Hola poringueros y poringueras. Mi mujer y yo somos una pareja de 40 años, tanto ella como yo entrados en kilos, solo que a mi esposa les quedan bárbaros. Es cierto, no luce como a los veinte pero su figura de mujer se acentuó aún más. Sus pechos son más generosos y su culito más grande y hermoso.
Este verano vino de Misiones su sobrino Lucas unos días de vacaciones a casa para salir de su rutina. El tiene 18 años y trabaja en el aserradero de su padre todo el día, por lo que posee una figura atlética de buen porte.
Un par de días después de su llegada noté como Lucas miraba a su tía lo que, lejos de ponerme celoso, me llenaba de morbo. Al verlo me lo imaginaba dándole bomba por detrás a mi mujer y la pija se me ponía dura como hierro de construcción.
Le comenté a mi mujer esta situación y ella me respondió que se había dado cuenta de esto, por eso aproveché y le pedí que me hiciera unos lindos cuernos con su sobrino. Mi mujer no cabía en su asombro, pero a su vez le calentaba toda esa historieta...
Lo cierto es que aprovechamos una noche que lo invitamos a comer a un resto de Las Cañitas.
Mi mujer no podía ir más provocativa. Tenía una blusa muy ajustada color crema, a propósito se puso un brassier color borravino para que se notase aún con la blusa puesta. Su pantalón blanco le marcaba su pubis hasta parecer un culito y sus zapatos también eran blancos con unos finos y altos tacos. Más puta imposible... Para agregarle algo de discreción (muy poco) se puso un saco de verano tipo blazer. Su pelo suelto, su boca maquillada con brillo... Sólo le faltaba que le ponga un moño para que parezca más regalada.
Lucas, como buen pendejo, se le iban los ojos detrás de la imagen provocativa de su tía. Ella se le insinuaba todo el tiempo, le tomaba la mano sosteniéndole la mirada, le hacía comentarios con doble sentido, le miraba el bulto y se relamía...
Finalmente el gurí picó, le preguntó por mi y ella le dijo que no solo aceptaba todo sino que iba a presenciar como se cogían a su mujercita. Lucas se encojió de hombros, tomó con firmeza a mi esposa y le comió literalmente la boca mientras le manoseaba sus nalgas por sobre el pantalón.
Subimos al auto, solo que ellos iban en el asiento de atrás, poniendo a tono con besos fogosos y manos que recorrían sus cuerpos mutuamente.
-Te calienta como te manoseo tu mujer, tío? -me preguntó lleno de morbo.
-Si Lucas!!!! Dale una buena cogida a tu tía que yo no lo puedo hacer... -respondí.
Entramos a casa los tres, sólo que mi mujer tenía otra sorpresa más. Le dio a Lucas varios rollos de cinta de embalar para amordasarme la boca y sujetarme de pies y manos. Me ordenaron desnudarme y quedarme tirado en el suelo. Eso no era parte del trato pero la situación me desbordaba, era una sensación de haber perdido las riendas del asunto que, sin embargo, no dejaba de calentarme.
Mientras Lucas cumplía con esto, mi mujer quedaba unicamente con una diminuta tanga que parecía perderse dentro de sus cavidades.
Ya en el suelo era testigo de como mi mujer le comía la pija a su sobrino con suma avidez, se la tragaba hasta el fondo, relamía la cabeza le daba escupidas y la volvía a chupar con el mismo entusiasmo con el que empezó. Su sobrino la tomaba de la cabeza para que no se apartara ni un minuto de su inmensa pija. Minutos más tarde le largó un chorro de leche bien espeso que desbordaba por la comesura de los labios de ella. Con la mano tomó los restos que no pudo llegar con la lengua y se tragó hasta el último resto. Se abrazaron y se besaron, y juntos dieron cuenta que aún sin poder pajearme por estar sujetado, dejé el suelo un charco de semen producto de la sobreexcitación que tenía.
Mi mujer le masajeaba la pija al sobrino para ir de nuevo al ataque y en tiempo record el muchacho desbardaba virilidad.
Tomo a mi mujer, la empujó sobre una mesita ratona y empezó a comerle la conchita desde atrás mientras le hundía su dedo pulgar en el ano, todo esto en medio de gritos y quejidos de ella. Sus gritos se fueron haciendo más continuos e intensos y sus ojos quedaban en blanco.
Cuando pudo recomponer un hilo de luz le susurró: "Rompeme la cola a tu tía, nene".
Lucas blandeó su pene y lentamente empezó a metérsela por la cola a mi mujer mientras ella acariciaba con conchita como una experta actriz porno.
El la tomó de sus pechos y empezó a bombear la bella cola de su tía, haciéndola grita de dolor y placer.
-Te gusta putita? -le preguntó Lucas ensimismado.
-Ayyy!!!! ... Siiiii, Luqui!!!... Dámela toda adentro!!!!... Ayyyy!!!! Llename la... colita...!!!! -llegó a decir mi esposa que gozaba de un macho con todas las letras.
-Decile al cornudito del tío de quien sos.
-Soy... tuya Lucas!!!! -respondió mi mujer.
Con el alarido de los dos acabaron juntos, mientras que del culo de mi esposa le chorreaba el semen que desbordaba a borbotones.
Así estuvieron todas las vacaciones de Lucas en casa, que en un principio iba ser de un par de días y terminó siendo de un mes y medio.
Este verano vino de Misiones su sobrino Lucas unos días de vacaciones a casa para salir de su rutina. El tiene 18 años y trabaja en el aserradero de su padre todo el día, por lo que posee una figura atlética de buen porte.
Un par de días después de su llegada noté como Lucas miraba a su tía lo que, lejos de ponerme celoso, me llenaba de morbo. Al verlo me lo imaginaba dándole bomba por detrás a mi mujer y la pija se me ponía dura como hierro de construcción.
Le comenté a mi mujer esta situación y ella me respondió que se había dado cuenta de esto, por eso aproveché y le pedí que me hiciera unos lindos cuernos con su sobrino. Mi mujer no cabía en su asombro, pero a su vez le calentaba toda esa historieta...
Lo cierto es que aprovechamos una noche que lo invitamos a comer a un resto de Las Cañitas.
Mi mujer no podía ir más provocativa. Tenía una blusa muy ajustada color crema, a propósito se puso un brassier color borravino para que se notase aún con la blusa puesta. Su pantalón blanco le marcaba su pubis hasta parecer un culito y sus zapatos también eran blancos con unos finos y altos tacos. Más puta imposible... Para agregarle algo de discreción (muy poco) se puso un saco de verano tipo blazer. Su pelo suelto, su boca maquillada con brillo... Sólo le faltaba que le ponga un moño para que parezca más regalada.
Lucas, como buen pendejo, se le iban los ojos detrás de la imagen provocativa de su tía. Ella se le insinuaba todo el tiempo, le tomaba la mano sosteniéndole la mirada, le hacía comentarios con doble sentido, le miraba el bulto y se relamía...
Finalmente el gurí picó, le preguntó por mi y ella le dijo que no solo aceptaba todo sino que iba a presenciar como se cogían a su mujercita. Lucas se encojió de hombros, tomó con firmeza a mi esposa y le comió literalmente la boca mientras le manoseaba sus nalgas por sobre el pantalón.
Subimos al auto, solo que ellos iban en el asiento de atrás, poniendo a tono con besos fogosos y manos que recorrían sus cuerpos mutuamente.
-Te calienta como te manoseo tu mujer, tío? -me preguntó lleno de morbo.
-Si Lucas!!!! Dale una buena cogida a tu tía que yo no lo puedo hacer... -respondí.
Entramos a casa los tres, sólo que mi mujer tenía otra sorpresa más. Le dio a Lucas varios rollos de cinta de embalar para amordasarme la boca y sujetarme de pies y manos. Me ordenaron desnudarme y quedarme tirado en el suelo. Eso no era parte del trato pero la situación me desbordaba, era una sensación de haber perdido las riendas del asunto que, sin embargo, no dejaba de calentarme.
Mientras Lucas cumplía con esto, mi mujer quedaba unicamente con una diminuta tanga que parecía perderse dentro de sus cavidades.
Ya en el suelo era testigo de como mi mujer le comía la pija a su sobrino con suma avidez, se la tragaba hasta el fondo, relamía la cabeza le daba escupidas y la volvía a chupar con el mismo entusiasmo con el que empezó. Su sobrino la tomaba de la cabeza para que no se apartara ni un minuto de su inmensa pija. Minutos más tarde le largó un chorro de leche bien espeso que desbordaba por la comesura de los labios de ella. Con la mano tomó los restos que no pudo llegar con la lengua y se tragó hasta el último resto. Se abrazaron y se besaron, y juntos dieron cuenta que aún sin poder pajearme por estar sujetado, dejé el suelo un charco de semen producto de la sobreexcitación que tenía.
Mi mujer le masajeaba la pija al sobrino para ir de nuevo al ataque y en tiempo record el muchacho desbardaba virilidad.
Tomo a mi mujer, la empujó sobre una mesita ratona y empezó a comerle la conchita desde atrás mientras le hundía su dedo pulgar en el ano, todo esto en medio de gritos y quejidos de ella. Sus gritos se fueron haciendo más continuos e intensos y sus ojos quedaban en blanco.
Cuando pudo recomponer un hilo de luz le susurró: "Rompeme la cola a tu tía, nene".
Lucas blandeó su pene y lentamente empezó a metérsela por la cola a mi mujer mientras ella acariciaba con conchita como una experta actriz porno.
El la tomó de sus pechos y empezó a bombear la bella cola de su tía, haciéndola grita de dolor y placer.
-Te gusta putita? -le preguntó Lucas ensimismado.
-Ayyy!!!! ... Siiiii, Luqui!!!... Dámela toda adentro!!!!... Ayyyy!!!! Llename la... colita...!!!! -llegó a decir mi esposa que gozaba de un macho con todas las letras.
-Decile al cornudito del tío de quien sos.
-Soy... tuya Lucas!!!! -respondió mi mujer.
Con el alarido de los dos acabaron juntos, mientras que del culo de mi esposa le chorreaba el semen que desbordaba a borbotones.
Así estuvieron todas las vacaciones de Lucas en casa, que en un principio iba ser de un par de días y terminó siendo de un mes y medio.
17 comentarios - Mi mujer atiende a su sobrino
Buen relato !
Gracias por compartir 👍
Yo comenté tu post. Vos... ¿comentaste el mío?