Hola comunidad, después de un tiempo decidí compartirles mi relato. Los nombre, lugares, etc no son reales por razones obvias; el resto lo dejo a su criterio 😉
Todo comenzó hace poco más de 2 años cuando, después de estar un tiempo de novio con Alejandra, empezamos a viajar seguido a visitar a su familia en Bragado. Los primeros viajes fueron lo esperado, conocer a la familia, romper el hielo con los suegros, visitar amigas de la infancia, etc. La primera de estas actividades llamó mi atención, en particular al conocer a mis cuñadas. Marina, más joven que Alejandra, que a sus 19 años estaba por emprender un cambio de vida y mudarse a La Plata para estudiar. Una chica hermosa, no con esos rasgos de modelito, otra belleza. Ojos marrones grandes y una piel tersa acorde a su edad, el pelo castaño apenas ondeado que llega un poco más arriba de su cintura y una sorisa preciosa, de esas que te compran en un instante. El cuerpo iba al tono, esculturalmente voluptuosa, con una culo que da tortícolis a cualquier hombre y esas tetas que no te dejan mirarla a los ojos. Flaca, pero no escuálida, el mix justo. Esas tetas y ese culo habían sido motivo de más de una paja (sí, los hombres nos hacemos la paja aún estando en pareja).
Por otro lado la hermana mayor de mi novia, Daniela, ostentaba a puro lujo su físico de 34 años. A otro nivel, por la diferencia de edad, pero mostrando que el físico es una cuestión genética en esta familia. Unas tetas más grandes, aunque no tan tersas junto a ese culo que marcaba algo de celulítis pero que no dejaba de ser motivo de halagos por cuanto obrero se cruzara en su camino. Su cara comparte los mismos rasgos, sin que la edad sea un impedimento, los ojos marrones y el pelo tipo carré con la misma sonrisa compradora. No voy a mentir, Alejandra es una suerte de promedio de ambas, pero sus hermanas me dejaron la cabeza a mil.
Sin muchas más opciones que la querida manuela para recordar a las hermanas, pasó el tiempo, como un año, hasta que uno de los viajes a familiares tuvieron algo más que asados, mates y mis ratones pseudo-incestuosos.
El marido de Daniela estaba de viaje por laburo y ella nos invitó a Alejandra y a mi a quedarnos en su casa para hacerle compañía. El verano estaba acercándose y tener una pileta a mano no nos dejó espacio a dudarlo un segundo. El viernes a la noche estabamos llegando a su casa para acomodarnos por el fin de semana.
El día de llegada fue normal, incluso el sábado transcurrió como siempre. Aunque mis ratones no me deajaron en paz luego de la tarde de pileta con las cuñadas en sus sendas bikinis mojándose y secándose al sol a pasos de mi ya incontrolada libido.
Esa noche, comenzó a suceder algo inquietantemente erótico. Mientras me bañaba, Daniela golpeó la puerta del baño pidiéndome entrar para buscar algún cosmético, mentiría si dijera que recuerdo cuál. Le di permiso, sonando algo dubitativo, lo que conllevó a un "no te asustes cuña que no muerdo"; respondiendo yo con la esperada risa. Tardó un rato buscando su crema o lo que fuere, lo que por un momento me despertó algo de intriga, pero antes de tornarse raro se despidió con un "gracias" y el ruido de la puerta me dejó solo.
Salí de la ducha y mientras me secaba vi a través de una guardita espejada que hay en el baño que me había olvidado la malla colgada en las canillas, la saqué y salí del baño.
Mientras esperaba que Ale saliera de una de sus eternas sesiones de vestuario, Daniela pasó con un tohallón atado por encima de las tetas y hasta apenas debajo de ese culo hermoso gritando "me baño yooo". El aburrimiento empezó a atraparme y las ideas a fluir, empecé a asociar la casualidad no haber olvidado la malla y la intrigante demora de Daniela durante su irrupción en el baño. No pude sacarme la idea de la cabeza. "Tengo que hacer algo", pensé. Golpeé la puerta del baño pidiendo entrar para buscar mi celular (aunque lo tenía conmigo), Daniela me dió el OK, y mientras estaba en el baño le dije "Qué linda es la guarda, nunca le había prestado atención". Ella se rió y me dijo: "No te tenía tan atrevido cuña". Corté el diálogo aclamando haber encontrado el celu y salí sin decir nada.
Alejandra estaba lista, la esperamos a Dani y fuimos a cenar con el resto de la familia.
Cuando volvimos estábamos un poco cansados y alegres por el vino. Alejandra se fue a acostar y Daniela me ofreció café a mi y a Marina que había venido para después salir a un boliche cercano.
Marina dijo que no, que se tenía que arreglar para salir y yo acepté, para no ser descortés y porque estaba con el diálogo del baño aferrado en la cabeza.
Daniela puso dos tazas de café en la mesa, una al lado de la otra. Me senté y después de dejar la bandeja en la mesada ella se sentó al lado mío.
Charlabamos un poco sobre la cena, y mientras yo le discutía que el bife de chorizo se sirve jugoso y no seco, me interrumpió con su mano en mi rodilla y diciendo "vos no me discutas tanto que tenés que hacer buena letra conmigo". Porqué? le dije. "Ahh encima no te haces cargo, me estuviste espiando por la guardita espejada mientras me bañaba". Ahí no me quedé atrás o perdía, y le contesté que si pensaba eso era porque sabía que podía relojear al que se duchaba desde casi cualquier punto del baño. En seguida se enrojeció y yo me dijé, ya está, ésta anda buscando quilombo. Le agarré la mano sobre mi rodilla y la empecé a subir, despacio y sin dejar de mirarla a los ojos. El sonrojamiento desapareció y sus ojos se convirtieron en dos brillantes, ya no controlaba su mano y ella sola la dirigía hasta mi verga; que para entonces estaba completamente exitada.
Me empezó a sobar por encima del pantalón y no tardé en desprender los botones, sentí como su mano entraba por debajo del boxer y acariciba mi pelvis afeitada hasta llegar a la base de mi pija. Me mató con un "qué prolijito que está todo acá abajo, a ver" al oído, y empezó a besarme bajando hacia dónde se imaginan.
Sentir esos labios húmedos sobre la cabeza de mi pene me pudo, no iba a aguantar mucho, empezó a subir y bajar sin soltarme la verga y succionando levemente mientras lo hacia. Por momentos se detenía y jugueteaba sobre la punta de mi glande con su lengua, sólo para tomar aire y seguir arriba y abajo. No podía más, sentía que explotaba, por el terrible petardo y por la adrenalina de hacerlo a pasos de mi novia y mi cuñadita que se maquillaba en el baño. Le dije, "si seguís así no me voy a controlar más", giró la cabeza me miró a los ojos y me dijo "y quién te pidió que te controlés?", sin terminar de decir la frase se metió mi pija en la boca hasta el fondo. Empezó a chuparme la pija como nunca antes me la había chupado, no lo podía creer, las tetas las tenía a mi alcance y no dude en tocarlas, tampoco ese culo que me había tenido tan atraído desde siempre. Ella siguió, yo no pude más, acabé como un burro, no sé cuánto pero Dani no dejó que ni una gota escapara, yo sentí que me moría. Cuando pude recuperar el aliento me besó con la boca completamente limpia, se separó por un instante de mi boca y me dijo "te toca a vos". No sabía que decir, era como un sueño.
Volví a besarla pero enseguida fui bajando, recorriendo su cuello y esos pechos divinos por sobre le escote hasta llegar a la pollerita. La levanté, no tenía ropa interior, me puse de rodillas y comencé a besarla en su punto más caliente. Recorría esa concha preciosa y depiladita de punta a punta, me detenía durante un rato a jugar con su clitoris mientras mis dedos entraban y salían a ritmo pausado. Sentí que se agitaba, me agarraba la cabeza y tiraba de mis pelos con fuerza, yo aceleré el paso, me daba cuenta de que estaba por acabar... reaccionaba como Alejandra. Se le escapó un gemido, y después se estremeció como una adolescente. No detuve mi faena, no hasta que me lo pidió luego de un rato. Me beso, se levantó y mientras yo llevaba las tazas del café a la pileta, sentimos un ruido en el pasillo. Nos quedamos inmóviles, sin aire.
Al volver el silencio fuimos recuperando la confianza y nos fuimos a dormir, ella antes me beso en la mejilla y me susurró al oído "Que suerte que tiene Ale, me pone muy contenta. Pero esto no termina acá".
Sabía que iba a seguir disfrutando de los placeres de Daniela, pero mientras me acostaba mi ilusión se destruía con un whatsapp de Marina. "Más vale que empieces a portarte bien cuñadito, porque otra no te dejo pasar".
Mientras leía el mensaje sentía que mi corzón latía a un ritmo desenfrenado. El ruido que habíamos sentido un rato antes había sido Marina. Nos había visto! Me estaba dando un changüí, pero por cuánto tiempo? Esto podía terminar mi relación con Ale en menos de un segundo. Esa noche no pude dormir. Fue todo sospechas y elucubraciones.
Al otro día, en el almuerzo de domingo, tanto Daniela como Marina se coportaron absolutamente normal, como si nada hubiera pasado.
Nos volvimos a la tarde a Buenos Aires, y mientras Alejandra hacia una pasada por el baño en una estación de servicio le escribí a Daniela. "El ruido que escuchamos anoche lo hizo Marina, nos vió. Por favor, perfil bajo y nada de cagadas". Me contestó, "Ok, quedate tranqui, yo la manejo. Buen viaje y besos... en dónde quieras".
No lo podía creer! Le acababa de decir que la hermana nos había visto, que se nos iba a pudrir todo y me tira un palo. Parecía un pendeja caprichosa, no una mina casada de más de 30. No le contesté, me subi al auto, la espere a Ale y nos volvimos.
No pasó nada más, hasta que obvio, volvimos otro finde a Bragado.
Pero eso sigue en otro post...
Les gustó???
Adiós!!
Todo comenzó hace poco más de 2 años cuando, después de estar un tiempo de novio con Alejandra, empezamos a viajar seguido a visitar a su familia en Bragado. Los primeros viajes fueron lo esperado, conocer a la familia, romper el hielo con los suegros, visitar amigas de la infancia, etc. La primera de estas actividades llamó mi atención, en particular al conocer a mis cuñadas. Marina, más joven que Alejandra, que a sus 19 años estaba por emprender un cambio de vida y mudarse a La Plata para estudiar. Una chica hermosa, no con esos rasgos de modelito, otra belleza. Ojos marrones grandes y una piel tersa acorde a su edad, el pelo castaño apenas ondeado que llega un poco más arriba de su cintura y una sorisa preciosa, de esas que te compran en un instante. El cuerpo iba al tono, esculturalmente voluptuosa, con una culo que da tortícolis a cualquier hombre y esas tetas que no te dejan mirarla a los ojos. Flaca, pero no escuálida, el mix justo. Esas tetas y ese culo habían sido motivo de más de una paja (sí, los hombres nos hacemos la paja aún estando en pareja).
Por otro lado la hermana mayor de mi novia, Daniela, ostentaba a puro lujo su físico de 34 años. A otro nivel, por la diferencia de edad, pero mostrando que el físico es una cuestión genética en esta familia. Unas tetas más grandes, aunque no tan tersas junto a ese culo que marcaba algo de celulítis pero que no dejaba de ser motivo de halagos por cuanto obrero se cruzara en su camino. Su cara comparte los mismos rasgos, sin que la edad sea un impedimento, los ojos marrones y el pelo tipo carré con la misma sonrisa compradora. No voy a mentir, Alejandra es una suerte de promedio de ambas, pero sus hermanas me dejaron la cabeza a mil.
Sin muchas más opciones que la querida manuela para recordar a las hermanas, pasó el tiempo, como un año, hasta que uno de los viajes a familiares tuvieron algo más que asados, mates y mis ratones pseudo-incestuosos.
El marido de Daniela estaba de viaje por laburo y ella nos invitó a Alejandra y a mi a quedarnos en su casa para hacerle compañía. El verano estaba acercándose y tener una pileta a mano no nos dejó espacio a dudarlo un segundo. El viernes a la noche estabamos llegando a su casa para acomodarnos por el fin de semana.
El día de llegada fue normal, incluso el sábado transcurrió como siempre. Aunque mis ratones no me deajaron en paz luego de la tarde de pileta con las cuñadas en sus sendas bikinis mojándose y secándose al sol a pasos de mi ya incontrolada libido.
Esa noche, comenzó a suceder algo inquietantemente erótico. Mientras me bañaba, Daniela golpeó la puerta del baño pidiéndome entrar para buscar algún cosmético, mentiría si dijera que recuerdo cuál. Le di permiso, sonando algo dubitativo, lo que conllevó a un "no te asustes cuña que no muerdo"; respondiendo yo con la esperada risa. Tardó un rato buscando su crema o lo que fuere, lo que por un momento me despertó algo de intriga, pero antes de tornarse raro se despidió con un "gracias" y el ruido de la puerta me dejó solo.
Salí de la ducha y mientras me secaba vi a través de una guardita espejada que hay en el baño que me había olvidado la malla colgada en las canillas, la saqué y salí del baño.
Mientras esperaba que Ale saliera de una de sus eternas sesiones de vestuario, Daniela pasó con un tohallón atado por encima de las tetas y hasta apenas debajo de ese culo hermoso gritando "me baño yooo". El aburrimiento empezó a atraparme y las ideas a fluir, empecé a asociar la casualidad no haber olvidado la malla y la intrigante demora de Daniela durante su irrupción en el baño. No pude sacarme la idea de la cabeza. "Tengo que hacer algo", pensé. Golpeé la puerta del baño pidiendo entrar para buscar mi celular (aunque lo tenía conmigo), Daniela me dió el OK, y mientras estaba en el baño le dije "Qué linda es la guarda, nunca le había prestado atención". Ella se rió y me dijo: "No te tenía tan atrevido cuña". Corté el diálogo aclamando haber encontrado el celu y salí sin decir nada.
Alejandra estaba lista, la esperamos a Dani y fuimos a cenar con el resto de la familia.
Cuando volvimos estábamos un poco cansados y alegres por el vino. Alejandra se fue a acostar y Daniela me ofreció café a mi y a Marina que había venido para después salir a un boliche cercano.
Marina dijo que no, que se tenía que arreglar para salir y yo acepté, para no ser descortés y porque estaba con el diálogo del baño aferrado en la cabeza.
Daniela puso dos tazas de café en la mesa, una al lado de la otra. Me senté y después de dejar la bandeja en la mesada ella se sentó al lado mío.
Charlabamos un poco sobre la cena, y mientras yo le discutía que el bife de chorizo se sirve jugoso y no seco, me interrumpió con su mano en mi rodilla y diciendo "vos no me discutas tanto que tenés que hacer buena letra conmigo". Porqué? le dije. "Ahh encima no te haces cargo, me estuviste espiando por la guardita espejada mientras me bañaba". Ahí no me quedé atrás o perdía, y le contesté que si pensaba eso era porque sabía que podía relojear al que se duchaba desde casi cualquier punto del baño. En seguida se enrojeció y yo me dijé, ya está, ésta anda buscando quilombo. Le agarré la mano sobre mi rodilla y la empecé a subir, despacio y sin dejar de mirarla a los ojos. El sonrojamiento desapareció y sus ojos se convirtieron en dos brillantes, ya no controlaba su mano y ella sola la dirigía hasta mi verga; que para entonces estaba completamente exitada.
Me empezó a sobar por encima del pantalón y no tardé en desprender los botones, sentí como su mano entraba por debajo del boxer y acariciba mi pelvis afeitada hasta llegar a la base de mi pija. Me mató con un "qué prolijito que está todo acá abajo, a ver" al oído, y empezó a besarme bajando hacia dónde se imaginan.
Sentir esos labios húmedos sobre la cabeza de mi pene me pudo, no iba a aguantar mucho, empezó a subir y bajar sin soltarme la verga y succionando levemente mientras lo hacia. Por momentos se detenía y jugueteaba sobre la punta de mi glande con su lengua, sólo para tomar aire y seguir arriba y abajo. No podía más, sentía que explotaba, por el terrible petardo y por la adrenalina de hacerlo a pasos de mi novia y mi cuñadita que se maquillaba en el baño. Le dije, "si seguís así no me voy a controlar más", giró la cabeza me miró a los ojos y me dijo "y quién te pidió que te controlés?", sin terminar de decir la frase se metió mi pija en la boca hasta el fondo. Empezó a chuparme la pija como nunca antes me la había chupado, no lo podía creer, las tetas las tenía a mi alcance y no dude en tocarlas, tampoco ese culo que me había tenido tan atraído desde siempre. Ella siguió, yo no pude más, acabé como un burro, no sé cuánto pero Dani no dejó que ni una gota escapara, yo sentí que me moría. Cuando pude recuperar el aliento me besó con la boca completamente limpia, se separó por un instante de mi boca y me dijo "te toca a vos". No sabía que decir, era como un sueño.
Volví a besarla pero enseguida fui bajando, recorriendo su cuello y esos pechos divinos por sobre le escote hasta llegar a la pollerita. La levanté, no tenía ropa interior, me puse de rodillas y comencé a besarla en su punto más caliente. Recorría esa concha preciosa y depiladita de punta a punta, me detenía durante un rato a jugar con su clitoris mientras mis dedos entraban y salían a ritmo pausado. Sentí que se agitaba, me agarraba la cabeza y tiraba de mis pelos con fuerza, yo aceleré el paso, me daba cuenta de que estaba por acabar... reaccionaba como Alejandra. Se le escapó un gemido, y después se estremeció como una adolescente. No detuve mi faena, no hasta que me lo pidió luego de un rato. Me beso, se levantó y mientras yo llevaba las tazas del café a la pileta, sentimos un ruido en el pasillo. Nos quedamos inmóviles, sin aire.
Al volver el silencio fuimos recuperando la confianza y nos fuimos a dormir, ella antes me beso en la mejilla y me susurró al oído "Que suerte que tiene Ale, me pone muy contenta. Pero esto no termina acá".
Sabía que iba a seguir disfrutando de los placeres de Daniela, pero mientras me acostaba mi ilusión se destruía con un whatsapp de Marina. "Más vale que empieces a portarte bien cuñadito, porque otra no te dejo pasar".
Mientras leía el mensaje sentía que mi corzón latía a un ritmo desenfrenado. El ruido que habíamos sentido un rato antes había sido Marina. Nos había visto! Me estaba dando un changüí, pero por cuánto tiempo? Esto podía terminar mi relación con Ale en menos de un segundo. Esa noche no pude dormir. Fue todo sospechas y elucubraciones.
Al otro día, en el almuerzo de domingo, tanto Daniela como Marina se coportaron absolutamente normal, como si nada hubiera pasado.
Nos volvimos a la tarde a Buenos Aires, y mientras Alejandra hacia una pasada por el baño en una estación de servicio le escribí a Daniela. "El ruido que escuchamos anoche lo hizo Marina, nos vió. Por favor, perfil bajo y nada de cagadas". Me contestó, "Ok, quedate tranqui, yo la manejo. Buen viaje y besos... en dónde quieras".
No lo podía creer! Le acababa de decir que la hermana nos había visto, que se nos iba a pudrir todo y me tira un palo. Parecía un pendeja caprichosa, no una mina casada de más de 30. No le contesté, me subi al auto, la espere a Ale y nos volvimos.
No pasó nada más, hasta que obvio, volvimos otro finde a Bragado.
Pero eso sigue en otro post...
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