La historia que voy a relatar es 100% real. Tan solo voy a cambiar los nombres por razones obvias. Así pues, el que esté esperando leer la história más morbosa y fantasiosa que ha leido nunca puede que salga con las manos vacias. Os propongo un relato verdadero. Algo que pasa en la vida real, y que os puede pasar a vosotros.
Hace cinco años que estoy con, vamos a llamarla, Bruna. A sus 23 años es una chica que raramente pasa desapercibida, y no por ser la típica rubia tetona patilarga. Más al contrario. Morena ahora con el pelo corto y ondulado, al más puro estilo francés, y metro casi setenta. Sus facciones son muy finas, sus ojos marrones almendrados y despiertos, y su expreson dulce. Sus pechos son discretos pero muy bien definidos, con unos pezones bonitos y esa curva que debe hacer todo pecho tulgente. Y su culo se lleva la palma, bien subido sin llegar a ser respingon, y perfecto para…
A lo que iba. Nuestra vida sexual es bastante buena. En 5 años llegas a conocer mucho a una persona y realmente domino su cuerpo bastante bien, y ella el mio. Y debo reconocer que muchas veces es el morbo lo que nos calienta más; hacerlo en un lugar publico a escondidas, incluso siendo vistos… Además, a Bruna le encanta el sexo anal; siempre que lo acompañe de carícias en el clítoris, tanto es así que no duda en pedirmelo en casi cada polvo. Pese a todo esto, el sexo acostumbra a ser muy cariñoso, confidente y sensual, aunque no por eso tranquilo.
Una de nuestras más recurrentes fantasías era, por ejemplo, hacer un trio. Los dos y otro chico. A lo mejor a alguien le parece extraño compartir (por una noche) a su pareja. A mi a veces me inquietaba el pensarlo, la sociedad nos marca que esto no es “correcto”, pero a la vez deseaba ver a mi chica doblemente satisfecha, desbordada y entregada a gozar por partida doble, a dar y recibir al mismo tiempo. Lo habiamos hablado algunas veces, e incluso a menudo cuando hacíamos el amor le daba un dedo a lamer, con el que se recreaba simulando que habia alguien más a quien se la estava chupando, lo que me ponia a mil. A veces, incluso, haciendolo por detrás tanteaba a la vez con un dedo por delante, y ambos sabiamos porqué.
Aun y así, no es fácil encontrar una persona con quien hacer un trio. Vale sí, encontrar a un chico dispuesto es fácil, y más tratandose de ella, pero debe ser alguien con la suficiente confianza cómo para proponerselo, que ya nos conozca a los dos, pero que no sea demasiado próximo, y que a la vez resulte atractivo para ella. Estos eran, almenos, nuestros requisitos. A fin de cuentas, después de 5 años haciendo el amor, rebajar un trio a solo sexo, sin nada más, es ir a perder.
Y con esto en agenda, subimos en agosto a la Costa Brava de vacaciones, una semanita en un camping para desconnectar y tomarnoslo con calma. Y nos surge un plan; un buen amigo suyo, Biel, con el que se habia acostado un par de veces algunos años atrás pero con quién sobretodo tenia una relacion de amistad que venía de lejos, nos propone que nos pasemos por Cadaqués, un encantador pueblecito costero muy cerca del cámping. Además de la casa en la que veranea, tiene una barquita con la que podemos pasar un dia en el mar, voreando al costa de calita en calita, no sin tomar unos vinos blancos y unos aperitivos. Evidentemente, nos apuntamos al plan sin dudarlo.
Y esa misma mañana, almorzando delante de la tienda, y sin venir a cuento, nuestros pensamientos se cruzan. Casi no hace falta que, no sin ruborizarse, me diga:
- Sabes? Siempre he pensado que aquello que alguna vez hemos hablado… hoy podría ser. Él dá el perfil, y cadaqués tiene esa mágia…
Coincido con ella. Tan solo hace falta ir lo suficientemente lejos con el barco para estar tranquilos, en una calita mismo, y allí dejar que ella hable con él y que el vino y el morbo hagan el resto. Es un momento excitante, todo aquello que habiamos fantaseado, viendolo lejos, puede suceder. Pero aún y así decidimos no seguir dándole vueltas, y nos vamos para Cadaqués.
Llegamos allá y nos encontramos con una “mala” notícia. Su amigo Luís va a acompañarnos todo el día. A solas con Bruna, comentamos que aun así tratará de hablar con Biel i proponerselo. Nos presentamos con Luís, y despues de cocinar algo para picar zarpamos hacia el norte, buscando un rinconcito. El día transcurre increiblemente bien, no nos falta la buena comida ni el alcohol ni las anecdotas, y los cuatro lo pasamos en grande. Pese a esto, no llegamos a conseguir ningun momento en que Bruna i Biel hablen tranquilamente, y ella pueda sacarle el tema.
Y empieza a anochecer, volvemos a puerto, y pese a que esa misma noche nos volvemos a ver, y incluso un par de días después de nuevo, no surge ninguna oportunidad de que pase, ni tan solo de sacar una conversacion y proponerlo.
Pasa un mes, y Biel nos invita a una fiesta de despedida en Barcelona, pues va a pasar un tiempo largo viviendo en el extrangero. Es un sabado noche de septiembre, tenemos otras opciones, pero al final nos decantamos por pasarnos. No somos de allí, pero tengo las llaves de un local con sofás dónde podemos pasar la noche, así que salimos a rebentar. Y más cuando, a poco por llegar al bar dónde hemos quedado, Bruna me confiesa que esa noche le apetece mucho emboracharse, y que no sabe si va a ser capaz de controlarse y no irse de la lengua con lo del trio. La conozco, y sé que en verdad me está consultando qué me parece la idea. “Ya veremos”, le digo.
La noche empieza bien. Vamos de bar en bar, a copas y chupitos, hasta que Bruna empieza a estar achispada, y de hecho yo tambien. Nos cruzamos miradas. “Se lo voy a decir” me susurra. “Adelante”.
Salimos del ultimo bar, y les dejo solos para unirme al resto del grupo, no sin estar pendiente de ellos de reojo. Hablan diez minutos, hasta que llegamos a un local dónde no nos apetece entrar porque nos quieren cobrar 10€ por estar allí una hora. Bruna se me acerca, le brillan los ojos de exitacion, y me lo confirma.
“Quiere hacerlo. Te parece bien?”. Y yo la beso, y sonríe.
Pasan los minutos, y en ausencia de mejor plan, el grupo se va fragmentando, y todo el mundo se va para casa. Vamos a buscar el metro, ya abierto, y cómo quien no quiere la cosa Biel nos acompaña. Su casa queda en direccion opuesta a la nuestra, y en cuanto vemos que pasa de largo su anden y nos sigue, Bruna y yo nos sonreimos. Va a pasar hoy.
Como tres amigos llegamos al local, que está en un sotano, charlando de banalidades, y nos servimos unas copas, aunque ya a ninguno de los tres nos hacen falta. Nos ponemos cómodos en los sofás, aunque existe cierta tension en el ambiente; los tres sabemos lo que vamos a hacer, pero resulta violento empezarlo. Así que propongo un juego de “truth or dare” de estos del móbil. Es un plan cutre, pero suficiente para romper el hielo. Aun y así, la cobertura de 3G brilla por su ausencia, mis dedos no aciertan a encontrar y teclear el codigo del wifi, y la descarga de la aplicacion va a tardar casi 20 minutos. Pero no perdemos el tiempo, a medida que vamos hablando de cualquier cosa, cada cierto tiempo nos quitamos todos una pieza de ropa, así sin más. Y para cuando el juego está instalado, tan solo nos queda la ropa interior, que ya no puede ocultar la excitacion de nuestros miembros.
Ya sentados los tres en el mismo sofa y con ella entre los dos, voy a llevar el timón, filtrando las pruebas que me interesan. Nada de bailes, nada de tonterias. Despues de unas cuantas verdades bastante divertidas, llegan las pruebas más interesantes: morder 5 partes del cuerpo de otro, simular un orgasmo, gemir 15 segundos al oido de otro… Y como mando yo, impongo que casi todas las pruebas las ejecute ella, alternando entre los dos cuando pertoca, cosa que Bruna acepta sin quejarse demasiado. Hasta que le toca lo siguente:
“Explica en que consiste tu mayor fantasia sexual”. A lo que Bruna responde:
- Si lo tengo que decir, me va a tocar hacerla.
- Pues hazlo – respondemos los dos.
Sin pensarselo dos veces, Bruna se levanta, se arrodilla de cara a nosotros cuela una mano entre mi boxer y me besa, un beso largo y intenso, y segudamente hace lo mismo con él. El juego ha empezado. Y Bruna es buena en este juego. No nos queda más que tumbarnos y dejarnos hacer por su boca y sus manos. Nos la chupa sin miramientos, alternando sin favoritismos, y acompanyandose de besos cada vez más fogosos, de caricias más estremecedoras. El alcohol nos desata de nuestras conciencias para convertirse en siervo de nuestros instintos, cada vez más incontrolables. Nos toca. Sentamos a Bruna, y nuestras manos empiezan a recorrer todo su cuerpo, sus labios, sus pechos, su sexo, mientras entre suspiros se esfuerza por acariciar nuestras pollas, que parecen a punto de explotar. Voy a tomar la iniciativa; la arrodillo, la agarro de la cabeza y con un punto de autoridad le conduzco su boca hacia el sexo de él, mientras me coloco detrás suyo. Bruna está ya muy mojada, y no me cuesta mucho esfuerzo conseguir que con mis embestidas empieze a gemir, pese a tener la boca bien llena de polla.
El sofá dá mucho de sí, y no son pocas las posturas que se suceden en él. En todas ellas, Bruna es follada por uno de nosotros mientras se esfuerza en comersela al otro, cosa que realmente consigue con naturalidad. Jamás la he visto así, totalmente entregada, y parece ya imposible de parar. Es el momento. La tumbo encima de mi, boca arriba, y aprovechando lo mojada que está tanteo su culo, no sin tocarle el clítoris y arrancando sus gemidos. Me lo pide, en la oreja, susurrando. Metela. Entro la puntita, despacio, hasta que se acostumbra, y es ella quien empieza a cabalgarme. Y cuando estoy por metersela entera, Biel hace ademán de añadirse. “Toda tuya”, le digo. Y se la mete por delante, no sin algun problema, pese a que no tardamos en encontrar el ritmo. Biel la embiste sin piedad, y yo me conformo con mantener esa puntita que sé que le encanta, mientras que encuentro su clítoris bien duro y agradecido. Efectivamente, pronto la espalda de Bruna empieza a arquearse, su respiracion a acelerarse, sus gemidos a aumentar, hasta que explota en un increible orgasmo, y junto con ella Biel lo hace también.
Estamos totalmente exhaustos, incluso desorientados. Hemos estado casi una hora follando, y follando fuerte, brutalmente conducidos por nuestros impulsos desatados por el alcohol, aunque no por eso sin increibles besos y caricias. Pero Bruna está algo resentida, quizás hemos sido un poco salvajes, y nos dice que duda poder seguir follando, pero aun y así yo no me doy por satisfecho y le pido más, falto yo, y Bruna no tarda en satisfacerme, otra vez de rodillas, comiendomela como nunca. Por su lado, Biel, tumbado exhausto en el sofá, nos dice:
- Dudo poder seguir, yo.
- Tranquilo – le digo – Bruna es especialista en “pequeños milagros”.
Y así es. Una mano de Bruna se desliza por su muslo, tanteando su polla. Juega con ella mientras me la come, y lo hace tan bien que para cuando por fin se mete la boca de Biel en la boca de nuevo, él vuelve a estar totalmente duro. Bruna se da cuenta, eso la excita, y aumenta su ritmo haciendonos córrer a los dos prácticamente a la vez.
Ahora sí, es el final. Biel se viste, nos despedimos, y nos vamos a dormir. Son las 10 de la mañana.
Espero os haya gustado. En todo caso, esto es lo que pasó, aunque claro, es mi punto de vista. Por eso, animo a “Bruna” a colgar en este mismo foro y con este mismo usuario su version de los hechos, centrandose en los detalles que considere. Estad atentos, ella escribe mejor que yo (que no es tampoco muy dificil). Hasta entonces, os propongo que comentéis lo que os haya parecido, y si quereis que os expliquemos cualquier cosa que os hayais quedado con curiosidad por saber no dudéis en pedirlo.
Hace cinco años que estoy con, vamos a llamarla, Bruna. A sus 23 años es una chica que raramente pasa desapercibida, y no por ser la típica rubia tetona patilarga. Más al contrario. Morena ahora con el pelo corto y ondulado, al más puro estilo francés, y metro casi setenta. Sus facciones son muy finas, sus ojos marrones almendrados y despiertos, y su expreson dulce. Sus pechos son discretos pero muy bien definidos, con unos pezones bonitos y esa curva que debe hacer todo pecho tulgente. Y su culo se lleva la palma, bien subido sin llegar a ser respingon, y perfecto para…
A lo que iba. Nuestra vida sexual es bastante buena. En 5 años llegas a conocer mucho a una persona y realmente domino su cuerpo bastante bien, y ella el mio. Y debo reconocer que muchas veces es el morbo lo que nos calienta más; hacerlo en un lugar publico a escondidas, incluso siendo vistos… Además, a Bruna le encanta el sexo anal; siempre que lo acompañe de carícias en el clítoris, tanto es así que no duda en pedirmelo en casi cada polvo. Pese a todo esto, el sexo acostumbra a ser muy cariñoso, confidente y sensual, aunque no por eso tranquilo.
Una de nuestras más recurrentes fantasías era, por ejemplo, hacer un trio. Los dos y otro chico. A lo mejor a alguien le parece extraño compartir (por una noche) a su pareja. A mi a veces me inquietaba el pensarlo, la sociedad nos marca que esto no es “correcto”, pero a la vez deseaba ver a mi chica doblemente satisfecha, desbordada y entregada a gozar por partida doble, a dar y recibir al mismo tiempo. Lo habiamos hablado algunas veces, e incluso a menudo cuando hacíamos el amor le daba un dedo a lamer, con el que se recreaba simulando que habia alguien más a quien se la estava chupando, lo que me ponia a mil. A veces, incluso, haciendolo por detrás tanteaba a la vez con un dedo por delante, y ambos sabiamos porqué.
Aun y así, no es fácil encontrar una persona con quien hacer un trio. Vale sí, encontrar a un chico dispuesto es fácil, y más tratandose de ella, pero debe ser alguien con la suficiente confianza cómo para proponerselo, que ya nos conozca a los dos, pero que no sea demasiado próximo, y que a la vez resulte atractivo para ella. Estos eran, almenos, nuestros requisitos. A fin de cuentas, después de 5 años haciendo el amor, rebajar un trio a solo sexo, sin nada más, es ir a perder.
Y con esto en agenda, subimos en agosto a la Costa Brava de vacaciones, una semanita en un camping para desconnectar y tomarnoslo con calma. Y nos surge un plan; un buen amigo suyo, Biel, con el que se habia acostado un par de veces algunos años atrás pero con quién sobretodo tenia una relacion de amistad que venía de lejos, nos propone que nos pasemos por Cadaqués, un encantador pueblecito costero muy cerca del cámping. Además de la casa en la que veranea, tiene una barquita con la que podemos pasar un dia en el mar, voreando al costa de calita en calita, no sin tomar unos vinos blancos y unos aperitivos. Evidentemente, nos apuntamos al plan sin dudarlo.
Y esa misma mañana, almorzando delante de la tienda, y sin venir a cuento, nuestros pensamientos se cruzan. Casi no hace falta que, no sin ruborizarse, me diga:
- Sabes? Siempre he pensado que aquello que alguna vez hemos hablado… hoy podría ser. Él dá el perfil, y cadaqués tiene esa mágia…
Coincido con ella. Tan solo hace falta ir lo suficientemente lejos con el barco para estar tranquilos, en una calita mismo, y allí dejar que ella hable con él y que el vino y el morbo hagan el resto. Es un momento excitante, todo aquello que habiamos fantaseado, viendolo lejos, puede suceder. Pero aún y así decidimos no seguir dándole vueltas, y nos vamos para Cadaqués.
Llegamos allá y nos encontramos con una “mala” notícia. Su amigo Luís va a acompañarnos todo el día. A solas con Bruna, comentamos que aun así tratará de hablar con Biel i proponerselo. Nos presentamos con Luís, y despues de cocinar algo para picar zarpamos hacia el norte, buscando un rinconcito. El día transcurre increiblemente bien, no nos falta la buena comida ni el alcohol ni las anecdotas, y los cuatro lo pasamos en grande. Pese a esto, no llegamos a conseguir ningun momento en que Bruna i Biel hablen tranquilamente, y ella pueda sacarle el tema.
Y empieza a anochecer, volvemos a puerto, y pese a que esa misma noche nos volvemos a ver, y incluso un par de días después de nuevo, no surge ninguna oportunidad de que pase, ni tan solo de sacar una conversacion y proponerlo.
Pasa un mes, y Biel nos invita a una fiesta de despedida en Barcelona, pues va a pasar un tiempo largo viviendo en el extrangero. Es un sabado noche de septiembre, tenemos otras opciones, pero al final nos decantamos por pasarnos. No somos de allí, pero tengo las llaves de un local con sofás dónde podemos pasar la noche, así que salimos a rebentar. Y más cuando, a poco por llegar al bar dónde hemos quedado, Bruna me confiesa que esa noche le apetece mucho emboracharse, y que no sabe si va a ser capaz de controlarse y no irse de la lengua con lo del trio. La conozco, y sé que en verdad me está consultando qué me parece la idea. “Ya veremos”, le digo.
La noche empieza bien. Vamos de bar en bar, a copas y chupitos, hasta que Bruna empieza a estar achispada, y de hecho yo tambien. Nos cruzamos miradas. “Se lo voy a decir” me susurra. “Adelante”.
Salimos del ultimo bar, y les dejo solos para unirme al resto del grupo, no sin estar pendiente de ellos de reojo. Hablan diez minutos, hasta que llegamos a un local dónde no nos apetece entrar porque nos quieren cobrar 10€ por estar allí una hora. Bruna se me acerca, le brillan los ojos de exitacion, y me lo confirma.
“Quiere hacerlo. Te parece bien?”. Y yo la beso, y sonríe.
Pasan los minutos, y en ausencia de mejor plan, el grupo se va fragmentando, y todo el mundo se va para casa. Vamos a buscar el metro, ya abierto, y cómo quien no quiere la cosa Biel nos acompaña. Su casa queda en direccion opuesta a la nuestra, y en cuanto vemos que pasa de largo su anden y nos sigue, Bruna y yo nos sonreimos. Va a pasar hoy.
Como tres amigos llegamos al local, que está en un sotano, charlando de banalidades, y nos servimos unas copas, aunque ya a ninguno de los tres nos hacen falta. Nos ponemos cómodos en los sofás, aunque existe cierta tension en el ambiente; los tres sabemos lo que vamos a hacer, pero resulta violento empezarlo. Así que propongo un juego de “truth or dare” de estos del móbil. Es un plan cutre, pero suficiente para romper el hielo. Aun y así, la cobertura de 3G brilla por su ausencia, mis dedos no aciertan a encontrar y teclear el codigo del wifi, y la descarga de la aplicacion va a tardar casi 20 minutos. Pero no perdemos el tiempo, a medida que vamos hablando de cualquier cosa, cada cierto tiempo nos quitamos todos una pieza de ropa, así sin más. Y para cuando el juego está instalado, tan solo nos queda la ropa interior, que ya no puede ocultar la excitacion de nuestros miembros.
Ya sentados los tres en el mismo sofa y con ella entre los dos, voy a llevar el timón, filtrando las pruebas que me interesan. Nada de bailes, nada de tonterias. Despues de unas cuantas verdades bastante divertidas, llegan las pruebas más interesantes: morder 5 partes del cuerpo de otro, simular un orgasmo, gemir 15 segundos al oido de otro… Y como mando yo, impongo que casi todas las pruebas las ejecute ella, alternando entre los dos cuando pertoca, cosa que Bruna acepta sin quejarse demasiado. Hasta que le toca lo siguente:
“Explica en que consiste tu mayor fantasia sexual”. A lo que Bruna responde:
- Si lo tengo que decir, me va a tocar hacerla.
- Pues hazlo – respondemos los dos.
Sin pensarselo dos veces, Bruna se levanta, se arrodilla de cara a nosotros cuela una mano entre mi boxer y me besa, un beso largo y intenso, y segudamente hace lo mismo con él. El juego ha empezado. Y Bruna es buena en este juego. No nos queda más que tumbarnos y dejarnos hacer por su boca y sus manos. Nos la chupa sin miramientos, alternando sin favoritismos, y acompanyandose de besos cada vez más fogosos, de caricias más estremecedoras. El alcohol nos desata de nuestras conciencias para convertirse en siervo de nuestros instintos, cada vez más incontrolables. Nos toca. Sentamos a Bruna, y nuestras manos empiezan a recorrer todo su cuerpo, sus labios, sus pechos, su sexo, mientras entre suspiros se esfuerza por acariciar nuestras pollas, que parecen a punto de explotar. Voy a tomar la iniciativa; la arrodillo, la agarro de la cabeza y con un punto de autoridad le conduzco su boca hacia el sexo de él, mientras me coloco detrás suyo. Bruna está ya muy mojada, y no me cuesta mucho esfuerzo conseguir que con mis embestidas empieze a gemir, pese a tener la boca bien llena de polla.
El sofá dá mucho de sí, y no son pocas las posturas que se suceden en él. En todas ellas, Bruna es follada por uno de nosotros mientras se esfuerza en comersela al otro, cosa que realmente consigue con naturalidad. Jamás la he visto así, totalmente entregada, y parece ya imposible de parar. Es el momento. La tumbo encima de mi, boca arriba, y aprovechando lo mojada que está tanteo su culo, no sin tocarle el clítoris y arrancando sus gemidos. Me lo pide, en la oreja, susurrando. Metela. Entro la puntita, despacio, hasta que se acostumbra, y es ella quien empieza a cabalgarme. Y cuando estoy por metersela entera, Biel hace ademán de añadirse. “Toda tuya”, le digo. Y se la mete por delante, no sin algun problema, pese a que no tardamos en encontrar el ritmo. Biel la embiste sin piedad, y yo me conformo con mantener esa puntita que sé que le encanta, mientras que encuentro su clítoris bien duro y agradecido. Efectivamente, pronto la espalda de Bruna empieza a arquearse, su respiracion a acelerarse, sus gemidos a aumentar, hasta que explota en un increible orgasmo, y junto con ella Biel lo hace también.
Estamos totalmente exhaustos, incluso desorientados. Hemos estado casi una hora follando, y follando fuerte, brutalmente conducidos por nuestros impulsos desatados por el alcohol, aunque no por eso sin increibles besos y caricias. Pero Bruna está algo resentida, quizás hemos sido un poco salvajes, y nos dice que duda poder seguir follando, pero aun y así yo no me doy por satisfecho y le pido más, falto yo, y Bruna no tarda en satisfacerme, otra vez de rodillas, comiendomela como nunca. Por su lado, Biel, tumbado exhausto en el sofá, nos dice:
- Dudo poder seguir, yo.
- Tranquilo – le digo – Bruna es especialista en “pequeños milagros”.
Y así es. Una mano de Bruna se desliza por su muslo, tanteando su polla. Juega con ella mientras me la come, y lo hace tan bien que para cuando por fin se mete la boca de Biel en la boca de nuevo, él vuelve a estar totalmente duro. Bruna se da cuenta, eso la excita, y aumenta su ritmo haciendonos córrer a los dos prácticamente a la vez.
Ahora sí, es el final. Biel se viste, nos despedimos, y nos vamos a dormir. Son las 10 de la mañana.
Espero os haya gustado. En todo caso, esto es lo que pasó, aunque claro, es mi punto de vista. Por eso, animo a “Bruna” a colgar en este mismo foro y con este mismo usuario su version de los hechos, centrandose en los detalles que considere. Estad atentos, ella escribe mejor que yo (que no es tampoco muy dificil). Hasta entonces, os propongo que comentéis lo que os haya parecido, y si quereis que os expliquemos cualquier cosa que os hayais quedado con curiosidad por saber no dudéis en pedirlo.
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