Luego de ir a cenar los tres juntos, mi esposa, mi cuñada y quien escribe nos dispusimos a tomar una copas en el bar donde el evento. Mi cuñada era soltera y estaba sola, la invitamos a cenar para que se despejara un poco. Ella es una morocha hermosa de piel de ensueño, con cabello renegrido, senos turgentes y unas caderas que dejan loco al más santo.
Entre charla y sin querer me tome de las manos con mi cuñada. La sensación más linda de mi vida, nunca pensé en estar ocupado y con una chica que me cotejara. Sintiendo la dulzura de sus manos me fui imaginando como seria tocar toda su piel. En ese momento creo que nadie se dio cuenta de la situación, incluyéndonos.
Llego la hora de irse a casa y la dejamos en la suya. Me mate pensando si ella recordaría el momento y como lo recordaría. Este episodio me daba un poco de incomodidad y de satisfacción a la vez.
Pasada una semana le escribo un mensajito de texto para saber cómo estaba, a lo que ella me contesta que bien y que le había gustado estar en la cena. Pensando en que le gusto el momento en familia lo deje pasar.
A los dos días posteriores al mensaje vuelvo a escribir otro, ya con cierta incertidumbre y con ganas de sacarle la verdad que no se si era cierta. Le escribo “como estas? También me gusto lo de la cena” con algo de doble sentido para saber que me contestaba. Ella me escribe que estaba bien y que esperaba que se repita el acontecimiento. En este momento ya no daba más y le pregunte si podía cenar el Viernes siguiente, a lo que ella contesto que sí.
Esta vez la pase a buscar mientras mi mujer se arreglaba. Como siempre me recibe con un beso en la mejilla para luego cerrar la casa e irnos al auto. Maneje sin decir una palabra y solo observando su apretado vestido rojo que dejaba ver en su escote un par de senos jóvenes que sudados me hacían perderme del camino. Ella tampoco dijo nada, legamos a casa y los tres nos fuimos a cenar.
Entre chistes y comentarios me doy cuenta que ahora ella se fijaba más en mí. Lo deje pasar. Me levanto para ir al baño del restaurant y noto que alguien me seguía al bajar las escaleras. Hice mis necesidades, me mire al espejo si poder creer lo que estaba viviendo. Entre miedo y culpa escucho que golpean la puerta del baño, era ella pidiéndome que le ayudara con el cierre atorado de su rojo vestido. Dije “Elena, estos no son modales de niña bien, entrar a un baño de hombres y con tu cuñado dentro”; ella rio mientras accedía a su pedido.
El cierre fue lo menos problemático, mientras lo subía acaricie un poco casi queriendo su hermosa espalda, ella no dijo nada. Luego la gire y toque sus hombros, tampoco hubo palabras. Al momento de tenerla en frente la bese y comencé a morder su cuello, corría su cabello para que no molestara y evitando tirones. Sin decir nada me dejo que abrace su cintura con ambas manos, luego me deja bar a sus muslos, eran hermosos, era algo que había pretendido siempre y nunca me atrevía ni a imaginarlos. Al rato me beso, me dice que no podemos hacer nada en ese lugar, que ese día tenía una sorpresa cuando la dejara en su casa. No dije nada y dije después hablamos.
La cena terminaba, de nuevo nos íbamos a casa. Pero esta vez mi esposa se sentía algo mal es estómago y se quedaba en casa. Dándome culpa por lo sucedido en el baño la quise acompañar y dejar que mi cuñada se tome un remis. Mi esposa se negó rotundamente a dejar que su hermana viaje con un desconocido así que me recomendó llevar a su hermosa hermana a su casa argumentando que estaba bien, que se tomaría un té e iría a dormir donde me esperaría.
Mi cuñada tomo sus cosas y nos fuimos hacia su casa. A la mitad del camino comenta que estaba algo incomoda y apenada, y me confiesa que no había querido molestarme en el baño de la casa de comidas. En ese momento note que retrocedía en su promesa y que todo terminaría ahí. Pero al llegar a su casa, me invita a pasar diciéndome que Karina, mi esposa, estaría bien y que no me preocupase.
Me llevo a la cocina, me preparo unas margaritas y me dijo que me ponga cómodo mientras se sacaba sus zapatos. En ese momento me confesó que tenía algo que hablar. Mudo sin decir una palabra, la espero. Ella volvió a la cocina, esta vez nada más traía una falda corta y una remera de playa. Toamos los margaritas, hablamos un largo rato, me acaricia las manos, los brazos, el pecho y me invita a tocarla, esta vez sin recato la tomo de frente por la cintura y levanto suavemente su falda, masajeo sus muslos, la comienzo a besar. No podía dejar de excitarme con su figura, se pone de espaldas, se saca la remera y me pregunta si le gusto porque yo ella sí. Su senos, eran dos palomas torcaces, su vientre terso y cálido, sus caderas una invitación a la locura. Así de espaldas se voltea y me mira, me vuelve a preguntar si le gusto. Sin palabras la sigo acariciando. Casi no podía más de la erección, sentía que mis pantalones explotaban. Ella se dio cuenta y echo mano a mi pedazo. Se volvía loca, y me dijo que hace mucho tenía ganas de tocarlo, casi como dándose cuenta de que me excitaba cuando la veía.
Seguí acariciándola, llegue a sus muslos nuevamente pero esta vez más profundamente. La acaricie los cachetes y comencé a jugar con su vagina depilada. Excitada hasta más no poder me pide que la penetrara mientras hacía círculos con mis dedos en su prieto ano. Comencé a besarlo, dilatarlo, tenía sabor a lo prohibido y a excitación. Se sienta arriba mío en una silla y me pide que la penetre, pero esta vez por el ano.
Su clítoris estallaba de duro mientras penetraba tan ansiada manzanita, sus pezones como piedras pedían mordiscos. Antes de que acabe hace un movimiento suave y me pide que no termine, que siga que había una sorpresa. Se va quitando de encima mío suavemente con caricias y se dispone a arrodillarse frente a la silla, masajea mi pene erectisimo y lleno de excitación, lame su punta, se acomoda el cabello y comienza a chuparme el miembro con unas ganas irrefrenables. Me muerde un poco como jugando, se para y se vuelve a sentar arriba mío, comienza a mover de un lado a otro su hermosa manzanita morena y me hace entrar. Al cabo de un rato de transpirar la veo sudar como nunca había visto sudar a una criatura tan agradable… Continuará...
Entre charla y sin querer me tome de las manos con mi cuñada. La sensación más linda de mi vida, nunca pensé en estar ocupado y con una chica que me cotejara. Sintiendo la dulzura de sus manos me fui imaginando como seria tocar toda su piel. En ese momento creo que nadie se dio cuenta de la situación, incluyéndonos.
Llego la hora de irse a casa y la dejamos en la suya. Me mate pensando si ella recordaría el momento y como lo recordaría. Este episodio me daba un poco de incomodidad y de satisfacción a la vez.
Pasada una semana le escribo un mensajito de texto para saber cómo estaba, a lo que ella me contesta que bien y que le había gustado estar en la cena. Pensando en que le gusto el momento en familia lo deje pasar.
A los dos días posteriores al mensaje vuelvo a escribir otro, ya con cierta incertidumbre y con ganas de sacarle la verdad que no se si era cierta. Le escribo “como estas? También me gusto lo de la cena” con algo de doble sentido para saber que me contestaba. Ella me escribe que estaba bien y que esperaba que se repita el acontecimiento. En este momento ya no daba más y le pregunte si podía cenar el Viernes siguiente, a lo que ella contesto que sí.
Esta vez la pase a buscar mientras mi mujer se arreglaba. Como siempre me recibe con un beso en la mejilla para luego cerrar la casa e irnos al auto. Maneje sin decir una palabra y solo observando su apretado vestido rojo que dejaba ver en su escote un par de senos jóvenes que sudados me hacían perderme del camino. Ella tampoco dijo nada, legamos a casa y los tres nos fuimos a cenar.
Entre chistes y comentarios me doy cuenta que ahora ella se fijaba más en mí. Lo deje pasar. Me levanto para ir al baño del restaurant y noto que alguien me seguía al bajar las escaleras. Hice mis necesidades, me mire al espejo si poder creer lo que estaba viviendo. Entre miedo y culpa escucho que golpean la puerta del baño, era ella pidiéndome que le ayudara con el cierre atorado de su rojo vestido. Dije “Elena, estos no son modales de niña bien, entrar a un baño de hombres y con tu cuñado dentro”; ella rio mientras accedía a su pedido.
El cierre fue lo menos problemático, mientras lo subía acaricie un poco casi queriendo su hermosa espalda, ella no dijo nada. Luego la gire y toque sus hombros, tampoco hubo palabras. Al momento de tenerla en frente la bese y comencé a morder su cuello, corría su cabello para que no molestara y evitando tirones. Sin decir nada me dejo que abrace su cintura con ambas manos, luego me deja bar a sus muslos, eran hermosos, era algo que había pretendido siempre y nunca me atrevía ni a imaginarlos. Al rato me beso, me dice que no podemos hacer nada en ese lugar, que ese día tenía una sorpresa cuando la dejara en su casa. No dije nada y dije después hablamos.
La cena terminaba, de nuevo nos íbamos a casa. Pero esta vez mi esposa se sentía algo mal es estómago y se quedaba en casa. Dándome culpa por lo sucedido en el baño la quise acompañar y dejar que mi cuñada se tome un remis. Mi esposa se negó rotundamente a dejar que su hermana viaje con un desconocido así que me recomendó llevar a su hermosa hermana a su casa argumentando que estaba bien, que se tomaría un té e iría a dormir donde me esperaría.
Mi cuñada tomo sus cosas y nos fuimos hacia su casa. A la mitad del camino comenta que estaba algo incomoda y apenada, y me confiesa que no había querido molestarme en el baño de la casa de comidas. En ese momento note que retrocedía en su promesa y que todo terminaría ahí. Pero al llegar a su casa, me invita a pasar diciéndome que Karina, mi esposa, estaría bien y que no me preocupase.
Me llevo a la cocina, me preparo unas margaritas y me dijo que me ponga cómodo mientras se sacaba sus zapatos. En ese momento me confesó que tenía algo que hablar. Mudo sin decir una palabra, la espero. Ella volvió a la cocina, esta vez nada más traía una falda corta y una remera de playa. Toamos los margaritas, hablamos un largo rato, me acaricia las manos, los brazos, el pecho y me invita a tocarla, esta vez sin recato la tomo de frente por la cintura y levanto suavemente su falda, masajeo sus muslos, la comienzo a besar. No podía dejar de excitarme con su figura, se pone de espaldas, se saca la remera y me pregunta si le gusto porque yo ella sí. Su senos, eran dos palomas torcaces, su vientre terso y cálido, sus caderas una invitación a la locura. Así de espaldas se voltea y me mira, me vuelve a preguntar si le gusto. Sin palabras la sigo acariciando. Casi no podía más de la erección, sentía que mis pantalones explotaban. Ella se dio cuenta y echo mano a mi pedazo. Se volvía loca, y me dijo que hace mucho tenía ganas de tocarlo, casi como dándose cuenta de que me excitaba cuando la veía.
Seguí acariciándola, llegue a sus muslos nuevamente pero esta vez más profundamente. La acaricie los cachetes y comencé a jugar con su vagina depilada. Excitada hasta más no poder me pide que la penetrara mientras hacía círculos con mis dedos en su prieto ano. Comencé a besarlo, dilatarlo, tenía sabor a lo prohibido y a excitación. Se sienta arriba mío en una silla y me pide que la penetre, pero esta vez por el ano.
Su clítoris estallaba de duro mientras penetraba tan ansiada manzanita, sus pezones como piedras pedían mordiscos. Antes de que acabe hace un movimiento suave y me pide que no termine, que siga que había una sorpresa. Se va quitando de encima mío suavemente con caricias y se dispone a arrodillarse frente a la silla, masajea mi pene erectisimo y lleno de excitación, lame su punta, se acomoda el cabello y comienza a chuparme el miembro con unas ganas irrefrenables. Me muerde un poco como jugando, se para y se vuelve a sentar arriba mío, comienza a mover de un lado a otro su hermosa manzanita morena y me hace entrar. Al cabo de un rato de transpirar la veo sudar como nunca había visto sudar a una criatura tan agradable… Continuará...
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