Estimados Poringueros, hoy les traigo el relato de un encuentro casual y que también se relaciona con un cine porno que ya no existe más, que estaba en Diagonal Norte entre Cerrito y Libertad.
Hace algunos años atrás, en oportunidad de viajar Hilda, mi mujer, y los chicos a Austria a visitar a su mamá Erika, me agarró un feriado que cayó un viernes y mis viejos decidieron cerrar el negocio para darle el día al personal y ellos tomarse el fin de semana largo en su casa de Santa Clara del Mar.
Como me aburría más que Bruce Willis actuando en una película romantica, decidí salir a joder por ahí, a pesar del intenso frío . Caminando por Tribunales, me metí a tomar café en ese bar que está en Lavalle y Libertad.
Un rato después entra una yegua grandota y se saca el tapado que llevaba puesto. Tenía unas tetas enormes a las que reconocí enseguida (a las tetas); eran la tetas de Mariana, una ayudante contadora que trabajó conmigo tres años y después se ubicó mejor en una empresa grande. Éramos muy compañeros, casi íntimos porque una vez cuando mi mujer tuvo a mi segunda hija, en la cuarentena yo andaba alzadísimo y me quería cojer a cualquiera. Ella se apiadó de mi y me sacó toda la leche. Después no se repitió mas.
Estaba muy cambiada, flaquísima, lo que resaltaba mas sus duras tetas, y tenía el pelo cortito casi como hombre.
La llamé con la mano y mostró alegría al verme. Hablamos mucho, me contó que se casó, que al año y medio se separó porque su marido era un vago e infiel. Mientras contaba se le caía alguna lágrima y a mi se me cayeron las ilusiones que me había hecho de poder cojer.
Le pregunté por qué se había cortado ese hermoso cabello que tenía y me dijo que lo hizo por venganza, porque su marido amaba ese pelo. Me contó que había engordado y que después de la separación se puso a dieta y le contesté, honestamente, que se veía despampanante.
Después salimos a caminar y la invité al cine, aceptando enseguida. Bajando por Diagonal Norte, a mitad de cuadra de Cerrito, en una galería se veía un cartel de neón en la pared que decía cine y era en un subsuelo. Ellla me lo mostró y le comenté que nunca lo había visto y que debía ser un antro, recibiendo por contestación "mejor, más oscuro, menos gente y en una de esas podemos recordar viejos tiempos.
Me dí tanta manija en ese momento que se me hizo una carpa en el pantalón. Entramos a la galería y bajamos. No había casi nadie y resultó ser un cine porno que tenía una sala hetero y una homo. Había otra que estaba totalmente oscura y se escuchaba música.
Pagué y decidimos recorrer para ver como era. Al pasar un cortinado hacia la sala homo, encontramos a un tipo con los pantalones bajos que estaba siendo culeado por un tipo que parecía estar en trance. Mariana me susurró al oído "esto se está poniendo muy interesante". La sala de al lado estaba la vacía y en la penumbra apenas pudimos divisar varias parejas cojiendo, chupando pijas entre varios y a un travesti gimiendo y parecía que lo atravezaban.
Nos fuimos a ubicar a la sala hétero y solo había dos hombres, uno sentado le estaba chupando la pija al otro parado y mientras se pajeaba.
Nos sentamos a la mitad y nos comentamos mutuamente que nadie había reparado en nosotros en ningún momento, cada uno hacía la suya sin importárle nada, y que el de la caja la confundió con un hombre, porque le dió un par de forros y le dijo "tomá flaco".
La película era de baja calidad y la mina a la que estaban empernando seis negros super pijudos no paraba de gritar. Solo no se la escuchaba cuando tenía la boca ocupada por una tremenda poronga que se la hacían llegar hasta su garganta.
Tardamos no más de cuatro minutos para empezar a besarnos y manosearnos mutuamente. Se arrodilló como pudo entre mis piernas, quedando una pierna de ella afuera, y me comenzó a chupar como si hiciera bastante que no la comía.
Me encorvé un poco y comencé a tocarle la vagina, que ya estaba empapada. Segundos después acabó gritando, menos mal que los gritos provenientes de la pantalla la taparon. Siguió chupando con un ritmo que yo no aguantaría mucho más y le avisé que la sacara de su boca, contentándome "Noooo, quiero la leeeeeecheeeeughhhh". No pudo terminar de hablar, mi guascazo le salía hasta por la nariz.
Al ver la calentura de ambos le dije que nos fuéramos a un telo que hay en Talcahuano y Córdoba. Me dijo que no, que nunca había hecho algo así, que esa oportunidad no sabía si se repetiría. "Me gustó esto, me puso loca como nunca y todavía no se como va a acabar, me dijo respirando agitadamente. Le contesté "yo sí sé, vas a terminar inundada por mi leche".
Me pidió ir a la sala oscura. Allí nos desnudamos y empezamos a cojer como si el mundo se terminara. En la penumbra pasó uno mirándonos, pajeándose y diciendo "flaco, mirá qué caliente que lo tenés a ese putito". Mariana se dió vuelta y se quiso reir pero no pudo, ya estaba acabando de nuevo. Atrás de ella acabé yo, llenándole de semen toda la vagina. Esa situación me puso como pocas veces, nunca había garchado a la vista de otros.
Nos limpiamos con pañuelos, nos vestimos y fuimos a la sala homo. Nos sentamos atrás. Enseguida Mariana empezó a chuparla de vuelta y me dijo que nunca había probado en una pija el gusto de su flujo. En eso vuelve a pasar el boludo de antes y dijo "como la chupa el putito". Eso confirmaba que la confundían con un gay.
Cuando ya estabamos recalientes de vuelta, nos fuimos abajo de la pantalla, donde queda oscuro, y la empecé a cojer desde atrás. Menos mal que las pornos son ruidosas, sino nos hechaban de lugar.
Después de acabar de nuevo decidimos parar un rato, pero cometimos el error de que ella no se pusiera el tapado y uno que pasó mirando le vió las tetas. Para qué, corrió la voz enseguida y se juntaron un montón que querían cojerla.
Ella se paró y les dijo que ella tenía su macho, que si querían ver no había problema y que podían pajearse tranquilos, pero que bo jodieran.
Se puso en bolas y me pidió que le hiciera el culo, cosa que no me iba a negar. Mientras la culeaba ella masturbó a algunos que le salpicaron las tetas, era imposible que no fuera así, y hasta le chupó la pija a un pendejo que no tendría más de 18 años y cara de buenito.
Al terminar, todos le tocaban las tetas y desparramaban la leche que le había caído encima.
Después nos fuimos al departamento de ella y pasamos la noche y el resto del fin de semana garchando.
Sólo nos podemos encontrar muy de vez en cuando desde ese entonces. Dentro de poco mi mujer vuelve a viajar a Austria y yo espero poder quedarme. Si es así, voy a tratar de llevarla al Cine Ideal y vamos a cojer en todas las salas. Espero que se dé. Si es así, habrá continuación.
Hace algunos años atrás, en oportunidad de viajar Hilda, mi mujer, y los chicos a Austria a visitar a su mamá Erika, me agarró un feriado que cayó un viernes y mis viejos decidieron cerrar el negocio para darle el día al personal y ellos tomarse el fin de semana largo en su casa de Santa Clara del Mar.
Como me aburría más que Bruce Willis actuando en una película romantica, decidí salir a joder por ahí, a pesar del intenso frío . Caminando por Tribunales, me metí a tomar café en ese bar que está en Lavalle y Libertad.
Un rato después entra una yegua grandota y se saca el tapado que llevaba puesto. Tenía unas tetas enormes a las que reconocí enseguida (a las tetas); eran la tetas de Mariana, una ayudante contadora que trabajó conmigo tres años y después se ubicó mejor en una empresa grande. Éramos muy compañeros, casi íntimos porque una vez cuando mi mujer tuvo a mi segunda hija, en la cuarentena yo andaba alzadísimo y me quería cojer a cualquiera. Ella se apiadó de mi y me sacó toda la leche. Después no se repitió mas.
Estaba muy cambiada, flaquísima, lo que resaltaba mas sus duras tetas, y tenía el pelo cortito casi como hombre.
La llamé con la mano y mostró alegría al verme. Hablamos mucho, me contó que se casó, que al año y medio se separó porque su marido era un vago e infiel. Mientras contaba se le caía alguna lágrima y a mi se me cayeron las ilusiones que me había hecho de poder cojer.
Le pregunté por qué se había cortado ese hermoso cabello que tenía y me dijo que lo hizo por venganza, porque su marido amaba ese pelo. Me contó que había engordado y que después de la separación se puso a dieta y le contesté, honestamente, que se veía despampanante.
Después salimos a caminar y la invité al cine, aceptando enseguida. Bajando por Diagonal Norte, a mitad de cuadra de Cerrito, en una galería se veía un cartel de neón en la pared que decía cine y era en un subsuelo. Ellla me lo mostró y le comenté que nunca lo había visto y que debía ser un antro, recibiendo por contestación "mejor, más oscuro, menos gente y en una de esas podemos recordar viejos tiempos.
Me dí tanta manija en ese momento que se me hizo una carpa en el pantalón. Entramos a la galería y bajamos. No había casi nadie y resultó ser un cine porno que tenía una sala hetero y una homo. Había otra que estaba totalmente oscura y se escuchaba música.
Pagué y decidimos recorrer para ver como era. Al pasar un cortinado hacia la sala homo, encontramos a un tipo con los pantalones bajos que estaba siendo culeado por un tipo que parecía estar en trance. Mariana me susurró al oído "esto se está poniendo muy interesante". La sala de al lado estaba la vacía y en la penumbra apenas pudimos divisar varias parejas cojiendo, chupando pijas entre varios y a un travesti gimiendo y parecía que lo atravezaban.
Nos fuimos a ubicar a la sala hétero y solo había dos hombres, uno sentado le estaba chupando la pija al otro parado y mientras se pajeaba.
Nos sentamos a la mitad y nos comentamos mutuamente que nadie había reparado en nosotros en ningún momento, cada uno hacía la suya sin importárle nada, y que el de la caja la confundió con un hombre, porque le dió un par de forros y le dijo "tomá flaco".
La película era de baja calidad y la mina a la que estaban empernando seis negros super pijudos no paraba de gritar. Solo no se la escuchaba cuando tenía la boca ocupada por una tremenda poronga que se la hacían llegar hasta su garganta.
Tardamos no más de cuatro minutos para empezar a besarnos y manosearnos mutuamente. Se arrodilló como pudo entre mis piernas, quedando una pierna de ella afuera, y me comenzó a chupar como si hiciera bastante que no la comía.
Me encorvé un poco y comencé a tocarle la vagina, que ya estaba empapada. Segundos después acabó gritando, menos mal que los gritos provenientes de la pantalla la taparon. Siguió chupando con un ritmo que yo no aguantaría mucho más y le avisé que la sacara de su boca, contentándome "Noooo, quiero la leeeeeecheeeeughhhh". No pudo terminar de hablar, mi guascazo le salía hasta por la nariz.
Al ver la calentura de ambos le dije que nos fuéramos a un telo que hay en Talcahuano y Córdoba. Me dijo que no, que nunca había hecho algo así, que esa oportunidad no sabía si se repetiría. "Me gustó esto, me puso loca como nunca y todavía no se como va a acabar, me dijo respirando agitadamente. Le contesté "yo sí sé, vas a terminar inundada por mi leche".
Me pidió ir a la sala oscura. Allí nos desnudamos y empezamos a cojer como si el mundo se terminara. En la penumbra pasó uno mirándonos, pajeándose y diciendo "flaco, mirá qué caliente que lo tenés a ese putito". Mariana se dió vuelta y se quiso reir pero no pudo, ya estaba acabando de nuevo. Atrás de ella acabé yo, llenándole de semen toda la vagina. Esa situación me puso como pocas veces, nunca había garchado a la vista de otros.
Nos limpiamos con pañuelos, nos vestimos y fuimos a la sala homo. Nos sentamos atrás. Enseguida Mariana empezó a chuparla de vuelta y me dijo que nunca había probado en una pija el gusto de su flujo. En eso vuelve a pasar el boludo de antes y dijo "como la chupa el putito". Eso confirmaba que la confundían con un gay.
Cuando ya estabamos recalientes de vuelta, nos fuimos abajo de la pantalla, donde queda oscuro, y la empecé a cojer desde atrás. Menos mal que las pornos son ruidosas, sino nos hechaban de lugar.
Después de acabar de nuevo decidimos parar un rato, pero cometimos el error de que ella no se pusiera el tapado y uno que pasó mirando le vió las tetas. Para qué, corrió la voz enseguida y se juntaron un montón que querían cojerla.
Ella se paró y les dijo que ella tenía su macho, que si querían ver no había problema y que podían pajearse tranquilos, pero que bo jodieran.
Se puso en bolas y me pidió que le hiciera el culo, cosa que no me iba a negar. Mientras la culeaba ella masturbó a algunos que le salpicaron las tetas, era imposible que no fuera así, y hasta le chupó la pija a un pendejo que no tendría más de 18 años y cara de buenito.
Al terminar, todos le tocaban las tetas y desparramaban la leche que le había caído encima.
Después nos fuimos al departamento de ella y pasamos la noche y el resto del fin de semana garchando.
Sólo nos podemos encontrar muy de vez en cuando desde ese entonces. Dentro de poco mi mujer vuelve a viajar a Austria y yo espero poder quedarme. Si es así, voy a tratar de llevarla al Cine Ideal y vamos a cojer en todas las salas. Espero que se dé. Si es así, habrá continuación.
5 comentarios - Cojiendo a mi tetona ex empleada en un cine porno del centro
yo pase por los tuyo vos pasas por los mios compartamos comentemos puntuemos aguante poringa