Siendo franco con ustedes, yo siempre me he sentido atraído por estar con todo tipo de mujeres, y con todo tipo me refiero a todo tipo: Muy flaquitas, muy gorditas, muy altas, muy chaparritas, muy guapas, muy poco guapas... en fin, la idea es conocer de todo un poco. Por un tiempo me sentí atraído por mujeres, digamos... no muy populares o llamativas en cuanto a su físico, pero a su vez no muy maleadas, todavía inocentes, buenas personas. Fue en esa etapa cuando conocí a Cecy.
Físicamente no llamaba mucho la atención: Bajita, con ojos enormes y bonitos pero hasta ahí, ella a todas luces era insegura con su apariencia y siempre cubría su cuerpo con todo lo que encontraba. No era ni gordita ni delgada, más bien algo así como promedio, no sobresalía en cuanto a nada. Pero nunca había tenido un novio. Nunca. Y era virgen.
Me tomó meses, pero finalmente, ella estuvo lista para dar "el gran paso".
Esa tarde nos quedamos de ver en mi casa "para ver una película" (ja), y desde que entramos a mi cuarto, la sentí tensa, nerviosa, muy sacada de onda. Prendimos la computadora para relajarnos un poco, y tras un rato, un amigo por Messenger (todavía se ocupaba) nos dijo que mejor nos dejaba, por si queríamos hacer "algo más". Yo me reí y le dije "¿Cómo lo ves?" y seguí navegando algo gracioso por ver, pero ella me tomó de la mano muy nerviosa, me miró a los ojos y me dijo "Y... ¿Si le hacemos caso?". Bingo.
Nos levantamos del asiento, la conduje de la cintura hasta una pared, la miré largo y tendido a los ojos, y la besé. Le tomó tiempo aprender a besar, pero digamos que tuvo un buen maestro, jeje. Mientras la besaba, ella pasó una de sus manos por encima de mi playera, sobre mi pecho, y yo la tomé con fuerza de la cadera y la jalé hacia mí, cosa que sentí, tuvo un efecto inmediato en su respiración y en su forma de mirar. De la cadera subí a la cintura, de la cintura subí a sus costillas, y de sus costillas pasé a sus senos... muy suaves y en su lugar. Ella se estremeció por completo.
Después de eso, me detuve, le di un beso y le dije que si estaba segura, que si quería seguir. Ella dijo que sí, y torpemente intentó desabrocharme el cinturón. Puse mis manos sobre las suyas, le dije que esperara, la tomé de la cintura, la llevé hacia la cama, y luego la senté en ella y me quedé de pie ahí, enfrente. Le ayudé con el cinturón, pero después de eso ahí me quedé, mirándola, sin decir ni hacer nada. Ella recargó su cara en mi pantalón, podía sentir su mandíbula sobre mi pene, y eso me hizo reaccionar inmediatamente, ella se dio cuenta y se puso de mil colores, apenadísima, lo cual me prendió aún más.
"Quiero mirarte..." le dije mientras tomaba su cara con una de mis manos, y ella estaba a punto de soltar uno de sus famosos "pero estoy fea", así que le puso un dedo en los labios y le dije que a mí me parecía hermosa, que quería mirarla, y muy despacito bajé mis manos por su cara y su cuello, hasta llegar al primer botón de su blusa. Me tomé mi tiempo desabrochándolo. Luego, otro, y otro, y ya no le cabía el pecho en la blusa de lo rápido que respiraba. Finalmente le quité la blusa, y quedó al descubierto una piel muy blanca, muy suave, muy sensible, muy bonita. Me acerqué y besé el lóbulo de su oreja muy despacito, y luego bajé por el cuello muy lento, pasé por los hombros, y con mi cara comencé a recorrer un tirante del bra hacia un lado. Ella no me detuvo. Luego el otro hombro, y el otro tirante. Luego, mientras la miraba a los ojos, con mis manos bajé el brassiere por completo, dejando expuestos los senos más increíblemente en su lugar y bonitos que he visto jamás. No eran muy grandes, pero tampoco eran muy pequeños, y tenían una forma que en serio, no he vuelto a ver jamás, ni en chicas mucho más jóvenes que ella, eran unos senos blancos, con pezones pequeños, de un café muy clarito, muy lindos, muy paraditos, y muy emocionados de verme. Luego la niña tuvo a mal decirme "Eres el primero que los ve..." y a mí ya no me cabía el pene en el pantalón.
"Ahora quiero verte a ti", me dijo ya más confiada, con una sonrisa, y yo me quedé quieto, me dejé llevar ante sus deseos, o tal vez estaba completamente aturdido por no esperar ni por asomo ver un par de tetas tan lindas como las que vi, pero ella se puso de pie, me quitó la playera, me desabrochó el pantalón, me lo bajó, y al subir dio un beso en la punta de mi pene, así, encima del boxer. Luego respiró profundo, tomó el boxer, y lo bajó de un tirón, dejándome completamente expuesto, y erecto, con su cara a 10 centímetros de mí. De nuevo se puso roja como tomate mientras miraba mi pene que, siendo sincero no es precisamente grande, pero al menos no es micro tampoco, llamémosle standard, pero el solo hecho de imaginarme que era el primero que ella veía, hacía que el amiguito me palpitara de gusto. Y luego, la locura: Se quitó el cabello de la cara, tomó mi pene con sus dos manos, y lo empezó a besar por todos lados, muy despacito, como me gusta, mientras sus manos jugueteaban también con mis nalgas, y con mis piernas. Después, y sin decir agua va, comenzó a besar la punta, que ya estaba muy mojada, y me dijo, con una sonrisa tímida en la cara "Sabe saladito... me gusta", y yo respondí "¿Y por qué no lo pruebas bien?", con mi mano alcancé su cara por la mandíbula, la apreté despacito para que abriera la boca, y comencé a entrar en su boca con toda la lentitud del mundo, saboreando el momento, mientras ella me miraba a los ojos y dejaba que todo sucediera. No soy de carrera rápida, pero casi eyaculo en el momento en que me sentí dentro de su boca, hay algo en las primerizas que simplemente me hace perder el control. Luego ella comenzó a moverse, y tuve que darle instrucciones por un buen rato (no tan rápido, no tan lento, ouch cuidado con los dientes...) pero cuando finalmente agarró la onda y el ritmo, oh, el cielo.
Ya más confiado, me salí de su boca, la tomé de la cara, la puse de pie, y le quité muy despacito el pantalón. Ella miró en otra dirección, y sentí como todo su cuerpo se tensaba de nuevo, así que le di la vuelta, y le dije al oído que era muy hermosa, y que si no me creía a mí, que le creyera a alguien más, mientras ponía una de sus manos en mi muy feliz amigo. La hice sonreír, y la tensión de nuevo desapareció. Y con ello llegaron dos sorpresas: La mala es que traía unos horrendos calzones matapasión de abuelita. La buena: Santo dios vaya culo. No era grande, ni amplio, ni frondoso ni nada, pero estaba MUY, MUY, MUY bien formado y levantadito, con muchos lunarcitos. Una belleza. Quité esos horrendos calzones del camino, y lo besé hasta que me cansé. Luego le di pequeños mordiscos, la tomé con fuerza de la cadera y le di la vuelta. Digamos que ahí sí no estuvo tan lindo porque pues veintitantos años sin visita para ella significaron "veintitantos años sin retoque ni rasure". Pero solo de imaginarme que esa cosita linda debajo de todo ese vello nunca había sido vista, me hizo olvidar por completo el incidente.
-Cecy...
-¿Qué?
-Ahora me toca a mí devolverte el favor.
Y la empujé en la cama, le abrí las piernas muy despacio, y comencé a lamer. Primero despacito, luciendo inexperto a propósito, luego poco a poco sacando las técnicas asesinas. Ella estaba muy húmeda desde antes que empezara, pero cuando terminé lo estaba mucho, mucho más. No me digan presumido, pero me ha costado trabajo aprender. Estuvo a punto de tener un orgasmo en un par de ocasiones, pero la primera me detuvo ella, y la segunda me detuve yo. El pene me palpitaba de ganas por entrar en esa cosita, ya no podía más. Me puse un condón, me puse encima de ella, acerqué mucho mi cara a la suya, y le dije que si quería seguir. Ella dudó por unos segundos, pero luego me besó y me dijo que sí. Puse mi pene en la entrada, y ella instintivamente saltó hacia atrás. Acaricié su pelo, su cara, y le susurré que se relajara, que si no quería no había necesidad, y aunque en secreto en mi mente decía "Ay ya dime que sí que me muero de ganas", yo sé que hay que tomarse su tiempo, así que se lo di, mientras seguíamos tocándonos por todos lados. Finalmente me dijo que sí, que ella también quería sentirme, y comencé a entrar muy, muy, muuuuuy lento. Ver su gesto de dolor me prendió cabronsísimo, CABRONSÍSIMO, pero resistí la tentación de embestirla con fuerza y seguí entrando muy despacio, muy despacio, deteniéndome para preguntar si estaba bien -Tomen nota, al final esto les da muchos, MUCHOS puntos-. Cuando estuve completamente adentro, ella enterró un poco sus uñas en mi espalda, y yo de nuevo estuve a punto de venirme ahí, en ese justo instante, pero aguanté. Esa estrechez es para volverse loco, para morirse y estallar ahí mismo.
Por unos segundos así estuve sin moverme, luego le di un beso muy profundo, y comencé a moverme hacia afuera muy lento, luego hacia adentro...
Varios minutos de estarme moverme despacito y con cuidado, el dolor pasó, y ella misma se empezó a mover también, cada vez un poquito más rápido, y más, y más. Unos tantos minutos después, ella comenzó a gemir y a sentir rico, y yo comencé a embestir con más fuerza, a tomarla de la cadera mientras lo hacía, y luego me arquee hacia atrás para cambiar el ángulo de entrada y ¡Pum! sus manos se enterraron en la sábana, su espalda se arqueó completamente, y sentí unas contracciones enooormes en mi verga, yo me arquee más para seguir estimulando ese punto, y ella dejó escapar un pequeño grito, se tapó la boca para callarse, y sus ojos se llenaron de lágrimas. Me sacó mucho de onda lo de las lágrimas, pues nunca me había pasado, así que me quedé quieto, y en cuanto sentí que terminó de venirse le pregunté que si todo bien. Su respuesta fue soltar las sábanas, empujarme a un lado, subirse encima mío, y comerse mi pene de un sentón muy fuerte. Me sorprendió mucho. Ella me siguió cogiendo así, y le costó agarrar ritmo, pero cuando lo logró, tuve que aguantarme no menos de 3 o 4 veces para no venirme. Luego ella misma encontró su ritmo (frotándose contra mí en lugar de arriba y abajo), y poco a poco la sentí que se acercaba al orgasmo de nuevo. Cuando sentí que le faltaba ya muy poquito, me levanté de mi estado de zombie, y lamí muy morbosamente ese par de hermosísimas tetas, y en el momento en que las mordisqueaba, ella se empezó a venir otra vez. Esta vez no hubo lágrimas, pero el orgasmo duró más.
Se bajó de mí, me miró, se puso en cuatro, y me dijo que si me faltaba mucho. De un salto me bajé de la cama, me acomodé, y entré en ella despacito, luego respondí "Con ese trasero, muñeca, espérame 10 segundos y ya". Ella se empezó a reír y a moverse para mí, de nuevo sin saber cómo, pero yo la tomé de la cadera, y simplemente la embestí una y otra y otra vez, ya con fuerza, y un minuto o dos después sentí que se me apagaba la luz con el orgasmo que estaba teniendo. Se me puso todo negro, luego todo blanco, vi estrellitas. Maravilloso.
Nos recostamos en la cama, ella se acurrucó en mi pecho, y así estuvimos un rato descansando, sin decir nada. Luego le dije que si me dejaba tomarle una foto, y ella, ofendida, me dijo que NO. Después de un ratito me disculpé para ir al baño, ella se quedó recostada boca abajo, y sin que se diera cuenta, rapidísimo, le tomé una foto.
Rompimos varios años después, tras una muy bonita relación. No he vuelto a ver unas tetas así, es una PENA que nunca pudiera tomarles una foto. Te recuerdo con cariño, C.
Físicamente no llamaba mucho la atención: Bajita, con ojos enormes y bonitos pero hasta ahí, ella a todas luces era insegura con su apariencia y siempre cubría su cuerpo con todo lo que encontraba. No era ni gordita ni delgada, más bien algo así como promedio, no sobresalía en cuanto a nada. Pero nunca había tenido un novio. Nunca. Y era virgen.
Me tomó meses, pero finalmente, ella estuvo lista para dar "el gran paso".
Esa tarde nos quedamos de ver en mi casa "para ver una película" (ja), y desde que entramos a mi cuarto, la sentí tensa, nerviosa, muy sacada de onda. Prendimos la computadora para relajarnos un poco, y tras un rato, un amigo por Messenger (todavía se ocupaba) nos dijo que mejor nos dejaba, por si queríamos hacer "algo más". Yo me reí y le dije "¿Cómo lo ves?" y seguí navegando algo gracioso por ver, pero ella me tomó de la mano muy nerviosa, me miró a los ojos y me dijo "Y... ¿Si le hacemos caso?". Bingo.
Nos levantamos del asiento, la conduje de la cintura hasta una pared, la miré largo y tendido a los ojos, y la besé. Le tomó tiempo aprender a besar, pero digamos que tuvo un buen maestro, jeje. Mientras la besaba, ella pasó una de sus manos por encima de mi playera, sobre mi pecho, y yo la tomé con fuerza de la cadera y la jalé hacia mí, cosa que sentí, tuvo un efecto inmediato en su respiración y en su forma de mirar. De la cadera subí a la cintura, de la cintura subí a sus costillas, y de sus costillas pasé a sus senos... muy suaves y en su lugar. Ella se estremeció por completo.
Después de eso, me detuve, le di un beso y le dije que si estaba segura, que si quería seguir. Ella dijo que sí, y torpemente intentó desabrocharme el cinturón. Puse mis manos sobre las suyas, le dije que esperara, la tomé de la cintura, la llevé hacia la cama, y luego la senté en ella y me quedé de pie ahí, enfrente. Le ayudé con el cinturón, pero después de eso ahí me quedé, mirándola, sin decir ni hacer nada. Ella recargó su cara en mi pantalón, podía sentir su mandíbula sobre mi pene, y eso me hizo reaccionar inmediatamente, ella se dio cuenta y se puso de mil colores, apenadísima, lo cual me prendió aún más.
"Quiero mirarte..." le dije mientras tomaba su cara con una de mis manos, y ella estaba a punto de soltar uno de sus famosos "pero estoy fea", así que le puso un dedo en los labios y le dije que a mí me parecía hermosa, que quería mirarla, y muy despacito bajé mis manos por su cara y su cuello, hasta llegar al primer botón de su blusa. Me tomé mi tiempo desabrochándolo. Luego, otro, y otro, y ya no le cabía el pecho en la blusa de lo rápido que respiraba. Finalmente le quité la blusa, y quedó al descubierto una piel muy blanca, muy suave, muy sensible, muy bonita. Me acerqué y besé el lóbulo de su oreja muy despacito, y luego bajé por el cuello muy lento, pasé por los hombros, y con mi cara comencé a recorrer un tirante del bra hacia un lado. Ella no me detuvo. Luego el otro hombro, y el otro tirante. Luego, mientras la miraba a los ojos, con mis manos bajé el brassiere por completo, dejando expuestos los senos más increíblemente en su lugar y bonitos que he visto jamás. No eran muy grandes, pero tampoco eran muy pequeños, y tenían una forma que en serio, no he vuelto a ver jamás, ni en chicas mucho más jóvenes que ella, eran unos senos blancos, con pezones pequeños, de un café muy clarito, muy lindos, muy paraditos, y muy emocionados de verme. Luego la niña tuvo a mal decirme "Eres el primero que los ve..." y a mí ya no me cabía el pene en el pantalón.
"Ahora quiero verte a ti", me dijo ya más confiada, con una sonrisa, y yo me quedé quieto, me dejé llevar ante sus deseos, o tal vez estaba completamente aturdido por no esperar ni por asomo ver un par de tetas tan lindas como las que vi, pero ella se puso de pie, me quitó la playera, me desabrochó el pantalón, me lo bajó, y al subir dio un beso en la punta de mi pene, así, encima del boxer. Luego respiró profundo, tomó el boxer, y lo bajó de un tirón, dejándome completamente expuesto, y erecto, con su cara a 10 centímetros de mí. De nuevo se puso roja como tomate mientras miraba mi pene que, siendo sincero no es precisamente grande, pero al menos no es micro tampoco, llamémosle standard, pero el solo hecho de imaginarme que era el primero que ella veía, hacía que el amiguito me palpitara de gusto. Y luego, la locura: Se quitó el cabello de la cara, tomó mi pene con sus dos manos, y lo empezó a besar por todos lados, muy despacito, como me gusta, mientras sus manos jugueteaban también con mis nalgas, y con mis piernas. Después, y sin decir agua va, comenzó a besar la punta, que ya estaba muy mojada, y me dijo, con una sonrisa tímida en la cara "Sabe saladito... me gusta", y yo respondí "¿Y por qué no lo pruebas bien?", con mi mano alcancé su cara por la mandíbula, la apreté despacito para que abriera la boca, y comencé a entrar en su boca con toda la lentitud del mundo, saboreando el momento, mientras ella me miraba a los ojos y dejaba que todo sucediera. No soy de carrera rápida, pero casi eyaculo en el momento en que me sentí dentro de su boca, hay algo en las primerizas que simplemente me hace perder el control. Luego ella comenzó a moverse, y tuve que darle instrucciones por un buen rato (no tan rápido, no tan lento, ouch cuidado con los dientes...) pero cuando finalmente agarró la onda y el ritmo, oh, el cielo.
Ya más confiado, me salí de su boca, la tomé de la cara, la puse de pie, y le quité muy despacito el pantalón. Ella miró en otra dirección, y sentí como todo su cuerpo se tensaba de nuevo, así que le di la vuelta, y le dije al oído que era muy hermosa, y que si no me creía a mí, que le creyera a alguien más, mientras ponía una de sus manos en mi muy feliz amigo. La hice sonreír, y la tensión de nuevo desapareció. Y con ello llegaron dos sorpresas: La mala es que traía unos horrendos calzones matapasión de abuelita. La buena: Santo dios vaya culo. No era grande, ni amplio, ni frondoso ni nada, pero estaba MUY, MUY, MUY bien formado y levantadito, con muchos lunarcitos. Una belleza. Quité esos horrendos calzones del camino, y lo besé hasta que me cansé. Luego le di pequeños mordiscos, la tomé con fuerza de la cadera y le di la vuelta. Digamos que ahí sí no estuvo tan lindo porque pues veintitantos años sin visita para ella significaron "veintitantos años sin retoque ni rasure". Pero solo de imaginarme que esa cosita linda debajo de todo ese vello nunca había sido vista, me hizo olvidar por completo el incidente.
-Cecy...
-¿Qué?
-Ahora me toca a mí devolverte el favor.
Y la empujé en la cama, le abrí las piernas muy despacio, y comencé a lamer. Primero despacito, luciendo inexperto a propósito, luego poco a poco sacando las técnicas asesinas. Ella estaba muy húmeda desde antes que empezara, pero cuando terminé lo estaba mucho, mucho más. No me digan presumido, pero me ha costado trabajo aprender. Estuvo a punto de tener un orgasmo en un par de ocasiones, pero la primera me detuvo ella, y la segunda me detuve yo. El pene me palpitaba de ganas por entrar en esa cosita, ya no podía más. Me puse un condón, me puse encima de ella, acerqué mucho mi cara a la suya, y le dije que si quería seguir. Ella dudó por unos segundos, pero luego me besó y me dijo que sí. Puse mi pene en la entrada, y ella instintivamente saltó hacia atrás. Acaricié su pelo, su cara, y le susurré que se relajara, que si no quería no había necesidad, y aunque en secreto en mi mente decía "Ay ya dime que sí que me muero de ganas", yo sé que hay que tomarse su tiempo, así que se lo di, mientras seguíamos tocándonos por todos lados. Finalmente me dijo que sí, que ella también quería sentirme, y comencé a entrar muy, muy, muuuuuy lento. Ver su gesto de dolor me prendió cabronsísimo, CABRONSÍSIMO, pero resistí la tentación de embestirla con fuerza y seguí entrando muy despacio, muy despacio, deteniéndome para preguntar si estaba bien -Tomen nota, al final esto les da muchos, MUCHOS puntos-. Cuando estuve completamente adentro, ella enterró un poco sus uñas en mi espalda, y yo de nuevo estuve a punto de venirme ahí, en ese justo instante, pero aguanté. Esa estrechez es para volverse loco, para morirse y estallar ahí mismo.
Por unos segundos así estuve sin moverme, luego le di un beso muy profundo, y comencé a moverme hacia afuera muy lento, luego hacia adentro...
Varios minutos de estarme moverme despacito y con cuidado, el dolor pasó, y ella misma se empezó a mover también, cada vez un poquito más rápido, y más, y más. Unos tantos minutos después, ella comenzó a gemir y a sentir rico, y yo comencé a embestir con más fuerza, a tomarla de la cadera mientras lo hacía, y luego me arquee hacia atrás para cambiar el ángulo de entrada y ¡Pum! sus manos se enterraron en la sábana, su espalda se arqueó completamente, y sentí unas contracciones enooormes en mi verga, yo me arquee más para seguir estimulando ese punto, y ella dejó escapar un pequeño grito, se tapó la boca para callarse, y sus ojos se llenaron de lágrimas. Me sacó mucho de onda lo de las lágrimas, pues nunca me había pasado, así que me quedé quieto, y en cuanto sentí que terminó de venirse le pregunté que si todo bien. Su respuesta fue soltar las sábanas, empujarme a un lado, subirse encima mío, y comerse mi pene de un sentón muy fuerte. Me sorprendió mucho. Ella me siguió cogiendo así, y le costó agarrar ritmo, pero cuando lo logró, tuve que aguantarme no menos de 3 o 4 veces para no venirme. Luego ella misma encontró su ritmo (frotándose contra mí en lugar de arriba y abajo), y poco a poco la sentí que se acercaba al orgasmo de nuevo. Cuando sentí que le faltaba ya muy poquito, me levanté de mi estado de zombie, y lamí muy morbosamente ese par de hermosísimas tetas, y en el momento en que las mordisqueaba, ella se empezó a venir otra vez. Esta vez no hubo lágrimas, pero el orgasmo duró más.
Se bajó de mí, me miró, se puso en cuatro, y me dijo que si me faltaba mucho. De un salto me bajé de la cama, me acomodé, y entré en ella despacito, luego respondí "Con ese trasero, muñeca, espérame 10 segundos y ya". Ella se empezó a reír y a moverse para mí, de nuevo sin saber cómo, pero yo la tomé de la cadera, y simplemente la embestí una y otra y otra vez, ya con fuerza, y un minuto o dos después sentí que se me apagaba la luz con el orgasmo que estaba teniendo. Se me puso todo negro, luego todo blanco, vi estrellitas. Maravilloso.
Nos recostamos en la cama, ella se acurrucó en mi pecho, y así estuvimos un rato descansando, sin decir nada. Luego le dije que si me dejaba tomarle una foto, y ella, ofendida, me dijo que NO. Después de un ratito me disculpé para ir al baño, ella se quedó recostada boca abajo, y sin que se diera cuenta, rapidísimo, le tomé una foto.
Rompimos varios años después, tras una muy bonita relación. No he vuelto a ver unas tetas así, es una PENA que nunca pudiera tomarles una foto. Te recuerdo con cariño, C.
5 comentarios - Les cuento una anécdota (con foto): Cecy.
en dos años le diste por el culo?
Buen relato!