Cogida por una bestia en las sierras cordobesas...

Le voy agarrando el gustito a esto... Gracias por sus mensajes, comentarios y puntitos!!!

Desde que me desperté estuve pensando en cuál de mis historias contarles hoy... Y me acorde de algo que me paso hace no demasiado...

Generalmente en vacaciones de invierno, casi por tradición ya, nos vamos a algun lado con mis viejos, aunque sea por 3 o 4 días. Solemos elegir algun destino con nieve pero el último invierno no conseguimos nada por el sur así que hicimos un cambio de planes, nos fuimos a un lugar en córdoba llamado Villa Giardino.
Allí nos hospedamos en una especie de hotel con cabañas, en la montaña, el cual tenia algunas actividades dentro del complejo. Entre ellas, cabalgatas.

Siempre fui una amante de las actividades al aire libre, y particularmente andas a caballo es algo que me gustó siempre, por ende desde el momento que llegamos y vi caballos supe que quería hacer eso.

La cuestión es que siendo que estabamos en las sierras, en pleno invierno, el fresco que hace ahi es importante... por ende me fue bastante dificil conseguir el cuorum de mis padres para salir a andar a caballo en ese frío... Así que ante las constantes negativas de su parte decidí mandarme sola. Cuando llegué a la zona de los establos donde alquilaban los caballos, me recibió un tipo de unos 60 años vestido de gaucho de pies a cabeza, y me ofreció las 2 opciones disponibles. Una era un paseo por adentro del predio del alojamiento que duraba alrededor de 1 hora, y una segunda opción que salía del complejo hacia la sierra y duraba aproximadamente 3 horas. Por supuesto que elegí la segunda opción aunque comenzaba a arrepentirme ya que no veía a nadie mas y presentía que la cabalgata con dicho caballero no iba a ser muy divertida.

Le pago por la cabalgata y me ayuda a subirme a uno de los caballos, luego se va hacia el establo y a los pocos segundos sale un tipo que no se llegaba a distinguir si era un niño o un hombre. Tenía ciertos rasgos aniñados pero la piel curtida y el cuerpo trabajado. Se presentó como Juan y me indicó que él me estaría guiando y acompañando durante la cabalgata. Me consultó si quería esperar a que llegara alguien más pero mis ansias eran enormes y le pedí que comenzaramos.

Luego de 10 minutos de cabalgar ya estabamos fuera del predio, en plena sierra cordobeza. Hacía mucho frío, unos 5 grados aproximadamente, pero el sol brillaba fuerte y hacía que el frío no se sintiese tanto.

Comenzamos a atravesar algunos ríos, zonas boscosas, el paisaje era único. Juan me iba contando sobre la historia del lugar, sobre su propia historia, su amor por los caballos, su deseo de llegar a Buenos Aires para ser jinete profesional...

Luego de un rato llegamos a una especie de claro, como una gran pradera en la montaña. Entonces Juan me preguntó "Cómo te sentis? Estas tranquila? Segura sobre el caballo?" Yo le dije que si, entonces me propuso "Te voy a enseñar a galopar". Yo había andado a caballo muchas veces pero nunca había cabalgado. Entonces se acercó con su caballo y empezó a mostrarme como inclinar el cuerpo hacia adelante, como sujetarme con mis piernas del caballo y que posición tomar para no desestabilizarme mientras el caballo cabalgaba. Empecé a sentir como sus manos se apoyaban en las distintas partes de mi cuerpo para ir mostrándome la posición y eso me calentó un poco, pero al mismo tiempo sabía que era demasiado descabellado pensar que algo sexual podía salir de esa situación...

Entonces una vez que termino de explicarme, me dio una fusta y comencé a galopar. La sensación era hermosa, única. Sentía como todos los músculos del caballo se tensaban y el suave movimiento del lomo masajeaba mis piernas... Les diría que lo empecé a disfrutar mucho mas de lo que lo habia pensado...

Poco a poco fui tomando confianza y relajandome mas durante el galope hasta que en un momento mi caballo tropezó e hizo un movimiento extraño para estabilizarse, lo cual me desestabilizó a mi y caí de seco al piso sobre una pierna. La verdad, no me rompí nada de casualidad, pero el susto que me pegué y el dolor hicieron que no me quisiera volver a subir al caballo. Sí, un pogo cagona lo mío.

Entonces Juan me ofreció subirme al caballo con él y volver con él mientras llevaba de las riendas a mi caballo. Yo acepté, encantada por el hecho de no tener que volver a subirme sola al caballo. Empezamos a andar y yo iba super agarrada a Juan. Sentía sus musculos, su cuerpo trabajado. No era muy grande de cuerpo pero tenía una espalda ancha y fuerte. De a poco me fui olvidando de lo que habia pasado y me relaje de nuevo. Me calentaba un poco el estar apretada contra él y se sumaba el movimiento de caballo en mi entrepierna que de a poco me fue haciendo calentarme y mojarme. De a poco fui empezando a jugar con mis manos, y ya no me agarraba con miedo de juan sino que lo empecé acariciar... el torso, las piernas... él no decía nada lo cual me hacía dudar de si lo estaba incomodando o lo estaba distrutando. Entonces decidí jugarmela. Pasé mi mano por debajo de su remera y entonces se dio vuelta y me miró fijo. Pensé que me iba a putear, o que me iba a sacar cagando. Por el contrario, su comentario fue "ojo, si empezas no se te ocurra dejar las cosas por la mitad". Me sorprendió, y me calentó muchísimo. Ese pseudo hombre que parecía un adolescente ahora tomaba una postura de macho y eso me subía la temperatura demasiado. Yo asentí, sin decir nada y el se dio vuelta para seguir cabalgando. Pase mi mano por adentro de sus pantalones. No fue muy dificil encontrar el pedazo de pija que portaba Juancito... Ancha, bien cabezona, musculosa. Empece a amasarle la pija y a jugar con sus huevos mientras su pija rapidamente crecía y se volvía cada vez mas enorme. Yo mientras frotaba mi conchita contra el lomo del caballo y mi conchita se humedecía cada vez mas. Entonces Juan frenó el caballo en una zona muy cerrada de árboles, se bajó y me bajó a mí. Me agarró de la cintura con una firmeza que ningún hombre me hizo sentir, me dio vuelta, me puso contra un árbol y me bajó la calza, dejando mi culo y mi conchita al aire. Sentí su enorme pija apoyarse contra mi conchita y lentamente la fue introduciendo, centímetro por centímetro hasta el fondo. No hablaba, no me decía nada. Solo escuchaba su respiración, su jadeo, fuerte, como si fuese un animal, una bestia. Yo no le importaba, el se estaba sacando sus ganas, su calentura, me estaba garchando y estaba prendido fuego. Yo estaba inundada de placer, su poronga llenaba cada milímetro dentro mio, y sentía como mis jugos la iban bañando, empapandola.

Luego me dio vuelta y me levantó, me cargó en su hombro y caminó hasta unas rocas que habia a pocos metros. Se sentó con su enorme pija absolutamente agarrotada y me sentó encima suyo. Me tenía en el aire, yo no tenia de donde agarrarme, el me movía a su placer y me hacía gozar como nunca había gozado. Me dí el lujo de gritar y gemir tan fuerte como pude, estabamos al aire libre en el medio de la nada y no había que perder la ocasion.
Sentí como su respiración se agitaba cada vez mas fuerte. Sentí que estaba cerca de acabar. Entonces lo frené. Me miró con una cara casi asesina. No entendia nada. Entonces le dije "Dejame que esto te va a gustar". Entonces me acosté sobre el pasto y lo traje encima mío, poniendo su cabeza hacia mi concha y su pija en mi boca. Entonces le dije "Cogeme toda la boca. Hacemela mierda y llename de leche". Se puso como loco, parecía un caballo salvaje. Comenzó a cogerme con fuerza la boquita, llegando su pija hasta mi garganta y haciendo que toda mi saliva le lubrique todo ese tronco de carne hermoso. Mientras tanto, el usó su lengua para revolver toda mi conchita, me succionaba el clitoris y me penetraba con sus dedos. A los pocos minutos, mi cuerpo se estremeció de placer como nunca antes, sentía que todos mi liquido corporal se estaba yendo por mi conchita. Me dejó seca. Me vació. Acabé de un modo tan violento que empecé a llorar involuntariamente. Me invadía el placer. Pero él no se detuvo y siguio cogiendome la boca cada vez mas fuerte hasta que sus gemidos se convirtieron casi en rugidos. Sentí como toda esa leche caliente me llenaba cada recoveco de mi boca. Su pija latía fuerte y con cada latido un nuevo chorro. Tragué toda esa leche con placer. Dejó la pija en mi boca durante algunos segundos más, en los que con mi lengua me ocupé de limpiar cada rastro de semen que pudiese quedar.

Se levantó, me ayudó a incorporarme, nos acomodamos la ropa y volvimos a subir al caballo. Nadie dijo nada durante toda la cabalgata de vuelta. Llegamos y dejamos los caballos. El gaucho mayor me preguntó como habia estado la cabalgata, si la habia disfrutado. Contesté que sí, radiante de felicidad, casi olvidandome de la caida y el golpe. Cuando me di vuelta y quise saludar a Juan, no estaba más. Había desaparecido entre los caballos y el establo.

Estuvimos en el hotel por 2 noches más, pero no lo volví a ver. Incluso hice el intento de reservar otra cablgata pero el gaucho me dijo que esta vez sería con él. Tuve que buscar una excusa para finalmente no ir y que no se sintiera ofendido.

De todas las veces que tuve sexo, sin duda fue la vez en la que menos respeto me tuvieron, peor me trataron, y más me sentí un objeto. Y me encantó.

Esa brutalidad, ese instinto de estar cogiendo como animales.