El primer día me quede en el depto acompañando a mi marido, por cualquier cosa, pero ya en el segundo el mismo empezó a insistirme para que fuera a la playa, que no desperdiciara esos días, que en cuanto se sintiera mejor se me uniría. Sabia por lo que me había dicho el doctor, que ya al tercer día del tratamiento estaría mucho mejor, y sí, estaba mejorando, pero por el momento no había ni rastros de ese desborde pasional de la primera semana. Yo por mi parte, ya iba por el tercer día de abstinencia, ni una paja siquiera, por lo que me dispuse a no dejar que pasara un cuarto día. Estaba en la playa, en vacaciones, machos dispuestos a complacerme habría a montones, solo era cuestión de encontrar el momento y el sujeto indicado. Me despedí de mi maridito, agarre mi bolso, mi sombrero y me uní en el balneario al resto de nuestros amigos. Obvio que todos me preguntaban por la salud de mi marido, deseándole una pronta mejoría y prometiendo pasar a visitarlo por la noche. Claro que como buena esposa abnegada, a cada rato lo llamaba por el celular para saber como estaba y si quería que volviera, él me insistía que no, que estaba bien, que me dedicara a disfrutar. Bueno, pensé, si él me lo pide... A partir de ese momento me puse a mirar a los tipos que pasaban cerca mio, los que estaban solos, por supuesto, y que fueran jóvenes y de buen físico, después de la experiencia que había tenido con Leo y Tonga en la pileta de Mechita, consideraba que debía cambiar el target de mis affaires. Había un par que estaban muy buenos, especialmente uno que era un muñeco, y que al cruzar nuestras miradas me dedicó una resplandeciente sonrisa. Hubiera sido él el elegido, sino fuera porque cuando ya me estaba decidiendo...llegó su novio, con dos helados, uno para cada uno. Que desperdicio, me dije a mi misma, ya que el novio también estaba para comérselo. Mientras seguía con mi búsqueda, las chicas me llamaron para ir al agua, fuimos la cuatro mientras los hombres se quedaban jugando a las cartas. Tras un rato, luego de nadar y chusmear un poco, de a una se fueron volviendo a la carpa. Yo me quede un rato mas, ampliando mi búsqueda mas allá de donde estaba instalada. En eso se me acerca Marcos.
-Por fin te encuentro sola, si no es tu marido es alguna de las chicas, pero hasta ahora no pude acercarme para hablarte- me dice.
-¿Para hablarme de qué?- le pregunto sorprendida.
-De las ganas que te tengo- me suelta así, sin anestesia.
Me agarró desprevenida, ya que Marcos siempre fue el mas serio del grupo, el mas "correcto" digamos, el que nunca se prendía en las jodas de los demás y hasta mi marido me había comentado que cuando estaban ellos solos y hablaban de mujeres, él se mantenía al margen. Llevaba con Cecilia 20 años de casados, lo que yo consideraba toda una vida, y desde que los conocí siempre los había considerado un matrimonio ejemplar. Pese a estar tanto tiempo juntos y tener ya hijos en la Universidad, se los veía tan enamorados el uno del otro que escucharlo decirme eso me tiró toda la estantería abajo.
-¿Ganas...? No te entiendo- le dije haciéndome la boluda.
-Sabes de lo que te estoy hablando, Mariela- los demás me decían Mary o Marita, pero para él siempre fui Mariela. -No, no sé...- me reí nerviosa.
-De las ganas que tengo de cogerte, de eso hablo- me dijo, ya sin chance alguna de retractación.
-Marcos, ¿con que te diste? Esta tu esposa acá nomas- le hice notar por si no se había dado cuenta.
-No pienso desperdiciar esta oportunidad de hablarte a solas-
-Pero pueden escucharte y no quiero tener problemas con Cecilia ni con mi marido- le dije.
-Por eso, mejor decidite rápido- me insistió.
-¿Decidirme a qué?- le pregunté, comenzando ya a sudar y no precisamente por el calor.
No solo estaba nerviosa, sino también excitada por tan inesperada situación, que el marido de una amiga se me arrime para decirme que me quiere garchar estando ella a unos pocos metros incitaba al morbo, no me digan que no.
-A irte conmigo- repuso mirándome desafiante a los ojos.
-Marcos, esta tu esposa, nuestros amigos, ¿de que estas hablando?-
-De irnos juntos a echarnos un polvo, de eso hablo- insistió, totalmente convencido de lo que hablaba.
En ese momento, mientras sus palabras resonaban en mi cabeza, me mordi el labio inferior, y cuando me muerdo el labio inferior significa que estoy evaluando seriamente algo, y cuando evaluo seriamente algo, sobre todo en lo referente al sexo, por lo general termino aceptando.
-No podemos irnos así como así- le objeté, aun con ciertas reticencias.
-Un paseo, decís que vas a dar un paseo por la playa, yo por mi parte digo que voy a comprar cigarrillos o cualquier boludez, nos encontramos a la salida del balneario y nos tomamos un taxi, en un par de horas estamos de vuelta- lo tenia todo planeado el muy turro.
-Un plan brillante- le digo -Pero se te olvida una cosa, si nos ven entrando juntos al edificio van a sospechar, es muy arriesgado-
Las cuatro parejas alquilabamos en el mismo edificio, por lo que si alguno de los porteros nos veía entrar juntos, sin nuestras respectivas parejas, en un horario en el que supuestamente deberíamos estar en la playa, no seria difícil imaginarse a que íbamos. Pero antes de que pudiera exponer mi objeción, él ya tenía la solución.
-No vamos a ir al edificio, sino a un telo- la palabra mágica, "telo".
Que me digan que quieren llevarme a un telo me puede, me desarma por completo, telo equivale a "coger", "culear", "chupar", no es lo mismo que decir: "Vamos a un albergue transitorio", o "Vamos a un hotel alojamiento". "Albergue transitorio" y "Hotel Alojamiento" equivalen a hacer el amor, y Marcos no me quiere hacer el amor, Marcos me quiere coger. Titubeo, no porque no quiera, o porque Marcos no me agrade, (aunque no es especialmente atractivo en ese momento me viene tan bien como cualquier otro), pero me da no se qué cagarla así a Cecilia. Cecilia es una santa, aunque...ahora que lo pienso, antes de esta charla, Marcos también me parecía un santo, y sin embargo...
-No te imaginaba así...- le digo empezando ya a volver hacia la carpa.
-¿Como?- pregunta.
-Capaz de estar con otra mujer-
-¿Y como crees que logramos estar 20 años juntos?- me dice -No sos la primera ni tampoco vas a ser la ultima, dale, ¿que decís?-
Eso ultimo que me dice me quita un poco de peso de encima, no soy la única, sino una mas. Ya casi estamos llegando a la carpa, cuando veo que Cecilia viene a su encuentro, es ahora o nunca, me volteo y por lo bajo le digo:
-A la salida del balneario en 15'-
-Ok-
Mientras avanzo hacia la carpa escucho que le dice a Cecilia que va a comprar cigarrillos, ella le dice de acompañarlo, pero él le dice que mejor no, que aparte va a hacer algunos llamados para ver como marcha la empresa que administra, que en un rato esta de vuelta. Me seco el pelo con la toalla y me echo en la reposera, justo para ver como se dan un pico y él se dirige hacia la salida del balneario.
Yo espero los prometidos 15 minutos, agarro mi bolso, me pongo el pareo alrededor de la cintura, y digo que me voy a dar un paseo.
-Ojo con andar mirando mercadería por ahí- bromea Cecilia.
-No te preocupes, solo tengo ojos para mi marido- le digo, "y para el tuyo", pienso para mí.
Apenas salgo del balneario, me pongo el sombrero y los lentes negros, como para evitar ser reconocida. Un taxi se detiene a mi lado, "si yo no llamé ningún taxi", me digo, pero antes de que pueda decirle algo al taxista, escucho la voz de Marcos que asomándose por la ventanilla trasera me dice:
-Dale, subí-
Abro la puerta y me subo junto a él en el asiento de atrás.
-A los Cedros- le dice entonces al tachero.
En apenas cinco minutos, quizás menos, llegamos al telo referido. El taxi nos deja dentro de la cochera, lejos ya de cualquier mirada indiscreta. Pasamos por la recepción, abona la tarifa por un turno, y avanzamos juntos por el pasillo rumbo al cuarto que nos dieron. En todo el trayecto, ni siquiera nos tomamos de las manos, ni siquiera recibo una caricia de su parte, recuerdo a tantos otros que en la misma circunstancia me acarician la cola y me dicen lo mucho y bien que me van a coger. El nada de nada.
Entramos a la habitación y me pregunto si aquello habrá sido una buena idea, pero todas mis inquietudes son hechas a un lado cuando Marcos se abalanza sobre mí, me toma entre sus brazos y me besa en una forma por demás jugosa y apasionada, tan jugosa que la saliva de ambos se derrama por las comisuras de nuestros labios, y tan apasionada que aparte de besos, chupones y lenguetazos, también incluimos mordidas, suaves pero mordidas al fin.
Ahora si, mientras nos besamos como si de ello dependiera nuestra subsistencia, las manos de Marcos descienden por mi espalda y, desanudandome el pareo, buscan mi cola, me la aprieta, me la pellizca, me la amasa como si quisiera darle una nueva forma, me la palmea de uno y otro lado. Me hace a un lado la tanga de la bikini y desliza sus dedos por el surco de mi culito. Me estremezco al sentirlo, me separo de sus labios, y echando la cabeza hacia atrás suelto un complaciente suspiro al sentir como me tantea el agujero del culo. Sin dejar de hurgar en ese oscuro aunque accesible orificio, me chuponea el cuello, no me resisto aunque sé que va a dejarme esas típicas marcas de calentura que luego tendré que ocultar con maquillaje.
Su boca busca de nuevo mi boca para besarme en esa forma que me provoca tanta excitación. Nos seguimos besando por un largo rato, con labios, lenguas, dientes, nos acariciamos, nos manoseamos, sus manos en mí, las mías en él. Mientras él sigue obsesionado con mi cola, le agarro el bulto por sobre el short de baño...se estremece al sentir mi suave aunque incitante apretón.
-Quiero que me chupés la pija- me dice.
-Eso ni se pide- le digo, bajandole el short.
La pija le salta hacia adelante, enhiesta y endurecida, con una leve curvatura hacia la derecha, sacudiéndose tentadoramente.
Me hinco de rodillas ante él, agarrandosela en todo momento con una mano y antes de proceder, lo miro desde abajo y le digo:
-Te vas a acordar toda la vida de mí- y acto seguido...me la como...
Me la comí entera, así empecé, devorandosela hasta los pelos, no la tenia demasiado larga, así que me entró sin problemas. La mantuve un rato adentro, sorbiendola, masticandola, y la fui soltando de a poco, cuando ya estuvo toda afuera, se la escupi dos o tres veces, con esa mezcla de saliva y fluido preseminal que se había acumulado en mi paladar, y con la mano se lo esparci por todo el contorno de la pija, huevos incluidos, iniciando enseguida un acelerado refriegue. Le sacaba chispas de lo fuerte que se la sacudía. Entonces la soltaba, la dejaba ahí, oscilando en el aire y volvía a comérmela entera, saboreando cada pedazo, para luego soltarla con un fuerte e incitante sonido de succión. Así varias veces, comiendo, escupiendo, pajeando, poniéndosela bien dura y erguida, las venas hinchadas y pulsantes, el glande enrojecido, la curvatura aun mas marcada. Se la fui besando y lamiendo desde la punta hasta la base, y al llegar abajo me prendi de sus bolas, chupandoselas con frenesí, de a una por vez, las dos juntas después, paraba para sacarme algún pelo que se me enredaba en la lengua y seguía, volviendo a subir, regresando, entre besos y lamidas, a la cima, mojada y caliente, a la cual le prodigaba la mayor de las atenciones, besandola, chupandola, sorbiendola, presionándola contra mis labios, sintiendola en pleno estado de ebullición. Se la chupé por un rato mas, dejándosela ahí nomas, al borde de la explosión, y me levanté con gesto triunfante, sabiendo que había logrado mi cometido, tal como le había dicho, no se iba a olvidar nunca mas de mí.
(continuará...)
-Por fin te encuentro sola, si no es tu marido es alguna de las chicas, pero hasta ahora no pude acercarme para hablarte- me dice.
-¿Para hablarme de qué?- le pregunto sorprendida.
-De las ganas que te tengo- me suelta así, sin anestesia.
Me agarró desprevenida, ya que Marcos siempre fue el mas serio del grupo, el mas "correcto" digamos, el que nunca se prendía en las jodas de los demás y hasta mi marido me había comentado que cuando estaban ellos solos y hablaban de mujeres, él se mantenía al margen. Llevaba con Cecilia 20 años de casados, lo que yo consideraba toda una vida, y desde que los conocí siempre los había considerado un matrimonio ejemplar. Pese a estar tanto tiempo juntos y tener ya hijos en la Universidad, se los veía tan enamorados el uno del otro que escucharlo decirme eso me tiró toda la estantería abajo.
-¿Ganas...? No te entiendo- le dije haciéndome la boluda.
-Sabes de lo que te estoy hablando, Mariela- los demás me decían Mary o Marita, pero para él siempre fui Mariela. -No, no sé...- me reí nerviosa.
-De las ganas que tengo de cogerte, de eso hablo- me dijo, ya sin chance alguna de retractación.
-Marcos, ¿con que te diste? Esta tu esposa acá nomas- le hice notar por si no se había dado cuenta.
-No pienso desperdiciar esta oportunidad de hablarte a solas-
-Pero pueden escucharte y no quiero tener problemas con Cecilia ni con mi marido- le dije.
-Por eso, mejor decidite rápido- me insistió.
-¿Decidirme a qué?- le pregunté, comenzando ya a sudar y no precisamente por el calor.
No solo estaba nerviosa, sino también excitada por tan inesperada situación, que el marido de una amiga se me arrime para decirme que me quiere garchar estando ella a unos pocos metros incitaba al morbo, no me digan que no.
-A irte conmigo- repuso mirándome desafiante a los ojos.
-Marcos, esta tu esposa, nuestros amigos, ¿de que estas hablando?-
-De irnos juntos a echarnos un polvo, de eso hablo- insistió, totalmente convencido de lo que hablaba.
En ese momento, mientras sus palabras resonaban en mi cabeza, me mordi el labio inferior, y cuando me muerdo el labio inferior significa que estoy evaluando seriamente algo, y cuando evaluo seriamente algo, sobre todo en lo referente al sexo, por lo general termino aceptando.
-No podemos irnos así como así- le objeté, aun con ciertas reticencias.
-Un paseo, decís que vas a dar un paseo por la playa, yo por mi parte digo que voy a comprar cigarrillos o cualquier boludez, nos encontramos a la salida del balneario y nos tomamos un taxi, en un par de horas estamos de vuelta- lo tenia todo planeado el muy turro.
-Un plan brillante- le digo -Pero se te olvida una cosa, si nos ven entrando juntos al edificio van a sospechar, es muy arriesgado-
Las cuatro parejas alquilabamos en el mismo edificio, por lo que si alguno de los porteros nos veía entrar juntos, sin nuestras respectivas parejas, en un horario en el que supuestamente deberíamos estar en la playa, no seria difícil imaginarse a que íbamos. Pero antes de que pudiera exponer mi objeción, él ya tenía la solución.
-No vamos a ir al edificio, sino a un telo- la palabra mágica, "telo".
Que me digan que quieren llevarme a un telo me puede, me desarma por completo, telo equivale a "coger", "culear", "chupar", no es lo mismo que decir: "Vamos a un albergue transitorio", o "Vamos a un hotel alojamiento". "Albergue transitorio" y "Hotel Alojamiento" equivalen a hacer el amor, y Marcos no me quiere hacer el amor, Marcos me quiere coger. Titubeo, no porque no quiera, o porque Marcos no me agrade, (aunque no es especialmente atractivo en ese momento me viene tan bien como cualquier otro), pero me da no se qué cagarla así a Cecilia. Cecilia es una santa, aunque...ahora que lo pienso, antes de esta charla, Marcos también me parecía un santo, y sin embargo...
-No te imaginaba así...- le digo empezando ya a volver hacia la carpa.
-¿Como?- pregunta.
-Capaz de estar con otra mujer-
-¿Y como crees que logramos estar 20 años juntos?- me dice -No sos la primera ni tampoco vas a ser la ultima, dale, ¿que decís?-
Eso ultimo que me dice me quita un poco de peso de encima, no soy la única, sino una mas. Ya casi estamos llegando a la carpa, cuando veo que Cecilia viene a su encuentro, es ahora o nunca, me volteo y por lo bajo le digo:
-A la salida del balneario en 15'-
-Ok-
Mientras avanzo hacia la carpa escucho que le dice a Cecilia que va a comprar cigarrillos, ella le dice de acompañarlo, pero él le dice que mejor no, que aparte va a hacer algunos llamados para ver como marcha la empresa que administra, que en un rato esta de vuelta. Me seco el pelo con la toalla y me echo en la reposera, justo para ver como se dan un pico y él se dirige hacia la salida del balneario.
Yo espero los prometidos 15 minutos, agarro mi bolso, me pongo el pareo alrededor de la cintura, y digo que me voy a dar un paseo.
-Ojo con andar mirando mercadería por ahí- bromea Cecilia.
-No te preocupes, solo tengo ojos para mi marido- le digo, "y para el tuyo", pienso para mí.
Apenas salgo del balneario, me pongo el sombrero y los lentes negros, como para evitar ser reconocida. Un taxi se detiene a mi lado, "si yo no llamé ningún taxi", me digo, pero antes de que pueda decirle algo al taxista, escucho la voz de Marcos que asomándose por la ventanilla trasera me dice:
-Dale, subí-
Abro la puerta y me subo junto a él en el asiento de atrás.
-A los Cedros- le dice entonces al tachero.
En apenas cinco minutos, quizás menos, llegamos al telo referido. El taxi nos deja dentro de la cochera, lejos ya de cualquier mirada indiscreta. Pasamos por la recepción, abona la tarifa por un turno, y avanzamos juntos por el pasillo rumbo al cuarto que nos dieron. En todo el trayecto, ni siquiera nos tomamos de las manos, ni siquiera recibo una caricia de su parte, recuerdo a tantos otros que en la misma circunstancia me acarician la cola y me dicen lo mucho y bien que me van a coger. El nada de nada.
Entramos a la habitación y me pregunto si aquello habrá sido una buena idea, pero todas mis inquietudes son hechas a un lado cuando Marcos se abalanza sobre mí, me toma entre sus brazos y me besa en una forma por demás jugosa y apasionada, tan jugosa que la saliva de ambos se derrama por las comisuras de nuestros labios, y tan apasionada que aparte de besos, chupones y lenguetazos, también incluimos mordidas, suaves pero mordidas al fin.
Ahora si, mientras nos besamos como si de ello dependiera nuestra subsistencia, las manos de Marcos descienden por mi espalda y, desanudandome el pareo, buscan mi cola, me la aprieta, me la pellizca, me la amasa como si quisiera darle una nueva forma, me la palmea de uno y otro lado. Me hace a un lado la tanga de la bikini y desliza sus dedos por el surco de mi culito. Me estremezco al sentirlo, me separo de sus labios, y echando la cabeza hacia atrás suelto un complaciente suspiro al sentir como me tantea el agujero del culo. Sin dejar de hurgar en ese oscuro aunque accesible orificio, me chuponea el cuello, no me resisto aunque sé que va a dejarme esas típicas marcas de calentura que luego tendré que ocultar con maquillaje.
Su boca busca de nuevo mi boca para besarme en esa forma que me provoca tanta excitación. Nos seguimos besando por un largo rato, con labios, lenguas, dientes, nos acariciamos, nos manoseamos, sus manos en mí, las mías en él. Mientras él sigue obsesionado con mi cola, le agarro el bulto por sobre el short de baño...se estremece al sentir mi suave aunque incitante apretón.
-Quiero que me chupés la pija- me dice.
-Eso ni se pide- le digo, bajandole el short.
La pija le salta hacia adelante, enhiesta y endurecida, con una leve curvatura hacia la derecha, sacudiéndose tentadoramente.
Me hinco de rodillas ante él, agarrandosela en todo momento con una mano y antes de proceder, lo miro desde abajo y le digo:
-Te vas a acordar toda la vida de mí- y acto seguido...me la como...
Me la comí entera, así empecé, devorandosela hasta los pelos, no la tenia demasiado larga, así que me entró sin problemas. La mantuve un rato adentro, sorbiendola, masticandola, y la fui soltando de a poco, cuando ya estuvo toda afuera, se la escupi dos o tres veces, con esa mezcla de saliva y fluido preseminal que se había acumulado en mi paladar, y con la mano se lo esparci por todo el contorno de la pija, huevos incluidos, iniciando enseguida un acelerado refriegue. Le sacaba chispas de lo fuerte que se la sacudía. Entonces la soltaba, la dejaba ahí, oscilando en el aire y volvía a comérmela entera, saboreando cada pedazo, para luego soltarla con un fuerte e incitante sonido de succión. Así varias veces, comiendo, escupiendo, pajeando, poniéndosela bien dura y erguida, las venas hinchadas y pulsantes, el glande enrojecido, la curvatura aun mas marcada. Se la fui besando y lamiendo desde la punta hasta la base, y al llegar abajo me prendi de sus bolas, chupandoselas con frenesí, de a una por vez, las dos juntas después, paraba para sacarme algún pelo que se me enredaba en la lengua y seguía, volviendo a subir, regresando, entre besos y lamidas, a la cima, mojada y caliente, a la cual le prodigaba la mayor de las atenciones, besandola, chupandola, sorbiendola, presionándola contra mis labios, sintiendola en pleno estado de ebullición. Se la chupé por un rato mas, dejándosela ahí nomas, al borde de la explosión, y me levanté con gesto triunfante, sabiendo que había logrado mi cometido, tal como le había dicho, no se iba a olvidar nunca mas de mí.
(continuará...)
31 comentarios - Verano caliente (2º parte)
PD: agregale fotito tuya al relato por fabooorrr!!!! Jaja besos
Que relato más calentón, espero con ansias la continuación...
Tremendoooooooooooooooooo!!
Muy caliente!!
Ya voy a leer como sigue! je
Gracias por compartir
Muy bueno tu relato...amen de la amenaza, por favor, cómo sigue.....un beso.