—No, Señor Alfredo, su esposa nos va a pillar un día de estos
—Andá, vení a acá que vos la querés toda por esa cuquita
—Déjeme, por favor, suélteme, su esposa nos verá
—No nos verá, tardará un poco, vení
El Señor Alfredo una vez más seducía a la sirvienta de la casa, una chica de tan solo 19 años que llevaba tres meses trabajando allí. No tenía mucho dinero para pagar sus estudios universitarios y no pudo decir que no cuando Berenice (amiga de Lucia, la esposa de Alfredo) le consiguió ese trabajo.
—La señora Lucía va a venir, Señor Alfredo, pare, por favor.
Alfredo ya le había quitado el delantal y estando detrás de ella le masajeaba los senos y besaba su cuello.
—No te resistás que yo sé que te gusta. Dejáte llevar como las demás veces, Lucía no va a venir
Ya le había alzado un poco el vestido, la chica sintió rapidamente lo caliente del pene de su jefe rozar su mojada concha.
—¿Ves lo putona que eres? Ya estás toda mojada
La chica muy nerviosa, resistiéndose pero cada vez menos ante la insistencia y calentura de su jefe que ya se la había cogido un par de veces en el mes anterior. Su esposa Lucía no estaba muy lejos, había bajado a comprar algo en la farmacia, a una cuadra del edificio donde vivían.
—Señor Alfredo, nos van a veeeeeeeer
La chica sintió que aquella verga la penetraba de golpe haciéndole daño y al mismo tiempo calentándola más de lo que ya estaba
—Te gusta mi vergota, zorrita. Te volvés loca, ¿no?
El Señor Alfredo se la empezó a coger a un ritmo alocado, nalgueándola, amasando sus senos, besando su cuello, mordiéndola mientras la chica gemía y se agarraba del lavadero donde los platos sucios recibían el agua de la manija que había quedado abierta.
"Ahhh, Ahhh" gemía la chica y el Señor Alfredo disfrutaba de aquella cogida y de aquel pecado que estaban cometiendo. La chica le pedía que apurara, que Lucía los iba a pillar pero el no le hacía caso, al contrario, le excitaban aquellos ruegos, pues, sabía que aunque la chica estaba nerviosa estaba disfrutando de aquella verga de su jefe clavándola, llenándola, mojándola, enloqueciéndola.
Alfredo continuó clavándole toda la verga a su hermosa sirvienta, volviéndose loco en cada embestida.
De repente se escucha ...... —Alfredooooooooo!
Cuando todo parecía perfecto se dieron cuenta de que el paraíso se les transformaba en el infierno. Lucía había llegado y los encontraba en pleno acto sexual ....
...... continuara?
—Andá, vení a acá que vos la querés toda por esa cuquita
—Déjeme, por favor, suélteme, su esposa nos verá
—No nos verá, tardará un poco, vení
El Señor Alfredo una vez más seducía a la sirvienta de la casa, una chica de tan solo 19 años que llevaba tres meses trabajando allí. No tenía mucho dinero para pagar sus estudios universitarios y no pudo decir que no cuando Berenice (amiga de Lucia, la esposa de Alfredo) le consiguió ese trabajo.
—La señora Lucía va a venir, Señor Alfredo, pare, por favor.
Alfredo ya le había quitado el delantal y estando detrás de ella le masajeaba los senos y besaba su cuello.
—No te resistás que yo sé que te gusta. Dejáte llevar como las demás veces, Lucía no va a venir
Ya le había alzado un poco el vestido, la chica sintió rapidamente lo caliente del pene de su jefe rozar su mojada concha.
—¿Ves lo putona que eres? Ya estás toda mojada
La chica muy nerviosa, resistiéndose pero cada vez menos ante la insistencia y calentura de su jefe que ya se la había cogido un par de veces en el mes anterior. Su esposa Lucía no estaba muy lejos, había bajado a comprar algo en la farmacia, a una cuadra del edificio donde vivían.
—Señor Alfredo, nos van a veeeeeeeer
La chica sintió que aquella verga la penetraba de golpe haciéndole daño y al mismo tiempo calentándola más de lo que ya estaba
—Te gusta mi vergota, zorrita. Te volvés loca, ¿no?
El Señor Alfredo se la empezó a coger a un ritmo alocado, nalgueándola, amasando sus senos, besando su cuello, mordiéndola mientras la chica gemía y se agarraba del lavadero donde los platos sucios recibían el agua de la manija que había quedado abierta.
"Ahhh, Ahhh" gemía la chica y el Señor Alfredo disfrutaba de aquella cogida y de aquel pecado que estaban cometiendo. La chica le pedía que apurara, que Lucía los iba a pillar pero el no le hacía caso, al contrario, le excitaban aquellos ruegos, pues, sabía que aunque la chica estaba nerviosa estaba disfrutando de aquella verga de su jefe clavándola, llenándola, mojándola, enloqueciéndola.
Alfredo continuó clavándole toda la verga a su hermosa sirvienta, volviéndose loco en cada embestida.
De repente se escucha ...... —Alfredooooooooo!
Cuando todo parecía perfecto se dieron cuenta de que el paraíso se les transformaba en el infierno. Lucía había llegado y los encontraba en pleno acto sexual ....
...... continuara?
2 comentarios - La chica de la limpieza