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La ley está para ser incumplida - parte cuatro

Paso un tiempo largo, dos meses al menos, la rubia no dio señales de vida y un martes a la noche, lo recuerdo claramente porque toda la tarde había culiado a morir con Constanza, un mensaje en mi numero tramposo, de un número desconocido, pidiendo si podía hablar conmigo, miro los detalles y era un sms de las 19 hrs, casi las 21 hrs lo veo yo, respondo cortito, si llama… llama de nuevo, era Karen, la rubia, me saluda mucho más tranquila, me cuenta alguna tonteras y que Alexander una horas antes, se había subido a un avión, viaje a la capital, por varios días y que nos debíamos según ella una charla, como ella pensaba que Alexander la hacía seguir, me pidió un operativo especial para encontrarnos, ella metería su auto en una playa cerrada del centro de la ciudad, yo ya debía estar estacionado esperándola para subirla al mío, que ella llegaría de rubia como yo la conocía y que en mi auto se cambiaria de ropa, se pondría una peluca y de allí saldríamos, la verdad que daba para mandarla a la m… pero viste dos pelos de una concha tiran… y no era cualquier concha.
Así se hizo, estaciono cerca de donde yo estaba esperándola, vino en un mercedez benz de esos familiares, vestía un pantalón verde claro de vestir un saco en juego, algo formal, camisa blanca suelta, cartera y bolso mediano a chiquito, vino caminando rápido y se subió a mi camioneta, recostó el asiento del acompañante y me dijo que no la mire, se saco el pantalón de una, quedando a la vista una bombachita con bordados blanca y se puso una minifalda vaquera que saco de bolso, se cambio la blusa por una remera negra, zapatillas negras, se recogió el pelo y se puso una gorra negra, lentes y me pidió que nos fuéramos, enmudecido en mi sorpresa, no sé decir como arranque y salí de la playa.
Donde vamos me dice, me pregunta,
-A mi casa, todo el mundo sabe que voy a estar allí para dormir.
Sonrió, endemoniada, demasiada diabla, demasiado bonita… hermoso pecado.
En mi casa, se soltó el pelo, la minifalda le quedaba de maravillas, las piernas blancas apenas chuecas, la belleza… eso la resume, era la belleza.
-¿Me imagino que no entendes nada no?
-¿Me hace falta entender? Y sabes no quiero entender, capaz que si entiendo debo hacer juicios de valor y no quiero, quiero disfrutar de tu compañía, déjame mirarte y déjame el recuerdo de tu belleza y hablemos de cualquier cosa ¿dale?
Me sonrió, con los cachetes maravillosamente un poco rojos, un poco emocionada
Abrimos una cerveza y le ofrecí comer unas milanesas al horno, acepto como si fueran caviar, su charla era amena, sencilla, su sonrisa endiablada, su pelo suelto rubio, su ojos celestes, mientras cocinaba se mantenía cerca, me rondaba como una gata, mirando cosas de mi cocina, de mis recetas, rondaba mirando mi casa y alabando algunas cosas, parecía ronronear la mortal rubia en su voz ronca, miro las fotos y volvía acercarse, sonriendo y retorciéndose como una gata, diciendo que ya tenía hambre, espero que cocines rico porque de los nervios no pude comer nada, yo solo cambiaba de tema, no la dejaba que me explique nada.
Su voz ronca me partía la cabeza, de solo escucharla era calentarme, su risa, su lenguaje cuidado pero sencillo, como una gata ronroneando…
Comimos, puse la lámpara del dormitorio, que haya media luz, música lenta internacional, tercera cerveza, reíamos, un momento único y la hora de lavar los platos y guardar las cosas, se mantenía detrás mío o al costado con su charla, termine de limpiar, me apoye sobre la mesada de la cocina con los brazos estirados y la rubia enfrente mío, nuestras miradas se entendían, la charla había terminado.
Sus manos suaves y chiquitas, recorrían mis brazos hechas caricias, mirándolos atentamente, primero el izquierdo y luego el derecho, caricias en mi hombro, las caricias en mi cuello, la rubia muy cerca pero sin tocarme, cuando termino con mis brazos, estampo en mi mente, un recuerdo imborrable, cuando sus ojos celestes se volvieron una mirada, su mirada en mis ojos, su belleza me enmudecía, me paralizaba, quería balbucear algo y no podía, quería abrazarla y mis brazos tensos seguían atados a la mesada, se colgó de mi cuello la rubia con esos brazos finitos y el recorrido en un tiempo de tres segundos como máximo, previos a su primer beso, puedo contarles las interminables sensaciones…cierro los ojos un instante y puedo sentir el perfume de su piel, la suavidad de su pelo lacio rubio como el sol, sus ojos celestes que me atravesaban, su boca chiquita rosada, sus dientes blancos… el contacto con los labios, suaves, la rubia bella hasta lo indecible, la rubia bella me quitaba el aire.
Me tomó de la mano y fuimos al dormitorio, verla caminar balanceándose, verla sonreírme una hermosa diabla, verla mirarme, sentándose en el borde de la cama, me arrodille, empezaba a despertarme, a salir de mi letargo y la besé, apasionadamente, ella me abrazo fuerte y me enrosco con sus piernas, besándola extasiado, caricias con mi nariz, deseando que su perfume no se vaya mas, se veían torpes mis manos acariciando ese pelo lacio rubio y la piel blanca, en el cuello, en la cara, sentía su manos ir desabrochando mi camisa, sacarla de mi pantalón, soltarme el cinturón, buscar soltarme el gancho, bajar el cierre, terminar de sacarme la camisa, me metió las manos estirándome el bóxer en los cachetes de la cola apretándome y esa sonrisa diabla de putita y me comió la boca y con esa voz ronca que me hablaba putamente.
Puedo contarles como fue desnudarla, pero nadie en la tierra puede contar que se siente, la piel blanca, suave, con pequitas apenas marrones casi imperceptibles y solo en ciertos lugares, sus pechos, no grandes, en un torso finito femenino se destacan y terminan en punta, las aureolas hasta el pezón grueso, del mismo color, chupar esos pechos casi con locura y la voz ronca de la rubia que me decía más despacio por favor, me haces doler en mi torpe calentura, bajar besando su panza pudiendo ver sus costillas que recorría con dedicación con mis labios, su pancita plana, su pupito chiquito, unos vellos rubios incipientes que me extasiaron al borde de la demencia, no quise sacarle la bombacha blancas de los bordados todavía, baje besando las piernas, blancas, un poco chuecas, apenas musculosas, chuparle la rodilla, morderle las pantorrillas, chuparles los deditos chiquitos blancos que terminan en las uñas rosaditas y volver subir pero con la rubia de espalda, esa vista desde sus pies, la cola, la espalda, el pelo recogido con la mano al costado, como decir lo que me provoco mirarla sin quedarme corto, no puedo describirlo, solo subir pasándole la lengua, detenerme en los cachetes de la cola, mordisquitos y oírla gemir con su voz ronca, poder ver que la bombacha blanca, la de los bordados, en el medio tenía una mancha humedad, besarle la espalda, el cuello, comerle la boca, apoyarle al pija en el medio de los chachetes del culo a la rubia, ver mi piel morocha criolla casi ordinaria, encima de ese cuerpo bello como pocos, la mujer de la piel blanca, la mujer de la voz ronca, la mujer bella hasta lo indecible, la mujer rubia.
Sé que pasó en algún momento, sacar la bombacha, la de los bordados, mirarla con atención, cada detalle, después de sacársela, la rubia cerró las piernas y se tapo con las dos manos la conchita, me sonreía jugando, sus ojos celestes brillaban de la picardía, en el juego con su voz ronca
-¿andas buscando algo?, ¿perdiste algo?, ¿te puedo ayudar?.
Me dolía la pija, les juro me dolía de la calentura, despacito metí mi cabeza desde la rodillas, ella fue abriendo las piernas despacito y me fui encontrando con esa conchita, rosada casi rojita, labios gruesos y salidos para el costado, en el medio de esos labios se notaba un agujerito, me acerque y apoye mi nariz… y saque la lengua, pasaba la pala, recogí un poco de su humedad, de su olor, de su liquido vaginal, saborearlo, observe su monte de Venus, depilado a los costados, pero en el medio una línea gruesa prolija, de vellos rubios, finitos suavecitos, que apenas los podía sentir en mis dientes, en mis labios, vellos rubios como el sol, los primeros en mi vida y chuparle la conchita, meter en mis boca sus labios vaginales y estirarlos, chuparla hasta el cansancio, chuparla con desesperación, con pasión, insano, demente, un psicópata fundamentalista que chupaba, solo chupaba, besaba, exploraba…
-déjame un ratito a mi (su voz ronca, hecha un gemido)
Y me acosté en la cama, sin preámbulos, sin vueltas, la rubia se metió la boca en la pija, atónito miraba como esa boca chiquita podía tragarse de esa forma mi pija, que pete por favor, se la metía entera, me tocaba los huevos con la lengua y volvía salir cerrando haciendo presión con los labios, recorriéndome la pija entera y volvía a bajar, me arqueaba de la sensación que me producía, placer es poco, me aguantaba el grito, que forma mortal de chuparme la rubia, bajaba y subía, sentí contracciones en la pija y la rubia se rio putamente, algunas cabras se me habían escapado involuntariamente, agradecía que fuera eso y no que me vaciara el corral entero y de una.
Buscaba mi pantalón en el piso desesperado, en mi billetera siempre tengo dos o tres preservativos, ella me dice
-Tengo un DIU, yo me cuido
-Yo también te cuido, le conteste, Soledad estuvo con una cistitis y no vaya a ser que si tengo algo, te lo pase a vos.
Mentira, estaba demente por la rubia, pero me quedaba algo de cordura, Alexander, el de la camioneta Jeep Blanca, Yo y contando…cuando hay mucho comensales para el mismo plato, siempre se termina en garabato, con el forrito puesto mucho más tranquilo.
Cuando me le fui a subir a la rubia, para ensartarla, algo en su expresión había cambiado, incluso su mirada era distinta, sus bellos ojos celestes me miraban de otra forma, me recibió con un abrazo y un beso por demás tierno
- Gracias negrito… con esa voz ronca, dándome un beso en los cachetes y mordiendo apenas mi oreja derecha
La mire sorprendido, en esa expresión ¿de qué?
-Por cuidarme, otro ni me hubiera pregun… deja no me hagas caso, vení quiero sentirte dentro mío, negrito lindo
La ensarte de una, típica flaca, argolluda, encima bien mojada, casi entraba bailando y empecé a bombear a lo loco, desesperado, la rubia había dejado la actitud de puta, de la gata que me ronroneaba, paso a ser una mina tierna, su mirada me lo decía, sus besos, eso de decirle que yo la cuidaba, había hecho en ella un punto de inflexión, increíble pero cierto, me había quedado seca la lengua de tanto chuparla y besarla, casi que me dolía la mandíbula… y un par de palabras mías habían sido más efectivas.
Su forma de abrazarme, sus besos, sus ojos cerrados, sus gemidos, su actitud de disfrutar cuando dentro de ella bombeaba, su movimiento ayudándome con sus caderas y la belleza de ese cuerpo, todo era con una pasión enorme, pero había mucha ternura, me daba besos chiquitos la rubia en la cara, en los ojos, la nariz, me acariciaba con su naricita, enorme caricias sumamente suaves, me extasiaba de otra forma este cambio, se me subió encima y empezó a moverse, besándome con enorme ternura, hasta que de pronto un gemido intenso, largo, emocionante el abrazo fuerte en ese momento, hasta que se quedo quieta.
Su cara de saciedad, su cara de placer, su pelo bello en la cara, esa sonrisa única…
Se salió, bajo, me saco el forro y en esos petes del principio pero más tiernos, no dure mucho, me dejo el corral vacío.
Se quedo hasta el otro día y vaya que cogí esa bella mujer esa noche, de todas las formas, en esas 14 horas, nunca más volvimos a estar juntos, tengo en mi memoria el momento que se despedía, esos ojos celestes brillosos que todavía me acarician el alma.

3 comentarios - La ley está para ser incumplida - parte cuatro

paulacasada
hermosisimo papi segui haciendo relatos divino besitos pauli
elbajito22
muy bueno te sigo hace rato y la verdad muy buena la historia continuada.. tengo ganas de leer el proximo relato
pupito_82
Otro relato sublime. Exejdmtd desde la redacción para crear los climas hasta el vuelco tierno
Sublime de lo mejor que leí
Mertus
Muchisimas gracias, siempre los elogios ayudan y suman.