En una de esas tantas visitas de control, el pediatra me había dicho que solo le diera el pecho al Ro hasta el año. Bueno, ya cumplió el año y tres meses y le sigo dando la teta, complementada con otros alimentos, claro.
El Baby pide y la mami dispone.
Aunque debo ser sincera y admitir que la razón de que lo siga amamantando no es solo por su propio beneficio, sino también por el mío, ya que me gusta como lucen mis pechos cargados de leche, mucho más duros y consistentes, y además... no lo voy a negar... me calienta terriblemente ver como se ponen los tipos cuando me chupan las tetas y descubren que me sale lechita, se les cruzan los ojos jaja.
Pero a lo que iba es que el otro día, sábado por la tarde, terminaba de darle el pecho al Ro, como ya está comiendo otras cosas, se ve que se llenó rápido, por lo que se hizo a un lado y me dejó la teta disparando chorros de leche por doquier... ¿Resultado? Me manché la blusa que tenía puesta.
Como a mí me gusta la leche de papi y no de mami, deje al Ro en la cama y me fui a cambiar. Primero pasé por el lavadero, para dejar la blusa en el canasto de la ropa sucia, me la saque por encima de la cabeza, abro la tapa del canasto y cuando estoy por cerrarla... veo así de refilón que alguien me está mirando desde el edifico de enfrente. No soy de hacerme la boluda, así que sin mayores resquemores, me doy la vuelta Y me quedo mirándolo también. Aclaro que no tengo corpiño puesto, estoy en tetas, exhibiéndome de frente ante un desconocido.
A él solo lo veo del torso para arriba, no es joven, debe tener unos 40-45 años, de bigotes, al ver que me quedo ahí parada, se saca también la remera. Nos miramos y nos sonreímos. Parece que ambos estamos dispuestos a jugar. Me fijo en las demás ventanas de su edificio y todas están cerradas, solo la de él permanece abierta, por lo menos dispondremos de algo de intimidad.
Me saco lo de abajo, el short y la tanga que tengo puestas y las meto en el canasto también. Me quedo desnuda ante aquel vecino mirón, e imaginándome lo que debe estar deseando, me apoyo de espalda contra la pared del lavadero y comienzo a masajearme las tetas. Me las agarro con ambas manos y me las estiro hacia él, como ofreciéndoselas. Con una mano bajo hasta mi entrepierna, y deslizando un dedo sobre mi clítoris, que ya esta duro e inflamado, como otro dedo mas, empiezo a masturbarme. El hace lo mismo, no lo veo, pero alcanzo a notar sus más que elocuentes movimientos. Me daban ganas de anotar en un papel mi dirección y mostrárselo, para que venga y me coja ahí mismo en el lavadero, en vez de estar pajeándonos a distancia, pero debo admitir que el juego estaba bueno, así que no quise interrumpirlo. Al rato ya estábamos acabando juntos, por mi parte largué un fuerte y bien provisto chorro de flujo, mientras que él debe haber hecho lo mismo, lástima que no alcanzaba a verlo.
Ya terminado ese rapto de excitación, me pegué una ducha y me cambié ahora si mucho mas decentemente. Volví al lavadero para limpiar lo que había ensuciado, pero el tipo ya no estaba.
El lunes salgo temprano para ir a trabajar, y lo veo parado en la esquina, fumando un cigarrillo, como esperando a alguien, ¿a mí? Lo miro, me mira, no evito su mirada, después de todo nos habíamos pajeado juntos. Adrede paso por su lado, aunque sigo mi camino, hacia la parada del colectivo. Él me sigue, me doy cuenta por los pasos que resuenan tras de mí. Me carcome la ansiedad por saber lo que va a hacer. Si me dice de ir a coger voy de una, pienso. Me importa un carajo el trabajo.
Llego a la parada y espero el colectivo junto a otras personas, él incluido, ya que permanece parado junto a mí, pero sin decir nada. Viene un colectivo, pero lo dejo pasar, él también, la mayoría de la gente sube, por lo que quedamos prácticamente solos en la parada.
-Estuvo bueno lo del sábado, ¿no?- le digo en voz baja, casi en un susurro.
-Muy bueno- asiente del mismo modo.
-¿Te gustaría repetirlo?- le pregunto.
-¿De la misma forma?- inquiere.
-No, mucho más de cerca- le aclaro -En un telo-
-Jaja- se sonríe -y pensar que me pase todo el domingo pensando en que decirte cuando me acercara a vos-
-No hay mucho que decir, ¿no te parece?- le sonrío también.
-¿Vamos al que esta acá a dos cuadras?- me consulta.
-Si dale, ese está bien- le digo, obvio que ya lo conocía.
Mientras caminamos, llamo a la compañía y sobre la marcha invento una excusa para llegar un poco más tarde.
Entramos al telo, paga el turno, y ya a solas, comenzamos como el juego del sábado. A una relativa distancia nos desvestimos, frente a frente, hasta quedar completamente desnudos, sus ojos se pasean por mi cuerpo, arriba y abajo, a la vez que se manotea la poronga y comienza a sacudírsela. La tiene bastante bien provista, de un largo que supera sobradamente la contención de sus dedos. Yo hago lo mismo, comienzo a tocarme sintiendo como mi clítoris se inflama y endurece, entonces se me acerca, yo retrocedo hasta chocar mi espalda contra una pared, quedando en la misma posición que mantuve ese sábado, solo que ahora él se acerca aun mas, y reemplaza mis dedos con los suyos, incitándome a que haga lo mismo, entonces ahora él me masturba a mí y yo a él... nos pajeamos mutua, furiosa, agitadamente, siento el flujo de mi concha salpicándole los dedos, y su fluido viril humedeciendo los míos, nos besamos, nos comemos prácticamente la boca, y aunque su bigote me raspa un poco, se trata de un beso delicioso, cargado de morbo y excitación.
Baja un poco y sin dejar de meterme dedo, me chupa las tetas, me muerde los pezones, todavía no me sale leche, por lo que sigue de largo, lamiendo la línea del vientre, lengüeteándome el ombligo, para entonces hincarse frente a mí y agasajarme a continuación con una memorable chupada de concha.
Lo que me hizo ahí abajo no tiene nombre, o si... jaja... pero chupada le queda chico, me trabajó en una forma que me hizo tener un orgasmo ahí mismo, de pie y de espalda contra la pared.
Las piernas me flaquearon al acabar, pero él me sostuvo con su boca, con su lengua, con sus dientes y con esos bigotes que me enviaban como pequeñas descargas eléctricas a todo mi cuerpo. Temblando caí al suelo, aunque él no me dejo, ya que siguió chupándome y comiéndose mi acabada con singular voracidad. Tras lo cual y aprovechando que estaba de espalda contra el suelo, se coloco sobre mí pero al revés, o sea, poniendo su pija cerca de mi boca y sus labios cerca de mi concha. Ni bien alcance a intuir la proximidad de su verga (ya que por la excitación tenía los ojos cerrados) me apodere de ella y se la chupe con gula y avidez. ¡Que rica poronga por favor! Absolutamente deliciosa, pura virilidad hecha carne, se la chupaba ruidosamente haciendo muchos "mmmm", tratando de comerme la mayor porción posible pese a que su longitud superaba ampliamente la capacidad de mi garganta. Garganta profunda que le dicen, me la metía lo más adentro que podía, hasta ahogarme, aunque el ahogo era lo de menos, lo importante era sentirla palpitando, hincharse y estremecerse ante las golosas atenciones de mi boquita. Al mismo tiempo él seguía ocupándose de mi intimidad, lamiendo, besando, mordiendo todo lo que extendía fragante e incitante ante sus labios. Pero que bien chupa mi vecino, ¿acaso tiene un postgrado en la materia?
Dejándome con la concha a punto caramelo, se levantó, quitándome mi masticable predilecto, y echándose sobre mí, ahora de frente, acomodó su bien dotada verga justo en la entrada de mi concha. No se puso preservativo, ni tampoco se lo reclame, creo que ambos deseábamos lo mismo, sentirnos aunque sea por un momento en carne viva, al desnudo, sin ningún látex de por medio.
Me la metió y un suspiro se escapó desde lo más profundo de mi alma... arqueé la espalda y me abrí aun mas de piernas para recibirlo en su totalidad, dejándome llenar por esa carne dura, caliente, vibrante que necesitaba una concha tanto como yo una pija. Se movió unas cuantas veces, fluyendo por todo mi interior, arrastrando una buena cantidad de flujo consigo, el cual al salir se esparcía por toda mi entrepierna. Entonces me la saca, se levanta y me extiende la mano para que yo haga lo mismo, me lleva hacia la cama y allí me hace poner en cuatro, me acomodo con gusto, levantando bien mi colita hacia él, moviéndola de un lado a otro en una forma por demás excitante, ahora si se pone un forro, siento el ruido del sobre al rasgarse y lo veo por el espejo extendiendo el látex sobre su poderosa superficie. Se posiciona tras de mí, me sujeta con ambas manos de la cintura y... ¡ahhhhh…! me la manda a guardar sin mayores dilaciones. Me la mete de una, toda entera, haciéndome soltar una multitud de suspiros y gemidos, los cuales traducen fielmente el placer que ese vecino mirón me está haciendo sentir. Manteniéndome bien sujeta, empieza a cogerme deliciosa y fluidamente, acelerando cada vez mas, enterrándomela bien hasta los huevos, pegando siempre al final un último empujoncito, como una rúbrica, la cual me hace estremecer hasta lo más intimo. Que puta me siento cogiendo de esa manera con el vecino que me estuvo espiando un par de días antes, me abro toda para él y con la voz ronca de calentura, le pido mas, mas, mucho mas... ¿y saben que?, me lo da.
En algún momento pierdo la noción del tiempo, y cuando me doy cuenta estoy montada sobre él, moviendo en forma por demás intensa y agitada... ¿cómo llegue hasta acá? No importa, lo único que quiero es disfrutar hasta la locura esa verga hermosa que me colma de placidas y extáticas sensaciones. Me meo, estoy tan caliente y fuera de mí misma que me meo, unos cuantos chorros calientes y efusivos se precipitan en medio de mi acelerada cabalgata. El tipo se incorpora levemente y empieza a chuparme las tetas, ahora sí, me sale leche, al principio se sorprende.
-Tengo un bebe- le digo entre suspiros.
Se sonríe y apretándome los pechos con sus fuertes manos, me exprime lo más que puede, relamiéndose como un bebe grandote. Sintiendo su verga hacer estragos en mi interior, lo agarro de los pelos y lo retengo contra mí, lo beso en la boca, rabiosamente, saboreando mi propia lactancia entre sus labios. Vuelvo a moverme, con más ímpetu ahora, clavándome en él hasta lo más intimo y profundo. Me pongo de cuclillas prácticamente y me deslizo con fuerza sobre ese estandarte viril que se mantiene firme y enardecido pese al desgaste. En una de esas tantas subidas y bajadas, lo dejo salir afuera y manteniéndome en vilo sobre él, se lo agarro con una mano y lo situó en mi retaguardia, la punta se acomoda prestamente entre mis anhelantes paredes anales, mi vecino me mira con ojos sorprendidos, como no pudiendo creer que sea yo misma la que le pide que me dé por el culo, pero así soy yo, puta al cien por ciento, así que me siento y me la voy clavando por detrás pedazo a pedazo, al principio siento como una aspereza algo incomoda, así que la dejo salir de nuevo, me escupo abundantemente en la mano y esparzo la saliva por todo mi culito, me meto incluso un par de dedos para ayudar a la dilatación y vuelvo a ensartármela por el culo... ahora sí, me entra hasta más de la mitad, aunque es bastante larga trato de comérmela toda, siento como mis intestinos se amontonan adentro ante tan trepidante avance. Pero igual sigo empujando hacia abajo, dejándome llenar hasta el último rincón del culo por ese barrote de carne que me rompe y deshace a su gusto y piacere. Me siento llena, llena de pija, colmada en exceso, pero quiero más y comienzo a moverme en tal sentido, deslizándome en torno a esa férrea maquinaria viril que no decrece ni un ápice su tamaño. Adentro la siento mucho más larga y gorda, mucho más caliente, mucho más vibrante... entonces comienza, los espasmos, los estremecimientos, esa sensación única e incomparable que nace en el vientre y se extiende cual bola de nieve por todo nuestro organismo, todo se prepara para el gran momento, para el "grand finale", ambos aceleramos en pos de ese mutuo objetivo.
-Acabemos juntos- me susurra, aspirando el aroma de mi pelo, mordiéndome el lóbulo de mi oreja para luego entregarse por completo al mayor de los disfrutes.
Y acabamos, al unísono, mezclando nuestros gemidos y jadeos en una misma y excitante sinfonía. Me derrumbo sobre su cuerpo, aplastando mis tetas en su pecho, clavándole mis pezones duros y entumecidos, disfrutando ambos un orgasmo que nos deja casi al borde de la inconsciencia. Lo miro y me sonrío, le saco la lengua, se la doy, se la ofrendo, él me la chupa, me la muerde, y entonces nos enredamos en un beso húmedo y caliente. Me agrada la sensación de su bigote raspando contra mis labios. Ninguno dice nada, no hace falta, los gestos, las sensaciones hablan por nosotros.
Llego a mi trabajo dos horas y media más tarde. Pido disculpas por la demora, un trámite impostergable argumento, me siento y... una punzada en el culo me atraviesa como una flecha... el precio que debo pagar por una buena enculada...
El Baby pide y la mami dispone.
Aunque debo ser sincera y admitir que la razón de que lo siga amamantando no es solo por su propio beneficio, sino también por el mío, ya que me gusta como lucen mis pechos cargados de leche, mucho más duros y consistentes, y además... no lo voy a negar... me calienta terriblemente ver como se ponen los tipos cuando me chupan las tetas y descubren que me sale lechita, se les cruzan los ojos jaja.
Pero a lo que iba es que el otro día, sábado por la tarde, terminaba de darle el pecho al Ro, como ya está comiendo otras cosas, se ve que se llenó rápido, por lo que se hizo a un lado y me dejó la teta disparando chorros de leche por doquier... ¿Resultado? Me manché la blusa que tenía puesta.
Como a mí me gusta la leche de papi y no de mami, deje al Ro en la cama y me fui a cambiar. Primero pasé por el lavadero, para dejar la blusa en el canasto de la ropa sucia, me la saque por encima de la cabeza, abro la tapa del canasto y cuando estoy por cerrarla... veo así de refilón que alguien me está mirando desde el edifico de enfrente. No soy de hacerme la boluda, así que sin mayores resquemores, me doy la vuelta Y me quedo mirándolo también. Aclaro que no tengo corpiño puesto, estoy en tetas, exhibiéndome de frente ante un desconocido.
A él solo lo veo del torso para arriba, no es joven, debe tener unos 40-45 años, de bigotes, al ver que me quedo ahí parada, se saca también la remera. Nos miramos y nos sonreímos. Parece que ambos estamos dispuestos a jugar. Me fijo en las demás ventanas de su edificio y todas están cerradas, solo la de él permanece abierta, por lo menos dispondremos de algo de intimidad.
Me saco lo de abajo, el short y la tanga que tengo puestas y las meto en el canasto también. Me quedo desnuda ante aquel vecino mirón, e imaginándome lo que debe estar deseando, me apoyo de espalda contra la pared del lavadero y comienzo a masajearme las tetas. Me las agarro con ambas manos y me las estiro hacia él, como ofreciéndoselas. Con una mano bajo hasta mi entrepierna, y deslizando un dedo sobre mi clítoris, que ya esta duro e inflamado, como otro dedo mas, empiezo a masturbarme. El hace lo mismo, no lo veo, pero alcanzo a notar sus más que elocuentes movimientos. Me daban ganas de anotar en un papel mi dirección y mostrárselo, para que venga y me coja ahí mismo en el lavadero, en vez de estar pajeándonos a distancia, pero debo admitir que el juego estaba bueno, así que no quise interrumpirlo. Al rato ya estábamos acabando juntos, por mi parte largué un fuerte y bien provisto chorro de flujo, mientras que él debe haber hecho lo mismo, lástima que no alcanzaba a verlo.
Ya terminado ese rapto de excitación, me pegué una ducha y me cambié ahora si mucho mas decentemente. Volví al lavadero para limpiar lo que había ensuciado, pero el tipo ya no estaba.
El lunes salgo temprano para ir a trabajar, y lo veo parado en la esquina, fumando un cigarrillo, como esperando a alguien, ¿a mí? Lo miro, me mira, no evito su mirada, después de todo nos habíamos pajeado juntos. Adrede paso por su lado, aunque sigo mi camino, hacia la parada del colectivo. Él me sigue, me doy cuenta por los pasos que resuenan tras de mí. Me carcome la ansiedad por saber lo que va a hacer. Si me dice de ir a coger voy de una, pienso. Me importa un carajo el trabajo.
Llego a la parada y espero el colectivo junto a otras personas, él incluido, ya que permanece parado junto a mí, pero sin decir nada. Viene un colectivo, pero lo dejo pasar, él también, la mayoría de la gente sube, por lo que quedamos prácticamente solos en la parada.
-Estuvo bueno lo del sábado, ¿no?- le digo en voz baja, casi en un susurro.
-Muy bueno- asiente del mismo modo.
-¿Te gustaría repetirlo?- le pregunto.
-¿De la misma forma?- inquiere.
-No, mucho más de cerca- le aclaro -En un telo-
-Jaja- se sonríe -y pensar que me pase todo el domingo pensando en que decirte cuando me acercara a vos-
-No hay mucho que decir, ¿no te parece?- le sonrío también.
-¿Vamos al que esta acá a dos cuadras?- me consulta.
-Si dale, ese está bien- le digo, obvio que ya lo conocía.
Mientras caminamos, llamo a la compañía y sobre la marcha invento una excusa para llegar un poco más tarde.
Entramos al telo, paga el turno, y ya a solas, comenzamos como el juego del sábado. A una relativa distancia nos desvestimos, frente a frente, hasta quedar completamente desnudos, sus ojos se pasean por mi cuerpo, arriba y abajo, a la vez que se manotea la poronga y comienza a sacudírsela. La tiene bastante bien provista, de un largo que supera sobradamente la contención de sus dedos. Yo hago lo mismo, comienzo a tocarme sintiendo como mi clítoris se inflama y endurece, entonces se me acerca, yo retrocedo hasta chocar mi espalda contra una pared, quedando en la misma posición que mantuve ese sábado, solo que ahora él se acerca aun mas, y reemplaza mis dedos con los suyos, incitándome a que haga lo mismo, entonces ahora él me masturba a mí y yo a él... nos pajeamos mutua, furiosa, agitadamente, siento el flujo de mi concha salpicándole los dedos, y su fluido viril humedeciendo los míos, nos besamos, nos comemos prácticamente la boca, y aunque su bigote me raspa un poco, se trata de un beso delicioso, cargado de morbo y excitación.
Baja un poco y sin dejar de meterme dedo, me chupa las tetas, me muerde los pezones, todavía no me sale leche, por lo que sigue de largo, lamiendo la línea del vientre, lengüeteándome el ombligo, para entonces hincarse frente a mí y agasajarme a continuación con una memorable chupada de concha.
Lo que me hizo ahí abajo no tiene nombre, o si... jaja... pero chupada le queda chico, me trabajó en una forma que me hizo tener un orgasmo ahí mismo, de pie y de espalda contra la pared.
Las piernas me flaquearon al acabar, pero él me sostuvo con su boca, con su lengua, con sus dientes y con esos bigotes que me enviaban como pequeñas descargas eléctricas a todo mi cuerpo. Temblando caí al suelo, aunque él no me dejo, ya que siguió chupándome y comiéndose mi acabada con singular voracidad. Tras lo cual y aprovechando que estaba de espalda contra el suelo, se coloco sobre mí pero al revés, o sea, poniendo su pija cerca de mi boca y sus labios cerca de mi concha. Ni bien alcance a intuir la proximidad de su verga (ya que por la excitación tenía los ojos cerrados) me apodere de ella y se la chupe con gula y avidez. ¡Que rica poronga por favor! Absolutamente deliciosa, pura virilidad hecha carne, se la chupaba ruidosamente haciendo muchos "mmmm", tratando de comerme la mayor porción posible pese a que su longitud superaba ampliamente la capacidad de mi garganta. Garganta profunda que le dicen, me la metía lo más adentro que podía, hasta ahogarme, aunque el ahogo era lo de menos, lo importante era sentirla palpitando, hincharse y estremecerse ante las golosas atenciones de mi boquita. Al mismo tiempo él seguía ocupándose de mi intimidad, lamiendo, besando, mordiendo todo lo que extendía fragante e incitante ante sus labios. Pero que bien chupa mi vecino, ¿acaso tiene un postgrado en la materia?
Dejándome con la concha a punto caramelo, se levantó, quitándome mi masticable predilecto, y echándose sobre mí, ahora de frente, acomodó su bien dotada verga justo en la entrada de mi concha. No se puso preservativo, ni tampoco se lo reclame, creo que ambos deseábamos lo mismo, sentirnos aunque sea por un momento en carne viva, al desnudo, sin ningún látex de por medio.
Me la metió y un suspiro se escapó desde lo más profundo de mi alma... arqueé la espalda y me abrí aun mas de piernas para recibirlo en su totalidad, dejándome llenar por esa carne dura, caliente, vibrante que necesitaba una concha tanto como yo una pija. Se movió unas cuantas veces, fluyendo por todo mi interior, arrastrando una buena cantidad de flujo consigo, el cual al salir se esparcía por toda mi entrepierna. Entonces me la saca, se levanta y me extiende la mano para que yo haga lo mismo, me lleva hacia la cama y allí me hace poner en cuatro, me acomodo con gusto, levantando bien mi colita hacia él, moviéndola de un lado a otro en una forma por demás excitante, ahora si se pone un forro, siento el ruido del sobre al rasgarse y lo veo por el espejo extendiendo el látex sobre su poderosa superficie. Se posiciona tras de mí, me sujeta con ambas manos de la cintura y... ¡ahhhhh…! me la manda a guardar sin mayores dilaciones. Me la mete de una, toda entera, haciéndome soltar una multitud de suspiros y gemidos, los cuales traducen fielmente el placer que ese vecino mirón me está haciendo sentir. Manteniéndome bien sujeta, empieza a cogerme deliciosa y fluidamente, acelerando cada vez mas, enterrándomela bien hasta los huevos, pegando siempre al final un último empujoncito, como una rúbrica, la cual me hace estremecer hasta lo más intimo. Que puta me siento cogiendo de esa manera con el vecino que me estuvo espiando un par de días antes, me abro toda para él y con la voz ronca de calentura, le pido mas, mas, mucho mas... ¿y saben que?, me lo da.
En algún momento pierdo la noción del tiempo, y cuando me doy cuenta estoy montada sobre él, moviendo en forma por demás intensa y agitada... ¿cómo llegue hasta acá? No importa, lo único que quiero es disfrutar hasta la locura esa verga hermosa que me colma de placidas y extáticas sensaciones. Me meo, estoy tan caliente y fuera de mí misma que me meo, unos cuantos chorros calientes y efusivos se precipitan en medio de mi acelerada cabalgata. El tipo se incorpora levemente y empieza a chuparme las tetas, ahora sí, me sale leche, al principio se sorprende.
-Tengo un bebe- le digo entre suspiros.
Se sonríe y apretándome los pechos con sus fuertes manos, me exprime lo más que puede, relamiéndose como un bebe grandote. Sintiendo su verga hacer estragos en mi interior, lo agarro de los pelos y lo retengo contra mí, lo beso en la boca, rabiosamente, saboreando mi propia lactancia entre sus labios. Vuelvo a moverme, con más ímpetu ahora, clavándome en él hasta lo más intimo y profundo. Me pongo de cuclillas prácticamente y me deslizo con fuerza sobre ese estandarte viril que se mantiene firme y enardecido pese al desgaste. En una de esas tantas subidas y bajadas, lo dejo salir afuera y manteniéndome en vilo sobre él, se lo agarro con una mano y lo situó en mi retaguardia, la punta se acomoda prestamente entre mis anhelantes paredes anales, mi vecino me mira con ojos sorprendidos, como no pudiendo creer que sea yo misma la que le pide que me dé por el culo, pero así soy yo, puta al cien por ciento, así que me siento y me la voy clavando por detrás pedazo a pedazo, al principio siento como una aspereza algo incomoda, así que la dejo salir de nuevo, me escupo abundantemente en la mano y esparzo la saliva por todo mi culito, me meto incluso un par de dedos para ayudar a la dilatación y vuelvo a ensartármela por el culo... ahora sí, me entra hasta más de la mitad, aunque es bastante larga trato de comérmela toda, siento como mis intestinos se amontonan adentro ante tan trepidante avance. Pero igual sigo empujando hacia abajo, dejándome llenar hasta el último rincón del culo por ese barrote de carne que me rompe y deshace a su gusto y piacere. Me siento llena, llena de pija, colmada en exceso, pero quiero más y comienzo a moverme en tal sentido, deslizándome en torno a esa férrea maquinaria viril que no decrece ni un ápice su tamaño. Adentro la siento mucho más larga y gorda, mucho más caliente, mucho más vibrante... entonces comienza, los espasmos, los estremecimientos, esa sensación única e incomparable que nace en el vientre y se extiende cual bola de nieve por todo nuestro organismo, todo se prepara para el gran momento, para el "grand finale", ambos aceleramos en pos de ese mutuo objetivo.
-Acabemos juntos- me susurra, aspirando el aroma de mi pelo, mordiéndome el lóbulo de mi oreja para luego entregarse por completo al mayor de los disfrutes.
Y acabamos, al unísono, mezclando nuestros gemidos y jadeos en una misma y excitante sinfonía. Me derrumbo sobre su cuerpo, aplastando mis tetas en su pecho, clavándole mis pezones duros y entumecidos, disfrutando ambos un orgasmo que nos deja casi al borde de la inconsciencia. Lo miro y me sonrío, le saco la lengua, se la doy, se la ofrendo, él me la chupa, me la muerde, y entonces nos enredamos en un beso húmedo y caliente. Me agrada la sensación de su bigote raspando contra mis labios. Ninguno dice nada, no hace falta, los gestos, las sensaciones hablan por nosotros.
Llego a mi trabajo dos horas y media más tarde. Pido disculpas por la demora, un trámite impostergable argumento, me siento y... una punzada en el culo me atraviesa como una flecha... el precio que debo pagar por una buena enculada...
75 comentarios - Vecino mirón
Me encantan!
pasaste por mis aportes a la comunidad?
comentar es el mejor agradecimiento.
de esta forma te digo GRACIAS.
PD: sigo esperando tu fotito en el sotano. Jeje
Besos!
TU PUTYTO
PD: me tuve que hacer una terrible paja, despues de leer semejante relato
La próxima te pienso en una orgía, a ver si así nos sorprendes con alguna. ¡Te imagino enfiestada por cinco machos ante los cuales te mostras desafiante a que te den mas y mas!
¡Gracias por compartir la experiencia!
Excelente como siempre!!
Muuuy caliente tambien!
Gracias por comparitr
Quien es el verdadero padre biológico de tu hijo?
Lo único que nunca me siento representado, siempre con hombres mayores, por qué nunca un pendejo 😛 ??
Espero te regalen un par parecidos a estos para navidad ;)