿Estás loca? Nooo, que asco! - su voz decía una cosa pero su rostro decía otra diferente al respecto - no, ella no me follo... pero... mira, fuimos hasta un bar, que resultó que pertenecía a uno de los chicos del otro coche. Y nos llevaron a dentro. Carolina se fue con nuestro conductor a la habitación del almacén. Yo me quede con el otro chico, que me miraba fijamente. No te lo negaré, me daba mucho morbo. Y cuando me agarro de la mano... yo me derretía. Me preguntó que porqué estaba aquí, y yo le conté lo que había pasado en los baños del instituto. El me miro con una sonrisa y me dijo que no debía mirar esas cosas, y... me llevo de la mano a los baños del bar. Me metió en uno de ellos y me dijo - Esas cosas, pequeña... es mejor protagonizarlas
- No me digas que... - Ana no cabía de su asombro
- Me metió en uno de los baños. Me abrazó por detrás, me besaba el cuello... Ana, te juro que me derretía. Sentía una calentura que... ¡Ana, nunca me habían besado hasta ayer!
- ¿¿¿Nunca???
- Nunca, y yo tenía muchas ganas. Había visto videos, revistas, pero... mis padres son muy estrictos al respecto, y en casa, aunque no estén, nunca me atrevo a hacer nada, ni tocarme, por si algún día aparecen de improviso. Pero en ese baño... ese chico me estaba tocando por debajo de mi ropa. Me decía que le encantaban mis pechos, porque eran muy pequeñitos y que mis pezones se resaltaban. Me metió una mano en mi... en mi sexo. ¡Me encanto Ana! Y cuando me di cuenta tenía la falda y las bragas bajadas
- Y... te lo hizo? ¿Perdiste la virginidad?
- No, no, sigo virgen
- ¿Entonces? ¿Paso algo?
- Sí... sigo virgen de... eso. Pero me metió la cosita en otro sitio...
- ¿Por el culo?
- S-si.
- ¿¿¿En serio???¿Y te dolió? ¿Cómo fue? - Ana estaba excitando por momentos, y a la vez, le corroía la envidia.
- Me dolió horrores. Me la metió de golpe. Y vi las estrellas. Pero... tía, al poco rato sentí un cosquilleo... me agarro de la cintura y empezó a darme, sin parar. Yo me tapaba la boca como podía. NO quería que nadie me oyera. Pero cuando me gire a mirar en la puerta... ¡estaba Carolina! ¡Sonriéndome! Y... me volvió a besar. Y entonces, sentí un escalofrió en mi cuerpo y no pude evitar ponerme a gritar
- Te corriste
- S-si... me dijo - y empezaron a salirle lagrimas en los ojos. Yo la abracé como pude
- No puedes decir nada a nadie tía
- Tranquila, seré nuestro secreto... y el de Carolina - y las dos se pusieron a reír como locas. Abrazadas durante un buen rato. Y cuando se cansaron, Noelia la miró fijamente de nuevo. Y podría haber sido cosa de ella, porque aunque negara admitirlo ardía de deseos pero esta vez fui Ana quien, adelantándose a su deseo, la besó. Mitad por rabia, mitad por envidia, y mitad por deseo. Deseaba sentir eso que Noelia había sentido. Quería haber sido la protagonista de esa aventura. Pero al menos de esta manera era protagonista de otra. Y por eso, animada por la situación, empezó a acariciarle los muslos, y lentamente le fué metiendo sus manos por debajo de su camiseta
- Ana, no... - se quejó Noelia. Pero no hizo nada por pararla, más bien al revés. Cuando menos se dio cuenta estaba de nuevo mordiéndome la boca a Ana. Esta, cariñosamente le fue enseñándole lo poco que sabía de besos y poco a poco las dos fueron aumentando la intensidad. En un determinado momento Ana se animó y empezó a a quitarle la camiseta a la adolescente con cara de niña, y luego su pequeño sujetador. Ella se dejaba, sumisa, pero deseosa de que continuara. Después le desabrochó la faldita y miró fijamente sus braguitas de Hello Kitty que esta llevaba.
En ese momento Ana tuvo un momento de lucidez. ¿Qué estaba haciendo? ¿Montándoselo con una chica? No había tenido sexo con un chico y ahora se lanzaba como loca a por una chica. Pero, de nuevo, su lado salvaje hasta ese entonces desconocido, salió de nuevo a la luz.
Ana comenzó a pasar sus dedos por las braguitas de Noelia, acariciándole el clítoris de esa manera. Noelia se iba calentando cada vez más, sus braguitas se mojaban más a cada caricia que daba... y en ese momento Ana, comenzó a bajárselas hasta la altura de sus tobillos, sin quitárselas. Se quitó las gafas y la fue besando lentamente, comenzando desde el tobillo y subiendo poco a poco, sin dejar de besarla por sus piernas. Cuando llegó a la altura de los muslos, los mordió. No sabía por qué, pero era algo que le excitaba. Y lentamente acerqué la boca a su clítoris... y en ese momento sonó el teléfono.
Las dos jóvenes se levantaron asustadas y Ana se subió como pudo las braguitas y bajó rápidamente al salón a coger la llamada. Ana, mientras, se tranquilizó de golpe, dándose cuenta de lo que había estado a punto de hacer y se dispuso a bajar también. Cuando lo hizo se encontró con Noelia, aún desnuda, mirándola extrañada.
- Tengo que irme Noelia, de verdad, tengo que irme.
- Pero... si no era nada, era una amiga de mi madre preguntando por ella. Podemos seguir...
- No, no... no puedo, lo siento.
- Pero... yo... Entiendo - mintió. Se sentía turbada, pero a su vez deseosa de continuar. Pero Ana no era de la misma opinión. Y se fue. Turbada.
Cuando llegué a casa, aún no podía creer lo que había pasado. Un torbellino de cosas pasaban por su cabeza ¿Por qué había hecho eso? ¿Cómo se había calentado tanto? ¿Era lesbiana? No, no puede ser, si de algo estaba segura es de que le gustaban chicos... ¿bisexual? ¿Y cómo trataría con Noelia a partir de ahora?
Eran un torbellino de sensaciones. Pero, muy en el fondo, su lado salvaje sonreía. Había salido a la luz por fin. Y no sería la última.
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