You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

Verano caliente

Estas vacaciones las pasamos en la misma playa de los últimos cinco años. Que va'ser, las anheladas vacaciones en alguna idílica playa brasileña seguirán esperando hasta que el bendito cepo cambiario nos dé un respiro. No voy a nombrar la ciudad, ni la playa ni el balneario, para evitar cualquier posible identificación, ya que aparte de mí, hay otras personas involucradas en el presente relato y lejos estoy de querer causarles algún inconveniente.
Como es natural, al concurrir durante tanto tiempo al mismo lugar, se genera amistad con otros veraneantes, por lo que se termina formando un lindo grupo, con el que vas a la playa, a comer, al teatro, o a cualquier otra actividad que nos ofrezca el verano. En nuestro caso somos cuatro parejas, todos matrimonios ya de años, incluso había unos (Marcos y Cecilia) que ya estaban por cumplir los 20 años de casados, toda una proeza en estos tiempos. Los que menos llevaban juntos (Diego y Analía) habían tenido su luna de miel en estas mismas playas hace cinco años y desde entonces se habían vuelto incondicionales. También integran el grupo, Juanse y Carola, cerca de los 15, y nosotros, mi marido y yo que ya estamos a punto de cumplir 8 años de casados. Había otro matrimonio, que este verano festejarían su primera década juntos, pero al llegar nos enteramos por conocidos en común que se habían divorciado, y por ende, cada cual por su lado, evitarían volver a lugares que tuvieran recuerdos en común. No los culpo. Si me separo yo también evitaría volver a esos lugares en donde estuve de casada, creo que es algo inherente a la nostalgia, pero bueno, como no pienso separarme...
Los primeros días transcurrieron normalmente, disfrutando del mar y la arena, de los restaurantes o teatros por la noche, de algún boliche, volviendo a sentirnos jóvenes irresponsables, sin mayores dilemas que disfrutar de la vida sin red de seguridad que nos contenga. El Ro se había quedado en Baires con las abuelas y los tíos y tías por lo que no iba a estar desatendido, más bien todo lo contrario, lo iban a malcriar al máximo, aunque llamábamos todos los días para saber cómo estaba, atentos a emprender la vuelta ante cualquier situación que requiriera nuestra presencia. Pero no hizo falta, por lo visto el Ro se la arreglaba bastante bien sin nosotros.
En esos días a mi marido le renació el apetito sexual, creo que el liberarse de las tensiones diarias, del stress de su actividad, como que le permitió sacarse de encima esa coraza que tiene durante el resto del año y le impide poder complacerme como la hembra guerrera que soy. Porque, por si no se dieron cuenta, mi marido no me complace, no me da lo que necesito, y como suele suceder en estos casos, lo que no se encuentra en casa...bueno, ustedes ya saben.
El caso es que por primera vez en mucho tiempo, no tuve la necesidad de fingir un orgasmo, incluso llegaba al mío y él seguía con ganas de mas, yo chocha de la vida, claro, que mejor que coger hasta la saciedad con quien amas verdaderamente. Creo que si fuera siempre así, estos relatos no existirían, y la infidelidad pasaría a ser una muy lejana posibilidad en mi vida.
Durante esa primera semana cogimos casi todas las noches, llegábamos de donde fuera, de un restaurante, del teatro, de un boliche, o simplemente de caminar, y ya entrábamos al departamento comiéndonos a besos. Pero no era solo ponerla y ya, como cuando llegaba cansado del trabajo, y yo lo esperaba ansiosa y mojada y él solo me cogía por obligación, para no dejarme con las ganas, aunque pese a su empeño me dejaba con las ganas igual. Esas noches de verano tuvimos auténticas maratones de sexo, incluso llegamos a coger hasta el amanecer...me corrijo, hicimos el amor hasta el amanecer. Porque mi marido no me coge, mi marido me hace el amor, y lo que es mejor, me dejaba completamente satisfecha. Muchas veces ni alcanzábamos a llegar a la pieza, ya en el living nos trenzábamos en una lucha cuerpo a cuerpo de la que salíamos completamente desnudos, acariciándonos, besándonos, saboreándonos por doquier. Por supuesto que cuando le chupaba la pija, lo hacía como si no supiera, evitando desplegar toda esa habilidad oral que fui ganando con el tiempo y que hoy en día constituye mi orgullo. No creo que a ningún marido le agrade descubrir que su querida esposa es una experta chupa pija cuando a él apenas le da una chupadita de vez en cuando.
¿Y donde aprendió a chupar así? ¿Y con quién?
No quería que mi marido comenzara a hacerse estas preguntas, por lo que mi despliegue bucal era siempre limitado. Y así como no le revele nada sobre mis habilidades orales, tampoco lo hice con respecto a la reconocida capacidad de mi culito de albergar en su interior una buena cantidad de carne... de carne de pija, claro está. Si él nunca me la había metido por ahí, ¿cómo iba a justificar yo la prodigiosa dilatación de mi puertita trasera? Sorry, la colectora no es para mi marido, sino para esos esforzados héroes anónimos que día a día me proporcionan lo que en casa suele escasear. Igualmente el sexo marital resultó ser sumamente satisfactorio en esos días. Me encantaba hacerlo en la pose del misionero, mirándonos a los ojos, besándonos, mientras nos amábamos mutuamente, él penetrándome en forma sostenida, yo moviéndome con él, sintiéndolo alcanzar mis rincones más profundos, esos a los que normalmente le cuesta tanto llegar. Pero para mi sorpresa, en esos días accedía con facilidad, recorriendo todo mi interior con una potencia demoledora. No sé pero me daba la sensación de que hasta le había crecido la pija, él la tiene de un tamaño estándar, no más de 12 o 13 centímetros, pero cuando me la ponía en esas acaloradas noches de verano, la sentía como de 20... Jaja. Igual, aunque la tuviera como maní quemado es mi marido y lo amo y amo su pija tenga el tamaño que tenga... pero en esos días me sorprendió hasta a mí, gratamente debo decir. Incluso llegamos a variar un poco nuestra acostumbrada rutina sexual. Generalmente lo hacemos siempre en la misma posición, el arriba y yo abajo, o a la inversa, mi marido no es de durar mucho, por lo que apenas podemos improvisar una o dos poses mas, siempre de las mas rutinarias. Nada de malabarismos o poses forzadas, no es muy imaginativo que digamos, aunque durante esa gloriosa semana pudimos variar aunque fuera mínimamente nuestra rutina.
Aquella noche se la había estado besando luego de llegar del teatro, cuando me dice:
-Ponete así- haciéndome gestos como para que me dé la vuelta y me le siente encima.
-¿Cómo? ¿Así?- le pregunto como si no supiera mucho de poses, girando hasta darle la espalda.
-Sí, así, veni sentate- me indica entonces maniobrando su portentosa erección como apuntándome con ella.
Me abro de piernas y me le siento encima, a caballito, él se ocupa de acomodar la pija a la entrada de mi conchita.
-¿Voy bien?- le pregunto como para ratificar mi condición de neófita en tales asuntos.
-¡Si...muy bien!- asiente en un suspiro a la vez que su verga se va acomodando en mi interior, encontrando por sí sola el camino a la Gloria.
-¿Y ahora que hago?- le pregunto haciéndome la ingenua, como si no hubiese estado antes en esa posición.
-Movete...- me dice -...arriba y abajo, como cabalgando-
Empiezo a moverme, tímidamente primero, con mucha más soltura después, disfrutando la verga de mi marido como tiempo no lo hacía. Sentía los fluidos mezclándose, la carne amoldándose la una en la otra, el "chap chap" característico de mis movimientos acoplándose a los suyos. La humedad de mi conchita se había convertido en una espuma blanca y pegajosa que se extendía a lo largo de toda su poronga, llegándole incluso hasta los huevos, los cuales quedaban casi íntegramente cubiertos por aquel espeso fluido del amor, parte leche, parte flujo. Sin dejar de moverme me recosté contra su cuerpo, apoyando mi espalda en su pecho, ronroneando como una gatita en celo:
-¡Mmm...ahhhh...mmm...ahhhhh...!-
Con sus manos me agarró de las gomas y me las apretó con fuerza, no dulcemente como es su costumbre, sino con furia, como con rabia. Muchas veces me han agarrado así, pero no precisamente mi marido, de ahí mi sorpresa, y más aun cuando sin sacármela me empujo hacia adelante y cayendo los dos al suelo, yo en cuatro y el atrás de rodillas, arremetió con todo, como si recién hubiese salido de la cárcel luego de una larga condena y quisiera recuperar en ese polvo todo el tiempo perdido... lo cual, metafóricamente hablando, no estaba muy lejos de la realidad.
Tumbada ahí en la alfombra, la cara apoyada sobre mis brazos, la cola bien levantada, recibía alborozada los pijazos que mi marido me mandaba uno detrás de otro, remeciéndome las nalgas con cada golpe. ¡Uffff...hacia cuanto que no me cogía así! Ya ni me acuerdo cuando fue la última vez que me dio una biava de esas.
"Mi amor, pensaba, si me cogieras siempre así no serías tan cornudo...y hasta te daría la colita".
Yo ya había acabado largamente cuando entre graves y exaltados bufidos me la dejó adentro y me rebalsó la concha con una acabada que podría resumirse en una sola palabra: APOTEOTICA. Largaba leche a lo bestia, incluso cuando me la sacó de adentro me soltó algunos chorritos más en la cola y en la espalda.
-¡Ahhhhhhh...!- me derrumbé entre suspiros -Quedémonos a vivir acá por favor...jaja- me reí, haciéndole notar lo bien que le hacía a nuestra sexualidad la brisa del mar.
-Perdoname, no sé, pero... estaba sacado, creo que te lastime- me dijo volviendo ya en sí, y advirtiendo algunas marcas que me había dejado impresas en la cola.
-No tenés que pedir perdón mi amor, lastimame siempre así- lo tranquilizo.
-¿Te gustó?- me pregunta recostándose a mi lado.
-Es verdad que estuvo un poco fuerte, pero... ¡Me encantó! Me sentía como en una película porno, jaja-
Por supuesto que estoy acostumbrada a que me cojan así de fuerte, incluso mucho mas, cuando un tipo me gusta de verdad, prefiero hacerlo suave, más romántico, con besos, caricias y todo el menú, pero cuando se trata de sexo, voy directo a los bifes, me encanta que me den duro, que me partan a pijazos...jaja, aunque no era eso a lo que me había acostumbrado mi marido.
Los polvos que alcanzamos en esos días fueron maravillosos, sublimes, monumentales, como en nuestros mejores años, cuando solo bastaba con mirarnos para acabar. Pero... todo lo bueno tiene un final, y no fue que se nos terminaron las vacaciones, todavía nos faltaba una semana cuando se agarró una indigestión con camarones. Esos días en los que estuvo mal para mí fueron un suplicio, acostumbrada a que me "atendiera" todos los días, de repente me quedaba sin el dulce al que me había mal acostumbrado. Sé que estoy siendo egoísta, al preocuparme más por mis propias necesidades sexuales que por su malestar, pero así me sentía, el malestar se le iba a ir en unos pocos días más, en cambio a mí esos días perdidos no me los devolvía nadie. Fue entonces que pasó lo que pasó, y en mi defensa debo decir que no lo busqué, solo se presentó la oportunidad y la aproveché. Pero eso mejor se los cuento en el próximo relato.

20 comentarios - Verano caliente

voyeur18
marita .. ya extrañaba tus relatos no nos hagas esperar mucho
arerbacsa
como siempre excelente, van puntos
gus_Eduardo
Como siempre tus relatos me hacen parar la pija marita. Muy buen relato ya quiero leer el proximo jeje.
PD: para cuando un relato con fotitos tuyas?
hardtoy
que buena que estas, Marita.

y los relatos... mmm... tienes un don en esa pluma. 😉
maggicda
uufffff... calienteeee ... ajajaja Muy buena ...
EL_PROFE25
Excelente como siempre!
Me encnato!
Ya extrañaba tus relatos!
Gracias por compartir
romance11
me encanto tu relato marita sos unica como los relatas tus historias
puyutano78
Puntos Y Se Extrañaban , Tus relatos ......
ShulzhtF
muy buen relato mis felicitaciones
ludaza
como se nota tu ausencia @maritainfiel, siempre es un placer leerte y ahora me dejas con la curiosidad, quien fue el afortunado que disfruto de tus curvas .....
Kazador32a
espectacular como siempre preciosa
ralfur
Buen relato, me la hiciste poner bien dura.
Oye preciosa y cuando subiras fotos de alguna aventura
pornoporinga
Sin conocerlo al pobre...no le niegues mas esos pts y esa cola...me hice tan fanatico que lei los 80 relatos Marita no puedo explicarte lo que me calientan.
DamianBerti
Tu relato me dejo dos sencaciones, por que la verdad no soy de leer relatos. Pero en el tuyo me atrapo y es mas lei 3 o 4 tuyos. Las sencaciones que tuve, primero al ver tu imagen y leer esto me calente de enojo y me salio QUE PUTA; TAN LINDA Y NO LO PUEDE CAGAR ASI A SU MARIDO; despues de leer los otros relatos calente y con la pija dura me salio: QUE PUTA, QUE BIEN QUE COJE ESTA MINA y la verdad me encanto, gracias por escribir tan bien. Te ganaste un seguidor nuevo y unos puntos.
BigWomanNQN
Es la realidad, te cogen de obligación y después se quejan cuando buscas que alguien te dé lo que ellos no.
Caliente y lleno de realidad!
sole280
muy buen relato, aunque dudo no se porque que seas mujer , seria estupendo
kramalo
muy bueno Mari... como siempre...lo tuyo...un beso.