Hace unos meses comencé a ir a Pilates. Los beneficios en mi cuerpo comenzaron a verse rápidamente, si bien voy solo, siempre acompañado de otras mujeres, no me siento inhibido, y siento que ellas tampoco. Una de las profesoras, Claudia, tiene una cola espectacular, y suele usar unas tangas que son prtacticamente hilos, como las usa tan ajustadas, se ve cómo se le marcan, lo que le dan un toque erótico espectacular.
Este tipo de gimnasia tiene de particular que muchas veces la profesora debe corregir posturas de los alumnos, que no hacemos todo como ellas quisieran, y en ese marco, Claudia me tomaba los hombros, para corregirme, y me apoyaba los pechos contra el hombro. Si me hacía masajes, en la relajación final, con sus piernas rozaba mis manos, que cuelgan al costado de mi cuerpo, y se quedaba quieta, se dejaba rozar, parecia que le gustaba. Esta parte de la clase se hace en penumbras, con música lenta, en un ambiente de absoluta calma, y donde el roce de sus piernas, era el premio esperado cada clase para mi esfuerzo.
Cada vez fueron mayores los contactos, cada vez parecía gozar más con lo que presuponía que era mi calentura (y no le erraba nada). Otra vez, para demostrar un ejercicio, se apoyó en la camilla de al lado de la mía, poniéndome su increíble culo casi en mi cara. Me comencé a ratonear con ella, y cuando me corregía posturas de las piernas, yo imaginaba que ella quería tocarme el sexo.
Una tarde de lluvia, faltaron mis compañeras, y la clase fue personalizada. Ahí ocurrió el desastre, a los 10 minutos de clase ya me había tocado el sexo 3 veces, había dejado que yo le roce las gomas un par de veces, y cuando advirtió que mi amigo se estaba irguieno, desesperado, apoyó la mano sobre el mismo y mientras me corregía el movimiento, me masturbaba por arriba del jogging.
De ahí a que yo le meta la mano bajo su tanga, le meta un dedo en su húmedo sexo y los dos comencemos con una masturbación mutua, no medió nada. Besos en la boca, sexos manoseados, la desesperación porque a pocos metros estaba la secretaria. Fue un suplicio esperar que termine la hora, coordinar vernos fuera del gimnasio, la esperé a la vuelta del gimnasio, anduvimos unas cuadras hasta encontrar un lugar tranquilo, sin palabras, no había nada que decir, sólo gozar. Y así fue, se prendió de mi pija como una desesperada, le metí los dedos de manera casi salvaje, y cuando ya no podíamos más, se sentó en mi verga, me cabalgó furiosamente, terminó enseguida, yo para no ser menos, hice lo propio minutos despuès, cogiéndola a lo bruto mientras le acariciaba esas tetas divinas que tiene. Fue una sorpresa su actitud ante el sexo, fue inolvidable ese polvo, y se nota que a ella le gustó mucho porque quedamos en seguirla en la próxima clase. Que es hoy. Y no veo la hora de llegar, para prolongar el placer, y darle rienda suelta a nuestras ansias. Otro día les cuento...
Este tipo de gimnasia tiene de particular que muchas veces la profesora debe corregir posturas de los alumnos, que no hacemos todo como ellas quisieran, y en ese marco, Claudia me tomaba los hombros, para corregirme, y me apoyaba los pechos contra el hombro. Si me hacía masajes, en la relajación final, con sus piernas rozaba mis manos, que cuelgan al costado de mi cuerpo, y se quedaba quieta, se dejaba rozar, parecia que le gustaba. Esta parte de la clase se hace en penumbras, con música lenta, en un ambiente de absoluta calma, y donde el roce de sus piernas, era el premio esperado cada clase para mi esfuerzo.
Cada vez fueron mayores los contactos, cada vez parecía gozar más con lo que presuponía que era mi calentura (y no le erraba nada). Otra vez, para demostrar un ejercicio, se apoyó en la camilla de al lado de la mía, poniéndome su increíble culo casi en mi cara. Me comencé a ratonear con ella, y cuando me corregía posturas de las piernas, yo imaginaba que ella quería tocarme el sexo.
Una tarde de lluvia, faltaron mis compañeras, y la clase fue personalizada. Ahí ocurrió el desastre, a los 10 minutos de clase ya me había tocado el sexo 3 veces, había dejado que yo le roce las gomas un par de veces, y cuando advirtió que mi amigo se estaba irguieno, desesperado, apoyó la mano sobre el mismo y mientras me corregía el movimiento, me masturbaba por arriba del jogging.
De ahí a que yo le meta la mano bajo su tanga, le meta un dedo en su húmedo sexo y los dos comencemos con una masturbación mutua, no medió nada. Besos en la boca, sexos manoseados, la desesperación porque a pocos metros estaba la secretaria. Fue un suplicio esperar que termine la hora, coordinar vernos fuera del gimnasio, la esperé a la vuelta del gimnasio, anduvimos unas cuadras hasta encontrar un lugar tranquilo, sin palabras, no había nada que decir, sólo gozar. Y así fue, se prendió de mi pija como una desesperada, le metí los dedos de manera casi salvaje, y cuando ya no podíamos más, se sentó en mi verga, me cabalgó furiosamente, terminó enseguida, yo para no ser menos, hice lo propio minutos despuès, cogiéndola a lo bruto mientras le acariciaba esas tetas divinas que tiene. Fue una sorpresa su actitud ante el sexo, fue inolvidable ese polvo, y se nota que a ella le gustó mucho porque quedamos en seguirla en la próxima clase. Que es hoy. Y no veo la hora de llegar, para prolongar el placer, y darle rienda suelta a nuestras ansias. Otro día les cuento...
6 comentarios - En Pilates.... mucho fuego....
Me refiero a respetar los espacios, los signos de puntuación, ect. para la redacción para que al leer sea mas fácil. Saludos