Todos buscan lugares exóticos para mantener relaciones sexuales, un ascensor, un avión, en un gomom haciendo rafting, en fin, como el viejo chiste de los play boy el más entendido se olvidaba la pose: Yo arriba y ella abajo. Lo suyo era tan variado, en suma que no voy a poder ensayar aquí la descripción de un polvo excepcional ya sea por la acción llevada para su cometido, como así también en donde se realizó.
Solía pasar las vacaciones en el desierto de la Provincia de La Pampa, más específicamente en Telen. Cuando llegue a los 18 realmente estaba harto de la arena, la ausencia de la televisión un teléfono.
Por lo que debí dedicarme a buscar otra actividad que me permitiera pasar el mes haciendo algo más allá de andar a caballo a las mañanas ya que pasado las once el sol rajaba la tierra.
Le tire a mis primas algunas indirectas y sobre todo cuando nos íbamos a bañar al tanque australiano que quejosamente subía el agua con un viento con modorra.
La poca bola que me pasaban mis primas se hizo manifiesta, por lo que a mi entender en ese entonces era mostrar mi bulto de mi poronga al palo fijándome en sus muslos, tetas y nalgas, que bien proveían de buen material para mi imaginación, lo que terminaba en desaforadas pajas.
Carmen era la hija de puestero de campo de mi tío, y no pude eludir que atendiera a mi juego. Por lo que un día me llevo hasta el un galpón donde había acomodado recientemente una buena cantidad de eno.
Ni bien nos sentamos empezó a acariciar mi pija sobre el calzoncillo, y luego con la punta de sus dedos el desnudo y sintió su suavidad y turgencia.
El glande brillaba y acerco sus labios para rosarlos y lo hizo tranquila hasta que empezó a salir la miel, la cual se la llevo directamente a le lengua y se la mando a guardar toda.
Debo reconocer mi torpeza a la segunda chupada me fui en una eyaculación precoz anunciada de lo caliente que estaba.
Carmen era linda, regordeta pero armónica y de unos modos tan peculiares que la hacían distinta.
Se puso en cuatro patas, luego de levantar mi pija de nuevo, y la dirigió a su culo. Susurrando dijo, no me voy a morir si sentirla entera dentro de mi culo.
Apretaba los pastos con sus manos, y nuestro pelo estaba lleno de recortes de la cosecha. Desnudos. Yo flaco y amargo y ella regordeta y hermosa.
Cogimos, dormimos, y seguíamos jugando, juego que duro toda mi estancia en el campo.
Me fui, luego de una gran despedida a Carmen.
Deseaba volver a Telen al campo para darle rienda suelta a mis instintos. Al años siguiente Carmen estaba casada y tenía un niño, no atine a ninguna pregunta, ni comentario. Evite quedarme solo con ella durante la estadía. No volví más a ese campo.
Solía pasar las vacaciones en el desierto de la Provincia de La Pampa, más específicamente en Telen. Cuando llegue a los 18 realmente estaba harto de la arena, la ausencia de la televisión un teléfono.
Por lo que debí dedicarme a buscar otra actividad que me permitiera pasar el mes haciendo algo más allá de andar a caballo a las mañanas ya que pasado las once el sol rajaba la tierra.
Le tire a mis primas algunas indirectas y sobre todo cuando nos íbamos a bañar al tanque australiano que quejosamente subía el agua con un viento con modorra.
La poca bola que me pasaban mis primas se hizo manifiesta, por lo que a mi entender en ese entonces era mostrar mi bulto de mi poronga al palo fijándome en sus muslos, tetas y nalgas, que bien proveían de buen material para mi imaginación, lo que terminaba en desaforadas pajas.
Carmen era la hija de puestero de campo de mi tío, y no pude eludir que atendiera a mi juego. Por lo que un día me llevo hasta el un galpón donde había acomodado recientemente una buena cantidad de eno.
Ni bien nos sentamos empezó a acariciar mi pija sobre el calzoncillo, y luego con la punta de sus dedos el desnudo y sintió su suavidad y turgencia.
El glande brillaba y acerco sus labios para rosarlos y lo hizo tranquila hasta que empezó a salir la miel, la cual se la llevo directamente a le lengua y se la mando a guardar toda.
Debo reconocer mi torpeza a la segunda chupada me fui en una eyaculación precoz anunciada de lo caliente que estaba.
Carmen era linda, regordeta pero armónica y de unos modos tan peculiares que la hacían distinta.
Se puso en cuatro patas, luego de levantar mi pija de nuevo, y la dirigió a su culo. Susurrando dijo, no me voy a morir si sentirla entera dentro de mi culo.
Apretaba los pastos con sus manos, y nuestro pelo estaba lleno de recortes de la cosecha. Desnudos. Yo flaco y amargo y ella regordeta y hermosa.
Cogimos, dormimos, y seguíamos jugando, juego que duro toda mi estancia en el campo.
Me fui, luego de una gran despedida a Carmen.
Deseaba volver a Telen al campo para darle rienda suelta a mis instintos. Al años siguiente Carmen estaba casada y tenía un niño, no atine a ninguna pregunta, ni comentario. Evite quedarme solo con ella durante la estadía. No volví más a ese campo.
3 comentarios - Ningún Lugar
Buena historia nene.
Gracias por compartir 👍