En el barrio donde vivo hay una sala de fiestas, donde los jueves van maduras y maduros a bailar y ligar si se puede, a las tías les va cantidad los jóvenes, así que decidí explotar mis 20 años y me acerque un día. He de decir que de siempre las cincuentonas me han puesto muy cachondo.
Tras dar una vuelta, vi que había tres que estaban de muy buen ver, y se les veía muy lanzadas, así que me lance a por una de ella, por supuesto a la que tenía más pinta de viciosa. Rubia, pelo corto, ropa muy ajustada, diría que una talla menos, buen culo y buenas tetas, con todos que se le acercaba tonteaba, así que como pusieron música lenta, para bailes arrimados, decidí probar suerte, acepto mi petición, la agarré por la cintura y la apreté sin más preámbulos, yo buscaba pegarme un lotecillo y por la pinta ella también.
Comencé a tocarla las nalgas con mis manos, no hizo ningún comentario, solamente apretó más su cuerpo contra el mío, notaba su buen par de tetas pegadas a mi pecho, comenzó a hablarme, tenía 55 años, se llama María Jesús, y es viuda, solía ir a la sala algunas veces pero se aburría, así que estaba poco tiempo. Como que no quiere la cosa me invito a ir a su casa, vivía cerca de la sala, estaba empalmado a tope y la cosa no pintaba mal.
Era un piso pequeño pero muy coqueto, me invito a sentarme en el sofá, y me trajo una cerveza, estaba mejor de lo que me había parecido en la sala, y sus pechos eran bastante grandes, lo cual me excita cantidad, de hecho mi polla se volvió a empalmar en pocos segundos. Paso uno de sus brazos por mis hombros, mientras no paraba de hablar.
De repente coloco su otra mano en mi rodilla, me sorprendió pero enseguida reaccione pasando mi brazo por su cintura, atrayendo ligeramente su cuerpo hacia el mío, su mano recorría mi pierna, teníamos las caras una frente a la otra, acerque mis labios a los suyos, los abrió, los pego a los míos al tiempo que metía su lengua en mi boca, y su mano tocaba mi paquete, mi polla estaba totalmente empalmada y ella enseguida lo noto “que cosa más rica tienes, seguro que tienes a cantidad de mujeres detrás de ti, para que les des una buena ración”, no pareció creerme cuando le dije que el ligar no se me daba demasiado bien.
Nos bajamos del sofá al suelo, ella debajo de mi cuerpo, mis manos recorrías sus hermosas tetas, sus manos peleaban por soltarme el pantalón y quitármelo, sin dejar de besarnos nos fuimos desnudando, me giro y se coloco encima de mí, frotaba con fuerza su coño contra mi polla tiesa y mis huevos, mis manos se agarraban fuertemente a sus tetas, redondas, hermosas, con unos preciosos pezones, que agachándose sobre mí, se encargo de ir metiéndolos alternativamente en mi boca, los tenía duros, tiesos, mis manos recorrían su espalda, sus nalgas, puso sus tetas en mi cara, restregándolas contra ella, apretaba fuertemente sus carnes, mientras intentaba que mi polla encontrara el camino de entrada a su coño.
Por fin lo encontré, la punta de mi capullo se acomodo en la entrada de su coño, ella se levanto un poco, me miraba fijamente cuando dejo caer su cuerpo sobre mí, metiéndose todo mi rabo en su coño, la giré para colocarle debajo, apretaba mi cuerpo contra el suyo, mientras clavaba una y otra vez mi polla en su coño, sus uñas se clavaban en mis nalgas, en mi espalda y yo apretaba más fuerte, metiéndosela toda entera, “sigo cabronaza, follame, dame tu polla, la quiero toda entera para mí, hazme la mujer más feliz, sigue, no pares.., no pares..” Desde luego que no tenía intención de parar, quería seguir hasta correrme en su interior.
Sin dejar de moverme, comencé a comerme sus tetas de nuevo, pasaba mi lengua por el canalillo que separaba esos dos manjares, nuestros cuerpos ardían de deseo, con más fuerza cada vez, metía mi polla en ella, hasta que el semen empezó a inundarle el coño, empecé a vaciarme, no podía pararme seguía metiéndosela, mientras le llenaba con mi leche.
Quedamos agotados, yo seguía encima de ella, con mi polla metida en su coño, abrazado con sus brazos y sus piernas, era un descanso en la batalla, seguía teniendo la polla dura, con ganas de volver a follarmela, iba a hacerla gozar de nuevo, desde luego que sí.
Tras dar una vuelta, vi que había tres que estaban de muy buen ver, y se les veía muy lanzadas, así que me lance a por una de ella, por supuesto a la que tenía más pinta de viciosa. Rubia, pelo corto, ropa muy ajustada, diría que una talla menos, buen culo y buenas tetas, con todos que se le acercaba tonteaba, así que como pusieron música lenta, para bailes arrimados, decidí probar suerte, acepto mi petición, la agarré por la cintura y la apreté sin más preámbulos, yo buscaba pegarme un lotecillo y por la pinta ella también.
Comencé a tocarla las nalgas con mis manos, no hizo ningún comentario, solamente apretó más su cuerpo contra el mío, notaba su buen par de tetas pegadas a mi pecho, comenzó a hablarme, tenía 55 años, se llama María Jesús, y es viuda, solía ir a la sala algunas veces pero se aburría, así que estaba poco tiempo. Como que no quiere la cosa me invito a ir a su casa, vivía cerca de la sala, estaba empalmado a tope y la cosa no pintaba mal.
Era un piso pequeño pero muy coqueto, me invito a sentarme en el sofá, y me trajo una cerveza, estaba mejor de lo que me había parecido en la sala, y sus pechos eran bastante grandes, lo cual me excita cantidad, de hecho mi polla se volvió a empalmar en pocos segundos. Paso uno de sus brazos por mis hombros, mientras no paraba de hablar.
De repente coloco su otra mano en mi rodilla, me sorprendió pero enseguida reaccione pasando mi brazo por su cintura, atrayendo ligeramente su cuerpo hacia el mío, su mano recorría mi pierna, teníamos las caras una frente a la otra, acerque mis labios a los suyos, los abrió, los pego a los míos al tiempo que metía su lengua en mi boca, y su mano tocaba mi paquete, mi polla estaba totalmente empalmada y ella enseguida lo noto “que cosa más rica tienes, seguro que tienes a cantidad de mujeres detrás de ti, para que les des una buena ración”, no pareció creerme cuando le dije que el ligar no se me daba demasiado bien.
Nos bajamos del sofá al suelo, ella debajo de mi cuerpo, mis manos recorrías sus hermosas tetas, sus manos peleaban por soltarme el pantalón y quitármelo, sin dejar de besarnos nos fuimos desnudando, me giro y se coloco encima de mí, frotaba con fuerza su coño contra mi polla tiesa y mis huevos, mis manos se agarraban fuertemente a sus tetas, redondas, hermosas, con unos preciosos pezones, que agachándose sobre mí, se encargo de ir metiéndolos alternativamente en mi boca, los tenía duros, tiesos, mis manos recorrían su espalda, sus nalgas, puso sus tetas en mi cara, restregándolas contra ella, apretaba fuertemente sus carnes, mientras intentaba que mi polla encontrara el camino de entrada a su coño.
Por fin lo encontré, la punta de mi capullo se acomodo en la entrada de su coño, ella se levanto un poco, me miraba fijamente cuando dejo caer su cuerpo sobre mí, metiéndose todo mi rabo en su coño, la giré para colocarle debajo, apretaba mi cuerpo contra el suyo, mientras clavaba una y otra vez mi polla en su coño, sus uñas se clavaban en mis nalgas, en mi espalda y yo apretaba más fuerte, metiéndosela toda entera, “sigo cabronaza, follame, dame tu polla, la quiero toda entera para mí, hazme la mujer más feliz, sigue, no pares.., no pares..” Desde luego que no tenía intención de parar, quería seguir hasta correrme en su interior.
Sin dejar de moverme, comencé a comerme sus tetas de nuevo, pasaba mi lengua por el canalillo que separaba esos dos manjares, nuestros cuerpos ardían de deseo, con más fuerza cada vez, metía mi polla en ella, hasta que el semen empezó a inundarle el coño, empecé a vaciarme, no podía pararme seguía metiéndosela, mientras le llenaba con mi leche.
Quedamos agotados, yo seguía encima de ella, con mi polla metida en su coño, abrazado con sus brazos y sus piernas, era un descanso en la batalla, seguía teniendo la polla dura, con ganas de volver a follarmela, iba a hacerla gozar de nuevo, desde luego que sí.
0 comentarios - Una rica madurita