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Cuentos para un albañil (tercera parte)

Ocho meses duró ésta locura con Marcela, encontrarnos dos veces a la semana, hacernos el amor hasta quedar llenos y secos, valida contradicción, Marcela exploto en su sexualidad y sensualidad, cada encuentro eran tres polvos de locura, el primero en la conchita, el segundo, el mejor, en la colita, en esa colita que tanto me desequilibraba y el tercero un oral o una turca.
Con Sonia de mal en peor, nunca supe porqué, jamás pude confirmar nada, jamás supe nada pero estaba esa incomodidad del tema con Guillermo, tema que ella desconocía de mi parte totalmente, así que lo mío en extremo incongruente, incomprensible, inexplicable, como no la tocaba, un domingo a la siesta, después de un enésimo rechazo de mi parte, enojada me increpo
-con quién te andas acostando hdp, hace cuanto que no me tocas, te crees que soy boluda
-siempre lo mismo, “el ladrón cree que todos son de su misma condición”, le conteste
-que queres decir con eso, que tenes que decir de mi, a ver (desafiante y a los gritos)
-las veces que me dijiste que no, las veces que te dolía la cabeza, las veces que estabas cansada, las veces… incontables, jamás dije que cogías con otro, respeto a tu persona se llama eso, la hdp sos vos perra!… vos si tenes derecho a decir eso cuando yo no quiero, quédate tranquila no sos vos la boluda, el boludo soy yo que no me di cuenta, usando tu lógica. (Gritando más fuerte que ella, como nunca).
Me levante, agarre el auto y me tome el olivo, debe haber sido la forma o como lo dije, la cara y el silencio de mi mujer era mortal, llamativo, conociéndola, no era que no tenia argumentos para rebatirme, sino que le había caído la ficha, que casi estábamos separados, la familia en riesgo y en cierto modo su amor, que siempre dijo tener por mí.
Recién a la noche aparecí, los chicos a punto de dormir, mi cena esperándome pero no la comí y la actitud de Sonia era otra, jugué un rato con los chicos, hasta que se durmieron.
Me hice un té y miraba un partido de futbol, cuando Sonia me pidió que hablemos, en un tono realmente tranquilo
-si podes dame una explicación a tu actitud, estuve mal esta tarde, lo que me dijiste es bastante cierto y perdóname, pero tampoco es normal que pase tanto tiempo y que no pasa nada entre nosotros, estas frio y distante.
-¿Explicación?
-sí, creo que me la merezco, soy tu mujer, madre de tus hijos.
-Mira la pared esa le dije
No entendía nada Sonia, miro como con desgano, con desdén
-desde el color, hasta lo que está colgado en la pared, siempre fue tu decisión, mira la casa, mira cada rincón, cada mueble y así puedo seguir con todo, con la vida misma, vos estableciste acá, cuando se cogía y como se cogía y llegaste al punto tal, que te diste el lujo de hablar delante mío, con total desparpajo, de lo fuerte, rubio, ojos celestes y rico tipo, cuando le contabas a Patricia de Guillermo…
-no me podes decir esa locura Mario
-¿no puedo? Sonia, mira vos, que mas no puedo o mejor resumí por favor, que puedo hacer o decir, a ver…
-nunca me dijiste que querías otro color para la pared
-no me tomes de tonto queres, es un ejemplo que te doy, si te decía que quería otro color, discutíamos una semana, vos diciéndome que no tengo buen gusto y de paso, no te dejabas que te toque una semana, como forma de manejarme… vamos queres, que yo no diga nada, porque sinceramente me importa tres huevos el color de la pared y de ultima te doy el gusto y otra cosa que vos pienses que para todo te podes manejar así… como hoy, como no tengo ganas con vos, me ando acostando con otra ¿no?.
Y termine la charla, me acosté en la otra pieza a partir de de esa noche, semanas siguientes, me levantaba temprano, volvía a la noche, estaba con los chicos un rato y cada carancho a su rancho, Sonia en su pensamiento y lo digo desde una impresión personal, no entendía nada, le parecía, a lo menos, ridículo, mi forma de actuar, cuando paso la tercera semana y ninguno cedía, una noche decidió encarar de nuevo
-Mario no podemos seguir así, que clase de familia somos
-Tenes razón, deberías de ver dónde irte, tratemos de buscar un acuerdo sobre las cosas, sobre todo por los chicos, que sufran lo menos posible
-No puedo creer lo que me estás diciendo, tan enojado estas que te queres separar, sacar los chicos de su casa, de su espacio, tan rápido es, que no queres saber más nada conmigo, como puede ser que te vayas tan al extremo.
-Yo no dije que los chicos se vayan, dije que vos te vayas.
-Vos te pensas que te voy a dejar mis hijos
-Son solo tus hijos ¿no?, las obligaciones todas mías, los derechos todos tuyos
Muchas veces habíamos hablado de ese tema y ella sabía mi postura, uso la prudencia, era evidente que no quería pelear, evitó el tema diplomáticamente y en tono más tranquilo
-Yo te quiero mucho Mario, quiero decirlo claramente, muchas cosas que me has planteado tenes mucha razón, yo no me quiero separar, ni romper mi familia, pero no creas que las cosas en la que tenes razón, lo hice con mala intención, de mala leche o falta de respeto hacia vos, puede que sea una caprichosa, bruja, torpe, como esa vez con lo de Guillermo y no creas que no te entiendo, si hubiera sido al revés, estaría muerta de odio y celos, pero si vos tratas de entender que fue una torpeza, que jamás te he sido infiel y cedes un poco, yo voy a poner todo de mi parte para salir adelante, no se... hagamos terapia de pareja, vamos de viaje juntos a algún lado y de alguna forma para bien o mal, tratemos de resolverlo, pero sola no puedo, con o sin razón, sino cedes un poco, no se puede y si no podemos arreglarlo, no quiero que nos matemos en los abogados, evalúa a tu criterio que es mejor para los chicos y te juro que así no esté de acuerdo con vos, se hace como vos digas, como vos bien me dijiste, vos hiciste muchas cosas sin estar de acuerdo y yo, una necia de doble carril, no supe valorarlo, de lo económico no me interesa nada, yo puedo defenderme sola y te juro que no vas a tener problema, no quiero que los chicos pierdan a su papa, como me paso a mí.
Y se fue al dormitorio, hecha un mar de lágrimas.

De alguna forma, éste planteo de Sonia, algo que seguramente con anterioridad había hablado, pulido, dado forma, con sus hermanas, hizo que Marcela con cargos de conciencia y sobre todo con sentido común, en una charla responsable, muy emotiva, decidiéramos de común acuerdo terminar nuestro idilio, un viernes imborrable, en que toda la tarde nos hicimos el amor, con pasión, furia, locura, deseo y sentimiento, para despedirnos con lágrimas y concretar la separación.
Enfocado en mi trabajo, poniendo de mi parte en la reconstrucción de la relación con Sonia, pasaron unos buenos meses, deje de juntarme con mis cuñadas, aproveche esos domingos para mi soledad y también me ayudaba alejarme de Marcela.
Sonia estaba distinta, sobre todo prudente y poco a poco fue retomando la relación un cauce más normal, con rispideces pero en parámetros normales.

continuara...

4 comentarios - Cuentos para un albañil (tercera parte)

josanti3063
Excelente maestro, muy bien contado, sencillo, en lenguaje comun y situaciones reales que cualquiera que este casado reconoce, adelante y gracias por compartir. Espero la cuarta parte con ansiedad.=
profezonasur
Bien, una manera diferente de encarar un relato con ribetes eróticos. Un abrazo