Buenas a todos, la verdad es que siempre leo y releo los Relatos de P! y no hay video que me la ponga tan dura. Así que me decidí a contarles algo para ver si les gusta.
Hace unos años viví en una ciudad del sur de Buenos Aires. Yo soy de Córdoba pero a mis 22 años conseguí trabajo allá y por eso me fui. Fueron cinco años bastante duros al principio. No lograba hacer amigos ni conseguía a ninguna chica para hacer menos fríos los crudos inviernos casi patagónicos. Con el pasar de los años me fui acostumbrando y me fui haciendo de algunos amigos. Y como buenos pajeros, con mis amigos disfrutábamos cuando alguna chica nueva entraba a trabajar con nosotros, y la mirábamos de arriba a abajo. Sin embargo cuando la conocí a ella fue distinto. Hacía mucho tiempo que no veía un culito que me calentara tanto. Era un verdadero caramelo. Cada mañana me la cruzaba cuando ibamos a tomar el colectivo para ir a nuestro trabajo. Ella, fría y distante, no me dirigía la palabra, ni siquiera un saludo. Por comentarios yo sabía que ella hacía tiempo ya que estaba de novia y quizás por eso me ignoraba. Yo, a decir verdad, también era bastante tímido y nunca le sacaba conversación. Pero no me resultaba algo incómodo, ya que aunque no me hablara, podía ir caminando hasta la parada del bondi, tres pasos atrás de ella, mirando casi hipnotizado como se balanceaba su cola redonda. Ella era la típica petisita culona, muy pocos pechos, pero con un culo verdaderamente sublime. Gordito, paradito, ya se adivinaba que era la glora desde la cintura. Así que sin mediar palabra, me quedaba unos pasos atrás y caminaba mirando ese culo hermoso.
El destino quiso que, un par de años después, ella se dejara con su novio. Estábamos en pleno verano y hacía un calor impresionante. Empezamos a volver juntos del trabajo en bicicleta y nos empezamos a gustar. Para marzo de ese año ya habíamos tenido un par de enrosques en su auto besándonos como dos adolescentes que me habían dejado muy caliente. Con el tiempo finalmente se dio y nos echamos unos polvos realmente muy llenos de ternura y cariño. Yo siempre creí que ella iba a ser muy tímida en la cama. Era muy puritana y había tenido solo dos novios. Además era muy religiosa. Sin embargo me sorprendió desde la primera noche, porque sabía lucir muy bien ese culo con unas tangas dignas de Realitykings. Ni les cuento como se movía. Pero se negaba a chupármela. Por más que se la acercara a la boca, solo le daba unos besos tímidos y la dejaba.
Con el pasar del tiempo tuvimos varias peleas porque yo tuve algunos deslices y la cosa se fue enfriando. Luego yo me mudé de ciudad y cada vez nos veíamos menos.
Yo tengo que viajar con cierta frecuencia de mi ciudad a aquella ciudad en Buenos Aires. Esto sucedió una de las veces que fui de visita. Desde el mismo día que llegué empecé a escribirle para que nos viéramos. Ella siempre se mostró muy cortante y me dijo que no. Yo ya había perdido todas las esperanzas. Mi última noche allí me emborraché y le escribí a la madrugada, como buen borracho. Ella nunca contestó. Faltaban solo un par de horas para que me fuera, era domingo y yo tenía una resaca insoportable. Sin embargo la resaca me pone más sensible que lo normal. Estaba durmiendo una siesta cuando me llega un mensaje. Decía: "Querés que nos juntemos a charlar un rato antes de que te vayas? Pero solo a charlar eh". Yo entendí que su aclaración me estaba pidiendo a gritos que le parta la boca. Así que me pegué una ducha, me lavé los dientes y la esperé con unos mates. Se demoraba demasiado, y mi colectivo ya estaba por salir. Cuando faltaba media hora para que salga mi cole, siento que golpean la puerta. Yo ya estaba desesperado.
Llegó y empezó a gritarme, pidiéndome explicaciones de por qué había cogido con otra estando con ella. Yo casi no podía escucharla de la calentura que tenía. Recién venía del gimnasio y estaba todavía con las calzas puestas. Si de por sí su culo era sublime, con las calzas era algo descomunal. Redondo, macizo y bien parado. Pedía a gritos que se lo manosee. Y casi como un loco me le abalancé mientras me gritaba. La arrinconé contra la pared y le partí la boca. Al instante que la besé, le metí una mano en el culo, recorriendo todo el cachete. Me pedía que parara, pero igual respondía a los besos. Yo sabía que el tiempo corría.
- Pará en serio! Me cagaste! No podés besarme ahora!
- Dale si te morís de ganas de que te bese
- No, esto no está bien
- No te gusta como te toco el culo?
Ella seguía esforzándose por zafarse y yo la apoyaba cada vez más con la verga hecha un roble. Finalmente la di vuelta y le apoye todo el tronco de mi verga entre los cachetes de ese orto descomunal. Mientras tanto de costado la seguía besando y con una mano había empezado a masajearle la conchita. Cuando empecé a tocarla me di cuenta al instante de que la situación la estaba calentando mucho. Desde afuera de la calza se sentía el calor de su conchita y como latía. Le metí la mano por debajo y hundí mi dedo entre sus labios, sorprendiéndome de lo chorreada que estaba. Toda su tanga ya estaba empapada y mi dedo se deslizó sin resistencia. Empecé a tocarle suavemente el clítoris mientras ella gemía como buena perra. Mientras tanto de atrás le apoyaba toda mi verga entre sus nalgas. De repente se pudo zafar y me empujó. Me dijo:
- Tenés razón, me moría de ganas de que me toques el culo
- Y por qué te salís?
- Porque no vamos a poder coger, tu colectivo ya se va
- Como que no vamos a poder coger????
- Si, no vamos a poder, solo queda tiempo para una cosa.
En ese momento me empujó y me sentó en una silla. Con carita de puta se agachó y me bajó el cierre del jean. Sacó mi verga que estaba hinchada y venosa como pocas veces. Olía a macho y ya empezaba a chorrear juguito por la punta. Sus ojos adquirieron un brillo de lujuria y mirándome, comenzó a pasar suavemente su lengua por la punta, estirando una gotita de juguito y saboréandola. Luego empezó a besarla y a humectarla desde el abajo hacia arriba. Se tomó su tiempo para poder mojármela completa. Cuando estuvo completamente humectada con su saliva, la agarró con su mano derecha y me dijo:
- Ahora vas a ver lo que es una buena despedida
- Ah si?
- Si, vas a saber por qué no te la quería chupar
- Sabés chuparla bien?
- Fijate
Y empezó a alternar movimientos de su mano y su boca de una forma que me hacía ver las estrellas. Con la boca y la lengua me estimulaba la cabeza de la verga, y con la mano, de forma circular, subía y bajaba. Empezó lentamente y gimiendo cada vez que la tragaba. Yo no podía creer la sensación que tenía en la pija, era algo incomparable a todo lo que había sentido antes. Sentí que no iba a poder durar mucho y encima estaba bastante cargado. Ella no le daba bola a nada y me miraba con cara de viciosa mientras subía y bajaba.
- Que putita resultaste eh?
- Viste? Soy tu putita, la que mejor te chupa la verga
- Ay pará, más despacio que no voy a aguantar
- No, no quiero parar, te quiero secar hasta la última gota.
- En serio pará que voy a explotar
- Explota en la boca de tu putita, llename de tu leche de macho
Con eso que me dijo, ya no pude más, me hizo ver las estrellas. En ese momento sentí que me hervían los huevos y me empezaban a vibrar. Y desde lo más profundo sentí que subía el primer chorro. Ella también sintió que venía y en lugar de parar, se la tragó para sentir la leche contra el palada. No sé como hizo pero se bancó cada uno de mis espasmos y cada uno de mis lechazos sin siquiera derramar una gotita. Mientras salian la sentía gemir y la ví que empezó a tocarse la conchita. Cuando tuve el último espasmo sentí casi que perdía la conciencia. Pero ella seguía exprimiendomela desde la base hasta la punta. Me secó los huevos como nunca. Me sacó hasta la última gota, la más espesa. Después la ví que en tres tragos se llevó toda mi descendencia. Me miró y me dijo:
- Viste que la chupo bien?
- Aaaarrgggghhhh....
Yo todavía tenía los ojos en blanco. Cuando volví de las estrellas miré la hora. Mi colectivo pasaba en dos minutos. Agarré el bolso y salí corriendo después de darle un beso sintiendo el gusto de mi leche en su boca. Subí al colectivo con las piernas aún temblando. Fue sin dudas la mejor despedida
Hace unos años viví en una ciudad del sur de Buenos Aires. Yo soy de Córdoba pero a mis 22 años conseguí trabajo allá y por eso me fui. Fueron cinco años bastante duros al principio. No lograba hacer amigos ni conseguía a ninguna chica para hacer menos fríos los crudos inviernos casi patagónicos. Con el pasar de los años me fui acostumbrando y me fui haciendo de algunos amigos. Y como buenos pajeros, con mis amigos disfrutábamos cuando alguna chica nueva entraba a trabajar con nosotros, y la mirábamos de arriba a abajo. Sin embargo cuando la conocí a ella fue distinto. Hacía mucho tiempo que no veía un culito que me calentara tanto. Era un verdadero caramelo. Cada mañana me la cruzaba cuando ibamos a tomar el colectivo para ir a nuestro trabajo. Ella, fría y distante, no me dirigía la palabra, ni siquiera un saludo. Por comentarios yo sabía que ella hacía tiempo ya que estaba de novia y quizás por eso me ignoraba. Yo, a decir verdad, también era bastante tímido y nunca le sacaba conversación. Pero no me resultaba algo incómodo, ya que aunque no me hablara, podía ir caminando hasta la parada del bondi, tres pasos atrás de ella, mirando casi hipnotizado como se balanceaba su cola redonda. Ella era la típica petisita culona, muy pocos pechos, pero con un culo verdaderamente sublime. Gordito, paradito, ya se adivinaba que era la glora desde la cintura. Así que sin mediar palabra, me quedaba unos pasos atrás y caminaba mirando ese culo hermoso.
El destino quiso que, un par de años después, ella se dejara con su novio. Estábamos en pleno verano y hacía un calor impresionante. Empezamos a volver juntos del trabajo en bicicleta y nos empezamos a gustar. Para marzo de ese año ya habíamos tenido un par de enrosques en su auto besándonos como dos adolescentes que me habían dejado muy caliente. Con el tiempo finalmente se dio y nos echamos unos polvos realmente muy llenos de ternura y cariño. Yo siempre creí que ella iba a ser muy tímida en la cama. Era muy puritana y había tenido solo dos novios. Además era muy religiosa. Sin embargo me sorprendió desde la primera noche, porque sabía lucir muy bien ese culo con unas tangas dignas de Realitykings. Ni les cuento como se movía. Pero se negaba a chupármela. Por más que se la acercara a la boca, solo le daba unos besos tímidos y la dejaba.
Con el pasar del tiempo tuvimos varias peleas porque yo tuve algunos deslices y la cosa se fue enfriando. Luego yo me mudé de ciudad y cada vez nos veíamos menos.
Yo tengo que viajar con cierta frecuencia de mi ciudad a aquella ciudad en Buenos Aires. Esto sucedió una de las veces que fui de visita. Desde el mismo día que llegué empecé a escribirle para que nos viéramos. Ella siempre se mostró muy cortante y me dijo que no. Yo ya había perdido todas las esperanzas. Mi última noche allí me emborraché y le escribí a la madrugada, como buen borracho. Ella nunca contestó. Faltaban solo un par de horas para que me fuera, era domingo y yo tenía una resaca insoportable. Sin embargo la resaca me pone más sensible que lo normal. Estaba durmiendo una siesta cuando me llega un mensaje. Decía: "Querés que nos juntemos a charlar un rato antes de que te vayas? Pero solo a charlar eh". Yo entendí que su aclaración me estaba pidiendo a gritos que le parta la boca. Así que me pegué una ducha, me lavé los dientes y la esperé con unos mates. Se demoraba demasiado, y mi colectivo ya estaba por salir. Cuando faltaba media hora para que salga mi cole, siento que golpean la puerta. Yo ya estaba desesperado.
Llegó y empezó a gritarme, pidiéndome explicaciones de por qué había cogido con otra estando con ella. Yo casi no podía escucharla de la calentura que tenía. Recién venía del gimnasio y estaba todavía con las calzas puestas. Si de por sí su culo era sublime, con las calzas era algo descomunal. Redondo, macizo y bien parado. Pedía a gritos que se lo manosee. Y casi como un loco me le abalancé mientras me gritaba. La arrinconé contra la pared y le partí la boca. Al instante que la besé, le metí una mano en el culo, recorriendo todo el cachete. Me pedía que parara, pero igual respondía a los besos. Yo sabía que el tiempo corría.
- Pará en serio! Me cagaste! No podés besarme ahora!
- Dale si te morís de ganas de que te bese
- No, esto no está bien
- No te gusta como te toco el culo?
Ella seguía esforzándose por zafarse y yo la apoyaba cada vez más con la verga hecha un roble. Finalmente la di vuelta y le apoye todo el tronco de mi verga entre los cachetes de ese orto descomunal. Mientras tanto de costado la seguía besando y con una mano había empezado a masajearle la conchita. Cuando empecé a tocarla me di cuenta al instante de que la situación la estaba calentando mucho. Desde afuera de la calza se sentía el calor de su conchita y como latía. Le metí la mano por debajo y hundí mi dedo entre sus labios, sorprendiéndome de lo chorreada que estaba. Toda su tanga ya estaba empapada y mi dedo se deslizó sin resistencia. Empecé a tocarle suavemente el clítoris mientras ella gemía como buena perra. Mientras tanto de atrás le apoyaba toda mi verga entre sus nalgas. De repente se pudo zafar y me empujó. Me dijo:
- Tenés razón, me moría de ganas de que me toques el culo
- Y por qué te salís?
- Porque no vamos a poder coger, tu colectivo ya se va
- Como que no vamos a poder coger????
- Si, no vamos a poder, solo queda tiempo para una cosa.
En ese momento me empujó y me sentó en una silla. Con carita de puta se agachó y me bajó el cierre del jean. Sacó mi verga que estaba hinchada y venosa como pocas veces. Olía a macho y ya empezaba a chorrear juguito por la punta. Sus ojos adquirieron un brillo de lujuria y mirándome, comenzó a pasar suavemente su lengua por la punta, estirando una gotita de juguito y saboréandola. Luego empezó a besarla y a humectarla desde el abajo hacia arriba. Se tomó su tiempo para poder mojármela completa. Cuando estuvo completamente humectada con su saliva, la agarró con su mano derecha y me dijo:
- Ahora vas a ver lo que es una buena despedida
- Ah si?
- Si, vas a saber por qué no te la quería chupar
- Sabés chuparla bien?
- Fijate
Y empezó a alternar movimientos de su mano y su boca de una forma que me hacía ver las estrellas. Con la boca y la lengua me estimulaba la cabeza de la verga, y con la mano, de forma circular, subía y bajaba. Empezó lentamente y gimiendo cada vez que la tragaba. Yo no podía creer la sensación que tenía en la pija, era algo incomparable a todo lo que había sentido antes. Sentí que no iba a poder durar mucho y encima estaba bastante cargado. Ella no le daba bola a nada y me miraba con cara de viciosa mientras subía y bajaba.
- Que putita resultaste eh?
- Viste? Soy tu putita, la que mejor te chupa la verga
- Ay pará, más despacio que no voy a aguantar
- No, no quiero parar, te quiero secar hasta la última gota.
- En serio pará que voy a explotar
- Explota en la boca de tu putita, llename de tu leche de macho
Con eso que me dijo, ya no pude más, me hizo ver las estrellas. En ese momento sentí que me hervían los huevos y me empezaban a vibrar. Y desde lo más profundo sentí que subía el primer chorro. Ella también sintió que venía y en lugar de parar, se la tragó para sentir la leche contra el palada. No sé como hizo pero se bancó cada uno de mis espasmos y cada uno de mis lechazos sin siquiera derramar una gotita. Mientras salian la sentía gemir y la ví que empezó a tocarse la conchita. Cuando tuve el último espasmo sentí casi que perdía la conciencia. Pero ella seguía exprimiendomela desde la base hasta la punta. Me secó los huevos como nunca. Me sacó hasta la última gota, la más espesa. Después la ví que en tres tragos se llevó toda mi descendencia. Me miró y me dijo:
- Viste que la chupo bien?
- Aaaarrgggghhhh....
Yo todavía tenía los ojos en blanco. Cuando volví de las estrellas miré la hora. Mi colectivo pasaba en dos minutos. Agarré el bolso y salí corriendo después de darle un beso sintiendo el gusto de mi leche en su boca. Subí al colectivo con las piernas aún temblando. Fue sin dudas la mejor despedida
4 comentarios - Casi pierdo el colectivo